martes, 13 de noviembre de 2012
ARQUETIPO
domingo, 24 de abril de 2011
DÍAS DE AMOR PERFECTO
Me he quedado en casa esta semana santa para poder dedicarme en cuerpo y alma al feliz acto de engendrar mi cuarto hijo. Así que estos días se han materializado en amor y en hogar. En paseos, reflexión, conversaciones, largas horas de lectura y de sueño. Y muchas, muchas anotaciones.
Yo escribo con mapa (Javier Marías dixit). Y ahora estoy en ello: en cartografiar los incipientes relieves de la historia que, recién fecundada, como loca, se gesta en mi cuerpo. Una masa de células, de letras, un tumor maravilloso al que pronto comenzará a latirle el corazón.
La nueva criatura parece querer tener más argumento que sus hermanas. Aunque no sé si debo celebrarlo mucho, pues no las tengo todas conmigo, dudo que ese argumento gane la batalla, sobreviva, cuando el embrión desarrolle su sistema nervioso. Es muy posible que para entonces toda esa trama de acciones se haya adelgazado hasta darse la vuelta, como un calcetín, y quede volcada en la dimensión en la que me siento más cómoda como narradora. El turismo de interior. La intimidad.
Es curiosa la manera que tienen las historias de abrirse camino a través de la maraña de pensamientos, sueños, temores, amores. Todo ese lío que conforma la existencia virtual. Esta nueva idea surgió a partir de una entrada que quería publicar en el blog. Cuando mis acostumbradas doscientas o trescientas palabras se habían convertido en tres páginas fui consciente de que un gameto había quebrado de nuevo la membrana. Aquí los síntomas son automáticos, no hay espera. La náusea es inminente. Los antojos. La sensibilidad aumenta. Ciertos olores y sonidos se hacen insufribles. El cuerpo, en su afán de cadena de montaje, trabaja a destajo produciendo células y vida, ideas, así que la sensación de cansancio es constante y solo es vencida por la somnolencia. Asusta un poco, la verdad: crece tan deprisa que tengo miedo de que resulte ser un monstruo.