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domingo, 16 de marzo de 2014

CLÁSICOS OLVIDADOS: EL CÓCTEL DE LANGOSTINOS.

Quienes me conocéis, ya sabéis que soy un romántico, no en el sentido trágico de la vida, sino en el estético y el nostálgico. (Y, cáspita, en el esdrújulo).
Hace unos días, recordábamos (vuelve la burra al trigo) Mary Paz y yo aquellos tiempos pretéritos en los que conseguíamos juntar algunas "perrillas" y las invertíamos en una cena en alguno de aquellos restaurantes no muy caros de principios de los años ´70.
Se comía fuera de casa fundamentalmente por dos razones, o por que estabas de viaje o por que tenías algo que celebrar o, más raras, las reuniones con los amigos.
Más tarde, en aquellos tiempos de expansión económica, para evitar guisar los domingos. Aunque, bien pensado, se acercaba mucho a la primera razón.
Recordábamos las cartas, que en nada se parecían a las actuales.
Los entremeses eran algo prácticamente irrenunciable. Un montón de platitos: Un mejillón, dos rodajitas de chorizo, aceitunas, alguna ensalada rara, albóndigas, croquetas, etc, etc, etc.
El cóctel de gambas o langostinos.
El San Jacobo.
El lenguado Meunier.
El redondo de ternera mechado.
La merluza en salsa verde.
Todo ellos, misteriosamente desaparecidos. Yo los llamo los "Clásicos olvidados".
Hablemos del primero de ellos, el cóctel de langostinos.
Era tan habitual que hasta se diseñó una copa especial para servir este tipo de platos, una robusta copa de fuste medio y amplio vaso, con un aditamento consistente en un bol que se colocaba encima de una capa de hielo picado con la que se rellenaba la copa y que mantenía muy frío el plato (Yo, sin ir más lejos, tengo un juego con media docena de ejemplares).
Y mira que es sencillo de hacer.
Solo necesitamos:
Langostinos cocidos.
Lechugas.
Salsa rosa.
Se cuecen los langostinos en agua salada hiviendo a borbotones. Se cuenta un minuto desde que vuelve el hervor después de echar los langostinos, se escurren y se pasan a un recipiente con agua salada helada.
Se pelan y se reservan.
Se corta la lechuga en juliana  y se aliña con unas gotas de salsa Worcestershire.
Se prepara la salsa rosa con cuatro cucharadas de mahonesa de bote (Actualmente no estoy dispuesto a correr riesgos inútiles haciendo la mahonesa en casa), una cucharadita de mostaza de Dijon, dos cucharadas de tomate frito, un chorro de zumo de naranja y otro de coñá. Mezclar hasta conseguir una pasta homogénea.
En un recipiente adecuado, puede ser una copa, un bol, un "lavafrutas", un cuenco de cristal... poner una capa de lechuga, encima los langostinos en generosa cantidad y cubrir con la salsa rosa.
Absolutamente demodé; pero riquísimo. Y no es necesario que sea día de fiesta.