Mostrando entradas con la etiqueta Ken Loach. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Ken Loach. Mostrar todas las entradas

miércoles, 15 de febrero de 2017

‘La La Land’ se afianza en los Bafta como la favorita al Oscar

Emma Stone y Ryan Gosling

‘La La Land’ se afianza en los Bafta como la favorita al Oscar

El musical se lleva el galardón a la mejor película en los premios del cine británico y Emma Stone, su protagonista, el premio a la mejor actriz



A dos semanas del veredicto de los Oscar, el musical La La Land afianza su condición de favorito tras ser proclamado este domingo mejor película por la Academia Británica de Cine, que también ha premiado a su protagonista femenina, Emma Stone. Casey Affleck ha recibido el Bafta en el apartado de actor principal, mientras el galardón a los intérpretes de reparto recaía en Viola Davis y Dev Patel.

martes, 13 de diciembre de 2016

Ken Loach describe en 'Tierra y libertad' la división del bando republicano en la guerra civil


Ken Loach describe en 'Tierra y libertad' la división del bando republicano en la guerra civil

El cineasta británico huye del romanticismo al narrar Ia "historia de una gran esperanza"


Convencido de que el romanticismo no tiene cabida en la guerra civil española, el director británico Ken Loach ha desvelado en su último filme, Tierra y libertad, la parte menos romántica de la contienda: la de la división en el bando republicano y la responsabilidad del partido comunista ruso en la victoria del fascismo. En la lucha contra la memoria del olvido, Ken Loach ha narrado en el filme "la historia de una gran esperanza, la de una sociedad donde la tierra fuera un bien común". Tierra y libertad, que se estrena mañana en España, está protagonizada por actores de distintas nacionalidades.

Ken Loach / Belleza, dolor sin tregua



Ken Loach
LADYBIRD

Belleza, dolor sin tregua


Hay dos maneras nobles de ir a ver una película. Una -la más extendida pero también la más epidérmica- consiste en buscar en ella una tregua de respiro que amortigüe durante un par de horas la presión sofocante de la vida cotidiana que ahora mismo flota sobre el asfalto de Occidente. Y otra -menos extendida pero más profunda, ya que alimenta la gloria del cine contra la corriente- consiste en buscar en la pantalla sordas evidencias oscuras de esa sofocante vida real que uno deja fuera, en la calle, cuando entra en el ámbito mágico de un cine.Quienes prefieran o requieran la primera, no van a encontrar lo que buscan viendo Ladybird. Pero quienes vayan a buscar en la pantalla un puñetazo entre los ojos de la condición agónica de la vida contemporánea, no sólo verán en ella lo que buscan, sino que lo encontrarán en estado de pureza, de absoluta maestría, pues Ladybird es ya, con sólo meses de existencia, parte de la historia del cine: la película mejor acabada y más profunda del cineasta británico Ken Loach, que vuelve -tras la apasionante intriga de Agenda oculta y las formidables sacudidas de humor negro de Riff Raff y Lloviendo piedras- a sus desconocidas en España, primeras incursiones en los sórdidos rincones del horror cotidiano que supone vivir en las zonas pobres de la opulenta sociedad británica.

Ken Loach / El consumismo sólo genera destrucción

Ken Loach

Ken Loach

"El consumismo 

sólo genera destrucción"


DANIELA CREAMER
Berlín 20 FEB 1994

Ken Loach, a sus 58 años, no ha perdido ni la fuerza de su rabia ni su mirada lúcida hacia los desfavorecidos de la sociedad inglesa. Su cine polémico de radicalismo de izquierda y su lucha contra el sistema posthatcheriano han hecho de Loach el director político social más importante de Europa. Su última película, Ladybird Ladybird, título inspirado en una poesía infantil británica, narra otro episodio real de su país. Es la historia de una mujer que combate por la tutela de sus cuatro hijos, fruto de otras tantas relaciones. La burocracia inglesa no le permite recuperarlos."El aspecto más importante de esta obra es el desarrollo emocional de sus protagonistas, a través de vivencias trágicas: la violencia y la crueldad con que el servicio social le arrebata a sus pequeños. Yo no estoy contra dichas autoridades, pero sí contra la destrucción personal que provoca esta gran injusticia", explica Loach.

Ken Loach / Rainning Stones / Problemas a los 40



Ken Loach
RAINNING STONES

Problemas a los 40


CASIMIRO TORREIRO
18 DIC 1993



Resulta extraño que las glosas que se hacen eco del éxito de los tres últimos filmes de Ken Loach insistan en identificar Lloviendo piedras con Riff raff y no reflejan que, en realidad, Loach ha construido, como Eric Rohmer, con quien comparte un mismo deseo de eliminación de lo superfluo, una filmografía siempre en una misma línea. Porque prácticamente desde sus inicios en la televisión, desde Cathy come home (1965), y en el cine (Pobre vaca, 1967), Loach está hablando de lo mismo: de lo dificil que es ser joven en el Reino Unido contemporaneo, de los problemas de trabajo, marginación y vivienda de las clases subalternas.Lloviendo piedras es el último y primoroso ejemplo de una trayectoria artística presidida por una coherencia envidiable, por la fidelidad a una concepción del realismo que es consustancial al mejor cine británico. Y si algo llama la atención en el filme es, en todo caso, el desplazamiento del protagonismo desde los jóvenes hacia el sector más castigado del proletariado: el de los que se acercan a los 40.

lunes, 12 de diciembre de 2016

Raining Stones / Una expIosiva película de Ken Loach cierra el certamen de Cannes




FESTIVAL DE CANNES
rainning stones

Una expIosiva película de Ken Loach cierra el certamen de Cannes


ÁNGEL FERNÁNDEZ-SANTOS
, Cannes 24 MAY 1993


El festival de Cannes finalizó anoche con la proyección de una extraordinaria película política titulada Raining Stones, dirigida por el británico Ken Loach, conocido en España por sus radicales y explosivas Agenda oculta y Rif-Raf. Una buena noticia para el cine español fue la concesión a La ardilla roja del Premio de la Juventud, que organiza la quincena de los realizadores. También hubo presencia española en Mazeppa, del francés Bartabas, con el protagonismo de Miguel Bosé, aunque, por desgracia, el filme no tiene interés.

Ken Loach presenta 'Riff Raff' una película de obreros y para obreros



El director británico Ken Loach presenta 'Riff Raff' una película de obreros y para obreros


ELSA FERNÁNDEZ-SANTOS
Madrid 24 MAR 1992


Al británico Ken Loach, director del polémico thriller Agenda oculta, no le gustan ni las películas nostálgicas sobre las colonias ni las que se alejan de la realidad. La comedia Riff Raff -que significa chusma-, gira en torno a la vida de un grupo de obreros de la construcción en Londres. "Es una película sobre la gente que construye las casas en mi país, que precisamente es la que no tiene una casa donde vivir", dice este director de 56 años, que cree que los que más disfrutarán con su filme, que ganó el premio Felix a la mejor película europea, son los obreros.Ken Loach ofreció ayer una pequeña rueda de prensa para promocionar su última película en España. "Yo hago películas que están en contra de las otras películas que se hacen en Inglaterra", dice Loach. "El cine inglés o es una visión nostálgica sobre las colonias o es una visión falsa sobre la realidad; hablan de un mundo que ya no existe. Pero las películas que yo hago respetan a la gente normal, y por eso hablo sobre ellos".

'Riff-Raff , de Ken Loach, gana el 'Oscar europeo' a la mejor película





'Riff-Raff , de Ken Loach, gana el 'Oscar europeo' a la mejor película


AGENCIAS
Berlín 2 DIC 1991



El filme británico Riff-Raff, dirigida por Ken Loach, fue elegida anoche mejor película europea del año en la cuarta entrega de los premios Félix, que quieren convertirse en la alternativa europea a los Oscar de Hollywood. La ceremonia de entrega de los Félix se celebró en el mismo plató donde Fritz Lang rodó en 1926 Metropolis: los estudios cinematográficos de la legendaria DEFA, que están situados en las afueras de Berlín.

Hidden Agenda / Ken Loach presenta un magistral filme político





 FESTIVAL DE CANNES
HIDDEN AGENDA

Ken Loach presenta un magistral filme político


ÁNGEL FERNÁNDEZ-SANTOS
ENVIADO ESPECIAL
Cannes 17 MAY 1990


Ayer se presentó una sólida y a ratos excelente película histórica, La puta del rey, de Mel Corti. En ella, Timothy Dalton demuestra que es mucho más que un 007 de pacotilla y hace una creación extraordinaria. Pero los protagonistas del día fueron el cineasta británico Ken Loach y su Hidden agenda, un thriller político de excepcional fuerza sobre las sucias trastiendas políticas en Irlanda del Norte.

sábado, 29 de octubre de 2016

Ken Loach / “Todas las historias humanas son políticas”

Ken Loach

Ken Loach

“Todas las historias humanas son políticas”

El cineasta inglés estrena a sus 80 años 'Yo, Daniel Blake', con la que ganó en el pasado festival de Cannes su segunda Palma de Oro



PABLO GUIMÓN
Londres 29 OCT 2016 - 11:13 COT


Yo, Daniel Blake es la historia de un hombre bueno abandonado por un sistema malo. Un trabajador honrado sufre un ataque al corazón que le condena al reposo. Sin ingresos, solicita apoyo del Estado y se ve enredado en una cruel espiral burocrática. Esperas absurdas al teléfono, entrevistas humillantes, formularios estúpidos, funcionarios a los que el sistema ha desprovisto de empatía. Kafka en los años de la austeridad. En esa deshumanizadora espiral Daniel se encuentra con Katie, madre soltera de dos hijos, obligada a mudarse a Newcastle porque el sistema dice que no hay lugar donde alojarlos en una ciudad, Londres, con 10.000 viviendas vacías. Daniel se convierte en un padre para Katie y un abuelo para los niños. La humanidad que desprenden subraya la indignidad del monstruo que los condena. He ahí, como habrán reconocido sus fieles, el toque Ken Loach.

Su cine siempre ha estado del lado de los de abajo y, con 80 años, la realidad le sigue proporcionando argumentos para ponerse detrás de la cámara. Yo, Daniel Blake, Palma de Oro en el último festival de Cannes (la segunda de Loach), es una película espartana. No hacen falta piruetas para conmover con esta historia que escribió Paul Laverty, amigo y guionista, después de patearse bancos de alimentos, centros de empleo y otros escenarios trágicos del Reino Unido de hoy, donde conoció a muchos daniels y katies. La realidad de Loach (Nuneaton, 1936) está ahí fuera para quien quiera verla. Pero en un mundo inmune a los datos, la emoción que despliega el cineasta para contar esa realidad resulta más valiosa que nunca. Recibe a EL PAÍS en sus oficinas del Soho londinense.
Pregunta. ¿Cómo hemos llegado a la situación que describe su película?
Respuesta. Es un proceso inevitable, es la forma en que se ha desarrollado el capitalismo. Las grandes corporaciones dominan la economía y eso crea una gran bolsa de gente pobre. El Estado debe apoyarlos, pero no quiere o no tiene recursos. Por eso crea la ilusión de que si eres pobre es tu culpa. Porque no has rellenado tu currículo correctamente o has llegado tarde a una entrevista. Montan un sistema burocrático que te castiga por ser pobre. La humillación es un elemento clave en la pobreza. Te roba la dignidad y la autoestima. Y el estado contribuye a la humillación con toda esa burocracia estúpida.
P. ¿Abandonar a los más desfavorecidos es una elección política?
R. Es una elección política nacida de las demandas del capital. Si los pobres no aceptasen que la pobreza es su culpa, podría haber un movimiento que desafíe el sistema económico. Los medios hablan de gente vaga, de adictos, de personas que tienen demasiados hijos, que compran televisores grandes… Siempre encuentran historias para culpar a los pobres o a los migrantes. Es una forma de demonizar la pobreza. Este invierno muchas familias tendrán que elegir entre comer y calentarse. Hay una determinación de la derecha para no hablar de ello y es asombroso que lo toleremos.
P. La situación recuerda a Cathy Come Home, su película de 1966 sobre una familia joven que se ve en la calle. ¿Qué ha cambiado en 50 años?
R. Ahora es peor. Entonces aún funcionaban los elementos del Estado de bienestar, ahora no. La sociedad hoy no está tan cohesionada. Sucede en toda Europa. El sistema se ha vuelto peor porque el proceso capitalista avanza.
P. ¿Las historias humanas son su vehículo para articular mensajes políticos?
R. Todas las historias humanas son políticas. Tienen consecuencias políticas. Ni Katie ni Dan son animales políticos. No dan discursos, no van a reuniones. Pero la situación en la que se encuentran está determinada por la política. Tiene que haber individuos. No vale alguien que represente algo. Deben ser idiosincrásicos. Deben ser personas con cosas particulares que las hagan especiales.







P. ¿Todo el cine es político?
R. El cine estadounidense rinde culto a la riqueza. Los personajes tienen dinero y casas bonitas. Y nunca se explica de dónde viene ese dinero. Todos se ven muy saludables, con cuerpos perfectos. El subtexto es que la riqueza es buena, que el privilegio es bueno. Además de otros mensajes, como que el hombre con la pistola resolverá todos tus problemas. Hay una agenda de derechas en el cine estadounidense. Excepto Chaplin, claro. Sus películas contienen una cierta política radical, la del hombre pequeño que gana.
P. Usted apoya a Jeremy Corbyn, el controvertido líder laborista ¿Cree que su proyecto de izquierda podría cambiar la realidad que describe en su película?
R. Sí, soy optimista. Sanders, Podemos, Syriza... Hay una sensación de que otro mundo es posible. El auge de Corbyn es muy esperanzador, pero es sistemáticamente atacado por toda la prensa, la BBC, incluso los periódicos de izquierdas. Es una gran lucha, pero es muy popular entre las bases.






"El cine estadounidense rinde culto a la riqueza. Los personajes tienen dinero y casas bonitas. Y nunca se explica de dónde viene ese dinero. Hay una agenda de derechas en ese cine"

P. A menudo, como ha demostrado su país, sucede que entre los más desfavorecidos calan los mensajes populistas y xenófobos.
R. Ofrecen una respuesta simple: los inmigrantes se llevan tu trabajo. Es lo mismo que el auge del fascismo en los años 30. Es fácil señalar al diferente. La gente siempre es vulnerable a las respuestas sencillas. La izquierda tiene una respuesta más complicada.


P. ¿Qué piensa cuando oye decir a Theresa May que los tories son el partido de la clase trabajadora?
R. Sería una broma si no fuera porque nadie se lo discute. Es un Gobierno que utiliza el hambre como arma, que hace a la gente hambrienta para disciplinarla. Es propaganda.
P. Insinuó que Jimmy’s Hall (2014) iba a ser su última película, pero volvió y ganó la palma de oro. ¿Con esta sí echa el cierre?
R. No lo sé. Como en fútbol, iremos partido a partido. Hay muchas historias que contar pero físicamente el cine es muy exigente.
P. ¿Cómo le gustaría se recordado?
R. Como alguien que no se rindió, supongo. No rendirse es importante, porque la lucha sigue. Y la gente tiende a rendirse cuando se hace vieja.

martes, 20 de septiembre de 2016

Ken Loach / Yo, Daniel



CRÍTICA | YO, DANIEL BLAKE

Ahí están, los acorralados

CARLOS BOYERO
29 OCT 2016 - 09:00 COT













YO, DANIEL BLAKE


Dirección: Kean Loach.
Intérpretes: Dave Johns, Hayley Squires, Sharon Percy.
Género: drama. Reino Unido, 2016.
Duración: 100 minutos

Ken Loach ya ha cumplido 80 años y lleva 50 dedicándose a narrar la supervivencia, la desolación o la derrota de gente con la que la vida se ha ensañado, los eternos perdedores con los que se ceba el casi siempre infame estado de las cosas, profesionales de la resistencia o gente tan finalmente abrumada que ya no tiene fuerza para seguir tirando y lanza definitivamente la toalla. Y cuando habla de lo que conoce, del pulso de las calles en las que se mueven los desfavorecidos y los estafados, los suburbios de Inglaterra y de Escocia, acostumbra a retratar con verdad y realismo el sufrimiento de los perdedores, su cotidiana y épica lucha por encontrar un respiro, la frecuente solidaridad entre los que no poseen casi nada. Y existen lógicamente las tentaciones de recurrir al panfleto, de que se cuele el maniqueísmo. Le ha ocurrido esto a su cine cuando exporta sus anhelos de revolución, cuando desarrolla sus genuinas temáticas en mundos que desconoce. Y puede resultar impostado, facilón, previsible.

No es el caso de la estremecedora Yo, Daniel Blake, cine en carne viva, pleno de lucidez amarga, retrato de víctimas con las que nos cruzamos sin prestar excesiva atención porque admitir su trágica existencia nos crearía mala conciencia, historias de hombres, mujeres y niños abandonados por el Estado y a los que la justicia ignora, ahogados por la siniestra burocracia cuando suplicaban un flotador, encontrando su único, bendito y también humillante refugio en la caridad del prójimo.
Hay muchas formas de disfrutar el buen cine. Da igual que cuente ficciones, que busque la ensoñación del receptor o que hable con rigor documental del reverso más patético y duro de la realidad. Todos estos géneros son de verdad cuando te transmiten sensaciones intensas, cuando logran sumergirte en los sentimientos, personajes y situaciones que describen, cuando lo expresan con arte. Y siempre dejan huella. Lo que más agradezco en el cine y en la vida es que me hagan reír. Pero también deseo que me revuelvan el alma, me asusten, me emocionen, me provoquen sin trucos ni sensiblería la lágrima. Y se me escapan, o tienen la obligación de salir, dos o tres veces a lo largo de esta angustiosa película.


Ken Loach

Su protagonista, un carpintero maldecido por un infarto que amenaza con volver y quebrarle a perpetuidad, está y se siente solo después de la muerte de una esposa bipolar que, a pesar de los pesares, otorgaba sentido a su existencia. Los médicos le han contado que estará en el filo de la navaja si vuelve a trabajar, pero solo tendrá derecho a prestación social si busca trabajos que no podrá aceptar. Este fulano y currela modélico, que siempre ha respetado la ley, que no ha sido vago ni delincuente, se consume en su desesperada búsqueda día a día de lo que consideraba sus derechos; le obligarán a utilizar Internet (un mundo que le resulta tan extraño y amenazador como a mí) para presentar la mínima reclamación o aclaración en las surrealistas y crueles oficinas de empleo y de la Seguridad Social, pero tendrá la suficiente humanidad y generosidad para intentar ayudar a una pobre mujer y a sus críos que aún están más acorralados que él. Es una película creíble y trágica, con imposible final feliz, sobre el aquí y ahora de los menesterosos en la que adquiere tono no ya reivindicativo, sino también épico, algo tan elemental como escribir con espray en una pared: “Me llamo Daniel Blake y soy un ser humano”.

martes, 4 de septiembre de 2001

Ken Loach y David Mamet aportan dos libres e inteligentes filmes opuestos

Críticas de La cuadrilla (2001) - Filmaffinity


MOSTRA DE VENECIA

Ken Loach y David Mamet aportan dos libres e inteligentes filmes opuestos

Completó el día 'Invencible', una interesante película del alemán Werner Herzog




ÁNGEL FERNÁNDEZ-SANTOS
Venecia, 4 de septiembre de 2001

Dos grandes y comprometidos cineastas, el inglés Ken Loach y el estadounidense David Mamet, trajeron ayer sendas magníficas obras que en nada se parecen entre sí. En Los navegantes, Loach hace un áspero ejercicio de despojamiento de un hecho real propuesto como ficción, mientras que en Heist Mamet juega y a ratos juguetea a volver del revés el género negro con variantes argumentales muy imaginativas y con inesperadas esquinas en cuyos recovecos el cineasta introduce su visión, nada contemporizadora y llena de cruel ironía, de la vida en EE UU.
Completó la jornada Invencible, donde el alemán Werner Herzog da otra vuelta de tuerca a su gusto por los rincones enigmáticos de la historia contemporánea y hurga en la trastienda del célebre y siniestro mago Hanusen, que en los años treinta fascinó a los dirigentes del III Reich, a los que convenció para que propusieran a Hitler la creación de un Ministerio de lo Oculto, disparate que fue atentamente oído por el Führer y que permitió al tal Hanusen -aquí interpretado por el británico Tim Roth- ejercer de hechicero en las turbias interioridades de las cúpulas del poder nazi.
El cine de Ken Loach y David Mamet reconcilia con la pantalla y abre en ella caminos muy diferentes, pero en ambos casos transitables para el conocimiento y el disfrute. Loach, como de costumbre, dispara su cámara exclusivamente hacia el conocimiento. Los navegantes es una obra ascética, áspera y poco o nada hospitalaria, pero emana de ella tanta sensación de verdad que su dureza estilística acaba siendo finalmente consoladora.
Los navegantes procede de un simple testimonio. En 1996, un obrero de British Rail llamado Rob Dawber escribió a Ken Loach una carta en la que le contaba sus experiencias personales en el trabajo e invitaba al cineasta a hacer una película sobre ellas. Loach aceptó y Dawber escribió un relato al que Loach dio después forma fílmica. Dice Dawber: 'La idea de llevar a la pantalla nuestro problema sacó su fuerza y su forma de la frustración ante las condiciones de trabajo que los ferroviarios de la British Rail nos vimos obligados a aceptar tras la privatización de la empresa'.
De ahí, de un seco y estricto documento, arranca la ficción de Loach, que fluye despojada del más mínimo adorno, ajena a la busca de un acceso de la pantalla a las fuentes del alivio, sin dar respiro a la atención, sin tregua alguna para la tensión moral que desencadena. Es el Loach de siempre, pero situado por encima de sus dos últimos filmes rodados fuera del Reino Unido, otra vez en el centro de un mundo que conoce al dedillo, el de las interioridades de la clase obrera británica, en cuyas luchas su cine vive, se alimenta y milita. Y algo exterior conmociona las tripas ocultas de Los navegantes, pues Dawber, tras terminar su relato para Loach, contrajo un cáncer causado por el amianto de su ropa de ferroviario, ganó su pleito a la empresa y murió el 22 de febrero de este año, mientras se hacía la película. El devastador relato del ferroviario muerto se llena con la extraordinaria capacidad de Loach para hacer parecer intérpretes naturales a sus asombrosos actores profesionales.
Si Loach juega a dar un puñetazo de verdad, David Mamet acaricia al espectador. Lo hace con una historia cuyo esquema entra en los modelos del thrillerortodoxo, pero Mamet se escapa como una anguila de la cuadrícula y busca accesos a la heterodoxia, para que en la pantalla entre la singularidad de su escritura y su poderosa inteligencia fabuladora, que da la vuelta al modelo genérico y extrae de él una fortísima originalidad. Dice Mamet: 'Las películas de gánsteres obedecen a un código, pero, por el contrario, el filme negro representa al hombre en un mundo que carece de leyes, de códigos, y en el que sólo cuenta con su fuerza y su inteligencia. El género negro es una forma cinematográfica típica de la segunda posguerra, en el sentido de que presupone en todos corrupción y barbarie'.
Hay elocuencia en la visión que Mamet tiene de Heist, y la hay en la película misma, donde Gene Hackman hace una creación, como siempre en él, de enorme energía irónica y arrolladora fuerza de contagio. Hackman propone así de contundente el vitriolo que contiene el relato: 'El amor mueve el mundo. El amor al dinero'. Y en el brutal desenlace, ante la pregunta del moribundo Danny DeVito, '¿te vas, Joe, no quieres oír mis últimas palabras?', Hackman contesta con sorna feroz: 'Acabo de oírlas', y le descerraja un enmudecedor tiro de gracia. Son brotes de tremendismo, de crueldad y de fiereza y gracia burlona en medio de un ilegislable, libérrimo filme negro lleno de sinuosas y sutiles curvas e invadido por la neblina de las zonas subterráneas de los comportamientos pesimistas y desalmados, esos que destripan de un navajazo verbal el fondo perturbado de la sociedad en que ocurren y se dicen.
* Este articulo apareció en la edición impresa del Martes, 4 de septiembre de 2001