Formado en los meses previos a la pandemia, Albino Negro expresa parte de la renovación de la escena desde un lugar no central, una lateralidad que indica los múltiples caminos del cambio que se produjo casi sin que nadie lo advirtiera, como quien no quiere la cosa pero tampoco está dispuesto a ir por otro sendero. “A finales de 2022 salió el álbum debut y tenía una duración similar a este, con ocho canciones –cuenta Fernando Centurión, artífice de Albino Negro en colaboración con Miguel Reguera y Alejandro Allall sobre este segundo trabajo, Gauchito roll–. Se hermanan en la canción. Aunque si hablamos de géneros, son diversos los que abordamos. Y eso es también un poco el desafío: mantener una coherencia estética más allá del género”.
Sin embargo, lo que más llama la atención de Gauchito roll es su frescura, cierto desparpajo que lo ubica como un trabajo más que interesante en lo que muchos consideran una renovación de la escena urbana después de la explosión del trap y el rap.
“No estaba planeado –dice sobre un disco que arranca con aires de rock clásico de fines del siglo pasado para virar casi sin querer a un pop con reminiscencias del mismo período–. Fuimos grabando sin intelectualizar mucho lo que estábamos haciendo. Y cuando ya tuvimos un grupo de canciones que nos gustaban, decidimos escucharlo de corrido acá mismo, donde grabamos. En un ida y vuelta dijimos: ‘Se deja escuchar; acá hay algo, hay algo diverso’. Es un disco bastante compañero”. La definición es inmejorable: sirve para llevar en el auto, en la ciudad o en la ruta, y también en tu walkman, diría el Flaco Spinetta. Porque el sonido tiene la liviandad y la gracia de aquel tiempo, incluso con alguna visita al costado más pop de Los Beatles.
“El concepto de Gauchito roll apareció cuando ya teníamos el disco terminado. Antes intentamos centrarnos en una chispa, en que las grabaciones tuvieran un chispazo, que pasara algo ahí sin intelectualizar. Eso lo sostuvimos hasta el final. Y recién al final empezamos a charlar todo lo que no habíamos hablado antes”. Quien considere que la definición de “disco compañero” denota falta de ambición estaría errando el vizcachazo: dejarse llevar creativamente sin exigencia pero también sin querer cumplir con ciertos preconceptos es una libertad difícil de conseguir; y, como sugiere Centurión, resistir la tentación de hacer algún retoque tipo filtro de Instagram para que quede “más lindo” según el canon. No, eso no lo convierte en un disco conceptual, mucho menos en uno que irradie influencia. Pero la sinceridad y la honestidad —sobre todo la intelectual y creativa— se han vuelto un activo apreciable en estos tiempos.
Por eso Gauchito roll no tiene empacho alguno en la cita musical o lírica, ni en que se le note. “Totalmente. Pero fue todo inconsciente. El disco tiene una dosis de humor y cierto desparpajo, y eso nos interesaba también. Que sea sincero desde el lugar del que viene. Así que cuando aparecían esas citas, dijimos: esto es lo que somos también. Está Atahualpa, está Lou Reed. Entre esos tops, entre esos mundos vimos que estaba el Gauchito roll”.
Eso les permite, sin más intención que disfrutar la broma, actualizar aquella idea de Yupanqui de que un amigo es uno mismo con otro cuero: en un tiempo en el que cada uno parece tenerse solo a sí mismo (cuidarse, quererse, mimarse, protegerse, etc.), la canción “Uno mismo” deja entrever que esa idea de soledad con la que hoy se enfrenta el mundo es parte del juego que tocó en suerte. “A veces la cosa más simple de estar con un amigo y compartir algo ya es ganar. Y hoy está visto que si hay algo que no genera nada, no produce dinero, digamos, es una pérdida de tiempo”.
Centurión dice que no se consideran parte de las bandas —de las que dieron cuenta algunos artículos periodísticos— que surgieron con ganas de hacer rock, especialmente su versión chabón. “No hicimos fútbol, rock, sala de ensayo; no estamos en eso”, dice quien está bordeando los cuarenta, nació y se crió en Quilmes y hoy vive en La Boca. “Vamos a ver qué nos depara cuando empecemos a tocarlo y demás, cómo se nos da el próximo repertorio, que estaría bueno que siempre fuera de una manera distinta”.
No es falta de previsión no tener fechas de presentación a la vista, sino la intención de “hacer todo paso a paso”. “Ganas no nos faltan, porque me interesa ver cómo suenan estas canciones en vivo. Pero es algo muy reciente y ni siquiera llegamos a hablar de cómo sería la presentación. Y en un punto está bueno, porque centramos el cien por ciento de la atención en lograr el objetivo de lanzarlo, y después iremos por lo otro”. Centurión, quien junto con su hermana Mariela formó en 2009 la banda Diamantes Telepáticos, también se dedica a la producción técnica de eventos “en los que hay luces, pantalla, sonido”. Conoce el paño de las presentaciones de discos. “Siendo consciente de eso, pesa: hagámoslo bien. Siempre entre comillas, porque cuando una canción está bien no necesita maquillaje técnico, pero estamos en un mundo de pantallas y entretenimiento, y la gente se confunde un poco”.
“El chispazo está tan a flor de piel que nos preguntamos cómo seguir: si grabando o buscando la presentación”, señala sobre el momento de la banda. “Sentimos que este momento está muy fluido y queremos que siga. Porque queremos atender cien por ciento lo que se está haciendo ahora para lograr el máximo. Ojalá este equipo pudiera agrandarse para abarcar más cosas y no tener que hacer una sola cosa a la vez. No nos dan las manos”.
“Elegimos no publicar singles y sacar todo entero –dice a modo de invitación para escuchar el disco–. Quizás en una primera escucha es un montón de data, y en la segunda empiezan a pasar otras cosas; me lo han dicho en estos primeros días de lanzamiento. Es un disco que no te deja a gamba”, vuelve a definir el álbum que arranca con “Algo se rompió”, cuya lírica también lo sintetiza: Algo se rompió y está nuevo.
Albino Negro
Alejandro Allall: baterías, percusión, coros. Miguel Reguera: bajos y coros. Hernán Basadoni: guitarras en track 5 y 7. Fernando Centurión: voz y guitarras. Lanzaron Gauchito roll. Disponible en todas las plataformas.