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martes, 13 de agosto de 2013

Los soldados lloran de noche, de Ana María Matute





Hoy os traemos la reseña de Los soldados lloran de noche, de Ana María Matute. Dicen de ella que es una de las voces más personales de la literatura española y considerada por muchos como una de las mejores novelistas de la posguerra. Ana Blausfemia, del blog Lo que leo lo cuento nos ofrece sus impresiones sobre esta novela. Gracias a Austral por facilitarnos el ejemplar de la novela. 

Sinopsis:

El libro transcurre a finales de la Guerra Civil española, en torno a la figura de Jeza, un soldado del bando republicano, alrededor del cual se aglutinana una serie de personajes. Manuel, un chico de apenas 20 años, comienza siendo el protagonista de la historia y a través suyo nos adentramos en la Mallorca rural de los años 30, y vamos conociendo al personaje central, Jeza. La aparición de Marta, la compañera de Jeza, se convierte en el punto central del libro, que nos trasladará unos años atrás, dándonos a conocer la familia de esta muchacha. Mediante estos retazos y de forma algo inconexa, nos iremos adentrando en una historia de lucha, política y amor. 
 
Premio Fastenrath de la Real Academia Española, Los soldados lloran de noche es la segunda novela de la trilogía Los mercaderes, iniciada con Primera memoria y que finaliza con La trampa. 

Opinión Personal:

 
Enmarcada a finales de la guerra civil española, esta majestuosa historia gira alrededor de la figura de un misterioso soldado desaparecido, Jeza. Éste se convertirá en el héroe necesario para que Manuel y Marta acepten el final de la inocencia de su niñez, un final abocado a la realidad de un mundo adulto cuyas reglas del juego están marcadas por las fidelidades y las traiciones. La yuxtaposición de pasado, presente y futuro y el profundo tono poético que Matute confiere a la novela la convierte en una hermosa metáfora sobre el compromiso vital. Los soldados lloran de noche, novela histórica y a la vez atemporal, nos revela un mundo complejo e íntimo envuelto en una apasionante y laberíntica trama.
 
Ana María Matute. Palabras mayores. Si no fuera porque el lumbago recién pasado aún me da respeto haría esta reseña de pie. No dudé en elegir este libro porque era una certeza. Estoy segura que hasta una lista de la compra que haga Ana María Matute me leería embobada y embelesada.
 
Hace unos años en la feria del libro de Madrid estaba la autora firmando libros, creo que era el libro Paraíso inhabitado. Sentada, ella firmaba libros mientras bebía una lata de cerveza. Yo bebía su mirada y sus manos. Mi acompañante estuvo hábil para que nos firmara el libro, y yo observaba emocionada ese encuentro mágico (para mí) entre mi pareja y mi admirada Ana María Matute. 

Leer a Ana María Matute es un placer, un deleitarse en su escritura, en cómo utiliza y combina las palabras. Es sumergirse en poesía, en belleza, en Literatura, en ternura, en la magia de las palabras y el arte de combinarlas. 

El libro es cortito, pero no pude leerlo rápido, porque el placer hay que disfrutarlo, saborearlo y prolongarlo. Hay que deleitarse en el placer. Muchas veces me perdía de la trama por el puro goce de disfrutar de la escritura de Ana María Matute, así que volvía hacia atrás y retomaba la historia. Qué regalo libros así. No es fácil contar situaciones duras, de esas en las que se te rebela el estómago y el alma, y sin embargo disfrutar de la lectura. Y no es porque me guste el dolor, soy muy débil ante el dolor (sobre todo el ajeno), es que me parece magia lo que esta autora hace con las palabras: mueve, conmueve, duele, te abraza, agita, muestra, enseña.
 
La narración tiene una estructura peculiar, narraciones que se entrecruzan, narradores y tiempos que se alternan.., lo que nos obliga a estar alertas, ser lectores activos con los sentidos despiertos. Vivos.
 
Aunque hay situaciones y comportamientos que se explican por el contexto (España en los años 30), hay muchas otras situaciones y comportamientos que son atemporales y que Ana María Matute disecciona con facilidad. El personaje de Jeza, en torno a quien gira la trama, se nos irá desvelando a lo largo del libro, aunque no será hasta casi el final cuando haga su aparición. Para entonces ya somos conscientes de su magnetismo, y del destino de los personajes, resignados, nobles... Y al finalizar el libro busco una frase, la que da sentido a toda la lectura, la que me da un respiro, la que asienta una lectura que remueve y agita:

“…no hay que cambiar la vida, hay que cambiar el mundo…”
 
Estoy segura de que si en los comentarios me decís una página al azar, sea la que sea, no me costará encontrar un párrafo hermosamente escrito. Y estamos hablando de un libro de 10x15 cm. y poquitas páginas.
 
¿Qué si recomiendo el libro? No recomendar un libro de Ana María Matute tendría que estar penalizado.

Reseña de Ana Blausfemia, del blog Lo que leo lo cuento. 

La autora:
 
Escritora española, Ana María Matute es una de las autoras españolas más importantes de la literatura contemporánea, galardonada con los premios más importantes del panorama literario como el Cervantes, el Nacional de las Letras, el Planeta o el Nadal.

Académica de la RAE, Matute ha destacado en dos apartados. Por un lado tenemos su narrativa en la que trata la posguerra española con un estilo muy personal con el que logra acercarnos a la realidad política y social de la época, pero con recursos propios de la literatura maravillosa. A este periodo corresponde la trilogía de Los Mercaderes o Pequeño Teatro, escrito con 17 años y con el que ganaría, años después, el Premio Planeta.

Por otro hay que hacer hincapié en su labor dentro de la literatura infantil y juvenil, campo en el que ha desarrollado alguna de sus mejores obras, como El polizón de Ulises, Olvidado Rey Gudú o Aranmanoth, siendo reconocida con el Premio Lazarillo  o el Nacional de Literatura Infantil y Juvenil.

Matute comenzó su carrera literaria muy joven, llegando a ser finalista del Nadal con sólo 24 años. Su producción ha sido irregular en el tiempo con grandes paréntesis de inactividad. No es especialmente prolífica pero su obra se alarga por más de cincuenta años tanto en novela como en relato, donde también ha brillado especialmente.

Traducida a más de 23 idiomas, Ana María Matute es considerada una de las escritoras en español más internacional y es una conferenciante habitual en universidades e instituciones educativas, tanto en Europa como en América Latina y Estados Unidos.

Datos técnicos:

Serie: Trilogía Los mercaderes 02
Páginas: 256
Publicación: 1964 (2013)
Editorial: Austral
Categoría: Novela Histórica
ISBN: 9788439585442

Fuentes: sinopsis y biografía de la autora tomadas de Lecturalia. La portada de la novela y fotografía de la autora de google imágenes. 

 

 


 




miércoles, 24 de julio de 2013

Si las paredes hablasen, de Christian Furquet



La reseña de hoy nos la trae Ana Blausfemia, del blog Lo que leo lo cuento  que forma parte del equipo de redacción de este blog.  Gracias a la editorial  Atlantis por cedernos el ejemplar.

Sinopsis:


En un viejo y abandonado hostal, una mujer rememora las fascinantes historias de las que fueron testigos las paredes ya raídas de sus habitaciones. Ellas le revelan toda suerte de intimidades y secretos que la trasladan a una época añorada donde el esplendor del edificio tan solo podía competir con las pasiones de quienes suplicaban “No molestar” desde el otro lado de la puerta. 

Si las paredes hablasen es un libro a medio camino entre la pieza teatral y la novela urbana, una novedosa y brillante obra literaria, cargada de emotividad y dramatismo, que coloca al lector en el papel de un espectador ansioso por descubrir el destino de unos personajes con una personalidad tan extrema, que los convierte en sujetos igual de humanos y reales que quien los observa desde las páginas del libro, y quien sabe si algún día desde la butaca de un teatro.


Opinión Personal:

 
Esta reseña es posible gracias a mi colaboración con Francisco, del blog Un lector indiscreto y de la editorial Atlantis que me facilitó el libro Si las paredes hablasen.

Con frecuencia, cuando voy a sitios que me llaman la atención, pongo las manos en las paredes, o en las piedras, o en los árboles… como esperando a que me hablen, que me susurren alguna de las historias que han visto en su vida longeva. Creo que a todos nos ha pasado ¿cuántas veces hemos dicho eso de “¡ si las paredes hablasen!”?.

Christian Furquet ha escrito un libro a partir de ese deseo que todos hemos tenido en algún momento: que las paredes nos hablen. Las paredes que ha elegido para ello son las de un hostal, un hostal cualquiera de una ciudad cualquiera. No sabemos el nombre del hostal ni la ciudad en la que se ubica. No es necesario: podría ser cualquiera. Porque aunque lo que Christian escribe es ficción, podría bien haber retratado historias que han sucedido en algún momento o que están sucediendo ahora mismo.

Como ya se comenta en la propia sinopsis Si las paredes hablasen adopta la estructura de una pieza teatral para enseñarnos las historias que suceden en distintas habitaciones de ese hotel, en distintas épocas. Así, tenemos:

 
Habitación 1: La Miss, acompañada de la madre (Fecha de entrada: 22/03/1988)

Habitación 2: Vacía.

Habitación 3: Una joven y un hombre (Fecha de entrada: 20/11/1999)

Habitación 4: La mujer de zapatos rojos (Fecha de entrada: 15/05/1963)

Habitación 5: Vacía.

Habitación 6: La mujer del camisón y el muerto (Fecha de entrada: 30/06/1975)

Habitación 7: La chica de ojos rasgados y el gordo (Fecha de entrada: 17/02/2010)

Habitación 8: Vacía.

Al igual que el nombre del hostal y el lugar, las habitaciones que ocupan y las fechas en que lo hacen son irrelevantes: todas ellas podrían haber transcurrido este mismo año. El formato utilizado por Christian Furquet, como si de una obra teatral se tratase, posibilita que nos lleve de la mano por las distintas habitaciones y que el lector, más que ejercer de tal, adopte el papel de voyeur: miramos a través de las paredes sin intervenir. Esto hace que haya poco margen para la imaginación del lector, puesto que todo se nos describe y detalla.

En cada habitación “estaremos” un día, compartiendo el momento con los distintos personajes. Los capítulos son cortos y nos muestran un fragmento de lo que sucede en una habitación, alternando las distintas historias y, por tanto, habitaciones. Esto agiliza mucho la lectura, pero provoca también que te distancies de los personajes, porque cuando empiezas a meterte en lo que está sucediendo en una habitación, zas, nos vamos a otra y se inicia el paseo por las distintas habitaciones. Para cuando vuelves a una habitación inevitablemente ya no estás tan metida en lo que sucede en esa. Es un riesgo que, entiendo, asume el autor y que en verdad solventa con un estilo narrativo muy ágil y por su habilidad para, ya desde el principio, describir el perfil de los distintos personajes. De hecho, me ha gustado mucho cómo escribe Christian Furquet, su lenguaje me ha parecido muy descriptivo, visual, elegante, delicado y agradable (ahí queda esto: adjetivo ya como si fuera Almudena Grandes).

Como digo, este va y viene de una habitación a otra, más la forma de escribir de Christian, agiliza mucho la lectura y vamos conociendo a los personajes con acierto y profundidad. Pero el libro, en mi opinión, va de más a menos, lo cual no sé si se debe a un bache en el proceso creador del autor o a un bache en mi proceso lector. Le he dado vueltas y vueltas y no he conseguido saber qué es exactamente lo que hizo que al final mi entusiasmo aflojara. Si tuviera que arriesgarme a decir algo, tal vez le falte empaque, fuerza, al cierre de las historias, porque en realidad el problema es que no son necesariamente historias que se cierran, puesto que una vez que los personajes se van del hostal sus vidas continúan. Asistimos a un momento en la vida de distintas personas, por tanto no es una historia con principio, nudo y fin. En eso consiste precisamente la originalidad de este libro, que nos cuenta momentos. Pero ha faltado cerrar el círculo de una forma que mantenga el nivel de intensidad y el ritmo que tenía hasta llegar ahí. Pero insisto, tal vez pudiera ser algo que se haya producido por mí, y no por el libro. Si hubiera podido leerlo de una sentada, del tirón, estoy segura que podría ser más exacta respecto a esta sensación.

En definitiva, un libro que recomiendo, porque creo que en general gustará la forma en que está escrito, algunos de los personajes e historias resultarán conocidos, familiares, muchas veces visto incluso, y además la narración es habilidosa y original por parte de Christian Furquet del que, insisto, me ha gustado mucho su forma de escribir y el planteamiento del libro.

Reseña de Ana Basfuemia del blog Lo que leo lo cuento

El autor:

 
CHRISTIAN FURQUET (Salamanca, 1983) es licenciado en Comunicación Audiovisual y Master en Guión Cinematográfico y Televisivo por la Universidad Pontificia de Salamanca.

Desde pequeño mostró un gran interés por la escritura y el mundo de la literatura. Ganó el Concurso de relatos cortos de Castilla y León (1996), al igual que el de Cuentos Eróticos patrocinado por Lucía Etxebarría con “Caperucita para voyeurs” (2007).

En 2008 quedó entre los primeros finalistas tanto en el Premio Nadal como en el Premio Ciudad de Novela de Salamanca con “Estudios de un ángel”.

Ha publicado la novela “El carnaval de los sueños rotos” (Atlantis, 2012), así como los relatos “Se vende piso con pareja dentro” (Golpe a la crisis, Atlantis 2012) y “El reino de color gris” (Golpe a la corrupción, Atlantis 2013).

Asimismo, ha participado en algunos medios de comunicación y en varios proyectos de guión como “Maquis” y “Vestir santos”. 

Datos técnicos:

Título: Si las paredes hablasen
Autor: Christian Furquet
Idioma: Español
Publicación: 2013
Editorial: Atlantis
Categoría: Narrativa
ISBN: 9788494143496
Nº Páginas: 134





 

miércoles, 19 de junio de 2013

Castillos de Cartón, de Almudena Grandes



Hoy os traemos una novela de Almudena Grandes, Castillos de cartón. Y digo os traemos porque desde hace quince días el blog cuenta con un equipo de redacción, a parte de mis reseñas y demás información que os vaya facilitando. 
La autora de la reseña de hoy es Ana Blasfuemia, del blog Lo que leo lo cuento.

Sinopsis:

María José Sánchez trabaja de tasadora de arte en una casa madrileña de subastas. Un día recibe la llamada de un antiguo compañero y amante, Jaime González, anunciándole que su común amigo, Marcos Molina Schulz, se ha suicidado. La noticia no sólo devuelve a la narradora a su época de estudiante de Bellas Artes, cuando todavía soñaba con ser pintora, sino que le hace revivir la torrencial historia de amor que vivieron los tres cuando ella apenas tenía veinte años. Con la amarga emoción de lo que se siente irrecuperable, María José reconstruye los detalles de aquella pasión triangular, imposible y excesiva, la alegría desbordante con que exploraron el sexo, la intimidad sin tapujos recién estrenada, la entrega cómplice y excluyente a la pintura. Fueron destellos de una felicidad intensa, verdadera, que sólo acabaron ensombreciendo los celos de los amantes y la injusta negociación con el talento de los tres aprendices de artista. 

 Datos técnicos:

Título: Castillos de Cartón
Autora: Almudena Grandes
Tusquets Editores (1ª edición, febrero 2004)
ISBN: 978-84-8310-259-6
Nº páginas: 208 pág.

   
Vaya por delante que no soy una lectora imparcial de Almudena Grandes. Ni quiero. 

He leído "Castillos de cartón" como hago siempre: independientemente de otras novelas de Almudena. No las comparo. Hacía tiempo que no leía nada suyo, ni siquiera me he leído aún ninguno de sus dos libros de los "Episodios de una guerra interminable", porque Almudena Grandes me agota, no me permite saltarme ni una coma, no la puedo leer del tirón, tengo que tomar aire para seguir leyendo. Y al leer "Castillos de cartón" he comprendido el porqué. 

"Castillos de cartón" se desarrolla en Madrid en los años 80 (concretamente 1984-1985), la época de la movida. Pero referencia a la movida es solo eso: una refeencia, porque no nos habla de la movida pero sí nos sitúa en el pensamiento de esos años: años de liberación pero con lastre de la moralidad de los anos anteriores:

"Estábamos en 1984, teníamos veinte años, el mundo todavía caminaba hacia delante, Madrid era el mundo y yo estaba en el medio, dispuesta a tragármelo sin tomare la molestia de masticar antes de cada bocado. Diez años antes, aquella escena no habría podido suceder. Diez años después, habría sido igual de imposible. Pero estábamos en 1984 y teníamos veinte años, Madrid tenía veinte años, España tenía veinte años y todo estaba en su sitio, un pasado oscuro, un presente luminoso, y la flecha que señalaba en la dirección correcta hacia lo que entonces creíamos que sería el futuro. Aquél fue nuestro riesgo, y nuestro privilegio”

Así nos sitúa Almudena, nos da el contexto espacio-temporal para contarnos la historia de un triángulo amoroso. Aunque en realidad, hablar de “pasión triangular” es faltar a la verdad: no se trata de una relación triangular, los dos chicos (Marcos y Jaime) no mantienen relación entre sí, la relación es entre José (no confundirse: es una chica) y los dos chicos, y los dos chicos con José. En ningún momento es un triángulo, quizá sea otra figura geométrica, pero no un triángulo, los tres protagonistas no están unidos entre sí por la misma pasión sexual y amorosa. 

No es el triángulo clave de esta novela, sino el número: el tres. El libro está dividido en cuatro partes:

1) El arte (donde el tres es un número impar)
2) El sexo (donde el tres es un número aparte, un número diferente y especial)
3) El amor (done el tres es un número par y se produce el desequilibrio, la balanza y el fluir de las emociones ya no son iguales ni bidireccionales)
4) La muerte (el tres ya no es ni siquiera un número)

Toda la historia está centrada en los tres protagonistas y su relación por lo que, pese a ser (atípicamente) una novela corta, la intensidad hace aue parezca más larga de lo que realmente es. 

Una de las cosas que más me gusta de Almudena Grandes es su capacidad para transmitir lo especial, que es la normalidad. La sensibilidad y lo especial que hay en cada uno de los seres más normales (y por lotanto identificables, nos reconocemos con ellos) es algo que me transmite de una forma tan fácil que me fascina. Por eso sus personajes tienen nombres tan comunes (no necesitan destacar con nombres llamativos): María José Sánchez, Jaime González, Marcos Molina...

En esa recreación de lo cotidiano, Almudena no hace trampas, y serán precisamente los aspectos más cotidianos y mundanos lo que lleve a los protagonistas al desenlace. Porque en el día a día, lo cotidiano nos aleja de lo sublime, de lo emocional, de lo intuitivo; los códigos morales no escritos, las ataduras de la educación familiar suponen muchas veces un lastre, las obligaciones que nos impone la sociedad y que asumimos como propias nos hace cuestionar cada paso que damos por alejarnos de lo material. Y ahí, insisto, Almudena no hace trampas y esos elementos tienen su papel en la historia.

En esta novela aparecen muchas de las constantes de su autora: los contrastes y  contradicciones personales, la memoria (como algo que perdemos, más que como algo que recuperamos), las dudas, las inseguridades, la culpa (¡ese lastre que nos ponemos!). El lenguaje de Almudena siempre es muy descriptivo, apenas deja resquicio para que el lector improvise. Tiene una capacidad tremenda, inmensa y poderosa para describir sensaciones, emociones, lo invisible, el espacio íntimo de los personajes, su mundo interior. Todo ello en un contexto tan cotidiano que, insisto, siempre te reconoces en alguna parcela del mundo que nos crea Almudena Grandes.

Tengo que hacer alguna crítica al libro y la voy a hacer precisamente respecto a la caracterización de los personajes: aunque la novela está centrada en ellos, son protagonistas absolutos, y pese a que sí, los entiendes, los comprendes, los identificas y te identificas en algún momento con ellos…; pese a eso, creo que Almudena podría haber profundizado más en la caracterización de los personajes. 

Marcos, quizá el más atractivo (como personaje) de los tres, queda a veces algo desdibujado y borroso. Y es una lástima porque es, probablemente, el que ofrece más matices: tímido, introvertido, observador, inseguro. Jaime responde a un patrón más conocido y reconocible: joven no muy agradiado físicamente pero que lo compensa con inteligencia, capacidad de liderazgo y simpatía. José es a quien mejor conocemos (probablemente tenga un perfil autobiográfico; al fin y al cabo, Almudena Grandes empezó a escribir porque no sabía dibujar), no le gusta pensar, no quiere domplicarse la vida cuestinándose cosas. Sabe, porque es inteligente, pero prefiere vivir el momento sin más. 

Hay un momento de la historia en la que todo se precipita: el cambio que se produce en los tres sucede de una forma tan rápida que me he quedado con la sensación de que realmente Almudena necesitaba más páginas y no sé si por falta de tiempo, necesidad o compromiso de publicar en una fecha concreta, o lo que sea, pero Almudena nos "roba" una parte de la historia. O, más bien, nos la ofrece con cierta precipitación. 

Aunque la novela empieza narrando las ambiciones artísticas de los tres jóvenes (es la parte en donde la calidad literaria de Almudena es más evidente), luego se centra en la relación entre los tres. Personalmente pienso que es un pequeño error, porque si bien la peculiar relación que mantienen es muy atractiva y está muy bien construida por la mano de Almudena Grandes, sin embargo nos desdibuja a los personajes porque se quedan incompletos al parecer que únicamente viven durante meses y meses esa relación, como si de repente sus proyectos artísticos apenas existieran. Y sin embargo, las ambiciones personales de cada uno en ese aspecto serán importantes para el transcurrir de la relación entre los tres.

Decía al principio que esta autora me agotaba y que nunca había comprendido porqué. Pero ahora me he dado cuenta que no es únicamente por la intensidad de lo que me transmite. Ya sé (ahora lo sé) que es algo que muchos críticos le reprochan, pero yo no me había dado cuenta hasta ahora (tengo mi propio ritmo). Y es que abusa mucho, muchísimo, de los adjetivos, y tiene ese ritmo siempre (curioso): de tres en tres (parece que es el número de Almudena, habrá que investigarlo). Unos pocos ejemplos (pero hay muchísimos más, incluso varios en la misma página):

"... el desafío de pintar el lado bueno de las cosas injustas, desgraciadas o tristes."
" Un gris casi blanco, amable, plateado, resplandecía en su enorme frente@
"Le pinté dormido y despierto, alegre y llorando, quieto y en movimiento, entero y por piezas."
"...no podría reprochárselo jamás porque le quería, porque le entendía, porque le envidiaba."

Pero es capaz de hacerlo dos veces en una misma frase: "Cada uno de nuestros movimientos, de nuestras palabras, de nuestros gestos, parecía sincronizado, calculado, integrado en una secuencia perfecta que no había llegado a tener un principio y jamás podría alcanzar un final"

 “.. porque él lo absorbía todo, lo masticaba todo, se lo bebía todo, y nos dejaba limpios, secos, exhaustos..”

Y más de dos veces tres: “Qué bien, pensé, qué bien, mientras nos besábamos, y nos acariciábamos, y nos desnudábamos de la manera torpe, ineficaz y confusa que resultaba del colocón que ambos compartíamos, tardamos mucho tiempo en progresar, flotábamos, teníamos la cabeza llena de humo y nos hacíamos un lío con las mangas, con los botones, con las cremalleras, pero todo daba igual, qué bien, pensaba yo, pero qué bien, me gustaba tanto besar a Marcos, acariciarle, desnudarle, sentir sus labios, sus manos, sus dedos, todo su cuerpo contra el mío, qué bien..”

Podría seguir poniendo ejemplos, he subrayado muchos y me he dejado muchos más sin subrayar. El caso es que este lenguaje tan sumamente descriptivo, repetitivo, si bien nos habla mucho de la riqueza del lenguaje de Almudena también me provoca agotamiento porque además no me deja un hueco para que mi imaginación aporte. Almudena no insinúa, le pone palabras a todo. Y a veces, al menos yo, necesito formar parte de la historia que leo intuyendo, leyendo entre líneas. Almudena no me deja, tiene palabras y no sólo una, tiene varias y las utiliza todas. 

¿Es un libro que recomiendo?. Pues sí. Yo siempre recomiendo a Almudena Grandes. Tal vez no  sea el mejor libro de esta escritora, pero "mejor o peor" son términos relativos y subjetivos. Esta autora siempre ofrece algo en sus novelas, nunca "te vas" de vacío. Así que ¡¡claro que lo recomiendo!!. 

Hace tiempo vi una película llamada Un hombre enamorado, de Diane Kurys y anoté esta conversación que me quedó grabada:

- Ella: "Si amas a dos personas a la vez, traicionarás a las dos". 
-Él: "Si piensas que solo puedes amar a una persona, te traicionas a ti mismo". 

Reseña de Ana Blasfuemia, del blog Lo que leo lo cuento.  

La autora:

Almudena Grandes (Madrid, 1960) se dio a conocer en 1989 con Las edades de Lulú, XI Premio La Sonrisa Vertical. Desde entonces el aplauso de los lectores y de la crítica no ha dejado de acompañarla. Sus novelas Te llamaré Viernes, Malena es un nombre de tango, Atlas de geografía humana, Los aires difíciles, Castillos de cartón y El corazón helado, junto con los volúmenes de cuentos Modelos de mujer y Estaciones de paso, la han convertido en uno de los nombres más consolidados y de mayor proyección internacional de la literatura española contemporánea. Varias de sus obras han sido llevadas al cine, y han merecido, entre otros, el Premio de la Fundación Lara, el Premio de los Libreros de Madrid y el de los de Sevilla, el Rapallo Carige y el Prix Méditerranée. Su novela más reciente, Inés y la alegría, ha merecido el Premio de la Crítica de Madrid, el Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska y el Premio Sor Juana Inés de la Cruz. Con ella inauguraba la serie Episodios de una Guerra Interminable, cuya segunda entrega es El lector de Julio Verne.

Fuentes: portada, sinopsis y fotografía de la autora tomadas de tusquets editores. La película a la que hace mención en la reseña direcciona a la web de filmaffinity.