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domingo, 13 de abril de 2025

Edmundo Desnoes: Memorias del subdesarrollo

Idioma original: Español  

Año de publicación: 1965

Valoración: Está muy bien

Un hombre corriente frente a la sociedad y la dificultad para asimilarse a una corriente histórica, un antihéroe de manual frente sus propias contradicciones y las contradicciones intrínsecas de una sociedad que se pretende nueva, un tipo algo pedante (que cita a Rimbaud y habla de la Weltanschaung) que da vueltas por La Habana para matar la soledad y la tristeza, un observador abúlico y distanciado de una realidad tragicómica y sórdida... Cualquiera de estas frases (o todas ellas) vendría a resumir el espíritu de una novela llevada al cine en 1968 por Tomás Gutiérrez Alea, director de la conocidísima Fresa y chocolate.

Publicada en 1965 y ambientada entre la invasión de Playa Girón y la crisis de los misiles, Memorias del subdesarrollo se aleja de las corrientes literarias imperantes en la región y se acerca a una narrativa de corte existencialista, tamizada (eso sí) por el entorno sociocultural. En fin, una novela más cercana a la tradición "europea" que al realismo mágico o al realismo socialista (en sus diferentes formas) que manejaban el cotarro por aquella época.

Ya el título da una pista de lo dostoyevskiano de la novela, no? ¡El propio autor lo reconoce en el epílogo a esta edición, escrito 40 años después! Al mismo tiempo, reconoce en él la innegable influencia de El extranjero de Camus o de Pío Baroja en su obra. ¡Cómo negarlo, sobre todo en el caso del Nobel francés!

Escrita en forma de diario al que le faltan fechas y referencias y con un predominio abrumador de la frase breve (un poco al estilo de Pedro Juan Gutiérrez, pero más "limpio"), Memorias del subdesarrollo es la historia de Sergio Malabre, un hombre escindido, un extranjero en su propia tierra que observa y analiza la realidad y a sí mismo con un puntito cínico. 

La gente me parece cada día más estúpida; y yo no soy más inteligente ahora

Tengo 39 años y ya soy un viejo. No me siento más sabio, como esperaría un filósofo oriental, ni más maduro. Me siento más estúpido

A favor pero en contra de la Revolución (Todos son unos ilusos. La contra, porque vive convencida de que recuperará fácilmente su cómoda ignorancia; la Revolución, porque cree que puede sacar a este país del subdesarrollo), influenciado por la cultura popular estadounidense pero renegado de los Estados Unidos y de su "protección", Sergio Malabre sería un miembro de honor del club de los "se dejaba llevar", uno de esos voyeurs de libro.

Y como buen voyeur, Malabre / Desnoes nos ofrece en sus andanzas una crónica del país y de la época en diferentes aspectos: el social, el político, el cultural, etc. Novela, sí, pero bien anclada en la realidad del momento.

Todo lo anterior no significa que Memorias del subdesarrollo sea una novela 100% clásica. De hecho, la inserción de discursos de Kennedy o de Fidel, la inclusión del propio autor como protagonista, la referencia a escritos del propio Malabre y que son incluidos como apéndices a la novela (me encanta Yodor) o la reproducción de fragmentos de boleros hablan de la voluntad del autor de superar los marcos tradicionales de la novela, de acercar esta a lo documental, a lo cinematográfico y/o a lo popular, y sitúan a Desnoes cercano, a su manera, a tipos como Manuel Puig.

En fin, una muy buena novela a la que solo le pondría un pero: su final, un tanto abrupto. Como el de esta reseña. ¡Hala, a leer!

jueves, 26 de diciembre de 2024

Colaboración: El cielo de la selva, de Elaine Vilar Madruga

Idioma original: Español 

Año de publicación: 2023

Valoración: Muy recomendable


En los últimos años hemos disfrutado de buena literatura escrita por mujeres latinoamericanas: Enríquez, Schweblin, Bazterrica, Ampuero… Todas escriben, en mayor o menor medida, sobre lo femenino y la violencia. Sus novelas y relatos están poblados de sangre, de fantasmas, de disparos, de maltrato…

Pues bien, son comedias románticas al lado de El cielo de la selva.

Creo que es la novela más dura que he leído de este boom. Y eso es mucho decir. Qué barbaridad. Qué estilo, qué ritmo, qué lenguaje.

Elaine Vilar Madruga (Cuba, 35 años, un montón de libros escritos y un montón de premios ganados) nos presenta un mundo cerrado, asfixiante y asfixiado. Una hacienda solitaria, a los pies de una selva voraz, donde la vida consiste en criar para sacrificar. Como si de una granja de pollos se tratara, aquí las mujeres se preñan y paren (no se embarazan y dan a luz) y con el tiempo, cundo la selva tiene hambre, sus hijos e hijas (sus crías) son asesinados y entregadas a la selva. La autora elige muy bien las palabras: no es lo mismo tener hijas que crías, no es lo mismo tener sexo que fecundar. 

El argumento es duro, pero podría haberse quedado en una carcasa vacía de no ser por los personajes, la mayoría mujeres: Santa, Ifigenia, Romina, la abuela, la perra… generaciones malditas y condenadas a morir y matar. A matar o morir.

Dice una:

Aquí hay que ponerse dura —carraspeó—, pa’ que la selva sea buena contigo. Aquí hay que parir y parir y parir. Y luego darles cuchillazos a las crías pa’ que la selva te deje en paz.

De hecho, uno de los golpes en el estómago que lector se lleva mientras lee la novela es el asesinato de un menor. Otro escritor habría hecho una elipsis o lo habría narrado de forma suave: aquí Elaine Vilar Madruga se arremanga y se mete en el barro. Nos cuenta con detalle el sacrificio de uno de los niños. Así que avisados estáis: aquí hay dragones.

Se puede leer: 

La selva era una trampa cruel.

Santa lo sabía. Todos lo sabían. Y Juanquito hoy iba a descubrirlo.

Quien es marcado como carne para la selva, termina en su garganta y dentro de su mandíbula.

En esta novela, también hay hombres, y siempre son seres deleznables. Cuando son niños, tienen un pase; al crecer, se convierten en asesinos, maltratadores, traficantes de droga…

Vilar Madruga escribe cada capítulo desde el punto de vista de un personaje, a veces en presente, a veces en pasado, a veces en tercera persona, en primera o en segunda. Nos mete en su vida pasada, en sus sentimientos, en sus deseos y miedos y logra, y es un logro gigantesco, que incluso tengamos compasión por (casi) todos ellos.

Salvo de la selva, claro. Ella también es un personaje, un agujero negro sobre el que giran las vidas de todos los demás. ¿Y qué simboliza? Ahí está el núcleo de la novela: quizá la violencia o lo masculino o el destino. Ya lo dice una de las mujeres: Con la selva no se juega.

El cielo de la selva no es un libro fácil. Leerlo es casi un acto de valentía, pero es muy buena novela, de las que quedan en la memoria, como una cicatriz.

Firmado: Raúl Gay


viernes, 22 de noviembre de 2024

Pedro Juan Gutiérrez: Anclado en tierra de nadie

Idioma original: Español

Año de publicación: 1998

Valoración: Bastante recomendable

La Habana (Cuba). Año 1994, cuarto año de Período Especial, la escasez, la miseria, un modelo que parece derrumbarse (y sigue derrumbándose 30 años después), etc. Esas son las coordenadas espaciotemporales en las que se mueven los textos de Anclado en tierra de nadie. Digo textos, así en general, porque la categoría de "relatos", en la que a priori mejor podrían encajar, no acaba de convencerme. La ausencia del tradicional planteamiento, nudo y desenlace y la falta de una moraleja o una intención más o menos moralizante hacen que, al menos, no estemos ante unos relatos al uso. Serían, más bien, estampas, fotogramas o crónicas más o menos autobiográficas de la miseria y la sordidez, de la cara B de esa Cuba idealizada en folletos turísticos y en determinados círculos intelectuales (¿quién carajo puede entender esa idealización de la miseria?). 

Protagonizados por Pedro Juan, especie de Chinaski del trópico, se trata de textos que me atrevería a calificar de "realismo grotesco" (quizá este sea el verdadero realismo y ríanse aquí del realismo socialista), que huelen a sexo, alcohol y mierda, tanto es así que el mismo Pedro Juan llega a decir soy un revolcador de mierda  en uno de sus textos. Jineteras, vividores, maltratadores, ron barato y de mala calidad, casas que se caen a pedazos, violencia, sexo, diferentes formas de placer para huir de la frustración... porque el arte solo sirve para algo si es irreverente, atormentado, lleno de pesadillas y desespero. Solo un arte irritado, indecente, violento, grosero, puede mostrarnos la otra cara del mundo.

En este sentido, Pedro Juan no se muestra abiertamente crítico con el régimen, en el sentido de mostrar directamente su carácter. Es a través del cinismo y de la crudeza como muestra la realidad cotidiana del país. Y quien quiera entender que entienda.

Dos son los aspectos que más me llaman la atención de Anclado en tierra de nadie: los registros y el ritmo. En cuanto a aquellos, Pedro Juan lo mismo baja a la calle y se sirve un habla popular que es tanto un medio de expresión como una filosofía de vida como que sube a la azotea y es capaz de extraer poesía, sucia y visceral si se quiere, de la abyección; en cuanto a este, la frase breve, el diálogo afilado y la observación punzante son claves para que el ritmo interno de la narración sea vertiginoso.

Así que muy buena impresión la de esta primera parte de la Trilogía sucia de La Habana, pese a su hedor y su decrepitud. O quizá precisamente por cómo nos la muestra.

También de Pedro Juan Gutiérrez en ULAD: Mecánica popular

lunes, 12 de agosto de 2024

José Lezama Lima: Paradiso

Idioma original: Español

Año de publicación: 1966

Valoración: Fuera de concurso 

16 días han pasado entre el comienzo y el final de mi lectura de Paradiso. Podría contar cualquier milonga, sí, pero he de confesar que, junto a momentos de verdadero goce lector, ha habido ocasiones en las que he estado muy cerca de abandonar. Veremos después los motivos.

Dicho esto, resulta imposible condensar Paradiso en las aproximadamente 500 palabras de nuestras reseñas. Tocará, por tanto, ir al grano y centrarnos solo en algunos aspectos del libro. 

Clasificación:

¿Es Paradiso una novela o un poema en prosa? Pues aunque tenga largas partes que podrían ser leídas, a su manera, como novela histórica (la parte referente a la emigración) o como novela de formación (los años de adolescencia de Cemí), creo que es más correcto referirse a Paradiso como poema en prosa. En cualquier caso, se trata de un texto con una altísima carga autobiográfica (y homoerótica) que podríamos definir como híbrido entre Marcel Proust, James Joyce, un Alejo Carpentier pasado de vueltas y un Cortázar absorbido por el espíritu de Morelli.

Argumento:

En líneas generales, el texto recorre la vida de José Cemí, incluyendo fragmentos anteriores a su nacimiento (porque la vida de uno no comienza con su nacimiento). Pero es una generalización muy burda. Hay líneas secundarias, personajes que entran y salen, digresiones poetico-filosóficas que rompen la lectura convencional, etc.

Personajes:

Ya hemos dicho que Paradiso es más un poema en prosa que una novela y eso se observa en unos personajes que son más arquetipos que otra cosa. No hay un desarrollo o una evolución de los personajes propiamente dicha. Fronesis, Foción, el padre de Cemí, Oppiano Licario y demás familia, todos ellos son representación de determinados valores y pasan por la vida de un Cemí que es aprendiz, testigo, amigo, compañero, etc

Estilo:

La clave de Paradiso. Una fiesta del lenguaje (más surrealista que barroco, en mi opinión), un texto de un plasticidad desbordante, plagado de símiles y metáforas demasiado crípticas en ocasiones. Pero, además, intercalan el texto digresiones de carácter filosófico (morelianas?) que hacen que la cosa se ponga más cuesta arriba que el Stelvio para aquellos que la formación en la materia es más bien escasa. 

Conclusion:

Sería estúpido recomendar Paradiso a cualquier lector. De hecho, creo que es un libro inaprehensible en su conjunto. Pero sí que es un libro al que en algún momento hay que acercarse e intentarlo, más dejándose llevar por las sensaciones e imágenes que Lezama entrega que tratando de sumergirse en una trama más bien difusa.

La anécdota:

Cuenta la leyenda que Cortázar le dijo a Lezama que el texto tenía demasiadas comas (correctores, absteneos de leer a Lezama), a lo que este contestó que el era asmático y que buscaba que el texto respirara como un asmático. 

P.S. 1:

Si tuviera que elegir alguna parte del texto, me quedaría con el extraño y magnético capítulo XII, con la narración de la estancia de la familia Cemí en Florida y con un personaje tan llamativo como Alberto Olaya (tío de Cemí)

P.S. 2: 

Sirva como ejemplo un pasaje del texto, que además ofrece algunas de las claves del mismo:

Sabían que el conformismo en la expresión y en las ideas tomaban el mundo contemporáneo innumerables variantes y disfraces, pues exigía del intelectual la servidumbre, el mecanismo de un absoluto causal, para que abandona su suposición verdaderamente heroica de ser, como en las grandes épocas, creador de valores, de formas, el saludador de lo viviente creador y acusador de lo amortajado en bloques de hielo, que todavía osa fluir en el río de lo temporal.

viernes, 5 de julio de 2024

Pedro Juan Gutiérrez: Mecánica popular

Idioma original: Español

Año de publicación: 2024

Valoración: Bastante recomendable

Con Bukowski ocurre un poco como con Maradona (y no, no me refiero a su afición por ciertas sustancias). Así como allá donde surgía un jugador con la mínima semejanza al astro argentino ya teníamos un Maradona "local" (el Maradona de los Cárpatos, el Maradona del los Balcanes...), allá donde aparece un escritor que hable sin tapujos de sexo, alcohol y demás ya tenemos al Bukowski "local" de turno. Es lo que ocurre con Pedro Juan Gutiérrez, quien en muchas reseñas y artículos, es nombrado como el Bukowski cubano. 

No seré yo quien venga a enmendar la plana al casi unánime coro de adalides de la cultura (por ejemplo, es algo que en la contracubierta de este libro dicen Richard Bernstein (NYT) o Felipe Benítez Reyes), pero sí que me serviré de una frase del propio Pedro Juan para matizarlo: Así que no sé exactamente si lo que yo hago es realismo, sucio, definitivamente, no. Lo que pasa es que me interesa mucho meterme en las sombras de los personajes, la parte oscura, la parte que todos tenemos, porque todos tenemos sombras, todos tenemos vicios, todos tenemos maldades, todos tenemos un diablo dentro. (ver artículo completo AQUÍ).

En cualquier caso, este es el libro menos "bukowskiano" de los que he leído de Pedro Juan. Diría, incluso, que podría acercarse más al costumbrismo que a un hipotético realismo sucio. ¡Al lío!

Diecisiete relatos componen este Mecánica popular. Se trata de textos que abarcan tres décadas (50, 60 y 70) de cambios vertiginosos en la sociedad cubana a los que asistimos a través de Carlitos, personaje protagonista y/o testigo de buena parte de los mismos, lo que nos lleva a la más acertada descripción de Mecánica popular como una novela de formación fragmentaria. De hecho, se observa una evolución del personaje de Carlitos muy propia de la novela.

Sea como fuere, son textos en los que se ven confrontados sueños y realidad (el hombre nuevo vs una sociedad aún machista y falocrática, las ganas de comerse el mundo vs la escasez, etc), en el que las soledades se combaten a través del sexo, el ron y el baile, en el que todo sucede a una velocidad de vértigo tal que la vida semeja un accidente alimentado por los imprevistos.

Más allá de ese retrato de la sociedad cubana, tres son los aspectos que destacaría en la prosa de Pedro Juan: 

  • el manejo de la frase breve.
  • la utilización de los diálogos y del habla "de la calle", lo que unido al punto anterior confiere a los textos de Pedro Juan de un ritmo muy característico.
  • su capacidad para meternos de lleno en el relato con apenas unas líneas. Pedro Juan no se anda con rodeos, "ni pa una cosa ni pa otra".
Por último, quisiera mencionar los tres textos, en mi opinión, más destacados. Serían:
  • El corazón palpitante, con sus metafóricos recuerdos y lecciones y cargado de frustración y soledad.
  • Asesinos en serie, quizá en texto en el que mejor y más claramente se muestran las contradicciones de una sociedad en plena vorágine.
  • Abundancia de peces, el más cinematográfico y "moderno" de todos ellos.
En fin, volveremos a hablar de Pedro Juan en no demasiado tiempo. Más allá de etiquetas (al fin y al cabo, donde unos ven poesía otros ven sordidez (o viceversa)), Pedro Juan demuestra con estos textos que continua en buena forma. Volveremos a hablar de él en breve. 

También de Pedro Juan Gutiérrez en ULAD: Anclado en tierra de nadie

sábado, 4 de mayo de 2024

Reseña + entrevista: Esta es tu casa, Fidel de Carlos D. Lechuga

Idioma original: Español
Año de publicación: 2024
Valoración: Bastante recomendable

Cuba es una de las protagonistas de la historia política del siglo XX. Ya 1898 parecía presagiar que la isla se encontraría en el centro de la vorágine del siglo XX. Y, aunque quedó fuera de foco en la primera mitad de siglo, la revolución de 1959 tuvo una innegable influencia en buena parte de los movimientos políticos de "izquierda" / anticolonialistas de América Latina, África o Asia.
No temáis. Hoy no hablaremos de Historia (con mayúsculas) sino de historias (con minúscula) y, en todo caso, de historias dentro de la Historia.

Porque "Está es tu casa, Fidel" es un libro de memorias que se sustenta en tres patas (la personal, la familiar y la colectiva) que no son compartimentos estancos sino vasos comunicantes. 

Y es que Carlos Lechuga Hevia, abuelo del autor, fue, entre otros cargos, embajador del gobierno revolucionario en Naciones Unidas y, por tanto, la familia del autor formó parte de la élite (o jetset) de la isla. Vamos, que no era de la familia real pero sí que estaba muy cerca.

Esta posición social, unida al culto a la personalidad del líder, hace que el Carlos Díaz Lechuga niño sienta una especie de fascinación por la figura de Fidel. El problema radica en que uno se hace mayor, ve cosas (contradicciones, disparates, etc) y esa imagen inicial vira hacia el desencanto, el miedo y el asco a medida que el aparato del estado pone el foco en uno, ya sea por un comentario, una película, un comportamiento sexual "inadecuado", etc.

Puestos a elegir, me interesa mucho lo que el libro tiene de indagación en la moral del esclavo, en la supresión de la incredulidad que acompaña a utopías devenidas en distopías (por tragicómicas que estas sean) y lo que el libro tiene de crónica, alejada de simplificaciones más afines a lo ideológico que a lo real, de un país de máscaras y mentiras, de susurros y silencios.

Pero mejor que todo esto nos lo explique el propio autor. En este vídeo de nuestro canal de Youtube podéis verlo:




jueves, 30 de noviembre de 2023

Gerardo Fernández Fe: El último día del estornino

Idioma original: Español 

Año de publicación: 2011

Valoración: Recomendable

Ya lo hemos hablado en reseñas de otros libros de Gerardo Fernández Fe. Resulta "curioso" el funcionamiento del mercado editorial. Autores absolutamente intrascendentes, libros sujetos a modas o  coyunturas con una "vida útil" de escasas semanas copan las librerías al tiempo que autores como el habanero, con algo que contar, con historias universales y atemporales, han de recurrir a la autoedición para acercarnos su obra. En fin, ¡qué sabremos nosotros de los entresijos y los cálculos del mundillo!

El caso es que la novela que hoy traemos a este espacio sí que fue publicada en 2011 por una pequeña editorial española, aunque la edición que yo he podido leer es de este mismo 2023 y ha sido obra del propio autor. Esperemos que esta vez tenga más recorrido que hace unos años. El contenido lo merece.

Resumiendo. Como ya ocurriera con Hotel Singapur, El último día del estornino recurre a la historia dentro de la historia dentro de la historia... (la mise en abyme, que dirían los más intelectuales) para hablarnos de vidas posibles, de vidas soñadas, de vidas vividas por un personaje llamado Luis Mota (aunque puede que se llame Gabino o Nivaldo) que es, al mismo tiempo, protagonista y narrador, con lo que el autor juega con la famosa "cuarta pared". Joder, hoy tenemos el intelectual de lo más subido.

Así, el punto de partida es la entrada del tal Luis Mota en la Biblioteca Nacional de Caracas en busca de un libro sobre ornitología (pájaros y migraciones tal vez?). Un error / confusión le llevará a un libro de Deleuze en el que se esconde un arma y aquí, de la mano de la imaginación y del recuerdo, se abrirán una serie de caminos que nos llevarán de Caracas a La Habana, de Praga en 1968 a París y que nos hablarán de exilios, de amores (realmente magnífica la parte dedicada al matrimonio de Boris y la madre de Amaranta, su desgaste, ese fin del amor a través de gestos y silencios), de huidas, de esperanzas traicionadas, de religiones que arrastran consigo su correspondiente elegía.

Por tanto, autobiografía personal y crónica de un tiempo (segunda mitad del siglo XX / principios del XXI) atravesado por la Historia se aúnan en un texto que ya digo que escapa de la linealidad y de la pura narración "autobiográfica", ya sea en primera o tercera persona. Esto quizá pueda ahuyentar a un lector que busque algo más "convencional", con menos vaivenes, más "claro", pero quien acepte y guste el riesgo y el juego, seguro no saldrá decepcionado. Porque hay buenas historias, buen ritmo narrativo, un acertado manejo de las metáforas e imágenes y, sobre todo, porque hay buena literatura.

También de Gerardo Fernández Fe en ULAD: Hotel SingapurCuerpo a diario


viernes, 3 de noviembre de 2023

Severo Sarduy: Cocuyo

Idioma original: Español

Año de publicación: 1990

Valoración: Bastante recomendable

¡Qué cosas esto de las ideas preconcebidas (y de la ignorancia, para qué nos vamos a engañar)!. Uno sabía que Sarduy fue crítico de arte en París y pensaba que su narrativa sería sesuda, complicada, tirando a pesada por exceso de seriedad. Algo de eso hay, sobre todo en lo referente a la complejidad de la novela, pero me llama muchísimo la atención lo divertido, burlesco y zumbón que es Cocuyo. No nos adelantemos.

Resulta sencillo en apariencia resumir el argumento de Cocuyo. Vendría a ser una novela de (de)formación en la que se narra, de una forma tremendamente particular (¿podríamos decir novela de (de)formación alucinatoria?, el paso de la infancia a la adolescencia y edad adulta de su protagonista. Claro que hay formas y formas de enfocar lo anterior, y en el caso de Sarduy creo que tiene mucho que ver con su experiencia personal.

Ambientada en la época de Batista, que coincide en el tiempo con la infancia y adolescencia de Sarduy,  Cocuyo combina referencias clásicas y contemporáneas y hace uso de lo grotesco, lo absurdo, lo escatológico y lo mórbido para mostrarnos los espejos deformantes de la realidad de los que hablaba Valle Inclán. Entre las referencias clásicas, destaca la novela picaresca española (Cocuyo es un claro Lazarillo tropical); entre las más o menos contemporáneas, Borges (siempre), Lezama Lima + Carpentier y Oulipo, por la combinación de lo real y lo onírico, por el empleo de la sexualidad, por lo barroco de las descripciones y por el humor absurdo, escatológico, grotesco y muy vinculado al lenguaje, respectivamente. 

No sé si debería decir esto, pero los capítulos 9 y 10 (La desilusión y Azulejos, con osamenta rumbera) me traen a la cabeza ciertos pasajes de la trilogía Cegador de Cartarescu. En concreto, esos que ocurren en cierto templo de Nueva Orleans, si no recuerdo mal. Vamos, que si Cartarescu no ha leído Cocuyo...

Sigo. Otros aspectos aun no citados pero que serían importantes en la novela, como por ejemplo:

  • las referencias al cuerpo y al sexo, y siempre relacionados con el deseo o la aspiración de ser otro por parte de Cocuyo, quien esperaba a alguien pero sabía con certeza que nadie iba a llegar.  
  • lo pictórico. Puede parecer una obviedad, siendo Sarduy crítico de arte, pero resulta necesario mencionar la plasticidad de las descripciones, lo terriblemente visual de muchos pasajes de la novela.
  • lo sensorial: olores, colores, sabores, texturas... Mierda, semen, sudor, sangre, fachadas decrépitas, fruta podrida, el mar... 
  • el lenguaje, plagado de cubanismos que pueden condicionar la lectura y muy conectado con compatriotas de Sarduy ya citados.
En resumen, una novela aparentemente sencilla en lo argumental pero compleja en lo formal que no es posible recomendar a cualquier lector (abstenerse delicados y fans de las tramas lineales y "mascaditas"), si bien no me cabe duda de que los seguidores de autores y tendencias mencionados con anterioridad encontrarán, igual que yo, más que recomendable. 

P.S.: Si bien Severo Sarduy fue publicado por Tusquets hace ya unos cuantos años, la reseña se refiere a la nueva edición del texto (con prólogo y notas al pie) llevada a cabo por Amarillo Editora, que todo hay que decirlo, oigan.

domingo, 15 de octubre de 2023

Italo Calvino: Palomar

Idioma original: italiano

Título original: Palomar

Año de publicación: 1983

Traducción: Aurora Bernáldez

Valoración: imprescindible

Aunque en este blog ya hemos publicado una reseña de Nuestros Antepasados para conmemorar el centenario del gran y nunca suficientemente recordado Italo Calvino, es hoy, día 15 de octubre del 2023, cuando se celebran los cien años de su nacimiento en la ciudad de Santiago de las Vegas, en Cuba (por lo que se puede decir que se trata del más destacado escritor cubano de la Historia, aunque escribiera en italiano). 

No sé si éste será el mejor homenaje posible a tan recordado y estimado escritor, pero vamos con la reseña del último de sus libros publicado en vida de su autor, quizás no tan conocido como El barón rampante o Las ciudades invisibles, ni tan original y juguetón Si una noche de invierno un viajero -aunque un poco, también-, pero Palomar, sin duda, resulta ser un pequeño gran libro, a medio camino entre el ensayo, la narración -de aquella manera- y el dietario -o quizás simple cuaderno de notas- que, cabe suponer, llevaba Calvino en sus viajes e incluso su vida cotidiana, y que se ve reflejado aquí, aunque haya trocado aquí su protagonismo (lo cual es muy de agradecer por quienes no somos demasiado fans de la autoficción) por el de un personaje, el señor Palomar, de quien habría que ver cuantos rasgos tiene en común con su creador. Es fácil suponer que, al menos, comparten -o compartían- no sólo el interés, sino la fascinación por el mundo -y el Universo- que les rodea, así como una visión del mismo entre maravillada y desconcertada que a muchos lectores nos hace identificarnos con personaje y autor.

El origen del libro, según cuenta el propio Calvino en su prefacio, está en unos artículos que publicó en el Corriere della Sera con el señor Palomar como protagonista -por lo visto, tenía la intención de introducir a otro personaje, el señor Mohone, como contrapunto, pero se quedó en el limbo-, recopilados luego y ampliados en este librito. Pero, además, Calvino dotó a sus artículos de una organización interna singular (de la que no es aventurado suponer alguna influencia de los juegos literarios del OuLiPo, al que pertenecía): lo que hace el señor Palomar es, fundamentalmente, observar a su alrededor -de hecho, su nombre se debe al observatorio astronómico de Mount Palomar, en California- y reflexionar sobre lo que observa. Tales observaciones, de índole muy diversa, están plasmadas en dieciocho pequeños capítulos -de apenas unas pocas páginas-, que se hayan agrupadas de tres en tres, según los temas. Pero cada uno de estos capítulos están situados, además, siguiendo un criterio de ordenar modelos de observación diferentes -esto lo cuenta también Calvino en el prólogo-:el primero, más descriptivo, corresponde a una experiencia visual; en el segundo, de carácter más narrativo, "están presentes elementos antropológicos, culturales, en sentido lato y (...) también el lenguaje, los significados, los símbolos". En tercer lugar encontramos experiencias de tipo más especulativo y abstracto: "Del ámbito de la descripción y el relato se pasa al del a meditación". A grandes rasgos, se puede decir que se cumple esta intención declarada por el autor, pero también que ,ocurre algo parecido en lo que se refiere al conjunto de artículos o capítulos; entre los últimos -El modelo de modelos, El mundo mira al mundo, El universo como espejo- encontramos, sin duda, los que más tienden a la abstracción, a la divagación filosófica y casi diríamos metafísica.

Estos grupos de tres capítulos, organizados temáticamente por actividades o lugares donde discurre la vida del señor Palomar -Palomar en la playa, Palomar en el jardín, etc.-. están a su vez agrupados de tres en tres secciones más generales, también alrededor de un concepto: Las vacaciones de Palomar, Palomar en la ciudad y Los silencios de Palomar, que constituyen las tres grandes partes en que se haya dividido el libro. Y que, dicho de otro modo o viéndolo de forma inversa, se van desgajando en subgrupos de tres, para organizar el libro a modo de cuadro sinóptico. En cuanto al contenido de los capítulos u observaciones en sí, podemos encontrar desde las meramente -incluso concienzudamente descriptivas-, como en Lectura de una ola, El césped infinito, Desde la terraza (éste recuerda un poco...y aquí imaginad un suspiro nostálgico de quien esto escribe, a la maravillosa Las ciudades invisibles), La carrera de las jirafas o el apunte costumbrista -los capítulos de Palomar hace la compra, en el que nuestro protagonista recorre algunos establecimientos gastronómicos de París-  a la, si no humorada, al menos sí reconocimiento de la vis cómica que pueden y suelen adoptar algunos aspectos de la realidad: El seno desnudo (en el que Calvino ya prefiguraba las incertidumbres y dudas de los varones cisheterosexuales sensibles con el empoderamiento de las mujeres, por entonces aún sólo llamado "liberación femenina") , Los amores de las tortugas, la muy irónica Serpientes y calaveras, La pantufla desaparecida... Por último, ya digo, algunos de los capítulos más "metafísicos", que acaban, nada menos que con Cómo aprender a estar muerto, algo que, sin embargo, parece que sólo se llega a prender con la práctica... No quiero dejar de recordar el capítulo titulado El gorila albino, dedicado al otrora célebre (seguro que muchos de quienes lean esta reseña lo recuerdan o puede incluseo que lo vieran alguna vez) Copito de Nieve, principal atracción por entonces del zoo de Barcelona e incluso de toda la ciudad. Un capítulo conmovedor en el que Italo Calvino demuestra su gran humanidad y empatía cuando habala de aquel gorila, único individuo con sus características en el mundo y no sólo entre los gorilas, sino entre todos los seres vivientes y, por tanto, también más solitario que ningún otro.

En fin, si siempre es buena idea leer un libro, cualquier libro, de Italo Calvino, más aún hacerlo con éste pequeño compendio de observaciones, reflexiones y -pocas y generalmente dubitativas- conclusiones en el que, además, se puede uno deleitar con la maravillosa prosa de este autor, que parece hacer siempre fácil lo difícil, no sólo en su labor de escritor (y de escritor que se lo pone fácil al lector, además, lo que no es tan frecuente) sino en la suavidad y elegancia con la que parece haber transitado por la vida, sin haberse escondido nunca, no obstante, en el subterfugio de la frivolidad o la intrascendencia. Un ejemplo que debería ser para todo el mundo, se dedique o no a las letras, pero más aún o sobre todo, para quien sí lo haga.

Feliz cumpleaños, señor Calvino, esté donde esté... 

Otros títulos del maestro Calvino reseñados en Un Libro Al Día: El sendero de los niños de araña, Nuestros antepasados, Marcovaldo, Las ciudades invisibles, Si una noche de invierno un viajero, Seis propuestas para el próximo milenio, El barón rampante


domingo, 23 de julio de 2023

ULAD hace Historia #7: El mundo alucinante de Reinaldo Arenas

Idioma original: Español

Año de publicación: 1965

Valoración: Está muy bien

¿Qué es la Historia? ¿Una fila de cartapacios ordenados más o menos cronológicamente? (...) Los impulsos, los motivos, los secretas percepciones que instan (hacen) a un hombre no aparecen, no pueden aparecer recogidos por la Historia, así como, aún bajo el quirófano, no se captará jamás el sentimiento de dolor del hombre adolorido. 

La Historia recoge (...) lo evidente. (...) El efecto no la causa. Por eso, más que en la Historia busco en el tiempo. En ese tiempo incesante y diverso, el hombre es su metáfora. Porque el hombre es, en fin, la metáfora de la Historia, su víctima, aun cuando, aparentemente intente modificarla y, según algunos, lo haga.

Extraigo estos párrafos de la introducción que el propio autor escribió quince años después de la publicación de la novela y lo hago porque en ellos recoge preguntas y afirmaciones absolutamente atinadas sobre el Poder, la Escritura y la Historia, los tres ejes sobre los que gira esta novela que Reinaldo Arenas escribió cuando apenas tenía veintidós años (22, sí).

La "excusa", en esta ocasión, es la vida de Fray Servando Teresa de Mier, personaje es que intervino en los procesos de independencia de la repúblicas americanas y que, en lo literario, enlaza con la tradición literaria española (el Quijote y Sancho, el Lazarillo...). De ahí que inicialmente se pudiera pensar que El mundo alucinante es una novela histórica, pero su posterior lectura creo que la sitúa más en una novela sobre el Poder y su influencia en el destino del hombre.

Pero más importante, o al menos tan importante como el tema de fondo de la novela, es la forma de ésta. Como respuesta a las preguntas planteadas en el primer párrafo, Arenas construye una novela en la que conviven la primera, la segunda y la tercera persona (¿cuál es la versión "correcta" de la Historia?), en la que mito y realidad aparecen mezclados, en la que encontramos referencias clásicas, poemas, diarios... versiones contradictorias y complementarias de los mismos hechos, personajes reales y ficticios como ya ocurría en Los conspiradores (Los pasos de López) de Ibargüengoitia, etc.

Por tanto, no hay en esta novela una continuidad narrativa al uso ni un intento de recreación "fiable" de la Historia. Al contrario, la lógica narrativa salta por los aires gracias a hechos inexplicables, animales que hablan, hipérboles, exageraciones, etc. Esto ha hecho que buena parte de la crítica sitúe a Reinaldo Arenas como precursor del realismo mágico, pero a mí me parece que el cubano está más cercano a los planteamientos del surrealismo, del absurdo o de Raymond Queneau y Oulipo que a Garcia Márquez y compañía. En esta novela, sin ir más lejos, hay mucho más humor (grotesco, absurdo, etc la mayoría de las veces), mucho más irreverencia, mucho más juego. O eso me parece, vaya.

Lo anterior no es obstáculo para que Reinaldo Arenas no critique el régimen cubano ni a buena parte del establishment cultural de la época, unas veces de forma más velada y otras de forma abierta. En este sentido, se establece un paralelismo autor - personaje, ambos perseguidos, ambos en permanente huida, que no podemos obviar.

En suma, El mundo alucinante es una novela que parte de una premisa aparentemente sencilla pero que esconde en sus páginas una complejidad y unos registros que pueden descolocar al lector no avisado. Eso sí, quien logre entrar en el mundo de Reinaldo Arenas seguro será capaz de disfrutarla y echarse unas buenas risas con las tragicómicas aventuras de Fray Servando.

P.S.: Diría que Rowan Atkinson (AKA Mr. Bean) ha leído El mundo alucinante. Cierta escena del libro y cierto sketch con la Reina Isabel II como protagonista así parecen indicarlo.


También de Reinaldo Arenas en ULAD: Antes que anochezca

viernes, 27 de enero de 2023

Abilio Estévez: Cómo conocí al sembrador de árboles

Idioma original: Español
Año de publicación: 2022
Valoración: Recomendable

No había oído hablar de Abilio Estévez hasta que la magnífica reseña + entrevista de Archipiélagos me puso sobre la pista del habanero. La reciente publicación de este "Cómo conocí al sembrador de árboles" ha sido la excusa perfecta para adentrarme en la obra de un autor del que volveré a hablar en un futuro. Y esto es debido a que la impresión general ha sido más que favorable, lo que me ha llevado, siguiendo la recomendación del gran Gerardo Fernández Fe, a comprar "Tuyo es el reino". 

Insisto: la impresión general es muy positiva y, aunque resulta complicado valorar una colección de 22 relatos (con sus correspondientes prólogos / preludios, tan (y a veces hasta más) interesantes que los propios relatos) en los que, como es normal, hay un poco de todo: relatos magníficos, notables, prescindibles, etc, tras su lectura queda una sensación final, un cierto poso que el paso de los días va asentado en tu cabeza y que te dice que sí, que el libro te ha gustado.

Siguiendo con las generalizaciones, varios son los temas que comparten la mayoría de los relatos: la "cubanidad", la memoria deformante, el desarraigo y la soledad, el miedo y la búsqueda, el recuerdo como enfermedad, Cuba como herida, el individuo y la Historia, etc. En lo estilístico, los relatos comparten tonos y atmósferas que oscilan entre la melancolía, la tristeza y la belleza, desarrollos elusivos y finales abiertos. En Estrellas propicias, por ejemplo, se reúnen buena parte de estas "obsesiones".

Creo que lo más destacable de los relatos de Estévez son los citados tonos y atmósferas, gracias a magníficas descripciones de lugares y ambientes y a acertadas caracterizaciones de personajes, como en el caso de Playa Baracoa, en casa de la tía Emma. 

Quizá en ciertos momentos se pueda acusar al autor de algún exceso descriptivo y de la ausencia de inmediatez, tensión o "electricidad" que suele caracterizar al género breve, hasta el punto de que algunos de los relatos, como Todos los caminos del mundo o Yo sé que nunca besaré tu boca, pueden parecer más esbozos de futuras novelas, pero lo positivo supera claramente a lo negativo.

Por último, quiero citar 5 de mis relatos favoritos del volumen. Serían:

  • El caballo de la calle Samaritana, por el riesgo formal y la fuerza de algunas de las imágenes.
  • Jamaica, las montañas azules, quizá el relato que mejor muestra el desarraigo y extrañeza de los protagonistas.
  • Grietas, relato de toque gótico construido en base a contrapuntos.
  • Faluca sobre el Nilo, metafórico texto en el que enfermedad y huida se mezclan.
  • Cómo conocí al sembrador de árboles, hermoso cuento circular en el que lo elusivo y lo melancólico combinan a la perfección.

Lo dicho. Volveré a leer a Abilio Estévez y volverá a aparecer por ULAD. 

También de Abilio Estévez en ULAD: Archipiélagos

viernes, 25 de noviembre de 2022

Dolan Mor: Larvalar

Idioma original:
Español 
Año de publicación: 2022
Valoración: No sé

Larvalar es la segunda marcianada de Dolan Mor que tengo entre manos. Puesto que no he sabido entrar en su juego, he sido incapaz de disfrutarla.

Larvalar es un artefacto literario inclasificable; uno que mezcla diversos apéndices, poesías, relatos en verso libre e ilustraciones del propio autor.

Asimismo, Larvalar es un todo construido a base de fragmentos. La mayoría de dichos fragmentos guardan escasa o nula relación los unos con los otros, por lo que el conjunto se antoja poco armonioso.

Más fáciles de apreciar son, a nivel individual y aislándolas del resto, las partes que componen Larvalar. Desgraciadamente, incluso éstas se ven lastradas, o bien por intencionalidades excesivamente opacas, o bien por desenlaces frustrantemente endebles.

En conclusión: creo que Larvalar se le ha ido de las manos a Mor, ya que es un proyecto que sólo él puede comprender significativamente. Y aunque los lectores afines a las bizarradas podemos valorar las cuantiosas extravagancias de esta obra, difícilmente perdonaremos su hermetismo unidireccional.


También de Dolan Mor en ULAD: La máquina plagiadora

jueves, 25 de agosto de 2022

Gerardo Fernández Fe: Cuerpo a diario

Idioma original: Español

Año de publicación: 2004

Valoración: Bastante recomendable 

Los diarios como género literario, el cuerpo y la literatura, los diarios y la literatura, autores que escriben desde la muerte obligada como Fucik o desde la muerte voluntaria como Styron, diarios en situaciones límite y formas de afrontarlos según se llame uno Ludwig Wittgenstein, Anna Frank o Albert Grunberg, diarios que privilegian lo histórico o lo colectivo sobre lo individual, diarios vanidosos porque "no hay diario íntimo exento de la idea de la trascendencia", diarios confesionales (aunque sea solo a medias) o diarios redentores, pero también diarios novelescos, diarios en los que se introduce la ficción, ficciones en las que se introducen los diarios, etc. 

Todos ellos caben en las 145 páginas de este libelo obra del habanero Gerardo Fernández Fe en el que mezcla con habilidad humor y erudición, anécdota, reflexión y variadísimas referencias. 

Tres los los ejes principales del texto, más allá de sus múltiples ramificaciones. Tres diaristas tan diferentes (y, ¿por qué no?, complementarios) como Martí, Drieu La Rochelle y Walter Benjamin ocupan buena parte de las páginas y sirven como punto de partida para acercarnos a otros diaristas y como arranque de reflexiones de más hondo calado. Así, el poder, la culpa o la propia confesión como herramienta de control social y moral son algunos de los temas que encontraremos en "Cuerpo a diario".

Por tanto, ensayo literario (sobre libros, para más inri), pero ensayo sui generis y algo "tramposillo", ya que igual no es tan importante la aparente línea principal como lo que hay detrás, y ensayo muy interesante que amplía la ya de por sí extensa libros "por leer".

P.S.: Aviso para editores avispados! Esta es la segunda reseña que publicamos en ULAD de Gerardo Fernández Fe, ambas publicadas fuera del circuito convencional español (una autopublicada y la otra publicada en Argentina) y valoradas con un "bastante recomendable". 

También de Gerardo Fernández Fe en ULAD: Hotel Singapur

jueves, 4 de agosto de 2022

Dolan Mor: La máquina plagiadora

Idioma original: Español 
Año de publicación: 2022
Valoración: Inclasificable

La máquina plagiadora, del cubano Dolan Mor, es una de esas marcianadas que tanto me gustan. Podría catalogarse como novela en verso, artefacto metaliterario-hipertextual o alegato estético-político.

Está compuesta por retazos variopintos: narraciones, ensayos, poemas, artículos de periódico, fotografía, listas, reseñas, etc... Emplea distintas técnicas ("collage", apropiación y recontextualización de material ajeno...) y tiene como referentes el Libro de los pasajes de Walter Benjamin y las teorías de la escritura no-creativa de Kenneth Goldsmith.

Reflexiona, entre otras cosas, alrededor de:

  • El acto de escribir.
  • La creatividad.
  • La originalidad. Y es que «el plagio, las imitaciones, las parodias, etcétera, son los sellos de la nueva "originalidad".»

También habla de la realidad social y política de Cuba creando un país ficticio llamado Abuc (Cuba). Abuc está gobernado por el Partido Comunal Supremo, cuyo Líder Máximo no es otro que Orstac Ledif (Fidel Castro). 

Diversas obras del universo planteado por Mor, que vienen a ser "remakes" de clásicos como El proceso de Kafka, La invención de Morel de Bioy Casares, El cuento de la criada de Atwood o Sumisión de Houellebecq, ahondan en el retrato de una Abuc distópica.

En definitiva, La máquina plagiadora es una curiosidad cuya naturaleza experimental, estructura fragmentaria y falta de acción se le pueden atragantar al lector "mainstream". En cualquier caso, a aquéllos que disfrutamos de estas cosas nos parecerá deliciosa. Quizá un pelín más larga de lo estrictamente necesario, pero deliciosa a fin de cuentas.


También de Dolan Mor en ULAD: Larvalar

sábado, 2 de julio de 2022

Iván De la Nuez: La larga marca

Idioma original: Español
Año de publicación: 2006 y 2013 (2022 en un solo volumen)
Valoración: Está muy bien

¡¡¡Las rebajas de verano han llegado a ULAD con un 2x1 en toda regla!!! Y es que La larga marca es, en realidad, la publicación en un solo volumen de dos ensayos del cubano Iván De la Nuez: Fantasía roja (2006) y El comunista manifiesto (2013). Y aunque siete años separan ambos textos, la agrupación de los mismos no es ni injustificada ni casual debido a que vendrían a ser dos caras de la misma moneda. Veamos.

Por un lado, Fantasía roja es un ensayo que trata de responder, desde una perspectiva más psicológica que política, más erótica que ideológica, más personal que social, a la pregunta de qué convierte a Cuba en el destino de las fantasías revolucionarias de tanto intelectual occidental. Para ello recurre a una serie de referentes de la cultura popular (algunos desde un punto de partida más ideológico, otros desde un lado más "entretenimiento") como Jean Paul Sartre, Graham Greene, Max Aub, Feltrinelli y la foto del Che, Buenavista Social Club, etc. y a la visión que estos ofrecen de Cuba y de la Revolución, visión que peca de estar más apegada a la teoría que a la práctica, al mito que a la realidad.

Por otro lado, El comunista manifiesto sería el anverso de Fantasía roja. Si en este el viaje es de acá para allá, en aquel De la Nuez nos habla del "resurgimiento" del comunismo en Occidente, aunque no sea más que como la proyección de una sombra o a través de la eliminación de la sustancia para su conversión en simple imagen o fetiche, a través del Arte y de la cultura popular. Y mientras en Fantasía roja se aunaban mito, ingenuidad y esperanza, en El comunista manifiesto se mezclan (n)ostalgia,  resistencia, ceguera y olvido.

Esto muy a grandes rasgos porque si vamos más al detalle observamos que ambos son textos sobre el arte contemporáneo y sobre la evolución de la contracultura en los últimos, digamos, 60-70 años, sobre el posmodernismo y el poscomunismo, sobre el ¿"fin de la historia"?, etc

Varios son los aspectos a destacar en La larga marca:

  • Su carácter no teórico. ¿En un ensayo? Pues sí, queridos, especialmente si buscamos más síntomas que teorías (hasta los cojones de las teorías, la verdad), más explorar en las contradicciones que confirmar o rebatir certezas.
  • Su tono, fuera de lugares comunes y/o extremos. Resulta extraño oír hablar de Cuba y que el tono del texto no sea hagiográfico o de crítica sin fisuras. Evidentemente, el autor muestra su opinión, pero esta se aleja de posturas cómodas en uno u otro sentido y eso otorga al texto y al debate la complejidad que el tema requiere. Ojo que todo lo anterior no es sinónimo de equidistancia, eh!
  • Las referencias, múltiples, variadas y cercanas para el lector en su gran mayoría
  • El ritmo. Ensayo, sí, pero De la Nuez maneja recursos y tiempos con agilidad y hace de la lectura de La larga marca algo, al mismo tiempo, entretenido y "profundo".
Por todo lo anterior, La larga marca es un acercamiento más que interesante, por enfoque y vigencia, a un tema que de forma más o menos cíclica vuelve al centro del debate. 

miércoles, 23 de marzo de 2022

Wendy Guerra: El mercenario que coleccionaba obras de arte

 Idioma original: español

Año de publicación: 2019

Valoración: Está bien



Mi experiencia con esta ¿novela? ¿biografía novelada? ¿memorias? –dependerá de su genealogía– comienza con una desilusión a la que se añadirán otras, pero vayamos por partes. No sé por qué, había pensado que narraría la vida de un conspirador o guerrillero anticastrista que, ya mayor y apartado de la lucha, se dedica a coleccionar las obras más cotizadas, sus estrategias, especulaciones y maniobras, los autores y obras que escogió, su descripción, quizá, la forma de llegar a ellas, cuales vendió y conservó etc. O sí lo sé, no hay más que ver el título y lo que cuenta la contraportada para imaginar que la pintura –incluso puede que otras ramas del arte– ocuparían un lugar primordial en la historia. Cuando llevaba ya un buen taco de páginas imaginé que tras la enumeración –que no descripción– de las hazañas ejecutadas por el susodicho desembocaríamos por fin en el meollo del asunto. Pero ese meollo nunca llega, tal como comprobamos resignados según vamos llegando al final. El contenido es, por tanto, de otro tipo. Veamos.

En primer lugar, el relato no es lineal. Esto, que en principio es un recurso más, me ha resultado particularmente cargante ya que retrasa la dinámica de una acción que, ya de por sí, no fluye con naturalidad ni resulta nada explícita. Este defecto, que por desgracia se repite en bastantes argumentos basados en hechos reales, implica: falta de documentación, escasez de inventiva y dificultades para integrar ambos aspectos. Pero volvamos a la alternancia mencionada. Turnándose con un supuesto Diario de Campaña, que de diario no tiene ni el aspecto, situado en los sesenta, setenta y ochenta (el supuesto guerrillero abandonaría la lucha en la época de la caída del muro) encontramos escenas de pareja, al principio y antes de presentar a los personajes bastante subidas de tono, totalmente irrelevantes durante la mayor parte de las páginas. Tampoco la otra sección destaca por su efectividad; se emplean demasiadas páginas en presentar a un buen número de colaboradores cuyas identidades no tardamos en olvidar porque apenas les vemos en acción; más allá de generalidades, no se explicitan las circunstancias políticas ni las acciones guerrilleras propiamente dichas ni la vida personal del protagonista. La narración se va por las ramas durante demasiado tiempo hasta que, por fin y a partir del pacto entre el tal Falcón con ese organismo que lo sabe y lo puede todo (exacto, ese) se concretan algunos datos –tampoco demasiados– y empezamos a enlazar los antecedentes con el presente erótico-amoroso a la vez que se perfila la personalidad de la compañera –una buena idea, algo delirante, a la que se podía haber sacado más partido–  y se empuja de una vez el argumento hacia adelante. Pero no, tampoco aquí vamos a ver al coleccionista ni sus obras fuera de unos fuegos de artificio, que no aclaran nada de esa ocupación, y se producen en el ultimísimo momento. Aunque justo es destacar que, también en el desenlace, se incluye otra pirotecnia bastante ingeniosa que logra cerrar dignamente un producto ciertamente irregular.

No he podido averiguar si Guerra entrevistó realmente al personaje para recabar información, tal como explica, y lo que cuenta se basa en sus respuestas o ha recopilado datos de unos y otros. Su mentalidad y comportamiento hacia las mujeres, con las que se empareja y deja luego al cuidado de unos hijos a los que apenas conoce –tal como era de esperar y a pesar de que solo esboza los hechos– son absolutamente misóginos y, en consecuencia, el retrato resulta de lo más convincente. Otro acierto es la evolución que experimenta a lo largo de los años, cómo pasa de los ideales puros a las componendas con unos y otros, se vuelve despiadado, cruel y lo resuelve a base de cinismo para llegar a la fase escéptica y descreída de quien solo piensa en enriquecerse y disfrutar, el mismo proceso que han sufrido todos los caudillos cualquiera que haya sido su causa. Por su parte, Valentina, ese ligue ocasional de procedencia ideológica opuesta y carente de aficiones artísticas, es el ejemplo perfecto del uso que dan a las mujeres los movimientos revolucionarios y cómo les lavan el cerebro para que piensen  cual es el rol que les corresponde. Me gustaría saber si procede del afán testimonial de la autora o se trata de una simple transcripción de lo que le han contado, me inclino por lo primero ya que esta mujer parece más una creación literaria que una persona real. Desde luego, la relación que se establece entre el hombre maduro y rico y la mujer aún joven que ha perdido sus referencias y no tiene dónde ir consiste en un conjunto de tópicos inspirados, entre otros, en el mito de Pigmalión.

Por cierto ¿De quién habla la novela? ¿Qué personaje hay detrás de ese Adrián Falcón que nunca existió? ¿Cómo se llama realmente el mercenario cubano que actúa al principio movido por unos ideales –más prestados, a consecuencia de un drama familiar, que sentidos realmente– luego por inercia, codicia, afán de liderazgo, puede que deseos de pasar a la historia, hasta la fase final de desengaño, escepticismo, conciencia de haber sido utilizado y un pragmatismo que niega cualquier atisbo de sinceridad que hubiéramos podido suponer? Nunca lo sabremos.

“En cada área geográfica mueren los inocentes, los ingenuos, los ciudadanos de a pie y, al caer el telón, ¿quiénes son los ganadores?, los mercados que florecen magnánimamente al compás de dichas hostilidades."

miércoles, 16 de junio de 2021

Gerardo Fernández Fe: Hotel Singapur


Idioma original:
Español
Año de publicación: 2021
Valoración: Está bastante bien

Hace unas semanas leí en Simpatía, la última novela del caraqueño Rodrigo Blanco Calderón, una frase que cualquier novelista que se precie debería tatuarse donde se le antoje:

Si algo te enseña Francis Ford Coppola es que en una buena película no hay personajes secundarios. Todos sus personajes, en caso de emergencia, por decirlo de alguna manera, deberían poder cargar con el peso de la historia.

Pues bien, esta frase se ajusta como un guante a esta sorprendente "Hotel Singapur" del cubano Gerardo Fernández Fe, más aún si tenemos en cuenta que se trata de una novela "coral" en la que asistimos a 6-7 historias que transcurren en tiempos y lugares tan separados entre sí como el Madrid de 1936, una pequeña ciudad norteamericana en los 90 o la Cuba de la segunda mitad del siglo XX, con su contexto histórico pero sin los habituales lugares comunes y clichés.

Y eso que el punto de partida no podría ser, en apariencia, más anodino. Un hombre de unos 40 años llega a una empresa estatal con el fin de auditar las cuentas de esta, pero lo que en realidad hace no es otra cosa que auditar la vida de los otros (aquí es inevitable la referencia a la película alemana del mismo título, pese a que el bueno de Genaro no sea un agente de los servicios de inteligencia) para no pensar demasiado en la suya propia. 

Pero esta aparente convencionalidad de la historia salta por los aires cuando vemos que el autor opta por una estructura arriesgada, por una especie de castillo de naipes en el que si uno de ellos falla, todo puede irse al garete. No es el caso. Fernández Fe mantiene la tensión y el ritmo a base de buenas historias y buenos personajes, tanto es así que por sí solos podrían ser leídos como breves novelas independientes. Pero "Hotel Singapur" vendría a ser más bien un mural en el que se combinan realidad y la ficción y en el que conviven distintas referencias espaciotemporales, en el que hay escenas que hablan del pasado y del presente, de desconocidos cercanos, de soledades, muertes, abandonos, huidas, esperanzas rotas... Ramas y tramas, en definitiva, que se rozan y entrelazan, seres de carne y hueso que  van desde lo "carveriano" hasta lo "bukowskiano" y con los que uno se encariña o se cabrea, según el momento. 

Junto a (o precisamente gracias a) estas historias a las que llegamos siempre gracias a persona interpuesta (la memoria tiene mucho de ficción) encontramos en la novela interesantes reflexiones acerca de la memoria, la identidad, la construcción del relato y el papel del narrador en esta construcción. Esto ayuda, rompe el paso al lector y da al texto una vertiente diferente pero complementaria.

Ya digo que "pese a" las más de 400 páginas del texto, el interés no decae en ningún momento y uno acaba enganchado a las miserias cotidianas de estas vidas cruzadas. Resulta, por tanto, curioso (por no decir otra cosa) que ninguna editorial haya apostado por "Hotel Singapur" y que el autor haya debido recurrir a la autoedición en el "innombrable dinosaurio". Ellos se lo pierden.

También de Gerardo Fernández Fe en ULAD: Cuerpo a diario

sábado, 10 de abril de 2021

Leonardo Padura: Como polvo en el viento

Idioma original: español

Año de publicación: 2020

Valoración: Recomendable (más o menos)

 

Dust in the wind

All they are is dust in the wind.

Same old song

Just a drop of water

In an endless sea

All we do

Crumbles to the ground

Though we refuse to see

Del grupo musical Kansas (1977)

 

Transitar por esta novela coral o, lo que es lo mismo, por la vida y milagros de sus ocho protagonistas –tres de ellos con mayor relevancia, si cabe– durante aproximadamente un cuarto de siglo, es un ejercicio arriesgado, un carrusel de sensaciones que nos conducirá del éxtasis a la fatiga para elevarnos de nuevo a las alturas y dejarnos caer una vez tras otra hasta la última de sus casi 700 páginas. Tranquilos, ya que esta irregularidad tampoco se nota demasiado, depende mucho de las expectativas con que abramos nuestro ejemplar por primera vez. En mi caso disfruté lo inimaginable con El hombre que amaba a los perros y eso pasa factura ¡qué duda cabe! ¿Qué si recomiendo la novela? Por supuesto que sí, es más, la considero apropiada para casi todos los gustos. Concretaré para que puedan entenderme.

El título procede de Dust in the Wind, un viejo tema del grupo Kansas, mil veces versionado, cuya melodía es probable que hayan tarareado alguna vez ya que es de esas que se graban en la memoria afectiva y resuenan en nosotros cada vez que volvemos a escucharla. Quienes, en este caso, serán arrastrados por el viento de la vida serán los integrantes de un grupo de amigos nacidos y residentes en La Habana (Cuba); grupo indestructible –o eso pensaban ellos–, al que se refieren como el Clan y que al comienzo de la trama, recién iniciado 1990,  se reúne para celebrar el trigésimo cumpleaños de uno de ellos, Clara, cuya emblemática mansión, y ella misma, constituirán el núcleo en torno al cual se concentra un conjunto de alianzas, desencuentros, pasiones y enemistades que, junto a los avatares sociopolíticos que se sucederán a lo largo de la década irán determinando sus trayectorias.

Los rasgos individuales que definen a estos personajes quedan apenas esbozados, pero sus vínculos indisolubles o esos lazos aleatorios que se desatan fácilmente servirán para que el lector los identifique y determinarán gran parte de los acontecimientos que iremos presenciando. Sin olvidar el vínculo que mantienen con su propio país, que a unos les mantiene en él  suceda lo que suceda y a otros les atrae como un imán del que no pueden (ni quieren) deshacerse por mucho arraigo y éxito que hayan logrado en el lugar que les acogió. Hablábamos de amistad, pero el exilio es otro de los grandes temas cuya presencia es constante en cada una de las páginas. El exilio y sus efectos en personalidad, estado de ánimo, opiniones, posición social y afectiva y, desde luego, en los afectos que se dejaron allá. Es por eso que amistad y exilio se encuentran tan ligados en la novela que apenas pueden separarse.

Pero volvamos a esa celebración que sirve para presentarnos, no solo a Clara, también a Irving, Horacio, Walter, Bernardo, Elisa… y que tiene lugar tras habernos puesto al corriente del encuentro e inicio de la relación de dos jóvenes de ascendencia cubana y residentes en Estados Unidos, Adela y Marcos, cuyo parentesco con el Clan mencionado entenderemos fácilmente en esas vueltas adelante y atrás narrativas que se mantendrán a lo largo de toda la historia. En esa celebración, decía, se mostrarán los perfiles de todos ellos, pero sobre todo será el momento idílico previo a la tragedia, una o varias, que se producirán poco después. A  partir de ese momento, veremos salir de Cuba a algunos de ellos, a lo largo del tiempo, por motivos diversos y con excusas diferentes; se consolidarán afinidades, se derribarán afectos que parecían indestructibles y la constelación amistosa se irá modificando sin cesar hasta un desenlace no tan imprevisible gracias a una serie de pistas que jalonan el relato y que no nos pasarán desapercibidas a poco que estemos atentos.

Recordemos que Padura ha frecuentado la novela negra, de ahí que la trama contenga misterios de varios tipos, entre ellos un suicidio (¿o fue asesinato?) cuyas circunstancias o parte de ellas no conoceremos hasta el final tal como mandan los cánones. A esto hay que añadir una desaparición, identidades confusas, filiaciones no aclaradas del todo y el viento del destino que, en forma de circunstancias externas y de fuerzas temperamentales, arrastra a los personajes en todas direcciones, tanto físicas como emocionales, incluso existenciales y éticas.

El paisaje habanero, sus gentes y la fuerza de atracción que todo ello ejerce sobre los que quedaron a un lado y otro de la frontera cubana será una presencia constante. Simboliza, como imaginarán, la llamada de la tierra, pero hay otro paisaje que, aunque secundario, producirá también un impacto emocional en el lector, un paraje agreste situado en Tacoma, al noroeste de Estados Unidos, cuyo efecto espiritual en el personaje de Loreta servirá para dar un giro definitivo a los acontecimientos. Y es que aquí vamos a encontrar de todo: creencias religiosas, posiciones políticas, corrupción a gran y pequeña escala, deserciones y lealtades a prueba de bomba, ambiciones personales y resignación de por vida, amores y odios, idealismo y pragmatismo, rencor, admiración y deseo. Sin olvidar algún episodio no demasiado verosímil y esos tiempos muertos y escenas irrelevantes, puede que demasiadas, de las que les hablaba al principio y cuya ausencia, en mi opinión, reduciría la novela a la mitad mejorándola notablemente.


Otras obras de Leonardo Padura: El hombre que amaba a los perros, Aquello estaba deseando ocurrir, La cola de la serpiente, Máscaras, Herejes

viernes, 25 de septiembre de 2020

Eduardo Lalo: Los países invisibles

Idioma original: español
Año de publicación: 2016
Valoración: entre recomendable y muy recomendable

«El mundo ya no es el mismo porque ya no es diferente».

Con esta potente primera frase, arranca este libro de Eduardo Lalo en el que nos habla de la invisibilidad, de aquello que queda fuera de lo conocido, de lo imperante, de lo que rige el mundo. Una invisibilidad que viene de la mano de la globalización y su uniformización, a nivel urbanístico, pero también cultural. Una globalización voraz y sin escrúpulos.

Con esa prosa finísima, precisa y delicada que caracteriza al escritor puertorriqueño nacido en Cuba, Lalo estructura este libro en tres capítulos claramente diferenciados, pero relacionados entre ellos, en esa idea global recogida en el concepto de invisibilidad. Y parte, como elemento indiscutible de la invisibilidad, la globalización, un movimiento arrollador e imparable que diluye culturas, que uniformiza detalles, una globalización que queda patente al viajar; Lalo lo expone de manera elocuente al afirmar que «el viaje empieza a ser imposible (…) el contenido del mundo, la posibilidad de ver “algo” queda rezagada. Acaso solo quede ver a los países invisibles».

Lalo es consciente de ello, como portorriqueño y, por tanto, ciudadano de un país invisible y analiza el avance, que no progreso, de un mundo que parece mirar sólo hacia adelante, abordando la invisibilidad de los lugares, de esos países invisibles, poniendo como ejemplo Venecia que‪ «ha muerto (…) al hacerse hipervisible. Hay tantos ojos en la ciudad, que la mirada se hace imposible» y que «tanto el exceso, como la falta de mirada y discurso, crean la condición invisible». «El mundo avanza hacia la exclusión del acto de mirar», avanza de manera inexorable hacia confirmación de sus ideas más que hacia el análisis o la observación. ‬‬

Esa globalización, esa universalidad, afecta a los países y, por extensión, a sus culturas, en claro peligro de extinción a manos de intereses de los grandes países que imponen la suya y que el autor expone afirmando, sabiamente, que «los dueños del gran capital componen una suerte de nacionalidad universal, en la que las diferencias culturales y lingüísticas cuentan poco». Para luchar contra ello, hay que tener una actitud activa, una toma de consciencia de la situación y una reflexión que impida que esa invisibilidad se lleve por delante aquello que nos diferencia y, por tanto, nos enriquece.

Lalo ha escrito, en esta primera parte, un libro de viajes, físicos, pero también mentales, en los que recorre algunas grandes ciudades y observa sus cambios, las contempla a través de la invisibilidad a la que la globalización las ha empujado, de cambios que hacen que «la población se piense desde un lugar que más tiene que ver con Otros Grandes que consigo misma». Una invisibilidad que no sólo afecta a las ciudades a nivel arquitectónico, sino también a nivel cultural. Y critica a su vez la falsa seguridad y acomodamiento de las grandes sociedades, extendiendo la crítica a su cultura. Así, Lalo critica fuertemente la poca ambición de la literatura española del siglo xx, que vive de su esplendoroso pasado que contribuye a crear «un ámbito que se ilusiona con bastarse a sí mismo».

Y, hablando de España (país que conoce bien, pues vivió en él y en él nació su padre) también apunta a la invisibilidad de Valencia, oculta tras la potencia de Madrid o Barcelona, quienes «tienen la capacidad de hablar en nombre de los que no representan, pueden convertir un elemento local en una parte de la cultura de España, Europa o incluso del mundo, mientras que Valencia, y tantas otras ciudades como ella, aparentemente sólo pueden permitirse ser versiones de los gestos de otros. Existe también una geopolítica de la ceguera».

De esta manera, el viaje que emprende Lalo en este libro es un viaje a una tierra y un tiempo que añora, un viaje con la mirada puesta en un pasado que apenas se asoma por las ventanas acristaladlas de la deslumbrante fugacidad de una globalización mal entendida y peor interpretada. Los restos de una ciudad antes con vida reposan ahora en medio de una modernidad que borra su pasado y entierra los recuerdos. Sin importarle. Lalo construye así una obra a medio camino entre memorias y reflexión, entre añoranza y tristeza, y la reivindicación siempre necesaria de quien ha visto con sus ojos cómo desaparece una ciudad bajo los edificios que se alzan majestuosos sobre las ruinas de quien no las echa en falta, sino simplemente las echa.

Ya en el segundo capítulo de este libro, o segunda parte, Lalo nos habla de la sociedad y su cultura, y expone que la cultura dominante en Estados Unidos es «la cultura blanca, europea, etc. Todos los demás (afroamericanos, hispanos, asiáticos) tendrán para siempre el adjetivo identitario atado a sus esfuerzos». Y nos habla de la Odisea y la Ilíada, de Ulises y el viaje como experiencia, no por su vivencia en el mundo sino por «su capacidad de escapar de él: no el viaje, sino la travesía y sus peligros hasta la liberación final». Hablando de la sociedad, Lalo también critica la estigmatización de la sociedad rural «que queda como un estigma en la memoria de tantos pueblos» para concluir, acertadamente, que «una sociedad que ha sido modernizada en apenas una generación, se convierte en un espacio paranoico que teme perder todo lo que tenga un motor. Así se construye un nuevo estado natural que se define por la separación extrema de la tierra».

Finalmente, en el tercer y último capítulo del libro, Lalo nos narra el experimento que quiso llevar a cabo: dejar de comprar libros, salir de las novedades, leer lo pendiente y, si cabe, releer. Siendo consciente de la dificultad para llevarlo a cabo, sabiendo además que «existe la posibilidad además de abandonar el mundo de la literatura porque éste también es el mundo. Esto lo descubro con dolor, pero también con alivio, aun si sé que probablemente esta paz no solamente nunca podrá ser mía, sino que, de tenerla a mano, la rechazaría». Una autocensura en comprar libros que le abre un espacio, para explorar, para evaluar, para «entender, reflexionando sobre el mundo desde cierto lugar y deseo, exhibiéndome en la vitrina de este texto».

Lalo viaja a través de esos libros almacenados y en algún caso olvidados en su biblioteca, y recorre ese viaje hablando de diferentes autores orientales que invitan a la reflexión de otros tiempos y también de los nuestros, claro reflejo de un pasado que se parece más a nuestros días de lo que aceptamos creer. Reivindicando la literatura como parte de uno mismo, como espacio de reflexión, porque «‪el pensamiento es un acto de supervivencia: le permite a ciertos hombres y mujeres vivir hacia dentro en un mundo en el que apenas pueden encontrarse». ‬‬‬‬‬

En mi opinión, este tramo final es el menos logrado, entrando en reflexiones filosóficas vinculando esa invisibilidad del autor y las letras a textos que el autor lee al escribir las últimas líneas del libro. Así, entra en exceso en disquisiciones sobre la literatura y la invisibilidad, pero ubicando el marco mental en Ulises, en Sísifo, En Diógenes, pero también en obras de Cioran, Kertész, Kapuscinsky o Sloterdijk. Demasiado denso y filosófico, excesivo, el autor intercala textos para que sustenten sus reflexiones, que gira y extiende en torno a ellos.

En resumidas cuentas, un libro recomendable, pues la prosa de Lalo y sus reflexiones siempre merecen una lectura, ya que además de disfrutar con su estilo delicado nos invita a cuestionarnos los efectos de la globalización y qué significa y nos aporta la cultura y, especialmente, la literatura, afirmando en su caso que su «despropósito inevitable» ha sido «escribir desde el lado oscuro de la geografía, que quizá significa estar aún más lejos que en el lado oscuro de la vida». Es posible que sea así, pero a pesar de esa oscuridad de la lejanía, de la invisibilidad desde la que parte, sus textos arrojan una luz que puede que lo aparten de su propósito, pero no del nuestro: dar visibilidad a los buenos libros, porque, tal y como dice Lalo citando a Piglia, «el crítico es aquel que encuentra su vida en el interior de los textos que lee». Creo que gran parte de los que aquí estamos podríamos subscribir esta afirmación. Y este libro es un claro ejemplo de ello.

También de Eduardo Lalo en ULAD: Simone