Experimentos con la verdad
Nicolas Mathieu, último premio Goncourt, describe el lado oscuro de la ‘grandeur’ de Francia a través de los veranos al sol de unos jóvenes desencantados en los noventa
JAVIER APARICIO MAYDEU
14 de octubre de 2019
A la más fresca y descarada narrativa francesa contemporánea, la de los nuevos mandarines Nothomb, Beigbeder o Houellebecq, que sucede a la de la generación de Modiano, Echenoz, Orsenna o Quignard y triunfa con su mezcla de crítica social e ironía emocional, se asoma Nicolas Mathieu. Un nombre del que, como el de Philippe Lançon y su estremecedora novela autobiográfica Colgajo, que también retrata la cara más sombría del mundo, se han adueñado en Francia crítica y público al mismo tiempo, tal vez porque su narrativa explica precisamente, con armas bien distintas pero similar maestría, la Francia de hoy que ve de lejos un Elíseo borroso pero de cerca un nítido abismo. Testimonios todos ellos de una sociedad vulnerable que afronta amenazas tan desiguales como tenaces, y adalides de una narrativa que se quiere avizora y ya no ensimismada: aquellos constructores de exquisitos artificios intelectuales, de Gracq a Perec o Tournier, de Le Clézio a Quignard o al Pierre Lemaitre más dado a las travesuras con la tradición literaria, el de Irene, Alex o Nos vemos allá arriba, han dado paso a una narrativa de desgarrados y de traviesos cronistas de la realidad social.