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lunes, 25 de febrero de 2019

Malditas cubiertas: «Lolita» de Vladimir Nabokov

Sesenta años después de su publicación, Lolita sigue generando controversia. Si a eso le sumamos que en 2.018 (el año del #MeToo) Anagrama reeditó su «biblioteca Nabokov» y puso en crisis sus propias cubiertas de este clásico indiscutible, el resultado es que las redes están on fire y que no se puede añadir nada que no se haya dicho ya. Pero en ULAD somos como somos, el próximo 1 de marzo celebramos nuestro décimo aniversario y además, siempre intentamos darles a nuestros lectores una visión genuina sobre cualquier cuestión relacionada con libros o literatura. Por lo que aquí va otra entrega de nuestra serie MALDITAS CUBIERTAS.

Así como la profusión de cubiertas fallidas de Marianela estaba propiciada por haber faltado a la condición necesaria de leer la novela, las cubiertas de Lolita nos ponen frente al dilema de dilucidar qué es más grave: si el hecho de no leer (por ignorancia o por desidia) o el hecho de sí leer pero no enterarse de un carajo. Por ello, las cubiertas de Lolita recopiladas a continuación se agrupan según lo que cada editorial debió entender en su momento sobre la historia y su protagonista.

1. PELIGRO: FINCA VIGILADA POR NÍNFULAS
Todavía hay quien tiene serias dudas a día de hoy de que Humbert Humbert fuera realmente un puto pederasta de mierda (en adelante, PPM) y no un pobre hombre con una digamos— alta sensibilidad hacia la belleza femenina en fase infantil, enamorado sin remedio de una nínfula lúbrica y manipuladora. Y tal vez por eso, el mercado está saturado de ediciones de Lolita que muestran todo el abanico de actitudes que, efectivamente, adoptan las niñas cuando se encuentran a solas con un hombre adulto al que apenas conocen.

a) Las que sonríen complacidas al sentirse observadas o sostienen la mirada con coquetería.
b) Las que se exhiben abiertamente.
c) Las que adoptan la actitud de una mujer adulta que ha pasado demasiado rato sentada junto al brasero.
Viendo esto, podría pensarse que, de ser más explícitos, Lolita acabaría en los estantes de «revistas para adultos», sin embargo…

d) …la industria editorial no pudo resistirse ante semejante nicho de mercado y además ¿Quién dice que el gremio del transporte pesado por carretera no lee? 

2. CUANDO UN DEDO APUNTA AL CIELO... 
Como algunas voces argumentaron que las Lolitas lúbricas no reflejaban en absoluto el verdadero conflicto de la protagonista, las editoriales pusieron a trabajar a sus departamentos de I+D. Estos concluyeron que el conflicto de Lolita no era otro que el de una pobre niña víctima de sus propias hormonas de crecimiento. Porque, como todo el mundo sabe, cuando una se halla en esa frontera incierta donde la niñez da sus últimos coletazos, el cuerpo cambia a tal velocidad que obliga a enfrentar auténticas situaciones límite.:

a) Creces tan rápido que te ves obligada a hidratarte los labios constantemente para que no se te queden como una mandarina pelada.
b) Creces tan rápido que tu ropa encoje, ya no sabes ni el pie que calzas y a veces hasta tienes que recurrir al armario (y las pelucas) de tu vecina, la artista de variedades. 
c) Creces tan rápido que necesitas ingerir grandes cantidades de azúcar (desnuda) para que no te dé una hipoglucemia. 

Por incomprensible que parezca, muchas de estas ediciones fueron igualmente a parar a los estantes de «revistas para adultos».

3. PELIGRO: FINCA VIGILADA POR METÁFORAS 
En vista de los problemas suscitados con la representación del personaje de Lolita, algunos equipos creativos optaron por evitarla valiéndose de metáforas visuales: 
Por lo que se puede observar, Lolita es una bella mariposa que vuela (ejem) libremente y para la que la vida está pintada de color (ejem) rosa. Un día se va a Pachá y toma algo que no le sienta demasiado bien y empieza a tener visiones de fresones —unos enteros y otros partidos— que revolotean a su alrededor por lo que decide comprarse un refresco en una máquina de autovending pero, sin saber muy bien cómo, acaba (desnuda) dentro de la máquina. Enigma resuelto.

4. LO-LI-TA 
Tras la crisis de las Lolitas lúbricas y de las metáforas visuales, la desesperación llevó a alguien a utilizar una ouija para pedirle a Nabokov su sabio consejo. La respuesta resultó reveladora: «Leed la primera página, zánganos».

5. DOS PIERNAS
La vida editorial de las cubiertas «LOLITA» fue bastante corta porque, como dijo algún editor: la gente no se compra una novela para que esté toda llena de letras. Y se decidió que la mejor manera de mostrar a Lolita sin asumir riesgos era mostrando únicamente sus dos piernas. Porque, como todo el mundo sabe, la vida de una niña no da un vuelco atroz porque su madre se case con un PPM, si no por la maldita desgracia de haber nacido con dos piernas y de insistir constantemente en llamar la atención con ellas. 
Es por eso que Spiderman no se cansa de advertirles a todas las niñas con dos piernas que tener dos piernas implica una gran responsabilidad.

6. QUE ALGUIEN LLAME A LA IMPRENTA 
Ya hemos comentado este fenómeno en otra ocasión, y si una editorial puede cometer el despiste de publicar una porquería de novela y dejar en el cajón una potencial joya de la literatura, ¿por qué no puede publicar una novela con la portada de cualquier otra obra? 
1. Los chicos del maíz (Stephen King) 
2. Desayuno con diamantes (Truman Capote) 
3. Descalzos por el parque (Neil Simon) 
4. 50 sombras… 1, 2 y 3 (E.L. James) 
5. ¿Mujer raruna en atmósfera onírica? Algo de Murakami. 
6. Cualquier novedad chick-lit que te hará recobrar tu fe en el amor. 

7. DE PASTA DE BONIATO ME DEJAS, NABOKOV 
Porque Nabokov siempre sostuvo que Lolita era una pobre niña inocente que actúa sin imaginar que está siendo acechada por un PPM. Pero la opinión de Nabokov resultó ser tan poco relevante que llegó un momento (coincidente con el de su muerte) en que él mismo dejó de insistir en el asunto. Aún así llegaron al mercado algunas ediciones con cubiertas de niñas abstraídas en sus cosas de niña:
Sin embargo, estas estampas de infancia anodina no contentaban a aquellos que insistían en ver algo «feo» en la historia de la dulce Lolita, así que la industria editorial puso en el mercado unas cubiertas algo más incisivas, con la esperanza de congraciarse con dicho colectivo de titiriteros alborotadores: 
1. La ninfa mitológica que toca la flauta sin saber que en cualquier momento aparecerá Zeus disfrazado de toro o de cisne o de pizza-pepperoni con el objetivo de «raptarla».
2. La muñeca sin voluntad ni albedrío.
3. El rostro de una niña que apela al lector con su mirada triste. 
4. Una flor deshojada. Reconozco que es una metáfora muy manida pero hay que ver lo bien que se ajusta al caso. 
5. El encierro en una habitación rosa / Unas braguitas y dos piernas.

Y, ya para terminar, están esas cubiertas que no se andan con sutilezas y que no hace falta que nadie explique: 

La conclusión final no puede ser otra que la de culpar a Nabokov de tanta confusión. Nabokov y esa manía de escritor por seguir a rajatabla la norma narrativa que afirma: no lo digas, muéstralo. Porque si Nabokov hubiera dicho textualmente en sus páginas que Humbert Humbert era un PPM, nadie se habría quedado con la duda. Eso sí, Lolita tampoco sería un clásico indiscutible de la literatura tal como hoy la conocemos.

(Nota 1) Aunque no lo parezca, no podría haber escrito tantas tonterías juntas sin haberme documentado antes y por eso he leído CASI TODO lo que se había publicado en la red. Para ello he contado con la gran ayuda de una amiga documentalista (A. Cornet) que se mueve por internet con una gracia y una eficiencia que quitan verdaderamente el «sentío»
(Nota 2) La mayoría de las cubiertas que aparecen en el post están recogidas en esta página web. En ella figura el país, la editorial y el año de edición de cada una. 

domingo, 18 de octubre de 2009

Vladimir Nabokov: Lolita

Idioma original: inglés
Título original: Lolita
Fecha de publicación: 1955
Valoración: Muy recomendable

Vale, hoy me voy a poner con Dolores Haze, más conocida como Lolita...Ya me ha costado.

La verdad es que es una tarea harto difícil hablar de un libro que no es sólo una obra maestra de la literatura universal, sino que fue todo un escándalo en su época, y mucho me temo que en estos tiempos que corren (cuando la barrera que separa la requete-reivindicada Libertad y lo Intolerable es cada vez más anoréxica) tampoco pasaría precisamente desapercibido.
Sin ir más lejos, una amiga me ha advertido de que uno de los "Temas relacionados" que apunta la Wikipedia en su página sobre Lolita dice "Pedofilia". Sin palabras...

Además, la presuntamente lasciva niña de Nabokov tiene el dudoso honor de haber bautizado a todo un género femenino (en mi opinión, existente en el subconsciente erótico masculino que no en el mundo real): el de las lolitas, chicas pre-adolescentes con maneras y encantos más propios de veinteañeras; sugerentes criaturas (nínfulas las llama el autor ruso) que se dedican, de forma aparentemente inconsciente pero pérfidamente dolosa, a despertar la líbido de los machos maduros que las rodean.

Me explico, ¿no? Hablo de las lolitas de toda la vida, vamos. Aquí van unas cuantas concedidas por el cine: Jodie Foster en Taxi Driver, Brooke Shields en la terrible La pequeña (oda a la pederastia pese a que en teoría sea una "crítica a"), Natalie Portman en Beautiful Girls...Sin embargo, las dos genuinas Lolitas que nos ha regalado la pantalla en las adaptaciones de la novela que hoy me ocupa, me han resultado dos sendos fracasos: Sue Lyon y Dominique Swain. Qué manía con no respertar las descripciones físicas de los libros, ¿tanto cuesta dejar a Lolita castaña de ojos grises?

Y bueno, para los que aún no lo sepan: Lolita va de un viejo que se lía con una cría de doce años...No, en serio, no vayamos a la banalidad, aunque muchos harían una sinopsis así...

El atormentado profesor Humbert Humbert se encapricha perdidamente (ojo, digo "encapricha" que no "enamora") de una cría de doce años sin padre, la hija de la señora de la casa donde se aloja. La niña, extraordinariamente incitante, provocadora y precoz (según él), le recuerda a una novia que tuvo de joven y que murió, Annabel (bravo por el homenaje a la Annabel Lee de Poe).

Su obsesión por la nínfula hará a Humbert casarse con la madre de Lolita, cargársela después, y ya libre, llevarse a la niña por ahí en plan padre/amante, de hotel en hotel primero, hasta ubicarse de forma más o menos estable en ciertos lugares "civilizados", donde Lolita estudiará en el colegio por las mañanas y se acostará con su falso padre por las noches. Y todo, sin haber cumplido los dieciocho. Pero los problemas no tardarán en llegar...Les dejo la sorpresa.

Escándalo, esto es un escándalo..., dirían los primeros que leyeron esta novela. Y vamos, que sí: que Nabokov, el ruso que escribía en inglés, armó la marimorena con esta historia pero, al parecer, no le fue tan mal, ¿no?

La mejor reacción ante los que pusieron a caldo el libro fue la del propio autor.
A los que le acusaban de justificar la pedofilia (que lea esto Polanski si en la cárcel tiene Internet y se mete en unlibroaldia), Nabokov les contestó algo así como: "No han entendido nada. Lolita sólo es una pobre niña". O sea, lo que yo me imaginaba: Lolita no es una cría "sucia", "sucio" y paranoico y asesino es Humbert Humbert por mucho que sea profesor y amara a una musa de Poe.

Análisis de este turbio tipo aparte, Lolita es un gran libro narrado en primera persona, desde el punto de vista de Humbert, con un lenguaja intimista y poético (que hace las escenas eróticas con una imberbe más llevaderas), un ritmo perfecto en el que la trama sigue su curso natural sin quedarse corta ni larga, y un manojo de descripciones de tipos humanos francamente loables.

Un buen libro que merece la pena leer.

Ah: y Dolores viene del dolor que provoca, al parecer, el amor. Y Haze es bruma, neblina, más propio de una idealización romántica que de terrenal y cálida carne. Ahí, Nabokov se fue por las nubes...

También de Nabokov en ULADPninEl original de Laura

lunes, 1 de julio de 2013

Joël Dicker: La verdad sobre el caso Harry Quebert

Idioma original: francés
Título original: La Vérité sur l'Affaire Harry Quebert
Año de publicación: 2012
Valoración: decepcionante, o no. Depende.
Traducción: Juan Carlos Durán Romero

Nos la quieren meter doblada otra vez. Esto es así. Pero es primero de julio y lunes y lo mejor será tomárselo todo con humor.

Hay un montón de cosas por comentar y necesito un orden... Empecemos por la faja, que la tengo a mano:
El mayor fenómeno editorial de los últimos años: un joven suizo de 27 años con un thriller monumental, número 1 en ventas en Francia.
Premio Goncourt des Lycéens, Gran Premio de Novela de la Academia Francesa y Premio Lire a la mejor novela en lengua francesa. 
Uno está empezando a perder la fé en los franceses, a quienes tenía en alta estima ya ni me acuerdo de por qué. Leo por ahí que esta novela quedó finalista del premio Goncourt y que no ganó por un voto. Un voto de nada. Casi como perder en penaltis. Yo entiendo que no todos los años son igual de buenos, como pasa con el vino, que no siempre hay obras geniales a las que premiar, pero si nos suena que el Goncourt es o era un premio prestigioso y miramos en wikipedia comprobamos que, entre los ganadores, hay gente como Houellebecq, Maalouf o Duras (y antes, Malraux, Proust...). La conclusión de esto es que a los franceses, sea como fuere, se les ha ido la olla: por un voto.

Y ahora, dos citas escogidas de la contra y la solapa:
Recuerda a Philip Roth, Jonathan Franzen o Woody Allen.
Descrita como un cruce entre Larsson, Nabokov y Philip Roth.
A esto me refería con mi frase inicial: meter doblada. Ese concepto. Fue por culpa de estas campanas sobre Nabokov y Roth y Franzen (lo de Woody Allen supongo que tiene que ver con las llamadas telefónicas de la madre, pero ya llegaremos a eso) que me venció la curiosidad y leí el libro, a pesar de sus casi 700 páginas y de que andaba metido en otras lecturas. Pero joder: ¡Nabokov! ¡27 años! ¡Goncourt! ¡Liberté! ¡Fraternité! ¡Zidane!

A estas alturas os estaréis preguntando de qué va el libro. Os entiendo. Pero antes quisiera mencionar sólo por encima una cuestión que me ronda la cabeza en los últimos meses sobre los libros cuyos protagonistas o personajes principales son escritores. Qué. Está. Pasando. Los hay buenos, malos y regulares, claro, no voy a entrar en generalizaciones cualitativas, pero de un tiempo a esta parte, no sé si ha sido suerte u otra cosa que tendría que hacerme mirar en el médico, a mi alrededor brotan textos así como champiñones. A saber, por encima: Moo Pak, Twist, Magma, Siberia, El joven Nathaniel Hathorne, X, La vida interior de las plantas de interior, Mr. Gwyn... Hay más, pero no es el momento. Repito: qué está pasando. Volvamos al libro: ¿de qué iba?

Pues de un ¡joven escritor de gran éxito! que tratará de esclarecer el crimen presuntamente cometido más de treinta años atrás por un ¡viejo escritor de gran éxito! que es, por cierto, su mentor y amigo. Esto es un no parar, reconozcamoslo. El tema es que, al poco de empezar la novela, desentierran los huesos de una niña de 15 años (¡adolescente escritora de gran- nooo, es broma, es broma) desaparecida 33 años atrás y con quien el famoso mentor tuvo una relación cuando él contaba 34. Bastante sórdido, eso de ella tuviera quince, por mucho amor que diga haber sentido el personaje hacia la niña. A lo largo de la novela, en cualquier caso, el protagonista (Marcus Goldman, joven escritor de éxito, etc.) ejercerá de detective con la intención de averiguar "la verdad sobre el caso Harry Quebert" y, con suerte, liberar de la cárcel a su viejo amigo, a quien considera inocente del crimen, escribir un libro sobre el proceso, etc.

Esto es: un thriller en toda regla. Niña asesinada, hombre en prisión, investigador civil, dudas, secretos, mentiras,confesiones, personajes de última hora.
Añadimos a esto: numerosas reflexiones sobre el acto de escribir, sobre el sentido de la escritura, sobre el negocio de la escritura, sobre la página en blanco. Y un libro misterioso. Y metaliteratura.
Vamos con Roth y Nabokov (supongo):
Salpimentamos con: la historia de amor entre el viejo escritor (Harry Quebert, que no lo había dicho) y la niña de 15 años.
Por último: como a los dos escritores les gusta el boxeo, se pegarán algunos sopapos en plan deportivo y hablarán también de eso de atizar, buscándole simetrías con eso de escribir.

No me extenderé, lo diré escuetamente, estoy seguro de que otros lectores hablarán de ello: contar una historia de amor entre un tío de 34 y una niña de 15 NO BASTA para relacionar un libro con Nabokov. Asimismo, incluir reflexiones sobre el boxeo NO BASTA para relacionar un libro con Roth. Establecer esa relación es reírse de los lectores. Es engañar. Es querer metérsela doblada a quien busca una determinada lectura. Es tener unos cojonazos de aúpa. Y, en último extremo, es culpa nuestra seguir haciendo caso de todas las barbaridades que se dicen de un libro. Lo de Franzen (ver cita, más arriba) ya me lo explicarán. Alguien. En alguna parte. Sobrio.

Por supuesto, esta flipada de los editores no tiene que ver con el autor ni con el texto en sí; en una entrevista reciente, Joël Dicker confiesa que su única intención era escribir un buen libro y ya está. Vale, ok: bien por él.

El libro tiene cosas buenas: entretiene, se lee fácil, busca sorprender. Eso tiene de bueno. Lo que pasa es que a las tres cosas se les pueden poner peros:

Entretiene: porque ninguna reflexión puesta en boca de los personajes es profunda o convincente, ni siquiera las referidas a la literatura. Todo es ligero, superficial, tópico. Hueco. Entretiene como un reality de investigación criminal (que ya están tardando. Hasta les doy un título: Mastercrime).
Se lee fácil: y tanto. Aproximadamente el 80% del texto son diálogos, o diálogos indirectos. Pim, pam, pum. Ningún interés en labrar la palabra (ay, Nabokov), toda la maquinaria puesta al servicio de la trama. Prosa simple, eficiente, invisible. Hay capítulos en los que el protagonista habla con más gente que yo en una semana. Un infierno, en verdad os digo.
Busca sorprender: 700 páginas dan para muchos giros, y ciertamente algunos están bien. El problema viene cuando a falta de unas 150 páginas para el final el autor quiere rizar el rizo, y girar, y volver a girar y, desde mi punto de vista, se cae. Un mareo, un absurdo. Y claro: en las últimas 50 páginas tiene una liada pero tan grande que se pasa 40 tratando de poner orden, explicar, re-explicar, aparentar normalidad, recortar los numerosos flecos... y a pesar de ello deja una sensación de la cosa no está bien, de que flaquea. El problema de los fuegos artificiales es que, cuando terminan, sólo queda humo.

En cuanto a la relación entre hombre y niña, tema capital del libro (es un decir: no hay un tema en el libro), me gustaría apuntar una cosa: la ninfa en cuestión (Nola) es, por si no teníamos suficiente con las neuras del protagonista, un personaje abofeteable de puro cándido. En serio. No tiene ningún puto sentido que un tío más o menos adulto se interese por una cría que sólo habla (no miento) con ¡exclamaciones! y cuyas frases más habituales son "¡te quiero!", "¡es muy bonito!", "¡me gusta mucho!", "¡tienes que escribir, mi amor!" y otras por el estilo. No pasa de ese encefalograma plano, a pesar de lo que de ella se diga hacia la mitad del libro: creedme. Por eso un lector más o menos suspicaz pensará que: a) el viejales tiene algún tipo de tara mental (no se menciona en el texto) o, más probablemente, b) la niña está superdesarrollada y, además, buenísima (se sugiere, pero tampoco se menciona). La trama habría sido más honesta y verosímil si, simplemente, el autor hubiera puesto negro sobre blanco que la muchacha era algo espectacular. Pero no: que si sus gráciles movimientos, que si su luminosa energía, que si su alegría de viVAMOS, HOMBRE.

Ya termino, perdón. La conclusión vendría a ser que es una lectura poco exigente, apropiada para el verano, puro best seller con aroma ("recuerdos", dicen los chefs modernos) a eso de escribir novelas, Dan Brown sin Dante, Larsson sin Lisbeth Salander, Stephen King sin el payaso de It, prácticamente un guion cinematográfico con algo de sexo, con algunas escenas moñas y otras violentas, con personajes capaces de decir, sin vergüenza, "senos generosos" (¡senos generosos! ¡no me jodas! ¿cómo de generosos? ¿cuánto de generosos?) y, en fin, qué puedo añadir, ya os hacéis una idea. A mí me ha decepcionado profundamente, pero estoy seguro de que mucha gente disfrutará del libro como de un filete, se venderá a lo grande y ayudará a cuadrar las cuentas de los libreros, que falta nos hace. Lo mejor de la novela, por cerrar con una sonrisa, son las conversaciones del protagonista con su madre: puro absurdo, excepcionales para animar el ambiente entre dramas y muertos, cachondísimas. Lástima que sean tres.

jueves, 24 de junio de 2010

Vladimir Nabokov: El original de Laura

Idioma original: inglés
Título original: The Original of Laura
Fecha de publicación: 2009
Valoración: Muy recomendable

Nos encontramos ante una pequeña locura maravillosa e inconclusa, lo cual, qué quieren que les diga, no hace sino aumentar la ya de por sí extraña esencia que destila esta obra.
El original de Laura es un libro que Vladimir Nabokov, un ruso que escribía en inglés, no pudo terminar: lady Muerte le enganchó de las barbas y se lo llevó antes de que lo terminara.
Se cuenta que el talentoso moribundo, viendo que no acabaría su novela antes de hacer ese viaje para el que todos nacemos con el billete de ida, le pidió su esposa Véra que, por favor de los favores, no lo hiciera publicar tras su marcha. Después de la muerte de la señora de Nabokov, la decisión de incumplir la voluntad del malogrado autor recayó sobre su hijo Dimitri. Y bueno, está claro lo que decidió finalmente el chaval...

Así es como hoy podemos leer El original de Laura, un libro dentro de un libro sin una voz concreta que lo narre. El libro "encerrado" habla de la bella libidinosa Laura, inspirada en Flora, una Lolita de veinticuatro años casada con el señor Wird, un excéntrico y brillante neurólogo que ha descubierto cómo lograr que el cuerpo humano vaya extinguiéndose pasito a pasito pero cuyo proceso de desaparición es reversible. Una locura, n'est pas?

El libro se lee rápido porque no es más de lo que ya nos advierten en la contraportada: "una obra maestra embrionaria cuyos capullos de genio empiezan a transformarse en crisálidas aquí y allá sobre sus omnipresentes fichas". Vamos, que son unas cuantas piezas extrañas; ordenadas cronológicamente, sí, pero confusas y mal ensambladas, como toda novela que está en proceso de gestación...

Pero el lenguaje levemente poético, el tono irónico y descreído, y la fascinación por las mujeres de belleza aniñada y malévolas intenciones emparejadas con viejos carcamales intelectuales, todas ellas marcas de Chez Nabokov, no dejan lugar a dudas: ante el padre de Lolita Haze nos encontramos.

También de Nabokov en ULADPninLolita

sábado, 26 de junio de 2021

Vladimir Nabokov: Rey, dama, valet

Idioma original: ruso

Título original: Король, дама, валет

Año de publicación: 1927-28

Valoración: Muy recomendable



Tras estos tres enigmáticos nombres se encuentran los protagonistas de una novela que, aunque escrita al inicio de su carrera literaria, demuestra con creces las excepcionales dotes de su autor y la convierten en precursora del virtuosismo que demuestra Lolita y de los alardes experimentales de Ada o el ardor, entre otras. Habida cuenta de que en ella aparecen muy fugazmente tanto las volátiles mariposas que tanto le apasionaron y a las que estudió con tanto interés como jugadores anónimos que se inclinan sobre el tablero de ajedrez, otra de sus grandes pasiones, me pregunto si este valet –infante en la baraja francesa y sota en la española– no representa en realidad al alfil de dicho juego. Y es que la novela refleja, a grandes rasgos, una prolongada partida donde los jugadores son también piezas de carne y hueso que avanzan, retroceden, cubren o traicionan a sus contrarios y, finalmente, se convierten en los ganadores o perdedores de esa trascendente partida vital. A partir de cierto momento, el éxito o fracaso de uno u otro equipo constituirá uno de los grandes alicientes de nuestra lectura, sin olvidar la sutileza psicológica, el esmerado retrato ambiental y el firme pulso con que Nabokov nos conduce por los enrevesados recovecos de la trama.

A primera vista podría parecer una intrascendente novela de adulterio femenino –subgénero que unas cuantas décadas atrás, justo cuando se hallaba en la cima, tan excelsos títulos dejó a las generaciones futuras y que en esa época estaba ya muy trillado– pero según avanzamos por ella la vemos convertirse en un derivado de este al estilo de Thérèse Raquin (1868) o de la posterior El cartero siempre llama dos veces (1934). Pero, tras ese planteamiento, el ingenio de su autor se aparta de cualquier modelo y, tras varios giros –inesperados pero escrupulosamente coherentes–, cierra la apasionante historia con un giro final que nos deja boquiabiertos. La coherencia de la que hablo se manifiesta particularmente en discretos toques de atención que comienzan, justamente, cuando se ha llegado a los dos tercios del texto –he hecho la cuenta– para advertir al lector entregado que se inicia un decisivo cambio de talante en uno de los tres protagonistas. Para compensar, incluye también algunos datos confusos que impiden hasta al más perspicaz adivinar las intenciones del novelista. Intenciones siempre aviesas, por supuesto.

Franz, un joven de familia modesta y sin ninguna habilidad destacable, es decir, sin futuro, es enviado por su madre a Berlín para que su acaudalado primo Dreyer –en apariencia, un bromista con suerte pero en realidad, un lince para los negocios– le busque acomodo en una de las  empresas que regenta. Tras visitarle en su mansión, Franz alquila un sórdido cuchitril no lejos de esta y se le contrata en los Grandes Almacenes de su tío. Pronto se convierte en un asiduo de aquella casa, en la que Dreyer no suele pasar mucho tiempo y donde la ambiciosa e intrigante cónyuge, claramente más joven que el marido, se aburre de lo lindo rodeada de lujos sin alma.

“Y en realidad, Martha creía que su  matrimonio no era distinto de los otros, que siempre reina la discordia, que la esposa lucha con el marido, contra sus peculiaridades, contra sus desvíos a las reglas establecidas y que todo esto componía una pareja feliz. Solo es desgraciado un matrimonio cuando el marido es pobre o lo han encarcelado por algún negocio turbio o derrocha el dinero con otras mujeres.”

El tono de la narración es más bien sombrío, pero el rostro de Nabokov mientras discurre o escribe –y que cualquiera con un poco de imaginación puede vislumbrar a través de los renglones que va leyendo– es de pura guasa. Le vemos desorientar a sus lectores a conciencia, vapulear a los personajes cebándose sin piedad con cualquiera de los tres y disfrutar a base de bien haciéndolos sufrir. Cualquier atisbo de felicidad es el preludio de nuevas angustias o quebraderos de cabeza, son como tres ratoncillos zarandeados por un enorme gato tan malvado como lleno de recursos. Aún así, tras terminar la lectura, encuentro un claro favorito y otro al que parece detestar más de la cuenta. También resulta destacable a pesar de su rol, muy secundario, el viejo Enricht, dueño de la casa donde se hospeda Franz, una personalidad siniestra, misteriosa y voluble, cuyos rasgos, aunque con más años a cuestas, podrían recordar al Norman Bates de Psicosis, y al que nos hubiera gustado conocer más a fondo.


También de Vladimir Nabokov: Lolita, Pnin, El original de Laura,

Sobre Vladimir Nabokov: Un revolver para salir de noche

lunes, 14 de octubre de 2013

Colaboración: Pnin de Vladimir Nabokov

Idioma original: inglés  
Título original: Pnin  
Traducción al catalán de Marta Pera  
Año de publicación: 1957  
Valoración: Recomendable

Se supone que la literatura funciona por capas: los acontecimientos y la experiencia del autor fluyen por la invención, flotan en la prosa como restos de un naufragio expulsados del fondo de la conciencia, verdades a las que se les posibilita la superficie y un tipo de supervivencia. Pasan corriendo ante nuestros ojos y por nuestra comprensión, para quien quiera leerlos como una historia más, o para quien quiera hurgar entre las líneas. El sentido y el motivo, como raíces de una planta, buscan aire y humus. Luz y oscuridad. En los dos ámbitos, hay un modo de subsistir.

 No lo pasó bien Nabokov en sus tiempos de profesor universitario. Llegó a Estados Unidos huyendo de las tropelías que asolaban Europa y halló el sustento en la enseñanza. Aunque graduado en Entomología, su condición políglota (hablaba inglés, francés, alemán y ruso) le especializó en los idiomas. Su origen e historia (el joven Vladimir escapó de la Rusia bolchevique y de la Alemania nazi) le convirtieron en atracción de feria ahí donde fue, en especial en los ambientes provincianos de los campus del medio Este del país. Más tarde, le tocaría convivir con la paranoia anticomunista del senador McCarthy, que tampoco le facilitó la vida. En su soledad de refugiado, este conjunto de circunstancias fue motor e inspiración de su literatura. Solo debía abrir los ojos, escuchar y escribir.

Entonces, Pnin. La obra recupera los tiempos de enseñanza de Nabokov por diversas universidades norteamericanas. Es la historia del exiliado que busca una oportunidad, quizás la última por cuestiones de edad. Por una pizca de libertad y de independencia, acepta las condiciones que el país propone. El profesor Pnin llega rezagado a la meta y se somete a su papel de actor secundario, como la metáfora del viejo estilo que sucumbe ante el nuevo. En las distintas universidades donde ejerce, se somete al mando de otros menos preparados que él. En el amor, deja que su amada se vaya con otro. Lidia con el desinterés general por sus cosas. Transige con el papel de atracción de feria que se le aplica en las reuniones sociales por su condición de exiliado. Y si le dan la patada, lo encaja con una dignidad y una educación que no acepta escenas ni salidas de tonos.

Entretanto, habrá dado unas cuantas conferencias a unas señoras aburridas que pretendían cultivarse, habrá hecho de padre del hijo de su ex, habrá aprendido a conducir y a coger el tren sin perderse, habrá mejorado su nivel de inglés y hasta podrá permitirse el lujo de disfrutar de una casita con jardín después de una vida alojándose en habitaciones realquiladas. Un estoicismo inveterado le activa la capacidad de sacrificio ante cualquier revés. La soledad le ha regalado un montón de horas de reflexión. Sabe que el futuro, el devenir o la misma suerte saldrán a su paso en la próxima esquina de la vida. Con unos aperitivos elegantemente servidos para celebrarlo.
“Pnin caminaba poco a poco bajo los pinos solemnes. El cielo moría. Él no creía en un Dios autócrata. Sí que creía, vagamente, en una democracia de espíritus. Las almas de los muertos, quizás, formaban comités, y esos comités, en sesión continua, se ocupaban del destino de los vivos”.
 Firmado: Tuli Márquez

También de Nabokov en ULAD: El original de LauraLolita

jueves, 19 de septiembre de 2019

Monika Zgustova: Un revólver para salir de noche

Idioma original: español
Año de publicación: 2019
Valoración: Recomendable



Antes de nada he de advertir que bajo este título encontrarán una biografía novelada del matrimonio Nabokov, Vladimir y Vera, su vida en común, personalidad de cada uno, así como la relación entre la vida del escritor y su obra. Y es que el título, por muy impactante y atractivo que sea, puede disuadir a sus potenciales lectores y atraer a quien esté buscando otra cosa. ¿Dónde está, pues, el revólver? Aparece uno, es cierto, pero muy a trasmano y creo que tiene un sentido fundamentalmente simbólico: Zgustova lo utiliza para caracterizar a uno de los personajes. En cuanto a su función literal, no sé si el hecho al que alude está comprobado o se basa en la mera rumorología.
¿Cómo enfocar una vida tan compleja, tan rica en amores, títulos publicados, giros en la trayectoria vital, migraciones más o menos voluntarias, vida social intensísima? Se podía optar por elaborar un grueso volumen repleto de datos, fechas, nombres, sucesos históricos, éxitos y catástrofes con abundante bibliografía adjunta, pero ese no es el estilo de la autora checa afincada en Barcelona, que además de traductora y periodista tiene unas cuantas biografías en su haber. Ella se inclina por un tratamiento más literario, le gusta evocar, crear ambientes, utilizar el flujo de conciencia, centrarse en unos cuantos hitos escogidos de forma totalmente subjetiva para ofrecer su particular visión del personaje principal. Que, en mi opinión, es el equipo Nabokov –no solo Vera como se anuncia en la sinopsis– ya que la vida y el trabajo de esta se desarrollaron siempre en función de Vladimir.
Leyendo la novela nos queda la impresión de que, de no haber conocido a Vera y al margen de su talento, es muy posible que Nabokov no tuviese el reconocimiento internacional que tuvo y sigue teniendo. En primer lugar, porque ella fue quien se propuso que su marido llegase a ser alguien, y por ello le apartó de la poesía y le metió de cabeza en la novela, también porque su condición de judía les obligó a huir de Berlín a Estados Unidos en la época de Hitler, y ya se sabe que quien triunfa en ese país no pasa inadvertido en el resto del mundo, pero sobre todo porque se empeñó en que Vladimir, si quería hacerse un nombre, no tenía más remedio que dejar su idioma materno y obligarse a escribir en inglés. Opinaba lo mismo el círculo de escritores que frecuentaban, así que se puso a ello, y aunque le ocasionó bastantes quebraderos de cabeza, ya conocemos el resultado. A Vera se la describe como una mujer ambiciosa, voluntariosa, autoritaria y testaruda. El personaje está muy bien trazado, desde luego, se trata de un carácter de una pieza con muy pocos puntos débiles que disimula bastante bien. Pero esto es literatura, tampoco hay que tomárselo todo al pie de la letra. Quizá fuese así, no digo que no. Quizá.
Descubriremos también de dónde han salido algunos personajes y argumentos, en qué momento de su vida se originaron, cuándo los recuperó, cómo los distorsionó y qué dejó tal como estaba. Sí, también conoceremos el origen de Lolita. Sus diversos orígenes, porque el escritor se basó en más de una vivencia. Les aseguro que van a sorprenderse. Pero, insisto, el único que sabía a ciencia cierta si lo afirmado se ajusta a la verdad era Nabokov, y no puede desmentirlo ni confirmarlo. Zgustova recrea una época y construye unos caracteres ensamblando hábilmente los datos objetivos con su propia imaginación. El resultado es un relato homogéneo en el que todo transcurre con fluidez, sin fisuras entre ficción y realidad. Esto supone un predominio del aspecto novelesco sobre el histórico y es la causa de que no sepamos a que atenernos. Con ello es la literatura quien sale ganando, si alguien desease completar la información no tendría más que consultar otras fuentes.
Un texto agridulce y melancólico que nos deja con ganas de seguir leyendo pero al que en realidad no le falta nada, porque acumular datos eliminaría nuestra sensación de habernos trasladado a otro mundo, de haber acompañado casi físicamente a personas que transformaron la realidad de alguna forma. En otras palabras, dejaría a la novela sin su magia.

miércoles, 26 de agosto de 2020

Vladimir Nabokov: Pálido fuego

Idioma original: inglés
Título original: Pale fire
Año de publicación: 1962
Traducción: Aurora Bernárdez
Valoración: inclasificable

Me curo en salud: inclasificable es una valoración más bien provisional. Como sé que esta reseña tardará unas dos semanas en publicarse es posible que, conforme la digestión del libro progrese, sienta la necesidad de matizarla, si bien espero que los queridos lectores entiendan que inclasificable es más una valoración fría que negativa.
Claro que hablamos de un clásico. De una obra cumbre  de esos escritores reverenciados (obra y escritor)  de forma tan unánime y apasionada por tantas firmas influyentes que una opinión que contradiga esa unanimidad puede parecer desde una infantil llamada de atención hasta una boutade pretenciosa, pasando, desde luego y me temo que sea lo más posible, por la consecuencia de una posible lectura no tan meticulosa como la ocasión merecía. Llegado este punto uno se pregunta, por la doble condición de lector y aconsejador si sería equitativo que se concediera la oportunidad de la doble lectura a unos libros sí y a otros no, cosa que me retrotraería a ciertas experiencias del pasado con autores tan dispares como Pynchon o Bataille. Opino, ya que estamos, que no. Y aún conservo frescas ciertas declaraciones de Faulkner cuando se le preguntaba por la complejidad de sus novelas incluso después de que sus lectores las leyeran dos o tres veces: "pues que las lean cuatro". Pero, cosas de la vida moderna, difícil ya es sacar tiempo para una lectura para obligarnos a más de una, y aunque pueda compartir este planteamiento, desde la óptica del lector y de la obtención del disfrute, prefiero conservar la frescura de una primera lectura y efectuar un pronunciamiento, aunque haya quien lo tildará de prematuro.
O sea; esperaba más de Pálido fuego. Esperaba, culpad a la red o a Goodreads o a la endogamia de ciertos círculos, pero esperaba que la lectura me proyectara hacia otro plano y ha sido que no.
El planteamiento es original, no en vano la novela fue jaleada como un hito post-moderno, sea lo que sea eso, y no se trata de esperar desarrollos narrativos clásicos ni tramas al uso.
Pálido fuego toma su nombre del poema de John Shade, 999 versos que a su vez lo toma de una estrofa de Shakespeare. El poema ocupa unas 60 páginas y se nos muestra tras un prefacio de otras 25 páginas donde Kinbote, amigo del autor y a su vez autor de los comentarios, explica la naturaleza de la obra y las circunstancias en que el original ha llegado a sus manos y lo está comentando. Shade ha sido asesinado nada más terminar su escritura y Kinbote va a publicarlo incluyendo los comentarios sobre su desarrollo y partes, siempre desde su perspectiva que, a menudo que avanzamos en dichos comentarios, que constan de más de 200 páginas y son el centro de la novela (solo nos quedará una veintena de páginas a medio camino entre el glosario y una especie de índice de referencias muy sui-generis) se transforman en una especie de novela dentro de los comentarios, y aquí Kinbote parece manifestarse como un alter ego, esto sí, de Nabokov, evocando Zembla, un país imaginario, al norte de Europa, con un habla propia, con un rey que ha tenido que huir a través de los túneles bajo un palacio, andanzas estas que representan a la vez atractivo e impedimento de la novela, pues representan obviamente una subtrama, pero también muestran el carácter egocéntrico y narcisista de Kinbote, cuyos comentarios a las estrofas del verso siempre se formulan en clave personal. Nabokov convierte un poema (imagino que terriblemente difícil de traducir) en una especie de biografía épica contemporánea, Kinbote la hace pasar por su prisma y, como un mal crítico o incluso editor superpone su ego al del autor. Lo que debería ser una elegía acaba convirtiéndose en un panegírico de sí mismo, lo que debería ser una autobiografía ve desplazado su centro.
Que Nabokov dominaba el inglés, que no era su lengua materna, queda demostrado ya no solo a la hora de afrontar los dos estilos, poesía y prosa. Que el vocabulario es rico y barroco y debe haber llevado loco a la traductora, una obviedad. Que la estructura de la novela, con un tercer protagonista en segundo plano, Gradus, es, incluso hoy, novedosa y solamente escritores ambiciosos podrían atreverse con algo tan osado. Pero esa genialidad proclamada a gritos a mí se me ha escapado, se me ha evaporado de las manos en un ritmo lector y de atención habitual con lo que suelo leer. Quizás hubiera debido hacer anotaciones o comprado una libretita. Seguro que la impresión final me asistiría a capturar detalles en sucesivas lecturas, igual que los comentarios me han hecho acudir a estrofas del poema que se me escaparon, por supuesto.
Pero con honestidad, no sé si esto es lo que espero de la lectura por placer. Seguro que alguien que lea este opinión tendrá algo diferente que decir.

miércoles, 21 de noviembre de 2018

Sara Mesa: Cara de pan

Idioma original: español
Año de publicación: 2018
Valoración: Muy recomendable

Campaña mediática. 
Reconozco que empecé a leer Cara de pan con alguna prevención: durante las semanas (incluso meses) previos a que la novela se publicase, proliferaron tanto los mensajes en las redes sociales y en los medios afirmando que era el libro del año, de la década, ¡del siglo!, que me pareció que estábamos ante una campaña de marketing orquestada por la editorial con la complicidad de sus amigotes. La última vez que vi una campaña semejante para una novela española fue con Intemperie, de Jesús Carrasco, que parecía que iba a inventar la literatura, y que, sin ser una mala novela, sobre todo como ejercicio de estilo, no era para nada la maravilla del toreo que nos habían vendido.

O sea, que estaba con la mosca detrás de la oreja. ¿Estábamos todos siendo víctimas de una campaña publicitaria brutal? ¿El capital económico intentaba hacerse pasar por capital simbólico? ¿Un producto comercial por un producto artístico? Lo mejor para responder a esas preguntas era leer la novela, y eso he hecho, y la respuesta es que no: independientemente de la campaña de marketing, Cara de pan es una gran novela.

Lolita.
La figura de Lolita (casi tanto o más que la novela de Nabokov a la que da título) ha ocupado un lugar relevante en el imaginario y en el debate feminista de los últimos años. Desde aquel artículo de Laura Freixas, que fue tan mal leído y entendido por algunos como la propia novela de Nabokov por otros, el personaje de Lolita ha dado título a artículos, debates, mesas redondas, e incluso a la primera novela de Luna Miguel. Esto viene a cuento porque la idea de Lolita, o mejor, de la lolita con minúscula (la nínfula que se relaciona con un hombre mucho mayor que ella) está también en la base de Cara de pan: en ella una niña, Casi, conoce en un parque a un hombre, el Viejo, y comparte con él conversaciones sobre pájaros, sobre Nina Simone, y poco a poco sobre otros temas más privados, hasta crearse entre ellos una complicidad frágil y extraña.

No quiero decir que Cara de pan sea una consecuencia directa de estos debates sobre Lolita; la propia autora aclara que el germen de la novela está en un relato anterior, "A contrapelo", publicado en la antología Riesgo (2017), pero se podría rastrear incluso más allá: ya en Un incendio invisible, primera novela de la autora, la relación entre el protagonista Tejada y la niña que se hace llamar Miguel podría considerarse un esbozo o borrador del tema de esta novela.

En cualquier caso, hay una diferencia fundamental entre Lolita y Cara de pan: mientras que la novela de Nabokov es moralmente transparente (Humbert Humbert, por mucho que se intente justificar ante el lector, es un  violador, un pervertido egocéntrico y manipulador), Cara de pan es moralmente ambigua, o quizás sería mejor decir: amoral. No se plantea la relación entre Casi y el Viejo en función de lo bueo o lo malo, lo socialmente aceptable o lo políticamente correcto, sino en función de la psicología de dos personajes que intentan escapar de sus respectivas soledades y se encuentran en un refugio vegetal, un paraíso siempre en peligro de ser invadido por la realidad.

Fluir.
Dos personajes, un espacio (casi) cerrado, las conversaciones entre esos dos personajes, la evolución de su relación. Conseguir sostener una novela, aunque sea una novela relativamente breve como esta, con tan pocos elementos, no está al alcance de cualquiera. En la literatura española reciente, creo que solo Iván Repila consiguió algo parecido en El niño que robó el caballo de Atila. Lo cierto es que, aunque en la segunda parte de la novela se rompa ligeramente esta burbuja con la aparición de nuevos personajes, nuevos espacios y nuevas situaciones, la novela consigue crear un microcosmos narrativo alrededor de los dos protagonistas y su improbable relación.

Y otra cosa que consigue Sara Mesa es que la novela fluya de forma natural, con una gradación obviamente muy trabajada y meditada. Quizás sea un poco artificial, y también un poco tópica, la progresiva revelación del pasado del Viejo, o de las circunstancias vitales de Casi, pero al mismo tiempo es una forma de mantener la tensión narrativa y el interés del lector en un relato en el que no sobra la acción.

La novela fluye, el argumento fluye, el estilo, sin ser lo más importante (como pasa siempre en las novelas de Sara Mesa) funciona con este fluir de la novela. Y también fluye la carrera de Sara Mesa, que ya se ha colocado entre las primeras, o la primera, representante de su generación. Que tenga el apoyo mediático y comercial de Anagrama sin duda no la perjudica, pero tampoco hace de ella un simple producto. No sé lo que la historia literaria, con el paso del tiempo - de las décadas o los siglos - dirá de la literatura española de estos años, pero parece que Sara Mesa, como Elvira Navarro, Belén Gopegui o Marta Sanz, tendrán derecho a un capítulo en esa historia.

Otros libros de Sara Mesa en Un libro al día.

martes, 22 de agosto de 2023

Martin Amis: Visitando a Mrs. Nabokov


Idioma original: inglés

Título original: Visiting Mrs. Nabokov and Other Excursions

Traducción: Benito Gómez Ibáñez

Año de publicación: 1993

Valoración: muy recomendable

Pues seguimos con la revisión de la obra de escritores desaparecidos recientemente. Respecto a Martin Amis, quizás en un entorno británico tendría sentido el hablar del contexto de ser un escritor como hijo de Kingsley Amis, otra celebridad de la vida cultural, pero de eso nos hemos librado y hemos podido valorar la obra en su medida. Mi experiencia con él no pudo ser más desigual: una de sus obras más celebradas, Dinero, me dejó, hace una década, bastante frío, o quizás sea que por la época yo ya andaba bastante refractario a esa corriente literaria encabezada por Easton Ellis dedicada a los anti-héroes que actúan a consecuencia de sus adicciones. Luego me entusiasmó La zona de interés y su especie de ensayo/estudio sobre los videojuegos me dejó algo descolocado.

He de agradecer a Begoña Gómez Urzaiz, inquieta y chispeante redactora del suplemento Cultura/s que, en su página de lectura obligatoria sobre miscelánea cultural, lejos del engolamiento que a veces atenaza a cierta crítica, mencionara este libro y lo calificase como muy entretenido o algo parecido, valoración que puede parecer ligera o directamente frívola, pero curiosamente exacta. Quizás el fin de la literatura no haya de ser entretener, pero vamos a ponernos de acuerdo, que es agosto y en el hemisferio norte hace calor, que no siempre grandes obras mantienen  tu atención a según qué temperaturas y este Visitando a Mrs. Nabokov lo ha conseguido. Y a pesar de mi relativo escepticismo hacia lo excesivamente british, he de decir que esta es una curiosa cualidad del libro. Amis recibe encargos de entrevistas (a veces se auto-propone) o de escribir artículos sobre temas concretos. Y un poco a lo DFW, se toma el encargo a pecho desde el punto de vista técnico - es decir, los artículos o las entrevistas hablan sobre el tema o el personaje propuesto - pero lo hace a su manera. Con un espíritu irónico y ligeramente gamberro - sin pasarse que no es Irvine Welsh - ejecuta el encargo, pero para nada usa un esquema periodístico - exhaustividad, rigor, objetividad - y todo pasa por un tamiz que alcanza elevadas cuotas de legibilidad y, ya que estamos, bordea lo genial en algunos casos (el artículo dedicado a Madonna) en que se hace una crónica de una entrevista no consumada y se acaba aportando más que a través de las respuestas de una entrevista real. Claro que surgen temas que hoy han quedado algo obsoletos - alguna crítica de cine, alguna glosa de personajes ya caducos - Reagan - o propios del submundo cultural anglosajón (como si fuera eso un ámbito restringido), pero en fin, a quien se esmere por hacerse con un ejemplar de este extraño libro (una reedición sería sumamente oportuna) la cosa le va a resultar bastante gratificante, pues Amis, en su guisa de cronista o crítico o periodista o lo que le dé por ser en estos artículos, resultaba siempre brillante, ácido, punzante en un sentido que, a tenor lo que logra transmitir, lo hacen (lo hacían) parecer único.


Todos los libros de Martin Amis reseñados en ULADaquí

lunes, 16 de mayo de 2016

Aleksandra Lun: Los palimpsestos

Idioma original: Español
Año de publicación: 2015
Valoración: Recomendable

En la historia de la literatura ha habido muchos autores que han publicado y triunfado con libros escritos, por distintos motivos, en idiomas que no eran su idioma materno. Destacan, por ejemplo, Jozef Teodor Konrad Korzeniowski, polaco de nacimiento y grandísimo escritor en lengua inglesa con el nombre de Joseph Conrad, Vladimir Nabokov, ruso de nacimiento y reconocido internacionalmente por su obra en lengua inglesa (¡anda, igual que Conrad!) o Samuel Beckett, dublinés de nacimiento pero mundialmente famoso por su obra en francés.

Así podríamos seguir durante horas y horas, pero nos vamos a detener en una autora, Aleksandra Lun, polaca de nacimiento, que en 2015 publicó su primer libro. ¡Y lo hizo en el idioma de Cervantes y no en su polaco natal!. Por cierto, en una edición muy curiosa y auténticamente de bolsillo (15 * 10), gracias a la Editorial Minúscula.

Lun se basa en su experiencia personal y la convierte en el punto de partida de la novela. ¡Pero tranquilos! No estamos ante un libro de esa "literatura del yo-yo-yo-yo-mi-me-conmigo" tan de moda últimamente. Esto es ficción. Sí, basada en hechos reales, pero ficción.

"Los palimpsestos" nos presenta a Czeslaw Przesnicki (también polaco, también escritor), autor de la novela de escaso éxito “Wampir” e inmerso en la creación de su segunda novela “Kaskader”, escritas ambas en idioma antártico y no en polaco. El pobre hombre se encuentra ingresado en un hospital psiquiátrico de Lieja donde, con el fin de ser curado de tan extraña dolencia, está siendo sometido a una dura “terapia bartlebiana” que incluye, entre otras cosas, compartir habitación con algún compatriota (por aquello de ir presionándole para que escriba en su lengua materna). Al bueno de Przesnicki le toca en suerte el  padre Kalinowski, tan obsesionado con la bicicleta estática como con Karol Wojtila

El libro está escrito en forma de diario, con multitud de repeticiones, fruto de la rutina en el psiquiátrico, las obsesiones y traumas del protagonista, mezclando momentos de delirio con otros de gran lucidez. Todo ello con mucha frescura y gran sentido del humor.

Esa combinación de delirio y lucidez se manifiesta en los extraños sueños que tiene el protagonista, sus obsesiones (los cementerios, Hitler), sus conversaciones con su compañero de habitación o las humillantes agresiones que sufre a manos de furibundos escritores antárticos.

Destacar también la aparición de famosísimos escritores que se encuentran ingresados en el sanatorio para ser tratados de la misma "dolencia", como los citados Conrad, Nabokov o Beckett, pero también Emil Cioran, Isak Dinesen o Agota Kristoff, que aconsejan a Przesnicki y le animan a seguir escribiendo. Estas apariciones harán al lector plantearse preguntas como ¿Qué puede llevar a un escritor a abandonar su lengua materna? o ¿Hubiera sido Conrad tan buen escritor de haber escrito en polaco y no en inglés (o Nabokov en ruso...)? o ¿Está más limitado un escritor por escribir en una lengua adoptiva? Juzguen ustedes mismos. 

En resumen, divertido y original debut de una autora a la que trataremos de no perder de vista. La cosa promete.


jueves, 18 de abril de 2013

Semana de literatura colombiana: Historia secreta de Costaguana de Juan Gabriel Vásquez

Idioma original: español
Año de publicación: 2007
Valoración: Imprescindible

"¡Hala, imprescindible! ¡Cómo te pasas! ¡Exagerao!" Pues sí, puede que parezca exagerado calificar de "Imprescindible" a esta novela, si se define "imprescindible" como "este libro debería estar en cualquier biblioteca que se precie"; pero me decido por esta valoración por varios motivos: a) porque hace ya demasiado que no pongo un imprescindible, lo que me hace pensar que me estoy amargando como crítico; b) porque esta me ha parecido una muy buena novela, o mejor, una muy muy buena novela; c) porque Vásquez usa técnicas narrativas que me resultan especialmente interesantes; d) porque a Delirio le di un "Muy interesante" y esta novela me ha gustado más; e) porque uno de los personajes de la novela se llama Santiago Pérez, como yo; y f) porque puedo.

Pero vamos ya con la novela: Historia secreta de Costaguana es la narración autobiográfica de José Altamirano, un pobre desgraciado en quien, según su propia versión de los hechos, Joseph Conrad se inspiró para escribir su novela Nostromo (situada en el imaginario país de Costaguana). Altamirano se remonta a antes de su nacimiento (antes de su concepción, de hecho) y cuenta sus desventuras en busca de su padre; los sucesivos intentos de construir un Canal que uniera los dos Océanos, y los turbulentos procesos que llevaron a la (forzada) independencia de Panamá.

Por eso, Historia secreta de Costaguana es una novela histórica en el mejor sentido del término: porque reconstruye una época en sus múltiples facetas, de lo más pequeño a lo más grande. Pero también es una especie de autobiografía picaresca, y una sátira sobre la confianza ciega en el progreso. La historia, para el narrador como para el autor, tiene más de farsa o de vodevil que de tragedia, y los seres humanos se ven arrastrados y aplastados por fuerzas que no pueden controlar ni comprender. Frente al racionalismo francés, se imponen la fiebre amarilla, los terremotos, las lluvias torrenciales, las guerras inacabables. Tampoco Colombia, ni sus habitantes, salen precisamente favorecidos en la foto.

Joseph Conrad, como decía, es uno de los personajes clave de la novela; sin embargo, Vásquez parece haber aprendido más sobre el arte de narrar de otro escritor que también adoptó el inglés como lengua literaria: Vladimir Nabokov (el de Lolita, pero también el de Ada o el ardor): encontramos, aquí, como en Lolita un narrador que se dirige al público y lo trata como Jurado de sus actos; un narrador que sabe que es narrador y que, por lo tanto, controla la narración (lo que oculta, lo que cuenta, lo que inventa, el modo en que dispone los hechos); y encontramos, como en Nabokov, mucho sentido del humor, aunque sea un sentido del humor bastante desesperanzado.

Solo le pongo dos reparos a la novela. (Y habrá quien diga: "Si le pones reparos no deberías haberla calificado de Imprescindible"; a lo que yo respondo: "meh"). El primer reparo es que a veces, sobre todo en la última parte, le puede al autor -da la impresión- la tentación de embutir en el texto lo más relevante de la historia de Colombia en el cambio de siglo; y no solo se pierde un poco el hilo de la historia, sino que (lo que es más grave) se pierde también un poco el tono general del texto. El segundo reparo es que el (segundo) encuentro con Conrad aparezca tan tarde en la novela: cuando uno está leyendo una novela en que aparece uno de los grandes escritores del siglo XX, uno quiere verlo aparecer lo más posible, casi convertirse en protagonista, como en Gringo viejo o El maestro de San Petersburgo.

Pero bueno, esta no es realmente una novela sobre Conrad: es una novela sobre Colombia, y sobre Panamá y su Canal, y sobre ese espejismo positivista llamado progreso... y sobre un pobre hombre al que le robaron hasta la historia que tenía para contar.

También de Juan Gabriel Vásquez en ULAD: Historia secreta de Costaguana

jueves, 8 de marzo de 2012

Respuestas al Quiz

Con motivo del tercer cumpleaños del blog el pasado 1 de marzo, preparamos este quiz literario para que vosotros, fieles lectores para los que publicamos una reseña al día, pudierais comprobar cuánto habéis aprendido sobre libros, sobre el propio blog y sobre los autores del blog en estos tres años (¡¿TRES AÑOS!?)... o el tiempo que llevéis siguiéndonos.

Como lo prometido es deuda, a continuación encontraréis las respuestas a las preguntas y un baremo uladiense con el que medir el éxito de vuestra participación en el concurso (sí, al más puro estilo Super Pop o Bravo).


RESPUESTAS:

1. ¿En qué obra de teatro isabelina se la lía parda el Correos de la época a una pareja de jóvenes amantes? Romeo y Julieta, de William Shakespeare.

2. ¿Con qué colección de ¿poemas? nos muestra su lado más pícaro un autor que normalmente escribía fábulas sobre cigarras y hormigas? El jardín de Venus, de Félix María Samaniego.

3. ¿Para qué distopía bibliófoba nos vendría bien ir entrenando la memoria, por si las moscas? Fahrenheit 451, de Ray Bradbury.

4. ¿En qué obra de teatro resulta de vital importancia el nombre del protagonista? La importancia de llamarse Ernesto, de Oscar Wilde.

5. ¿Qué libro canónico, poblado de seres verdes y morados y catalogado como "repugnante", confesamos haber reseñado sin leerlo? El Libro de Urantia.

6. ¿Qué novela resulta, debido a la inapropiada -o, ejem, ilegal- relación entre sus protagonistas, repulsiva a la par que deliciosa? Lolita, de Vladimir Nabokov.

7. ¿Qué novela corta, ambientada en una travesía de barco, se articula en torno al ajedrez? Novela de ajedrez, de Stefan Zweig.

8. ¿En qué novela se nos va por las ramas el aristocrático protagonista? El barón rampante, de Italo Calvino.

9. ¿Y en qué novela el autoculpabilizado personaje principal no sale de debajo de las ramas? La higuera, de Ramiro Pinilla.

10. ¿Qué autor es reseñado asiduamente por Jaime, como parte de un taimado plan para dominar el mundo? Jorge Luis Borges.

11. ¿Cuál es el género cuya principal reseñadora es Izas? Cómic / novela gráfica.

12. ¿Qué novela de García Márquez amenaza con provocar un duelo a florete entre Jaime y Santi? El otoño del patriarca.

13. ¿Qué autor portugués usa el nombre de un animal acuático (pero no un pez) para hacer una metáfora del Portugal salazarista? Cardoso Pires (El delfín).

14. ¿Con qué reseña empezamos el blog hace tres años yparecequefueayercómopasaeltiempo? La tregua, de Mario Benedetti.

15. ¿Cuál fue el título español de la novela húngara cuyo título original significa "Las velas ardieron hasta el final"? El último encuentro, de Sandor Márai.

16. ¿En qué afamada y tochácea novela algunos de sus protagonistas llegan al monte de su destino? El Señor de los Anillos, de J. R. R. Tolkien.

17. Y, puestos a hablar de montes, ¿en qué otra novela el protagonista dice haber llegado "a la cumbre de su buena fortuna"? El Lazarillo de Tormes.

18. ¿Cuál es la novela en la que una roca es la que se encarga de contarnos la historia? Sueño en el pabellón rojo (también llamado Memorias de una roca), de Cao Xueqin y Gao E.

19. ¿Qué gran amor hindú resulta frustrado a causa de la división social en castas? El dios de las pequeñas cosas, de Arundhati Roy.

20. ¿En qué novela valenciana cuyo asunto es la corrupción inmobiliaria se inspira una serie de TV? Crematorio, de Rafael Chirbes.

21. ¿Cómo se llama la adolescente que, por sacar conclusiones precipitadas, cambió el rumbo vital de toda una familia y el suyo propio, y tuvo por ello que expiar su culpa? Briony en Expiación, de Ian McEwan.

22. ¿Qué autor imaginó lo que hubiese ocurrido si EEUU no hubiese participado en la Segunda Guerra Mundial? Philip Roth en La conjura contra América.

23. ¿Qué ensayo, reseñado en este blog con cierto distanciamiento, se considera la "biblia" de los activistas del 15 M? ¡Indignaos!, de Stephan Hessel.

24. ¿En qué serie de libros el invierno parece uno de los protagonistas? Canción de hielo y fuego, de George R. R. Martin.

25. ¿Cuál es la obra en la que el veneno vertido en un oído provoca toda la trama? Hamlet, de Shakespeare.


BAREMO DE SABIDURÍA ULADIENSE:

  • 21-25 respuestas acertadas: "¡SOY EL QUE MÁS SABE DE ULAD DEL MUNDO!".
  • 16-20 respuestas acertadas: "Mi nivel de frikismo uladiense ha llegado a límites inconfesables".
  • 11-15 respuestas acertadas: "Si ULAD fuera El Señor de los Anillos, yo sería Sam. Pero quiero llegar a ser Frodo. O Gandalf. ¡O Sauron!"
  • 6-10 respuestas acertadas: "Que no cunda el pánico: aún soy joven -si no de cuerpo, de mente- y tengo mucho tiempo para ponerme al día con el blog".
  • 1-5 respuestas acertadas: "Bueno, no está mal: sé lo que es un libro. Ahora tengo que averiguar qué son esos bichitos negros que hay en todas las páginas"
  • 0 respuestas acertadas: "Estoy haciendo algo mal con mi vida: debería dejar el trabajo, abandonar a mi pareja, dar en adopción a mis hijos y a mis mascotas y encerrarme en una biblioteca pública hasta el fin de mis días. O hasta que acierte al menos cinco respuestas en el próximo quiz ULAD".

... ¿Y bien? ¿Qué tal os ha ido? ¿Qué respuestas habéis acertado y de cuáles no teníais ni repajolera idea? ¿Os pareció demasiado fácil o difícil el quiz? ¡Contádnoslo en los comentarios!

lunes, 7 de septiembre de 2009

Alain Robbe-Grillet: La casa de citas

Idioma original: francésLa Maison de rendez-vous

Título original:

Año de publicación: 1965
Valoración: Imprescindible

Por norma, los lectores nos fiamos del narrador: es lo que se llama el "pacto ficcional", por el que anulamos nuestro juicio crítico habitual y aceptamos la existencia de dragones, naves espaciales o personajes como la Regenta o Sherlock Holmes. Desde tiempos del Quijote, y probablemente incluso antes, aunque sobre todo desde mediados del siglo XIX, los escritores vienen experimentando con la creación de eso que Wayne Booth llamaba "narradores no fiables", es decir, voces narrativas cuyas afirmaciones debe poner en duda el lector, para descubrir la verdad detrás de sus palabras: narradores que mienten, engañan, tergiversan u ocultan los hechos, por desconocimiento, malicia o torpeza.

La casa de citas (también publicada como La casa de Hong-Kong) es un ejemplo de cómo a lo largo del siglo XX se ha llevado este juego del gato y el ratón entre narrador y lector hasta el extremo, al igual que las novelas de Pynchon o algunas de Nabokov, por ejemplo. Porque en La casa de citas nada es completamente cierto, y es imposible intentar que la narración tenga sentido, en el sentido clásico del término. Los personajes tienen dos o tres nombres distintos cada uno; el narrador es a veces un personaje, a veces otro, a veces ninguno; el inicio de la novela se cita en medio de la novela, como si fuera un discurso de un personaje; las mismas acciones suceden tres, cuatro o veinte veces en lugares y momentos distintos, y unas veces se trata de una representación teatral, otras de un conjunto escultórico, o de unas figuritas de porcelana; un personaje muere varias veces en la novela, cada vez de una manera distinta...

Por supuesto, todo está manejado con habilidad, humor y frialdad por el autor, que se divierte dejándonos pistas acerca de su propia consciencia de estar mezclándolo todo, con frases como "pero de esto ya hemos hablado más arriba", "esto está aquí fuera de lugar" o "pero cuando me acerqué vi que no era quien yo pensaba", etc. Además, las descripciones de situaciones y objetos idénticos en distintas situaciones (el vestido estrecho que se abre hasta el muslo, y más arriba; las sandalias con cintas que se cruzan sobre el tobillo, los enormes perros de Lady Ava...) permiten hilar fragmentos de argumento, pero se ven desmentidos inmediatamente por las incoherencias, los cambios de plano o los saltos narrativos.

Porque en La casa de citas sólo puede hablarse de argumento: hay una fiesta, representaciones eróticas sado-masoquistas, tráfico de drogas, prostitución, un confuso triángulo amoroso, un asesinato. Todo ello da como resultado un ambiente más que una trama. Un aire a novela negra con ribetes románticos y eróticos, pasada por el turmix de la nouveau roman, que nos deja boquiabiertos y patidifusos, y que nos obliga a aceptar un nuevo pacto narrativo, distinto al anterior, que viene a decir: "No te creo, narrador, pero no tengo más remedio que seguirte".

Una novela que será disfrutada especialmente por los admiradores del David Lynch de Carretera perdida o Mulholland Drive.