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domingo, 5 de marzo de 2017

Por favor, cuida de mamá.

Acabo de leer una novela que me ha gustado mucho. “Por favor, cuida de mamá” de la escritora coreana Kyung-Sook Shin
 Trata sobre la desaparición de una madre en el metro de Seúl. La historia parece tener varios narradores, pero al final descubrimos que solo es uno y omnisciente. A través de las aparentes voces vamos conociendo las características de esta madre, valiente y luchadora, que ha dado su vida por los hijos, y también por ayudar a la comunidad donde vive. Percibimos a través de las narraciones,  en segunda persona, que no ha sido lo suficientemente valorada por aquellos que la rodeaban. Su desaparición despierta las culpas y los abandonos en los que vamos dejando a aquellos que tenemos cerca, tanto, que no reparamos en ellos. Es el hueco que ha dejado su desaparición y posterior búsqueda, la que pone en evidencia las prisas y los olvidos por atender a un futuro o un presente que se nos va de las manos en esa vorágine de vida, la que nos empuja a seguir sin mirar a nuestro alrededor. Trata sobre una madre, pero podría tratar también sobre un hermano o sobre un amigo. No miramos de verdad, y solo cuando los perdemos o estamos a punto de hacerlo, es cuando nos hacemos miles de preguntas sobre esos seres que viven cerca y a los que no hemos prestado atención. Podría parecer por el titulo y por el tema, que la obra es algo sensiblera, pero nada más lejos de la realidad. La novela está escrita con realismo y, más que tocar ligeramente nuestra conciencia, nos da un gran empujón, para que seamos conscientes de la forma en que olvidamos a seres que nos rodean o que han tenido parte importante en el desarrollo de nuestra vida actual. En las dos primeras partes la voz del narrador es difícil de identificar. Se trata de alguien muy próximo a la familia, es un narrador claramente omnisciente, y se dirige a la mayor de las dos hijas y la tercera en la familia. En la parte cuarta el narrador omnisciente se identifica con la protagonista, se dirige a su hija la farmacéutica y conocemos a un buen amigo o quizá un amor platónico con el que llegó a tener una relación muy próxima y que sirvió de ayuda a ambos. Este hombre fue su apoyo y recibió las confidencias de la madre en momentos difíciles. En la parte quinta, la voz narradora se identifica con la hija escritora, quien lee una carta de su hermana menor, la farmacéutica, contándole algunas anécdotas de la vida con su madre. “¿Por qué nunca me paré a pensar en los sueños de mamá?… Qué injusto es que sacrificara todo por nosotros y que ninguno la entendiéramos.” Las hijas se plantean si su madre ha sido feliz. Si ha merecido la pena tanto sacrificio. Si la sonrisa con la que acompañaba al amor era auténtica. En el fondo habla de la mujer del siglo XX y XXI: ¿Cómo se realiza en el hogar o en el trabajo? ¿Qué hace más feliz al corazón de una mujer, la entrega a los suyos con abnegación, o la persecución de sueños legítimos y personales? ¿El amor carnal o la amistad en la confidencia? Una novela estupenda.

miércoles, 21 de diciembre de 2016

LA ESCRITURA SECRETA (SEBASTIÁN BARRY)








 Después de haber dejado sin terminar tres libros, he encontrado al fin uno que me ha gustado mucho. Es  lo que tiene que las editoriales apuesten por la venta y no por la calidad, que te obligan a rebuscas en las librarías sin una dirección fija. Antes confiabas en el sello editorial, pero el sello cada vez apuesta más por el beneficio sin más condiciones, y ese círculo vicioso lo pagamos los lectores.
El libro que me ha devuelto la ilusión es de Sebastián Barry: escritor nacido en el año 55 y al que no conocía aunque según leí posteriormente, es uno de los mejores escritores irlandeses. A lo mejor no lo conocía porque no se han traducido mucho sus obras, o quizá porque hay tanto todavía por leer y conocer.
Ha escrito teatro, poesía  y en  los últimos años su escritura de ficción ha superado su trabajo en el teatro, con gran éxito.
Ha ganado premios prestigiosos de novela como el Costa Book de 2008 o el Jack Tait Black Memorial. Ha sido finalista en dos ocasiones del Man Booker.
Espero que se traduzca algún titulo más. La obra que me ha gustado es “La escritura secreta” publicada por la editorial “la otra orilla”.
El conflicto que dispara la trama es que van a cerrar un hospital psiquiátrico y el médico encargado de seleccionar a los pacientes que no necesitan ya tratamiento  y deben reinsertarse a la vida normal es el Dr Greene. Descubrirá a la enigmática Roseanne McNulty de ciento y pico años y se sentirá atraído  por su historia de misoginia y dolor. La novela se cuenta a dos voces, la del citado Doctor y la de la protagonista
Roseanne era una mujer feliz en la Irlanda de los años 30, una Irlanda de penurias, de prejuicios, de misoginia, de impotencia, de rebelión, del IRA, pero también era una Irlanda  para vivir los años de juventud, de ilusiones, de primeros sueños  al lado del mar. Roseanne recuerda aquellos años con nostalgia, aunque como ella misma dice todo se recuerda, siempre: (...) Soy lo bastante vieja para saber que el paso del tiempo es un engaño, una conveniencia. Todo está siempre ahí, todavía mostrándose, todavía sucediéndose. El pasado, el presente y el futuro siempre en la cabeza, como los cepillos, los peines y las cintas en un bolso. (...)
Quizá lo único que me parece un poco forzado es el final, pero es posible que se necesite un bálsamo para compensar las penurias de esa mujer. 
A través de La escritura secreta, Roseanne McNulty pasará a ser uno de los personajes entrañable y sincero que habitan en mi biblioteca y a los que acudo de vez en cuando para saber que no estoy sola.

Qué bien que he descubierto una libraría que me aconseja, está cerca de mi casa. Perderé menos el tiempo buscando perlas entre super ventas y os podré contar un poco más sobre lo que encuentro.  

martes, 6 de diciembre de 2016

“UN PUÑADO DE AMIGOS Y DOS CEREZAS” (ROSA GRAU)















Cuando me piden en los colegios que hablé a los niños de mis libros y, ya de paso, les trasmita los placeres de la lectura, los imagino entrando en la sala cargados con sus juegos de ordenador, sus plays, sus drones,  sus robots recién estrenados, y se me pone el pelo tieso como alambre.
Sé que debo ser escueta, directa, y con un lenguaje atractivo.
Lo primero que les digo es que ni se les ocurra leer un libro que no les guste, aunque los profesores me miren con cara de asesinos en serie (frustra mucho, de verdad), luego les animo a que lean la reseña del libro, de qué va la historia, si les interesa, y por último les incito a que lean un poquito del principio, otro poquito de la parte central y algo del final (sin pasarse, claro)
Sin embargo, después  de leer la novela de Rosa Grau: “Un puñado de amigos y dos cerezas” la que primero colgó en Amazón y luego publicó la editorial Suma, he cambiado de criterio. Ahora les aconsejo que pasen del tema y se centren en el tono, aunque trate de la fauna y la flora en el antiguo Peloponeso. Y es que  Rosa Grau cuenta muy bien. Reconozco que me atrajo el tema desde el principio, que si una panda de amigos precisamente en la playa de San Juan de Alicante, que si reuniones por la noche tumbados sobre la arena fría … Oye, mi adolescencia. “Trae pacá”, dije ilusionada  Pero aunque la panda de Crisita, la prota, está plagada de tíos cuadrados, de biceps y tríceps, aunque yo en esa etapa de mi vida me pirraba por los tirillas con ojos clarísimos que no hacía más que recitarme eso de “Me gustas cuando callas…” (aunque quizá el asunto no iba de romanticismo sino de “¿por qué no te callas un momento, rica?). Lo cierto es que los “culturetas” con ojos claros y piel pálida me dejaban KO. Si además sonaba en la disco una música romántica, ya caía plenamente enamorada hasta que terminaba la canción, se encendían las luces y se me pasaba.
Su panda, me refiero a la de Crisita, le daba al sexo, y la mía al confesonario de tanto que nos alteraban los versos de Pablo Neruda, las canciones protesta, los bailes agarrados y las sesiones de programa doble en el cine de verano. A mí,  al contrario que a Crisita, en cuanto se me acercaba un musculitos lo imaginaba venga a machacarse en el gimnasio para ligar y me producía cierta compasión. No así, todo sea dicho de paso, si el músculo lo había cogido jugando al balonmano. ¡Ay, los del equipo de balonmano! ¿Qué habrá sido de ellos?
 La vida de Crisita y la mía, a pesar de ser cercana, nos distancia mucho, o quizá solo sus preferencias y las mías, pero a lo que íbamos, eso no importa cuando se pone a contar, cuando su voz empieza a tomarte suavemente de la mano y te transporta a su mundo; con gracia, con ternura, con apasionamiento. Y es entonces cuando funciona la magia, y yo que soy facilona, me enamoro del musculoso Jhon, y siento todos y cada uno de las sensaciones, inseguridades y dudas de Crisita. Y todo lo logra la forma que tiene Rosa Grau de contar.
 Leer nos transporta a otras mentes, a otros siglos, a otros lugares. Nos permite ser espías o prisioneros, detectives o perversos alienígenas, pero, sobre todo, nos hace conocer por dentro a seres tan diferentes a nosotros que nos enriquece y completa.
Por eso leemos, porque de esa forma no nos sentimos tan solos.
No importa el tema aunque digan que se venden los libros por tema, que tienes que escribir una novela con sexo, por lo menos dos capítulos, con amor no correspondido, otros dos, final feliz, uno. Porque si no, no  funciona. Quizá a Rosa Grau le funcionó el marketing porque su novela reúne todos los ingredientes, pero a mí me funcionó su voz; fresca, desenfadada, positiva. Me funcionó el ritmo, los tiempos, la intriga y la fuerza. Me funcionó su calidad. ¿El tema?, bueno, puede que ese sea el señuelo.
Felicito a Rosa Grau y le pido que me cuente lo que le de la gana, pero siempre con esa  misma voz, tan atrayente, tan suya y tan carente de artificiosidad.




lunes, 4 de julio de 2016

LA VIDA SECRETA DE LA MENTE


                                              

 
imagen: Julie Mallad

Estoy leyendo un libro muy interesante: “La vida secreta de la mente” de Mariano Sigman. Me gusta porque traduce de forma científica ese antiguo refrán de los indios Sioux que dice: “No juzgues a nadie antes de haber caminado dos lunas con sus zapatos”

El estudio científico demuestra que muchas reacciones humanas responden a conformaciones de nuestro  cerebro. Por  ejemplo, si la corteza frontal  se adelgaza se pierde lo que vulgarmente se llama filtro, es decir, que hablas sin pensar, pero no porque quieras, sino porque no puedes evitarlo. Él mismo hizo un experimento que  consistía en que por un sistema de bobinas, se aplicaba una corriente muy tenue pero capaz de activar o inhibir partes del cerebro. Se sometió a la prueba en la que se desactivaba la corteza frontal temporalmente. El experimento duró treinta minutos. Veía una letra y tenía que pensar palabras que empezaran por ella, y luego, pronunciarlas algunos segundos después. Esa espera depende del sistema ejecutivo. Según explica, con la corteza cerebral inhibida era imposible esperar, nombraba las palabras compulsivamente, en el mismo momento que las pensaba. Sabía que tenía que esperar pero no podía. Ese experimento le permitió saber los límites de lo que podemos hacer más allá del deseo y de la voluntad en dominios cognitivos en apariencia muy simples. Es muy difícil si uno lo experimenta ponerse en el lugar del que no puede hacer lo que los demás hacen con naturalidad y sencillez.

POEMA ANÓNIMO

Te ruego que no encuentres errores en un hombre que cae o tropieza en el camino a menos que hayas caminado con sus zapatos o soportado su carga. El zapato bien puede esconder de la vista un clavo que cause dolor o quizá la carga que el soporte, puesta en tus espaldas,  bien puede hacerte tropezar a ti también.

 No desacredites al hombre que hoy está caído a menos que hayas sentido el revés que ocasionó su caída o que hayas sentido lo mismo que solo los caídos conocen.

Tú puedes ser fuerte pero si te enfrentaras con lo mismo que lo hizo caer a él,  en la misma forma y en el mismo lugar,  podría causar que tú también te tambalearas

No seas severo con el hombre que se equivoca ni lo apedrees con palabras ni con rocas a menos que estés seguro, sí, absolutamente seguro, de que tú nunca te has equivocado. Entiende que si acaso la voz del  genio te murmurara con la misma suavidad  con la que habló a ese hombre cuando se perdió, te haría tambalear a ti también.

De nuevo la ciencia va de la mano de la estética.

“Una cultura sin grandes creaciones estéticas es una cultura empobrecida” George Steiner, filosofo y ensayista.

 

 

 

sábado, 27 de febrero de 2016

EL HOMBRE BICOLOR (JAVIER TOMEO)

Acabo de terminar una novela póstuma de Javier Tomeo (1932-2013), uno de mis autores preferidos. Es tan poco conocido en España, o quizá tan poco nombrado que no sabía de su fallecimiento. A Javier Tomeo lo conocí por recomendación de un amigo. Cuando pedí alguna obra del autor en el Corte Inglés, la dependienta le gritó a un compañero “¿A ti te suena un tal Javier Tomeo?” En la década de los ochenta se confirmó como una de los mejores y más personales narradores españoles contemporáneos. Muchos de sus libros están editados en Alemania, Holanda, Brasil, Francia, Italia, Portugal, Israel, Hungría, Polonia, Suecia, Dinamarca, Finlandia, Gran Bretaña y Estados Unidos con excelente acogida de la critica. Sus libros están reeditados y la primera novela que leí de él fue “Amado monstruo”, una auténtica delicia. Pero, ya ves tú, en las grandes superficies españoles ni les sonaba. La primera obra que llegó a mis manos ya me impactó. Debo reconocer que el surrealismo me gusta mucho y que él lo lleva a las últimas consecuencias. De su lectura se desprendía una angustia y a la vez una ternura que me atrapó. Leí luego “El crimen del cine Oriente” y después ya todo lo que caía en mi mano de ese fantástico autor. “El cazador de leones”, como casi toda su obra, es pura sensibilidad. Intuía en el autor a un hombre solitario con una necesidad enorme de afecto, muy enganchado a la figura de la madre. Hace ya bastante tiempo descubrí que impartía un taller de escritura en “El Circulo de Bellas artes” y me apunté. La verdad es que a distancias cortas no era lo mismo. Me llevé una gran desilusión. Y es que cuando lees algo que sale de lo más profundo, de lo más sincero de un ser humano, no puedes evitar emocionarte. Luego, conoces al hombre mondo y lirondo y no encuentras más que eso, a un hombre con escasa capacidad de empatía. No me acuerdo qué escritor decía que empeñarse en conocer a un autor es como querer conocer a la vaca que te estás comiendo. Y quizá tuviese razón; una cosa es la obra y otra el hombre. No es que fuese maleducado, era correcto y amable, pero no sabía conectar, era como si estuviese en una dimensión diferente a los demás. Nos habló de sus éxitos y de los lugares donde habían adaptado sus obras pero se quedaba en eso, en la anécdota. Cuando una amiga fue a que le dedicase su libro, aprovechó que era prima de un amigo suyo para ponerle. “Para la prima de mi amigo…” A ella se sentó fatal y yo comprendí que tenía una gran falta de empatía. Hoy, cuando acabo de leer su obra póstuma, cuando sé que murió de una complicación de la diabetes que padecía, se me ha abierto un resquicio de comprensión humana. El libro se titula “El hombre bicolor” y trata de un recaudador de contribuciones con un ojo de cada color que llega a una ciudad en la que no hay nadie, solitaria,una especie de Comala de Juan Rulfo. El hombre bicolor conversa consigo mismo para no sentirse tan solo, para aclararse. Es una narración obsesiva, un personaje estrafalario y con un tono entre lo cómico y lo inquietante. Tomeo siempre asumió su condición de raro, de ahí sus personajes con seis dedos o monstruosos. Su lenguaje es justo, cortante, escueto. “Si puedo emplear cuatro palabras no emplearé jamás ocho” dijo para resumir su forma de escribir. Por eso, después de leer esta obra póstuma de soledad y aislamiento, he recordado su incapacidad para conectar con el otro en el cara a cara y me he sentido cómplice de su tragedia, de su forma de estar en el mundo. Luego me he preguntado si no ocurrirá con todos los seres humanos algo parecido, que vemos el mundo de forma tan diferente, tan dispar a los que nos rodean, que nos ocultamos para que nadie sepa de nuestra infinita e irremediable rareza y soledad.

domingo, 7 de febrero de 2016

LOS VIEJOS MARINEROS




Reconozco que soy ahora mucho más selectiva para la lectura de lo que fui. Y eso trato de aconsejar a los niños cuando tengo encuentros sobre libros y lecturas. Ya no me importa que un autor sea reconocido mundialmente, agasajado o vituperado. Ahora me permito el lujo de despreciar a los que otros llaman grandes, me engancho a la prosa, a la forma de narrar, a los escenarios genialmente escogidos, a la inteligente pluma, y me entrego, como en mis años de lectora impenitente, con pasión. Reconozco que hay autores buenos a los que no me engancho y otros que no tienen tanta fama, que me emboban. Todo depende de nuestro yo más interno, de nuestras formas de estar en el mundo. Por eso, siempre que hablo de un libro que me ha gustado, noto a mi alrededor cómo se afilan las uñas, se alargan los colmillos. "¿Te atreves a decirme que fulanito es algo pesado? ¿Acaso es eso lo que me estás queriendo decir?" Y yo, un poco encogida, me subo la capucha del anorak como si lloviera, y muy bajito contesto. “Pues sí, chico, ¿qué quieres que te diga? A mí me aburre soberanamente tal o cual autor, me parece un fatuo, un insoportable y un juntapalabras cultas sin más intención que sentirse importante mientras le hacen la ola”. "¿Y tú quién eres para opinar, si no eres filóloga, ni licenciada en literatura, ni nada de nada?" “Pues por eso, porque soy lectora compulsiva y con suficientes libros a mi espalda para decir lo que siento sin ponerme colorada”.
Y todo este rollo lo suelto porque ha caído e mis manos una novela de las de entonces, de las que me hacían no poder dejarla, una novela que me ha hecho disfrutar como lo hago con García Márquez, con Rulfo, con Mark Twain y con tantos otros, a lo grande. Se trata de “Los viejos marineros” de Jorge Amado. Y llegué a él por un comentario que me hicieron en el blog cuando hablé de “El humor en la literatura”. Gracias, Sir, por una recomendación que tardé tanto en seguir.
No entiendo como existen tantos autores geniales que no conozco o nunca conoceré, mientras pierdo el tiempo con premiados y nominados soporíferos. Pero a lo que íbamos: Jorge Amado fue un escritor brasileño. En 1945 fue elegido miembro de la Asamblea Nacional Constituyente por el Partido Comunista Brasileño (PCB), siendo el diputado más votado del estado de São Paulo. Como diputado fue autor de la ley que asegura la libertad de culto religioso. Nació en 1912 y murió en 2001. Fue reconocido como otros, por el realismo mágico. La primera novela que he leído de este autor, “Los viejos marineros” trata sobre la vida de Vasco Moscoso. Está estructurada en tres partes: la primera habla de su llegada a Beriberi, un barrio habitado por jubilados a los que encandila con el relato real o inventado de sus hazañas como Capitán de Altura. La segunda trata de su juventud, sus antecedentes personales: joven, guapo, rico y elegante, un crápula divertido y con encanto para amistades y mujeres, al que le falta algo, un titulo que lo identifique y de sentido a su vida. Lucha denodadamente por conseguirlo, hasta que logra por fin el diploma que colmará sus deseos. La tercera parte pone en vilo al protagonista porque tiene que comandar un barco de verdad y resolver problemas reales para los que no parece estar preparado.
Habla de la vanidad, de las fatuas apariencias del ser humano capaces de cambiar la realidad cotidiana o las fantasías personales. Nos hace ver que deberíamos realizar sinceramente y más a menudo ejercicios de autocrítica y aceptarnos como somos, cada uno con nuestras virtudes, defectos y limitaciones, intentar dejar de lado la estúpida vanidad y tomar como lema personal uno muy conocido y antiguo, pero no por ello menos cierto y apropiado: Carpe diem.
La novela nos hace reír y a la vez reflexionar, apasionada y con un desenlace genial e imaginativo. En ella encontramos ironía, inteligencia, humor. ¿Quién da más?
Voy a buscar todo lo que encuentre de este genial escritor del que me avergüenzo no haber leído antes.
Cuánto me queda por leer y cuánto tiempo perdemos tragando lo que algunas editoriales y librerías de grandes espacios nos embuchan para crear adictos. 





domingo, 27 de septiembre de 2015

MILES DE VIDAS










La verdad es que leer tiene sus ventajas porque lo vives. Ahora, por ejemplo, estoy viviendo la segunda guerra mundial en una isla del canal de la Mancha, Guersney.
Es duro, no lo voy a negar. Nos ha pillado la guerra a bote pronto, sin esperarlo ¿Cómo íbamos a imaginar que los alemanes podrían haber estado interesados en tomar esa isla perdida? Pero ellos, con tal de avanzar, conquistar y dominar, se han metido con sus tanques y sus metralletas. Las pasamos canutas porque nos quitan la comida, la casa, los animales y los sembrados. Ni siquiera nos dejan escuchar la radio. Ese es el motivo por el que se ha creado una sociedad literaria con un nombre la mar de original. “La Sociedad Literaria Y El Pastel De Piel De Patata de Guersney”.
Para sobrellevar la ocupación Nazi, organizamos reuniones de lectura sobre novelas clásicas alrededor de un pastel de piel de patata, que por mucho que me empeñe no logro imaginar.
No lo hacemos porque nos guste leer, al principio, claro, luego acaba entusiasmándonos, sino porque es una forma de reunirnos, hablar, pasar el tiempo, hacer cotidiana la terrible realidad que nos  ha tocado vivir. Me apunto a la tertulia porque de vez en cuando lograrán sacar algún vinito escondido o un asado de cerdo y comérnoslo entre todos. Estoy un poco liada con los personajes, pero lo que tengo claro es que los alemanes tenían una forma terrible de aprovecharse de los pueblos ocupados. La crueldad de algunas escenas me indignan. De pronto suenan la sirenas de los bombardeos y como no hay refugio en la esquina de la calle Azcona con Francisco Silvela, cierro el libro. Menos mal que lo hago, porque el conductor del autobús está a punto de cerrarme  la puerta en las narices. Ya me lo había dicho mi hermano, leer es algo demasiado serio como para hacerlo en tiempos muertos: en un autobús, en un metro, en la consulta de un médico. Pero no lo puedo evitar, si estoy en una isla del canal de la Mancha, en plena Guerra Mundial y además la isla está ocupada por alemanes, es dificilísimo centrarme en el recorrido del 43. Me implico mucho y a veces hasta hablo en alto y me peleo con los personajes. Vivo dos vidas y eso, según mi médico, puede ser un principio de esquizofrenia mezclada con psicosis y algo de psoriasis. Bueno, seguramente dice otra cosa, pero me da lo mismo, sé que es grave y no lo puedo evitar. Ir a General Perón y al mismo tiempo leer cómo detienen a una mujer por defender a un hombre que ha cogido algo para comer, es difícil de compaginar. Veo la sangre correr por la asfaltada calle  y escucho la botas de los alemanes sonar con el mismo ritmo atronador de siempre. Se me llevan los demonios. Consigo sentarme y vuelvo al pueblo de Guesrney. Resulta que la chica, de la que me había encariñado, se le ocurre defender a un hombre al que apalea un alemán y se la llevan presa. Me entra una gran congoja y miró por la ventana. El cielo está azul, sí, pero de un azul cursi, de postal romántica.  A lo mejor solo es mi pena. Atravesamos Clara del Rey y una gorda se sienta junto a mí, o mejor, sobre mí. Continuo en la guerra. La chica, a la que se han llevado presa, ha dejado una hija pequeña que tuvo en secreto con un alemán. ¡Qué valor!, pienso, con lo mal que se están portando, todavía las hay con ganas de enamorarse. Pero quizá no lo pienso, quizá lo digo en voz alta porque la gorda me mira y pregunta: “¿A qué se refiere?”
No le contesto, puede pensar lo mismo que mi médico y paso. Ella primero me observa con asombro y después, sigilosa, se levanta para sentarse en otro lugar. Me alegro porque ambas no cabíamos. Me siento más ancha pero mucho más triste. ¿Qué va a ser de esa pobre niña si el padre lo han destinado a Munich y la madre no hace más que meterse en líos. Una adolescente con los brazos llenos de tatuajes que está apoyada en el cristal de una ventana,  me dice que a ella qué le importa. Creo que he debido hablar en alto de nuevo. El estadio Santiago Bernabeu está a reventar, debe haber partido, o visita guiada. No estoy muy al tanto. Se acerca mi parada y aprieto el botón. Noto un cierto alivio en la gente que se queda en el autobús. “Se baja la loca”, deben pensar. Echo una última mirada. Qué sabrán ellos de lo dura que es una guerra. Y es que en cuanto me pongo a leer me olvido de todo lo que me rodea.
No voy a hacer una reseña de la novela, que me está gustando mucho, solo voy a decir que cuando leo, cuando me gusta lo que leo y cuando aprovecho ratos muertos para hacerlo, siempre acabo llamando la atención. Mezclo vidas, la del libro y la real.

Bueno, diré algo más de la novela porque se merece todo mi respeto. La autora es Mary Anne Shaffer, creo que fue su única novela, y está escrita de forma epistolar. Todavía no la he terminado pero debo confesar que me está gustando mucho  aunque esta entrada va de ficción y realidad, no de reseñas.