Mostrando entradas con la etiqueta Cavafis. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Cavafis. Mostrar todas las entradas

miércoles, 27 de abril de 2016

Cavafis / El sol de la tarde



Constantino Cavafis
EL SOL DE LA TARDE


Este cuarto, qué bien lo conozco.
Ahora se alquila y también el de al lado
para oficinas comerciales. Toda la casa se convirtió
en oficinas de corredores, de comerciantes, de compañías.

Ah, este cuarto, qué familiar me es.

Aquí cerca de la puerta estaba el canapé,
y delante de él una alfombra persa;
al lado la repisa con dos floreros amarillos.
A la derecha, no, enfrente, un armario con espejo.
En el centro la mesa donde escribía,
y las tres grandes sillas de mimbre.
Junto a la ventana estaba la cama
donde nos amamos tantas veces.

Aún deben estar en alguna parte esas pobres cosas.
Junto a la ventana estaba la cama;
el sol de la tarde llegaba hasta el medio.

… Las cuatro de la tarde, nos habíamos separado
sólo por una semana… Ay,
esa semana se volvió eterna.



Constantino Cavafis / Las ventanas


Constantino Cavafis
LAS VENTANAS

En estos oscuros cuartos donde paso
días pesados, voy de un lado al otro
para hallar las ventanas. – Cuando se abra
una ventana será un consuelo.
Pero las ventanas no aparecen, o yo no puedo
hallarlas. Y quizás sea mejor que no las encuentre.
Quizás la luz sea un nuevo tormento.
Quién sabe qué cosas nuevas mostrará.




Cavafis / Cuanto puedas



Ilustración de Triunfo Arciniegas


Constantino Cavafis
CUANTO PUEDAS


Y si no puedes hacer tu vida como la quieres,
en esto esfuérzate al menos
cuanto puedas: no la envilezcas
en el contacto excesivo con la gente,
en demasiados trajines y conversaciones.
No la envilezcas llevándola,
trayéndola a menudo y exponiéndola
a la torpeza cotidiana
de las compañías y las relaciones,
hasta que llegue a ser pesada como una extraña.



Constantino Cavafis / Ítaca





Constantino Cavafis

ÍTACA

Cuando salgas en el viaje hacia Ítaca
desea que el camino sea largo,
pleno de aventuras, pleno de conocimientos.
A los Lestrigones y a los Cíclopes,
al irritado Poseidón no temas,
tales cosas en tu ruta nunca hallarás,
si elevado se mantiene tu pensamiento, si una selecta
emoción tu espíritu y tu cuerpo embarga.
A los Lestrigones y a los Cíclopes,
y al feroz Poseidón no encontrarás,
si dentro de tu alma no los llevas,
si tu alma no los yergue delante de ti.
Desea que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas estivales
en que con cuánta dicha, con cuánta alegría
entres a puertos nunca vistos:
detente en mercados fenicios,
y adquiere las bellas mercancías,
ámbares y ébanos, marfiles y corales,
y perfumes voluptuosos de toda clase,
cuanto más abundantes puedas perfumes voluptuosos;
anda a muchas ciudades egipcias
a aprender y aprender de los sabios.
Siempre en tu pensamiento ten a Ítaca.
Llegar hasta allí es tu destino.
Pero no apures tu viaje en absoluto.
Mejor que muchos años dure:
y viejo ya ancles en la isla,
rico con cuanto ganaste en el camino,
sin esperar riquezas en Ítaca.
Ítaca te dio el bello viaje.
Sin ella no hubieras salido al camino.
Otras cosas no tiene ya que darte.
Y si pobre la encuentras, Ítaca no te ha engañado.
Sabio así como llegaste a ser, con tanta experiencia,
ya habrás comprendido qué es lo que significan las Ítacas.

Cavafis / La ciudad


Constantino Cavafis
LA CIUDAD
Dijiste: "Iré a otra tierra, iré a otro mar,
Debe existir una ciudad mejor que ésta.
Todo esfuerzo mío es aquí una condena,
y mi corazón –como un muerto– está sepultado.
¿Hasta cuándo mi espíritu permancerá en este marasmo?
Donde vuelvo mis ojos, donde miro
Veo las negras ruinas de mi vida, aquí
Donde tantos años pasé y arruiné y perdí".

No hallarás sitios nuevos, no hallarás otros mares.
La ciudad te seguirá. Darás vueltas por las mismas
calles. Envejecerás en los mismos barrios,
y en estas mismas casas encanecerás.
Siempre llegarás a esta ciudad. Para otra parte –no lo esperes–
no hay barco para ti, no hay camino.
Al arruinar tu vida aquí, en este pequeño rincón,
en toda la tierra la echaste a perder.




Cavafis / Capicúa entre la vida y la muerte


Constantino Cavafis

Konstantinos Petrou Kavafis

Capicúa entre la vida y la muerte

Hoy se cumplen 80 años de la muerte del poeta Kavafis y 150 de su nacimiento en Alejandría



El poeta griego Konstandinos Kavafis.
Para cabalistas y especuladores de la numerología, mucha tela donde cortar a la luz de varias fechas redondas. Konstandinos Kavafis nació el 29 de abril de 1863 en Alejandría y murió 70 años después, en 1933, el mismo día y en la misma ciudad. Para cerrar (o abrir) el círculo, y yendo al origen etimológico de capicúa, Kavafis la cuadró a la perfección, esa misma que le obsesionaba en la escritura.
A finales de 2012 y con las miras puestas en este aniversario, el Centro de Estudios Bizantinos, Neogriegos y Chipriotas publicó una nueva antología bilingüe de Kavafis con un jugoso estudio preliminar de Ilinskaia y las traducciones de Alfonso Silván Rodríguez (Almorox, Toledo, 1948), que ya en 1991 publicara la monumental Obra poética completa del alejandrino (Ediciones La Palma, Madrid) hoy ya un codiciado ejemplar de bibliófilo a pesar de que solo han pasado 15 años. Silván puntualiza: “En cuanto a la responsabilidad contraída por mí en las ediciones, son dos casos muy distintos. Yo asumí enteramente la responsabilidad en la primera. La gestación de la Antología bilingüe es diferente. Se parte de un proyecto conjunto de varias universidades europeas: Ioánnina, Berlín, Nápoles y Granada, para la creación de una Biblioteca de Autores Clásicos Neogriegos”.
A la hora de elegir un poema de Kavafis, el traductor no duda: “Yo salvaría dos, si se me permite. Uno porque es de los que mejor sirven para conocer al poeta, y otro porque es de los que más nos ayudan a realizarnos si le escuchamos. El primero es Cesarión. Creo que ahí se deja sorprender Kavafis en lo más íntimo de su alma y de su método como creador”.
Entonces se adentra en la génesis del poema: “Una pequeña mención atrae su atención cuando ya iba a cerrar el libro de Plutarco. Se refiere a Cesarión, el hijo de César y de Cleopatra mandado asesinar en su temprana edad por Octavio para evitar la posible amenaza a su poder. La acción infame motivada por las especulaciones del poder político, que provoca la desaparición en la profundidad de la historia del ser recreado, admirado y deseado, resucitado amorosamente en el presente, proporciona el contraste que realza el firme donde se asienta el ethos poético de Kavafis”.
El otro poema que motiva a Silván es Ítaca: “Es muy conocido y no voy a extenderme, pues seguro que cuantos lo conocen tienen una percepción muy clara de su mensaje. Otras son las riquezas de la apariencia. Ítaca es lo que es por lo que ha provocado en nosotros. El viaje hermoso, el goce sensible, el conocimiento de lo concreto en su multiplicidad de facetas, de su esencia, despidiendo el engaño. Al final el poema, con todo su dinamismo interno, se contempla verdadero como una escultura clásica griega al aire libre, que necesariamente viene del mar”.
Aquí entra en liza Odiseo: “Quisiera añadir que el tema de la búsqueda del conocimiento asociado nítidamente al mito de Odiseo no procede exactamente de la tradición puramente griega del regreso tal como se refleja a partir de la Odisea, sino de Dante, en el que Ulises continúa su viaje a lo desconocido, algo que estudió Kavafis. Acaba de aparecer el excelente estudio de W. B. Stanford El tema de Ulises [Dykinson, Madrid, 2013]. Ítaca ofrece una curiosa solución optimista, gozosa, contrariamente a la variante peligrosa del conocimiento en la línea del poeta toscano, que termina siendo esencial en este poema, y muy saludable en el universo kavafiano; un tipo de solución que la lucidez, en él siempre presente, normalmente no suele permitirse”.
Kavafis ha superado las modas, incluso la muy rentable vulgarización de icono de literatura gay. ¿Es más interesante el Kavafis político, observador desencantado de su tiempo? Desde el estudio científico, Silván puntualiza: “Él nunca olvidó la elegancia y la dignidad a la hora de evidenciar su homosexualidad, que pueden ser elementos conservadores o integrados, pero son los suyos. Y desde luego jamás hubiera respaldado coartada alguna, ni la hubiera utilizado como recurso de promoción identitario más o menos velado en ciertos círculos, como no lo hace tampoco en el aspecto político, que también a mí me interesa más y donde se muestra muy exigente. Al Kavafis político lo considero menos manipulable y más interesante, porque en ese nivel a fin de cuentas se dirime todo”.
Para cerrar —o abrir— el círculo, como apunta la estudiosa Sonia Ilinskaia, el poema de Kavafis La ciudad (su Alejandría) se yergue como una gigantesca metáfora de universalidad y vigencia.