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viernes, 16 de septiembre de 2022

EL HOTEL DE LOS FANTASMAS

Un individuo alcohólico y en horas bajas decide transformar el castillo en Irlanda del que es propietario en un hotel. La cosa no termina de fructificar y, para atraer a los turistas, decide convertirlo en un complejo lleno de espíritus. Para ello instruirá a sus trabajadores que a partir de ahora interpretarán papeles fantasmagóricos para los turistas.
Con la llegada de unos americanos toda esta artimaña se desarticulará, pero justo entonces serán testigos de que en el hotel hay fantasmas de verdad. Y pronto establecerán relaciones románticas con nuestros protagonistas.
Comedia "de terror" de los 80 —en la época se facturaron unas cuantas— cuyo reclamo comercial es el protagonismo de Peter O’Toole, Daryl Hannah y Steve Guttenberg, que no funciona a ningún nivel pese al crédito de su director y guionista, Neil Jordan, al que entonces le quedaría todavía un poco para convertirse en un realizador reputado consiguiéndolo sobre todo gracias a “Juego de lágrimas”, que fue un auténtico pepinazo (nunca mejor dicho) a nivel crítica y público.
Todo hace aguas en esta película, en parte por culpa del giro de la trama poco antes de la mitad del metraje. Cuando nos creemos que estamos viendo una película de tono vodevilesco en la que unos personajes tienen que asustar a los protagonistas, aparecen unos fantasmas interpretados por la Hannah y Liam Neeson, y la cosa pasa a convertirse en una comedia romántica sobrenatural, donde humanos y espíritus cohabitan —“Esqueletear”, dicen ellos— desafiando a las leyes de la madre naturaleza, cosa que no sería tan terrible de no ser porque, si con la premisa inicial nos aburrimos como unos benditos, con la secundaria lo hacemos como unos hijos de puta. Del mismo modo, cuando la película se centra en su improbable trama romántica, el personaje de Peter O’Toole, que en su parte inicial tiene un gran peso, desaparece para dejar paso a toda la chorrada en la que finalmente se convertirá “El hotel de los fantasmas”. No solo Steve Guttenberg acabará follando con espíritus sino también su compañera, Beverly D’Angelo, que con mas reticencias terminará en brazos de un Liam Neeson segundón al que le quedaría poco para convertirse en la estrella que es hoy. Sobreactúa que da gusto.
En definitiva, se trata de una película infame justamente olvidada.
Cuando le piden cuentas a Neil Jordan, este asegura que una vez rodada, el estudio le excluyó del proceso de montaje realizando la versión que todos conocemos por su cuenta y riesgo. Él no tiene nada que ver con lo que se vio en pantalla y, asegura también, existe un montaje completamente suyo que, si bien tampoco era una maravilla, sí resultaba inmensamente superior a lo que se estrenó. Ese montaje descansa enlatado en algún sucio almacén, y como la película fue un estrepitoso fracaso que no llegó a recaudar ni la mitad de su presupuesto de 17 millones de dólares, dudo mucho que algún día vea la luz. Ni falta que hace.
Un verdadero espanto.

sábado, 10 de julio de 2021

MEMORIAS DE UN HOMBRE INVISIBLE

Es de suponer que los expertos de rigor considerarán "Memorias de un hombre invisible" como una de las películas menores de su apreciado director, John Carpenter. Desde luego no se encuentra entre las más socorridas cuando toca hablar de su filmografía. Estamos en 1992 y marcaba su regreso al terreno de las grandes producciones apadrinadas por compañías tan poderosas como "Warner Brothers", tras el paseo por pastos más humildes que supusieron "El príncipe de las tinieblas" y "Están Vivos" (consecuencias ambas del hostión de "Golpe en la pequeña China"). Digamos que, para entonces, la estrella del papá de "La noche de Halloween" ya no brillaba tanto. Como tampoco lo hacían las de los dos protagonistas elegidos, Chevy Chase y Daryl Hannah. Con ese plantel, no acabo de entender como alguien se atrevió a invertir nada menos que 40 millones de dólares en la juerga... pero, en fin, así son las cosas de Hollywood. Aunque lo que menos me cabe en la cabeza es por qué le dieron el rol principal al actor y comediante de la "Chiflada familia americana". No es que lo haga mal, ni mucho menos, pero algo falla con él. Creo que la cosa podría haber funcionado un poco mejor con otro protagonista. Cuando la prensa, algo asombrada, le preguntaba al respecto a Carpenter, él afirmaba que consideraba a Chevy Chase su actor favorito. ¿Verdad o mero trámite?. Con los años, el cineasta ha reconocido que currar con el actor fue una experiencia horrible, una que casi le hace abandonar la profesión. Cuestión aclarada, pues. En cualquier caso, y en lo interpretativo, sin duda es Sam Neill, dando vida a un carismático villano, el que se lleva el gato al agua.
Chase interpreta a un yuppie que, a causa de un accidente, termina convertido en invisible. Un pérfido agente de la CIA quiere hacer de él el espía perfecto, por la fuerza si es necesario. El desesperado yuppie dedicará los días siguientes a escapar de sus perseguidores hasta que decide plantarse y sacar partido de su condición -con ayuda de la mujer que le enamoró justo antes de todo el cristo- para dar la vuelta a la tortilla.
Basada en una novela, y con el prestigioso William Goldman entre los guionistas, "Memorias de un hombre invisible" se erige como un simpático thriller fantástico de aventuras, con gotas de humor -aportadas, inevitablemente, por su prota- y algo de romanticismo, así como un notable despliegue de efectos especiales -aunque tampoco se abuse de ellos-, destacando a gusto personal el edificio lleno de agujeros. Con todo, mi parte favorita es aquella que se desarrolla en la casa junto a la playa, mucho más tranquila, en la que Chase asiste sorprendido a una charla donde sus amigos le ponen verde.
En el lado de las curiosidades y apreciaciones puñeteras, cabe señalar la breve mención que se hace a Bodega Bay, lugar real que ha servido de escenario para clásicos como "Los Pájaros" o la misma "La niebla" de Carpenter o que, a pesar de la fama de subversivo del cineasta, "Memorias de un hombre invisible" no puede evitar cierto moralismo hollywoodiense. Tal vez deberíamos culpar de ello al material de origen. O a los magnates de "Warner" y sus imposiciones (que fueron muchas). Pero el caso es que se presenta a Chevy Chase como alguien despreciable porque es egoísta, no le gusta currar, tampoco tiene pareja estable ni mucho menos familia. Al final encuentra el amor y deja preñada a su santa esposa, por supuesto. En fin...
Junto al comediante, la Hannah y el Neill, localizamos sendos rostros familiares en el reparto, como los de Michael McKean dando vida a un eyaculador precoz, Stephen Tobolowsky en plan agente de la CIA y Donald Li haciendo de taxista. Algunos le recordarán como parte del equipo de "Jack Burton" en su batalla contra "Lo Pan".
"Memorias de un hombre invisible" es un producto perfectamente consumible. Nada especial. Nada que recordar toda la vida, ni tan siquiera situar en un puesto de honor entre tus DVDs. Pero sí entretenimiento moderado para el fin de semana.
Por suerte o por desgracia, supuso otro fracaso en la carrera de Carpenter, y otra mancha más en su expediente de cara a las "majors", por lo que se vio obligado a regresar a cotas más modestas con la que sería una de sus últimas pelis de terror más o menos decentes, "En la boca del miedo" (protagonizada por Sam Neill, con quien suponemos haría buenas migas). Sin embargo, la carrera del magno cineasta ya nunca más se acabaría de recuperar del todo.

sábado, 9 de noviembre de 2024

MI MARCIANO FAVORITO

Felices tiempos aquellos en los que hablar de Jeff Daniels y Christopher Lloyd, dos actores por los que siento mucha simpatía, no suponía automáticamente mentar "Dos tontos muy tontos" ni "Regreso al futuro". Años de calma, cuando el "geekismo" todavía no se había convertido en una secta, o una plaga. Y por eso -por lo de la simpatía- me llevé toda una sorpresa el otro día, tras lustros del primer y único visionado, al (re)encontrármelos compartiendo plano en "Mi marciano favorito". Recordaba la presencia de Lloyd, pero no la de Daniels. Tampoco sorprende la reacción de mis escasas neuronas, porque estamos ante un producto destinado a ser olvidado en tiempo récord. Puro "fast food", consciente y orgulloso, de mano de -nada menos- una Disney todavía no devorada por la fiebre Woke, ni por esa asquerosa codicia que todo lo impregna y destruye. Incluso se permiten algunos gags picantes y un pelo escatos... siempre para los estándares de la compañía del ratón, claro, pero comparado a como está hoy el patio, resulta refrescante.
Supongo que podemos culpar al "Misión: Imposible" cinematográfico, y su tremendo éxito, de la fiebre que le entró a Hollywood con eso de llevar series de televisión más o menos clásicas a la gran pantalla, modernizando tono y maneras. Un proceder que por esos lares siempre ha funcionado, pero en la segunda mitad de los noventa, primera de los dosmiles, se volvió bastante recurrente. 
"Mi marciano favorito" es la puesta al día de un "tv show" sesentero del que tenía constancia, pero jamás había/he visto. Así pues, no puedo recurrir al juego de las comparaciones. En cualquier caso, la cosa va de un extraterrestre llegado de Marte que se hace amigo de un periodista en horas bajas y el consiguiente revuelo que causa en su vida. El alienígena original, Ray Walston, se marca prácticamente el mismo papel en la nueva versión, algo también muy habitual en estos productos, presentarse casi como secuelas del material primigenio, contando con los actores de aquel retomando -más o menos- a sus personajes, si es que aún estaban vivos, claro. Desafortunadamente, no es el caso del compa humano de Walston, nada menos que Bill Bixby, "Bruce Banner" (o "David Bruce Banner") en la famosa y setentera serie de "La Masa". Para la llegada de 1999, año de producción de la puesta al día, el pobre llevaba ya seis bajo tierra.
He leído, en plan reproche, que la película prefiere apostar por los efectos especiales y el humor más "slpastick" en lugar de la típica materia dialoguista y enredante propia de la "sitcom" que era. Hombre, también es normal, digo yo. Se tira mucho de un CGI algo verde aunque pasable, destacando la estrella del sarao, el traje con vida propia
 del marciano. Vendría a ser la comparsa cómica y, ciertamente, acaba resultando irritante y agotadora. Por mucho que he investigado, no lo he detectado en la serie, así que podría ser una invención del film. Ni idea. Y tampoco importa, porque, como decía, este "Mi marciano favorito" noventero cumple con su función más elemental, entretener. Se mueve a toda leche, no da respiro, provoca alguna risilla comedida, aporta puntuales secuencias razonablemente espectaculares (la carrera del coche miniaturizado por las alcantarillas) y, al terminar, deja la sensación de haber consumido una chorrada máxima, pero sin llegar al insulto. Bien. Decente.
A Daniels, Walston y un bastante sobreactuado Lloyd, gozando como una perra a base de explotar esa inconfundible mueca suya de loco que tanto le ha reportado (desde "Alguien voló sobre el nido del cuco" hasta.... ya saben cual), los acompañan algunos nombres sin desperdicio. Una ridículamente atractiva Elizabeth Hurley como tía buena / niña mimada bastante despreciable (¿permitiría hoy el Wokeismo un personaje femenino tan sexual y negativo?), Daryl Hannah como lo opuesto, la angelical / un poco lela rubia que bebe los vientos por Jeff Daniels (¿permitiría hoy el Wokeismo una.....? ¡¡bah, olvídalo!!), el gran Michael Lerner, Wallace Shawn igualmente desatado (en realidad, todos lo están, supongo que el film invita a ello), papelillo para T.K. Carter -el "Nauls" de "La Cosa"-, y Dawn Maxey como apetitosa "bimbo" acosada por el traje parlanchín en un probador (¿permitiría hoy el Wokeismo ver cómo este le azota el culo? ¿en un producto Disney?).
Dirige un inocuo y cumplidor Donald Pretie. Comenzó en la tele, dio su primera oportunidad real a Julia Roberts con "Mystic Pizza" y, aluego, pariría cosas como "Niño Rico", la de Macaulay Culkin, "Miss Agente Especial", "Cómo perder un chico en diez días" o "Bienvenido a Mooseport"... para terminar regresando a la caja tonta. Una carrera fascinante. Me pregunto qué impulsa a un director como este a meterse en el cine. Qué le mueve. Qué le motiva. ¿Ganar dinero? ¿mejor esto que ser dependiente del "McDonalds"?... ¿O solo se trata de severa miopía a la hora de elegir los proyectos? Un genuino misterio para mí.

sábado, 12 de marzo de 2011

PIRAÑA 3... SIN LA D

Ahora que tenemos el estreno oficial en España de "Piraña 3D", es el momento adecuado para recuperar esta rareza, publicada originalmente en el número 103, Abril de 1989, de la revista francesa "L´Ecran Fantastique". Formaba parte de un artículo sobre cine de criaturas marinas asesinas y, por lo visto, este supuesto "Piraña 3", que iba a llevar por subtítulo "The Crawling Menace", se encontraba en plena pre-producción y el director asignado no iba a ser otro que Joseph Zito, el mismo baranda de "El asesino de Rosemary", "Desaparecido en combate", "Invasión USA", "Viernes 13, 4ª parte" o "Red Scorpion".
Como vemos en el pre-cartel (bastante feo, dicho de paso) en esta ocasión las pirañas no iban a tener alas, como en la segunda parte, sino ¡¡patitas!! y se iban a pasear a su antojo, devorando bañistas dentro y fuera del agua.
Incluso había un reparto pensado, Peter Coyote y Daryl Hannah iban a encarnar los roles principales. Les seguía Donald Pleasence en el papel de científico, cómo no.
Por lo expuesto, daban a entender que los efectos especiales ya estaban en marcha y se habían creado las pirañas caminadoras que Zito calificaba de "Increíbles!" (eso seguro).
Por algún extraño y desconocido motivo, este "Piranha 3: The crawling menace" jamás se llegó a rodar, para nuestra mayor tristeza. Unos años después se anunció de nuevo una tercera parte de la franquicia, esta vez desvinculada del proyecto aquí comentado y que iba a producir y dirigir (con su pseudónimo habitual de Oliver Hellman) Ovidio G. Assonitis, responsable de la temible segunda parte (que sí, que la firma James Cameron, pero por lo visto fue algo temporal, y la verdadera culpa es de Assonitis). Este, como el otro, no vio la luz (tenéis el cartel al final del texto, extraído de un "Mad Movies"). ¿"Piraña 3" un proyecto maldito?.
A todo esto, ¿cual creéis que hubiera molado más?... yo me quedo con la de Joseph Zito, sin duda.


jueves, 3 de abril de 2008

TERROR FINAL

Ayer noche me marqué otro de mis habituales viajes nostálgicos al terror de la dorada década de los ochenta, y esta vez me acompañaba "Terror Final", uno de esos primeros slashers surgidos a la sombra del mega-hit que fue "Viernes 13" y por el que asoman varios rostros, y cerebros, conocidos. De hecho, se dice que la peli reposaba en un cajón de la distribuidora, que no sabía que coño hacer con ella, hasta que algunos de sus actores se hicieron notablemente populares, como Daryl Hannah, Rachel Ward o Mark Metcalf (al bueno de Joe Pantoliano, aún le faltaría un poco más para convertirse en el carismático secundario que es hoy) y entonces decidieron estrenarla.
Además de los mencionados, tenemos al mítico Samuel Z. Arkoff en la producción (la otra cabeza visible de la inmortal AIP junto a James H. Nicholson), a Andrew Davis dirigiendo (posteriormente firmaría títulos más que populares como "Código de silencio", con Chuck Norris, "Por encima de la ley", con Steven Seagal, o "El Fugitivo", con Harrison Ford... ¡casi ná!), a Allan Holzman en el departamento de montaje (suyas son costrosidades entrañables como "Galaxia Prohibida" y "Programada para matar") y finalmente a uno de los guionistas de la saga "Alien" (incluidas las que se enfrenta contra "Depredador") Ronald Shusett, de ahí que en su época el film se promocionara como "De los creadores de Alien"... un poco tramposo, pero cierto al fin y al cabo.
Aún así, y con nombres tan jugosos en la palestra, "Terror final" termina resultado un film de lo más flojito... la salvan ese look sucio muy de los ochenta, unos personajes no especialmente gilipollas y un psycho-killer bastante original, del que no pienso destripar nada por si decidís verla algún día. Llegados a cierto momento, la peli da un leve giro y se sale del slasher más ortodoxo para meterse en el terreno de "Deliverance", el de la supervivencia en los frondosos e imponentes bosques repletos de enormes ¿pinos? que parecen tocar el cielo. Mariconadas a un lado, la secuencia de los rápidos también emparenta muy mucho este "Terror Final" con la maravillosa obra de John Boorman.
A la peli le falta toda clase de chicha, no solo en el terreno truculento, y se excede con ese tempo pausado tan típico de la época... pero incluso así y, quizás, precisamente por hacer gala de unos defectos tan característicos del momento, la disfruté razonablemente. ¿Qué quieren que les diga?, no tengo cura.

sábado, 1 de noviembre de 2025

FRENESÍ SANGRIENTO

Hal Freeman llevaba desde finales de los setenta dirigiendo porno y andaba desesperado por debutar en el cine legítimo. Finalmente se lanza al ruedo en 1987 invirtiendo 10.000 dólares de su propia "buchaca", parte de los cuales se destinan a película de 35mm. Dadas las circunstancias va a lo seguro: terror, sangre y evitar cualquier conexión con sus húmedas obras previas, de ahí que rechazara el ofrecimiento de Ron Jeremy para formar parte del reparto. La extrañísima ausencia de tetas suele atribuirse también a eso, pero lo cierto es que se había pactado con una actriz el airearlas y esta, a último segundo, no quiso. Tuvo incluso que llamar a su novio abogado para que acudiera al rodaje a impedirlo. Uno que se prolongó dos ajustadas semanas, en pleno desierto y con un grupito de actores dispuestos a sudar la del pulpo (salvo cuando dormitaban en el bujero donde hospedaban, irónicamente llamado "Super-8 Motel", ¡no es coña!), ingredientes propios de un producto de escaso montante como aquel, estratégicamente diseñado en un guion reescrito por Ted Newsom, al que unían sendas colaboraciones previas con Hal Freeman. Según datos consultados, el libreto original respondía al título de "Warning - No traspassing" y se encargó de teclearlo nada menos que el legendario Ray Dennis Steckler. Newsom tampoco era novato en estas lides del cine de género, venía de implicarse en la caótica confección de "Engendro Satánico".
Una panda de "tarados" y su terapeuta se instalan en medio de la nada esperando así curar sus muchos males, fobias y manías. Uno de ellos cometió parricidio siendo crío y parece que eso de matar le mola, así pues se despachará a gusto con el personal. Nada muy complicado. La idea consistía en mezclar "Diez Negritos" con "Viernes 13". O Alfred Hitchcock, por el tema psicológico y "de misterio" -la parte "Frenesí" del título-, con Herschell Gordon Lewis, por aquello del gore y tal -la parte "Blood" del título-. Y aunque incluye ciertas dosis de hemoglobina, tampoco hablamos de nada excesivo ni imaginativo, casi todo consiste en el mismo efecto de degollación a base de unos trucajes escasamente convincentes. Por lo visto el primigenio responsable era un gordaco ultra-tatuado que presumía de haber fabricado la mitad pez de Daryl Hannah en "1,2,3 Splash". A medio rodaje terminaría entre rejas cuando la policía localizó armas automáticas en su furgoneta. Aunque existe una versión un pelo más amable según la cual todo obedece a cierta borrachera descontrolada. Ya saben como funciona esto del cine roñoso, las historias detrás de las cámaras (o la cámara) suelen ser más interesantes y emocionantes que la misma película, y en el caso de "Frenesí Sangriento" se cumple rigurosamente. Por previsible que suene, es un auténtico tocho aburrido, desaborío, plagado de diálogos tontolavas y, básicamente, prescindible hasta extremos de pura salud mental.
No obstante, Hal Freeman estaba tan seguro de sus posibilidades, que creó una distribuidora paralela a la del producto guarro. Pretendía estrenarla en salas de cine, pero no coló, viéndose finalmente condenada al mercado del vídeo. A día de hoy, Ted Newsom asegura que, muy probablemente, el director no sacó ni un duro de la inversión. Por eso la carrera de Freeman, básicamente, continuó en el cine pajero, aunque de vez en cuando se permitía escapaditas llamativamente bizarras del calibre de "Earthquake Survival", un vídeo didáctico presentado por Shelley Duval sobre cómo sobrevivir a un terremoto, con presencia de Brinke Stevens, así mismo responsable del guion (¿¡!?). Poca broma, que fue un auténtico "hit" en su mercado. El tipo llegó a planear junto a Ted Newsom una nueva película de terror titulada "Judgement Night", sobre un exrecluso vengándose de aquellos que lo enchironaron. Lastimosamente, falleció antes de comenzar el rodaje. Se rumorea que pudo ser a causa del Sida, pero no está del todo claro. Newsom continuó guionizando cosuchas como "Teenage Exorcist" y dirigiendo eventualmente ficciones del calibre de "The Alien Within", aunque donde realmente brilló fue responsabilizándose de documentos audiovisuales en torno a las maravillas del cine fantástico de tirón más clásico.
En el reparto de "Frenesí Sangriento" localizamos algunos nombres singulares, ultra-segundones de aquellos con impresionantes filmografías repletas de cosas llamativas. Tony Montero, por ejemplo, estuvo en el "Del espacio profundo" del inevitable Fred Olen Ray. Hank Garrett era el orgulloso currelas que, en una entrevista televisada de "El justiciero de la ciudad", presumía de haber apalizado a un delincuente. Aunque la presencia más llamativa es la de una sobreactuada Lisa Loring, la "Miércoles Addams" original, con experiencia en esto del terror de bajo costo, y que si no se ha marcado un merecido cameo en la reciente versión de "Netflix" del personaje es porque murió hace dos años. Que en paz descanse. Lo mismo que el director de fotografía de "Frenesí Sangriento", Richard Pepin, por entonces a poco de asociarse con Joseph Merhi para crear la productora "City Lights" y, con ella, toda una serie de baratuchos y olvidables thrillers urbanos.

sábado, 21 de noviembre de 2020

LA FURIA

No deja de ser paradójico que John Farris escribiera la novela de "La Furia" motivado por el éxito de la precedente "Carrie" de yasabesquien. Y que cuando "La Furia" pasó a las pantallas de cine, la dirigiera Brian De Palma que hizo tres cuartos de lo mismo con el libro de Stephen King. Y encima, para rematar la jugada, la chavala con poderes mentales de "La Furia" está interpretada por Amy Irving, que en "Carrie" daba vida a la única superviviente de la masacre final. Una muestra de carriexploitation infligida por el director de la película que lo originó. Curioso.
Pero "La Furia" queda muy lejos de las excelencias técnicas y artísticas de la estupendísima "Carrie", aunque únicamente las separe un añito. De hecho, en la filmografía de De Palma van correlativas. Yo la recordaré toda la vida por una escena concreta. Una que me horrorizó hasta límites insospechados cuando la vi en vídeo a finales de los ochenta. Entonces andaba adentrándome lenta, precavida pero inexorablemente en el maravilloso mundo del cine de terror, abierto a sorpresas y, sobre todo, dispuesto a pasar miedo. Así que el visionado de "La Furia", que es más un thriller -incluso con sus escenas de acción- que una de miedo propiamente dicha, no estaba resultando excesivamente tortuoso.... al menos hasta el desenlace. No lo voy a destripar aquí, pero los que la han visto saben perfectamente de lo que hablo. Tal fue la impresión, que salí corriendo pasillo abajo, blanco como la lefa, para recuperar oxígeno y que mi corazón rebajara la cantidad desorbitada de palpitaciones. Un auténtico semi-trauma que me acompañará hasta el fin de mis días. Y no es pa menos, revisada ayer noche puedo corroborar que ese momento continúa siendo tremendamente potente, en parte gracias a la intensa partitura que lo acompaña, cortesía de un John Williams que venía de petarlo con "La guerra de las galaxias" y seguiría produciendo lo mejor de su cosecha los años siguientes.
La trama de "La Furia" gira en torno a una agencia secreta interesada en fichar chavales con poderes mentales para usarlos como armas. Con la excusa, se apropian del hijo de un ex agente de la CIA quien, tras escapar de la muerte, se dedicará en cuerpo y alma a recuperar al retoño. Por otro lado, una chavala descubre que dispone de tremendas capacidades telepáticas, tanto como para conectar con el hijo secuestrado y, por tanto, poder ayudar al ex agente en su búsqueda. Al final todo estallará -además de verdad, jur, jur, jur!!- en un dramón salpicado de rojo.
A ver, la historia es interesante y la peli tirando a entretenida, no digo que no, pero es cierto que De Palma se apoya mucho, demasiado, en los diálogos. Hay un exceso de "bla bla" con eventuales pero notables escenas de acción y violencia. Tal vez John Farris no pudo evitar dejarse llevar por su naturaleza escribiente mientras convertía la novela en un guion cinematográfico. Con todo, es perfectamente consumible (en parte gracias a la época que se hizo), aunque no está entre lo mejor de De Palma, desde luego.
El reparto es impresionante. Desde los roles principales, pasando por los secundarios, los muy secundarios e incluso hasta los extras. Ahí va la lista completa (salvo Amy Irving): Kirk Douglas, John Cassavetes, Charles Durning, Carrie Snodgress (anduvo por "El jinete pálido" y dio vida a la mala malísima de "La ley de Murphy"), Fiona Lewis (reconocible por su papel de villana en "El Chip Prodigioso"), Andrew Stevens (cuya prometedora carrera terminó estancada entre productos televisivos y subproductos de género), Rutanya Alda (la madre sufriente de "Amityville 2"), el habitual De Palmero William Finley, un delgado Dennis Franz (que repetiría con el director, pero cuyo rostro se hizo especialmente popular por su papel de policía cabezón en "La jungla 2 (Alerta Roja)"), una jovencita Daryl Hannah y, según "la secretaria", Jim Belushi no acreditado haciendo de vagabundo. Destacar también la presencia de Hilarie Thompson, futura esposa de un habitual de este blog, Alan Ormsby.
En el tema efectos de maquillaje, tres monstruos: Rick Baker + Rob Bottin + Greg Cannom.

sábado, 19 de agosto de 2023

THE COMIC

No han sido pocas las veces que en este blog, y otros medios, hemos lamentado la incursión de herramientas digitales en el "séptimo arte". Somos conscientes que, actuando de tal modo, parecemos un par de viejas amargadas y llenas de manías. Pero es que, por mucho que lo intentemos, y por muy abierta que tengamos la mente, los ejemplos que nos van llegando de lo que podría denominarse "cine digital" no hacen más que demostrar lo justificado de dicha tirria. Dejando a un lado todos aquellos jovenzuelos pringadillos con más ansias de autodenominarse "filmmaker" que de facturar algo mínimamente decente o interesante con su jodido móvil, lo más crispante afecta a los veteranos. Directores de cine que activaron sus respectivas carreras en tiempos de celuloide, de un coste mínimo + un empeño máximo, de cuando facturar largometrajes era un pelo, y digo un pelo, más difícil, y no se hacía con la chorra. De cuando la etiqueta "trash" o "mala pero divertida" tenía sentido porque el esfuerzo, tanto humano como creativo, obligaba a dar lo mejor de uno mismo... si lo había. Si no lo había, era ya una cuestión de ADN. Pero desde luego, nada impostado. Dicho de otro modo, los años más "gloriosos" de Ted V Mikels, Doris Wishman, Ray Dennis Steckler, Herschell Gordon Lewis, Jesús Franco o Ulli Lommel. Cineastas que, llegado cierto momento, se quedaron sin montante. Nadie quería prestarles un chavo para llevar adelante sus delirios. Y se vieron obligados al retiro (o al frenazo, caso de Franco). Hasta la nefasta aparición de las herramientas digitales, descubriendo así que, no solo podían volver a hacer películas invirtiendo cantidades irrisorias -incluso facturarlas desde su puta casa, montando con el ordenata-, además eran totalmente libres. Sin dar cuentas a nadie, a ningún productor o distribuidor. Iban a hacer literalmente lo que les diera la santísima gana, demostrando al mundo -por fin- su genialidad. ¡Ouch! fatídico día aquel. Porque muchos de ellos -¿todos?- eran en realidad unos patatas. Siempre lo fueron. Y solo la intervención de un productor que les frenaba los desmanes de ego descontrolado o, por contra, un montador profesional dispuesto a repararles sus muchas cagadas, daban como resultado películas malísimas... pero con encanto, y "algo" que las hacía medianamente digeribles. Bien, la tecnología digital lo mató. Lo destruyó. Defecó en ello.
Lo sé, lo sé, no es esta una teoría muy popular. Pero, oiga, dejémonos de monsergas. Es así. Vale ya de romanticismo barato. Vale ya de dárselas de "cool" por adorar a incapaces con una cámara. Las obras de todos estos señores eran basurilla, lo que hizo la herrumbre digital fue aumentar el pestufo.
Por supuesto estoy hablando de "películas" de naturaleza "exploitation", cuyo fin es hacernos picar a través de un póster y una trama totalmente engañosos/as. Cine comercial en el sentido más puro del término. Destinado a complacer los bajos instintos de una audiencia. Si esos caballeros querían dárselas de artistas y hacerse video-pajas, pues que tuvieran la decencia de no tomar el pelo a nadie, asumiendo su condición "experimentosa" y, por tanto, minoritaria o directamente marginal. Un poco de honestidad, porfaplis.
Y ese es, exactamente, el caso de Richard Driscoll. Británico que debutó como director en el sagrado año 1985 con una cosa rarísima titulada "The Comic". Tras un par de films más, abandonó el cine. No hizo prácticamente nada durante los 90. Retomándolo en los 2000 gracias al despuntar de las nuevas tecnologías. Entonces, se puso a producir frenéticamente auténticas vasuras, con v de vídeo, innombrables e insoportables en su negación. Absolutamente deprimentes. Como esa secuela ilegal de "Grindhouse" titulada "Grindhouse 2wo" en la que una Linnea Quigley dolorosamente patética, situada frente a un croma, horriblemente maquillada de enfermera loca y leyendo muy descaradamente sus frases de una cartulina fuera de foco, introduce historias que no hay quien salve. Cuando los productores del "Grindhouse" original se enteraron, advirtieron a Driscoll que cambiara el título o le caía una demanda, de ahí que luego existiera otra versión (o a-versión) titulada "Grindhouse Nightmares". También tenemos "Eldorado 3D", batiburrillo protagonizado por un alcohólico y muy acabado Michael Madsen (porque resulta que Driscoll es mmmmuuuuyyyy fan de Tarantino, llegando a imitarle y parodiarle obsesivamente) que llevó a su director a la cárcel por evasión de impuestos. Salió un poco antes acompañado de un tío que se vendía como productor. Malas compañías. O compañías de inexplicable origen. Nadie comprende como Driscoll ha logrado, a lo largo de su carrera digital, contar con Peter O´Toole (ya muy maltrecho, y grabado en plan plano fijo + croma), Daryl Hannah, David Carradine, Jeff Fahey, Patrick Bergin, Brigitte Nielsen, Steve Guttenberg, Bill Moseley, Caroline Munro o el genial cómico Rik Mayall. Es decir, sí se comprende porque en la mayoría de los casos son gente que estaba ya muy pocha (de hecho, Moseley vivió una experiencia semejante -o peor!!- con "Mugworth"), y sus papeles se reducen casi a cameos (o a la voz, caso de Christopher Walken, y a saber si no estaba mangada de otro sitio). Pero es que el nivel de Richard Driscoll es TAN BAJO, que incluso estos nombres desentonan. Parece mentira que disponga de películas reales en su filmografía, con cara y ojos, rodadas en celuloide, haciendo gala de cierto esforzado estilismo. Lo que lleva pariendo los últimos años es más propio de un debutante sin muchas luces, ni muchas ideas, que se limita a seguir tendencias como una oveja inculta + descarriada, desesperada por sumar el mayor número posible de "clicks" en las plataformas de rigor, y deben toda su existencia a la economía de lo digital (vamos, un Dustin Ferguson cualquiera).
"The Comic" 
ya daba pistas de lo que estaba por venir. Driscoll hace gala de una auténtica negación a la hora de contarnos una historia. De entretenernos, darle algo de ritmo y lustre a su epopeya. Viéndola no te enteras de mucho. Y de lo que te enteras, tampoco merece demasiado la pena.
Digamos que estamos en un futuro Orwelliano. Hay un cómico de "stand up" que lo peta en los locales de moda. Y luego otro que se muere de envidia. Tanta como para provocar un asesinato. El cómico aspirante se carga al cómico de éxito y le quita el puesto. Afortunadamente algo de talento tiene, por lo que el público le adora y todo comienza a coger mejor color. Aparece una chavala que termina liada con él. Se aman, tanto como para tener una hija. Sin embargo, nos hacen saber que en realidad todo es el plan de una mano oculta para que la pava manipule al protagonista una vez lo tenga bien agarrado. Solo que no procede. Y aquel es detenido por una policía de tintes fascistoides -suponemos que por el asesinato del cómico famoso-, llevado a prisión y torturado. Entonces, la mujer se da a las drogas y la mala vida. Y... er.... ¿¿qué demonios me estás contando??...
De las muchísimas batallitas hilarantes protagonizadas por Richard Driscoll, ahí va mi favorita: Fue invitado a proyectar "The Comic" en una maratón de películas de terror. Llegado su momento, el público presente comenzó a aullar tan mosqueado y con tal fuerza, que el director se vio obligado a detener la proyección y salir por patas con las latas bajo el brazo. En su lugar pusieron "Terroríficamente muertos". No me sorprende lo más mínimo, "The Comic" queda lejos de ser terror. En realidad, es una especie de thriller con ribetes "artys", o de autor, tirando a indigentes. Muy "ochens" -como dicen los modernos- en lo estético (niebla a porrillo, luces de colores...) y en "tics" tan propios de la época como ese especie de video-clip que nos cuelan en medio de la película.
Lo cierto es que muchos de estos "filmmakers" provocan antipatía. Si fuesen seres humanos humildes y sin ínfulas, podríamos incluso disfrutar de sus cagadas audiovisuales por bien intencionadas, simpáticas, apasionadas, etc (por ejemplo, H.G.Lewis. Es cierto que le podía más el vil metal que nada, pero al menos sabía lo que hacía y no se tomaba en serio a sí mismo). Desafortunadamente, la mayoría gastaban un ego que espanta. Les perdía la soberbia. Se creían grandes artistas, genios incomprendidos. Y el caso de Richard Driscoll roza lo tolerable. "The Comic" es hasta pretenciosa. Y eso, cuando el talento está al nivel del cero absoluto, no se perdona. Para muestra, un botón: al concluir el aborto, el tipo da las gracias a aquellos que le ayudaron a finiquitarlo. El tamaño de las letras de su nombre -además subrayado- en comparación a las del mensaje, lo delatan.