Mostrando entradas con la etiqueta feminismo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta feminismo. Mostrar todas las entradas

jueves, 1 de mayo de 2025

Luisa Carnés: Tea Rooms

Idioma original: español
Año de publicación: 1934
Valoración: Muy recomendable 

Antes de que alguien se lo pregunte: no, no he visto la serie de televisión basada en esta novela, aunque he oído algunas cosas sobre ella, a las que haré referente más adelante. Así que la reseña se refiere, obviamente, y únicamente, a la novela de Luisa Carnés, publicada originalmente en 1934 (la fecha es muy relevante) y reeditada recientemente por Hoja de Lata, que es la edición que yo he leído.

Y la novela es, sin duda, una joya que merece ser reeditada, un clásico de la literatura española - o mejor dicho, lo que podría haber sido un clásico, si no fuera porque el canon de la literatura española de preguerra sufre de dos sesgos: uno particular (la preferencia por el género poético sobre cualquier otro) y otro general (la preferencia por la obra de autoría masculina sobre la femenina). Por suerte, proyectos como "La Otra Edad de Plata", o editoriales como Renacimiento y Hoja de Lata, están contribuyendo para completar la imagen de uno de los periodos más brillantes de la historia literaria española.
 
De hecho, Luisa Carnés no era una desconocida en absoluto cuando escribió Tea rooms, aunque esta fuera la obra que la consagró como una escritora destacada de su generación. En esta novela acompañamos a Matilde, una joven de clase trabajadora de Madrid, en su búsqueda de un trabajo que permita traer algún dinero a su familia que vive en condiciones miserables, y que acaba por ser contratada como empleada en un café (una "sala de té") del centro. A partir de ahí, se va construyendo una galería de personajes, sobre todo femeninos, cada uno con sus circustancias sociales y personales: Antonia, Felisa, Trini, Esperanza... la encargada, con su sumisión servil al "ogro", o Laurita, la ahijada del patrón que decide trabajar una temporadita en el café de su padrino, o Marta, la joven decidida a salir adelante por cualquier medio... 
 
Un conjunto de personajes femeninos complejos y diferenciados, marcados por la determinación y la miseria, mujeres imperfectas y contradictorias, pero dignas y (como se dicen ahora) resilientes. Además, la novela también nos ofrece un panorama de la época, con su conflictividad laboral y política (en el ámbito nacional e internacional, como muestra el personaje del heladero italiano), la represión policial, la expansión del sindicalismo y los movimientos obreros... Recordemos que la novela se publica en los convulsos años 30, apenas dos años antes de la Guerra Civil, y un lustro antes de la Segunda Guerra Mundial...

Porque esta es, sin duda, una novela radicalmente comprometida (y esto es lo que he oído sobre la serie de televisión: que elimina este carácter político y ofrece una historia simplemente costumbrista). Y este carácter manifiestamente político se muestra en dos aspectos: en la transmisión de una clara conciencia de clase, y en su defensa de la liberación femenina. 

El primer ámbito se manifiesta sobre todo a través del personaje de Matilde (que podría ser descrita como un alter ego de la autora, que también desempeñó diversos oficios en la industria textil o en la restauración), una mujer consciente de la división social y económica del mundo, y que no está dispuesta ni a ser explotada ni a ser complaciente. Es la que hace reflexionar a sus colegas sobre la necesidad de hacer huelga, de mostrar solidaridad, de no venderse ni humillarse ante los poderosos, de comprender que existen "los de arriba" y "los de abajo", o como dice la propia novela:
«Eh, por la escalera interior». La primera vez que se lo oyó a un portero de librea dividió mentalmente a la sociedad en dos mitades: los que utilizan el ascensor o la escalera principal, y «los otros», los de la escalera de servicio; y se sintió incluida entre la segunda mitad.
Esta división social es acentuada también por el personaje de Laurita, mujer de clase media que "juega" a disfrazarse de trabajadora, pero que en el fondo disfruta de unas condiciones y unos privilegios diferentes al resto de sus colegas:
«¡Qué asco!» Eso puedes decirlo tú, niña de la clase media, a quien no habrá faltado nunca el juguete o la golosina tradicional, aunque tus vestidos y tus sombreros hayan sido siempre «caseros». Pero hay unos niños que sólo han visto estas golosinas rituales en los grandes escaparates, inasequibles; niños que, ganándose ya su pan, no conocen el tacto ni el sabor de estas golosinas exquisitas.

El propósito feminista de la obra es igualmente explícito y también se entreteje con la propia trama de la novela: las mujeres en la obra sufren acoso, violencia, son despedidas, realizan abortos clandestinos, viven en un mundo en el que "no había más que dos caminos para la mujer: el del matrimonio o el de la prostitución" (unos años antes, en la Tristana de Galdós, se añadía una tercera opción, el convento, pero la idea viene siendo la misma). Con todo, el mensaje que transmite el texto no es desencorazonador, sino todo lo contrario: es una llamada a la acción, a la liberación, de la mujer nueva:

La mujer nueva, «sin tipo», ha hablado y le ha respondido la pequeña Matilde.
Mas la mujer nueva ha hablado también para todas las innumerables Matildes del universo
¿Cuándo será oída su voz?

No hay por lo tanto aquí conflicto ni contradicción entre la lucha obrera y la lucha feminista; ambas se complementan y se necesitan, tal como demuestra la novela. En un momento histórico en el que no cabía la equidistancia (e, infelizmente, estamos ahora viviendo momentos parecidos), Luisa Carnés construye una novela que es un artefacto explosivo ideológico. 

Con todo, sería una pena que alguien leyese esta reseña e imaginase que Tea Rooms es una novela de un realismo social "seco" o "adusto". (Infelizmente, estamos habituados a identificar la literatura política con el realismo en su sentido más severo). Porque Carnés escribe como los ángeles y, sobre todo en la primera mitad de la obra, experimenta con técnicas y estilos vanguardistas, poéticos, mezclando voces y visiones, mostrando el mundo con una técnica cubista que lo deconstruye en mil facetas y lo transmite a través de las impresiones que causa en los sentidos. Así, por ejemplo, en el maravilloso capítulo 3:

Todo suave, todo tibio, sencillo.
Las palomas y los gorriones picotean las migajas perdidas en los paseos, y los cisnes deslizan trozos de pan a lo largo de su pescuezo. Blanco. Blanco.
La nodriza, con sus collares de plata y sus anchas monedas en los lóbulos alargados.
Los niños, blanco y rosa: «Yo era el banquero». «Yo era Al Capone». (Anaranjado hacia el rojo).
El cañoncito de lata gris dispara un proyectil de piedra contra la paloma blanca, de pico sonrosado.
Clat, clat, clat.
Vuelo blanco.
(La sangre de Oriente y Occidente...).
Blanco, rosa y azul.
(¿Qué haces en ese banco, en el centro de esa molicie suave, joven lector de libros revolucionarios?).

O en este maravilloso final del capítulo 5:

La noche.
Diez horas, cansancio, tres pesetas.
Fuera hace calor.
A la puerta, un viejo pregona los diarios nocturnos.
El público que sale de los cines y teatros emite comentarios en voz alta.
Diez horas, cansancio, tres pesetas.

Qué bueno que esta novela, y otros textos de Luisa Carnés, y en general muchos otros textos de muchas otras escritoras invisibilizadas u olvidadas, estén siendo recuperadas en los últimos años. Hace falta reescribir, y reordenar, lo que creíamos saber sobre la historia literaria.

viernes, 25 de abril de 2025

Gloria Anzaldúa: Borderlands / La frontera: La nueva mestiza

Idioma original: Inglés(?)
Título original: Borderlands / La Frontera: The new Mestiza
Traducción: Carmen Valle
Año de publicación: 1987
Valoración: Bastante recomendable

Texto fundacional del feminismo chicano, híbrido lingüístico y estilístico, collage con un núcleo central... Varias son las posibles definiciones de un texto que trasciende las fronteras "formales" (geográficas, lingüísticas, de género (literario y no literario), etc) para situarse en la frontera, entendida como un estado constante de transición.

Fronteras formales, insisto, que saltan por los aires en lo lingüístico, ya que "Borderlands" es fiel reflejo de una topografía en la que se combinan sin pudor inglés, español, nahuatl, pachuco..., y en lo genérico, ya que siendo en parte ensayo, texto antropológico, poemario, autobiografía, no es nada de eso y lo es todo a la vez. A pesar de esta mezcolanza, podemos dividir el texto en dos partes bien diferenciadas. 

En la primera de ellas, "Atravesando fronteras / Crossing borders", prevalece el aspecto ensayístico y antropológico, aunque siempre con una fuerte carga autobiográfica. Así, comienza un recorrido histórico por los territorios en los que transcurrió la infancia y adolescencia de Anzaldúa (la parte sur del Estado de Texas), en el que la autora da cuenta de las sucesivas conquistas y usurpaciones políticas, económicas y culturales que, con el correr del tiempo, llevaron a la formación de una cultura chicana. Posteriormente, Anzaldúa analiza las diferentes formas de discriminación que la cultura chicana y, en especial, la mujer y la gente "diferente" ha sufrido / sufre, ya sea por razón de raza, clase, género u orientación sexual. Ojo que aquí no estamos ante una crítica exclusiva de la dominación "blanca", sino que más bien se trata de un ajuste de cuentas contra la tiranía cultural provenga de donde provenga. Finalmente, se narra el proceso de formación de la conciencia mestiza y feminista de la propia autora a partir del desgarramiento entre dos opciones (la anglo y la azteco-mexicana) y el ejercicio de la misma como "actuación" más que como "reacción" a partir de la escritura y el arte.  

La segunda parte, "Un agitado viento / Ehecatl, el viento", es un conjunto de poemas / microrrelatos (¡qué difusa me resulta esa frontera!) que vendrían a ser ejemplos (auto)ficcionalizados de lo expresado en la primera parte del libro. Textos autobiográficos ambientados en la infancia y juventud de la autora en los que se repasa el papel de la mujer chicana en la familia, en la comunidad o en el mundo laboral, historias diversas de violencia, discriminación y explotación, la propia toma de conciencia y emancipación sexual, el amor, la muerte... Textos duros y accesibles, aunque quizá algo irregulares en su conjunto.

Acompaña a esta edición de "Borderlands" una más que reveladora entrevista con Anzaldúa en la que desgrana algunas de las claves de un texto esencial para acercarnos a la realidad de la "minoría mayoritaria" de los Estados Unidos de América y de otras "minorías" (o quizá no tanto) dentro de esa "minoría mayoritaria". Todo ello, además, de una forma rompedora y original, pero perfectamente comprensible para un lector con un mínimo de interés por el tema.

viernes, 30 de agosto de 2024

Benito Pérez Galdós: Tristana

Idioma original:
español
Año de publicación: 1892
Valoración: Muy recomendable (aunque algo deprimente)
 
Las vacaciones siempre me han parecido un buen momento para (re)leer a los clásicos: con más tiempo para dedicar a la lectura, sin las habituales urgencias del día a día, sin la presión constante de las novedades literarias, es el momento ideal para desempolvar esos libros que dejamos en la balda o en la mesilla de cabecera "para más adelante". Hace unos años, durante unas vacaciones de verano me "tragué" Fortunata y Jacinta de Galdós, una novela que me pareció fascinante, impresionante, magnífica. Este año he escogido una obra más modesta, en extensión y ambición: la novela Tristana (famosamente adaptada, ochenta años más tarde, por Luis Buñuel), que me ha impactado menos que la gran novela galdosiana, pero que aun así muestra el dominio narrativo de un autor en plena madurez. 
 
(Aviso de que esta reseña, dado que Tristana es un clásico ampliamente conocido, será más spoilery de lo habitual. Quien no quiera leer detalles del argumento, hoy tendrá que conformarse con leer el Marca o la hoja parroquial)

Tristana es, en su estructura más esencial, la historia de un triángulo sentimental: el que componen el quijotesco y lazarinesco don Lope; la protagonista, la joven e inocente (al menos al comienzo) Tristana, y el pintor Horacio. Tristana, huérfana empujada por la vida a la casa y a los brazos (y a la cama) del rijoso don Lope, parece encontrar una vía de escape a sus opresivas circunstancias cuando, durante sus paseos dominicales, conoce a un joven igualmente huérfano y soñador, con quien inicia una relación inicialmente platónica, después carnal, y en cuya descripción Galdós no nos ahorra las cursilerías y la construcción de un lenguaje propio característicos de las parejas de enamorados, sobre todo en los primeros tiempos de fascinación e idealización. Este mundo de ensueño se rompe, infelizmente, cuando Horacio acepta acompañar a su tía a Alicante para una temporada de descanso, y cuando Tristana contrae una enfermedad que le provoca terribles dolores y que lleva a la amputación de una pierna. Desmejorada y recluida nuevamente en casa debido a su discapacidad, Tristana se resigna a perder el amor de Horacio y a casarse con un envejecido Lope. La frase final es un ejemplo de ironía y ambigüedad galdosiana: "¿Eran felices uno y otro? Tal vez".
 
Si creyésemos en la numerología podríamos decir que en esta novela el número fundamental es el tres: además del triángulo de personajes (al que volveré a continuación), la estructura de la novela también es claramente tripartita: unos primeros capítulos en los que Galdós muestra su absoluta maestría en la creación de situaciones y personajes; el núcleo central, compuesto por la relación amorosa entre Tristana y Horacio, en el que Tristana "sale de su capullo" y se convierte en una mujer culta, independiente y con una fuerte personalidad; y el tercer acto, antitético del segundo, que incluye la enfermedad de Tristana, su amputación, la desaparición del amor y ese final anticlimático con Tristana, la "mujer libre", casada con un vejestorio y cocinando dulces conventuales para él. 
 
Con esta estructura, es inevitable pensar que Galdós nos presenta una visión desencantada y escéptica del amor o de la liberación de la mujer. De hecho, una de las grandes cuestiones que plantea la lectura de esta novela es saber si estamos ante una ridiculización de la idea de mujer independiente y libre (esa Tristana que aprende idiomas, pinta, toca el piano, cita a los clásicos y sueña con vivir su vida sin ataduras ni convenciones), o si se trata, más bien, de una constatación de que esa "nueva mujer" todavía no tiene cabida en la España de finales del siglo XIX. Quizás sea relevante recordar que, aproximadamente en la misma época de composición de Tristana, Galdós mantenía una relación apasionada y epistolar con Emilia Pardo Bazán (de hecho Tristana está llena de cartas entre amantes que pueden reflejar las que ambos escritores se intercambiaban, algunas de ellas recientemente publicadas), quien era una de las principales defensoras, en aquel momento, de este modelo de mujer liberada, independiente y profesionalmente activa. 

También el personaje de don Lope resulta interesante (y es algo que Buñuel explotará en su adaptación cinematográfica, alejándose en cierto modo del original de Galdós): como la propia Tristana explica cuando habla de él con Horacio, no se trata de un personaje demoniaco o completamente repulsivo, sino una curiosa mezcla de hombre con un alto concepto del honor y de su propia valía (al estilo de Alonso Quijano o del escudero del Lazarillo), y de viejo verde libidinoso que no tiene reparos en aprovecharse de una jovencita inocente que ha quedado a su cargo. El tercer acto, cuando don Lope ha perdido ya todos sus encantos juveniles y también una buena parte de su hacienda, nos muestra a un hombre que se resiste a ser humillado pero que es capaz de tragarse su orgullo por Tristana (aunque lo haga, quizás, egoístamente, confiando en que ella acabe por resignarse a quedarse con él, lo que finalmente ocurre). 

En comparación con estos dos grandes personajes, el de Horacio parece bastante más desdibujado: podríamos identificarlo con el personaje del "falso aliado" feminista que aparece en otras novelas de la época, como Insolación de la propia Emilia Pardo Bazán (con la que Tristana me atrevería a decir que tiene ciertas conexiones) o Desgarrada de la escritora portuguesa Alice Pestana, que ya reseñé por aquí. Se trata de personajes masculinos que asumen de forma más o menos explícita el discurso y los planteamientos feministas de la llamada "primera ola", pero que acaban traicionándolos para refugiarse en el convencionalismo social.

Volviendo al inicio, no se puede decir que Tristana sea una obra maestra al nivel de ambición o de perfección de Fortunata y Jacinta, pero, dentro de su menor extensión y amplitud, sigue siendo una pequeña joya de la que cualquier escritor podrá aprender, en lo que se refiere a la construcción de personajes o a la estructuración de la trama. Puede ser ideológicamente problemática, por cuanto parece negar (o incluso ridiculizar) la posibilidad de emancipación de la mujer, pero es también, en cualquier caso, un estudio magistral de un triángulo amoroso entre personajes complejos e imperfectos, cada uno a su manera.

viernes, 23 de agosto de 2024

Emilia Pardo Bazán: Insolación

Idioma original: Español  
Año de publicación: 1889
Valoración: Se deja leer

Insolación es una novela breve cuya publicación provocó un verdadero escándalo. Trata sobre doña Asís, una joven viuda, hermosa y adinerada, que es seducida por un apuesto gaditano. 

Emilia Pardo Bazán, siempre contestataria, denunció en estas páginas a la hipócrita sociedad de su época, la cual favorecía al varón y practicaba una doble moral sexual. La escritora se mete, incluso, con aquellos hombres progresistas que solamente apoyaban la causa feminista de palabra.   

La faceta crítica de esta obra es, quizá, su mejor aspecto. Está bien expuesta, pues no resulta panfletaria; además, ha sido integrada en la historia a través del argumento y de las reflexiones de la protagonista y de su amigo Pardo. Sin embargo, una intencionalidad lograda no salva al conjunto. Y, dicho sea de paso, me hubiera gustado que Bazán la abordara sin tantos rodeos.

A fin de cuentas, muchas escenas podrían haberse condensado. O, puestos a respetar su extensión original, podrían haberse enfocado en dar una mayor caracterización de los personajes. La prosa de Bazán tampoco se libra de una reprimenda: es demasiado espesa, sobre todo para estándares contemporáneos. Vale que exhibe un dominio del lenguaje excepcional, vale que está salpicada de enjundiosas reflexiones y bellas metáforas, vale que es una gozada la polifonía que logra plasmar (respeta dialectos o registros de clase varios), pero es innegable que este acabado marcadamente decimonónico se antoja un tanto caduco en la actualidad (puede que ya lo fuera en su época). Insisto: una intencionalidad lograda no salva al conjunto. 


También de Emilia Pardo Bazán en ULAD: Aquí

sábado, 18 de mayo de 2024

Reseña + Entrevista: Ella en la otra orilla y La cigarra del octavo día de Mitsuyo Kakuta

Idioma original: japonés
Título original: Taigan no kanojo (対岸の彼女); Yokame no semi (八日目の蝉)
Traducción: Yoko Ogihara y Fernando Cordobés
Año de publicación: 2004; 2007
Valoración: muy recomendable x 2

Había pensado en escribir reseñas separadas para estas dos novelas, pero opté por presentarlas juntas para presentar la obra de una autora que, en mi opinión, no ha sido suficientemente apreciada fuera de Japón. Aunque Mitsuyo Kakuta es una figura destacada en su país, no ha alcanzado la fama internacional de otros escritores japoneses. A través de estas dos obras —las únicas de Kakuta traducidas al español hasta la fecha— se abordan temas comunes como la maternidad, el papel de la mujer en la sociedad moderna, el aislamiento y las crisis de identidad.

Mitsuyo Kakuta ha escrito numerosas novelas, cuentos y ensayos, algunos de los cuales han sido adaptados a series o películas; por ejemplo, "La cigarra del octavo día" está disponible en Netflix. Además, y es la principal razón por la que soy su fan, Kakuta-san ha llevado a cabo la monumental tarea de traducir al japonés moderno el Genji Monogatari (además de usar un lenguaje simple, sin los honoríficos), la obra fundacional de la novela japonesa. Pero bueno, a lo que los truje.

“Ella en la otra orilla” cuenta la historia de Sayoko, una madre que, a pesar de estar casada (parece ser que los padres desobligados están por doquier), se enfrenta sola a la crianza de su hija, al tiempo que lucha por darle sentido a su vida más allá de los roles de "madre" y "ama de casa". Sayoko decide tomar las riendas de su vida y consigue un trabajo en una empresa de limpieza. Allí se reencuentra con Aoi, la que será su jefa, una vieja amiga de la universidad y presidenta de la empresa. Aoi, soltera y volcada al trabajo y a los placeres, representa un claro contraste con la vida de Sayoko.

La dinámica entre Sayoko y Aoi sirve como muestra de las elecciones (o resignaciones) de vida y las presiones sociales que enfrentan las mujeres en Japón, y por extensión, en todo el mundo. A través de este reencuentro, Sayoko y Aoi comienzan a cuestionarse sus propias identidades y las decisiones que ha tomado a partir de graduarse de la universidad. Los monólogos de Sayoko mientras realiza sus tareas de limpieza aparecen como momentos profundamente conmovedores y reveladores. Kakuta aprovecha estos momentos de aparente trivialidad para explorar las profundidades de la insatisfacción y la resignación de Sayoko. A través de sus reflexiones, entendemos su lucha interna y su sentido de identidad, que se ve continuamente fragmentado entre su rol como madre y esposa, y sus propias aspiraciones personales. Estos monólogos no solo enriquecen la comprensión del personaje, sino que también plantean preguntas sobre el sacrificio, la felicidad y el autoconocimiento. Además, la dificultad que experimenta la hija de Sayoko para relacionarse y hacer amigos le recuerda sus propias luchas del pasado. A medida que Sayoko observa y reflexiona sobre las dificultades de su hija, se enfrenta a sus propios recuerdos de aislamiento y ansiedad social, aunque está determinada a ayudar a su hija a superar estos obstáculos.

Por otro lado, “La cigarra del octavo día” ofrece una historia igualmente compleja sobre los lazos familiares y las consecuencias de las decisiones pasadas. La protagonista, Kiwako, secuestra a la bebé de su amante. Esta decisión desesperada inicia una cadena de eventos que no solo afecta la vida de Kiwako sino también la de la niña y su familia biológica. A lo largo de la novela, Kakuta teje en entramado de emociones y conflictos éticos, explorando situaciones como la maternidad ilegítima y la identidad robada.

Otro de los temas de esta novela, y que es de mi particular interés, son las sectas religiosas, cuyo auge en Japón a partir de la segunda mitad del siglo XX ha sido tema de debate público. Desde casos infames de cultos que recurren al terrorismo y a la violencia, como Aum Shinrikyo, hasta aquellas que mas que preocupación, provocan vergüenza ajena. En este caso, se nos presenta una comunidad religiosa formada exclusivamente por mujeres, la cuales se dedican a una vida de devoción y ascetismo, aunque algunas enfrentan un conflicto interno al cuestionar la legitimidad y las intenciones de su líder. La inserción de este contexto permite a Kakuta explorar cómo las creencias y la fe pueden ser manipuladas y convertirse en herramientas de control emocional y psicológico, principalmente en personas que acuden en momentos de desesperación.

La narrativa de "La cigarra del octavo día" no solo destaca por su intensa exploración de los lazos rotos y la búsqueda de redención, sino también por cómo Kakuta maneja las complejidades de las relaciones humanas entrelazadas con los temas de poder, fe y vulnerabilidad. A medida que la historia de Kiwako se desarrolla, se revelan las capas de su propia lucha interna y deseo de pertenencia, mostrando cómo su acto inicial de desesperación se entrelaza con las vidas de aquellos a su alrededor.

Ambas novelas, aunque distintas en sus tramas, se entrelazan en su exploración de la maternidad y la identidad femenina, ofreciendo una perspectiva empática hacia las presiones sociales que moldean las vidas de las mujeres en la sociedad japonesa contemporánea.

Mitsuyo Kakuta es, a mi parecer, una voz esencial en la literatura japonesa. Sus obras traducidas al español son solo una muestra de su capacidad para contar historias que son a la vez íntimas y universales. "Ella en la otra orilla" y "La cigarra del octavo día" son ejemplos destacados de su talento y son altamente recomendables no solo por su mérito literario sino también por abordar aspectos de la cultura japonesa que frecuentemente quedan marginados en las obras de autores más mainstream.

Kakuta san tuvo la enorme amabilidad de platicar conmigo en persona acerca de sus libros. Aquellos que estén interesados en profundizar en su obra o escuchar las opiniones sobre los temas abordados directamente de la autora pueden checar la entrevista en el link de abajo.



domingo, 6 de agosto de 2023

Malala Yousafzai y Christina Lamb: Yo soy Malala

Idioma original
: inglés
Título original: I am Malala
Traducción: Julia Fernández
Año de publicación: 2013 
Valoración: Imprescindible

Supongo que todos conocemos más o menos quién es Malala Yousafzai y porqué se hizo famosa: en 2012, en su Pakistán natal, a los 15 años de edad fue víctima, con otras dos compañeras, de un intento de asesinato por parte de un talibán cuando volvía del colegio. Sus esfuerzos en pos de la educación femenina e igualdad de derechos le valieron para ser la ganadora del Nobel (en cualquiera de sus categorías) más joven de la historia.

Bien, hasta ahí era básicamente donde alcanzaban mis conocimientos sobre esta pequeña gran mujer: suficientes como para ponerme con su (casi) autobiografía. Narrada siempre en primera persona, la historia empieza de hecho bastante antes del nacimiento de nuestra protagonista, y, al principio, se centra sobre todo en las andanzas de su padre, Ziauddin Yousafzai: permítanme citarlo por su nombre porque se lo merece; al igual que su hija, es de verdad un héroe moderno. El libro es del año 2013, por lo que se acaba poco después del atentado y el establecimiento de Malala y su familia en Inglaterra.

Esta narración de los años anteriores a su nacimiento, o bien referida a sus primeros años de vida, nos sirven para contextualizar e informarnos sobre el estado histórico de Pakistán; no me avergüenza reconocer que era (soy) un completo ignorante sobre este país, muy alejado del mundo hispanohablante. Con esto quiero decir que no es una parte que sobre de la novela ni mucho menos, la considero esencial si su ignorancia es, al menos, comparable a la mía. Permítanme una pequeña reflexión: qué bonito es el mundo a través de los ojos de quién lo ama, nunca creí que en mi vida tuviera ganas de visitar este país, y fíjense, mientras leía (devoraba) este libro casi estaba planeando el viaje (lamentablemente, no creo que lo lleve nunca a cabo).

En cuanto a la vida en sí de Malala,  Ziauddin es el referente sin el cual la (ya no tan) pequeña activista nunca habría surgido: su vida está muy marcada por la existencia de su padre, un maestro y activista por la educación que no duda en arriesgar su vida en innumerables ocasiones por defender el derecho de todos (niños y niñAs, importante esta aclaración) a la educación.

Por si no fuera poco con las catástrofes naturales que periódicamente asola esta tierra en forma de terremotos e incendios (a los primeros nada que alegar, los segundos son culpa, cómo no, de la estupidez humana), la inestabilidad política y la existencia de los talibanes marcan su existencia, y, a la vez, su desgracia.

El 11S es un claro antes y después: la presunta (y real) cercanía de Bin Laden de sus tierras le da alas al ejército pakistaní en alianza con la armada yanqui, lo que desestabiliza la ya de por sí precaria situación de relativo bienestar de los pasthunes, que son el pueblo de Malala y familia. Pero todo puede ir siempre a peor, y la aparición de los talibanes es una clara muestra.

Malala, y sobre todo su padre, debido a su inmensa actividad activista, se convierten en punto de mira de los extremistas, con los que conviven literalmente de puerta a puerta.

Como sabemos, las amenazas se convierten en hechos y dan lugar a la tragedia por la que Malala dio el salto a la fama mundial. Posteriormente, se nos habla sobre la delicada situación por la que pasó, su traslado a Inglaterra y como muchos poderes fácticos mostraron su apoyo. Yo, cínicamente, lo expresaría de otra forma: Malala se había convertido en un símbolo muy rentable.

Nuestro libro se acaba aquí; por lo que sé, a día de hoy nuestra heroína ha terminado sus estudios en Oxford, se ha casado, y sigue – cómo no – practicando su fe. Pero todo esto ya queda fuera de lo abarcado en la autobiografía.

No quería acabar esta reseña sin dedicar un párrafo a realzar el mensaje de que Malala no ha ganado el Nobel de la Paz por recibir un balazo, ni por estar el sitio adecuado en el momento preciso: lo ha ganado por un comportamiento increíblemente valiente, sin dudar en dar la cara (cuando literalmente se la quieren tapar) por la defensa de miles de niñas en todo el globo. De haberse librado del tiroteo seguiría siendo un referente de idéntica altura moral, y por supuesto merecedora ganadora de cualquier galardón. Concedo que, seguramente, nunca habría llegado a ser tan visible, pero eso no es problema suyo, sino de aquellos que solo saltan a la palestra cuando hay un evento lacrimógeno del que aprovecharse y poder calmar, aunque solo sea por un momento, esa molesta erupción que nos sale cuando no podemos obviar la existencia de tantos seres humanos que viven situaciones dramáticas cotidianamente.

En el mundo moderno ya no hay héroes, pero si los hubiera Malala y su padre Ziauddin ocuparían los primeros puestos del escalafón.

sábado, 29 de abril de 2023

Joanna Russ: En huelga contra Dios

Idioma original: Inglés
Título original: On Strike Against God: A Lesbian Love Story
Año de publicación: 1980
Traducción: Elia Maqueda
Valoración: Entre recomendable y está bien

Joanna Russ fue escritora, profesora universitaria, crítica literaria y activista feminista. Si no me equivoco, se la conoce sobre todo por su aportación a la ciencia ficción. También por un ensayo que tuvo mucho eco recientemente, aunque originalmente se publicara durante la segunda ola del feminismo, titulado Cómo acabar con la escritura de las mujeres.  

En huelga contra Dios es una novela de Russ. Trata sobre Esther, alter ego de la autora «inestable (pero guapa) aquejada del Arrebato Indefinible». Esther se corrompe «(debido a la falta de orientación adecuada) hasta convertiste en una militante feminista invertida, neurótica y desesperada.»

El párrafo anterior evidencia tres de las características principales de la obra de Russ: que está permeada por el humor, que su tema principal es el lesbianismo y que analiza la realidad desde una óptica feminista. A estos rasgos hay que sumar otros igual de interesantes: una voz narrativa carismática, un ritmo frenético, una estructura desacomplejadamente caótica, un uso de recursos estilísticos la mar de variados y una crítica social bien canalizada. 

Por lo general, En huelga contra Dios me ha gustado. Se lee de una sentada, tiene una protagonista compleja y abunda en reflexiones que nunca pretenden sentar cátedra o ignorar su naturaleza contradictoria. Quizá le reprocharía al conjunto, eso sí, que le falta memorabilidad, pues uno termina el libro habiéndolo disfrutado, pero sintiendo que el recuerdo de la mayoría de sus escenas y personajes se difumina.


También de Joanna Russ en ULAD: Cómo acabar con la escritura de las mujeres

lunes, 20 de marzo de 2023

Javier Marquina y Jaime Infante: Progenie

Idioma: español

Año de publicación: 2021

Valoración: entre recomendable y está bien

Que sepáis que dentro de 10525 años la especie humana como tal estará compuesta únicamente por mujeres, ya que un virus que se extendió en 2020 (casualidad, oyes) afectó únicamente a los portadores del cromosoma XY, provocándoles espantosas mutaciones que les convirtieron en unos horripilantes monstruos ávidos de carne fresca (pues como ahora, dirá más de una...bueno, sí, pero sin ni siquiera hacer crossfit ni utilizar AXE después de la ducha): lo llamados "mutombres", que son combatidos sin tregua por las guerreras gorgonas. Un día, al volver de una patrulla, la coronel (¿coronela?) de éstas, Etiopía es convocada ante el consejo de Madres que gobierna la ciudad de Nuevo Durango para confiarle una delicada misión: la especie humana ha de abandonar el planeta Tierra por culpa del inminente colapso del Sol, pero antes han de saber qué ocurre con un almacén de simiente -humana, se entiende- con el que han perdido la comunicación y del que depende su supervivencia futura. Así que hasta allá se trasladan la coronel (¿-a?) y su pelotón de aguerridas gorgonas, para encontrarse con...

No voy a contar más para no estropearle la lectura a nadie, pero si alguien está interesado en leer un cómic de acción "diferente", con cierto regusto a Predator o Alien 2, que no dude en acercarse a este libro. Quizá la historia, eso sí, se quede un poco corta, en mi opinión, pero no deja de tener su puntillo, aderezada además por unas ilustraciones en blanco y negro un tanto vintage (de hecho, me recuerdan a las míticas, aunque viejunas, Hazañas bélicas) pese al carácter futurista de la historieta, aunque casa bien con el mismo. 

Otra cosa, si se quiere poner alguna pega, es dilucidar si resulta pertinente que una especie de fábula futuro-feminista sea ideada únicamente por unos maromos señoros señores -encontramos incluso un epílogo del también historietista Toni Fejzula-, como si no hubiera, yo qué sé, alguna dibujante o guionista mujer que hubiese podido aportar su punto de vista al, por otra parte, meritorio cómic... ¿No pueden los hombres hablar de feminismo, por otra parte?¿No deben siquiera, quizás? En fin, no seré yo quien conteste a estas peliagudas cuestiones, pero quien desee intentar hacerlo, aquí tiene un buen y entretenido punto de partida... Buena suerte en el empeño.



sábado, 4 de febrero de 2023

J. C. Devenay & Núria Tamarit: Giganta

Idioma original: francés

Título original: Géante - Histoire de celle qui parcourut le monde à la recherche de la liberté.

Año de publicación: 2020

Traducción: Alba Pagán

Valoración: está bien

Estamos hoy ante una especie de cuento infantil  (o sin especie, directamente lo es) actualizado: aparece, claro, la giganta que da título al libro, llamada Celeste, que fue recogida de bebé en el bosque por unos granjeros, que la criaron junto a sus seis hijos como si fuera una más. También aparecen un caballero, una bruja, un príncipe, un malvado inquisidor, unas sirenas... Aunque, claro, la bruja -llamada, cómo no, Lilith- no es exactamente tal, sino una mujer sabia que tiene un refugio donde empoderar a las chicas que quieran hacerlo; el caballero desfacedor de entuertos  en realidad no puede socorrer a la giganta, por motivos obvios, y las sirenas, en fin, digamos que no son tales...

La historia, en realidad, viene a ser la enésima variante de un bildungsroman (sé que no os gusta el palabro, pero es lo que hay, tetes), combinado, sí se quiere, con un clásico "periplo del héroe"... o heroína, en este caso: Celeste se escapa de su granja en las montañas, porque quiere descubrir el mundo, una vez que sus hermanos ya han partido a buscar sus destinos, y es engañada por un buhonero que quiere sacar partidos de sus peculiares características. A partir de ahí, vive toda suerte de aventuras que le llevarán desde las mazmorras a los más exquisitos palacios, de las carretas de los cómicos de la legua a la celda de un convento de estricta observancia... en fin, no me voy a enrollar, pero podemos encontrar de todo. Sus variadas  aventuras y las personas que va a encontrando en ellas le sirven para ir descubriendo las maravillas de ese mundo del que tenía tanta ansia, pero también sus defectos y peligros. Y, sobre todo, para ir empoderándose como mujer, en todos los sentidos... -en este aspecto, tiene mucho que ver su estancia con la "bruja" Lilith; de hecho, se hace un poco raro que, después de ese proceso de empoderamiento, Celeste acabe por caer en algunas "trampas" para las mujeres tan acedradas como son la esclavitud del matrimonio o de la vida monacal, aunque entiendo que es una manera de hacer avanzar la acción y, al fin y al cabo, cosas más inverosímiles se han visto (en este propio libro, de hecho).

Resulta obvio, pues, que Giganta, además de un cuento de hadas, es una suerte de "novela ejemplarizante" para guiar a las lectoras jóvenes -también puede servir a los chicos, claro está-en su camino por realizarse (no sé si se emplea aún este verbo) como mujeres plenas en todos sus facetas. Es más, no hay que olvidar que el subtítulo del cómic es La historia de aquella que recorrió el mundo en busca de la libertad... Aquí, sin embargo, debo decir que quizás al guionista del mismo se le haya ido un poco la mano con el "aliadismo" -porque las iniciales J. C. de Deveney significan Jean-Christophe-; ojo, que no digo que me parezca mal el discurso, pero cuando éste proviene de un hombre yo prefiero que guarde un cierto pudor, para que no parezca que se le intenta imponer o dirigir a las mujeres la forma de ser feministas.

Las ilustraciones de Núria Tamarit, por último, están llenas de un encanto ingenuo y colorista, que remite -supongo que adrede- a los libros para niños y que refuerza la impresión de que nos encontramos ante una versión moderna de un cuento de hadas. 

viernes, 23 de septiembre de 2022

Reseña + Entrevista: Feminismo e islam. Una ecuación imposible, de Waleed Saleh

Idioma original: Castellano
Año de publicación: 2022
Valoración: Recomendable para interesados (aunque algo obvio)

Feminismo e islam. Una ecuación imposible es un ensayo de Waleed Saleh. Demuestra, recurriendo a las enseñanzas del Corán y la Sunna, cómo el islam considera que la mujer es inferior al hombre. También detalla cómo la cultura islámica, valiéndose de su religión, discrimina, infantiliza, veja y maltrata a las mujeres. 

El libro consta de seis capítulos. Los dos primeros barajan información que ya conocía, mientras que los cuatro restantes ofrecen datos y reflexiones que, en su extensa mayoría, ignoraba. 

Me ha gustado el estilo de Saleh. A veces tiene cierta tendencia a la reiteración, y en ocasiones empaña su argumentación con alguna que otra salida de tono, pero el conjunto está correctamente estructurado, profusamente ilustrado con ejemplos y goza de un saludable sentido del humor.       

Por todo lo dicho, recomiendo Feminismo e islam. Una ecuación imposible. Incluso para las personas que, en líneas generales, ya sabían lo aquí expuesto, me parece que el libro de Saleh supone una aportación valiosa. A fin de cuentas, resume magistralmente todas las injusticias que el islam depara a las mujeres, amén de las múltiples contradicciones e incongruencias que su lógica interna cobija.   


***********************


A continuación adjuntamos un pequeño cuestionario que Waleed Saleh ha respondido con suma amabilidad:

ULAD: Algunos críticos del modo en que el islam trata a las mujeres ensalzan, en cambio, al cristianismo. ¿Crees que hay una diferencia significativa en cómo esta última religión percibe a las mujeres? Te lo pregunto pese a saber que, para ti, «El feminismo es un movimiento (...) liberal y laico», y pese a saber que la pensadora Mona el Tahawy asegura que «Todas las religiones monoteístas están atravesadas por el conflicto entre lo divino y lo femenino, pero ninguna tanto como el islam».  

WS: La mujer en las tres religiones monoteístas es considerada inferior al hombre. El Antiguo Testamento así la vio, la Biblia siguió esta tradición y el islam heredó buena parte de esas consideraciones. La diferencia entre el cristianismo y el islam, en cuanto a la mujer se refiere, es que el cristianismo ha dejado en gran medida en la actualidad las enseñanzas bíblicas que limitan los derechos y las libertades de las mujeres. En cambio, en las sociedades musulmanas su discriminación se manifiesta en las costumbres sociales, en las leyes, en los códigos de la familia y en otros muchos ámbitos. Sucede lo mismo en los sectores ortodoxos de las sociedades de religión judía.

ULAD: ¿Consideras que la visión que los países de mayoría musulmana tienen de la mujer puede acabar extendiéndose por otras latitudes? Imagino que sí, pues dices, por ejemplo, que «El territorio europeo tampoco se ha salvado de estas consideraciones», o que el islam intenta «influir en sociedades pertenecientes a otras religiones o simplemente laicas para cambiar su modo de vida».

WS: Los individuos y grupos conservadores, incluso los que se conocen como "comunidades musulmanas" afincadas en países donde no existen mayorías musulmanas, intentan llevar las prácticas y costumbres que marginan a la mujer a los países de acogida. Algunos padres obligan a sus hijas a llevar el hiyab, no permiten que participen en actividades deportivas, especialmente la natación o hacer excursiones con los compañeros de clase. Esta actitud perjudica a la alumna porque la aísla y la excluye del resto de los alumnos y tiene unas consecuencias negativas para su crecimiento y su formación.

ULAD: ¿A qué se debe el desconocimiento occidental de las mujeres relevantes en la lucha contra la tradición islámica?

WS: El mundo occidental, lamentablemente, se ha preocupado por sus intereses en su relación con los países de mayoría musulmana. Intereses políticos y económicos. No ha tenido reparo en aliarse con dictaduras y sistemas antidemocráticos para garantizar estos intereses. El mundo político, incluso el académico, se ha sentido más cómodo con las clases conservadoras del mundo árabe e islámico que con los liberales y librepensadores. Muchos ciudadanos a nivel individual y grupal luchan contra las normas y las leyes injustas en sus países, pero su labor apenas tiene eco en los países occidentales porque o bien son ignorados o tratados con indiferencia.

ULAD: A tu juicio, ¿qué podemos hacer desde Occidente para ayudar a que la igualdad entre sexos se instale en países regidos por el islam? 

WS: Occidente puede hacer mucho. Puede apoyar a las organizaciones civiles, liberales y laicas. A las asociaciones feministas que luchan para conseguir la igualdad entre los sexos y para abolir las leyes que perjudican la vida de la mujer. Los gobiernos pueden actuar regidos por la ética en sus relaciones con los gobiernos de estos países. Pueden presionarlos condicionando su cooperación si no mejoran las condiciones de vida de la mujer. No venderles tecnología o armas antes de introducir los cambios necesarios para la eliminación de todo tipo de desigualdades que afecta seriamente a la mujer y su rol en la sociedad. En definitiva, exigir medidas democráticas porque la situación de la mujer está vinculada intrínsecamente a la democracia.

ULAD: Cito a Sophie Bessis para lanzarte a ti sus inquietudes: «¿Cómo librarse del yugo de una tradición establecida por el discurso religioso que asfixia a todos, hombres y mujeres por igual, aunque los primeros tuvieran el poder? ¿Cómo independizarse de un Dios al que se había privado de espíritu y se había convertido, con el paso de los siglos, en un meticuloso escribano de lamentables prohibiciones?»

WS: Los sistemas políticos en la mayoría de los países árabes y de mayoría musulmana hacen que tanto hombre como mujeres sufran por la falta de libertades, de derechos y de igualdad en las oportunidades. Pero lo cierto es que la mujer sufre más por ser víctima de algunos valores religiosos y sociales que se traducen en forma de trato en el hogar o en la calle, en las leyes y los estatutos personales. El poder de la religión representada por sus guardianes tiene mil y una forma para controlar a la sociedad, explotarla emocional, económica, política y socialmente. Por lo tanto, para liberarse del yugo de todas estas fuerzas solo queda la lucha generalizada y prolongada para conseguir el cambio deseado.

miércoles, 1 de junio de 2022

2x1: El coche de Intisar e Intisar en el exilio de Pedro Riera, Nacho Casanova y Sagar

Pregunta: ¿Qué sabemos de Yemen? Es decir, ¿qué sabemos aparte de que es un país árabe donde hay una guerra y que le viene muy bien a los tuiteros, tertulianos y demás opinadores contemporáneos que quieren demostrar que son más virtuosos que los demás ("si condenas la invasión de Ucrania sin haber condenado antes la guerra de Yemen es porque eres un hipócrita eurocentrista vendido al capitalismo..."); pero vamos, dudo que muchos supieran ubicar el país en un mapamundi (una pista: Península Arábiga, abajo a la izquierda), no digamos ya explicar lo que pasa allá... Tampoco os voy a mentir: mi conocimiento sobre Yemen era y sigue siendo bastante limitado. O mejor debería decir que era casi nulo y ahora es escaso o limitado pero incipiente, gracias a estas dos novelas gráficas con guión de pedro Riera y protagonizadas ambas por Intisar, una joven inteligente y tozuda que representa a todas aquéllas que sufren, aunque también tratan de rebelarse en lo posible, el apabullante machismo de la sociedad en la que les ha tocado vivir. Vayamos a conocerla:

Idioma original: español

Año de publicación: 2011

Valoración: recomendable

El coche de Intisar nos cuenta la vida cotidiana, antes de la guerra, de una joven yemení de espíritu independiente que, sin embargo, se ve constreñida por las leyes y costumbres, de un machismo extremo, que rigen en su país, donde existe de facto un apartheid que separa en la mayor medida posible a hombres y mujeresw. intisar trata de arañar todas las parcelas de libertad que puede, gracias, en parte, a su posición acomodada, al ser la hija de un rico hombre de negocios, aunque también a espaldas de éste: trabaja de anestesista en un hospital, conduce un Toyota Corolla por las calles de Saná -y no se priva de hacer carreras con los conductores varones que se pican al ser adelantados por una mujer- y se resiste a casarse, el destino que, en principio le está reservado a toda mujer yemení, un en contra de su voluntad... Pero, sobre todo, sueña con poder largarse de su país a otro lugar más abierto.


El libro está dividido en episodios cortos, en los que se nos van dando cuenta de diversas circunstancias de la cotidianeidad de Intisar, anécdotas de diferentes personajes, etc. que  resultan bastante entretenidas y hasta divertidas, pese a que el contexto general en el que se desarrollan sea , obviamente, penoso. Las ilustraciones, en blanco y negro -o blanco y sepia-de Nacho Casanova, son más complejas de lo que da a entender su aparente sencillez, sobre todo en lo referente a la composición de la página, y están, por lo que cuenta él mismo en uno de los interesantes contenidos adicionales al final del libro, muy bien documentadas gracias al material que obtuvieron pedro Riera y su esposa durante un año de estancia en Yemen, en el que también consiguieron el testimonio de distintas mujeres que, combinadas, sirvieron para componer el personaje de Intisar.


Idioma:
francés

Título original: Intisar en exil  
                 
Año de publicación: 2018
    
Valoración: recomendable 

Continuación de El coche de Intisar, con la peculiaridad de haber cambiado de ilustrador e incluso de país e idioma de publicación original, en este caso Francia. Aun siendo, como digo, obra de otro ilustrador, Sagar, con un estilo muy diferente al de Casanova -más dinámico y detallado, además de a color-el libro cuenta con los mismos personajes del anterior y una estructura similar, a base de capítulos cortos. En esta otra novela gráfica Intisar se ha exiliado en Jordania, junto a su familia, debido a la guerra que se desarrolla en Yemen desde 2014, y desde allí, además de seguir instruyéndonos en las circunstancias y costumbres de su país, nos cuenta su nueva cotidianeidad, con sus alegrías y pesares, pero también la de sus compatriotas que se han quedado en su país  sufriendo la guerra (que consiste en un batiburrillo de bandos por motivos políticos, tribales o religiosos que combaten o se alían entre sí, mientras Arabia Saudí y los EAU, con el beneplácito de las potencias occidentales,  les bombardean, así como a la población civil). Eso sí, la situación de las mujeres yemeníes sigue siendo pésima, aunque a raíz de su participación en las protestas de la mal llamada -según Intisar- "Primavera Árabe" y de las actividades en el exilio, algún resquicio parece haberse abierto en la pétrea misoginia imperante. Ante esta peliaguda situación, Intisar se debate entre el amor/odio que le inspira su país, su ansia de libertad y las obligaciones familiares, aunque sigue siendo tan deslenguada y cabezotas como siempre. Los autores, por cierto, dejan una puerta abierta a una tercera parte de sus aventuras, o eso parece...

Destacar, por último, las muy interesantes explicaciones del epílogo de Aliéne Benoist sobre los distintos actores de la guerra en Yemen, que resultan de gran ayuda para la comprensión por parte de los lectores occidentales de lo que ocurre en aquel país, que nos pilla un tanto a trasmano, por más que oigamos hablar de él.







martes, 8 de marzo de 2022

Reseña a cuatro manos. Día de la Mujer. La revuelta de las putas, de Amelia Tiganus

Idioma original: español

Año de publicación: 2021

Valoración: Muy recomendable



De víctima a activista es el subtítulo de este ensayo tan necesario en los tiempos que vivimos. Ya desde la portada se muestra claramente el enfoque que la autora ha querido dar a su trabajo: la frase califica desde el principio la realidad de una situación, conocida de primera mano por ella, contradiciendo a todas esas voces –interesadas o culpablemente ingenuas– que consideran la prostitución un trabajo como cualquier otro. Además, el término activista señala la actual ocupación de la autora, que podría resultar ambiguo si no conociésemos previamente su seriedad y dedicación a ese compromiso autoimpuesto. En tercer lugar, el diseño, tan particular, abundando en esa actitud combativa, pretende ser un toque de atención, que volvamos la cabeza al pasar por la librería y asumamos de un vistazo el gran drama en el que están inmersas las mujeres más vulnerables del planeta. Ellas y, en consecuencia, todas las mujeres, ya que la prostitución a gran escala es una estrategia más del dominio que ejerce un sexo sobre el otro. Si esto les parece una exageración sigan leyendo, o mejor, lean a Tiganus, y no les quedará ninguna duda.

Coincidimos por completo con el prólogo de Rosa Cobo Bedia. Efectivamente, gran parte del valor de este texto radica en que quien lo ha escrito conoce de primera mano el medio que describe, pero también, y sobre todo, en el tono empleado, ya que no se recrea en situaciones amargas sino que las esboza y pasa de largo adoptando una actitud constructiva. “Son palabras de quien ha logrado sobrevivir al infierno, pero también de quien un día abrazó el feminismo porque encontró en él las palabras y los conceptos que transformaron su experiencia individual en un hecho político”. Nada mejor que estas palabras para calificar un texto cuya escritura no ha debido resultar nada fácil.

Esperábamos mucho de esta obra, sabíamos que nos conduciría a lugares donde no hemos estado nunca y aclararía las zonas oscuras, las contradicciones de lo que leemos y escuchamos sobre un asunto tan controvertido. Y aun así la estábamos subestimando. Porque no se trata de un mero testimonio. De hecho, tal como explica la prologuista, pasa casi de puntillas por los hechos, enumerándolos pero sin recrearse en detalles, extrayendo de todo ello consecuencias y modos de actuación que sorprenden por una claridad y un rigor conceptual no demasiado frecuentes. Por eso, haciendo nuestras una vez más las palabras de Cobo: “Agradezco a  Amelia que no se haya recreado en las experiencias dolorosas y haya utilizado las elipsis para dar paso a una interpretación política de su propia experiencia”.

Para que no haya confusión, hay que aclarar que la delicadeza presente en los fragmentos autobiográficos no disfraza nada, no es ambigua ni amiga de medias tintas, llama a cada cosa por su nombre y lo hace para que algo cambie, para que el abolicionismo deje de ser una reivindicación y se convierta en hecho consumado. Porque ella ya salió pero muchas siguen dentro, es más, el sistema se renueva constantemente exportando carne fresca desde países deprimidos, o no tanto. Es algo que también ocurre en España y puede afectar a cualquier clase social, pues chicas desorientadas o decepcionadas con la vida las hay en todas partes. Si la mujer es el segundo sexo o dicho de otra forma, la otra, las mujeres prostituidas son la otra de la otra, es decir, sin abolición de las circunstancias que perpetúan un sistema claramente injusto nunca desaparecerán las categorías que oprimen a la mitad de nuestra especie. La estrategia es sencilla: en la mayor parte de los casos se priva de recursos intelectuales y económicos así como de los derechos más elementales a esas niñas que están creciendo, así, sin formación ni medios de subsistencia se convierten en carne de cañón de los desaprensivos. Son vulnerables en todos los sentidos, no tienen experiencia, se lo creen todo, en muchos casos han perdido la autoestima debido, entre otros motivos, a violaciones repetidas. Así, inermes ante un mundo despiadado, se les promete el paraíso y aceptan. ¿Es esto consentimiento? Por supuesto que no, es engaño, chantaje y hurto descarado del futuro de las mujeres para lucrarse con toda desvergüenza. 

"Quien es capaz de ver que no puede haber libertad de vender órganos porque eso supone alimentar la desigualdad cultural entre pobres y ricos, y no es capaz de ver que no puede haber libertad de vender el cuerpo porque eso alimenta la desigualdad estructural entre mujeres y hombres y entre las mujeres pobres y ricas, solo demuestra que tiene absolutamente integrado el machismo clasista"

Las redes de la prostitución son amplísimas y muy bien organizadas como corresponde a un negocio multimillonario. Esto es lo que la ensayista narra en primera persona y lo que viven miles de niñas y adolescentes de todo el mundo. Pero el proxenetismo nos engaña –más bien nos narcotiza– con el cuento de la libertad individual, y nos tragamos el argumento porque es más cómodo no enfrentarse a una realidad tan cruel.

Una vez se ha conseguido recluir a las víctimas en lo que Tiganus denomina campos de concentración, el argumento para mantenerlas sometidas sin necesidad de vigilancia no deja de ser ingenioso: “sé lista”, aprovéchate de ellos, gana todo el dinero que puedas en el menor tiempo posible y pronto tendrás medios para vivir sin problemas económicos. Pero este argumentario es, desde luego, una trampa ya que ellas tienen que pagar todos los gastos que genera su actividad además de cancelar una supuesta deuda que no se agota nunca. Así se les incluye en una cadena perversa de la que necesariamente forman parte. Debilitadas por el alcohol y las drogas se convierten en el último eslabón, en cómplices del proxeneta que las convierte en aliadas para que rivalicen entre ellas en lugar de apoyarse. No obstante, el abuso se disfraza con la ficción de la profesionalidad: hay que vestirse y arreglarse para gustar, hablar y moverse suavemente, sonreír, en una palabra, complacer al putero a costa de olvidarse de sí mismas. Pero este tipo de consumidor no está determinado genéticamente, lo fabrica la pornografía apoyada por el aplauso social. Tiganus los divide en tres tipos: putero "majo", (insoportable), putero macho (antipático) y putero misógino (peligroso). Por cierto, su número aumenta y cada vez son más jóvenes. Y todo esto con la complicidad del Estado, sin ella España no se habría convertido –como tristemente se repite una y otra vez en prensa y este ensayo lo ratifica– en el prostíbulo del continente europeo.

“El tiempo se detiene, la mente se separa, el alma se esfuma y tu cuerpo solo intenta sobrevivir”

Pero el asunto es mucho más complejo de lo que imaginamos si nos fijamos únicamente en esta frase o nos dejamos llevar por los prejuicios. La autora nos recuerda que el sometimiento de las mujeres es general, que unas tienen un único dueño (o dueños sucesivos) y otras, las prostituidas, son propiedad de todos. ¿Y qué pasa con las solteras? Pues que el reconocimiento social es mucho menor, y aunque hoy día nadie se atreva a confesarlo sigue siendo así. En definitiva, el orgullo de la puta existe porque se les educa para que lo sientan: “somos sumisas y soberbias a la vez”, se llegan a sentir privilegiadas en comparación con las decentes pues ellas saben aprovechar su poder femenino, sus encantos. Una distorsión que extraña menos si analizamos todo el proceso de reclutamiento y lavado de cerebro al que se las somete y que desde fuera no se entiende, pero todos estamos sometidos a distorsiones: por época, sexo, edad etc. que vistas con perspectiva resultan igual de incongruentes. Por ejemplo, quienes sufren violencia de género experimentan algo muy parecido. Por eso insiste en la necesidad de un diálogo entre mujeres sin prejuicios ni condescendencias, solo así se entendería que la subordinación afecta a todas.

“Dentro de la enajenación, a las mujeres privadas “les pone” limpiar, cuidar, cocinar, criar y servir a su familia. No es que lo disfruten per se, sino que es la única forma de ser vistas y valoradas, aunque siempre infravaloradas. Un falso poder. (…) Dentro de la enajenación, a las mujeres públicas “les pone” ofrecerse, insinuarse, follar y servir sexualmente a los hombres. No es que lo disfruten per se, sino que es la única forma de ser vistas y valoradas, aunque siempre infravaloradas. Un falso poder.”

Un razonamiento que sorprenderá a algunos porque no se puede entender más que desde una perspectiva feminista, es decir, situándose en un estricto punto medio donde nadie lleve la batuta. Y aquí llega la parte luminosa de un discurso en el que nadie se libra, ni los que se lucran del negocio ni las propias mujeres prostituidas ni ningún sector de la sociedad, aunque en cada caso las responsabilidades sean muy distintas. La conciencia feminista liberó definitivamente a Amelia, su activismo le proporcionó un objetivo más allá de la vida cotidiana y le ayudó a clarificar ideas. Así conectamos con el título, porque este ensayo nos interpela directamente: no habrá triunfo feminista si no hay colaboración entre mujeres, pues “será la revuelta de las putas la que propicie el fin del patriarcado.


También sobre esta obra: Entrevista con Amelia Tiganus

sábado, 26 de febrero de 2022

Helen Weinzweig: Vestido negro y collar de perlas

Idioma original: Inglés
Título original: Basic black with pearls
Año de publicación: 1980
Traducción: Vanesa García Cazorla
Valoración: Bastante recomendable

Esta novela no es lo que parece. Empezando por una cubierta que recuerda a Audrey Hepburn en Breakfast at Tiffany's, "Vestido negro con collar de perlas" engaña. O tal vez no. En sus primeras páginas hallamos dos amantes, uno de ellos espía, códigos secretos, identidades falsas, disfraces, pistas, viajes en el espacio y en el tiempo... Todo ello para narrar, en apariencia, la historia de una relación extramatrimonial, la búsqueda permanente de algo más seguro.

Pero en uno de los viajes, Shirley Kaszenbowski va a parar a Toronto, ciudad en la que vivía con su marido y sus dos hijos y que está minada por los artefactos explosivos de la memoria. En su constante vagabundeo por la ciudad a la espera del encuentro con su amante (todo un arte eso de la espera), pasado y presente comenzarán a mezclarse en un permanente ida y vuelta que provocará un giro radical (o tal vez no tan radical, según se lea) en la novela ya que lo que parecía una búsqueda "exterior" se convierte en una búsqueda "interior" y lo que era una novela de "misterio" en el más amplio sentido de la palabra se convierte en la intimista novela de formación (y da igual que ella tenga ya más de 40 años, que parece que las novelas de formación tienen que ser de jovencitos) de su protagonista.

O quizá yo esté equivocado (es posible) porque Shirley no resulta una narradora fiable y algunas pistas que va dejando a lo largo del texto, narrado en primera persona, sugieren que algo puede no funcionar del todo bien.

Esta escasa fiabilidad de la narradora hace que la novela haya de ser leída con cierta atención, al tiempo que confiere al texto un carácter fragmentario y entrecortado, abierto a diferentes lecturas. Ahí radica una de las principales virtudes del texto: en esa multiplicidad de posibles lecturas tanto en forma como en fondo, favorecidas por la adopción por parte de la autora de una postura más "sugerente" que "explicativa". Además, la magnífica exploración del mundo interior de una mujer ya adulta con una vida perfectamente reconocible hace de este "Vestido negro y collar de perlas" una lectura más que recomendable. 

martes, 22 de febrero de 2022

Mikki Kendall: Feminismo de barrio

Idioma original: inglés
Título original: Hood Feminism: Notes From the Women That a Movement Forgot
Traducción: María Porras Sánchez
Año de publicación: 2021
Valoración: muy recomendable


Como en todo movimiento social de amplio alcance, hay diferentes vertientes y formas de afrontar los problemas o desigualdades que pretende combatir. Y no siempre es fácil centrar y focalizar las necesidades a cubrir porque no todos los vectores implicados coinciden en establecer cuáles deben ser las prioridades. Mikki Kendall pone foco en ello reflejando que a menudo el feminismo “dominante” deja de lado los colectivos marginalizados para intentar mejorar aspectos que afectan especialmente a su clase y no a los más vulnerables. Y, fiel a su estilo contundente, propone y critica a partes iguales abriendo de esta manera la mirada hacia un feminismo más amplio que tenga en cuenta todas las necesidades.

Ya en la introducción, la autora pone de relieve sus orígenes, dejando bien claro la educación que recibió especialmente por parte de su abuela, quien «decretó que sus cuatro hijas (…) estudiaran (…) en la familia a nadie se le ocurrió la posibilidad de abandonar los estudios», así como la constatación de las irregularidades de un movimiento que pretendía abarcar todas las mujeres, aunque sin llegar a conseguirlo, y que retrata afirmando que «mi abuela nunca se describió como feminista. Nacida en 1924, después de que las mujeres blancas consiguieran el derecho a voto, pero criada en plena segregación racial bajo las leyes Jim Crow, la abuela no veía aliadas ni hermanas en las mujeres blancas», pues «ella nunca se identificó con esa etiqueta» debido a que «gran parte del discurso de las feministas de su época estaba plagado de suposiciones racistas y clasistas sobre las mujeres como ella». Ese espíritu inconformista de su abuela dejó una impronta en ella, pues «mi abuela me enseñó a ser crítica con cualquier ideología que afirmase que querían lo mejor para mí si quienes la enarbolaban no me preguntaban qué quería o qué necesitaba yo».

Kendall es contundente en su relato y se siente orgullosa de sus convicciones y la manera en que reivindica sus derechos, pues afirma que «soy la feminista a la que la gente recurre cuando ser dulce no basta, cuando decir las cosas con amabilidad, una y otra vez, no funciona» (…) «mis gritos hacen que la gente asome la cabeza del hoyo (…) de esto va este libro» porque «el feminismo es algo más que teoría crítica (…) es el trabajo que tú haces y por quién lo haces» y, desgraciadamente, «rara vez se habla de las necesidades básicas como una cuestión feminista. Problemas como la inseguridad alimentaria, el acceso a una educación de calidad, la atención médica, unos vecindarios seguros y unos sueldos dignos también son cuestiones feministas. El lugar de crear un marco destinado a que las mujeres consigan tener cubiertas sus necesidades básicas, estos textos a menudos se centran en fomentar el privilegio, no la supervivencia» porque «desde su concepción, el feminismo dominante ha insistido en que hay mujeres que tendrán que esperar más por la igualdad, que una vez que un grupo (las mujeres blancas, casi siempre) logre la igualdad, entonces abrirá el camino a todas las demás. Sin embargo, cuando llega la hora de la verdad, el feminismo blanco dominante suele fallar a las mujeres de color» y no únicamente a las de color, sino que la autora también critica que «el apoyo de las feministas blancas a las cuestiones que tienen un impacto directo en las vidas de las mujeres trans siempre ha sido mínimo, si es que alguna vez existió (…) Ver el feminismo como una opción de talla única es perjudicial, porque aliena a las personas a las que debería servir, no logra apoyarlas».

Partiendo de este enfoque, Kendall toca muchos aspectos que debería tratar el feminismo (y hacerlo en primer lugar) pero que parecen dejados de lado. Así, el relato trata, de manera exhaustiva y pormenorizada los siguientes temas:

  • Racismo, pues Kendall reivindica «un enfoque interseccional en el feminismo» que pase por «entender algo que el feminismo dominante suele ignorar: que las mujeres negras y otras mujeres de piel oscura son siempre los canarios en la mina del odio».
  • Violencia de género: «en un enfoque centrado en la víctima, los deseos, la seguridad y el bienestar de esta son prioritarios. El feminismo centrado en la víctima debería aunar servicios especializados, recursos, competencias interculturales e, idealmente, conocimientos sobre trauma, para atender las necesidades de aquellas que pasan por experiencias traumáticas como testificarán, denunciar o ir a juicio (…) se trata de capacidades imprescindibles para generar relaciones de confianza con las supervivientes, cubriendo sus necesidades y ayudándolas a sentirse seguras y protegidas (…) Debemos corregir nuestra forma de pensar sobre quién merece ser apoyada, dejar de creer que después del juicio todo se arregla». Por ello, hay que luchar contra ello de manera transversal porque «sí, la violencia de género es una cuestión claramente feminista, pero es un espacio donde la raza y la clase no sólo han dividido los recursos y los medios, sino que entran en juego toda una serie de -ismos que divide la atención a las personas en riesgo. Ya sea transfobia, antinegritud, islamofobia o xenofobia, no existe una forma unificada y efectiva de enfrentarse a la violencia de género que sea realmente inclusiva».
  • Derecho a portar armas: «La historia de los Estados Unidos ha sido definida por su violencia; cuando nos hemos planteado qué hacer con ella, la solución ha sido contratar fuerzas del orden cada vez más y mejor armadas para contrarrestar a los criminales armados. Hemos llevado armamento de guerra a las calles y a las casas de los civiles, cuando estos no tienen ni idea del daño que pueden causar, ni de que la escalada de violencia nunca es la solución» que constata afirmando que «las muertes por arma de fuego son ahora la segunda causa de muerte entre la infancia estadounidense» (algo que ya vimos en «Un día más en la muerte de Estados Unidos», de Gary Younge). La autora afirma igualmente que «las balas que no me alcanzaron me cambiaron igualmente (…) a menudo he reaccionado a las cosas más banales de una forma que resultaría exagerada ante personas que no han crecido bajo la amenaza de la violencia armada. La supervivencia en las comunidades donde la violencia armada es constante pasa por la hipervigilancia y la ansiedad», sin olvidar que «la presencia de un arma en una situación de violencia de género hace que sea cinco veces más probable que la mujer sea asesinada (…) Aunque nos solemos centrar en el impacto que sufren los jóvenes expuestos a la violencia armada, las chicas también se ven afectadas, y mucho».
  • Gentrificación: «No creo que un grupo numeroso de cuerpos negros sea sinónimo de criminalidad, pero sé que la gente que alaba las bondades de la gentrificación sí lo piensa (…) Cuando molestar a un vecino nuevo conlleva el riesgo de que te peguen un tiro, la pregunta no es si la violencia armada es una cuestión feminista; la cuestión es por qué el feminismo dominante no hace nada por abordar el problema».
  • Pobreza: «Tratamos la pobreza como si fuera un crimen, como si las mujeres que la experimentan tomaran mal las decisiones que les afectan a ellas, a sus hijas e hijos a propósito. Ignoramos que no tienen opciones a su alcance, que deciden sin red». Esto afecta a la prostitución, como única vía posible para conseguir ingresos, pero también a la alimentación “sana”, pues «a veces la comida a tu alcance es la de las gasolineras, las licoreras y los restaurantes de comida rápida, no dispones de una tienda de alimentación ni de una cocina». Es un tema que el feminismo debe abordar, pues «un 66 por ciento de los hogares estadounidenses donde se pasa hambre son monomarentales» por lo que «no se puede ser feminista e ignorar el hambre, especialmente cuando tienes el poder y los contactos necesarios para introducirla en la agenda política» y que a menudo las soluciones aplicadas no sirven, pues «los impuestos a los refrescos afectan sobre todo a las personas que tienen menos opciones, porque las opciones ‘saludables’ son casi siempre las más caras en los desiertos alimentarios».
  • Abusos: la autora también trata la violencia de género y la revictimización de las mujeres, pues «factores como la ropa que llevabas, si habías bebido o el desarrollo de tu cuerpo de emplean para justificar la violencia sexual (…) Cualquier sistema donde los derechos humanos básicos dependen de un patrón de conducta concreto enfrenta a sus posibles víctimas unas con otras y solo beneficia a aquellas que se aprovecharán de ella». También el racismo es un aspecto relevante y la sociedad tiene gran parte de culpa en ello, pues presentar a «las mujeres negras y latinas como mujeres promiscuas, a las nativas americanas y las asiáticas como sumisas y a todas las mujeres de color como seres inferiores legitima el abuso sexual» (algo que también apuntaba Ibram X. Kendi en «Marcados al nacer»). Por si fuera poco, además de esta doble victimización, también existe el desamparo al que son sometidas las mujeres, pues «cuando alentamos a que las víctimas acudan a la policía, pero ignoramos que el segundo delito más habitual entre policías es la agresión sexual, ¿cómo contribuimos a que las víctimas se sientan más seguras?».
  • Respetabilidad: Kendall critica que para gran parte de la sociedad solo quienes tengan una vida respetable merecen los derechos, pues «se supone que debemos ajustar nuestro comportamiento constantemente para evitar los estereotipos racistas, clasistas y sexistas con los que los etiquetan desde fuera» (algo que recuerda a «Los cinco de Finkelstein», uno de los relatos de «Friday Black» de Nana Kwame Adjei-Brenyah). Por ello, la autora afirma que, «el color de la piel continúa siendo el criterio más evidente que determina cómo se trata a una persona».
  • Supuesta “fiereza” atribuible a las mujeres negras: la autora afirma que «adoramos a Serena Williams hasta que se muestra enfadada cuando desafía a un sistema que la acosa sin parar mediante controles antidopaje y llamadas de atención dudosas de los jueces de línea. Entonces pensamos que está demasiado enfadada y que necesita calmarse. Son guerreras, pero por lo visto no del tipo adecuado» (algo que ya apuntaba Claudia Rankine en «Ciudadana»).
  • Escolarización y racismo: Kendall también denuncia la discriminación en los centros escolares a través de informes de mala conducta, pues «ante una conducta idéntica la dirección suele sancionar más a sus estudiantes de color y menos a sus estudiantes blancos». Por ello, «los estudiantes negros son expulsados de manera temporal o permanente con tres veces más frecuencia que los blancos» y «el 70 por ciento de los estudiantes arrestados o derivados a la policía en el colegio son negros o latinxs. Aunque sólo el 16 por ciento de la población escolar es negra, tienen una alta incidencia en arrestos y aglutinan aproximadamente el 31 por ciento de los arrestos relacionados en el ámbito escolar».

El libro que ha escrito Kendall es una poderosa herramienta para evidenciar que la ideología blanca excluye del debate o ningunea otros feminismos provenientes de experiencias diferentes. El relato construido obvia una parte importante y centra su discurso en preocuparse principalmente por la etnia y clase dominante. Así, el texto de Kendall pone foco e incide en este aspecto, poniendo de relieve las diferencias pero también la necesidad de salvar las distancias y unir la lucha en sus diferentes áreas y aspectos empezando por cubrir las necesidades básicas. Bien es cierto, y cabe decirlo, que su visión y discurso está muy basado en sus experiencias y, por consiguiente, la visión desde su territorio, por lo que aspectos como el derecho a las armas es algo que puede que nos quede lejos legislativamente, aunque conceptualmente es próximo a todos.

Kendall aboga por hacer frente común a pesar de las diferencias, porque «ser aliada es solo el primer paso, el paso más sencillo. Es un espacio donde alguien que ostenta el privilegio comienza a aceptar las dinámicas imperfectas que constituyen la desigualdad». Así, la autora pone de relieve que «cuando somos copartícipes hay espacio para la negociación, el compromiso e incluso, a veces, para la amistad verdadera. Construir estas conexiones lleva tiempo, esfuerzo y voluntad para aceptar que algunos espacios no son para ti». La autora confía en ello, afirmando que «sé que podemos llegar a un lugar donde podamos abrazar las diferencias en lugar de fingir que la libertad se alcanza borrándolas», pero cabe empezar por cubrir las necesidades básicas puesto que «solo será verdaderamente posible proporcionar cambios feministas si el feminismo dominante trabaja para combatir la discriminación en todas sus formas, ya sea por género, clase o raza. La verdadera equidad comienza una vez que todo el mundo tiene las necesidades más básicas cubiertas» y para ello es imprescindible un acto de humildad y valorar cada paso, porque «a veces la solidaridad es así de simple. Da un paso adelante, tiende la mano a quien está atrás y continúa avanzando».