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domingo, 29 de marzo de 2020

Zoom: El gato negro, de Edgar Allan Poe

Idioma original: inglés
Título original: The Black Cat
Año de publicación: 1843
Valoración: Recomendable

No creo desvelar nada nuevo si digo que la literatura de terror no se encuentra precisamente en mi zona de confort, y por tanto quizá no me es fácil apreciarla debidamente. De Edgar Allan Poe había leído algunas cosas anteriores, creo que Los crímenes de la calle Morgue, Los hechos del caso de M. Valdemar y puede que alguna más. Los relatos de Poe son tan conocidos y se han prodigado de tantas maneras que seguramente conocemos muchos de ellos, por leídos o vistos en alguno de sus formatos, sin conciencia de quién es su autor. 

El gato negro es un relato muy breve, que reúne pequeñas gotas de distintos subgéneros, el terror psicológico, la intriga policial, el rollo sobrenatural, hasta algo de gore. El protagonista es un tipo de natural apacible que sufre una transformación brutal empujado por el alcohol, probablemente acompañado de algunas otras circunstancias. El desequilibrio de este sujeto está espléndidamente presentado, narrado en primera persona sin muchos detalles, los suficientes para resultar estremecedor. Y el gato, claro, el gato negro, uno de esos animales llamados a materializar el misterio, la encarnación de fuerzas oscuras, el mal en su forma más refinada. Nada que ver con el inocente pangolín, ya ven ustedes.

La atmósfera de desasosiego se introduce en el lector desde el principio, y sabemos que ocurrirá algo horrible, pero Poe evita que podamos intuir qué es, incrementa la tensión sin dar ninguna pista, porque se reserva  con celo las escenas de mayor desgarro. El resultado es una cierta desazón, el cóctel entre la certeza de la catástrofe y la incertidumbre sobre su naturaleza. 

La deriva psicológica del protagonista es el combustible de la tragedia. Él lo cuenta, apesadumbrado, sí, pero con la pausa y la frialdad necesarias para transmitir fielmente el proceso. Aparte de este personaje, sólo el gato tiene entidad para ocupar parte de la escena, lo demás es por completo secundario, casi inexistente, incluida la esposa del protagonista, limitada a ser objeto, no sujeto, de la acción. Esta concentración de figuras –el actor único y el gato antagonista- hace más claustrofóbico el desarrollo de la narración, como si nada importase al margen de ellas dos, un extraño combate exclusivo entre la furia humana y un poder misterioso, posiblemente maligno, no está claro.

Es indudable que Poe tiene un instinto especial para narrar este tipo de historias. Dosifica los elementos, los mezcla y alterna según los tiempos, el lenguaje no interfiere en la misión (esa sobrecarga de adjetivos que acompaña a Lovecraft, por ejemplo) y resulta moderno, limpio, eficaz. Un puñado de páginas que se leen sin sentir pero que dejan una incomodidad, la sensación de habernos movido por atmósferas insanas, de haber asistido a la eclosión de la maldad, al imperio de la violencia, la sinrazón, la venganza. Quizá hasta alguna forma de justicia ciega.

También de Edgar Allan Poe en ULAD: Berenice / LigeiaNarraciones extraordinarias

jueves, 26 de septiembre de 2019

Eider Rodríguez: Un corazón demasiado grande


Idioma original: Vasco
Título original: Eta handik gutxira gaur. Haragia. Katu jendea. Bihotz handiegia.
Año de publicación: 2004, 2007, 2010, 2017
Traducción: Al catalán; Pau Joan Hernàndez. Al castellano; Eider Rodríguez, Zigor Garro, Lander Garro.
Valoración: Muy recomendable

La lectura de la veintena de estos relatos breves de Eider Rodríguez depara una sensación rara, inquietante. Por una lado, la propia configuración del género, del formato del cuento, que juega con lo explícito, que no lo explicado. Con lo apenas revelado y no con lo detalladamente inventariado. Y por otro, la punzante capacidad de la autora para moverse entre las paradojas de la cotidianeidad, por señalar las casi imperceptibles grietas adheridas a la fachada de aparente normalidad que exhiben los protagonistas, sus circunstancias, sus confortables casas y familias. Una realidad contradictoria, enrevesada y sutil, hecha de cariño y desprecio, de belleza y de enfermedad, de soledad y de complicidad, de sobrentendidos. Y malentendidos.

En el relato que da título al libro, las metáforas resultan, en mi opinión, un tanto evidentes; el corazón incapaz de funcionar debido al atasco de los conductos que deberían alimentarlo, el limonero moribundo y seco al que el traslado proporciona nuevos brotes, el disfrutar de un verano excepcionalmente largo. Está también la tesitura por la que se desliza la protagonista, a quien su hija empuja a tomar el cuidado de su padre enfermo -su ex pareja,  con la que apenas ha tenido contacto en los últimos veinte años- circunstancia que le aboca a afrontar una inesperada inmersión en su propio detritus emocional. Un precario equilibrio entre lo que pensamos que debe ser hecho, lo que hacemos por un ser querido y lo que sencillamente hacemos porque sí, por darnos el gusto. Un pulcro lodazal en el que chapotear con la sonrisa fatigada, entre la compasión y el patetismo, donde aprender a quererse cuidando del otro, donde resistirse a amar, y a odiar, y donde los momentos álgidos apenas son el preludio de un nuevo hundimiento. Todo eso –recuerden, más explícito que explicado- puede caber en un corazón demasiado grande.

Las narraciones de Eider Rodríguez (Rentería, País Vasco, 1977) sobrevuelan un cierto grupo y ambiente social, esa clase media desahogada materialmente  y emocionalmente cochambrosa. Hay fragilidad en los niños y en los viejos, en los enfermos, en los heridos, en los gatos, y hay solidez en las casas que habitan, espaciosas, ajardinadas, iluminadas. Capaces de destilar rencor, por ejemplo, hacia esos que no son como nosotros, que se visten y peinan de otra manera, y también comen y hablan diferente, y de acreditar carencias de traca, como la de la joven que piensa que sólo las perdedoras van detrás de los chicos, que ellas no han sido educadas para el amor y que si este apareciese, habría que soportarlo tan bien como fuese posible. 

También hay lugar, parco, recóndito, para la esperanza, como la hija que regala unos pendientes de plata a su madre como símbolo de su afán por abrirle ventanas a su pequeño y recluido mundo, así como para la ironía, como la madre y la hija que intentan huir de su origen social, una a través del estilo, la otra del intelecto. Aunque apenas para la condescendencia, como la mujer que se aleja de la juventud y concluye que el problema no es la belleza, sino dejar de ser alguien que pueda provocar una disputa entre cazadores. Y que sentencia (he leído la versión en catalán): És això, la vida? Això i prou? Y como lector me quedo noqueado, atrapado en esa maravillosa sensación. Rara. Y muy inquietante. Quizás estos ambientes sociales que impregnan los relatos de Un corazón demasiado grande podrían resumirse con una frase que en estos últimos años se ha hecho muy popular aunque me parezca especialmente desagradable: Es lo que hay.

Más reseñas de Eider Rodrígez en Un libro al día: Katu Jendea, Material de construcción

sábado, 4 de mayo de 2019

Ana Capsir: Mil viajes a Ítaca


Idioma original: Castellano
Año de publicación: 2017
Valoración:  Muy recomendable

Mil viajes a Ítaca es un libro de viajes que va mucho más allá de la descripción de lo visto, pues no pretende describir las islas griegas en las que se desembarca –eso lo haría una buena guía- si no que se centra en el viajero, aunque para el caso, más preciso es decir el navegante. Mi sensación como lector es que he compartido un ejercicio vital; la búsqueda de un sentido, de una experiencia única y genuina, del goce de la belleza. Un periplo mágico y entrañable que la autora lleva surcando desde hace años de navegación a vela por las islas y costas de Grecia y que es la manera de vivir y de estar en el mundo que Ana Capsir (Valencia, 1959), bióloga y patrona de Altura de la Marina Mercante, se ha procurado desde que decidió aparcar su trabajo como investigadora científica.

Desde luego, este es un libro azul. Y blanco. Azul con todos los matices, intensidades, brillos y texturas que deparan los cielos y las aguas del Mar Jónico y del Egeo. Y el blanco de la espuma, de la cal, de un ritmo de vida que todavía es una de las identidades de quienes habitan estas rocas rodeadas de mar. Personas humildes, socarronas y tranquilas envueltas en la luz mediterránea, una luz que, nos recuerda la autora, es un estado vital, una conmoción auténtica. Desde luego, no parece mal territorio para quien es capaz de encontrar la gloria en un plato de aceitunas, para sentir que la emoción cabe en el aburrimiento, para quien se deleita con el pesado baile de una mosca o vibra al sentir el mar agitarse. Aunque en cualquier caso, es ineludible la advertencia que se nos hace en el epílogo: “Ítaca no existe si tú no la inventas”.

Navegar a vela es una declaración de principios. Frente a la inmediatez y la velocidad, y también el ruido y la furia de los motores, sentir la fuerza y el rumor del viento y del mar envolviéndote y llevándote, el crujir de los elementos de la embarcación, la parsimonia con la que se deslizan los contornes y los horizontes, equivale casi a un posicionamiento ideológico, a optar por una manera de estar, de sentir y de pensar. Trazar un rumbo, perseguir el viento haciendo bordos, prescindiendo de la línea recta, dudar sobre el destino más apropiado, calcular en horas de sol y luna, entender que apenas eres una minúscula pieza de un Cosmos perfecto si le pides lo razonable y le das lo justo, y que todo es una aventura y que cada momento es irrepetible, que cada entrada a puerto es mágica; a eso me refería cuando hablaba de compartir un ejercicio vital. Porque navegar a vela es, quizás, una de las maneras de vivir más nobles y gratas que a uno se le antojan.

Navegar requiere tanto ciencia como arte y, nos explica Ana Capsir, hasta las maniobras más mecánicas y reiteradas deben resultar elegantes y despojadas de artificio. El Mediterráneo, especialmente sus islas, es sobretodo un ritmo, una medida; con sus equilibrios y proporciones, con sus escalas y armonías. También es uno de los principales escenarios donde la industria del turismo vende a decenas de millones de consumidores cada temporada la necesidad de disfrutar de vacaciones a precio económico, con el consiguiente coste de masificación, banalización, uniformidad, contaminación y destrucción. Una realidad que también se cuela en estas páginas.
 

A día de hoy, una de las grandes recompensas que Grecia todavía ofrece a los viajeros son las tabernas, y Ana Capsir reconoce coleccionarlas. Porque afortunadamente aún sobreviven estos pequeños espacios que son una delicia para quienes necesitan de charla, de roce humano. La autora nos va dando cuenta de sus hallazgos y sintetiza así su espíritu: ”Una taberna no está hecha sólo de comida, aunque también, si no de colores, de flores, de luces, de música, de vistas, de barcas, de gatos y muy importante, de taberneros y taberneras.” Quizás la diferencia entre un buen sitio y uno estupendo esté en sus habitantes. Y por todas estas islas en la que el libro nos hace desembarcar, nos damos de bruces con jubilados, mecánicos, marineros, pastores, hortelanos, vendedores sin mercancía o charlatanes sin oficio. ¿Qué más da? Pues como nos recuerda la autora, ya lo dejó dicho Cervantes en Don Quijote: “¿Acaso es tiempo malgastado el que se emplea en vagar por el mundo? 




domingo, 7 de abril de 2019

Sole Otero: Intensa


Idioma original: Castellano
Año de publicación: 2019
Valoración: Muy recomendable

Una extraterrestre, aburrida de la tarea de vigilancia de un remoto cuadrante estelar, descubre cómo la relación sexual con un ejemplar varón de la especie ser humano de un irrelevante y atrasado planeta pone patas arriba su misión, su manera de pensar, su forma de ser. Intensa es la nueva novela gráfica de Sole Otero (Buenos Aires, 1985), una historia que va de emociones y sentimientos, de la dificultad de entender y comprender, aderezada con abundantes cantidades de ciencia ficción, erotismo, desparpajo y humor. Con tales ingredientes y teniendo en cuenta lo original, atrevido y divertido de la trama y de su tratamiento formal, a este encantado reseñador no le queda más que recomendar sincera y encarecidamente su uso y disfrute.

Intensa forma parte de un grupo de hembras que huyeron de su planeta de origen, Club, donde estaban biológicamente diseñadas para la muerte reproductiva, es decir, fallecer tras dar a luz  Mientras sus mejores científicas buscan un nuevo método de reproducción sin riesgos, los machos de su especie las acechan sin tregua. De conjurar ese peligro, y otros menores, se encarga la protagonista en su nave individual, que aunque equipada de todo tipo de avances tecnológicos -gimnasio, sala de baile, máquina de abducción e hipnosis para extraer sujetos de los planetas cercanos con los que satisfacer sus necesidades sexuales más urgentes…- no logra sacudirse el tedio galáctico. Equipada con Xoxo, una computadora dotada de inteligencia artificial y diseñada para ayudarla en todo momento a cubrir sus necesidades, descubrirá la pintoresca raza de los seres humanos, que en su atraso han conservado los llamados sentimientos. Y las llamadas emociones. Como el enamoramiento. O la vergüenza. O la ansiedad. Y la impaciencia. También las denominadas sutilezas, como por ejemplo el flirteo, aunque también tantas otras, decididamente salvajes, como alimentarse de cadáveres de animales. 

Intensa es, desde luego, una historia contada con imágenes, en la que las descripciones con texto y los diálogos son un complemento narrativo más del diseño gráfico, la composición, el dibujo o el tratamiento cromático. Y quizás el color sea una de las características más destacadas de esta novela, en la que la ausencia del amarillo implica la preponderancia del cian para las escenas digamos espaciales y del magenta para las terrestres, confiriendo al relato una atmósfera más fría y artificial, muy propicia para el registro de ciencia ficción que SoleOtero ha querido aplicar a la perspectiva, a la forma de abordar la trama y el tono de la narración.

Pero la presencia de cuerpos con nueve pechos, de platillos volantes y de máquinas hipnóticas para satisfacer los deseos más naturales apenas es la puesta en escena para contarnos –eso sí, de manera original y sorprendente- una historia más sobre el amor, sus límites y su fuerza absoluta; el enamoramiento, la pasión, el capricho, el sexo y el goce, la dependencia, la adicción, el desvarío o lo complejo y dificultoso y maravilloso que es el eterno juego de los humanos para explicarse y compartir. En una de las viñetas de Intensa, sus superiores le echan en cara a la protagonista que su comportamiento está siendo negligente. “Pero libre”, responde ella. Pues eso. 
 

lunes, 23 de julio de 2018

Bohumil Hrabal: Mi gato Autíčko

Idioma original: checo
Título original: Autíčko
Año de publicación: 1986
Valoración: recomendable

Tengo dos gatos: Fluzo y Lua. Fluzo es blanco, hijo del gato de una amiga, que dejó preñada a la gata de la vecina. Lo adopté cuando tenía dos meses (Fluzo, no yo) y ha crecido siempre en casa, habituado a los mimos y la tranquilidad. Lua, en cambio, es negra; era una gata de la calle, que fue rescatada por la União Zoófila (que suena muy mal, pero en es el equivalente portugués para "asociación animalista"). Lleva con nosotros unos seis meses, y todavía sigue siendo algo asustadiza, solo se deja acariciar cuando se siente segura.

Toda esta introducción sirve para explicar que me encantan los gatos y que tengo alguna familiaridad con esos bichos adorables e imprevisibles que lo mismo se frotan contra ti con un amor que no es de este mundo, que te arañan una córnea porque quieren que les pongas comida. Y por eso me atrajo este libro, y por eso mismo también esta lectura ha sido por momentos particularmente incómoda. Porque, claro, quien conozca mínimamente a Bohumil Hrabal ya debe imaginarse que esta no es una novela cuqui de gatos monísimos que hacen travesuras.

En realidad, Mi gato Autíčko (luego hablaré del título) es una obra que solo una persona realmente obsesiva podría escribir. El protagonista de la novela/autobiografía/autoficción, el escritor Bohumil Hrabal, vive entre dos casas: una en Praga y otra Kersko, en las afueras de la ciudad. Solo que esta segunda la comparte, además de con su mujer, con sus gatos, muchos gatos, gatos casi incontables. Al principio son cinco, luego son tres, luego sus dos gatas favoritas tienen simultáneamente dos camadas de cinco gatitos cada una... Y ahí viene la culpa constante: la culpa por abandonar a los gatos cada vez que va a Praga, la culpa por lo que les pueda pasar en su ausencia, la culpa por no poder cuidarlos a todos y sobre todo la culpa por tener que matar a muchos de los gatitos, para sobrevivir entre tanto mimo y tanta confusión. Y mientras tanto, su mujer llorando y preguntando constantemente: "¿Qué vamos a hacer con tantos gatos?"

En realidad, casi se podría decir que los gatos son una manifestación física de la culpa del escritor, que no consigue librarse de ella ni cuando trata bien a los gatos ni cuando los abandona; solo lo logrará cuando sienta que ha pagado por sus pecados de una forma completa y definitiva (aunque irracional). El propio estilo, plagado de repeticiones y redundancias, casi estribillos, como la propia trama, acentúa esta sensación opresiva y obsesiva, como de cuarto cerrado, oscuro y con olor a polvo húmedo. El lector se pierde entre nombres de gatos y gatas, y asiste aturdido a las sucesivas masacres de gatos que en ocasiones, para añadir profundidad y densidad al conflicto gatuno, se comparan con algunas de las peores masacres del siglo XX (incluido el Holocausto).

Se entiende, imagino, que la lectura no se me haya hecho fácil, con Fluzo tumbado entre mis piernas y Lua dormida en su camita enfrente de mí. Que conste, claro, que no estoy juzgando a Hrabal desde un punto de vista animalista; pero si se lee la obra con alguna sensibilidad, se convierte en un canto a la esterilización.

Acabo con un comentario sobre el título, "Mi gato Auticko", que resulta sorprendente por varios motivos. En el original, Autíčko es el nombre de una gata (¡no un gato!) que no ocupa un lugar particularmente destacado en la acción; de hecho, no aparece hasta la segunda mitad. Pero "autíčko", en checo, quiere decir también "cochecito", y es la forma en la que el escritor y su mujer se referían a un coche que, este sí, acaba por tener su importancia. Así que, aunque comprendo que la dificultad de mantener el juego de palabras en la traducción, hay algunas cosas que son menos comprensibles, como el hecho de añadir "mi gato" (¿quizás porque los gatos venden?), y más aún el inexplicable cambio de sexo de la pobre gata. En fin, misterios editoriales

¿Es esta una novela recomendable? Sí, pero no una novela para amantes de los gatos, o por lo menos no porque sean amantes de los gatos. Sí, en cambio, para lectores a los que les guste profundizar en una mente obsesiva y atormentada. Y a los que no les importe encontrar un poquito de sangre por el camino.

miércoles, 13 de julio de 2016

¡Sorteo de #shelfies!

¡Sí, amiguitos, ya ha llegado el día! Después de que se cerrase el plazo para enviarnos vuestros #shelfies el fía 30 de junio, y de que diésemos un tiempo para comprobar que no nos habíamos olvidado de nadie, hoy, 12 de julio de 2016 (cuando escribo esta entrada) se acaba de realizar el sorteo de los tres lotes de tres libros entre los participantes en el primer concurso ULAD de #shelfies. Aquí va la explicación de cómo se ha realizado el sorteo, quién ha sido la mano inocente, y quiénes son los ganadores.

Los participantes:
Han participado en el sorteo todas las personas que nos enviaron sus #shelfies dentro del plazo indicado, a través del email, de facebook y de twitter. En total, 27 personas, que se han agrupado en tres grupos de nueve, tal y como se indica en la parte inferior de esta página. Así, a cada participante le corresponde un grupo del 1 al 9; esos serán los números que usemos para realizar el sorteo.

El premio:
Antes de pasar al sorteo, recordamos cuál es el premio: un lote de tres libros, Estrómboli de Jon Bilbao (ed. Impedimenta); Crónicas del encierro de Izaskun Gracia Quintana (ed. Salto de Página) e Imposibles impensables de Santi Pérez Isasi (ed. Nazarí).

El premio.


La mano inocente:
¿Alguien ha visto alguna vez mano más inocente que esta?

Fluzo, el gato inocente
El método del sorteo:
En una mesa se han dispuesto nueve pedazos de papel con los nueve números, y unos montoncitos de comida de gato encima. Los ganadores del sorteo serán los participantes indicados con el primer número al que Fluzo se dirija; los indicados con el segundo número quedarán como suplentes, en caso de que los ganadores renuncien o no consigamos hacerles llegar los libros.

La mesa con los números distribuidos aleatoriamente

El resultado:


Por lo tanto:
Los ganadores son los participantes marcados con el número 9: Gonzalo Puebla Gil (que nos envió su #shelfie por email); @inmomag (que lo hizo por twitter) y Montserrat Sans (que lo hizo por facebook). En caso de que alguno de ellos renuncie al premio o no pueda recibirlo por algún motivo, pasarán a sustituirlos, respectivamente, Lina Dianellou, Sebastián Soto y Saga Goodreads.

En las próximas horas nos pondremos en contacto con los ganadores, para ver a qué dirección podemos hacerles llegar los libros, y mañana publicaremos una selección con los #shelfies que nos habéis enviado.

¡Enhorabuena a los premiados y muchas gracias a todos, incluido Fluzo, el gato inocente!

lunes, 25 de abril de 2016

Francisco Ibáñez: 13, Rue del Percebe (edición integral)

Idioma: español
Año de edición: 2016 (por entregas, desde 1961 en la revista Tío Vivo)
Valoración: imprescindible

Decía Franco, ese hombre (al menos lo decía en aquella divertida película: Espérame en el cielo) que España era un cuartel. Bien, dado su peculiar sentido de la realidad, es de suponer que él lo viera así, pero se equivocaba: España -o cualquier otro país,nación o comunidad sobre esta Tierra- si se puede equiparar con algo es con una casa de vecinos. Bien que lo sabía el gran Francisco Ibáñez (como ante lo supo el no menos grande Joaquín Xaudaró o lo sabría después, como metáfora aún más general de lo que es la vida, el celebrado Georges Perec), que a partir del 6 de marzo de  1961, o sea, en el Pleistoceno medio , más o menos, comenzó a publicar esta serie de viñetas sobre un edificio de viviendas al que, misteriosamente, le había desaparecido la fachada, por lo que podíamos contemplar lo que ocurría en su interior, situada en la ya mítica dirección de la Rue del Percebe, nº13 (¿porque "rue" y no "calle"? Ni idea...).

He puesto que 1961 era el Pleistoceno -por favor, que no se me enfaden los nacidos antes de aquel año-, pero es que en comparación con la España y la Europa de ahora mismo, lo era. Veamos, sin embargo, si esta impresión no es engañosa: en nuestra casa de vecinos tenemos, en el piso inferior -en realidad, en plena calle-, aun tipo, don Hurón, viviendo en una alcantarilla y en el local comercial, a un tendero que no se corta en de engañar a su clientela. En el piso más alto, el ático, a un artista moroso que hace lo que sea para despistara sus acreedores -dicen que inspirado en el legendario Vázquez, compañero de Ibáñez en la editorial Bruguera-; ente medias, encontramos a un ladrón compulsivo, a un sastre poco escrupuloso con los encargos que le hacen los clientes, a una señora que regenta una pensión que más bien parece un "piso-patera", un ascensor cochambroso que no funciona.... ¿qué, se va pareciendo más a la realidad española actual? (un detalle en la última viñeta, correspondiente al año 2002, el ladrón fumándose un puro, le explica a un colega de profesión: "¡Quita , quita; ni robar carteras ni gallinas!¡Ahora estoy en el consejo de Administración del banco de Mindanao, Seychelles, Tortugaria!"... no quiero imaginar si la serie hubiese seguido hasta 2016...)

Bueno, no quiero ser malvado; también hay otros inquilinos cuyas aventuras -desventuras, en realidad- tiene un cariz más tierno o más locatis, pero menos ácido: la viejecita que acoge mascotas imposibles, el veterinario que se enfrenta a casos de lo más insólitos, el científico loco empeñado en crear monstruos, aunque le salgan muy poco terroríficos, la madre que tienen que lidiar con unos niños, estos sí que auténticamente pavorosos... o el ratón que tortura al gato de las formas más imaginativas y sádicas posible... bueno vale, éstos ya de "tiernos" tienen poco.

Con motivo del 80 cumpleaños de su autor-para quien no lo sepa, el padre de Mortadelo y Filemón, Sacarino, Rompetechos, etc...- se ha editado esta maravillosa edición integral con todas las historietas de 13, Rue del Percebe. Un acierto total que los fans de esta serie, los que nos destetamos leyendo Mortadelos, Tío Vivos o DDT no podremos sino agradecer siempre. otro acierto: ene sta edición integral no hay ni preámbulos ni epílogos escritos por alguna figura más o menos conocida de las letras o el tebeo... no hace falta, está todo en las viñetas inmortales de Ibáñez. ¡Quien, por cierto, ojalá cumpla muchos más!

Nota sobre la valoración: Tal vez a algún lector de este blog le llame la atención que la valoración de este libro sea la misma que la del Ulises, por mencionar la última reseña que ha firmado un servidor (por no recordar que la de Los reconocimentos, por ejemplo se queda "sólo" en muy recomendable). La razón es doble: por un lado, como ya se sabe, la valoración de los libros es competencia exclusiva de quien firma la reseña, aunque los compañeros del blog puedan no estar de acuerdo. Y sí, a mí me parece que esta recopilación es imprescindible, tanto para quien conoce y ha leído estas historietas como para quien no las conoce aún (incluso más para éstos últimos).

En segundo lugar, aunque pueda parecer fruto del capricho, yo al menos sopeso varios aspectos antes de atribuirle una valoración u otra al libro reseñado. Uno de ellos es su excelencia literaria o falta de ella; también la importancia para la literatura que puede haber tenido o tiene aún la obra reseñada. Pero no deja de ser importante también la vivencia personal, subjetiva, que tenemos los reseñistas -o tengo yo- con el libro reseñado. de hecho, eso es lo que hace que las valoraciones de este blog no pretendan ser un "canon" inamovible, sino propuestas de lectura, incluso consejos de amigos, creo yo... Y según este último criterio, no puedo considerar a esa recopilación sino como imprescindible.

Otros títulos de Francisco Ibáñez reseñados en Un Libro Al Día: Chapeau el Esmirriau, El antídoto

lunes, 31 de marzo de 2014

Émile Zola, Mark Twain, Rudyard Kipling, Saki: El paraíso de los gatos y otros cuentos gatunos

 Idioma original: francés e inglés
 Títulos originales: Le paradis des chats, Dick Baker’s cat, The Cat Who Walked by Himself, Tobermory
 Fecha de publicación: 2012
 Valoración: Está bien

 ¿Tienes que hacerle un regalo a alguien que es un amante de los gatos y no se te ocurre nada? Y hablo de un amante amante de los gatos de verdad, de esos amantes de los gatos que pueden estar horas y horas de reloj contándote los impagables ocurrencias, costumbres, caprichos y disparates de sus muy estimados mininos. Yo conozco a algunos cuantos así. Pero bueno, como siento una debilidad especial por estos animales elegantes, mimosos y ariscos a partes iguales, aguanto medianamente bien sus pequeñas y amables palizas.

 Y venga, que me lío, volvamos a la pregunta con la que comenzaba el post: ¿Tienes que hacerle un regalo a alguien que es un amante de los gatos y no se te ocurre nada? Don’t panic, el tío Ian os recomienda obsequiar a dicha persona con el librito que hoy reseña ULAD, El paraíso de los gatos y otros cuentos gatunos. Y si no tienes a nadie a quien regalárselo, pues cómpratelo para ti mismo, que merece la pena…

Se trata ésta de una obra muy breve, una preciosa edición ilustrada de Nórdica Libros que recoge cuatro relatos de cuatro tótems de la Literatura Universal (qué pomposo y convincente queda esto): Émile Zola, Mark Twain, Rudyard Kipling y Saki. Las originales ilustraciones que adornan el libro corren a cargo de Ana Juan, Elena Ferrándiz, Adolfo Serra y Javier Olivares. Este póquer de relatos gatunos presenta a los aludidos felinos como animales caseros pero con deseos de aventura (el de Zola, mi preferido); como astutos y orgullosos ayudantes de mineros (el de Twain); como protagonistas de fábulas en las que muestran su matizado carácter (el de Kipling), o como, en un delirio fantasioso, pequeñas y observadoras criaturas con el don de la palabra (el de Saki).

 En fin, olvidémonos de las imágenes fantasmagóricas o vengativas que autores como Poe dieron a estos peluditos animales y deleitémonos gracias a Nórdica Libros, con sus facetas más benévolas y simpáticas.

Y bueno, se le podría sacar más punta al asunto y hacer paralelismos con seres humanos o buscarle, nunca mejor dicho, tres pies al gato, pero creo yo que este bonito compendio ha sido hecho para ser leído en una tarde, dejarle a uno con una sonrisa en los labios y colocarlo después en uno de los lugares más visibles y desempolvados de la librería del salón.

sábado, 24 de julio de 2010

VV.AA: El libro de los gatos


Idioma original: varios
Año de publicación: 2008
Valoración: Está bien


Al lado del ser humano desde hace miles de años, los gatos son animales odiados y amados a partes iguales; de hecho, es más que habituales que la gente se defina como amante de los perros o amante de los gatos, pero casi nunca de ambos. Sin embargo, hay algo en lo que coinciden todos: los gatos son animales fascinantes, independientes, elegantes, misteriosos... Muchos son los calificativos que se les ha dedicado a estos animales a lo largo de la historia y, aun así, parecen no ser suficientes.

Como prueba, os presento El libro de los gatos, una curiosa antología que reúne a 60 poetas que desde el siglo IX hasta nuestros días han dedicado parte de su obra a estos animales. Así, nos encontramos en este ejemplar a escritores como Jorge Luis Borges, T.S. Eliot (cuyo poema sobre los nombres de los gatos es especialmente hermoso), Reynaldo Jiménez, John Keats, Olga Orozco, Fernando Pessoa, Ezra Pound, Malú Urriola o William Wordsworth, entre muchos otros, lo que demuestra el influjo que han tenido, tienen y seguramente tendrán los felinos en nuestras vidas.

Como ocurre en cualquier antología, habrá poemas que nos gusten mucho y otros que no nos digan absolutamente naa. Es cierto, especialmente teniendo en cuenta que en este libro se han reunido poetas de épocas y estilos muy diversos y que escriben en idiomas diferentes. Pero es necesario reconocer su originalidad y creo que es interesante leerlo y descubrir lo que estos animales han inspirado a muchos poetas que admiramos y a otros que, gracias quizá a esta obra, podemos empezar a admirar.