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Al eterno señora.

Ideal maniquí, comodín del señuelo, ¡ eterno femenino !... plancha tus pañoletas: Siéntate en mis rodillas cuando lo ordene y dime qué artimañas usáis, ángeles degradados. Sé perversa y alégranos la hora desdichada, piafa con pie ligero los senderos abruptos. ¡Arde, ídolo puro! ¡y ríe! ¡y canta! ¡y llora, Querida! ¡Y de amor muere!... en los ratos perdidos. ¡Ninfa de mármol! ¡vamos! sé soñadora ¡y frívola! amante, ¡carne mía! hazte virgen, lasciva… feroz y santa y torpe, buscando un corazón… Sé la hembra del hombre, mujer, sirve de Musa Cuando el poeta brama ¡en Alma, Espada y Llama! Y después -cuando ronque- ¡besa a tu Vencedor!

Buenas noches.

Entonces llegarás, imbécil papagayo, buscando el parpadeo de este espejo al que cubre un brillo de oro, resto del astro rubio extinto. Y verás una joya en el brillo de estaño. Llegarás a este hombre, a su débil reflejo sin calor… Pero, el día en que irradiaba fiebre, nada sentiste, tú que -en el atardecer- caes sobre ese rayo caído que ha dejado. A ti no te conoce, a ti, la consabida sombra que recostó en su cielo desnuda ¡Cuando era un Dios!... Todo eso -se acabó.- Cree -Pero él no tiene la mirada que atrae. Llora -Pero él no tiene esa cuerda que llora. Sus cantos… -Eran de otro; él no los ha leído.

La pipa del poeta.

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Soy nodriza de un poeta, su Pipa, y: duermo a su Bestia . Cuando sus tuertas quimeras se le agolpan en la frente, humeo… Y así no ve telarañas en su bóveda. … Le construyo un cielo, nubes, mar, desierto y espejismos; -Allí su ojo muerto yerra… Cree entre la nube densa, reconocer una sombra. -Siento que muerde mi tubo… -¡Libera otro torbellino su alma, su argolla, su vida! … siento que me apago. -Él duerme- -Duerme: se calmó la Bestia , Teje hasta el final tu sueño… ¡Querido!... el humo lo es todo, -Si es cierto que todo es humo…

Pobre muchacho.

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El, que altivo silbaba su tonada en falsete, Se humillaba ante mí: lo veía buscar… No encontrar…, me gustaba percibir la torpeza De este héroe que no supo descubrir que me amaba. Sobre su corazón tempestuoso alcé Cabrillas. Él miraba… ¿Eso lo consumía? ¡Qué instrumento tan reacio a dejarse pulsar, Un poeta!... Y pulsé. Yo pulsé y me gustaba. ¿Ha muerto?... Era un muchacho, por lo demás curioso. ¿Tomó excesivamente en serio su papel? Sin decírmelo… al menos. -Porque ha muerto, ¿de qué?... ¿Acaso se dejó vaciar de poesía?... ¿Moriría de tisis, de beber o de chic ? O quizás, finalmente: de nada… O bien de Mí.