Tommaso Landolfi
Un pecho de mujer
(“Un petto di donna”)
Seguía con la mirada a la muchacha, que se movía insegura por el borde de la acera y que parecía disponerse a cruzar la calle. Era una soberbia muchacha, elegante, no tanto por su modo de vestir como por su cuerpo: largas piernas esbeltas pero del grosor justo, pelvis estrecha, hombros delicados y encima de todo una hermosa cabeza de cabellos negros, a la que correspondía una carita menuda, tierna, ambarina. La seguía (con la mirada), sobre todo, a causa de su pecho, que no parecía oprimido por el clásico y mortificante indumento, sino que saltaba libre al compás de su paso. Alrededor, gorjeos, pitidos y aromas de primavera. Y yo miraba a la muchacha y sólo pensaba: “¡Ese pecho!”, y no sabía ni me atrevía a añadir nada más a mis pensamientos. Pero seguí mi camino, que me llevaba a pasar a su lado.