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jueves, 2 de enero de 2014

AQUELLAS CARATULAS MARAVILLOSAS (38): PONTE PELUCA, DREAMANIAC



Cuando era más jovenzuelo, había en el video-club una serie de películas que no podía creer, por nada del mundo, que no me gustaran. Vistas a la distancia, sumaban demasiados atributos como para, una vez consumidas, crearme tal sensación de rechazo y modorra, así que de vez en cuando volvía a alquilarlas esperando que algo cambiara. Bien, únicamente funcionó cuando la espera entre visionado y visionado se prolongó, literalmente, más de una década. Por ejemplo, así fue con "Creature" y "Eliminator". A medias con "Terror Caníbal". Luego está "En busca del dragón dorado", que todavía no ha pasado la prueba. Y... bueno, la peli que comentaremos hoy, "Dreamaniac". Ya les adelanto que, de todas las citadas, es la única que ni tan siquiera el paso de los muchos años me la ha hecho más digerible.
"Dreamaniac" marcó el debut de David DeCoteau en el infra-mundo del cine de serie Z. Y resulta que, en aquellos tiempos, yo era muy fan de esta clase de material y de señores tan poco recomendables como Jim Wynorski o, sobre todo, Fred Olen Ray (que últimamente no para de asomar por el blog. Quien tuvo, retuvo). David DeCoteau formaba parte del club. El problema es que, mientras tanto Wynorski como Ray aún poseen algún título más o menos visible y simpático, me percato de que DeCoteau no tiene ¡¡¡NI UNO!!!. Sí, incluyo aquí la insufrible "Creepozoides". Vamos, que era un inútil y lo ha seguido siendo a lo largo de toda su carrera, saliera o no del armario y sin importar si sus películas iban destinadas a fricos pajilleros, niñas reglosas o gays desatados. Pero en 1988 yo todavía no era consciente de todo eso, rendía pleitesía al Sr.David DeCoteau y por ello me resultaba difícil comprender cómo "Dreamaniac", siendo encima una de terror "bien seria" (teniendo en cuenta la preferencia del director por la comedia o el "actioner" chungo), no me gustaba ni pizca, me aburría mortalmente y, sobre todo, encontraba desagradable su extraña estética casi de peli porno, percepción esta nada errónea. Cuenta la leyenda que cuando DeCoteau le proyectó la cosa terminada a Charles "Empire/Full Moon" Band y su pareja de entonces, Debra Dion, esta le dijo: "Has hecho una película porno "high class", solo que sin porno". Y es que, sí queridos, antes de su primer largometraje, DeCoteau se dejó las legañas y aprendió parte del oficio currando en la industria del cine para adultos, así que es normal que se le pegara algo.
"Dreamaniac" (originalmente concebida como "Succubus" y cambiada al título mucho más molón que finalmente se le quedó, y que los señores de "I.V.E." mutaron a "Dream maniac" en la careta que le precede cuando das al "play") nació simple y llanamente como evidente "exploitation" del fenómeno "Pesadilla en Elm Street". No lo digo yo, lo ha reconocido el propio DeCoteau en sendas entrevistas. De hecho, arrancó el proyecto de modo autogestionado, pero poco antes de rodar, Charles Band decidió invertir guita y distribuir el resultado bajo su flamante subsello "Beyond Infinity Films", que como saben -o deberían- se especializaba en ñordas de cuarta categoría firmadas por zineastas como Gorman Bechard, Ken Dixon o el mítico Tim Kincaid (que también venía del porno y reutiliza algunos pasajes de la banda sonora de "Dreamaniac" en sus propias cagarrutas, dicho esto último de modo afectuoso. El compositor para todos los casos se llama Don Great, habitual de la "Empire" en sus primeros años y que, aunque parezca guasa, terminó metido en productos de lo más famosos y "mainstream"). A cambio, Band impuso que se diera más cancha a las secuencias de pesadillas -por si no quedaba lo suficientemente claro con el título- y tetas -por lo evidente-. DeCoteau tomó buena nota de lo segundo, porque de tetas y erotismo de karaoke lo hay pa dar y regalar, incluidos chicos en slips o con el culo al aire, cosa esta que terminaría siendo en el futuro una constante de su cine. Pero de lo primero, no tanto. En realidad, pesadillas bizarras en "Dreamaniac" solo hay una, al principio, y me parece a mi que ninguna más. El resto, en su mayoría, son secuencias de paliqueo eterno, salpicadas de vez en cuando por algo de pajillismo y un poco menos de truculencia.
Y es que la trama no da para mucho. El prota de la historia es un jevimetalero que, a pesar de tener una novieta con la que chingar y que le perdona su aparente narcolepsia, quiere más, así que invoca a una criatura satánica que le haga triunfar entre las girls y, ya puestos, le dedique jugosas felaciones... aunque terminen en castración. Casualmente, esa misma noche la novia monta una fiesta en casa y uno de los invitados se trae a una chica que es igual a la criatura satánica. Bueno, es que ES ella. Sea como fuere, aprovecha la merienda para ir aniquilando a todos los invitados e incrementar la influencia mental que tiene sobre el jevimetalero. Entre mogollón de diálogos intrascendentes e innecesarios, mucha niebla y luces de colores (casi parece una de Andy Milligan... solo que un 5% mejor hecha), se van sucediendo crímenes bastante poco espectaculares. Solo al final hay algunos jugosos, a pesar de lo inverosímiles que resultan (destaco en este sentido la absurda decapitación por taladro gigante).
Realmente, no nos percatamos de que estamos viendo un "slasher" hasta el desarmante primer desenlace, cuando el elemento sobrenatural es exterminado de modo desconcertante. Nada comparado al aterrador segundo final, en el que un personaje califica de "Fabuloso!" todo lo visionado/sufrido hasta el momento. Sí... ¡fabulosísimo!.

Y en el trayecto, nos hemos aburrido como marsopas. Rodada en 16mm durante diez días, y casi sin salir de las cuatro paredes que conforman el escenario (otro punto de contacto con el porno, me temo), a "Dreamaniac" no hay por donde cogerla. Así de simple. Sí, claro, haciendo un gran esfuerzo puedes mirarla con nostálgico afecto, teniendo en cuenta cómo se concebió y por quién, pero creánme si les digo que yo la consumí pasada la medianoche del 31 de Diciembre, con un puñado de copas de champagne en el cuerpo... y ni así le supe ver el lado positivo.
Y es que, una vez más, es el dato paralelo, ajeno al contenido de la película/cinta, lo realmente interesante de esta historia.
A principios de los 70, el ya fallecido y tardíamente reivindicado Curtis Harrington rodó dos películas back to back (1971 y 1972) con protagonismo de Shelley Winters y que se apuntaban a ese extraño subgénero, entre el drama gran guiñol y el "american gothic", iniciado en 1962 por Robert Aldrich con "¿Qué fue de Baby Jane?" (y que siguió en 1964 con "Canción de cuna para un cadáver"). No lo digo por decir, ya que el guionista de ambas, Henry Farrell, lo fue también de "¿Qué le pasa a Helen?", la primera de las dos obras del tándem Harrington/Winters y protagonista de la sospechosa caratula que sigue, cortesía de "Glovisa"...



¿De verdad es necesario que comente algo?, ¿no es suficientemente obvio?. Sí, a la loca con alopecia de "Dreamaniac" (por otro lado, muy efectiva, en su época incluso daba algo de mal rollo) le meten un pelucón rubio y ¡ala!, directa a la caratula de "¿Qué le pasa a Helen?" (aunque, pa la ocasión, dejan únicamente el primer interrogante, eliminando fulminantemente el segundo. Justo al revés de lo que solemos hacer todos). No hay mucho más que añadir, salvo que nunca llegué a alquilar ni ver la película de Curtis Harrington, así que no puedo comentarles nada sobre ella. Sin embargo, sí que vi la segunda, "¿Quién mató a tía Roo?" (esta vez sin implicación directa o indirecta de Henry Farrell) y, en fin, recuerdo que me agradó más de lo que esperaba. Pero ¿qué importa todo eso ante un caso tan salvaje y ridículamente divertido de expolio caratulil como el aquí expuesto?.
Nada de nada.

sábado, 15 de febrero de 2025

LA DAMA VENGADORA

Por muchas simpatías que le tenga a David DeCoteau, y "téngoselas", considero que no dispone ni de una maldita película medianamente decente en toda su filmografía. Es el peor del triunvirato formado junto a los otros astros de la mal llamada "serie B de los ochenta", Fred Olen Ray y Jim Wynorski. Obviamente, "La dama vengadora", su primera incursión en el cine de "acción" (así, entre comillas) tras mucho terror (y mucho porno) no iba a cambiar mi percepción.
Llevaba años deseando dedicarle unas líneas. Pero macho, ha costado lo suyo dar con ella... hasta que apareció mi amigo Enorm y obró el milagro. No es que fuese inédita para mis ojos, por supuesto la alquilé en su época y, por supuesto, la detesté desde el minuto uno. Simplemente que la considero ideal para formar parte de nuestro vasto catálogo. Incluso necesaria.
Como decía, DeCoteau cambia temporalmente cuchillos y cuchilladas por tiros y hostias, aderezado todo ello con la más fácil de las excusas narrativas, una venganza. A Maggie, jovenzuela encabronada encerrada en un correccional, le matan al hermano. Deduce que, siendo mexicana la novia de aquel, los culpables deben dedicarse al narcotráfico y compartir nacionalidad (¡en serio!). Por todo ello, se disfraza de "Sarah Connor" y emprende su justa cruzada.
Inevitablemente, siendo una película de DeCoteau, la cantidad de acción propiamente dicha se reduce mucho, abundando el diálogo. Además, uno jodidamente mal parido, con algunas perlas para el recuerdo. Toda "La dama vengadora" ("Lady Avenger" en v.o., año 1988) es muy tosca, patosa diría yo. Encima, durante la primera mitad al director le da por profundizar en la tragedia de lo acontecido, rollo dramón de sobremesa, por lo que tenemos escenas de lamentos y lloriqueos para parar un tren... pero, claro, interpretadas, en general, por peña no muy capacitada. Aunque, seguramente, la que se lleve el anti-Oscar en ese rango sea la misma protagonista, Peggy McIntaggart, mona, con buen físico, todo lo que ustedes quieran... pero una actriz dolorosamente negada. Cuando va de chica dura, en fin, resulta brutalmente anti-carismática, parece que el revólver que sujeta le va demasiado grande y caerá de sus manos en cualquier momento. Venía de interpretar a mujeres despendoladas en plan extra para títulos de solera como "Superdetective en Hollywood 2" o "Cuando llega la noche". Tras su protagonismo en "La dama vengadora", continuó por la misma senda con "Phoenix the Warrior" o "Heartstopper", ignota película de John Russo con Tom Savini. La vimos también en "Pasado de rosca" junto a Tommy Chong (la otra mitad de Cheech), "Los ojos del diablo", el tardío slasher "Camp Fear" y cuatro mierdas más, destacando la ultra-chunguez "Quigley", una comedia de quinta categoría con perrito, grabada en vídeo y a base de mentalidad beata, para "lucimiento" de un acabadísimo Gary Busey. Lo que nos viene a güevo porque, justamente, teniendo "La dama vengadora" al DeCoteau más ochentero a los mandos, da la sensación que una Quigley, concretamente Linnea, hubiese encajado como perlas en el rol de justiciera. Era la musa del director por entonces, así pues, suponiendo que no pudo participar por compromisos ajenos, Peggy McIntaggart acabó ejerciendo de sustituta. Dicha ausencia canta aún más al localizar entre el reparto a una de las compañeras habituales de Linnea, Michelle Bauer que, como es de ley, lo enseña todo y más. A su lado, ese ignoto astro del cine "cult" llamado William Butler, de cuyos méritos he hablado ya mucho por acá (al parecer se llevó fatal con David DeCoteau durante todo el rodaje). Otro rostro curioso y destacable es el del veterano James R. Sweeney, quien también curraría para Fred Olen Ray en "Terminal Force", además de sendas incursiones en subsubproductos como "Hobgoblins" (reseñada en nuestro pest-seller) o "Hollow Gate".
Keith Kaczorek, uno de los guionistas, dedicaría el resto de su carrera a la animación. Muy adecuado. También el productor con nombre de mafioso, Marco Colombo, metería mano en ese campo, y del modo más bizarro. "Titanic, la película animada" era algo así como "la versión estilo Disney" del trágico suceso, perpetrada por algunos nombres de peso en el "exploitation" italiano, nada menos. Tras ello, Colombo y DeCoteau unieron fuerzas de nuevo, pariendo una ristra interminable de roña hasta el 2014.
Siendo "La dama vengadora" de la década que es, los villanos segundones son una panda de "punkis" algo creciditos, a los que les encanta joder por joder, gritar mucho, sobredialogar innecesariamente, reírse de todo, cargar las tintas y, obvio, matar como si nada. Cada vez que aparecen, les acompañan una serie de tonadillas musicales acordes a su naturaleza que no suenan demasiado mal. Por desgracia, en los créditos no figura información al respecto, y tampoco han dado de sí mis pesquisas. Si alguien ahí fuera sabe de qué grupo se trata, que me escriba porfaplis.
En fin, ¿qué más puedo decir? "La dama vengadora" es lo que recordaba, y lo que esperaba ver en esta segunda -y última por lo que a mi respecta- incursión, un truñazo lleno de momentos absurdamente risibles. ¿Tiene sus "tics" zetosos y ochenteros medianamente graciosos? Sí, los tiene. Pero para nada justifican esas "reviews" entusiastas que he leído por ahí, perpetradas por "hipsters" empachados de tanta nostalgia retro-cochambrosa y tanto "cool"-ismo de chichinabo. Dios, como los odio.

viernes, 7 de abril de 2023

BEASTIES

“Beasties” es una película cuyo argumento apenas se entiende en la que, tras una invasión extraterrestre, unos pequeños aliens surgidos de una nave espacial con vida propia se dedicarán a atacar a cuantos adolescentes se cruzan en su camino. Por otro lado, tenemos una especie de sociedad post-apocalíptica formada por punkies que no traman nada bueno. Y un protagonista nerd que junto a su novia tendrá que luchar contra todo esto.
Realmente nos enfrentamos a una película perpetrada por una suerte de Juan Palomo de Fresno, Steven Paul Contreras, que con 60.000 dólares del ala y una cámara Súper 8 capaz de registrar sonido directo, se rueda por su cuenta y riesgo una película de ciencia ficción titulada “The Bionaut”, con algunos FX resultones y un par de criaturas fabricadas a partir de marionetas más o menos apañadas. Sin embargo, y pese a su empeño por lo contrario, se ve una película muy barata y cutrecilla que a día de hoy puede tener cierta gracia, no solo por la pobreza de medios, sino además por el desfile de clichés ochenteros que ostenta, es decir, desde los punkies más malos que el demonio, hasta el protagonista, el típico nerd con gafas de pasta y pintas de empollón, que parece salido directamente de una sex comedy. Hoy todo esto sería muy común en cualquiera de esos productos posmodernos paridos para complacer a pazguatos treintañeros que se corren viendo “Stranger Things” y tienen una percepción distorsionada de cómo se supone que era el cine de los ochenta —porque no lo vivieron—. Pero es que en este caso, no da lugar dicho posmodernismo porque se trata de una película genuinamente de los 80, y de ahí la gracia, metiendo todos esos clichés de manera inconsciente, porque es lo que tocaba. Con su película bajo el brazo y un dinero invertido en el montaje, a Steven Paul Contreras no se le ocurrió otra cosa que hacer copias de VHS que él mismo distribuiría a los vídeo clubs locales llegando a poner en circulación unas 80 cintas con su obra.
Estamos en 1989 y es la era dorada del vídeo, los direct to video son un negocio redondo y a cada película rodada de forma amateur que sale a la palestra le aparece un mecenas dispuesto a hacerle ganar unos dólares a su creador. Así, con “The Bionaut” siendo distribuida de forma marginal, llama a la puerta de Steven Paul Contreras nada menos que David DeCoteau, que de esto sabe un huevo, con la intención de comprar los derechos para su distribución nacional. Sin embargo la película tal y como la concibió Contreras no resulta demasiado atractiva para el gran público, motivo este por el que DeCoteau decide hacerle una limpieza de cara. En primer lugar, con un metraje rozando las dos horas de duración, la someterá a una considerable poda —motivo por el cual no se entiende nada del argumento— de al menos 20 minutazos (que 25 años más tarde se rescatarían para la versión integra lanzada en DVD), por otro, decidirá que eso de “The Bionaut” no es comercial. Y cómo en ese momento están de moda las películas de bichejos (gracias en parte al éxito de “Gremlins 2”), y como en “The Bionaut” aparecen dos o tres pequeños aliens que pueden asemejarse un poco a los Gremlins, DeCoteau le cambió el nombre a la película, pidiéndole a Charles Band que le ceda el título de “Beasties”, que era bajo el que en un principio se iba a estrenar “Ghoulies”. De este modo, haciendo pasar la película por un expolio más de los muchos que sufrió en aquellos momentos el film de Joe Dante, se aseguran un buen número de cintas vendidas.
Sin embargo “Beasties” apareció en el mercado en 1991 y, quizás, este tipo de películas baratas ya no tenía el tirón de unos años atrás, porque el bueno de DeCoteau se llevó un buen batacazo con el lanzamiento. Apenas consiguió vender 200 unidades en todo Estados Unidos, por lo que se convirtió en un fracaso tan grande, que cuando DeCoteau se volvió a reunir un tiempo después con Contreras, le devolvió los derechos, el master y le deseó suerte. También le aseguró que si hubiera llegado con la película un par de años antes, ambos se hubieran forrado, pero que en aquel momento ese tipo de material cochambroso no tenía tirón.
Contreras no volvería a ponerse detrás de las cámaras jamás, ni tan siquiera cuando, tras un momento de subidón al reeditarse su película en DVD en 2005, anunció a bombo y platillo que iba a rodar “Beasties 2”… todavía le estamos esperando.
Por todos estos motivos, porque solo se vendieron 200 copias de la misma durante los 90 y por su condición de película extraña, “Beasties” goza en la actualizad de cierto culto (poco) y se la tiene en cuenta como un pequeño clásico del cine mierdoso, pero lo cierto es que hay que echarle valor para enfrentarse a ella; Tiene unos cuantos FX que son curiosos y resultones, sí, pero ocupan el 10% del metraje. El resto, punkies manteniendo conversaciones sobre imperceptibles fondos negros y aburrimiento a raudales, como ya me imaginaba minutos antes de darle al play.

sábado, 14 de agosto de 2021

AL FILO DE LA VENGANZA

"Al filo de la venganza" forma parte de la ristra de películas que, en la era del videoclubismo, me hicieron titubear. Es decir, las alquilé consciente de y atraído por su naturaleza. Una vez consumidas, me resultaron tan insoportables que las devolví sin efectuar la reglamentaria y consecuente copia. Pero luego, motivado por la culpa, regresé a por ellas. Las vi de nuevo... y seguía sin cogerles el tranquillo. Eran causas perdidas para mí (otras que andan en el listado son "Scalps", "Terror Caníbal", "Eliminator", "Creature" y "En busca del dragón dorado").
Sin embargo, pasadas varias décadas de aquel primer intento, era momento de darle una nueva oportunidad a "Al filo de la venganza". Así que me la agencié y... aquí tienen el respectivo rollete.
Cuenta la historia de dos chavalas taradas, ambas hijas de mafiosos, que salen del manicomio y, para celebrarlo, montan una party repleta de machos. No pasará mucho tiempo hasta que aparezca una figura (cuya identidad se supone un misterio pero, vamos, canta desde buen principio) dispuesta a aniquilarlos a todos... a los invitados que poseen rabo, digo. Y eso es todo. Efectivamente, estamos ante un slasher tardío (1989) y un poco rarito, así que olvídense de la directa alusión a "Arma Letal" que hacen el título original -"Murder Weapon"- y, sobre todo, el póster. Nada, todo mentiras para atraer a incautos.
Que el ínclito y legendario exploiter David DeCoteau -produciendo desde su flamante pero fugaz "Cinema Home Video"- firmara la película resultante con el seudónimo de Ellen Cabot (según leí, el nombre de una compañera del colegio a la que detestaba) demuestra claramente que era consciente de la roña que estaba facturando.
Porque sí, my friends, vista hoy "Al filo de la venganza" sigue siendo increíblemente costrosa. Horripilante. Mala como el demonio... pero, claro, sabiéndolo de antemano, y con la pátina del transcurrir del tiempo en su favor, pasamos de odiarla a considerar su condición basuresca entrañable y graciosa. Tiene toda la pinta de ser una de esas típicas operaciones que se hacían dentro de los parámetros del zetismo Californiano, a base de sacar provecho a la disponibilidad del equipo sobrante de un film previo. Es decir, tienes la cámara, el casoplón y sendos actores o técnicos para cinco días más... pues venga, hagamos otra peli. Da igual lo qué, pero hagámoslo. Por eso me cuesta un huevo no pensar que durante el rodaje hubo un buen chorro de improvisación. Es el único modo de explicar esos diálogos increíblemente idiotas, sin sentido, banales e innecesarios -listos para rellenar la mayor cantidad de metraje posible- y muchas de las situaciones ridículas.
Sí, hay momentos para el descojone ¿involuntario?. Mi favorito es cuando el asesino, luciendo chupa y con el rostro cubierto con un saco, se planta de sopetón, cuchillo en alto, a una distancia considerable de dos machos armados con pistolas cargadas de balas. ¿Y cómo reaccionan al verle? ¡gritan asustados y corren a esconderse, agachados, en un rincón de la estancia! Cualquiera diría que DeCoteau lo hiciera así aposta, en plan chiste, pero la duda contribuye a nuestro alucine y posterior risotada.
Tampoco es moco de pavo el arranque del film (rodado seis meses antes que el resto). Una auténtica locura casi surrealista (se supone es un sueño), con la churri que no para de untarse el cuerpo a base de aceite o crema solar, una y otra vez, incluso cuando daba la sensación de que ya había terminado. Casi parece parida por el Jesús Franco de los ochenta... lo que no es tan raro porque David DeCoteau se ha declarado fan de aquel en alguna que otra ocasión.
En general los efectos de maquillaje y tal son un poco chuscos (destacando ese cuchillo capaz de degollar con el filo puesto de lado) pero, por contra, contiene un crimen brutal putamadremente facturado: la cabeza hecha trizas mediante mazo. Según los créditos, J.R.Bookwalter (director de "The dead next door", "Ozone" + "Robot Ninja") y parte de su equipo andan metidos en la tarea.
En el reparto destacan nombres -y ubres- muy características del gremio en aquel momento. Tenemos a la pizpireta (y bastante negada) Linnea Quigley, cuyos supuestos encantos se ven ensombrecidos por los de su compañera de reparto, la tremenda Kate Russell y esas hermosamente feas/enormes tetas naturales que piden ser mordidas y lamidas. Entre los machos brilla con luz propia, inevitablemente, Eric Freeman (oculto tras el alias de Damon Charles), quien previamente nos había dejado a todos ojipláticos sobreactuando que daba gusto en "Noche de paz, noche de muerte parte 2". Sin embargo, ninguno de los mentados figura como protagonista, esa tarea recae en manos de Lyle Waggoner, a pesar de que el suyo sea un rol extremadamente secundario. ¿Por qué ello? Simplemente porque disponía de una carrera extensa en el mundo de la caja tonta y, por lo visto, en su época alcanzó cierta popularidad, así que por categoría -en una peli y un equipo donde escaseaba- le tocaba ser la estrella principal... aunque, supongo, al veterano actor tampoco le haría mucha gracia dadas las circunstancias.
Citar la presencia, televisión mediante, de Michelle Bauer y Brinke Stevens (que fea se nos está volviendo con la edad!) en "Nightmare Sisters" del propio DeCoteau. Resulta jocoso que uno de los personajes que la está viendo exclame: "¿Pero quién escribe esta mierda?". La refrescante tendencia de los cineastas zetosos de aquella época a no tomarse en serio, ni a sí mismos ni sus trabajos -también presente en San Fred Olen Ray-, contribuía a que me cayeran tan bien y me inspiraran tanto, a pesar de su incuestionable nulidad.
Bien mirado, "Al filo de la venganza" (que podría retitularse, visto lo visto, "Al filo de la vergüenza (ajena)") no es otra cosa que un remake del primer largo -no porno- de su director, "Dreamaniac": una fiesta anodina repleta de material desechable y diálogos tontos, puntualmente interrumpidos por sendos crímenes. Un coñazo. Pero, al menos, en este caso uno puede divertirse a su costa, cosa que no ocurría con la otra. Mira, ¡algo aprendió David DeCoteau en el intervalo!.

Como colofón, dejen que suelte aquí una captura muy graciosa en la que, gracias al cambio de formato, vemos a un lado de la imagen asomar un foco y a un técnico del rodaje, birra en mano. Este último dato podría aclarar un poco el desmadre general. No sé, igual estaban todos borrachos cuando hicieron "Al filo de la venganza". Y también sirve para que nos sorprenda descubrir que, tras una peli tan rastrera, con pinta de haber sido improvisada por cuatro colegas un finde, había un verdadero equipo de profesionales. Considerando esto -la existencia de peña currando para lograr algo digno y potable- se incrementa la sensación de que el talento escaseaba en el ADN de su director.

sábado, 9 de julio de 2022

ZOMBIE COP

El cop titular se enfrenta cara a cara con un temible traficante de día, brujo vudú de noche. Durante la trifulca "mueren" los dos... no antes de que el brujo lance una maldición al otro. Pasadas unas horas, revivirán y, básicamente, seguirán donde lo dejaron.
La primera vez que tuve noticia de esta... cosa, fue en las páginas de mi querida "Mad Movies". Salía publicado una especie de pre-cartel -el que aquí les dejo- cuyos elementos nada tendrían que ver con el producto acabado. Ni en la tipografía del título, ni el look del policía muerto viviente, ni siquiera esa ambientación "noir" con fulana buenorra, hotel sórdido y tal. Me fascinó y no tardó nada en formar parte de mis obsesiones. Poco sabía entonces que aquello era una idea del temible David DeCoteau siguiendo la ya clásica estrategia de "cúrrate un título chulo, con su póster no menos chulo, lánzalo y a ver qué pasa. Si lo merece, ya me buscaré la vida para hacer la película, invirtiendo el menor capital -y talento- posible/s" Pal caso el encargo recayó nada menos que en J.R.Bookwalter, por entonces asociado con el director de "Dreamaniac" (lo que dio pie a su primer atentando compartido, "Robot Ninja"). DeCoteau le cedió 5.000 dólares para la gestación de dos películas, "Kingdom of the vampire" y "Zombie Cop". Ambas se iban a parir en escasos días y, por supuesto, formato vídeo. Pero del de 1991. Así las cosas, Bookwalter pilló su equipo de Super-VHS, su Commodore Amiga 2000 (con el que solía currarse todos los feos gráficos de sus trabajos) y parte de la peña que le ayudó en la peli del ninja robótico. Grabaron en el propio apartamento del director (de ahí que aparezcan tantísimos pósters de producciones DeCoteau/Bookwlater, así como otras de Charles Band y colegas), el colmado familiar (cosa delatadísima nada más ver la marquesina) y allá donde les dejaran. Una vez terminada, se lanzó al mercado del vídeo junto a la mentada "Kingdom of the vampire" y pasó... pues lo que tenía que pasar.
Antes de seguir, es importante aclarar que el propio J.R. firma el desastre con el seudónimo de Lance Randas (aunque podría haberlo hecho en una segunda edición remasterizada, no la original) y que soltó declaraciones como estas: "Es un mal vídeo casero que nunca tendría que haber visto la luz". Más claro, el agua. Le doy toda la razón. "Zombie Cop" es un mojón de mucho cuidado... aunque, honestamente, no esperaba otra cosa. J.R.Bookwalter me cae bien. Respeto bastante lo que ha hecho a lo largo de su carrera. En cierto modo puede incluso despertar nuestra admiración. Pero también es verdad que el tipo no tiene lo que se dice mucho talento. Jamás ha facturado nada ni medianamente digno. Si encima nos enteramos que, durante la gestación de ambos largometrajes, fue "Kingdom of the vampire" el que se llevó más atenciones y mayores esfuerzos, pues entonces quedan perfectamente justificadas todas las carencias de "Zombie Cop", que van desde actores absolutamente negados, terribles, al más mínimo sentido de nada... sea ritmo, sea comedia voluntaria (atención al tipo que da vida a un árabe con una enorme toalla de baño mal puesta sobre la cabeza), sea suspense, sea acción, sea violencia, sea truculencia. Todo esto destaca especialmente en el tramo final, el -por llamarlo de alguna manera- clímax. Imaginen como será que, aún tratándose de una larga persecución, primero a pata (es absolutamente descojonable ver al poli zombie y al del vudú recorrer un parque infantil y cruzar entre los columpios y toboganes como si fuesen obstáculos difícilmente superables) y luego en coche, el resultado carece de la nimia emoción y, básicamente, aburre hasta las cabras. No ayudan nada esos puñetazos incapaces de impactar donde deben, el patosismo general en las "escenas de riesgo" y la música de teclado "Casio" repetitiva y rayante.
Un auténtico desastre, en mayúsculas, que aunque no salvaría ni el mismísimo Jesuscristo con un improbable milagro, sí reserva pequeñas curiosidades. Tenemos sendos cameos (el propio Bookwalter viendo y disfrutando de "Robot Ninja" en una tele -¡ah, era él!- y David DeCoteau como conductor pillado en medio de la "persecución"), muchos rostros reincidentes (los dos delincuentes que intentan atracar el colmado son los mismos pandilleros que salían en "Robot Ninja", hasta el extremo de vestir exactamente igual) y las inevitables citas/robos a "Robocop", "Terminator", "Phantasma" (Una de las favoritas de Bookwalter. El cementerio donde revive el prota se llama igual que en la peli de Coscarelli) y "Maniac Cop" (el look de "Zombie Cop" es extremadamente deudor de este) Detalle especialmente gracioso si tenemos en cuenta que aquellos "hipsters" y "esnobs" capaces de defender productos indefendibles como "Zombie Cop" -¡que los hay! especialmente en estos tiempos de tanta pose y tanta estupidez- tiran del discurso anti-Hollywood para reivindicar su condición "independiente y facturada con amor" (sí, ¡¡muchísimo!!), cuando justamente es de la meca del cine de donde se fusilan la mayoría de sus "ideas".
En los créditos finales lanzan una puyaza a Dr.Cyclops, el célebre reseñador de novedades videográficas de la revista "Fangoria" al que se la tenían jurada todos estos pelacañas porque solía soltar dolorosas verdades como puños sobre sus infrapelículas. Verdades como que "Zombie Cop" es una pedazo de ñorda inmisericorde... pero sabía que escribir sobre ella iba a ser la mar de divertido.

sábado, 2 de julio de 2022

SHOCK CINEMA

Hacía ya la hostia de tiempo que conocía este documental apadrinado y producido por David DeCoteau desde su flamante "Cinema Home Video" (y presentado por la "scream queen" Brinke Stevens). Recuerdo verlo anunciado en cierta prensa alternativa yanki (a base de pequeños recuadros en blanco y negro) y me moría de ganas de consumirlo por quienes andaban implicados. Algunos, auténticos héroes del que suscribe. Es decir, en esa época. Gente como Fred Olen Ray o DeCoteau himself (jóvenes y dedicados en cuerpo + alma a su mejor época) Leído así no suena especial. Pero tengan en cuenta la fecha de creación del documento: 1991. Todavía no se había producido la explosión "geek" en el mundo. El cine de serie Z o de culto seguía siendo algo oscuro y minoritario. Y, más importante aún, la nostalgia y autoconsciencia respecto a la naturaleza "trash" de estas obras quedaba lejos. Así que imaginen el gustazo que da ver a los mentados, a Charles Band (con la "Full Moon" a todo trapo), un Jeff Burr caliente de su paso por "Leatherface: La matanza de Texas 3", al bueno de Scott "Intruso en la noche" Spiegel luciendo una impresionante mullet o al SOVista J.R.Bookwalter (seguidos por, entre otros, Ernest Farino y C. Courtney Joyner) hablando, todos y cada uno de ellos, de sus inicios en la industria, sus experiencias buenas y malas, aconsejando, rajando y chorreando frustración a espuertas. Especialmente el amigo Ray, que estaba hasta los cojones de lo mal que se le trataba y no para de justificarse cual llorica desesperado. O Bookwalter, narrando por enésima vez sus trifulcas con Sam Raimi.
Aunque hay un tema recurrente en todos los casos: la guita. Es evidente que estos señores se metieron en el cine de explotación teniendo muy claro cual era la meta, sacar cuartos de donde fuese, y eso es lo que más les preocupa por encima de todo (especialmente, e inevitablemente, a Ray y DeCoteau). No me encanta, yo soy más de amor al arte y esas pérdidas de tiempo, pero lo comprendo y acepto.
En cualquier caso, hablamos de 60 minutos de puras cabezas parlantes. Nada más. Escasean muy mucho las
 imágenes de archivo y/o carteles (es de suponer que el presupuesto era tan escaso que resultaba imposible pagar los derechos de todo eso) y, por suerte, el director (Robert Hayes) no aparece en ningún plano ni aporta nada suyo. Solo deja hablar.
Muy interesante, muy ameno y muy recomendable.
Su éxito generó unas cuantas entregas, que también he tenido "el placer" de visionar. La segunda mantiene lo de los cabolos dándole a la sin hueso sobre sus experiencias en el cine de explotación, siendo buena parte de estos supervivientes de lo acontecido en los setenta (o antes), de ahí que abunde mucho discurso contra el "moderno de cine de horror" y sus excesos truculentos. Inevitable. Los interfectos más notorios son Forrest J. Ackerman, Gary Graver, Melissa Moore, Ted Newsom y Robert Quarry. No es tan disfrutable como el anterior, pero se deja ver agradablemente.
A partir de aquí, "Shock Cinema" abandona las entrevistas para centrarse en explotar el material de archivo de "Cinema Home Video". En el volumen tres nos comemos un porrón de tomas falsas de "Nightmare Sisters" y "Dr.Alien" (ambos, films de DeCoteau), además de algunos trailers. Muy muy aburrido todo. Completamente ignorable.
La cuarta y última entrega está un pelín mejor, pues se centra en el making of -y, muy especialmente, la confección de efectos especiales- de productos como "Al filo de la venganza", "Robot Ninja", "Skinned Alive" o "Ghoul School". En ese sentido, destaca que muestren cómo se facturó el impresionante aplastamiento craneal en "Al filo...", pero también la patética degollación con la hoja del cuchillo puesta de canto. O el caso de "Ghoul School" que, en cada una de sus muchas mutilaciones, los recurrentes condones rellenos de sangre falsa no se rompen cuando deben. Así, cada vez que desgarran carne, los vemos estirarse cual chicle descaradamente hasta ceder. El (d)efecto es raro, porque da cierta grima, parecen tendones o algo así. Desde luego, como película de terror no se yo... pero como anuncio de gomas efectivas para evitar embarazos indeseados, "Ghoul School" es la bomba.
Superadas las cuatro entregas de "Shock Cinema", me vi otros tantos documentales dispuestos en la misma plataforma. Al ser materia actual, pecaban ya del abuso de "geek"-ismo + "nerd"-ismo, con un montón de supuestos expertos (blogeros, algún organizador de Cons...) y/o filmmakers de la era digital dando su opinión sobre títulos clásicos. Sin embargo, no todos resultaron desdeñables, siendo "Survival of the Film Freaks" el que mejor me entró, a pesar de (o a causa de) que le di al "play" cargado de pesimismo.

sábado, 17 de junio de 2023

ROBOT NINJA

Si levantas la vista en plena noche y miras al cielo, verás estrellas. Siempre me fascinó saber que las que NO parpadean, son en realidad planetas de nuestro sistema solar. Pero la mayoría sí parpadean. Y cuando digo mayoría, me refiero a miles en el firmamento. Casi tantas como decepciones en este blog. He usado esa palabra infinidad de veces. Si la buscas en el diccionario de la Real Academia, sale mi jeto justo al lado de su definición. Son incontables las películas que he abordado con ilusión y me han dejado hecho trizas porque no eran lo que esperaba. Especialmente siendo jovencito, en plena efervescencia de mi curiosidad y aprendizaje. Pero puede que el podio lo encabece una sola, "Robot Ninja". ¿Por qué esta en particular? porque además de las obvias expectativas propias del inocente consumidor de cine que era cuando alquilé la edición patria cortesía de "Lauren Home Video", estaba el hecho de que conocía su existir, gracias a la prensa especializada franchute, y a parte del personal implicado, admiraba a su máximo responsable, J.R.Bookwalter... antes de ver nada genuinamente suyo, aunque dispusiera de una copia totalmente auto editada de su book(walter) "Attack of the B-Movie Makers". Al productor, David DeCoteau, sí lo tenía perfectamente ubicado, y ya me había dado unas cuantas sonoras castañas consumiendo sus ñordas, pero entonces aún sentía afecto por él. Llámenlo síndrome de Estocolmo. Resulta que en pleno apogeo de sus años encabezando el "top ten" de los exploiters modernos, a DeCoteau se le ocurre crear un sello dedicado a producir y distribuir basurilla directa a los estantes de los video-clubs, "Cinema Home Video". Y para rellenar las arcas, busca material a un nivel inferior del que él mismo transita. ¿Da miedo, eh? Claro, así, lo que se agencia son cosas prácticamente amateurs, muy muy zopencas. De entre el mogollón destaca su asociación con ¿el rey de todo ello? J.R.Bookwalter, que por entonces lo había "petado" con su largometraje de muertos vivientes en súper 8 "The dead next door" (me niego a mentar el título español) DeCoteau ficha al ilusionado aspirante y le encarga que de vida a una idea, un título y un póster super-chanante que tiene ahí, entre sus papeles, "Robot Ninja". Por supuesto, a cambio de cuatro reales, lo que le obligará a currar con una cámara de 16 mm y los colegas (muchos de los cuales, o casi todos, estaban en los créditos de la epopeya zombie superochera) A Bookwalter no le mola nada el título, le parece ridículo, pero acepta el encargo y, muy influenciado por "Robocop" -según él mismo ha declarado-, le da la vuelta a la idea, contando la historia de Leonard Miller, un dibujante de comics con mucho éxito, creador del mentado robot, que presencia el cruento asesinato de una inocente parejita en manos de una panda de delincuentes realmente malvados (con una latina por jefa, y a los que se tilda de "punks" en más de una ocasión) Ello motivará que Leonard decida convertirse en "Robot Ninja" para acabar con los villanos. Pero claro, la vida real no es como los comics, y correrá la sangre a borbotones.
Retomando el tema de las decepciones, les aseguro que la resultante de ver "Robot Ninja" en su día fue de órdago. La encontré tan cutre, oscura, tosca, chabacana, aburrida e incluso desagradable en su forma de abordar la violencia (el modo sádico y despiadado en el que los malos ejecutan a sus víctimas y como la cámara se recrea gustosamente en ello) A partir de ahí, no quise saber más de J.R.Bookwalter. De haber tenido un póster de su peli previa en mis paredes, lo habría arrancado con ira (en todo caso, lo que hice fue venderme su libro) Los años pasaron, pero mi opinión sobre "Robot Ninja" no cambió un ápice. Hasta que hace poco, y empujado por la siempre peligrosa nostalgia, Bookwalter, entonces "retirado" del "cine", la relanzó en Blu-Ray con un notable lavado de cara digital y sendas mejoras. Apelando no a la nostalgia sino a la más enfermiza curiosidad, decidí volver a consumirla.
Es cierto que, uno, sabiendo a lo que me exponía, no habría decepción. Dos, la mejora estético formal del film, ayuda. La imagen es mucho menos oscura, los colores brillan más, y los 16 mm cantan hermosamente. Consciente Bookwalter de que los títulos de crédito de la época eran especialmente horribles (los parió él mismo con ayuda de su Commodore Amiga 2000, convencido de que era lo más de lo más), estos han sido actualizados y ahora son "demasiado cool" para el tipo de película que parapetan. Aunque sigan contando con, probablemente, una de las mayores flaquezas del film, las viñetas del supuesto tebeo de "Robot Ninja", by la torpe mano de David Lange. Eran espantosos entonces, y lo siguen siendo hoy día, por mucha mariconada computeril que los acompañe. En cuanto al resto... pues bueno, siendo compasivos, y teniendo en cuenta todo lo que hay que tener en cuenta, la peli se erige como una cosilla simpática, maja, chapucera pero de buen corazón. Ves que había ilusión tras ella, y eso compensa. No mata de aburrimiento, no más que muchas otras de su misma catadura. Y, sobre todo, la historia que narra tiene un plus. He hablado mucho de cagadas en esta reseña, pero toca hacerlo de aciertos. El mayor de "Robot Ninja" es que se adelantó por completo a conceptos como los de "Kick-Ass" y "Super", es decir, el tipo normal que decide convertirse en superhéroe y descubre, a través del dolor y mucha sangre, que la realidad queda lejos de parecerse a los tebeos. Así que, un gallifante para J.R. por ser pionero en ese sentido y reconocerle también que, sí, entre interpretaciones malas, chorros de inverosimilitud, fallos de raccord e incongruencias narrativas, consigue que su pequeña película transmita algo de sordidez, de mal estar, logre desmitificar al superhéroe de tebeo y, oiga, eso tiene su mérito.
Podría doblar la longitud de la reseña llenándola de datos, fricadas y demás material pajero. Es algo que me gusta, y suelo hacer. Pero pal caso he decidido contenerme. La cantidad de guiños (chorromil posters de películas de género bien conocidas y -algunas- adoradas), homenajitos (todos los personajes llevan apellidos muy sonoros y reconocibles), citas y demás mandanga fan-osa (de fan, como una escena desarrollada en un video-club) son incontables. Interminables. Si les apetece, vean el film y jueguen al juego.
Entre los amigos de Bookwalter y demás peña, destacan unos pocos nombres. Papelitos para el "Robin" de la serie de los sesenta, Burt Ward, haciendo guasa de su propio legado. Linnea Quigley como rubia tonta. Scott Spiegel desplegando su vena más payasa. Y David DeCoteau + Kenneth J. Hall en una pantalla de televisión.
Déjenme rubricar la reseña anunciando que, tras años de parón, J.R.Bookwalter ha vuelto a la dirección con una cosa de estupenda + espantosa pinta titulada "Side Effects May Vary". La veré, por supuesto, porque, esperando nada de nada, se que esta vez no habrá decepción. Ventajas de la vejez.

jueves, 9 de octubre de 2008

LA PRISIÓN DE LOS MUERTOS

Uno de los últimos productos de Charles Band y su "Full Moon" que dirige un David DeCoteau en baja forman (¡¿más?!).
Unos chavales van al funeral de un amigo a tomar por culo de sus respectivas ciudades. Cuando llegan, resulta que todo había sido una broma y el susodicho amigo no estaba muerto, tan solo quería tenerlos allí para mostrarles una especie de castillo del medioevo que acababa de heredar. En estas que hacen una ouija y despiertan a los antiguos muertos del lugar.
Menudo despropósito. Esto es aburridísimo, una película en la que los horribles actores se dedican a paliquear todo el puto metraje sin sacar nada en claro. Sin una gota de sangre, con unos zombies que da penita verlos, y dirigida con la desgana por montera. Un producto que no entiendo por que existe, no vale ni para los fans de DeCoteau, pues por no haber ni hay tetillas, ni fornidos chavalotes mostrando torso y marcando paquete.
Un esfuerzo sobrehumano tuve que hacer para llegar al final, un final que, por otro lado, no tiene sentido alguno. Nada, como ver la carta de ajuste.

miércoles, 20 de octubre de 2021

GALERÍA DE ESCANEOS BONITOS 1 (PROYECTOS ABORTADOS)

Imágenes extraídas de las fermosas páginas de "Mad Movies", "L´Ecran Fantastique" y otras revistas franchutes que me alegraron la adolescencia por ahí los años 80/90....


Antes de convertirse en el truño de Brian Yuzna que todos
hemos sufrido, la adaptación del sexy y sangriento cómic
"Faust" iba a llevar el sello de Stuart Gordon en la dirección
y el de la scream queen Brinke Stevens en el apartado tetil.
Este es el fabuloso pre-cartel. El personaje titular lucía aquí
bastante mejor que lo que finalmente fue. A veces no hace falta
tanto látex y tanta mandanga para conseguir algo digno.



En 1967 el legendario maquillador Dick Smith tenía un sueño,
crear una momia de look moderno -para la época- y genuinamente
aterrador. La excusa era adaptar la novela "Lot 249" de Sir Arthur
Conan Doyle, pero no logró convencer a ningún productor.
Tuvieron que pasar un porrón de años para que esta entrara a formar
parte de la antología "El gato infernal" (o "Tales from the darkside,
the movie"), aunque sin ninguna vinculación con el Sr.Smith.
Lo de arriba es la imagen de ese fracasado intento.



Aunque comparten título, este "Storm Warning" nada tiene que ver con
la película de Jamie Blanks. Por lo que vemos, aquí la cosa iba de nazis
mutados en zombies atacando chicas despelotadas. Pura serie Z con pinta altamente
sabrosona. Pero, al parecer, el film nunca llegó a buen puerto. ¿Nos lamentamos?.
Según los datos disponibles, el director se llamaba Bill Dever y en el reparto
figuraba una scream queen por entonces -1992- algo verde aún, Debbie Rochon.


"The Dirty Filthy Slime" contaba con dirección de David DeCoteau
y guion de Kenneth J. Hall. Seguramente habría terminado formando 
parte de las arcas de "Beyond Infinity Films". Pero nunca se rodó. Tampoco creo
que haya que lamentarse, probablemente hubiese sido un truño gordo...
sin embargo, para la posteridad queda ese título maravilloso que,
traducido, sería algo como "La sucia y asquerosa masa" o
"La sucia y asquerosa baba"... por ahí irían los tiros.
Sensacional.



Y cerramos la paradita con otra del ínclito DeCoteau.
Otra que nunca se hizo... la segunda parte de su
famosa y costrosa "Creepozoides". Como ven, volvía
el niño mutante, volvía Linnea Quigley y... en fin...
¿¿qué más dará a estas alturas??.

sábado, 26 de septiembre de 2020

IT CAME FROM THE 80s!

En "It came from the 80s!" Francesco Borseti entrevista nada menos que a 124 individuos relacionados con el lado más oscuro del cine que se produjo en Hollywood a lo largo de los años ochenta. Llámenlas películas de bajo presupuesto, exploitation o serie B. Da igual. Como era de esperar, abunda el terror y derivados, pero también encontramos comedias como "Cavegirl", "Hunk" o "The Pink Chiquitas". Y los entrevistados no siempre son el director, el guionista, el técnico de efectos especiales o los actores. A veces se da voz a los personajes menos visibles de un rodaje.
Gracias a la distancia que otorga el paso de los años, nos enteramos de muchas marujadas. Por ejemplo, que durante el parimiento de "Creepozoides", David DeCoteau le preguntó a uno de sus actores si se hacía pajas pensando en Linnea Quigley. Descubrimos que Fred Olen Ray cometió un error garrafal mientras filmaba "Del espacio profundo", destruyendo la cabeza del monstruo antes de rodar los primeros planos. Que a Ken Dixon le encantaba ajustar los bikinis de las chicas protagonistas de "Esclavas del espacio", película que fue incapaz de terminar a tiempo, por lo que tuvo que hacerlo otro individuo. Y que en el rodaje de una escena de sexo para "Terror Night / Bloody Movie", la "scream queen" Michelle Bauer dejó un reguero de flujo vaginal al cabalgar el pecho de su partenaire. DeCoteau, Ray, Dixon, la Bauer o nombres como Mark Shostrom, Roger Corman y Charles Band son los más conocidos que localizarán a lo largo de este libro. Y ahí está gran parte de su encanto, que el autor no se contenta con estos, gusta también de centrar su atención en los que no lograron destacar ni siquiera a un nivel puramente zetoso. Muchos solo hicieron una película para luego desaparecer. Y te encuentras con historias tan tristes como la de John McCauley, director de "Deadly Intruder", que pasó del porno al exploitation y de ahí a limpiar ventanas, movida esta que el hombre explica con mucha honestidad y sentido del humor. También descubres a auténticos supervivientes, mercenarios del cine que desempeñaban todo aquello que tocara si lo que querían era seguir currando en el "show business", peña que no tenía manías en escribir guiones de terror, montar películas porno o actuar en dramas televisivos. Fascinante. Aunque mi anécdota favorita es una relacionada con el infra-film "Alien Transformator", historia de un astronauta poseído que va mutando en monstruo. A este le daba vida Rex Smith, famoso por encarnar al "Halcón Callejero". Para mayor desesperación del director, el actor no terminaba de ser puntual cuando tocaba rodar. Corría el rumor de que andaba follándose a una de las actrices / modelos, así que el dire mandó a un asistente para que siguiera a Smith por la noche y sacara fotos de lo que viera. Al día siguiente, le mostró el material revelado al actor y le amenazó que si no cumplía se lo mandaría a su preñada esposa. No hace falta decir que, a partir de ese momento, el amigo Rex se portó como todo un profesional.
Entre los varios títulos desglosados en el libro, localizamos algunos que han pasado por este blog, como "The Chilling", "The Lamp", "The Oracle", "The Rejuvenator" o "Time Walker" (ni idea que Jason "Flesh Gordon" Williams se había reconvertido al cristianismo!).
La verdad es que he tardado bastante tiempo en terminar de leer "It came from the 80s!", en parte porque está escrito en inglés, claro, en parte para prolongar el placer/la curiosidad, pero también porque, según la película tratada y/o los implicados, el interés descendía levemente. Aún así, hay muchas partes tan fascinantes como divertidas y, después de todo, no existe nada mejor que internarse en las entrañas de infraproductos y descubrir sus secretos, primeramente porque suelen ser más gozosos que las propias películas y, segundamente, porque al menos los entrevistados no se pasan el rato comiéndose el culo unos a otros... y ¿a quién no le mola una buena dosis de chismorreos mal intencionados?.
Recomendable.

sábado, 18 de noviembre de 2023

TERMINAL FORCE

Nick Tyree es un policía alcohólico de gatillo fácil. Y no un gatillo cualquiera, hablamos de toda una magnum 44, nada menos, el revólver más potente del mundo, capaz de vo.... bueno, ya se saben el resto. En cualquier caso, el hombre es suspendido por cargarse a un maleante que quería atracar una licorería. Justo entonces, un mafioso de lo más temible, Johnny Ventura, secuestra a la hija de un camionero dispuesto a testificar en su contra. Así las cosas, deciden devolverle la placa a Nick para que vaya al rescate. Él, muy a regañadientes, acepta.
"Terminal Force" vendría a ser uno de los títulos menores, y más prescindibles, en la "etapa dorada" (o la menos marrón) de la carrera de Fred Olen Ray. Ya, ya, suena a chiste usar las palabras "menores" y "prescindibles" en este contexto, pero sí, tiene sentido. Fue todo un precedente de aquello en lo que, superados los 90, devendría la filmografía completa de su director, productos sosos, aburridos, desalmados y sin chispa de vida, ni ninguna otra clase. No obstante, incluso así, "Terminal Force" es... mmmmh, usar la palabra "mejor" sería excesivo, lo dejaremos en más entrañable que todos aquellos. No por la sobadísima trama. Ni por la habitual ejecución directiva de Ray, tan inimaginativa y perezosa, a base de planos fijos de gente hablando y hablando sin parar. Es una cosa bárbara, en serio. Creo que en toda la película hay un 15% de acción. 20 si me apuran. Y el resto es verborrea desatada, incluso para contar las mayores chuminadas. U otras tan evidentes que no lo necesitaban. Pero son esos 35 milímetros maravillosos con los que fue rodada (en cinco días), esos actores -sobre todo secundarios- más acartonados que un pack de tetrabriks y, sobre todo, la interminable ristra de rostros simpáticos, mucho habitual del subproducto e, inevitable, un montonaco de los integrantes de la secta Olen Ray, lo que "salvan" la papeleta. Bueno, y sus escasos 83 minutos de duración, por supuesto.
Richard Harrison no necesita presentación en este blog pero, vamos, el papel le va que ni pintado. Troy Donahue aparece como segundo de cartel (de hecho, su rostro se come más de la mitad de la caratula del VHS patrio), aunque lo cierto es que su papel es tan insignificante como irrelevante. Siendo un jovenzuelo de lo más guapete tuvo un arranque prometedor, asomando en "Invitación a la vida" de Douglas Sirk. Sin embargo, y conociendo a Olen Ray, sus gustos y manías, apuesto a que lo fichó únicamente porque en 1958 actuó en "Monster in the campus", considerada uno de los momentos menos inspirados de Jack Arnold. En cualquier caso, poco a poco la carrera del joven Donahue se fue desinflando, lo que, inevitablemente, le llevó al abuso de toda suerte de sustancias, especialmente bebercio (anda que... entre él y Harrison, menudo plantel). James R. Sweeney era ya todo un veterano del subproducto, había aparecido en la "sex comedy" "Esta chica es mía" y, seguidamente, prestó sus servicios para gentuza como David DeCoteau, Richard Gabai o Rick Sloane (quien, by the way, se encarga de diseñar los feos títulos de crédito de "Terminal Force"). No mucho después, Sweeney repitió con Olen Ray en "Bad Girls from Mars". Y hablando de girls, mencionar al bombón que interpreta a la secuestrada, Angela Porcell, una actriz que, seguramente, iba para "scream queen" pero se cansó de enseñar ese par de tremendos melonazos que gastaba, retirándose cuando apenas había sumado seis títulos en su filmografía. Claro que, menudos son. Localizamos otra vez a Rick Sloane con "Academia antivicio", "Deadly Reactor" del infamemente famoso David Heavener, "Chance" con el ínclito Joseph Merhi metido de por medio y la que todo lo empezó, "Glitch!", "sex comedy" firmada Nico Mastorakis. Impresionante. Tanto como las ubres de la muchacha, que en "Terminal Force" Olen Ray filma con gratuitosa delectación. Es que incluso le dedica primeros planos sin venir a cuento. Puro "exploitation" para ojos perversos como los míos y los suyos, por supuesto. De ahí que decidiera sacar este hermoso par -nunca mejor expresado- de instantáneas....


Otro que merece ser mencionado es Cleve Hall. De hecho, daría para un artículo entero. En "Terminal Force" interpreta a un asesino demente con pinta de rockero gótico -ya que pertenecía de forma genuina al gremio- y la cara de Pablo Carbonell. Es un actor pésimo, pero resulta muy gracioso. Se le puede ver en "El amo del calabozo", "La gran aventura de Pee-Wee", "Sueños Tortuosos", "Roller Blade Warriors: Taken by Force" de Donald G. Jackson, alguna de DeCoteau y otras tantas de Olen Ray. Aunque, realmente, lo suyo eran los efectos especiales, iniciándose nada menos que en "Pesadillas de una mente enferma" para, luego, pasar a currar con "Empire" en un montón de sus subclásicos (entiendo que asistiendo a John Carl Buechler) y clásicos. Una de sus últimas aportaciones fue fabricar al bicho protagonista de "El ataque del tiburón de dos cabezas", dirigida por Chris Ray, el hijo de Fred Olen Ray quien, ya puestos, tiene cameo en la misma "Terminal Force" como repartidor de periódicos. ¿No es encantador?. Al parecer, en 2012 Hall protagonizó un "reality" para "Syfy Channel" dedicado a su labor en el campo del látex titulado "Monster Man", lo que le otorgó cierta fama. Según la secretaria, colaboró en la confección del libro "It Came from the 80s!". Habría molado entrevistarle a fondo, pero por desgracia murió hace dos años. ¡Ah! olvidaba un último dato que aclara y contextualiza muchísimo de lo comentado hasta ahora, Cleve era hermano de Kenneth J. Hall.
Cerrando ya el apartado dedicado a los intérpretes "no Rayanos", queda Vincent Barbi, el típico superviviente de la era dorada del "exploitation" que Olen Ray fichaba por puro fanatismo. En sus años mozos, Barbi curró en el "The Blob / La masa devoradora" original de 1958. Luego, se prestó a salir en un puñado de los subproductos vomitados por Ted V. Mikels, en la serie y la película del "Batman" de Adam West, en la hoy reputada "Dolemite" y... a partir de aquí ya comienza a tantear terreno Rayano, coincidiendo con James R. Sweeney en "Capone", dirigida por el habitual colega/socio de Fred, Steve Carver (quien aparece en los agradecimientos de "Terminal Force") o haciendo de víctima en "El día después del juicio final" para entrar a formar parte de la mafia Olen Ray. Justo antes de palmar, Barbi tiene papelito en una cosa rarísima de naturaleza "indie" titulada "Suture". La vi en el Festival de Sitges, y se suponía el gran nuevo descubrimiento del palo, rollo "Reservoir Dogs", "El Mariachi" o "Clerks" (al fin y al cabo, estábamos en 1993), pero no coló. Incluía cierto elemento absurdo en su trama que provocó el rechazo de crítica y público.
Y, ahora sí, nos metemos de cabeza en el puro Fredolenrayismo... o esta reseña no terminará nunca. Los habituales que le acompañaban a todas partes durante los 80 y 90. Comenzando por su ex-mujer, Dawn Wildsmith, siguiendo con el gran gran Jay Richardson poniendo fondo y forma al mafioso jefe, un personaje detestable que el actor hace simpático. La inevitable Michelle Bauer, mostrando sus operadas ubres, claro. Ralph Lucas, que en "Beverly Hills Vamp" hacía del criado de las vampiras, esas que se papeaban a los amigos "nerds" del protagonista, uno de los cuales, Tom Shell, también asoma en "Terminal Force", solo que cambiando totalmente de registro. Aquí es el baranda que casi -casi- se tira al personaje de Angela Porcell. Hoy día, Shell se ha reciclado a director de productos desangelados, pero dispone de una filmografía como actor que es... verla para creerla. No pueden faltar tampoco el bueno de Joseph Pilato (acreditado Josef Piato) o el subdirector de subcine Dan Golden.
Pasemos directos a detrás de las cámaras. El fuerte de Ernest D. Farino han sido siempre los efectos especiales (y no solo de subproductos, también algunas películas de primer orden) pero, inquieto él (de joven editaba un fanzine dedicado íntegramente a Ray Harryhausen), en ocasiones lo ha intentado con la dirección y, como es el caso, la escritura de guion. Concretamente tres veces. Sorprende que de una mente tan imaginativa salga algo tan soso como lo reseñado, pero, en fin, ya se sabe. Sus otras dos aportaciones han sido igualmente para Fred Olen Ray, "Wizard of the demon sword" y la ya muy mencionada -y genuinamente divertida- "Beverly Hills Vamp".
Produce (entre otras cosas) Grant Austin Waldman, otro de los creyentes en la causa Ray. Pones la filmografía de uno al lado de la del otro, y casi van a la par. Waldman también lo ha intentado como director de sus propias cacotas, destacando entre las pocas "Teenage Exorcist".
A la hora de ilustrar esta interminable reseña, he echado mano de la sosa caratula del VHS español, básicamente porque así es como la alquilé en su día. Sin embargo, me ha sido imposible resistirme a sumarle la exageradísima y graciosa ilustración que corretea por ahí como cubierta de alguna edición extranjera. Más que nada porque es puro y duro "exploitation". Pilla los cuatro elementos atractivos, desmádralos, y añade alguna mentirijilla piadosa (ese Harrison hiper-musculado!!). Aaaaay (suspiro) los buenos viejos tiempos.

sábado, 25 de enero de 2025

QUINTA AVENIDA

Traduciendo literalmente uno de sus dos títulos originales, "Fifth Avenue" (el otro, mucho más adecuado y conocido, es "Bits & Pieces") "Quinta Avenida" parapeta un auténtico desvarío que, perfectamente, podría encajar en una lista de "malas pero divertidas". Además, fue parida el sagrado 1985... ¿se puede pedir más?
Arthur sufrió muchas vejaciones por parte de su madre cuando era chaval. Por ello, acabó matándola. Ya adulto, se ha convertido en un auténtico misógino que secuestra a mujeres golfas, las disfraza de su progenitora y descuartiza. Eso mismo le ha pasado a la amiga de la prota, quien se enamorará del policía que investiga el crimen y, juntos, terminarán enfrentados al temible psicópata.
Hacer un recuento de todas las anti-virtudes de "Quinta Avenida" supone un auténtico esfuerzo. Probablemente me deje algunas pero, oiga, mejor para ustedes. Más sorpresas.
De entrada, por el trauma con su madre y el hecho de que existe un maniquí disfrazado de esta con el que el asesino parlotea, la cosa recuerda mucho a "Maniac". Luego, que el tipo vista con una camisa blanca y su corbata (siempre susceptibles de recibir salpicaduras tras cometer un crimen, aunque al día siguiente luzcan como nuevas) y mutile a sus víctimas -todas "bimbos". A veces cuesta distinguirlas, e incluyo aquí a la protagonista- tumbándolas en una mesa de sacrificios, trae a la memoria los desmanes de "Fuad Ramses" en "Blood Feast", el clásico de Herschell Gordon Lewis. Cosa ampliada a la incapacidad de ambos intérpretes. Los dos "histrionan" que da gusto. Hasta la risa. Aunque, por desgracia, el gore de la reseñada es menos explícito. Mucho líquido rojo, pero casi siempre fuera de cámara.
¿He dicho risas? "Quinta Avenida" reserva unas cuantas de esas involuntarias, las que molan. Tal vez, lo mejor recaiga sobre la historia de amoríos entre la protagonista y el policía. Ella, como decía, rubia, guapa y joven. Él, un señor de mediana edad, medio calvo, con mostacho y no muy agraciado. Primero tienen un encuentro algo tenso en comisaría. Terminan haciendo las paces y él se compromete a llamarla en caso de que haya novedades. Al día siguiente cumple, aunque el motivo no es la investigación del crimen, sino para preguntarle si quiere acompañarle a la playa. Ella, a pesar del trauma de saber que su amiga ha sido descuartizada como quien dice ayer, accede encantada. Y van, y nos comemos una larga escena de ambos jugueteando en la arena, besándose y amándose a base de alegre tonadilla pop, imágenes que se intercalan con otras del asesino cazando y mutilando a otra de las amigas de la protagonista (una vez más, de look perturbadoramente parecido).
Pero no acaba aquí la cosa, seguidamente el poli y la rubia deciden pasar la noche en un jacuzzi, a base de más besos y carantoñas. Y luego, junto a la chimenea. Al menos aquí la chica siente algo de remordimientos... aunque le duran poco. Pero bueno ¿¿es que este poli no curra o qué?? ¿¿no debería estar investigando?? más le valdría, ya que, de mientras, el psycho-killer acude hasta casa de los padres de la protagonista y los asesina -menuda gafe-. Otro momento de órdago porque, primero, papá, al que le encanta situarse frente a su equipo estéreo e imitar las maneras de un director de orquesta, es un señor de unos cincuentaymuchos, gordo y barbudo. Mientras que mamá está un rato rica (tan rubia como -y casi igual de joven que- su hija) y nos regala un desnudo ultra-gratuito a base de teta siliconada.
En fin, ya ven un poco por donde van los tiros. Y hay más. Al parecer en 1985 estaban de moda los locales de strippers a los que acudían marujas para ver a tipos de aspecto afeminado contorsionarse en tanga, así la película los explota a conciencia, mostrando imágenes que parecen totalmente reales... y un par de veces. Es de semejante sucio antro de donde salen las "mujeres golfas" que el asesino captura, incluida la chica prota, aunque ella únicamente fue a tomar apuntes para una tesis doctoral, ¡aaaro! ya saben lo de la doble moral yanki, la heroína debe ser casta y pura.
Quizás lo más decente de "Quinta Avenida" sea el desenlace. Pero no diré más, que ya he largado demasiado.
El culpable de este cristo responde al nombre de Leland Thomas, quien dirigía por primera y última vez. Lo mismo que el co-guionista, Michael Koby... nada que ver con el Michael Coby de infausta memoria.
El reparto viene trufado por una serie de actorzuelos a los que les falta el talento (el que hace de poli es especialmente negado) o les sobra la capacidad de sobreactuar y efectuar escalofriantes cucamonas. Algunas de las víctimas del psycho-killer hicieron luego algo de carrera, casi siempre en función de extra y/o sin acreditar y, también casi siempre, tirando de sus encantos físicos. Destaco únicamente a Sandy Brooke, que venía de marcarse un rol para "Sledgehammer", el infame slasher grabado en vídeo por David A. Prior, y terminaría dándolo todo en subproductos de Fred Olen Ray y David DeCoteau. Vale, no es que sea algo de lo que presumir, pero al lado de Leland Thomas, los señores Prior, Ray y DeCoteau eran Coppola, Scorsese y Spielberg.
Ya no se hace mierda como esta. Lamentémonos al unísono.

miércoles, 30 de enero de 2013

PUPPET MASTER X: AXIS RISING

Nueva entrega de la saga “Pupper Master”, la undécima en número, y la décima de manera oficial (recordemos que “Puppet Master vs.Demonic toys” no forma parte del catálogo de “Full Moon”), tomando las riendas de la dirección para la ocasión, el indómito Charles Band. No encuentro una diferencia palpable entre su dirección y la de David DeCoteau que se encargaba de la saga desde hace ya tiempo.
Se ve que funcionan mejor cuando se traslada la acción en el pasado, continuando cronológicamente con “Puppet Master: Axis of evil” ambientándolo todo en plena segunda guerra mundial. La ambientación, como de costumbre en los últimos títulos, es de pena.
Resulta que el ejercito nazi tiene a un científico secuestrado para que idee una formula que haga resucitar a los muertos. Por una serie de circunstancias, una de las marionetas, Tunneler, cae en sus manos, y descubre que lo que hace que estas marionetas cobren vida, es un suero verde que tienen en su interior. El científico intenta sintetizar ese suero para que sirva para dar vida a las personas humanas, pero entre tanto, se entretiene dando vida a unas marionetas de su invención. Un inciso: Como los sueros verdes fosforito no tienen derechos de autor, el Señor Band, tiene la poca vergüenza de darnos a entender, que el origen del suero verde de “Re-Animator”, tiene su origen en “Puppet Master”, y no pocos son los planos en los que el científico blande su jeringa a lo Herbert West. Incluso en un momento de la banda sonora, suenan los primeros acordes de la banda sonora de “Re-Animator”, cuando aparece en escena una jeringa repleta de suero verde. Hay que tener mala idea.
Total, que las marionetas de siempre, que desde la sexta entrega son buenas, y que ahora están junto a un joven militar que las encontró en su casa, irán en busca de Tunneler y se las tendrán que ver con las nuevas marionetas malas, esta vez unas cuantas, y que serviran para que los fans puedan comprarse los muñequitos posteriormente.
Nada nuevo, lo de siempre, muy parecida a “Axis of Evil”, con mucho e interminable “Bla, bla, bla” de lo más intrascendente y aburrimiento extremo en cada uno de los fotogramas.
Ni siquiera la presencia de las nuevas marionetas (Una Ilsa nazi, un hombre lobo nazi, una especie de tanque con cabeza y aspecto de Darht Vader y un japonés Kamikaze que suelta frasecitas) ni los enfrentamientos entre marionetas buenas y marionetas malas, hacen de esta película algo fresco y merecedor de un visionado. A cada nuevo título, la saga va a peor, y eso que el listón ya estaba demasiado bajo.
Destacable únicamente por la coñita a “Re-animator”, ni tan siquiera somos testigos de asesinatos y sangre como antaño. La saga ha dejado de pertenecer al género de terror para pasar a convertirse en cine bélico y/o de aventuras, de cuarta categoría.
Aburridísima, espantosa, absurda, nada interesante. Y sin embargo, en los USA se siguen esperando sus entregas con expectación, su merchadising, y es la saga mimada de “Full Moon”, de hecho, las dos últimas películas de la serie han sido rodadas en 35 mm.  mientras que ellos llevan ya años trabajando en vídeo para el resto de sus producciones.Ver para creer.

lunes, 9 de agosto de 2010

PUPPET MASTER: AXIS OF EVIL

La décima entrega de esta ya longeva saga (iniciada en 1989) tiene tantos puntos a su favor, como los tiene en contra.
Es curioso. En pleno 2010, y en mi ingenuidad, pensaba que con este PUPPET MASTER: AXIS OF EVIL, me iba a encontrar una actualización de los personajes, quizás una nueva película un pelín más currada, un regalito actual para el nutrido grupo de fans… Pero no; el señor Band, no tiene ni el más mínimo respeto por sus personajes-insignia, aquí de lo que se trata es de sacar pasta, mucha y rápido, y sabiendo que los fans, como tales, comprarán el dvd sea como sea la película, ¿Para qué currárselo entonces? Así que contrato a Decoteau, que hace pelis como churros, y doy más de lo mismo, pero mucho peor. Eso si, en la página web de Full Moon, packs, cofres, ediciones especiales con camiseta y Trading cards, que no falten… todo un arsenal de mechadising, ¡para una película que es una puta mierda! Pero por otro lado, ¿Qué película de esta saga no es una mierda? Es más desde la sexta THE CURSE OF THE PUPPET MASTER (JUGUETES ASESINOS se título aquí) y con la excepción de PUPPET MASTER VS. DEMONIC TOYS, que se sale un poco de madre, por aquello del “Crossover”, todas llevan la misma línea que esta: Los muñecos son los buenos (que hasta la tercera eran los malos), el ritmo es lento y los asesinatos nada del otro mundo. Y ¿para qué hablar del Gore? Este es casi inexistente.
O sea (y esta es la parte buena) que se mantiene fiel a lo que es la saga, nada de florituras, las putas marionetas mal moviéndose por ahí, y listo ¿Para que más?, pero es que en esta en concreto, el espectador tiene que enfrentarse a una hora de insustancial “bla, bla, bla” y a diez minutos de marionetas, menos animadas que de costumbre. Así que sin despeinarme, digo que estamos ante la peor película de la saga. Y encima, tienen la poca vergüenza de taparnos la boca con la presentación de una nueva marioneta, como diciendo “Si, ya sabemos que esto es una mierda, pero mirad, ¡Os traemos una nueva marioneta, no os olvidéis de comprar la replica y completar vuestra colección!” El bichejo en cuestión es, encima, el menos atractivo de los Puppet Master, un Ninja, con la sangre del hermano del protagonista dentro, que lanza estrellas Ninja.
Y como en esta Saga, no hay un orden cronológico, se saltan a la torera las fechas, volvemos atrás en el tiempo, a los años treinta, la película empieza, justo en el flash-back de la primera película donde se suicida André Toulong, presentándonos a un joven amigo del titiritero que se hace cargo de las marionetas tras su muerte. En un inicio potente, que augura una película entretenida (no acaba siendo así), y en un alarde de frugalidad, resuelven los primeros diez minutos de película, reaprovechado material usado y (descartado también) de la primera película, mezclándolo con lo rodado hoy, quedando todo guay, para luego dar paso a los títulos de crédito, y ya la película se va a la mierda.
Este joven amigo de Toulong, planea matar a los asesinos de su amigo, aprovechando que estos, Nazis que se han aliado con unos Japoneses (¡) van a poner una bomba en un sitio y el sabe cual es. Como tiene las marionetas, estas le ayudarán. Esta es la estúpida premisa de esta décima película que, para terminar, según la vamos viendo, tenemos que hacer esfuerzos para recordar que están en los años treinta, de lo mal ambientada que está.
Y si en la primera película, el papel de André Toulóng lo interpreto William Hickey y en el resto Guy Rolfe, en esta, vuelve a ser William Hickey quien lo interpreta… ¡y eso que está muerto! ¡Menudos sinvergüenzas los Band y la Full Moon!