El clérigo anglicano Charles Dodgson o su doble, Lewis Carroll, era, como muchos otros, un hombre de apariencia honesta, religiosa y, en su caso, con auténtico talento para la literatura y las matemáticas. El diácono Dodgson o Caroll, tenía la afición de la fotografía. Sus modelos favoritos eran los niños. Más precisamente: las niñas. El clérigo acostumbraba fotografiar a las niñas en poses sensuales y, por supuesto, desnudas. Las familias, al enterarse, rompieron muchas de esas fotos en que sus hijas estaban desnudas. Tres o cuatro de las fotos de desnudos permanecieron permitiendo comprobar que el señor Dodgson pertenecía a la clase de los religiosos pervertidos. Ya casi nadie duda de la pedofilia de Dodgson o su doble, el magnífico literato Lewis Carroll, autor de dos de los mejores libros de la historia de la literatura: “Alicia en el país de las Maravillas” y “A través del espejo”.  Dodgson-Carroll tenía dos niñas a las que fotografiaba en forma constante: Alicia Liddell y Alexandra Kitchin. Más allá de un nombre coincidente, es difícil ver en ellas algo que pudiera inspirar el personaje de Alicia, la niñita rubia, encantandora, muy británica y victoriana, que tiene maravillosas aventuras.