Sublevación de los Vegueros
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Sublevación de los vegueros. Entre 1717 y 1723, los cultivadores de tabaco de los alrededores de la capital protagonizaron las llamadas sublevaciones de los vegueros que, aunque fueron cruelmente reprimidas, expresaban las crecientes contradicciones y luchas económicas entre los productores del país y la metrópoli colonialista.
Sumario
Antecedentes
El cultivo del tabaco se fue desarrollando en Cuba a lo largo del siglo XVII hasta convertirse en el más productivo de la Isla durante los primeros años del siglo XVIII.
El cultivo del tabaco, trabajo que requiere de una atención especial, se caracterizó en Cuba porque a él se dedicaban hombres libres, principalmente de origen peninsular y canario, así como sus descendientes criollos.
Era una mercancía que se caracterizaba por ser durable, de reducido volumen y peso, que había ido adquiriendo buenos precios debido a la gran demanda existente en Europa, y que podía exportarse tanto por vía legal como mediante contrabando.
Para el siglo XVIII, la producción de tabaco había crecido notablemente y constituía uno de los renglones más altamente cotizados de la exportación cubana a nivel mundial.
En la época el cultivo del tabaco se extendió considerablemente a tal punto que, ante el clamor de los cosecheros, fue autorizada su siembra en las cercanías de La Habana, lo cual se había prohibido varias décadas antes para dar preferencia a la agricultura de subsistencia.
Causa de la sublevación
Al morir Carlos II último rey español de la Casa de Austria, en 1700, sin descendientes, dejó su reino a un príncipe de la Casa de Borbón, el que fue coronado con le nombre de Felipe V.
El cambio de familia reinante en España colocó al país directamente bajo la influencia del monarca más poderoso de Europa, entonces Luis XIV de Francia, y ocasionó grandes cambios, tanto de carácter interno como externos en España. Cuba se vio envuelta en estos cambios.
Luis XIV de Francia rodeó a Felipe V de funcionarios franceses, y los enemigos de la preponderancia francesa inconformes con aquella situación, se lanzaron a la guerra, y el pueblo español se dividió en dos partidos: el del rey francés y el del pretendiente austriaco.
Esta guerra llamada Guerra de Sucesión terminó en 1714 con el reconocimiento general de Felipe V como rey de España.
En el orden económico el régimen implantado en España fue opresivo para Cuba, trajo dos monopolios al cuál peor; el del tabaco, primero, y el de todo el comercio exterior de la isla, después.
En 1716 Vicente Rojas fue enviado a Cuba como nuevo Gobernador. Traía la encomienda de promover la extensión del cultivo, establecer el monopolio (estanco) del tabaco y eliminar a los intermediarios.
En vista en que el tabaco de Cuba tenía gran aceptación en [[Europa, se ideó que el gobierno se hiciera cargo de comprar en Cuba y vender fuera de ella el tabaco de la Isla, quitando a los particulares ese lucrativo negocio.
Después de ensayar el sistema proyectado mediante la compra de varias grandes partidas de tabaco que no cubrieron la demanda, en 1717 se dicto la Real Célula ordenando el estanco del tabaco en Cuba, o sea la prohibición de venta libremente.
Por esa disposición el gobierno se reserva el derecho de comprar el tabaco que quiera, con sujeción a una tarifa dictada por el mismo. Para realizar las operaciones de compra y embarque del tabaco cubano, se creó una ofician en, La Habana; la Factoría, con sucursales en Santiago de Cuba, Trinidad y Bayamo.
Entre los vegueros y negociantes del ramo, el anuncio del estanco del tabaco causó general disgusto; y cuando se ordenó llevar el tabaco en existencia a los lugares donde habrían de recibirles los funcionarios de la Factoría, muy pocos vegueros cumplieron esa disposición, por el contrario, decidieron obtener la delegación del estanco.
Consecuencias
El estanco del tabaco perjudicó de modo sensible a los cultivadores, ya que los obligaba a vender toda su producción de forma centralizada a los precios que fijaba el monopolio, que después la colocaba en los mercados internacionales a precios muy superiores, lo que le reportaba fabulosas ganancias pero arruinaba a los cosecheros, excluía del negocio a los antiguos intermediarios, poderosos comerciantes con quienes los vegueros habían venido negociando libremente sus cosechas y perjudicaba a parte del clero, propietario de las tierras que los vegueros arrendaban para su cultivo.
Sublevaciones
Primera sublevación
Poco después se difundió entre los campesinos de la región habanera la noticia de que había empezado el embarque de tabaco por cuenta del gobierno. Al rededor de 500 vegueros se reunieron en Jesús del Monte y acordaron impedir que continuara esa operación. Armados de machete marcharon hacia la capital donde entraron sin hallar resistencia. Acompañados por gentes del pueblo recogieron las calles a los gritos de:
¡Viva Felipe V, muera el mal gobierno! ¡Que nos gobierne el cabo subalterno!
Las tropas habían sido acuarteladas y los sublevados impedían que se le suministraran comida, en tanto que comisiones de regidores y sacerdotes trataban de aplacar el motín anunciando a los sublevados que se suspenderían las operaciones del estanco y se gestionaría con el rey la renovación del decreto que había creado aquel conflicto.
Al fin declarándose impotente para dominar la situación, el capitán general Raja entrego el mando al teniente del rey (el cabo subalterno de la copla) y embarco, con los funcionarios de la Factoría, en unos de los galeones destinados a cargar tabaco para el gobierno. Los vegueros regresaron a sus hogares satisfechos del resultado del motín.
La reacción oficial fue un poco tardía, pero ominosa. Consistió a la Capitanía General de Cuba a Don Gregorio Guaso Calderón, acreditado por su nervio y templo, con un millar de soldados peninsulares. La Factoría empezó a funcionar normalmente.
Segunda sublevación
En 1720 estuvo a punto de estallar una nueva sublevación. La Factoría no compró todo ese año la cosecha y se corrió la voz de que los agentes del gobierno no habían adquirido todo el tabaco, para obtenerlo por trasmano a precio inferior al de la tarifa oficial como mercancía destinada a perderse, ya que estaba prohibida su venta a particulares, - Y hacerlo aparecer en los libros de la Factoría a precio legal; lo que habría de proporcionar un fácil beneficio a los autores del negocio.
Jesús del Monte volvió a ser punto de cita de los resentidos vegueros. Un número de 1000 de ellos se disponían a hacer valer su derechos por la fuerza; cuando fueron apaciguados por personas influyentes, quienes le aseguraron que se permitiría vender libremente el tabaco no adquirido por la Factoría y que, como compensación de las perdidas en el precio, los propietarios de tierra no cobrarían a los vegueros la renta de aquel año.
En los años siguientes crecieron las anomalías derivadas del estanco. Se pago en vales a los vegueros por no haber llegado los situados en México. Esos vales eran aceptados por algunos comerciantes a cambio de mercancía pero por una cantidad inferior al valor nominal. Volvió a quedar el tabaco sin salida.
Tercera sublevación
En 1723 los vegueros de los alrededores de La habana se pusieron de acuerdo para no vender el tabaco sino en efectivo al precio de la tarifa oficial, así como para no hacer nuevas siembras "hasta que la falta del género le diese el valor que ellos quisiesen", como reza un documento real de la época, o quizás simplemente que el género recuperase un valor normal.
Estos acuerdos quebrantados por varios agricultores, de modo muy general por, los de Bejucal, Santiago de las Vegas, los de San Miguel del Padrón, Guanabacoa y Jesús del Monte; resolvieron entonces castigar a los disidentes destruyéndoles sus siembras.
Durante días así lo hicieron, en sus propios partidos o distritos, sin atender consejos disuasivos ni amenazas de representación. Sus filas engrosaban hasta el punto de sentarse en ellas "800-900 hombres armados". Se sintieron fuertes para anunciar que destruirán el tabaco de Santiago de las Vegas y luego los almacenados en la capital.
Informados de los planes de los amotinados, el capitán general Guaso Calderón redoblo la guarnición de los castillos de La Habana y dispuso la salida de "200 hombres escogidos" de infantería y caballería "a desunir aquellas gentes". La tropa espero acostada en las inmediaciones de Santiago de las Vegas, al aproximarse los alzados dispararon los soldados que los esperaban matando a unos, hiriendo a muchos - de los cuales ocho murieron en los días siguientes - y apresaron a doce uno de los cuales fue libertado posterior mente.
Guaso Calderón ordenó que se condujera a los prisioneros a Jesús del Monte. Bien entrada la noche, partió la caravana por el Camino Real rumbo a dicho poblado. Llego a las cuatro de la tarde del día siguiente, inmediatamente fueron encerrados en una casa del poblado. A la una de la madrugada del 23 de febrero de aquel año 1723 un jinete atravesó al pueblo a todo galope. En la tienda del capitán Baratía (jefe de las tropas españolas) el jinete entregó un pliego enviado por el gobernados Guaso en el que se les notificaba la sentencia de muerte a los prisioneros y la forma en que debía ejecutarse.
Los soldados no esperaron siquiera a que amaneciera, despertaron a los cautivos y antes de que estos se pudieran dar cuenta de lo que pasara les leyeron las sentencia de muerte. Poco después once vegueros caían bajo las descargas del pelotón de fusilamiento en la loma de Jesús del Monte frente a la iglesia.
Al amanecer del día 23 los vegueros de Jesús del Monte fueron testigos de un cruel espectáculo. Los cuerpos de las victimas colgaban de los árboles en lo caminos que conducían a Guanabacoa, San Miguel del Padrón y Santiago de las Vegas"para que sirviera de escarmiento público".
En la tarde del día 24, cuando ya las auras volaban en círculos sobre los cadáveres el gobernador permitió que fueran descolgados y enterrados. De los once vegueros asesinados ocho de ellos resultaron enterrados en el cementerio que tenia la iglesia de tenia Jesús del Monte. Los otros tres se ignora donde fueron sepultados. Los nombres de los ocho vegueros enterrados en el cementerio de Jesús del Monte son los siguientes.
- Mateo Ravelo
- Eusebio Pérez
- José Canino
- Blas Martín
- Melchor Martín
- Juan Quesada
- Pedro González
- Melchor Martín(hijo).
Hubo algunos muertos más a consecuencia de las heridas recibidas y varias decenas de personas avecindadas en Guanabacoa, San Miguel del Padrón y Jesús del Monte desaparecieron, de las que nunca se supo más.
Esta sublevación quedó como símbolo de la rebeldía de los hombres de campo y como lejano pero importante antecedente de las protestas populares y de la lucha armada que aparecerían en el país en etapas posteriores.
Dato histórico
"En el Museo Municipal de 10 de Octubre se encuentra expuesta la fotocopia del libro de entierros de españoles de la iglesia de Jesús del Monte donde se haya registrado el entierro de estos ocho vegueros.
Consecuencias
Las sublevacionesde los vegueros, como la rebelión de los bayameses, el contrabando y otros fenómenos similares, fueron manifestaciones de insalvables contradicciones económicas entre los productores de la Isla y la metrópoli española y, a su vez, de la existencia de gérmenes de las futuras luchas políticas que librarían los cubanos por alcanzar su independencia nacional.
Ver también
Fuentes
- La Jiribilla
- Periódico 26
- Archivos digitalizados de la Biblioteca Municipal "René Orestes Reiné"
- Regirtro de información del Museo Municipal de 10 de Octubre.
- Diccionario Enciclopédico de Historia Militar de Cuba. Primera parte (1510 - 1898). Tomo III. Expediciones Navales. Acontecimientos políticos-militares. Ediciones Verde Olivo, Ciudad de La Habana, 2014. Página 116. Colectivo de autores del Centro de Estudios Militares de las FAR (CEMI).