Acabo de leer una novela que me ha gustado mucho. “Por favor, cuida de mamá” de la escritora coreana Kyung-Sook Shin
Trata sobre la desaparición de una madre en el metro de Seúl. La historia parece tener varios narradores, pero al final descubrimos que solo es uno y omnisciente. A través de las aparentes voces vamos conociendo las características de esta madre, valiente y luchadora, que ha dado su vida por los hijos, y también por ayudar a la comunidad donde vive. Percibimos a través de las narraciones, en segunda persona, que no ha sido lo suficientemente valorada por aquellos que la rodeaban. Su desaparición despierta las culpas y los abandonos en los que vamos dejando a aquellos que tenemos cerca, tanto, que no reparamos en ellos. Es el hueco que ha dejado su desaparición y posterior búsqueda, la que pone en evidencia las prisas y los olvidos por atender a un futuro o un presente que se nos va de las manos en esa vorágine de vida, la que nos empuja a seguir sin mirar a nuestro alrededor. Trata sobre una madre, pero podría tratar también sobre un hermano o sobre un amigo. No miramos de verdad, y solo cuando los perdemos o estamos a punto de hacerlo, es cuando nos hacemos miles de preguntas sobre esos seres que viven cerca y a los que no hemos prestado atención.
Podría parecer por el titulo y por el tema, que la obra es algo sensiblera, pero nada más lejos de la realidad. La novela está escrita con realismo y, más que tocar ligeramente nuestra conciencia, nos da un gran empujón, para que seamos conscientes de la forma en que olvidamos a seres que nos rodean o que han tenido parte importante en el desarrollo de nuestra vida actual.
En las dos primeras partes la voz del narrador es difícil de identificar. Se trata de alguien muy próximo a la familia, es un narrador claramente omnisciente, y se dirige a la mayor de las dos hijas y la tercera en la familia.
En la parte cuarta el narrador omnisciente se identifica con la protagonista, se dirige a su hija la farmacéutica y conocemos a un buen amigo o quizá un amor platónico con el que llegó a tener una relación muy próxima y que sirvió de ayuda a ambos. Este hombre fue su apoyo y recibió las confidencias de la madre en momentos difíciles.
En la parte quinta, la voz narradora se identifica con la hija escritora, quien lee una carta de su hermana menor, la farmacéutica, contándole algunas anécdotas de la vida con su madre. “¿Por qué nunca me paré a pensar en los sueños de mamá?… Qué injusto es que sacrificara todo por nosotros y que ninguno la entendiéramos.”
Las hijas se plantean si su madre ha sido feliz. Si ha merecido la pena tanto sacrificio. Si la sonrisa con la que acompañaba al amor era auténtica.
En el fondo habla de la mujer del siglo XX y XXI: ¿Cómo se realiza en el hogar o en el trabajo? ¿Qué hace más feliz al corazón de una mujer, la entrega a los suyos con abnegación, o la persecución de sueños legítimos y personales? ¿El amor carnal o la amistad en la confidencia?
Una novela estupenda.
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domingo, 5 de marzo de 2017
miércoles, 21 de diciembre de 2016
LA ESCRITURA SECRETA (SEBASTIÁN BARRY)
Después de haber dejado sin terminar tres
libros, he encontrado al fin uno que me ha gustado mucho. Es lo que tiene que las editoriales apuesten por
la venta y no por la calidad, que te obligan a rebuscas en las librarías sin
una dirección fija. Antes confiabas en el sello editorial, pero el sello cada
vez apuesta más por el beneficio sin más condiciones, y ese círculo vicioso lo
pagamos los lectores.
El
libro que me ha devuelto la ilusión es de Sebastián Barry: escritor nacido en
el año 55 y al que no conocía aunque según leí posteriormente, es uno de los
mejores escritores irlandeses. A lo mejor no lo conocía porque no se han
traducido mucho sus obras, o quizá porque hay tanto todavía por leer y conocer.
Ha
escrito teatro, poesía y en los últimos años su escritura de ficción ha
superado su trabajo en el teatro, con gran éxito.
Ha ganado
premios prestigiosos de novela como el Costa Book de 2008 o el Jack Tait Black
Memorial. Ha sido finalista en dos ocasiones del Man Booker.
Espero
que se traduzca algún titulo más. La obra que me ha gustado es “La escritura
secreta” publicada por la editorial “la otra orilla”.
El
conflicto que dispara la trama es que van a cerrar un hospital psiquiátrico y
el médico encargado de seleccionar a los pacientes que no necesitan ya
tratamiento y deben reinsertarse a la
vida normal es el Dr Greene. Descubrirá a la
enigmática Roseanne McNulty de ciento y
pico años y se sentirá atraído por su historia de misoginia y dolor. La novela se
cuenta a dos voces, la del citado Doctor y la de la protagonista
Roseanne
era una mujer feliz en la Irlanda de los años 30, una Irlanda de penurias, de
prejuicios, de misoginia, de impotencia, de rebelión, del IRA, pero también era
una Irlanda para vivir los años de juventud,
de ilusiones, de primeros sueños al lado
del mar. Roseanne recuerda aquellos años con nostalgia, aunque como ella misma
dice todo se recuerda, siempre: (...) Soy lo bastante vieja para saber que el
paso del tiempo es un engaño, una conveniencia. Todo está siempre ahí, todavía
mostrándose, todavía sucediéndose. El pasado, el presente y el futuro siempre
en la cabeza, como los cepillos, los peines y las cintas en un bolso. (...)
Quizá lo único que me parece un poco forzado es el final, pero es posible que se necesite un bálsamo para compensar las penurias de esa mujer.
Quizá lo único que me parece un poco forzado es el final, pero es posible que se necesite un bálsamo para compensar las penurias de esa mujer.
A
través de La escritura secreta, Roseanne McNulty pasará a ser uno de los
personajes entrañable y sincero que habitan en mi biblioteca y a los que acudo
de vez en cuando para saber que no estoy sola.
Qué
bien que he descubierto una libraría que me aconseja, está cerca de mi casa. Perderé menos el tiempo buscando
perlas entre super ventas y os podré contar un poco más sobre lo que encuentro.
martes, 6 de diciembre de 2016
“UN PUÑADO DE AMIGOS Y DOS CEREZAS” (ROSA GRAU)
Cuando
me piden en los colegios que hablé a los niños de mis libros y, ya de paso, les
trasmita los placeres de la lectura, los imagino entrando en la sala cargados
con sus juegos de ordenador, sus plays, sus drones, sus robots recién estrenados, y se me pone el
pelo tieso como alambre.
Sé
que debo ser escueta, directa, y con un lenguaje atractivo.
Lo
primero que les digo es que ni se les ocurra leer un libro que no les guste,
aunque los profesores me miren con cara de asesinos en serie (frustra mucho, de
verdad), luego les animo a que lean la reseña del libro, de qué va la historia,
si les interesa, y por último les incito a que lean un poquito del principio,
otro poquito de la parte central y algo del final (sin pasarse, claro)
Sin
embargo, después de leer la novela de
Rosa Grau: “Un puñado de amigos y dos cerezas” la que primero colgó en Amazón y
luego publicó la editorial Suma, he cambiado de criterio. Ahora les aconsejo
que pasen del tema y se centren en el tono, aunque trate de la fauna y la flora
en el antiguo Peloponeso. Y es que Rosa Grau
cuenta muy bien. Reconozco que me atrajo el tema desde el principio, que si una
panda de amigos precisamente en la playa de San Juan de Alicante, que si
reuniones por la noche tumbados sobre la arena fría … Oye, mi adolescencia.
“Trae pacá”, dije ilusionada Pero aunque
la panda de Crisita, la prota, está plagada de tíos cuadrados, de biceps y
tríceps, aunque yo en esa etapa de mi vida me pirraba por los tirillas con ojos
clarísimos que no hacía más que recitarme eso de “Me gustas cuando callas…” (aunque
quizá el asunto no iba de romanticismo sino de “¿por qué no te callas un
momento, rica?). Lo cierto es que los “culturetas” con ojos claros y piel
pálida me dejaban KO. Si además
sonaba en la disco una música romántica, ya caía plenamente enamorada hasta que
terminaba la canción, se encendían las luces y se me pasaba.
Su
panda, me refiero a la de Crisita, le daba al sexo, y la mía al confesonario de
tanto que nos alteraban los versos de Pablo Neruda, las canciones protesta, los
bailes agarrados y las sesiones de programa doble en el cine de verano. A mí, al contrario que a Crisita, en cuanto se me
acercaba un musculitos lo imaginaba venga a machacarse en el gimnasio para
ligar y me producía cierta compasión. No así, todo sea dicho de paso, si el músculo
lo había cogido jugando al balonmano. ¡Ay, los del equipo de balonmano! ¿Qué
habrá sido de ellos?
La vida de Crisita y la mía, a pesar de ser cercana,
nos distancia mucho, o quizá solo sus preferencias y las mías, pero a lo que
íbamos, eso no importa cuando se pone a contar, cuando su voz empieza a tomarte
suavemente de la mano y te transporta a su mundo; con gracia, con ternura, con
apasionamiento. Y es entonces cuando funciona la magia, y yo que soy facilona,
me enamoro del musculoso Jhon, y siento todos y cada uno de las sensaciones, inseguridades
y dudas de Crisita. Y todo lo logra la forma que tiene Rosa Grau de contar.
Leer nos transporta a otras mentes, a otros
siglos, a otros lugares. Nos permite ser espías o prisioneros, detectives o
perversos alienígenas, pero, sobre todo, nos hace conocer por dentro a seres
tan diferentes a nosotros que nos enriquece y completa.
Por
eso leemos, porque de esa forma no nos sentimos tan solos.
No
importa el tema aunque digan que se venden los libros por tema, que tienes que
escribir una novela con sexo, por lo menos dos capítulos, con amor no
correspondido, otros dos, final feliz, uno. Porque si no, no funciona. Quizá a Rosa Grau le funcionó el marketing
porque su novela reúne todos los ingredientes, pero a mí me funcionó su voz;
fresca, desenfadada, positiva. Me funcionó el ritmo, los tiempos, la intriga y
la fuerza. Me funcionó su calidad. ¿El tema?, bueno, puede que ese sea el
señuelo.
Felicito
a Rosa Grau y le pido que me cuente lo que le de la gana, pero siempre con esa misma voz, tan atrayente, tan suya y tan
carente de artificiosidad.
lunes, 4 de julio de 2016
LA VIDA SECRETA DE LA MENTE
imagen: Julie Mallad
Estoy leyendo un libro muy
interesante: “La vida secreta de la mente” de Mariano Sigman. Me gusta porque
traduce de forma científica ese antiguo refrán de los indios Sioux que dice:
“No juzgues a nadie antes de haber caminado dos lunas con sus zapatos”
El estudio científico demuestra
que muchas reacciones humanas responden a conformaciones de nuestro cerebro. Por ejemplo, si la corteza frontal se adelgaza se pierde lo que vulgarmente se
llama filtro, es decir, que hablas sin pensar, pero no porque quieras, sino
porque no puedes evitarlo. Él mismo hizo un experimento que consistía en que por un sistema de bobinas, se
aplicaba una corriente muy tenue pero capaz de activar o inhibir partes del
cerebro. Se sometió a la prueba en la que se desactivaba la corteza frontal
temporalmente. El experimento duró treinta minutos. Veía una letra y tenía que
pensar palabras que empezaran por ella, y luego, pronunciarlas algunos segundos
después. Esa espera depende del sistema ejecutivo. Según explica, con la
corteza cerebral inhibida era imposible esperar, nombraba las palabras
compulsivamente, en el mismo momento que las pensaba. Sabía que tenía que
esperar pero no podía. Ese experimento le permitió saber los límites de lo que
podemos hacer más allá del deseo y de la voluntad en dominios cognitivos en
apariencia muy simples. Es muy difícil si uno lo experimenta ponerse en el
lugar del que no puede hacer lo que los demás hacen con naturalidad y
sencillez.
POEMA ANÓNIMO
Te ruego que
no encuentres errores en un hombre que cae o tropieza en el camino a menos que
hayas caminado con sus zapatos o soportado su carga. El zapato bien puede
esconder de la vista un clavo que cause dolor o quizá la carga que el soporte,
puesta en tus espaldas, bien puede
hacerte tropezar a ti también.
No desacredites al hombre que hoy está caído a
menos que hayas sentido el revés que ocasionó su caída o que hayas sentido lo
mismo que solo los caídos conocen.
Tú puedes ser
fuerte pero si te enfrentaras con lo mismo que lo hizo caer a él, en la misma forma y en el mismo lugar, podría causar que tú también te tambalearas
No seas severo
con el hombre que se equivoca ni lo apedrees con palabras ni con rocas a menos
que estés seguro, sí, absolutamente seguro, de que tú nunca te has equivocado. Entiende
que si acaso la voz del genio te
murmurara con la misma suavidad con la
que habló a ese hombre cuando se perdió, te haría tambalear a ti también.
De nuevo la
ciencia va de la mano de la estética.
“Una cultura
sin grandes creaciones estéticas es una cultura empobrecida” George Steiner, filosofo y ensayista.
sábado, 27 de febrero de 2016
EL HOMBRE BICOLOR (JAVIER TOMEO)
Acabo de terminar una novela póstuma de Javier Tomeo (1932-2013), uno de mis autores preferidos. Es tan poco conocido en España, o quizá tan poco nombrado que no sabía de su fallecimiento. A Javier Tomeo lo conocí por recomendación de un amigo. Cuando pedí alguna obra del autor en el Corte Inglés, la dependienta le gritó a un compañero “¿A ti te suena un tal Javier Tomeo?”
En la década de los ochenta se confirmó como una de los mejores y más personales narradores españoles contemporáneos. Muchos de sus libros están editados en Alemania, Holanda, Brasil, Francia, Italia, Portugal, Israel, Hungría, Polonia, Suecia, Dinamarca, Finlandia, Gran Bretaña y Estados Unidos con excelente acogida de la critica. Sus libros están reeditados y la primera novela que leí de él fue “Amado monstruo”, una auténtica delicia. Pero, ya ves tú, en las grandes superficies españoles ni les sonaba. La primera obra que llegó a mis manos ya me impactó. Debo reconocer que el surrealismo me gusta mucho y que él lo lleva a las últimas consecuencias. De su lectura se desprendía una angustia y a la vez una ternura que me atrapó. Leí luego “El crimen del cine Oriente” y después ya todo lo que caía en mi mano de ese fantástico autor. “El cazador de leones”, como casi toda su obra, es pura sensibilidad. Intuía en el autor a un hombre solitario con una necesidad enorme de afecto, muy enganchado a la figura de la madre.
Hace ya bastante tiempo descubrí que impartía un taller de escritura en “El Circulo de Bellas artes” y me apunté. La verdad es que a distancias cortas no era lo mismo. Me llevé una gran desilusión. Y es que cuando lees algo que sale de lo más profundo, de lo más sincero de un ser humano, no puedes evitar emocionarte. Luego, conoces al hombre mondo y lirondo y no encuentras más que eso, a un hombre con escasa capacidad de empatía. No me acuerdo qué escritor decía que empeñarse en conocer a un autor es como querer conocer a la vaca que te estás comiendo. Y quizá tuviese razón; una cosa es la obra y otra el hombre. No es que fuese maleducado, era correcto y amable, pero no sabía conectar, era como si estuviese en una dimensión diferente a los demás. Nos habló de sus éxitos y de los lugares donde habían adaptado sus obras pero se quedaba en eso, en la anécdota. Cuando una amiga fue a que le dedicase su libro, aprovechó que era prima de un amigo suyo para ponerle. “Para la prima de mi amigo…” A ella se sentó fatal y yo comprendí que tenía una gran falta de empatía.
Hoy, cuando acabo de leer su obra póstuma, cuando sé que murió de una complicación de la diabetes que padecía, se me ha abierto un resquicio de comprensión humana. El libro se titula “El hombre bicolor” y trata de un recaudador de contribuciones con un ojo de cada color que llega a una ciudad en la que no hay nadie, solitaria,una especie de Comala de Juan Rulfo. El hombre bicolor conversa consigo mismo para no sentirse tan solo, para aclararse. Es una narración obsesiva, un personaje estrafalario y con un tono entre lo cómico y lo inquietante. Tomeo siempre asumió su condición de raro, de ahí sus personajes con seis dedos o monstruosos. Su lenguaje es justo, cortante, escueto. “Si puedo emplear cuatro palabras no emplearé jamás ocho” dijo para resumir su forma de escribir.
Por eso, después de leer esta obra póstuma de soledad y aislamiento, he recordado su incapacidad para conectar con el otro en el cara a cara y me he sentido cómplice de su tragedia, de su forma de estar en el mundo. Luego me he preguntado si no ocurrirá con todos los seres humanos algo parecido, que vemos el mundo de forma tan diferente, tan dispar a los que nos rodean, que nos ocultamos para que nadie sepa de nuestra infinita e irremediable rareza y soledad.
domingo, 7 de febrero de 2016
LOS VIEJOS MARINEROS
Reconozco
que soy ahora mucho más selectiva para la lectura de lo que fui. Y eso trato de
aconsejar a los niños cuando tengo encuentros sobre libros y lecturas. Ya no me
importa que un autor sea reconocido mundialmente, agasajado o vituperado. Ahora
me permito el lujo de despreciar a los que otros llaman grandes, me engancho a
la prosa, a la forma de narrar, a los escenarios genialmente escogidos, a la
inteligente pluma, y me entrego, como en mis años de lectora impenitente, con
pasión. Reconozco que hay autores buenos a los que no me engancho y otros que no
tienen tanta fama, que me emboban. Todo depende de nuestro yo más interno, de
nuestras formas de estar en el mundo. Por eso, siempre que hablo de un libro
que me ha gustado, noto a mi alrededor cómo se afilan las uñas, se alargan los
colmillos. "¿Te atreves a decirme que fulanito es algo pesado? ¿Acaso es eso
lo que me estás queriendo decir?" Y yo, un poco encogida, me subo la capucha del
anorak como si lloviera, y muy bajito contesto. “Pues sí, chico, ¿qué quieres
que te diga? A mí me aburre soberanamente tal o cual autor, me parece un fatuo,
un insoportable y un juntapalabras cultas sin más intención que sentirse
importante mientras le hacen la ola”. "¿Y tú quién eres para opinar, si no eres
filóloga, ni licenciada en literatura, ni nada de nada?" “Pues por eso, porque soy
lectora compulsiva y con suficientes libros a mi espalda para decir lo que
siento sin ponerme colorada”.
Y
todo este rollo lo suelto porque ha caído e mis manos una novela de las de entonces,
de las que me hacían no poder dejarla, una novela que me ha hecho disfrutar como
lo hago con García Márquez, con Rulfo, con Mark Twain y con tantos otros, a lo
grande. Se trata de “Los viejos marineros” de Jorge Amado. Y llegué a él por un
comentario que me hicieron en el blog cuando hablé de “El humor en la
literatura”. Gracias, Sir, por una recomendación que tardé tanto en seguir.
No
entiendo como existen tantos autores geniales que no conozco o nunca conoceré,
mientras pierdo el tiempo con premiados y nominados soporíferos. Pero a lo que
íbamos: Jorge Amado fue un escritor brasileño. En 1945 fue elegido miembro de
la Asamblea Nacional Constituyente por el Partido Comunista Brasileño (PCB),
siendo el diputado más votado del estado de São
Paulo. Como diputado fue autor de la ley que asegura la libertad de
culto religioso. Nació en 1912 y murió en 2001. Fue reconocido como otros, por
el realismo mágico. La primera novela que he leído de este autor, “Los viejos
marineros” trata sobre la vida de Vasco Moscoso. Está estructurada en tres
partes: la primera habla de su llegada a Beriberi, un barrio habitado por
jubilados a los que encandila con el relato real o inventado de sus hazañas
como Capitán de Altura. La segunda trata de su juventud, sus antecedentes personales:
joven, guapo, rico y elegante, un crápula divertido y con encanto para
amistades y mujeres, al que le falta algo, un titulo que lo identifique y de sentido a su vida. Lucha
denodadamente por conseguirlo, hasta que logra por fin el diploma que colmará
sus deseos. La tercera parte pone en vilo al protagonista porque tiene que
comandar un barco de verdad y resolver problemas reales para los que no parece estar
preparado.
Habla
de la vanidad, de las fatuas apariencias del ser humano capaces de cambiar la
realidad cotidiana o las fantasías personales. Nos hace ver que deberíamos realizar sinceramente
y más a menudo ejercicios de autocrítica y aceptarnos como somos, cada uno con nuestras
virtudes, defectos y limitaciones, intentar dejar de lado la estúpida vanidad y
tomar como lema personal uno muy conocido y antiguo, pero no por ello menos
cierto y apropiado: Carpe diem.
La
novela nos hace reír y a la vez reflexionar, apasionada y con un desenlace
genial e imaginativo. En ella encontramos ironía, inteligencia, humor. ¿Quién
da más?
Voy
a buscar todo lo que encuentre de este genial escritor del que me avergüenzo no
haber leído antes.
Cuánto
me queda por leer y cuánto tiempo perdemos tragando lo que algunas editoriales y
librerías de grandes espacios nos embuchan para crear adictos.
domingo, 27 de septiembre de 2015
MILES DE VIDAS
Es
duro, no lo voy a negar. Nos ha pillado la guerra a bote pronto, sin esperarlo ¿Cómo
íbamos a imaginar que los alemanes podrían haber estado interesados en tomar esa
isla perdida? Pero ellos, con tal de avanzar, conquistar y dominar, se han
metido con sus tanques y sus metralletas. Las pasamos canutas porque nos quitan
la comida, la casa, los animales y los sembrados. Ni siquiera nos dejan
escuchar la radio. Ese es el motivo por el que se ha creado una sociedad literaria
con un nombre la mar de original. “La
Sociedad Literaria Y El Pastel De Piel De Patata de Guersney”.
Para
sobrellevar la ocupación Nazi, organizamos reuniones de lectura sobre novelas
clásicas alrededor de un pastel de piel de patata, que por mucho que me empeñe no
logro imaginar.
No
lo hacemos porque nos guste leer, al principio, claro, luego acaba entusiasmándonos,
sino porque es una forma de reunirnos, hablar, pasar el tiempo, hacer cotidiana
la terrible realidad que nos ha tocado
vivir. Me apunto a la tertulia porque de vez en cuando lograrán sacar algún
vinito escondido o un asado de cerdo y comérnoslo entre todos. Estoy un poco
liada con los personajes, pero lo que tengo claro es que los alemanes tenían
una forma terrible de aprovecharse de los pueblos ocupados. La crueldad de
algunas escenas me indignan. De pronto suenan la sirenas de los bombardeos y como
no hay refugio en la esquina de la calle Azcona con Francisco Silvela, cierro
el libro. Menos mal que lo hago, porque el conductor del autobús está a punto
de cerrarme la puerta en las narices. Ya
me lo había dicho mi hermano, leer es algo demasiado serio como para hacerlo en
tiempos muertos: en un autobús, en un metro, en la consulta de un médico. Pero
no lo puedo evitar, si estoy en una isla del canal de la Mancha, en plena
Guerra Mundial y además la isla está ocupada por alemanes, es dificilísimo centrarme
en el recorrido del 43. Me implico mucho y a veces hasta hablo en alto y me
peleo con los personajes. Vivo dos vidas y eso, según mi médico, puede ser un
principio de esquizofrenia mezclada con psicosis y algo de psoriasis. Bueno,
seguramente dice otra cosa, pero me da lo mismo, sé que es grave y no lo puedo
evitar. Ir a General Perón y al mismo tiempo leer cómo detienen a una mujer por
defender a un hombre que ha cogido algo para comer, es difícil de compaginar. Veo
la sangre correr por la asfaltada calle
y escucho la botas de los alemanes sonar con el mismo ritmo atronador de
siempre. Se me llevan los demonios. Consigo sentarme y vuelvo al pueblo de
Guesrney. Resulta que la chica, de la que me había encariñado, se le ocurre
defender a un hombre al que apalea un alemán y se la llevan presa. Me entra una
gran congoja y miró por la ventana. El cielo está azul, sí, pero de un azul cursi,
de postal romántica. A lo mejor solo es
mi pena. Atravesamos Clara del Rey y una gorda se sienta junto a mí, o mejor,
sobre mí. Continuo en la guerra. La chica, a la que se han llevado presa, ha
dejado una hija pequeña que tuvo en secreto con un alemán. ¡Qué valor!, pienso,
con lo mal que se están portando, todavía las hay con ganas de enamorarse. Pero
quizá no lo pienso, quizá lo digo en voz alta porque la gorda me mira y
pregunta: “¿A qué se refiere?”
No le
contesto, puede pensar lo mismo que mi médico y paso. Ella primero me observa
con asombro y después, sigilosa, se levanta para sentarse en otro lugar. Me
alegro porque ambas no cabíamos. Me siento más ancha pero mucho más triste.
¿Qué va a ser de esa pobre niña si el padre lo han destinado a Munich y la madre
no hace más que meterse en líos. Una adolescente con los brazos llenos de tatuajes
que está apoyada en el cristal de una ventana, me dice que a ella qué le importa. Creo que he
debido hablar en alto de nuevo. El estadio Santiago Bernabeu está a reventar,
debe haber partido, o visita guiada. No estoy muy al tanto. Se acerca mi parada
y aprieto el botón. Noto un cierto alivio en la gente que se queda en el
autobús. “Se baja la loca”, deben pensar. Echo una última mirada. Qué sabrán
ellos de lo dura que es una guerra. Y es que en cuanto me pongo a leer me
olvido de todo lo que me rodea.
No
voy a hacer una reseña de la novela, que me está gustando mucho, solo voy a decir
que cuando leo, cuando me gusta lo que leo y cuando aprovecho ratos muertos
para hacerlo, siempre acabo llamando la atención. Mezclo vidas, la del libro y
la real.
Bueno,
diré algo más de la novela porque se merece todo mi respeto. La autora es Mary
Anne Shaffer, creo que fue su única novela, y está escrita de forma epistolar.
Todavía no la he terminado pero debo confesar que me está gustando mucho aunque esta entrada va de ficción y realidad,
no de reseñas.
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