He tenido una semana de lo más movidita.
Dejando a un lado los preparativos para el verano, que después de anunciarse no se ha presentado a la cita, tales como preparar la piscina, limpiar y barnizar muebles de jardín ¿jardín?, y muchos etcéteras que no hay forma humana de eludir.
El jueves tuve que ir a Lisboa a recoger a la portuguesinha, que había alargado el fin de semana y quería encontrarse con su hermano que hacía un mundo que no venía por aquí. El sábado, a Sevilla a recoger a los ingleses que, como han decidido casarse, tienen que venir para los preparativos: Papeles, ropas, más papeles, restaurante, iglesia, más papeles, cursillos pre-matrimoniales, más papeles, pruebas de menú, alianzas, certificados, ¡¡¡El libro de familia de los padres!!!.
Otro viaje a Sevilla (ella es sevillana y la boda se celebrará allí) para que pasen unos días con su familia y puedan seguir rellenando papeles pidiendo papeles, legalizando otros, poniendo mil sellos, pagando tasas y demás trámites. Y lo de las flores, la música, las fotos.....
Me quieren disfrazar de grillo o de pingüino para ese día. Menos mal que yo no soy el padrino; pero me tocará cargar con la madrina y su mantilla el resto del día.
El libro de familia, sí. ¿Para qué lo necesitarán? El mío, digo. Que ha habido que bucear por un montón de cajones, que vaya usted a saber dónde estará después de tanto tiempo y cinco traslados. Apareció, claro.
¡Qué bonito!, con sus pastas azules, con su gallinita, su yuguito, sus flechitas, su cintita al viento con su UNA GRANDE LIBRE. Nos lo dieron después de la ceremonia de nuestra boda con el encargo de rellenarlo, tarea que te facilitaban con 10 hojitas en blanco para inscribir otros tantos vástagos. Nos quedamos sin rellenar siete de ellas.
Un encargo y un consejo. "Llévenlo consigo siempre que viajen. Se lo pedirán en la recepción de todos los hoteles".
¡Qué manera de preservar la virtud de las españolas!. Lo cierto es que jamás nos lo pidieron.
¡Tiempos aquellos, que puede que no vuelvan!.
Mañana, receta.