Despedido de una 'Big Four' por intentar
cumplir su horario: “Es esto o te
echamos”
Antonio M. Vélez para ElDiario.es, 26/01/2023
Félix (nombre supuesto para proteger su identidad) trabajó en una de
las grandes firmas mundiales de auditoría, EY, hasta hace muy poco.
Formaba parte, junto a otras 20 personas, del equipo que fiscalizaba
las cuentas de una de las mayores compañías del Ibex 35.
Tras una trayectoria de varios años en dos de las denominadas 'Big
Four', le despidieron de EY, cuenta, por intentar cumplir su horario. Se
atreve a dar a conocer su historia ahora que el sector está en el foco
del Ministerio de Trabajo.
Su despido se produjo en vísperas de que, el pasado noviembre, el
Ministerio realizara una inspección coordinada y simultánea en las
cuatro grandes (Deloitte, PwC, EY y KPMG) contra los abusos de
jornada y las horas extra ilegales en el sector Felix. Todo estalló
cuando se atrevió a decir a sus superiores que ya estaba bien: que
pretendía cumplir en lo posible su horario de trabajo y se negaba a
alargar innecesariamente la jornada. Estaba dispuesto a hacer un
número “razonable” de horas extra. Pero no a convertirlo en la
norma.
Si te niegas a quedarte, por la noche te dirán: es esto o te echamos,
relata Félix, cuyo despido la empresa tuvo que acabar declarando
improcedente. “Verbalicé las quejas que teníamos todos los
compañeros y el resultado fue ese”, añade Félix, que también
asegura que, en muchas ocasiones prima la “cultura de calentar la
silla”.
Desprotección
Félix describe un ambiente de desprotección de los derechos
laborales en estas compañías, que carecen de comités de empresa,
una característica común a todas las Big Four y a otras firmas de
consultoría como Accenture.
“Un día pregunté en Recursos Humanos quién era el delegado
sindical y me dijeron que no había, aunque entiendo que una
empresa con este tamaño tendría que tenerlo”.
Afirma que el exceso de horas en el sector está “completamente
normalizado” y tilda de “vergüenza” que la patronal del sector
(presidida por la exministra Elena Salgado) haya intentado legalizar
esta situación, proponiendo jornadas de 12 horas diarias, “para
explotarnos con todas las de la ley”.
“Cuando dices que quieres cobrar las horas extra te dicen que no,
porque es lo que hay”. Aunque en su caso, acabó lográndolo: “En un
primer momento no nos querían dejar cargar ni una hora. Pero un
porcentaje alto del equipo dijimos que no íbamos a permitirlo
quedándonos hasta las tantas. Y acabaron aceptando”.
Más pegas hubo para pagarle el kilometraje y las dietas que le
correspondían para desplazarse a la sede de la multinacional cuyas
cuentas auditaban.
“El día que me despidieron, no me fui de la oficina hasta que reclamé
todas las horas que tenía pendientes: extras cargadas, vacaciones y
demás. Y todos los kilómetros y dietas que no me habían dejado
cargar. Lo metí todo, me lo reembolsaron y al irme recomendé a mis
compañeros que lo hicieran, porque era un buen dinero. Al final no lo
hizo nadie”.
Félix tenía categoría de Senior 2 en EY, con una retribución anual de
unos 31.000 euros brutos, frente a los en torno a 24.000 euros
anuales de un junior. Afirma que las condiciones económicas en ese
sector están mejorando un poco, por la elevadísima rotación: en su
equipo, afirma, había de media una salida cada mes. “Presumen
todos los años de contratar a muchísimas personas nuevas, pero
ocultan que se van tantas o más”. “Sus plantillas apenas crecen
anualmente”. “Están teniendo problemas para encontrar y retener
gente, con o sin experiencia. El que diga que no, miente: todo el
mundo está buscando constantemente una salida para cambiar de
trabajo”. “El 95% de la gente está igual y usa esto como trampolín
para buscar una salida”.
Fármacos y alcohol
Asegura que “un porcentaje muy alto” de la plantilla se medicaba por
problemas de depresión. Él mismo estuvo tomando “un par de meses
cosillas para la ansiedad y para poder dormir”. Afirma que en los días
libres se desataba entre los compañeros un consumo desaforado de
alcohol para “sobrellevar” el estrés. “Todo el mundo, si no perdía el
conocimiento el fin de semana, no aguantaba la semana laboral”.
Anota las palabras o expresiones que no conocías, junto con una breve definición o
sinónimos en español.
¿Cómo ha sido la trayectoria laboral de Félix hasta su reciente despido?
¿Qué ha desencadenado el despido de Félix?
¿Por qué se siente desprotegido frente a la empresa?
¿Cómo se explica la elevada rotación de esas empresas y qué consecuencias tienen?
¿Qué intención puede tener el autor de este artículo?
¿Encaja el enfoque de este artículo en una corriente ideológica determinada?
Preguntas comunes a todos. ¿Qué conclusiones sacas de
¿Qué puede llevar a una persona a querer trabajar en una Big Four?
¿Qué motivos pueden hacer que alguien abandone el modelo de trabajo que ofrecen
las Big Four?
¿Por qué las prácticas de las Big Four al margen de la legalidad o directamente ilegales
son un secreto a voces?
¿Hay algunos aspectos importantes del modelo de trabajo de las Big Four que ninguno
de estos artículos mencione?
¿
A partir de la reflexión y el debate en torno a los distintos artículos, redactad un breve
informe que presentaréis al resto de los compañeros, donde reflexionéis sobre las
siguientes cuestiones:
¿Qué medidas debería implementar el gobierno para que las Big Four no sigan
actuando al margen de la ley?
¿Qué relación debería haber entre el gobierno y las Big Four?
¿Qué medidas podrían tomar los empleados para evitar posibles abusos?
¿Debería haber un cambio radical en el modelo de trabajo de las Big Four o es factible
que puedan seguir operando de una manera similar a como han estado haciendo hasta
ahora?
En defensa del modelo laboral de las
Big Four
Claro que los empleados de una Big Four preferirían trabajar
menos horas y mantener sus opciones de acceder a puestos
altamente remunerados. Pero todo no puede ser a la vez.
Juan Ramón Rallo para El confidencial, 18/01/2023
¿Qué preferiría usted? ¿Un trabajo estrictamente de ocho horas
diarias, donde empieza cobrando 25.000 euros anuales y
progresivamente va viendo acrecentar su salario hasta alcanzar los
50.000 euros anuales al final de su carrera profesional o un trabajo de
10-12 horas diarias, donde empieza cobrando 25.000 euros anuales,
pero en 10 años tiene una probabilidad del 10% de cobrar 50.000
euros anuales, en 15 años una del 5% de cobrar 80.000 y en 20 años
una del 1% de cobrar varios cientos de miles anuales? La elección no
es obvia o, como poco, debería ser obvio que no todo el mundo tiene
por qué elegir del mismo modo. Quienes deseen ingresos más
previsibles y una menor carga de trabajo optarán por la primera
opción y quienes aspiren a ingresos más elevados (incluso mucho
más elevados), aun a costa de jornadas muy agobiantes, acaso opten
por la segunda.
Pues bien, esta segunda opción es esencialmente la que ofrecen las
Big Four: jornadas laborales maratonianas, picos de trabajo
estresantes, una remuneración inicial generalmente no satisfactoria,
pero con la expectativa de ascender y acceder a niveles de ingresos
mucho más elevados de los que tales profesionales podrían lograr en
otras compañías más tradicionales. No es que todos los que entren
como junior en una Big Four vayan a conseguir tan notables
remuneraciones meramente esperando y perseverando: en realidad,
la alta rotación de las plantillas así como su estructura jerárquica
llevan a que solo una minoría de los aspirantes termine cumpliendo
sus sueños. Pero ese es el modelo de relaciones laborales que ofertan
esas compañías, porque ese es el modelo de relaciones laborales que
demandan muchos de quienes trabajan en ellas.
Entiéndaseme correctamente: claro que todos los empleados de una
Big Four preferirían trabajar menos horas y con mucho menos estrés,
al tiempo que mantienen inalteradas sus probabilidades de
promoción interna a puestos altamente remunerados. Pero todo no
puede ser a la vez: si los junior trabajan muchas menos horas (o
trabajan las mismas, pero con una remuneración mucho más
cuantiosa), los beneficios de la compañía se reducirán
sustancialmente… y esos beneficios (menguantes) son los que
posteriormente se reparten, en forma de muy altas remuneraciones,
los socios y el resto de empleados de alto rango. Para que exista la
opción de que algunos de los que entran cada año en esas empresas
alcancen remuneraciones muy altas con el paso de los años
(posiciones que hoy están ocupadas por otros empleados que
entraron en el pasado y que lograron promocionar internamente), es
necesario que los ingresos netos de la compañía no se repartan de
manera más o menos equitativa entre todos los trabajadores de la
misma (como si de una cooperativa obrera se tratara). Aumentar
notablemente la remuneración por hora de los rangos más bajos de la
compañía implica reducírsela enormemente a los altos rangos.
Hagan ustedes mismos el experimento: si hay un socio por cada 100
trabajadores, cada 1.000 euros que se incremente el coste anual
salarial de esos 100 trabajadores supondrá una rebaja de 100.000
euros en la remuneración anual del socio.
No estoy afirmando, ni mucho menos, que todas las empresas deban
organizarse siguiendo el modelo de las Big Four. Probablemente, la
inmensa mayoría de la población no se sienta cómoda con ese
modelo: pero si hay una minoría de trabajadores que sí lo están —
especialmente dispuestos a volcarse con su trabajo para tener alguna
opción de cumplir con su ambición de prosperar económicamente de
un modo muy importante—, no hay ninguna buena razón para
prohibírselo. Quienes deseen otro modelo de relaciones laborales, que
se abstengan de entrar en las Big Four o, como ocurre con muchos de
los que entran, que salgan de ellas a los pocos años (o a los pocos
meses) y busquen acomodo en otras empresas con jornadas laborales
más estrictas y remuneraciones potenciales mucho menos explosivas.
La clave no reside, en todo caso, en reprimir lo que hay, sino
en posibilitar que emerjan más alternativas a lo que hay entre las que
poder escoge.
Anota las palabras o expresiones que no conocías, junto con una breve definición o
sinónimos en español.
¿Qué recursos retóricos utiliza el autor en el primer párrafo para presentar la tesis que
quiere defender?
¿Cómo define el modelo de trabajo que ofrecen las Big Four?
¿Qué lleva al autor a afirmar en el penúltimo párrafo que los ingresos de ese tipo de
compañías no pueden distribuirse de forma “más o menos equitativa entre todos los
trabajadores”?
¿Cuál sería la tesis de este artículo de opinión?
¿Encaja el enfoque de este artículo en una corriente ideológica determinada?
Las ‘Big Four’: propaganda de
una explotación anunciada
David Aguirre en Nuevo rumbo
Las ‘Big Four’: explotación de cuello blanco
Cuando pensamos en precariedad y sobreexplotación solemos pensar
en sectores como la hostelería, el turismo o el comercio, pero las
consultoras, junto a los bancos de inversión o los grandes despachos,
son algunos de esos empleos de “cuello blanco” donde las jornadas
de trabajo maratonianas se prolongan hasta el fin de semana, no
existe derecho a la desconexión digital y cuentan con una constante
rotación de personal debido a los problemas de salud mental
causados por la presión y el estrés.
De hecho, desde hace años, sindicatos, trabajadores y exempleados
denuncian las jornadas y las condiciones laborales de estas
compañías, pero se trata de un sector con una escasa tasa de
afiliación sindical, poca capacidad de organización por las propias
características de los puestos y plantillas instruidas con grandes dosis
de individualismo, alienación e ideología burguesa que consiguen
hacer creer a los trabajadores, incluidos los junior con bajísimos
salarios, que algún día, tras mucho esfuerzo, podrán llegar a ser
socios de la empresa. La propia patronal reconoce que casi un tercio
de los contratados en 2021 fueron jóvenes recién titulados. El caso es
que la promesa de ascender no llega nunca, o más bien, llega para un
reducido número de empleados. Por el contrario, lo que sí llega para
la mayoría son problemas de ansiedad, depresión, problemas de
pareja o imposibilidad para conciliar.
Macroinspección de la autoridad laboral
El pasado 15 de noviembre, la Inspección de Trabajo llevó a cabo una
actuación simultánea en las oficinas de Madrid de Deloitte, PwC, EY y
KPMG, con el objetivo de comprobar si se respetan las jornadas
laborales y si se pagan las horas extra. Las ‘Big Four’ sostenían que
nunca hasta ahora habían tenido una inspección de este tipo: por
sorpresa y de manera coordinada.
Para comprender cómo es posible que la Inspección de Trabajo haya
tardado tanto en aparecer por estas grandes auditoras y consultoras,
en las que es vox populi que no se respetan los límites legales sobre
jornada máxima —recordemos, además, que desde 2019 el registro
de las jornadas es obligatorio—, hay que entender que se trata de
compañías muy bien relacionadas con el poder político y económico,
siendo las garantes de las cuentas de las grandes compañías del IBEX
35 y trabajando frecuentemente al servicio de las instituciones
políticas. Por eso, a pesar de todos sus escándalos, siempre han
salido prácticamente indemnes de cualquier escándalo en el que se
han visto envueltas, gracias a sus buenos contactos con el poder.
Las ‘Big Four’: amigas y enemigas del Gobierno
A estas ejemplares empresas es precisamente a las que el Gobierno
“pidió ayuda”, primero para diseñar el plan de recuperación y el
decreto para gestionar los fondos europeos (qué es un plan de
recuperación) y después, para poner en marcha el ambicioso plan de
140.000 millones de euros destinados a sufragar las necesidades de
modernización de los grandes monopolios utilizado dinero público.
Estas mismas consultoras que asesoran al Gobierno en la ejecución
de los fondos europeos, son las mismas que han asesorado a las
grandes empresas españolas para captar parte de esos fondos y
poder financiar sus proyectos. Todo queda en casa. Como ejemplo, el
Ministerio de Transición Ecológica adjudicó a Deloitte por el
procedimiento de urgencia y, por tanto, con un concurso no
publicitado, un contrato de 380.000 euros para gestiones
relacionadas con los fondos europeos que no se especifican.
Resulta que esas mismas compañías que se están enriqueciendo con
ingentes cantidades de dinero público son ahora utilizadas como
chivo expiatorio y le sirven al Ministerio de Trabajo, con Yolanda Díaz
a la cabeza, para mostrarse ante la opinión pública como un azote de
esas terribles empresas donde se incumple la legislación laboral.
“Ninguna empresa está al margen de la ley, desde la más pequeña a
la más grande, por muy grande que sea o incluso si es una consultora
multinacional”, aseguraba Yolanda Díaz ante las preguntas de los
medios acerca de la investigación. Pero lo mejor es cuando
conocemos los detalles de las sanciones a las que se enfrentan las
‘Big Four’. Nada más y nada menos que a multas máximas de 7.500
euros por infringir la normativa relativa a las horas extraordinarias.
Es decir, el mismo Gobierno que firma multitud de contratos de
cientos de miles de euros de dinero público con las ‘Big Four’, luego
les echa una pequeña reprimenda en público para mostrarse ante su
electorado como implacable con los poderosos. Un nuevo capítulo en
la estrategia comunicativa del Gobierno de coalición, que con una
hábil campaña de propaganda nos ha acostumbrado a lo largo de
esta legislatura a utilizar el miedo a las consecuencias del capitalismo
para apuntalar el capitalismo.
Anota las palabras o expresiones te llamen la atención o que no conocías, junto con una
breve definición o sinónimos en español.
¿Con qué otro tipo de trabajo compara las malas condiciones que parecen ofrecer las Big
Four a sus empleados?
¿Cómo se explica el escaso éxito de las denuncias de las malas condiciones laborales dentro
de las Big Four?
¿Por qué se compara a las Big Four con las estafas piramidales?
¿Qué razones hacen de las Big Four amigas y enemigas del gobierno?
¿Cuál sería la tesis de este artículo de opinión?
¿Encaja el enfoque de este artículo en una corriente ideológica determinada?
Mi vida en una 'Big Four': "Tengo 26 años,
entré ganando 24.500 y ahora estoy en 35.000"
LA INSPECCIÓN DEL MINISTERIO DE TRABAJO HA PUESTO EN EL PUNTO
DE MIRA LAS CONDICIONES LABORALES DE LAS GRANDES
CONSULTORAS; SIN EMBARGO, ENTRE LOS TRABAJADORES HAY
OPINIONES DIVIDIDAS
Por Guillermo Cid, para El Confidencial, 22/01/2023
Cada mañana, Carlos, nombre ficticio por petición del entrevistado, se enfunda su traje
y va a trabajar al edificio Windsor en pleno corazón del distrito financiero de Madrid.
"Tengo un horario flexible para fichar, que va de 8 a 10 de la mañana, mi hora de salida
de la oficina depende del momento en el que entro", comenta. Una vez dentro, comienza
su jornada laboral. Porque sabe cuando entra, pero, dependiendo de la fecha, no sabe
cuando sale. Este joven de 26 años es uno de los miles de trabajadores que pasan sus
días dentro de las grandes consultoras, más conocidas como las Big Four. Él insiste en
que no se ve como una persona explotada.
Sus condiciones de trabajo saltaron a las portadas de multitud de medios estos días
después la macroinspección llevada a cabo por el Ministerio de Trabajo en todas sus
sedes, alentada por las quejas de muchos empleados por las jornadas maratonianas que,
aseguran, hacen sin que las compañías les paguen las horas extra. Pero la opinión dentro
de los grandes edificios acristalados en los que se encuentran estas oficinas no es en
absoluto unánime. Mientras muchos se quejan por las duras condiciones de trabajo,
otros como Carlos defienden que se está exagerando. Este periódico ha entrevistado a
varios empleados y exempleados y las opiniones se dividen entre los que lo ven como
un infierno y los que hablan de una especie de mili necesaria para crecer
profesionalmente.
"De forma habitual los horarios se respetan, pero obviamente hay picos de trabajo. Al
trabajar con varios clientes (compañías que contratan los servicios de estas firmas), se
pueden echar muchas horas en las entregas. Recuerdo una vez que llegué a trabajar 77
horas en una semana, pero no es la tónica general. Cuando pasa este periodo de tiempo,
la carga de trabajo cae mucho y, gracias a la flexibilidad, el trabajo y la vida personal se
concilian de forma cómoda", comenta Carlos, que añade que, en su caso, la empresa sí
le paga las horas extras.
Otro testimonio que incluso va más allá es el de Francisco que lleva dos meses
trabajando como manager en una de estas compañías y asegura que, por el momento, ni
él ni su equipo han tenido que realizar horas extra. Otros, sobre todo quienes se fueron,
lo ven de otra manera. Marina, nombre también ficticio, es extrabajadora de otra de las
firmas y su relato es muy diferente: "Nunca se respetaban los horarios y ni se planteaba
lo de pagar las horas. Si intentabas forzar para conciliar, todos se volvían contra ti",
añade.
Hay opiniones tan diversas porque en las últimas décadas, especialmente desde la crisis
de 2008, las grandes consultoras han ido cogiendo cada vez más peso en el mercado
laboral. Laura, nombre también ficticio, es una de esas personas que entraron a trabajar
en una gran consultora en plena crisis financiera y recién salida de la carrera. Intentó
hacerse a los ritmos, pero acabó saliendo y dando un portazo. "Era un ambiente muy
tóxico y durísimo. Algo que aún a día de hoy me llama la atención es que los jefes
intermedios eran todos muy jóvenes. Con 30 años en una consultora ya eres un veterano
porque la gente se marcha en cuanto puede", señala.
Otro extrabajador cuyo testimonio coincide con el de Laura es Rubén, también con un
nombre falso, que estuvo dos años en una de estas firmas. Cuenta que antes de entrar a
trabajar hizo una entrevista para formarse como estudiante en prácticas en otra
consultora. "Allí me dieron a entender que, aunque se estableciera que mi horario sería
de nueve a seis, tendría que trabajar de nueve de la mañana a diez de la noche. Rechacé
las prácticas porque no quería trabajar en esas condiciones, pero tiempo después acepté
un puesto en una de las Big Four que más me motivaba y en el que no se hacían tantas
horas extra", narra.
ASÍ SE TRABAJA EN UNA 'BIG FOUR'
Pero ¿qué tipo de trabajo se hace en estas compañías para que la presión sea tan alta?
Según narran los propios trabajadores, el desafío principal es trabajar en proyectos con
una fecha límite de entrega marcado por el cliente. Por eso, cuando se acercan a la
fecha, las jornadas pueden llegar a ser muy largas.
Carlos está en uno de esos nuevos servicios. "Trabajo en un área novedosa,
Sostenibilidad, donde hay un gran auge de la regulación, un cambio de tendencias y de
mentalidad de la sociedad, por lo que el único sitio que encontré que estuviera al tanto
de todos los cambios a nivel global eran las Big Four. Son las únicas empresas que te
pueden dar una imagen completa del área en el que estoy. Mis picos vienen porque
verifico información no financiera de empresas cotizadas que tienen un periodo
concreto de publicación y hay que respetar esos tiempos. Además, nadie te obliga a
quedarte si no quieres, pero lo haces porque te obsesiona que tu trabajo salga bien",
comenta.
Rubén también acabó sabiendo lo que significaban esos picos de trabajo. Este joven de
27 años estuvo dos años en una de esas compañías trabajando en un proyecto sobre
prevención de blanqueo de capitales. Tras aceptar la oferta, estuvo destinado en una de
las oficinas acristaladas. Según cuenta, su horario era de ocho y media de la mañana a
nueve de la noche. "Allí lo más habitual es que durante diez meses los trabajadores
fichen 42 horas semanales y 30 durante los dos meses de jornada intensiva, como en
tantas otras oficinas, pero lo cierto es que puedes hacer 60 horas o más a la semana y si
quieres reportar las extras tienes problemas", comenta.
Aunque en su caso no era común trabajar hasta altas horas de la noche, asegura que sí
tenía compañeros que salían de madrugada más de una vez a la semana pese a entrar
temprano. "La única recompensa que te pueden dar cuando te quedas hasta las dos de la
mañana es que te pillen un Uber Eats para cenar y un taxi que te lleve a casa cuando
salgas, pero no queda registrado que has trabajado tantas horas", añade.
DINERO Y CURRÍCULUM
En algo en lo que coinciden los entrevistados es en los motivos por los que decidieron
entrar a trabajar en una de estas empresas. Además de ser una primera oportunidad para
muchos, destacan los salarios y, sobre todo, la importancia de que una de esas cuatro
empresas aparezca en su currículum.
Para Carlos, la catapulta profesional es lo más importante. "Es duro, pero entré
cobrando 24.500 euros y al año me subieron a 27.900. Ahora estoy en 35.000. Pero lo
mejor no es eso, es la visibilidad y los conocimientos que te dan. Es decir, antes de
trabajar aquí mi valor en el mercado eran 24.500 euros. A día de hoy, recibo ofertas
constantemente por LinkedIn donde mi valor en el mercado son 45.000 o 50.000. Un
compañero con 28 años acaba de cambiarse de empresa por 45.000€ más 10.000€ de
variable".
Marina y Rubén rebajan esa imagen de grandes sueldos y trampolín asegurado. Ambos
corroboran que sí que se cobra por encima de la media, pero el ascenso meteórico es
otra historia. "Entras cobrando 20.000 o 25.000, pero cada año te suben un poco. Los
sueldos grandes vienen después de varios años en la empresa, pero no hay mucha gente
que llega tan arriba", señala Rubén. "Son sueldos que siendo joven y recién licenciado
te parecen muy altos y atractivos, pero con el tiempo te das cuenta de que no es para
tanto. Sobre todo, por el resto de las condiciones a las que tienes que enfrentarte", añade
Marina.
¿Qué perfil tienen las personas que se quejan más?
¿Qué intención puede tener el autor de este artículo
¿Encaja el enfoque de este artículo en una corriente ideológica determinada?
Una ‘call’ con recién graduados en traje
“Aguanté ocho meses. No es raro, la rotación es muy alta, como se suele decir. La
mayoría de la gente es muy joven. Las empresas saben que nos queman, es su modelo”
Elena de Sus 29/01/2023
Big Four.
J. R. MORA
Era un buen sueldo, pero tampoco para tirar cohetes. Unos 20.000
euros brutos. En Madrid está bien si compartes piso, yo compartía
con tres amigas de la universidad. Había bastantes becarios,
cobraban cerca de 800 euros al mes. Empecé a trabajar en Deloitte
en 2018 porque era de las pocas empresas que te daban una
oportunidad recién salida de la carrera. No es fácil encontrar trabajo
sin experiencia. En mi caso, no había otros motivos. Sé que a cierta
gente le resultan prestigiosas, pero en informática esas empresas no
tienen buena fama, están entre las que llamamos “cárnicas”.
Es la más grande de las “Big Four”, las cuatro mayores empresas de
auditoría y consultoría: Deloitte, Pricewaterhouse Coopers, Ernst &
Young y KPMG. Entre las cuatro facturan 2.500 millones de euros en
España y unos 200.000 en el mundo. La auditoría representa el 38%
de su facturación. La consultoría, el 36%. El resto son otros servicios
como asesoramiento legal y tributario o asesoramiento en
transacciones. Yo me dedicaba a la consultoría.
Me levantaba sobre las 8, tomaba un café rápido, me vestía con la
ropa que había dejado preparada el día anterior, me maquillaba y
todo eso. Había que ir muy arreglada, formal, la imagen era
importante. Ellos siempre de traje y corbata. Cogía el metro y me
encaminaba a la oficina que, por supuesto, estaba en un rascacielos.
Ocupábamos cuatro plantas.
Hacíamos proyectos para grandes empresas, del IBEX 35. Las
primeras horas de la mañana transcurrían entre reuniones con el
cliente y reuniones internas. La comunicación con el cliente era
constante, nos reuníamos para definir el proyecto y después íbamos
presentando informes de su desarrollo. Siempre estábamos
disponibles para resolver dudas o establecer cambios. Los clientes
solían quedar satisfechos con los resultados.
La jornada terminaba oficialmente a las 18h. Yo tuve suerte, porque
en mi equipo había gente bastante maja y casi nunca nos quedamos
hasta tarde, pero sé de compañeras que acababan saliendo a las 21 o
22. Después cogía el metro de vuelta a casa, aunque a veces
hacíamos afterwork y nos quedábamos a tomar algo por ahí. Se
fomentaba mucho el team building, la relación entre los miembros
del equipo. Los miércoles comíamos todos juntos en algún sitio y a
veces también los viernes.
Las jornadas se alargaban cuando se acercaba la fecha límite para
terminar los proyectos. Muchas veces, la empresa metía en
proyectos complejos a gente sin experiencia a la que le costaba sacar
el trabajo con rapidez, y no contaban con ayuda suficiente. Había
mucha presión.
Las jornadas se alargaban cuando se acercaba la fecha límite para
terminar los proyectos
Yo me di cuenta pronto de que aquello no iba conmigo. Miraba a mis
jefes y tenía muy claro que no quería terminar como ellos. No me
gustaban las normas de vestuario, no me gustaba tener tantas
reuniones, dedicar tanto tiempo a embelesar al cliente, no me
gustaba la jerarquía, que era muy estricta. Quedarse ahí suponía
renunciar a toda vida social fuera de la empresa. De formar una
familia, o al menos, ser parte activa de ella, ya ni hablamos. Puedes
llegar a ganar mucho dinero, pero tardarás muchos más años que en
otro tipo de compañía, y haciendo un gran sacrificio. No tenía
sentido.
Aguanté ocho meses. No es raro, la rotación es muy alta, como se
suele decir. La mayoría de la gente es muy joven. Las empresas
saben que nos queman, es su modelo. Nos mandaban muchos
correos con consejos sobre la salud mental y todo eso.
Una amiga que también trabajó en una Big Four me contaba que
detectó en las preguntas del reconocimiento médico de la empresa
los síntomas de la ansiedad. “¿Taquicardias?”, “¿Temblores?”,
“¿Dificultades para dormir?”. Obviamente, lo negó todo.
Luego a estas empresas les dan premios, las reconocen como “el
mejor lugar para trabajar” y cosas así.
Pero sí que hay gente que hace carrera en las Big Four. ¿Por qué?
Supongo que les gusta esa vida. Están orgullosos, se sienten duros.
Les gusta ir en traje. Ser una autoridad, explicar las cosas,
impresionar. Mandar en la oficina. Reunirse con gente importante.
La cena de Navidad. Hablar en inglés. Todo eso. El confinamiento
tuvo que ser muy difícil para ellos