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sábado, 7 de enero de 2023

ARMADOS Y PELIGROSOS

Años atrás, al trabajo de segurata no le sobraba la buena prensa precisamente. Se daba por sentado que podía ejercerlo cualquier mastuerzo y lo único que requería era pasarse horas sin hacer el huevo. De hecho, también se tenía la idea de que, en cuanto hubiese una situación real de peligro, saldría por patas. Todo eso ha ido cambiando con el paso del tiempo y hoy se exige bastante más a cualquier aspirante. Sin embargo, tal "mala imagen" fue caldo de cultivo para la confección de "Armados y Peligrosos" que, tranquilamente, podría tildarse como "la película oficial del segurata inútil", así como la ¿única? de acción protagonizada por John Candy, al menos entendiendo el género tal y como se abordaba hace 37 años. Que se contara para la dirección con Mark L. Lester, responsable de "Curso 1984" y "Commando", resulta muy significativo en ese sentido.
Un policía bonachón al que acusan muy injustamente de corrupto y un abogado algo cobarde terminan currando en una agencia de seguridad. Son perdedores que, como dice un juez, únicamente pueden aspirar a "trabajos de poca responsabilidad". Algo trasladable al resto del personal, auténticos parias o, directamente, retrasados mentales. El sindicato de seguratas es llevado con mano firme por una panda mafiosa que saca partido a la supuesta inutilidad del gremio para salirse con la suya. Hasta que los dos protagonistas deciden plantar cara y pararles los pies.
"Armados y Peligrosos" es ochentera hasta el tuétano. Evidentemente por estar parida en 1986, pero también por sus maneras, su sentido de la comedia y la acción, la banda sonora y secuencias tan características como la desarrollada en un gimnasio donde abundan los neones. Sí, es de risas. John Candy se marca su habitual registro de fanfarrón de buen corazón, acompañado de Eugene Levy como "el personaje inteligente y racional que se presta a las locuras del otro". Resulta curioso verle hacer la marica loca en un momento dado, siendo actualmente padre de un hijo gay también actor al que respalda en su exitosa serie de televisión (donde, obvio, se muestra una imagen mucho más positiva y respetuosa del colectivo homosexual) Cosas de la época. Hay algunos momentos de cachondeito y tal pero, proporcionalmente, lo que abundan son los tiroteos, algún muerto y, sobre todo, un clímax cargado de espectaculares explosiones y coches dando volteretas... además de cuando se hacía de verdad, sin ordenadores de por medio. Impresiona.
Para más inri, el co-guionista no es otro que Harold Ramis, el mítico actor y director (ya saben, "Los cazafantasmas", "El pelotón chiflado", "Las vacaciones de una chiflada familia americana / ¡Socorro! Llegan las vacaciones", "Atrapado en el tiempo") quien, por lo visto, no quedó nada contento con el producto final. Pidió ser retirado de los créditos, pero ni puto caso. Produce nada menos que James Keach, hermano de Stacey y actor por mérito propio. Y el reparto, pues imagínense, una comedia de acción de 1986, es de correrse: Dejando a un lado a su pareja protagonista, tenemos a una jovencita y monísima Meg Ryan, Robert Loggia en su habitual rol de mafioso malísimo, Kenneth McMillan, Brion James, Don Stroud, Larry "siempre me toca hacer de raro" Hankin, Steve Railsback en plan segundón invitado, Tony "Duke en la saga Rocky" Burton, Judy "Dr.Alien" Landers, Tom "cara de bruto" Lister Jr., James "Señor Strickland en Regreso al futuro" Tolkan, Nicholas "siempre haciendo de matón o asesino" Worth dando vida a un travelo, Teagan "Alienator" Clive y papelillo minúsculo para David Hess (resulta desconcertante tener consciencia que ese señor, al que casi ni detectamos, sea todo un director de cine y prota de un clásico de los setenta -ya deberían saber cual-). De órdago.
Sin embargo, a pesar de los jugosos ingredientes, los buenos momentos y la galería de rostros entrañables, "Armados y Peligrosos" se queda en aprobado justito, justito. Que no la poseyera en ningún formato y, muy especialmente, recordara poco de ella, era señal de que no dejó un huella profunda en mí. Cosa del todo justificada tras este reciente revisionado.

jueves, 1 de enero de 2009

ANNIHILATOR

Reincidimos en la categoría de "pelis que en su momento no me decidí a alquilar, y hoy tengo oportunidad de recuperar". Desconozco qué NO me atrajo de "Annihiliator". Quizás es que la información que ofrecía la caratula hacía pensar que se trataba de una copia de "Terminator" de quinta división, una serie super-Z, y hasta cierto punto tenía razón. Sin ser exactamente igual al film de James Cameron, es obvio que mama de este y comparten muchas ideas y conceptos visuales. Coño, si incluso el Dr.Silberman de aquella, Earl Boen, hace aquí de periodista. Pero al contrario de mis sospechas, no se trata de una Z-movie, para nada, "Annihilator" lleva el sello "Universal Pictures", y aunque no estemos ante una macro producción, dispone de unos medios razonables que el dire, Michael Chapman, no supo aprovechar del todo.
El prota no es otro que el actor -televisivo- Mark Lindsay Chapman (¿hermano del dire?), al que también podemos ver en "The Langoliers". Le siguen rostros más o menos populares como los de Brion James (en un rol minúsculo) o Geoffrey Lewis.
El editor de un periódico ve como su novia se ha convertido en un agresivo robot tras un viaje en avión misteriosamente interrumpido. A partir de ahí, intentará encontrar la verdad oculta tras el misterio.
Aunque el arranque es más o menos potable, poco a poco "Annihiliator" va entrando en una espiral de absurdismo y ridículo sin fin. Son tantos los elementos, y en algunos casos tan esporádicos, que hacer una lista sería complejo... centrémonos en un detalle que no pasa desapercibido, la manía del director por sobre-editar algunas secuencias en las que los planos van follaos, sin sentido, y de modo gratuito. La intención, imagino, es ser el más moderno y "cool" del momento, pues en 1986 la estética vídeo-clip comenzaba a arremeter con fuerza. El auge de todo ello lo tenemos en un segmento de la peli muy extraño, e innecesario, en el que, literalmente, se nos ilumina con un vídeo-clip a base de imágenes que hemos visto a lo largo de la proyección, más otras sin sentido de totems religiosos ¿¿?? (en un momento dado, el héroe se superpone a la imagen de un ángel y las alas de este encajan en su espalda) mientras de fondo oímos el "Ashes to ashes" de David Bowie... de principio a fin. Vamos, que es como una de las pelis ochenteras de Michael Mann, pero a lo burro. Y es que de ochentismo hay tics como para parar un tren, ya sea en el vestuario, como en esa banda sonora a base de sintetizador.
Para mayor escarnio, la peli acaba dejando muchísimos cabos sueltos, y a su protagonista, mochila en ristre, haciendo autoestop (a lo Bill Bixby en la serie de "La Masa") y dispuesto a lograr su objetivo. Tranquilos, hay una explicación para esto último, y para el despropósito entero en general, se trata del episodio piloto de una serie que nunca llegó a producirse y en esa época los productos televisivos no tenían los medios -y los humos- de los que hoy día hacen gala. Ya puedo dormir tranquilo.

jueves, 5 de enero de 2012

SHOCKER, 100.000 VOLTIOS DE TERROR

El éxito de la saga "Pesadilla en Elm Street" desencadenó una oleada de imitaciones cuyo nexo de unión era el usar como reclamo (desde el mismo título) a un monstruo que, a pesar de cometer los más atroces crímenes, en realidad fuera un tipo simpático y ocurrente. El asesino como absoluta estrella del espectáculo. Mirado en la distancia, vemos que son cientos y cientos los films que se subieron al carro, pero así a lo burro, podríamos citar cosas como “Funny Man” (francamente horripilante), la saga de “Leprechaun” (que también guarda similitudes con “Chucky”) y la otra creación del mismo padre, “Rumpelstiltskin”; “Circuitry Man”, “Jack Frost”, “Uncle Sam” o la tardía “Scarecrow”, con varias secuelas en su haber... así como una infinita ralea de infra-producciones con el mundo de los sueños como denominador común, léase “Beyond dream´s door”, “Nightwish”, “Dreamaniac” o la inevitable imitación exótica, “Ranjang Setan”, también conocida como “Satan´s Bed”.
Pero no hay que ir tan lejos para encontrar refritos Kruegerianos. El mismo ex socio de Wes Craven, Sean S. Cunningham, produjo “House 3”, o mejor, “The Horror Show”, como un intento de convertir al asesino encarnado por Brion James en otro anti-héroe adicto a la sangre que se mueve felizmente por un mundo de pesadillas. Es curioso que el argumento de esta tuviera muchísimos puntos en común con la auto-copia oficial de Craven, “Shocker, 100.000 voltios de terror”. Ambas (producidas en 1989) narran la historia de un psycho-killer capturado y llevado a la silla eléctrica, donde en lugar de fenecer, pasará a habitar otra dimensión desde la que hará la vida imposible al tipo que se encargó de capturarlo.
Aunque Craven ya usó anteriormente casi el mismo tono y fondo de “Pesadilla en Elm Street” para “Amiga Mortal”, “Shocker” es la que más se parece a las desventuras de Freddy Krueger. Obviamente, el realizador no podía plagiarse a si mismo de un modo demasiado descarado, así que en lugar de situar a su monstruo de chanante nombre –Horace Pinker- en el mundo de los sueños, le da la capacidad de usar la electricidad como arma y método de transporte, hasta el extremo de poder colarse en el interior de una televisión en una tan ridícula como divertida pelea con el prota. En otro momento de la función, Pinker se introduce en varios cuerpos como quien cambia de zapatillas, destacando especialmente a la angelical niña, transformada de pronto en un rudo matón que cojea y echa lapos.
Ni la presencia de la enemiga jurada de Krueger -Heather Langenkamp- en plan aparición especial, o la de Ted Raimi o incluso la canción de “Megadeth” con la que nos estuvieron dando la chapa vía caja tonta, ayudaron a que “Shocker” funcionara lo suficientemente bien como para dar vida a la criatura más allá de su debut. Y es que, además, Horace Pinker no era nada simpático.

lunes, 25 de abril de 2011

RED SCORPION

"Red Scorpion" fue un notable fracaso de taquilla. Dolph Lundgren no logró escalar posiciones entre los números uno del cine de acción. Tampoco Joseph Zito volvió a dirigir nada de peso. Tanto actor como director terminaron con sus huesos en el vídeo-club. ¿Tan mala es?. En realidad no es solo una cuestión de calidades, el verdadero problema que tenía "Red Scorpion" es que llegó tarde (además de las trifulcas durante su realización, cosa que disparó el presupuesto). Para cuando se estrenó, el cine de "Rambos" y "Commandos" había perdido fuerza. Además, los Rusos ya no convencían como los malos de la función. Estaba anticuada, pasada de moda. Vista hoy puede resultar una peli muy regular, aunque tolerable. Sin embargo, en su época (1988-89), y desde el punto de vista del quinceañero enamorado de esa clase de materia que era, este vehículo para el malo de "Rocky 4" fue una enorme decepción. Porque sí, le falta acción y le sobra palique, algo que entonces molestaba más que ahora, a lo que tenemos que sumar la especialidad de Joseph Zito (recordemos algunos de sus films: "El asesino de Rosemary", "Desaparecido en combate", "Viernes 13, 4ª parte" o "Invasión USA"), la ausencia de ritmo y la modorra que desprende todo aquello que lleva su firma, a pesar de contar con explosiones, tiros, asesinatos y/o gore a tutiplen.
Lundgren interpreta a un super-soldado Ruso que envían a África con una misión, hacerse amigo de la mano derecha de un revolucionario negro, y llegar a este para matarlo. En el periplo, el muchacho sentirá excesiva simpatía por sus supuestas víctimas, lo que le hará dudar y, por ende, fracasar. De nuevo entre los suyos, es puteado de mala manera, pero logra escapar y acaba medio muerto en pleno desierto. Es rescatado por un nómada que le tatúa un escorpión en el pecho y le abre los ojos. A partir de ahí, el soldado se pondrá de lado de los oprimidos y luchará contra los suyos.
Como decía, a "Red Scorpion" le sobra mucho bla, bla... y mucho momento muerto. No sacar más jugo a un Lundgren en estado de gracia, más cachas y bruto que nunca, es un total y absoluto desperdicio. Su relación con el nómada es de lo mejor de toda la peli. Al final, y tras mucho esperar, el baranda se arma a lo bestia y masacra a todos los Rusos malos de la historia. Pero incluso ni tan siquiera esta secuencia nos la pone dura, al estar rodada sin nervio y gracejo alguno. Además, Dolph luce unas pintas algo ridículas (¡¡esos pantalones cortos!!).
Los efectos especiales están guapos, mucha explosión espectacular. Los de maquillaje llevan el sello Tom Savini, que se luce en otro de los mejores momentos de "Red Scorpion", una secuencia de tortura bastante burra... al menos para la época.
En el reparto destacan también M. Emmet Walsh como cargante americano odia-rojos y el carismático Brion James haciendo de... sí, villano.
Años después hubo una segunda parte totalmente desvinculada de la peli madre y con otros actores.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

NOCHES DE FUEGO

¿Cómo resistirse a una comedia de acción dirigida por Albert Pyun y para lucimiento de ese cómico imposible que es Andrew Dice Clay? Por lo que a mí respecta, más por la combinación que por otra cosa, este material me la pone gorda.
Una modelo recibe un paquete que contiene un tubo, así como futurista, que contiene una flor roja. Esa flor resulta ser el “loto rojo”, una flor vital para conseguir dominar el mundo (¿??), así que una clan de chinos que van todos vestidos a lo “Kato” de “The green hornet” comienzan a perseguirla. En una de estas, ella es salvada por un portero de discoteca al que llaman “Rompehuesos”, y juntos intentarán parar a este clan de ¡Monjes Shaolin! al que los protagonistas confunden con ninjas Japoneses. ¡Ah! Y perdonen por el spolier, pero es que si no lo digo reviento. Al final, el “loto rojo”, resulta ser una flor normal y corriente y totalmente inofensiva.
Graciosa a más no poder, la película no es más que una muestra de lo que con pocos duros y el reparto adecuado, puede llegar a hacer Albert Pyun, que está muy bien donde está, probablemente forrado e importándole tres pitos todos los rollos de los grandes estudios. Bien asentado en la serie B, Pyum, desde luego, no es un manazas, sabe como hacer una película, y en esta saca el máximo partido a todo lo que tiene.
Para empezar la película está rodada con solvencia, montada con habilidad, con miles de planos excelentemente montados y entretenida a más no poder. La trama es estúpida de acuerdo, pero recordemos que estamos ante una peli para lucimiento de Andrew Dice Clay y por lo tanto, todo en la película está diseñado para que el pueda soltar sus chascarrillos. Y eso Pyum lo sabe… y lo aprovecha al máximo.
La película llega en buen momento, justo un par de años de “Las Aventuras de Ford Fairlane”, de hecho, si no fuera por la profesión del protagonista, si te dicen que es una secuela de la de Renny Harlin, te lo crees, porque con mucha menos pasta “Noches de fuego” sigue los patrones de Ford Fairlane. Chistes malos, Acción, macarreo y fardadas.
De hecho, hay que ser macarra para vencer a los mojes shaolin, adiestrados en el templo, con su kung fu indestructible, a base de puñetazos y patadas en plan garrulo, como lo hace aquí Andrew Dice Clay ¡No hay un dios que se lo crea!, pero lo vemos gustoso, y disfrutamos con las coreografías que se han diseñado a la medida de Clay.
Funciona la sencillita historia, funciona la acción, funciona la comedia, y como, no, funciona Andrew Dice Clay.
El pobre Andrew Dice Clay, sin embargo, tras la película, poco más se prodigaría en cualquier tipo de pantalla. Clay resulta ser el cómico de “Stand up comedy” más agresivo, políticamente incorrecto, paleto y sin pelos en la lengua de cuantos hay en los USA. Sus chistes racistas, de maricas, del ojo del culo y de sexo con menores, le encumbraron y le dieron la oportunidad de ser estrella en “Las aventuras de Ford Fairlane”, pero estos mismos chistes son los que le han convertido en uno de los personajes públicos mas odiados de los Estados Unidos, ninguneado y vilipendiado por su actitud violenta y provocadora. Sus ataques a importantes trajeados del mundo del espectáculo, le hacen parecer en ocasiones, un luchador de Wrestling más que un cómico. Hoy sobrevive haciendo shows en locales destinados a monólogos y haciendo papelitos en telefilmes y series de televisión.
En definitiva, “Noches de Fuego” o “Brain Smasher… a love story” en los video-clubs de los Usa, es puro entretenimiento, puro ritmo, tontunas y gilipolladas, que tras verlas te quedas tan ricamente pensando “!Como ha molado esta película¡” pero que con las mismas, a los dos meses se te olvida que la has visto.
Muy recomendable.
Junto a Andrew Dice Clay, en el reparto tenemos a Teri Hatcher que correría mucha más suerte en su carrera, en parte por la serie “Mujeres desesperadas”, Yuji Okumoto, visto en “Karate Kid II”, “Fortaleza infernal II” y un habitual del cine de Albert Pyum, Tim Thomerson o Brion James. Ahí es nada.

domingo, 27 de septiembre de 2015

LOS FOTOCROMOS DE "EL GUERRERO DEL AMANECER"

En 1987 Patrick Swayze (¡¡qué difícil apellido de pronunciar este!!) era un actor tirando a mediocre que se iba ganando las garrofas con dignidad pero no terminaba de lograr el estrellato. Ese mismo año protagonizó dos películas, "Dirty Dancing" y "El guerrero del amanecer". El súper-éxito sorpresa de la primera le dio alas a la segunda, que de otro modo se hubiese perdido en el inmenso océano de subproductos surgidos a la interminable y larguísima sombra de "Mad Max 2".
Así que lo que aquí tenemos es la historia de siempre, situada en un futuro apocalíptico, en el que una tribu pacífica, asediada por los malotes de rigor, es protegida por un impávido y carismático guerrero invencible. Tal cual, sin la más mínima variación argumental con respecto al modelo habitual. Yo la alquilé en el video-club en su momento, la vi, me quedé igual, la devolví y la borré de mi cerebelo. Y así sigue... no tengo especial intención de recuperarla, aunque lo que sí mola es recuperar sus siempre simpáticos fotocromos, cortesía del amigo Alex Gardés.
Y ya que hablamos de nombres, tanto delante como detrás de las cámaras de "El guerrero del amanecer" ("Steel Dawn" en v.o.) encontramos especímenes bien curiosos. En el primer bando tenemos a Brion James, John Fujioka o Arnold Vosloo (todos ellos intérpretes muy habituales del cine de segunda regional que de vez en cuando lograban colarse en el más mainstream). Y en el segundo bando tenemos al director, Lance Hool, responsable también en esas lides de "Desaparecido en combate 2", aunque con una carrera más lustrosa ejerciendo de productor que incluye títulos como "Al filo de la medianoche" y "Justicia Salvaje", nada menos. El verdadero gag final viene cuando vemos quién compuso el soundtrack de "El guerrero del amanecer", "el otro" Brian May, que venía de hacer tres cuartos de lo mismo con, sí señor, las dos primeras "Mad Max" originales, por si aún había algún descreído que dudaba de la inclusión de este pseudo-vehículo para el ya desaparecido Swayze en el mismo saco que "Mad Warrior", "Stryker" o.... je, ¡¡¡"Waterworld"!!!.















miércoles, 19 de marzo de 2008

LA REVANCHA DEL REPORTERO RADIACTIVO

Un reportero, con una vida familiar envidiable, se persona en las oficinas de unos ejecutivos de una empresa de productos radiactivos, y no se le ocurre otra cosa que, en sus putas caras, amenazarles con publicar un artículo diciendo lo nociva que es esa fábrica y la cantidad de cáncer y malformaciones que ha producido en la zona. El jefe de la empresa le dice que eso no es así, y le invita a visitar las instalaciones, para que él mismo compruebe que es todo muy seguro e inofensivo. Obviamente, el incauto reportero cae en la trampa y, una vez en la fábrica, el jefe lo empuja a un tanque de líquido radiactivo. Ellos creen que ha muerto, pero no es así. Se ha convertido en un reportero radiactivo que, como el titulo reza, se tomará su revancha.
Hombre, la película es muy mala. Pero me resulta muy curiosa. Un plagio tan evidente de "El vengador tóxico" no podía pasarme inadvertido. Gore hay poquito y la historia es manida a más no poder. Los malos son tan hijos de puta, que, aun creyendo que han matado al reportero, y haciéndolo pasar por un accidente, todavía les queda mala uva para querer cepillarse a su esposa. Manda cojones. Se supone que les sale bien la jugada y, aun así, la maldad más malvada es su leitmotiv. Eso está muy bien. Pero lo cierto es que la peli pocas cosas más tiene reseñables.
El director, un tal Craig Pryce que después hizo otra más con Brion James titulada "The Dark", se ha dedicado a realizar montones de episodios sueltos de series de televisión, como suele ocurrir con todos estos directores, curiosos, malditos... y afortunados, que por lo menos tienen curro.
La peli, como curiosidad… pues se le puede echar un vistacillo.
En su momento incluso tuvo edición videográfica patria.

domingo, 18 de enero de 2009

LA PRESA

Uno de los títulos clásicos del "cine de supervivencia", subgénero este encabezado por "Deliverance", y uno de mis favoritos. Su cartel me producía escalofríos de chaval. Se hizo en 1980, pero tiene un lógico regusto a los 70, por su estética, su ritmo (tranquilo, contemplativo en algunos aspectos, pero no pausado), sus estupendos actores y su sentido de la violencia, cruda y directa.
Una patrulla de la Guardia Nacional de Louisina sale de prácticas por la fabulosa y fotogénica zona de los pantanos. Se topan con los lugareños y, a causa de una inoportuna broma mal entendida, estalla el conflicto. A partir de ese instante, jugarán al gato y al ratón... situación que los soldados llevarán en franca desventaja. Uno tras otro, irán cayendo ante las trampas mortales o las balas de los habitantes de la zona.
Un Walter Hill en plena forma despega su capacidad para hablarnos de situaciones límite y tipos duros. Actores del calibre de Keith Carradine, Powers Boothe, Fred Ward, Peter Coyote o Brion James ponen rostro a unos personajes desesperados (todos hombres, no hay mujeres en papeles relevantes... hoy se buscarían la vida para colar una de algun modo). Intérpretes de esos que quizás no sean muy muy famosos, pero destilan carisma y su presencia siempre es agradecida.
El director logra que te "encariñes" con todos ellos, a pesar de ser algo antipáticos y/o gilipollas. De modo que sus muertes te llegan a saber francamente mal, aunque solo sea por, eso, ser una panda de pobres idiotas que no merecían ese fin y menos a causa de una broma. La tensión se va manteniendo a lo largo de todo el metraje, hasta su estupendo climax final, desarrollado en una aldea (y en la que, por cierto, hay imágenes reales del sacrificio y despellejamiento de un cerdo... aunque rodado con bastante menos mala leche de cómo lo haría un italiano) y en el que, inevitablemente, estalla la violencia que pondrá punto y final a la batalla. Luego, la huida de los supervivientes y el extraño pero fascinante desenlace.
Una pequeña joya a descubrir.

miércoles, 26 de marzo de 2008

MUTATOR

De pelis compradas en el "Al Campo" va la cosa, ya que si Aratz comenta que tal dvd de Jess Franco le costó un Euro, eso es lo mismo que invirtió mi progenitor en la peli que nos atañe, adquirida en idéntico establecimiento. 
Me apetece reseñarla aquí, pero no me extenderé demasiado porque no merece la pena.
Hay un monstruo huido de un laboratorio al que toca cazar antes de que se cepille al reparto completo.
Un caos de película, sin una sola gota de sangre convincente, con Brion James ¡¡¡yendo de guapo!!! y vestido a lo Sonny Crocket, un bicho que no aparece hasta el final, una mezcla entre luchador de wrestling y Fujur, el dragón de "La historia interminable", un ritmo inexistente, unos diálogos totalmente abesugados y lo peor de todo, que no hace ni pizca de gracia.
Dirige la función un tal John R. Bowey, que por lo que se ve no ha vuelto a rodar ni una sola peli mas. Lógico.
Eso sí, la caratula me gustó mucho. Es graciosísima.

sábado, 10 de enero de 2015

HOUSE 3

A raíz del fenómeno Freddy Krueger muchos fueron los productores avispados que intentaron subirse al carro del dinero fácil rodando epopeyas horroríficas situadas en el mundo de los sueños y las pesadillas.
De entre todos esos desalmados hombres de negocios destacó Sean S. Cunningham, frustrado / resignado papá de la franquicia "Viernes 13", y no porque su apuesta resultara ni mejor, ni más estimulante, sino por su vinculación previa con Wes Craven, creador de "Pesadilla en Elm Street", con quien durante los setenta se asoció para esputar la epatante y clásica "La última casa a la izquierda". Ya suena un tanto rastrero que Cunningham robara a su ex-partner, pero la cosa empeora si comparamos las tramas de esta "House 3" con "Shocker, 100.000 voltios de terror", película del mismo Wes Craven en la que, auto-plagiándose, intentaba repetir el éxito del de las garras. Son sumamente parecidas y ambas vienen fechadas en el mismo 1989, lo que aún añade más misterio.
Un súper-asesino del copón bendito es capturado y llevado a la silla eléctrica. Una vez sentado y enchufado, tarda un huevo en palmarla. Muerto su cuerpo físico y convertido en una especie de electro-fantasma, se tomará la revancha puteando a conciencia al policía que le detuvo.
Leída la trama de base, además de corroborar el mentado parecido con "Shocker", nos percatamos de que su vinculación con las dos "House" previas es prácticamente nula. Efectivamente, que se la bautizara como la tres fue cosa de los productores, que por algún motivo desconocido pensaron que funcionaría de fábula en el mercado no-yanki. Pal autóctono conservó el original, "The Horror Show", muy "cool"... demasiado incluso para la peli que parapeta. ¿Por qué?, pues porque "House 3" es, ante todo, terriblemente previsible, formuláica y angustiosamente aburrida. Sin alma. Que sí, que está decentemente facturada a un nivel técnico, pero eso a mí ya no me impresiona ni me vale.
Curiosamente estamos ante un producto que sirve de casi perfecto puente entre el terror ochentero, del que toma prestado un gore sorprendente en su gran guiñolismo (cadáveres metidos en trituradoras, cuerpos mutilados por doquier, incluso una niña decapitada) y el terror noventero, como cierto humor mal incorporado –práctica esta que los supuestos expertos otorgan a la década de los 80, pero que yo no comparto- y, obvio, el abuso de sustos baratos (el gato saliendo disparado del interior del armario a ritmo de "marramiau!". Mira que he convivido con felinos muchos años y jamás he visto ninguno que se encerrara dentro del armario y se quedara ahí, esperando en silencio durante horas, a que algún incauto abriera la puerta) o de efectos especiales grotescos que arrasan con toda posible verosimilitud y malrollismo. A pesar de este último dato, "House 3" sufrió los temibles envites de la censura, que se encargó de hacer desaparecer para siempre algunos momentos de puro "shock" (que no "Shocker"), como este mismo que les dejo aquí al ladito, con el protagonista abriéndose el pecho de par en par y mostrando su sufrido corazón.
Viendo "House 3", las deudas que arrastra con la calle Elm saltan a la vista. Dejando a un lado todo el tema de pesadillas y surrealismo de andar por casa, tenemos la inevitable fábrica humeante como guarida del malo, el sótano misterioso con su descontrolada caldera y un asesino que mata desde un plano sobrenatural, puede suplantar personalidades y gasta un nombre tan chanante como el de "Max Jenke". Añádanle al pack una tendencia a hacerse el graciosillo y adoptar formas monstruosas totalmente "kruegerianas". El gran problema aquí es que esa actitud desenfadada no le pega nada siendo como es -sobre todo antes de mutarse a pseudo fantasma- un personaje fundamentalmente desagradable y antipático. Su risa burlona o su estúpida conversión a "monologuista macabro" en uno de los peores gags de toda la puta película, se notan extremadamente y erradamente forzados. Tal vez en ese sentido funcione mejor la mención de Don Johnson como la polla más deseada por la platea adolescente en aquellos tiempos. Claro que ahí entramos en el terreno de la comedia involuntaria.
En el reparto localizamos a peña tan carismática como el eterno Lance Henriksen. Brion James en su salsa -hacer de malo se le daba muy bien- explotando al máximo ese inimitable careto de pervertido. La preciosa Dedee Pfeiffer como teenager desbocada (incluida escena de ducha, aunque la doble de cuerpo canta tanto como esas negras prendas indiscretas que lleva encima de las tetas –¡rima!-). Aron Eisenberg es el bizarro adicto al heavy metal de andrógina sexualidad. El legendario Lawrence Tierney se reserva un rol la mar de escueto. También nos damos de bruces con el televisivo Matt Clark, Terry Alexander (el prota "de color" de "El día de los muertos") y Lewis Arquette (cabecilla del clan Arquette y que llegó a participar en cosas como "Porquis 13" –no confundir con “Porky´s 13 en Vietnam”-).
Y lo que tenemos tras las cámaras es puro culebrón. Aunque el director oficial que aparece en los créditos es el prematuramente fallecido James Isaac (responsable de "Jason X" o "Pig Hunt", después de cambiar el taller de efectos especiales por la silla del dire), en realidad "House 3" arrancó con otro al volante, el Neozelandés David Blyth ("Death-Warmed Up/Experimento Mortal") en una desesperada y fallida intentona por labrarse una carrera hollywoodiense. Desconozco qué motivó su despido, pero probablemente no sea una historia precisamente bonita.
Como tal vez tampoco lo sea el hecho de que uno de los co-guionistas, Allyn Warner (de notable carrera previa en televisión y que después de "House 3" no volvería a hacer nada más), decidiera aparecer acreditado como Alan Smithee... ya saben, el pseudónimo oficial que todo profesional del cine utiliza cuando reniega de su labor, generalmente por intromisión de un ente ajeno. Al otro escribiente, Leslie Bohem, las cosas le fueron mejor. Debutaba con "House 3" y seguiría con la casi ofensivamente lógica quinta parte de "Pesadilla en Elm Street" (imagino que su expolio sería lo suficientemente correcto como para que los productores de la saga original le consideraran una opción válida), "Sin escape (Ganar o morir)" pa luciminto de Van Damme, "Pánico en el túnel" pa lucimiento de Stallone, la risible "Un pueblo llamado Dante´s Peak", el super-batacazo "El Álamo - La leyenda" o la "story" de "La hora más oscura".
De los efectos especiales se responsabiliza la inevitable "KNB Group" y de la música el eterno socio de Sean Cunningham, Harry "Viernes 13" Manfredini. Y ya que hablamos de la famosa saga, también localizamos a Kane Hodder ejerciendo de "stunt". Una gran familia feliz.
Para despedirnos, algo de friquismo (¡¿más?!): No podía pasar por alto el cartel de la película. Aunque suene redundante... que levante la mano el que no haya visto esa misma mano abierta en tropecientos mil posters más. Sí amigos, estamos ante uno de aquellos inolvidables iconos de la subcultura del “jetismo caratulil” que tanto nos pone, muy representativa de los años 90. Algún día dedicaré un artículo/repaso a todo ello, lo mismo que a las secuelas falsas que el mercado italiano se sacó de la manga con "La casa" como palabro recurrente. Aunque esputada a raíz del primer "The Evil Dead", dicha franquicia de mentirijilla afectó también -lógicamente- a los "House" producidos por el Sr. Cunningham, incluida aquí esta tercera parte que en esos lares se lanzó como "La Casa 7", nada más y nada menos.
Pero todo ello lo dejamos para más adelante... de momento quédense con que "The Horror Show" es rematadamente mediocre y recomendable de modo exclusivo a completistas del terror yanki con más moral que el Alcoyano.

sábado, 6 de abril de 2024

CRIMEWAVE (OLA DE CRÍMENES... OLA DE RISAS!!) + UNA REFLEXIÓN

Siempre me ha parecido jodidamente curioso que, siendo un fan de la comedia como es Sam Raimi (la inmensa mayoría de sus cortos adolescentes encajaban en esos parámetros), nunca ha logrado rodar una en condiciones. De hecho, cada vez que lo ha intentado, se ha metido un buen batacazo. Tal vez por eso, cuando se alejó del terror, que como sabéis es el género en el que quedó encasillado, prefirió optar por el western o el drama antes que la comedia.
Obviamente, estoy hablando de "Ola de crímenes... ola de risas!!" ("Crimewave" en v.o.), pero semejante mala suerte no le ha acompañado únicamente cuando se ha sentado en la silla del director. Con "The Nutt House" (alocada bufonada del año 92 con Traci Lords en el reparto) le pasó tres cuartos de lo mismo, solo que en esa ocasión se limitaba a las funciones de guionista, junto a sus colegas Robert Tapert, Bruce Campbell, Ivan Raimi y Scott "Intruso en la noche" Spiegel, que se encargaba de dirigir. Serios problemas con el productor, empujaron a la sustitución de Spiegel y a que Raimi y cía se parapetaran tras un seudónimo al comprobar que el resultado final les avergonzaba. O la enigmática "Motor Baby" ("Easy Wheels" en v.o.), con el director de "Darkman" produciendo una de risas que apenas tuvo distribución (y acá se lanzó únicamente en vídeo y como supuesto exploit de  "Arizona Baby").
Sam Raimi reniega de "Ola de crímenes... ola de risas!!", su segundo largometraje tras la maravillosa "Posesión Infernal". Dice que los productores se la cambiaron, que a nadie le gusta y no la considera suya, a pesar de contar con los prestigiosos hermanos Coen como co-guionistas (quienes se marcan un cameo disfrazados de periodistas). Era su primer rodaje realmente profesional, y por lo visto fue una pesadilla para él y sus amigos / colaboradores. Muerto de curiosidad, releí el respectivo capítulo en las memorias de Bruce Campbell, donde lo cuenta todo, pero no me aportó prácticamente nada. La clásica historia del estudio presionando al joven equipo de inexpertos, con un director subido a la parra tomándose más tiempo del deseado para sus complicados planos y, por tanto, doblando el presupuesto original. Finalmente, el estudio montó la película y, a tenor de lo consumido, tal vez no fue tan mala idea, porque a mí me gusta. ¿Cómo hubiese sido la versión de  Raimi? ¿Necesariamente mejor?.
Tuve la fortuna de verla en el cine, siendo chaval y acompañado por mi padre. Entonces ya andaba yo enamorado de "Posesión Infernal" y, en cuanto vi el -minúsculo- cartel en la prensa diaria, reconocí el nombre de Sam Raimi. Aquí se estrenó un poco de tapadillo, sin hacer mucho ruido. Y pasó por una sala de mi barrio ya extinta. La percepción que me dejó fue la de una comedia extraña y extravagante, cruel incluso, con momentos muy delirantes de esos que no se olvidan nunca. En una palabra: Rara, y muy coherente respecto al film precedente de su director (por lo visto fue algo que no gustó a los productores, quienes le acusaron de haber hecho otro "Evil Dead"). Y es que, claro, en aquellos entonces todo resultaba nuevo y excitante, Sam Raimi era un "secreto" al que solo podíamos acceder unos pocos y... en fin, que molaba, y molaba encontrarse de nuevo a Bruce Campbell, recién salido de su noche demoníaca (¡conservando el flequillo!), quien tendría que haber sido protagonista, pero quedó relegado a secundario por imposición de los que tenían el dinero.
Si lo miras detenidamente, verás que "Ola de crímenes..." era un producto genuinamente original en su época. No había nada como ella, una de risas demasiado normal para ser un "spoof", demasiado "spoof" para ser convencional. En tierra de nadie. Gira en torno a un empresario que quiere deshacerse de su socio, este se entera y contrata a dos asesinos profesionales para que se lo carguen. Ni que decir que todo irá mal y por medio acabará liado el prota, un panoli enamorado de una chica imposible a la que los asesinos secuestrarán.
"Ola de crímenes... ola de risas!!" es tremendamente tontuna. Lo pretende y está orgullosa de ello. Tiene un aire a "slapstick", a vieja escuela, solo que bañado en una pátina de modernidad y el inconmensurable ingenio visual de un Raimi enamorado de la cámara. Las secuencias para el recuerdo son muchas, pero casi todas tienen como eje central a los asesinos, muy conseguidos en aspecto y personalidad (ahí conocí yo a Brion James, cuyo parecido a una rata es explotado a conciencia). El acoso que uno de ellos (tremendo Paul Smith, al que también has visto en "Mil gritos tiene la noche") somete a la mujer de uno de los empresarios (Louise Lasser), el tenedor clavado en su nariz, la alfombra arrancada de cuajo cual maremoto y la famosa secuencia de las puertas de colores que caen en efecto dominó. El tipo que se lanza desde una ventana y se estrella... sin morir (¿gracias a la espuma que lleva en la cara?), el concurso de baile que termina en la cocina con los platos sucios, un tremendo Bruce Campbell dando forma a una sugerente silueta femenina con el humo de su cigarrillo y etc, etc... una lista interminable de momentos totalmente brillantes (aunque sea a nivel únicamente visual) en los que el director comenzaba a experimentar, y mucho, con la estética, los colores (muchos rojos y azules) y el ritmo del "cartoon", algo del todo asentado en su siguiente película ("Evil Dead 2", por supuesto).
Vale, recientemente la sometí a un revisionado y pude comprobar que, tal vez, al final le pesa un poco el culo. Se alarga en exceso. Y, justo, sobre eso quería yo vomitar la siguiente reflexión...

Resulta chocante ver el salto de "Posesión Infernal" a "Ola de crímenes..." y maravillarse asumiendo que Raimi seguía siendo un veinteañero cuando la facturó, porque es un film cargado hasta las trancas de escenas complicadísimas de ejecutar, rodar y planificar, con explosiones, persecuciones, coches volando por los aires, intrincadas "set-pieces" humorísticas (muy Coen, las desarrollarían igual luego en "Arizona Baby" o "El gran salto". Por cierto, ambas incorporan en sus tramas el nombre "Hudsucker", bien presente en "Ola de crímenes...". Un chiste recurrente), hasta números de baile.... es la leche, ¿cómo el chaval que a finales de los setenta se puso a rodar esa pequeña peliculita casera de terror, con sus colegas, una cámara de 16 mm prestada, cuatro dólares y una vieja cabaña, pudo pasar en cuestión de tres años a algo como "Ola de crímenes..." (sin contar aquí el corto superochero que hizo justo en medio, por aquello de desquitarse, "The Sappy Sap" -con protagonismo de Scott Spiegel-)? ¿de dónde sacó la capacidad para arramblar con todo aquello, tirarlo palante y estrenarlo? ¿tal vez, justamente, de ahí la polémica, que Raimi aún estaba demasiado verde para un producto de semejante envergadura, obligando a los mecenas a intervenir?.
Si algo denotan "Ola de crímenes...", y "Terroríficamente muertos", y "Darkman", y "El ejército de las tinieblas" y todo lo que vino después, es que Sam Raimi era ambicioso y apuntaba alto (¡sambicioso!). Con una visión enorme de las cosas. Hay que estar muy seguro de uno mismo para eso. Como a muchos de los de su quinta, y tantos otros que vinieron después (¡hola James Wan!) le pierde el exceso por el exceso, un mal muy de Hollywood. ¿Por qué todas las películas de género hechas allí han de cargar tanto las tintas en el desenlace? a mi gusto, lo estropean un poco bastante. Ahora con el CGI se ha desmadrado, alcanzándose cotas de delirio pornográfico aturdidoras, especialmente gracias al imparable bombardeo de emociones extremas y manipulantes que nos sacuden sin descanso hasta, casi, la náusea. Justamente, el final de "Terroríficamente muertos" nunca me ha gustado. Es aturdidor. Todo el rollo del monstruo cabezón, las ramas destruyendo la cabaña a golpes, las continuas luces estroboscópicas, el torbellino, la fanfarria de un desatado Joe Lo Duca a la batuta... ¿por qué? Sin embargo, el caso de la primera, la original, es un pelo distinto.
El joven Raimi aplicó su visión grandilocuente al desenlace. Y sí, es lo que contribuyó a separarla del montonazo de basuras zetoides operativas entonces dentro del cine de terror independiente, obteniendo unos resultados demenciales, delirantes, con toda esa orgía de stop-motion, plastilina y yogur verde absolutamente maravillosa. En su época se veía cutre, y se sigue viendo cutre, pero molaba muchísimo, por lo excesivo y el encanto de las técnicas empleadas. Ahí las limitaciones propias de la época -y el presupuesto- jugaron en su favor, obligando a cierta contención y, casi accidentalmente, logrando un equilibrio muy beneficioso para ese "grand finale" y la película resultante.
Al contar el director con más medios en "Ola de crímenes... ola de risas!!", perdió los papeles y pasó lo que pasó. Un desenlace agotador. Es estupendo que una película vaya a toda hostia, evitando desesperadamente aburrir a su audiencia (y ya sabemos lo extremadamente condicionado a la misma que está Raimi), pero, ocasionalmente, puede darse el caso inverso. Amuermar por abuso de ritmo desbocado. Creo que es bueno detenerse unos minutos, dejar respirar al público y, luego, ¡pam! presionar el acelerador otra vez. El jovenzuelo Sam no lo sabía aún y, en fin... lo dicho.
Con todo, tampoco comprendo la mala fama que gasta el largometraje. No es redondo, pero sí muy simpático y generoso en momentos irrepetibles. Así pues, si no lo has visto y echas de menos al buen Sam Raimi, ni lo dudes.