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domingo, 27 de octubre de 2024

Tiroteado el vehículo que transportaba a Evo Morales en Bolivia

 

Evo Morales


Tiroteado el vehículo que transportaba a Evo Morales en Bolivia

El expresidente acusa a Luis Arce de intentar asesinarlo. El actual mandatario ha negado cualquier implicación y ha ordenado una “minuciosa” investigación

jueves, 19 de marzo de 2020

Vargas Llosa / El fin de Evo Morales



Mario Vargas Llosa

BIOGRAFÍA

El fin de Evo Morales

Bolivia parecía perdida para la democracia y la legalidad, pero quienes apoyaban al expresidente no sabían de lo que su pueblo valiente es capaz en defensa de su soberanía y libertad


30 de noviembre de 2019







El fin de Evo Morales
SR. GARCÍA

¿Hasta cuándo seguiremos leyendo que Evo Morales fue “el primer presidente indígena en la historia de Bolivia”? La frase es racista, pues se dice en elogio del personaje, como si ser “indígena” fuera un valor en sí mismo y resaltara la condición de jefe del Estado. Y es también dos veces inexacta, pues Bolivia ha tenido varios presidentes indígenas (algunos dictadores), como Perú, México, Ecuador y Guatemala, y basta oír hablar a Evo Morales para saber que no es un indio sino un mestizo cultural, como lo somos buena parte de los latinoamericanos, en muy buena hora.
Nicolás Maduro y Evo Morales

Los bolivianos se han librado de él no porque sea “indio” (que no lo es), sino porque mediante amaños múltiples se las arregló para permanecer 14 años en el poder, en contra de la Constitución boliviana. Y se disponía, mediante un fraude grotesco para el cual el escrutinio electoral fue suspendido durante un par de días por los miembros del Tribunal Supremo Electoral (ahora presos e imputados por la justicia), a quedarse indefinidamente en el Gobierno, como suelen hacer todos los caudillos militares y civiles latinoamericanos. Para el bravío pueblo boliviano fue demasiado, y en la formidable movilización que el intento de fraude provocó no sólo participaron las clases medias, sino buen número de indígenas, como los liderados por Marco Pumari, y todas las localidades de la Chiquitanía cruceña, que no perdonan a Evo Morales los incendios que han devorado buena parte de esa región amazónica.

sábado, 8 de diciembre de 2018

Juan Manuel Santos & Evo Morales / Los mamones

Juan Manuel Santos

LOS  MAMONES
Gustavo Álvarez Gardeazábal
ADN, diciembre 7 2018


Siempre hemos dicho que en Colombia para el mamón no hay ley. Lo hemos vivido muchas veces. La última vez fue aquél inolvidable 2 de octubre, cuando el pueblo convocado a plebiscito para aprobar o improbar el Acuerdo de Paz que el presidente Santos y la cúpula de las Farc habían redactado en La Habana, y  decidió por mayoría, escasa pero mayoría, decir NO a ese pacto de paz.

jueves, 4 de agosto de 2016

Alex Ayala Ugarte / Cartas que tal vez nunca lleguen


Cartas que tal vez nunca lleguen



Álex Ayala Ugarte
12 DE JULIO DE 2016

El futuro de la empresa estatal de correos de Bolivia está en el aire. El presidente Evo Morales se plantea cerrarla.

EN SUS más de diez años como cartero, Rubén Manríquez, uno de los funcionarios del servicio boliviano de correos, ha cargado buenas y malas noticias. Manríquez adora la cara de felicidad de los usuarios cuando llega con alguna de las compras que hicieron vía Internet, pero en una ocasión le tocó entregar un vestido de boda con un mes de retraso y tuvo que aguantar la reprimenda de la madre de la novia sin traje. Se salvó de dejar una bomba en un edificio porque quedaba unas calles más allá de la zona que le asignaron sus superiores. Y le alegra la vida a una señora cada vez que toca su puerta con un giro que ella espera como si se tratara de un diamante en bruto. Estas escenas de película de Buñuel, sin embargo, no volverán a repetirse si Evo Morales decide ordenar el cierre de la empresa estatal, tal y como sugirió recientemente en una rueda de prensa.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Vargas Llosa / La derrota de Evo Morales


Evo Morales
Ilustración de Fernando Vicente

La derrota de Evo

La popularidad del presidente boliviano va apagándose y la opinión pública dejará de aplaudir a un régimen que es un monumento al populismo más desenfrenado


Mario Vargas Llosa
5 de marzo de 2016

La derrota de Evo Morales en el referéndum con el que pretendía reformar la Constitución para hacerse reelegir por cuarta vez en el año 2019 es una buena cosa para Bolivia y la cultura de la libertad. Se inscribe dentro de una cadena democratizadora que va golpeando al populismo demagógico en América Latina de la que son jalones importantes la elección de Mauricio Macri en Argentina contra el candidato de la señora Fernández de Kirchner, el anuncio de Rafael Correa de que no será candidato en las próximas elecciones en Ecuador, la aplastante derrota —por cerca del 70% de los votos— del régimen de Nicolás Maduro en las elecciones para la Asamblea Nacional en Venezuela y el desprestigio creciente de la presidenta Dilma Rousseff y su mentor, el expresidente Lula, en Brasil, por el fracaso económico y los escándalos de corrupción de Petrobras que presagian también un fracaso catastrófico del Partido de los Trabajadores en las próximas elecciones.

Evo Morales

A diferencia de los Gobiernos populistas de Venezuela, Argentina, Ecuador y Brasil, cuyas políticas demagógicas han desplomado sus economías, se decía de Evo Morales que su política económica ha sido exitosa. Pero las estadísticas no cuentan toda la verdad, es decir, el período enormemente favorable que vivió Bolivia en buena parte de estos 10 años de Gobierno con el auge del precio de las materias primas; desde la caída de estas, el país decrece y está sacudido por los escándalos y la corrupción. Esto explica en parte el descenso en picada de la popularidad de Evo Morales. Es interesante advertir que en el referéndum casi todas las principales ciudades bolivianas votaron contra él, y que, si no hubiera sido por las regiones rurales, las menos cultas del país y también las más alejadas, donde es más fácil para el Gobierno falsear el resultado de las urnas, la derrota de Evo habría sido mucho mayor.

domingo, 12 de julio de 2015

Vargas Llosa / El caballero Cipolla y el desvarío griego


Mario Vargas Llosa 

BIOGRAFÍA

El caballero Cipolla y el desvarío griego

El referéndum convocado por Tsipras ha sido una obra maestra de confusión y delirio hipnótico. La magia y el hipnotismo colectivos pueden encaramar al poder a cualquier demagogo sin escrúpulos



FERNANDO VICENTE
En el verano de 1926, Thomas Mann y su familia pasaron unas vacaciones en Forte dei Marmi; era una época en la que el fascismo estaba en pleno apogeo y los discursos de Mussolini retumbaban por toda Italia. Con estos recuerdos y el interés que en aquel decenio se despertó en Europa (y en Alemania en particular) por el hipnotismo, el espiritismo y las ciencias ocultas, el autor de La montaña mágica escribió Mario y el mago, un relato aparecido en 1930 en el que la crítica ha visto siempre una parábola sobre el efecto encantatorio de líderes carismáticos como Hitler y Mussolini sobre las masas, que, seducidas por la palabra del jefe, abdicaban de su soberanía y poder de decisión y lo seguían, ciegas y dóciles, en sus extravíos.
El espléndido y ceñido relato admite muchas interpretaciones y es, además de una parábola política, una historia que pone los pelos de punta. En un pueblecito de la costa, junto al mar Tirreno, Torre di Venere, el narrador describe un espectáculo en el que un mago hipnotizador, el caballero Cipolla, hombre malvado, repelente y deforme pero dotado de una fuerza psíquica irresistible, enajena a todo su auditorio y lo obliga a humillarse y hundirse en el ridículo más espantoso.
La verdad es que la lectura de Mario y el mago en clave política es tan actual como cuando los dictadorzuelos carismáticos campeaban por el mundo entero; en nuestros días, el caballero Cipolla se encarna no sólo en caudillos fascistas y comunistas, sino, también, en aparentemente benignos dirigentes democráticos, que ganan limpias elecciones y son capaces, gracias a sus poderes comunicativos, de imbecilizar a sus propios pueblos, privándolos de razonamiento y sentido común; en otras palabras, llevándolos a la ruina. ¿No es el caso de un Perón, un Evo Morales, un Rafael Correa, un Daniel Ortega? Ningún ejemplo es más doloroso que el de Argentina, el país más culto de América Latina: ¿cómo es posible que todavía la sociedad argentina siga cautiva de la hipnosis suicida con que la sedujo hace sesenta o setenta años un coronel inculto y fascistón y que ha llevado al país que fue el más avanzado del continente americano y uno de los más prósperos y modernos del mundo a la decadencia, la ruina económica y la miseria moral que representa la presidenta Kirchner?

jueves, 30 de abril de 2015

Oscar Collazos / A Evo no le gusta leer

Evo Morales


A Evo no le gusta leer
Por ÓSCAR COLLAZOS |

ÓSCAR COLLAZOS

Las medidas que acorten la distancia entre las minorías que leen y las mayorías que 
no les gusta hacerlo no son solo pedagógicas. También son económicas.
Antes de que cerrara sus puertas la Feria Internacional del Libro de Bogotá (Filbo), las agencias internacionales de prensa publicaron declaraciones del presidente de Bolivia, Evo Morales, en las que reconoce que no le gusta leer.
“Yo tengo ese problema: no me gusta leer”, dijo el presidente Morales después de firmar la ley que elimina el pago del impuesto del IVA (13%) y de transacciones (3%) a los libros nacionales y extranjeros. Con esta medida, se reduce en un 16% el precio de los libros en el precario mercado editorial de aquel país.

sábado, 13 de diciembre de 2014

El socialismo del siglo XXI y el ocaso del Alba



EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI

El ocaso del Alba

La alianza que fundaron Hugo Chávez y Fidel Castro hace hoy 10 años ha perdido influencia tras la muerte del líder venezolano y la caída del precio del crudo

     

Chávez, Castro y Morales conversan durante la ceremonia por la entrada de Bolivia en el Alba, en abril de 2006 en La Habana. / CLAUDIA DAUT (REUTERS)
La visita de Hugo Chávez a La Habana hace hoy 10 años distó mucho de lo que se esperaba. Pocos pensaban que el acto político que se celebró en el teatro Karl Marx fuese a ir más allá de una escenificación de los lazos entre el entonces presidente venezolano y el líder cubano, Fidel Castro. Ambos, sin embargo, sorprendieron con la firma de un convenio que acababa con los aranceles a las importaciones entre ambos países y que facilitaba a Cuba inversiones y petróleo subvencionado por parte de Venezuela. “El ALCA ha muerto”, proclamó Chávez en referencia al Área de Libre Comercio de las Américas, que promovía Estados Unidos. Nacía el 14 de diciembre de 2004 el Alba (Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), un organismo que creció gracias al petróleo, cuyos bajos precios hacen que hoy languidezca.
Los tiempos han cambiado. Al desplome del crudo se une la muerte de Chávez, en marzo de 2013 y la retirada de la escena pública de Castro, que han dejado sin liderazgo el organismo, al que se sumaron Bolivia, Ecuador y Nicaragua. El actual presidente venezolano, Nicolás Maduro, carece del carisma de su antecesor, y otros mandatarios como el boliviano Evo Morales, el ecuatoriano Rafael Correa o Raúl Castro, en Cuba, han optado por diversificar sus políticas exteriores con la participación en otros organismos como Unasur (Unión de Naciones Suramericanas) o la Celac (Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe), “más pragmáticos que ideológicos o doctrinarios, como el Alba”, para Rafael Rojas. “La diversidad ideológica de la izquierda iberoamericana ha acabado por imponerse sobre el proyecto hegemónico bolivariano”. dice el historiador cubano.

Nueve países miembros

El 14 de diciembre de 2004 Fidel Castro y Hugo Chávez fundan en La Habana la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba) como contrapartida al Tratado de Libre Comercio que promovía Estados Unidos.
Tras la llegada de Evo Morales a la presidencia de Bolivia, en abril de 2006, el país andino se convierte en el tercer miembro del organismo.
Nicaragua, con Daniel Ortega al frente, es el cuarto país en entrar a formar parte del Alba, en 2007, un año antes de que lo hiciese la Honduras de Manuel Zelaya.
Tras el golpe de Estado contra el presidente Zelaya, Venezuela decidió la salida de Honduras de Petrocaribe para evitar que la ayuda económica de Caracas fuese a financiar al Gobierno impuesto. La salida de Honduras se concreta en enero de 2010.
Ecuador es el último de los miembros más activos del Alba en entrar al organismo, en 2009, año en el que se cambia el nombre de la institución, que pasa a llamarse Alianza.
El ALBA lo completan Antigua y Barbuda, Dominica, Santa Lucía y San Vicente y Las Granadinas. Actualmente, tiene nueve países miembros.
Haití, Irán y Siria son miembros observadores del Alba, lo que siempre generó gran polémica.
Durante esta década de vida, los miembros han creado el Banco del Alba para financiar proyectos, y, en 2010, desarrollaron una moneda virtual: el sucre.
“El mayor logro fue cohesionar al bloque bolivariano, introduciendo una visión propiamente política de la integración frente a las visiones más comerciales y promercado”, opina el analista argentino Pablo Stefanoni, que añade: “El problema fue que su fuerza y sus límites estaban asociados a la diplomacia petrolera venezolana. El Alba era una extensión de la energía política de Chávez, y de su petróleo, y no se pudo avanzar en su institucionalización real, ni en el aterrizaje de sus horizontes ideológicos a políticas de integración concretas”.
La yunta de Cuba y Venezuela, piedra angular para el Alba desde 2004, sigue organizada en torno a este intercambio: Caracas entrega petróleo y derivados con grandes facilidades y descuentos, y La Habana, responde con bienes y servicios sobrevaluados. Cálculos independientes cifran en 100.000 barriles diarios el aporte de hidrocarburos que Venezuela hace a Cuba, suficiente para cubrir la demanda interna de la isla y permitir la venta de cargamentos de segunda mano en el mercado internacional —algo que ninguna de las dos partes reconoce—. Los poderes petrolero y financiero de Venezuela, ahora en cuestión, han ejercido en el Alba un influjo magnético. Al margen de pactos bilaterales y Petrocaribe, un club de consumidores de petróleo diseñado por Hugo Chávez para proyectar su propia influencia política en las Antillas, decir sí al Alba era el camino más fácil para obtener acceso a combustibles baratos, la eliminación de aranceles entre algunos países y la facilitación de alianzas regionales. Las exportaciones venezolanas a los socios promediaron durante el último quinquenio unos 4.000 millones de dólares al año.
Si el petróleo venezolano fue la argamasa para la alianza, esta corre el riesgo de derrumbarse. La producción de crudo en Venezuela está en declive. Hoy ronda los dos millones de barriles al día, acotada por la falta de inversión y la hemorragia de expertos sufrida por la estatal petrolera Pdvsa. El Gobierno de Nicolás Maduro, bajo presión por la caída de los ingresos petroleros, se ve en la necesidad de revisar su diplomacia de hidrocarburos baratos para sus aliados hemisféricos.
Hace dos semanas, el canciller venezolano, Rafael Ramírez, aseguró, en referencia a Petrocaribe, que a pesar de la caída en los precios internacionales, sus compromisos de suministro de combustibles en condiciones preferenciales son “perfectamente sostenibles en el tiempo”. La afirmación es coherente con el principio chavista de dar prioridad a la política. Pero en nada satisface las demandas internas de recortar esos subsidios que merman los recursos locales mientras financian sonados casos de corrupción, como el de Albanisa, en Nicaragua. La empresa encargada en ese país de administrar las donaciones petroleras de Venezuela, según investigaciones periodísticas, ha desviado ese dinero hacia negocios privados.
“La falta de transparencia y rendición de cuentas del Alba representa una inagotable fuente de corrupción, pero a los venezolanos esto parece no preocuparles. La premisa fundamental de esta cooperación no es de eficiencia económica o de desarrollo, sino política: que [el presidente Daniel] Ortega se mantenga en el poder”, considera el periodista Carlos F. Chamorro. Entre 2008 y 2014, Nicaragua ha recibido casi 4.000 millones de dólares, gracias al convenio de cooperación con el Alba, pero manejado a través de empresas privadas. Esto representa unos 550 millones de dólares anuales, un presupuesto paralelo equivalente al 5% del PIB, o el 20% de los ingresos presupuestarios del país centroamericano.
Si el futuro del Alba está vinculado al del petróleo, el Caribe parece la única zona de crecimiento. “En el fondo es un proyecto venezolano, de ahí la dificultad de encontrar relevos. Su dinámica está asociada además al Socialismo del Siglo XXI, que está bastante debilitado como horizonte”, incide Stefanoni.
Ni Ecuador ni Bolivia son potencias petroleras. Además, Correa y Morales, como Chávez en sus inicios, participan de distintos foros y ven en Unasur un motor de integración económica con un horizonte más claro que el del Alba. “Hay muy pocas opciones de que crezca como plataforma ideológica”, opina Rojas: “Venezuela está saturada de problemas domésticos. Ha perdido muchísimo liderazgo regional”.





miércoles, 22 de mayo de 2013

Héctor E. Schamis / El nuevo autoritarismo en América Latina


El nuevo autoritarismo en América Latina

En América Latina, los presidentes de la región buscan una sola cosa: quedarse en el poder más tiempo del estipulado al asumir


En América Latina, la democracia está en coma. Salvo honrosas excepciones, los presidentes de la región buscan una sola cosa: quedarse en el poder más tiempo del estipulado al asumir, y donde dice “más tiempo”, léase “para siempre”. La consecuencia de ello es el establecimiento de un orden político despótico y personalista, diferente a los de antaño—basados en la institución militar—pero simultáneamente parecidos: una suerte de Macondo pero con elecciones.
Estos nuevos autócratas han usado diversos métodos para perpetuarse, todos efectivos, además, en paralizar a la oposición. Chávez, por ejemplo, logró modificar la constitución en pos de su reelección indefinida. Es su sucesor, Maduro, quien intentará amarrarse al poder para siempre. Si ello se logra por medio de elecciones limpias o por medio del fraude, como en abril pasado, es trivial, sobre todo una vez que el pajarito en su sombrero confirmó la legitimidad del resultado.
Evo Morales, por su parte, hizo aprobar la nueva constitución en 2009, la cual estipula que los mandatos anteriores a la vigencia de la misma cuentan, inhabilitándolo explícitamente. Pero eso fue en 2009. Ahora, el Tribunal Constitucional autorizó la candidatura del presidente en ejercicio para un tercer período consecutivo. La alquimia legal invocada es que la nueva constitución refundó el estado—el Estado Plurinacional—y por lo tanto la primera presidencia de Morales ocurrió en “otro” estado.
Correa también modificó la constitución, que ahora autoriza dos períodos consecutivos. Más precavido que Morales, se aseguró su tercer periodo desde el comienzo, especificando que el mandato bajo la constitución anterior no contaba. Es decir, bajó el reloj a cero en 2009, y así tendrá el poder en sus manos hasta el año 2017. Seguramente verá entonces cómo hace para quedarse otro rato.
A diferencia de los anteriores, Ortega prefirió no perder su valioso tiempo en una tediosa reforma de la constitución, que en Nicaragua prohíbe toda reelección inmediata. Él simplemente presentó su candidatura y la Corte Suprema dictaminó que era “legal”. Así de simple: el más alto tribunal violando la ley suprema para satisfacer al jefe del ejecutivo; igualito a los Somoza.
En Argentina, los adulones a sueldo hablan de "Cristina eterna". No satisfecha con doce años en el poder, entre los propios y los de su difunto marido, la Presidenta intentará postularse a un tercer período a partir de 2015. Para ello necesita dos tercios del Congreso y una Convención Constituyente, eso luego de las elecciones parlamentarias de octubre próximo. El problema de la señora es que su popularidad está hoy alrededor del 35 por ciento y su imagen negativa llega a dos tercios del electorado. Sobre la base de estos datos, sólo le restaría cumplir su mandato, empacar y negociar una partida elegante, porque además no tendrá a la Corte Suprema de su lado como Morales y Ortega.
Pero no, como ella es “vieja y terca”, según nos hizo saber Mujica, ahora está embarcada en un asalto directo a los medios y al Poder Judicial. Así, ordenó a toda su bancada legislativa aprobar, en apenas diez días, la ley de “democratización” del Consejo de la Magistratura, el órgano que designa a los jueces. ¿Por qué tanto apuro? Porque la Magistratura también designa a los miembros de la Justicia Electoral, el órgano que norma el proceso comicial entero, desde el empadronamiento de los ciudadanos hasta el cómputo de los votos. La señora Kirchner está ajustada con el tiempo, pero si logra imponer nuevos jueces electorales rápidamente, ya hay quienes auguran un vasto fraude electoral en octubre. Entonces sí, tal vez, logre las bancas necesarias para la reforma constitucional que la acerque a su tan ansiada eternidad.


Este nuevo autoritarismo— ¿si todo esto no es autoritarismo, qué cosa lo es?—se justifica por una ideología progresista, revolucionaria, liberadora, popular, bolivariana y demás, que dice que hace falta tiempo para consolidar la gran transformación en curso. Muy pomposo y muy solemne, pero son todas pamplinas, eso es nada más que una narrativa para ingenuos. Aquí no hay ideología ni principios, aquí no hay más que petrodólares, negocios mal habidos, lavados de dinero, boliburgueses, ladrikirchneristas y piñatas Sandinistas. Este supuesto proyecto transformador es simplemente una corrupción de tal magnitud, que el poder omnímodo y perpetuo es imprescindible para garantizar su impunidad.
Esta “nueva izquierda”, que tanto ha criticado al neoliberalismo y las privatizaciones, en realidad es idéntica a la “vieja derecha”: ambas han privatizado el poder.
*Héctor E. Shamis es profesor en la Universidad de Georgetown, Washington DC.