Mostrando las entradas para la consulta "Joel Coen" ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta "Joel Coen" ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas

martes, 26 de febrero de 2013

SANGRE FÁCIL

Como ocurre con casi todo lo que aparece por este blog (y lleva mi firma), en mis tiempos fui casi-fan de los señores Joel y Ethan Coen. En realidad los comencé a seguir con interés a partir de "Barton Fink" (curiosamente, "Muerte entre las flores" nunca me gustó. Tendré que revisarla, a ver cómo me sienta con los años y las canas), aunque la cosa no duraría mucho más. De hecho, la última de sus pelis que fui a ver "porque es de los Coen" resultó ser "Quemar después de leer". Hoy hace ya tiempo que los hermanos no me llaman más de lo que puede llamarme Woody Allen o Paul Thomas Anderson. Pero eso no impide que si "Cátedra" saca un libro dedicado a repasar su carrera de pe a pá, me lo pille en la biblioteca (lástima que su lectura está resultando algo dolorosa... detesto los libros sobre cine pretenciosos y absurdamente analíticos, aquellos en los que encuentran simbolismos a las cosas más chorras... y este es de esos, me temo).
Estoy pensando seriamente en dar un repaso a la primera etapa de la carrera de los Hermanos Coen, a base de biblioteca o mula si se da el caso. Y nada mejor que comenzar por el principio, es decir, "Sangre Fácil". Su lagometraje de debut. Por aquellos tiempos Joel Coen acababa de montar junto a Sam Raimi la imprescindible "Posesión Infernal" y al chaval se le ocurrió seguir el ejemplo de su colega a la hora de buscar financiación para hacer su primera peli: fabricar un pre-trailer destinado a impactar a los posibles inversores (y que, ojo al dato, contaba con Bruce Campbell de protagonista). Con la pasta obtenida, los brothers pudieron arrancar con "Blood Simple", parida desde la más rutilante independencia (de cuando el "cine indie" lo era de verdad, vamos) y que resultó todo un éxito -a sus niveles cultos, se comprende-, lo que permitió a la pareja dar el salto a la más estricta profesionalidad y de ahí al reconocimiento de los supuestos expertos, premios gordos, etc, etc.
Pero centrémonos en "Sangre Fácil". La historia que cuenta es tan sencilla como efectiva, y bebe muy descaradamente de los clásicos de la novela negra. La esposa del dueño de un bar de carretera decide ponerle los cuernos con uno de sus empleados. Naturalmente, el hombre se entera gracias a las labores de un sarnoso detective y le da una rabieta tan grande, que ataca a su mujer, llevándose de regalo una patada en la entrepierna que duele solo verla. Herido en su orgullo (y en más sitios), acude al mismo detective para que se cargue a la pareja. El problema es que este tiene menos palabra que una fémina y decide traicionarle, iniciando así un continuo y constante carrusel de equívocos, destinado a terminar del modo más trágico.
Consecuente con lo que por aquellos tiempos significaba el cine independiente yanki, "Sangre Fácil" es una peli que se toma su tiempo para todo. Es lenta, con sus silencios y sus personajes introspectivos, algo que, con 15 o 20 años te parecerá un coñazo, pero que, con la edad, le pillas el gusto, pues contribuye muy mucho a la creación de una atmósfera inquietante, tensa y malsana. De hecho, aún perteneciendo inevitablemente al thriller, tiene algunos momentos que la emparentan totalmente con el terror, como cuando el prota lleva un cadáver en la parte trasera de su coche, conduciendo de noche por la carretera y con un siniestro programa de radio de fondo que termina acojonándole. O la pesadilla que la mujer tiene hacia el final. Y ya puestos, también funciona en ese sentido el enfrentamiento de esta con el detective en plan homicida, dando pie a muchas de las secuencias de lucimiento para los Coen, aspecto que abunda generosamente a lo largo de la peli y que fue blanco de críticas en su época, acusándola de artificiosa. Hay muchos momentos destacados... como el de la cámara elevándose únicamente para esquivar en su camino a un borrachuzo adormilado, varios movimientos de los que Joel Coen seguramente tomó buena nota mientras montaba "Evil Dead" (con la cámara parapetándose tras las aspas del ventilador del techo, o el corto steadycam en la agresión del cornudo hacia su esposa) y detallitos de montaje y fotografía bien cucos y efectivos. Vamos, que a mi me molan... y en general me mola la puta peli entera, creo que funciona muy bien, logra interesar, inquietar e incluso fascinar.
A los hermanos cineastas/guionistas les acompañan en tareas de interpretación la luego más famosa, y esposa de Joel, Frances McDormand, el sosaina John Getz, el entrañable Dan Hedaya (el malo de "Commando") y el carismático M. Emmet Walsh. Barry Sonnenfeld, hoy día responsable de la saga "Men in black" al completo, debutaba junto a los Coen haciendo la que fue su primera ocupación a los inicios de su carrera, dirigir la fotografía.
Como colofón no podemos pasar por alto el abuso que se hace de la canción "It's the Same Old Song" de los "Four Tops" (grupo en el que militaba Levi Stubbs, es decir, la voz de "Audrey" en "La tienda de los horrores") que, aunque llega a sonar hasta tres veces, no molesta por lo buenísima que es... como la peli misma, oye.

sábado, 2 de abril de 2022

ARIZONA BABY

Hay mucha gente fascinada por la historia de Sam Raimi, Bruce Campbell y Robert Tapert. El grupito de colegas que crecieron como cineastas sin perder nunca su amistad, siempre de la mano. Sí, es muy bonito. Pero lo cierto es que a mi me fascina un poco más la relación de Raimi con Joel y Ethan Coen. Una fábula que se remonta a los tiempos en los que el primero andaba liado supervisando el montaje de "Posesión Infernal" y Joel asistía a Edna Ruth Paul en tales tareas. Luego, cuando los hermanos quisieron hacer su propia película (la muy recomendable "Sangre Fácil"), siguieron un poco la estrategia de su amigo y rodaron un trailer para convencer a posibles inversores, uno que contaba con protagonismo de Bruce Campbell himself (es feo que, luego, cuando facturaron la peli en sí, no le ficharan ni como secundario... pero lo pasaremos por alto) Y no olvidemos la primera colaboración oficial de los Coen con Raimi en la divertida "Crimewave (Ola de crímenes... ola de risas)" (donde surgiría el nombre de "Hudsucker", que los hermanos reciclaron para la misma peli ahora reseñada y, de forma más llamativa, su simpática-pero-poco-más "El gran salto") Con los años, unos y otros se harían un nombre en la industria. Raimi apostando por un cine abiertamente comercial, y los Coen por uno un pelo más autoral, que les valió mucho prestigio y, por supuesto, algún que otro Oscar. Pero la amistad de los cineastas siguió. Podemos ver a Raimi acribillado en "Muerte entre las flores" o a Campbell en una pantalla de televisión en la estupenda "Fargo". Según leí, el director de "Darkman" anda rodando un documental sobre los Coen que, dijo, terminará el día que uno de los dos palme.
Cuando Sam Raimi decidió apuntarse a un cine un poco más "serio", más "de personajes", lo hizo con una película nada desdeñable, "Un plan sencillo". Inevitablemente, por su condición de thriller, sus poso dramático y su ambientación nevada, recordaba un poco bastante a "Fargo". Sí. Es posible. Y pronto cayeron acusaciones de "copia" o "imitación". Lo que nadie parece ver, o querer ver, es que años antes los Coen se habían inspirado en el cine de su amigo, concretamente con "Arizona Baby". Así pues, el caso de "Un plan sencillo" estaba perfectamente justificado.
Que después de una peli tan "indie", tan "arty", reposada y relajada como "Sangre Fácil", Joel y Ethan Coen dieran el salto a cierto cine mainstream con una comedia desmadrada, loca y excéntrica como es "Arizona Baby", seguro les valió muchos palos de cierta crítica sesuda. No me extrañaría que incluso llovieran acusaciones de "vendidos". Todo es posible. Obviamente, vista hoy, está claro que "Arizona Baby" poco tiene de convencional. A pesar incluso de su mensaje "conservador" (la familia es lo primero) y su "happy end". Suerte que los Coen son los Coen, y abordan todo ello con cierta ironía.
H.i. es un delincuente de baja estofa que no para de entrar y salir de la cárcel. Hasta que un día se enamora de una policía. Deciden casarse y formar una familia. Pero ella no puede tener hijos, así que, ante el desespero, le mangan el bebé a un magnate que ha tenido nada menos que cinco... con el consiguiente y consecuente lío.
Está asumido y demostrado que el fuerte de los Coen es el thriller, porque cuando se meten en una abiertamente de risas les suelen salir irregulares, ninguna terriblemente mala, pero con distintos niveles de inspiración. Afortunadamente, "Arizona Baby" pertenece al grupo de las más acertadas. Como decía, destaca el dinamismo y la velocidad que gasta, con unas maneras de "cartoon" (el personaje de Nicolas Cage es casi la versión carne y hueso del Pájaro Loco. También están esas llamaradas de fuego en plan Coyote & Correcaminos que deja la moto del caza recompensas ... entre otras ideas) y, pues eso, los ya citados préstamos del cine de Sam Raimi, como los frenéticos steadycams (hay quien los cita como directo homenaje a "Posesión Infernal"... no se yo), la cámara subjetiva, planos aberrantes, bizarros y forzados, etc.
Añadan al caldo las clásicas "set pieces" de comedia puramente visual que los Coen hacen tan bien (y que abundaban generosamente en "El gran salto", siendo lo mejor de la misma). La parte intermedia del atraco al supermercado es de órdago. Pero hay más. Todas estupendas, muy conseguidas, y que le dan a la película un aire muy fresco, muy vivo, enormemente agradecido. Incluso los diálogos tienen un chorro de chispa, y hay chascarrillos que se te quedan grabados, como ese "Pues entonces, adelante!".
El reparto está cojonudo, del primero al último. Un Nicolas Cage casi irreconocible. Una guapísima, pero guapísima, Holly Hunter (aún fresca de su paso por "La quema"), haciendo de mujer inquisidora y agotadora en su deseo de tener prole. Un sensacional John Goodman (puede que sea lo mejor de la peli), acompañado de un pizpireto William Forshyte. La inevitable Frances McDormand como maruja insufrible y M. Emmet Walsh, repitiendo ambos con los Coen tras "Sangre Fácil", o Randall 'Tex' Cobb en su impagable parodia de un guerrero de la carretera propio de "Mad Max 2" (detalle que cobra todo el sentido cuando vemos a los hermanos, en una entrevista publicada en la revista "Fangoria", referirse a aquella como su película favorita de todos los tiempos. Ahí es nada)
Si algo saben hacer bien Joel y Ethan Coen es elegir canciones para la banda sonora. Lo han demostrado de sobras con "Sangre Fácil", "A propósito de Llewyn Davis" u "O brother!". Y aquí ocurre otra vez. El tema central, a base de banjo, aullidos y silbidos, es una delicia.
Como dato alternativo, señalar la posterior, curiosa y "exploitable" -al menos para el mercado nacional- aparición de una oscurilla película que llegó a nuestros estantes videocluberos con el muy evidente título -y una no menos parecida caratula- de "Motor Baby" ("Easy Wheels" en v.o.) En su época la ignoré. Y así ha sido durante décadas hasta que hace poco, y de modo totalmente accidental, descubrí que venía producida por Sam Raimi, Robert Tapert + Bruce Campbell y coguionizada por el hermano Ivan Raimi (hay quien sitúa a Sam también como responsable del liberto pero, a menos que se oculte tras seudónimo, en los créditos no figura como tal)
Lo dicho, "Arizona Baby" es una estupenda película, y una no menos estupenda comedia, muy recomendable.

sábado, 31 de agosto de 2024

EL GRAN SALTO

Ando leyendo un libro sobre el cine de Joel y Ethan Coen, escrito por Ian Nathan, que le da mil patadas a aquella cosa pretenciosa editada en su día bajo el funesto sello "Cátedra". Consecuentemente, me ha dado por revisar algunas de sus películas. Hurgando, me topé con "La balada de Buster Scruggs" y aluciné pepinillos al comprobar que seguía siendo inédita para mis cansados ojos. Lo solucioné esa misma noche y, créanme, disfruté como un cochinillo. Muy buena, muy sorprendente e imprevisible. Se nota que "Netflix", sedienta por contar en sus filas con cineastas de prestigio, dio un cheque en blanco a los hermanos para que hiciesen lo que les saliera del coño. Y joder si lo aprovecharon.
No era la primera vez que la gentuza de los dineros confiaba plenamente en ellos. Ocurrió ya en los noventa, cuando, estando ambos de moda, el mega productor de "actioners" tan míticos como "Commando", "Arma Letal" o "Jungla de cristal", Joel Silver, les apadrinó para que dieran su (gran) salto al cine más "comercial". Y el proyecto elegido nos retrotrae a otra historia de la que ya he hablado antes, la fascinante amistad humana y colaborativa de los Coen con Sam Raimi.
Según el libro de Ian Nathan, esas supuestas deudas de "Arizona Baby" con "Posesión Infernal", a las que aludía en mi reseña, no son delirios de un anormal -que diría Ze-. Existen. Motivado por el éxito de su debut, Raimi se instaló un tiempo en Los Ángeles, a la búsqueda de fama y fortuna. En eso que los Coen pasaron por allí, esperando dar con un distribuidor para la entonces recién terminada "Sangre Fácil". Decidieron acampar en el cuchitril de su amigo y, por aquello de combatir el aburrimiento, juntos y revueltos se sentaban frente a la máquina de escribir, pariendo de este modo un guion a pachas. Uno basado, hasta cierto punto, en la misma aventura angelina de Raimi. El paletillo "de pueblo" que va a la gran ciudad en busca de una oportunidad. Con este metido en el ajo, les salio una cosa muy ambiciosa, difícil de producir en aquel momento, siendo novatillos desconocidos. Pero ahí quedó, en el congelador, a la espera de que algún día alguien soltara el montante. Por supuesto, estamos hablando de la futura "El gran salto", título españolo algo absurdo para "The Hudsucker Proxy" y "Hudsucker" era un gag recurrente en el universo Coenraiminiano. Lo habíamos oído en la mentada "Arizona Baby" y también en "Crimewave (Ola de crímenes... ola de risas)" cuyo libreto, les recuerdo, iba igualmente firmado a seis manos por los chavales.
Es un dato bien conocido que aquel intento de Joel & Ethan por integrarse en el mainstream se saldó con un hostiaco de los gordos. Fracasó estrepitosamente en su paso por salas, de ahí que el libro que ando leyendo le dedique cuatro únicas páginas (y, muy extrañamente, apenas mente la citada "Crimewave"). Pero no fue en balde. De rebote, los brothers regresaron a su terreno natural, pariendo el film que les acabó de catapultar, funcionó de mil maravillas en todos los aspectos y les valió un Oscar (como guionistas) Además, resultaría ser su mayor logro y una de las dos que poseo en formato doméstico, "Fargo" (por si les pica la curiosidad, la otra es "Arizona Baby").
Pero centrémonos en "El gran salto", fechada el año 1994. Como decía, cuenta la historia de un pobre diablo, más tonto que una almeja (interpretado por un muy adecuado Tim Robbins, sacándole máximo rendimiento a esa cara de bobo. Según el libro, primeramente se pensó en Tom Cruise), al que una gran corporación comandada por un malvado gerifalte (un genial Paul Newman. Según el libro, de entrada se pensó en Clint Eastwood... joder, ¡habría molado!) utiliza a su antojo. La compañía pretende devaluar sus acciones, para poder comprarlas después a precio irrisorio, y necesitan un tonto que pague el pato. Solo que este sorprenderá a propios y extraños pariendo un producto de éxito -el Hula-Hoop-. En medio, como no, habrá una chavala con la que nacerá el amor (Jennifer Jason Leigh. Según el libro, papel destinado a Winona Ryder) y al tonto se le subirán los humos, ascendiendo a cretino. Luego caerá hacia lo más bajo, aprendiendo una lección en el camino.
Acompañan a los tres astros mencionados rostros tan familiares -y agradables de ver- como los de Charles Durning, Bill Cobbs, Joe Grifasi, Roy Brocksmith, Peter Gallagher, Steve Buscemi o Jon Polito. Por ahí anda John Goodman en plan cameo. Y la neumática y malograda Anna Nicole Smith (ese mismo año interpretó a una grotesca mujer fatal en el tercer "Agárralo como puedas") La gran sorpresa viene dada por la presencia, bastante destacada, de Bruce Campbell, demostrando más que nunca sus limitaciones interpretativas. Recordemos que había intervenido en el pre-trailer de "Sangre Fácil", parido para engatusar a posibles inversores, y volvería a tener escasas y muy breves apariciones en "Fargo", "Crueldad Intolerable", "¡Ave, César!" o la entretenidísima "Ladykillers", sin embargo, me sorprende que, dadas las amistades comunes, los Coen no hayan contado con él para nada más sucoso. Obviamente, Sam Raimi también se marca un papelillo, pero esta vez mediante sombras chinescas. Le acompaña en tal función John Cameron, otro de los integrantes del clan Raimi que abandonaría el barco para quedarse exclusivamente con los hermanos.
Vi "El gran salto" en una sala considerada "de arte y ensayo", lugar de peregrinaje para los fracasados escarceos con el mainstream de cineastas, hasta entonces, considerados minoritarios (ocurrió también con Kevin Smith y su "Mallrats"). Lo comento por el par de anécdotas conjuntas. El "tío de la puerta" resultó ser un viejo compañero de EGB. Así que me dejó entrar gratis. Mientras charlaba con él, apareció un ya entonces reputado crítico de cine,"gurú" de la cultura popular, habitual de las páginas de "Fotogramas". Le conocía personalmente por senda ocasión pasada y creyó que andaba camelando al responsable del cine para entrar por la pati. Terminado el film, volvimos a encontrarnos (digo el crítico y yo). Preguntó que qué me había parecido. "Psé" esputé yo. "A ti es que no te gusta nada" contestó. Entonces me escaseó el ingenio, pero lo suyo habría sido contraatacar con: "Pues a tenor de tu trabajo, ¡a ti te gusta todo!".
Sí, "El gran salto" no me convenció en su momento. La encontré demasiado convencional, dentro de lo que es, y medianamente previsible, considerando lo poco que eso suele darse en el cine Coeaniano (una de sus mayores virtudes, añado con admiración). Son las secuencias a base de pura narrativa visual, dinamismo e inventiva chorreante, las que se quedan grabadas en la retina. Me vienen a la mente la del "ataque de risa conjunto" y, sobre todo, la del hula-hoop. Decir que -nuevamente según el libro- fue Sam Raimi quien se encargó de dirigir esta última, en plan segunda unidad.
Consumida hace escasos días, "El gran salto" me resultó muy buenrollera y agradable
, aunque sí es cierto que, a ratos, su estultismo deliberado cargaba un poco las tintas en plan "no, no es tan gracioso". Pero, ¡ei!, tampoco diré nada malo. Si buscas evasión saludable, sobra y basta.
Epílogo: Gracias al libro, me he reconciliado con algunas de mis menos favoritas películas de los hermanos, caso de "Crueldad Intolerable" (de "imposible de terminar" ha pasado a amena y dinámica) o "Quemar después de leer", y también ha sido útil para
 redescubrir tantas otras ("El hombre que nunca estuvo allí", "A propósito de Llewyn Davis"...). Por todo ello, Joel y Ethan han ascendido unos cuantos puestos en mi actual lista de cineastas favoritos.

sábado, 7 de septiembre de 2024

QUEMAR DESPUÉS DE LEER

Llevaba años acudiendo a las salas de cine para ver aquellas películas de los hermanos Coen que más me llamaban. Por eso, cuando se estrenó "Quemar después de leer", cumplí. Fue la última. A partir de entonces, todo lo demás lo he ido consumiendo en vídeo, dvd o descarga. ¿Motivo? La odié. Salí del cine ultra-cabreado. Me agobié muchísimo durante la proyección. Y, desde entonces, que la consideraba su peor obra, calificándola alegremente, y sin despeinarme, de horrenda.
Pasaron los años, cayó en mis manos el ya mentado libro de Ian Nathan sobre Joel y Ethan Coen y, en fin, me animé a revisar algunas, incluidas aquellas sobre las que no tenía buen concepto. "Quemar después de leer" fue la primera y ¿saben qué? me gustó. Los años transcurridos pudieron influir, no lo niego. Pero hubo algo más. Comprendí a qué se debió mi negativísima primigenia reacción.
Antes, la sinopsis.
"Quemar después de leer" vendría a ser, esencialmente, una comedia de enredos. Claro que, menudos son. La cosa va de espionaje. Un agente de la CIA es obligado a retirarse. Cabreado, y aburrido, decide escribir unas memorias, contándolo todo. Aquello que, accidentalmente, el disquete con el material termina extraviado en un gimnasio, donde es recogido por un par de palurdos decididos a usarlo para chantajear a su responsable y sacarle unos dineros. La cosa dará pie a un montón de equívocos y algunas muertes.
Bien, digámoslo ya: "Quemar después de leer" puede que sea la película más misántropa que he visto en mi vida. Ya suele ser un signo habitual en la producción Coeniana, pero aquí estalla a lo bestia. No hay ni un solo personaje positivo, o que merezca ser salvado de la quema. Todos, y digo todos, son patéticos, estúpidos y rastreros. El agente amargado siempre de mala hostia. Su mujer, que se acuesta con un tipejo igualmente incapaz de mantener la bragueta cerrada. Los paletos del gimnasio, ella obsesionada con hacerse la cirugía estética. En fin, y la lista sigue y sigue. Añadan una fotografía poco glamourosa, que incrementa la fealdad del conjunto. Elección totalmente deliberada por parte de los Coen, quienes pretendían darle al film un adecuado aire a película conspiranóica de los setenta. Todo eso, mezclado y rejuntado, más algunas crueles muertes accidentales, o la presencia de patéticas almas solitarias en busca de amor a través de internet, fue lo que provocó en mí aquel radical rechazo. Ni una mala calidad, un pésimo guion o una dirección desenfocada. Para nada. Mi problema fue puramente moral o, mejor, anímico. Diría incluso que, al cabreo resultante, se sumó una sensación tirando a deprimente.
Vista del modo correcto, y sin dejarse llevar por emociones primarias (algo inmaduras, témome), "Quemar después de leer" se convierte en un entretenimiento total. Dinámico incluso. Hasta cierto punto parece que los hermanos pretendan repetir un poco la fórmula "Fargo", la del thriller repleto de comedia negrísima trufado de personajes feos, estúpidos y miserables. La diferencia es que en aquella sí había uno medianamente positivo. O dos. En esta, es una especie ya extinguida.
Y el reparto, pues a la altura. George Clooney parodiando su imagen de seductor. Un sorprendente Brad Pitt disfrutando como un mono en el papel de imbécil redomado. La inevitable, pero siempre eficiente, Frances McDormand. John Malkovich. Tilda Swinton. Richard Jenkins. J.K.Simmons y la gran sorpresa, mi querido David "Sledge Hammer" Rasche. Todos estupendos.

jueves, 1 de agosto de 2013

LUCIFER

Otro de esos indiscutibles clásicos menores del terror ochentoso con el que este hermoso blog tenía una cuenta pendiente, revisarlo y reseñarlo. Nada más adecuado que los intensos calores y ardores de la época estival para hacerlo. 
Todavía ahora recuerdo el miedo que daba el puñetero trailer de "Lucifer" cada vez que lo emitían por televisión. Con todo, resulta curioso lo poco que hoy día se la recuerda o, más notable aún, se la recupera/reivindica, ni en festivales, ni publicaciones del ramo. ¿Por qué?, yo no lo sé. Tal vez ello se deba a su director, Frank LaLoggia, un tipo bastante extraño y singular que no se ha molestado precisamente en alcanzar fama y gloria. En una entrevista comentaba que se sentía a disgusto en los parámetros del cine de su época y que lo que le molaría es haber sido cineasta durante los años 30 y 40. LaLoggia -autoetiquetado como "anacrónico"- tenía espíritu de "auteur", se negaba a rodar aquello que no le saliera del corazón y rechazó algunos encargos que, tal vez, le hubieran hecho ascender (entre ellos, el "Spiderman" de la "Cannon" que nunca se materializó). Por eso mismo dirigió tan poco, era el Kubrick del "fantastique". De "Lucifer", su primera peli, fechada el año 1981, hasta la siguiente, la extremadamente clásica/anticuada -y extremadamente aburrida- "La dama de blanco", pasaron siete largos años. Y de esta a la que, de momento, fue su última aportación, "Mother" ("Posesión maldita" en España), pasaron siete más. De siete en siete. Mmmmh, me temo que a estas alturas ya se le ha hecho tarde. Entre sus grandes proyectos se encontraba un "biopic" de Miguel Ángel que iba a titularse "The Giant", pero se quedó con las ganas. LaLoggia era un tio con clase, o eso pretendía. En "Lucifer" ("Fear no evil" en su versión original) dirige, escribe el pasteloso guión, compone la rimbombante banda sonora y produce junto a su primo Charles M. LaLoggia. Como dato curioso, mencionar su intervención actoril en la no menos peculiar "El mago de la velocidad y el tiempo". 
Una de las cosas que más perturban de "Lucifer" es su altísimo contenido religioso. Podríamos tildarla de "horror cristiano" y, por el mensaje que gasta, parece que su fin fuera infiltrarse en las líneas enemigas, es decir, las películas de miedo para adolescentes repletas de inmoralidades, táctica esta de la que "Lucifer" se vale y con gusto, sin por ello recurrir a un exceso de sexo y truculencia. En ese apartado la cosa anda justa. Ya se lo decía yo, el LaLoggia este, ¡menudo raro!.
Ha nacido el anticristo, que prepara su regreso a la tierra por la puerta grande. Claro que por ahí rulan tres arcángeles, ocultos tras forma humana, dispuestos a detenerle. Voila!, desde luego no se puede decir que el guión sea un dechado de originalidad. Afortunadamente, este viene plagado de pequeños grandes momentos y de cierta atmósfera inquietante muy conseguida. Cuando hizo "Lucifer", LaLoggia tenía 23 añitos, era un chico ambicioso que apostaba fuerte, y se nota, su película tiene un acabado más que solvente y, según leí, el director de fotografía se inspiró en cuadros de Rembrandt para obtener esa paleta de colores, luces y sombras tan bonita y variada que gasta la jodida. Todo muy "cool", sí, lástima que se vieran obligados a satisfacer a la bárbara audiencia juvenil y a los señores que iban a distribuir y explotar la obra, Avco Embassy. Para los primeros se incluyeron en la trama numerosas secuencias del diablo sufriendo sus años de adolescencia en el insti (aunque ninguno gaste look teenager, precisamente), con abusones y amores juveniles incluidos. Hasta un gracioso -gordito, cómo no- muy cargante, pero que sale poco. Y una banda sonora impuesta a base de grupos punk y new wave del calibre de "Ramones", Richard Hell, "Rezillos", "Boomtown Rats", "Sex Pistols" (muy ridícula pero molona la idea de hacer coincidir la frase "Yo soy el anticristo" berreada por Johnny Rotten con una imagen del prota, todo estoico y vestido de negro negrísimo), "Talking Heads", Patti Smith y "The B-52´s". Vaya lista!. Cierra la peli una canción de regusto heavy-moña-épico firmada por "Trybe". A los otros, los de la guita y la corbata, pues tuvo que contentarles incluyendo un puñado de zombies al final de la peli (con todo, muy potente la escena de la resurrección... aunque estos revividos matan estrangulando,  no devoran entrañas) y un montón de molestos, cantones, cutres y bastante ridículos efectos visuales de rayitos, lásers, estrellitas y colorines, supongo que para otorgar más espectacularidad al conjunto pero que, a la larga, le han hecho mucho daño.
Tampoco evitaremos comentar el notorio grado de homo-erotismo que impregna toda la peli, con escenas de ducha ente aguerridos muchachos (con especial fijación en el macarrilla de la clase y su micro-pene, al que en un momento dado le salen tetas de chica) o los modelitos que me gasta "Lucifer" al final de todo (a lo que tampoco ayuda el horripilante maquillaje). Ya, dicho así parece que se trate de una peli de esas para echarse unas risas, pero no (bueno, solo un poquillo), en realidad "Lucifer" está bastante bien, sí es algo chapas cuando se ponen a religiosear entre lágrimas y sobre actuaciones  pero, como decía, también tiene sus buenos momentos: la secuencia del gimnasio, la accidentada representación de "La pasión" que organiza la iglesia del pueblo, el angustioso drama que sufren los padres del anticristo o a este bebiendo la sangre de un pobre can sacrificado. Aunque el Oscar se lo lleva el acertadísimo emplazamiento donde se desarrolla todo el clímax, el castillo Boldt situado en un tétrico islote. Dice "Imdb" que fue descubrirlo y animarse a rodar una peli de miedo en el. No es para menos. Hoy todavía existe, aunque reformado.
El otro gran punto fuerte de "Lucifer" es su protagonista, Stefan Arngrim, actor infantil convertido a tio raro (y punki en la vida real, tuvo un grupo que hizo algo de ruidillo y tocó junto a los grandes). Con ese físico enfermo, esa mirada morbosa y ese modo de actuar basado en el abuso de tembleques y espasmos, estaba condenado a interpretar pues el tipo de personajes que le han hecho famosillo, el del mismo anticristo y como uno de los punkos malotes de "Curso 1984". Luego ha salido en un montón más de pelis, series y telefilms, incluso estuvo en la del "Equipo A" (haciendo de chalao, claro), pero yo no le sitúo, aunque, según fotos recientes, sigue siendo raro.
Un jovencito Joel Coen ronda por ahí, de cuando se dedicaba a ayudar a montar pelis baratas de terror... justamente como una que yo me sé.

Con todos sus aciertos y desaciertos, "Lucifer" es un pequeño clásico que hay que disfrutar y poseer, aunque sea cometiendo un acto tan pecaminoso y diabólico como descargarla ilegalmente.

viernes, 7 de agosto de 2015

EVERLY

En los tiempos de crisis que existen (y más en lo referente a la crisis que aquí nos atañe que es la cinematográfica) cada vez es más normal que los estrenos que van a las salas sean medidos con lupa. Así, un estreno como este, con toda una Salma Hayek como principal reclamo, hace diez años se hubiera estrenado con todos los honores, mientras que  en pleno 2015, esta se estrena en nuestro país directamente en DVD.
Cuando estrenos  más o menos gordos llegan a nuestro país sin pasar por las salas, mal asunto. Los motivos por los que no se estrenan suelen ser de diferente índole, aunque huelga decir que la mayoría de estos no-estrenos son debidos al fracaso en la taquilla USA. Eso no debería ser señal alguna en cuanto a la calidad de la película, pero por norma general suele ir acompañado; cuando no se estrena en  cine en España, es que se trata de una peli mala de cojones.
Efectivamente, esta “Everly” es una cosa francamente mala.
La novia de un Yakuza, puta de profesión –pero retirada por voluntad del propio yakuza que se queda para él la que más buena estaba- se ve que se la juega y en consecuencia, este se la quiere cargar, así que manda a un puado de yakuzas al apartamento de esta para que se la dejen el higo hecho un colador. Pero claro, esta que es hábil, al final se los irá cargando a ellos ¡Sin salir del apartamento, oiga!
Un matar, matar y matar sin sentido, orden o concierto alguno, en una peliculita de “Dimension films”  que ya no es sinónimo de nada (ni de calidad, ni de independencia).
Una película que parece existir con un único sentido: Mostrar el palmito de la Hayek, hacernos ver lo buena que está la tía  a sus cincuenta castañas. Y es que lo de esta mujer no tiene nombre. Y en ese sentido la película cumple, vemos a la Hayek y ese culo respingón que dios le ha dado de mil maneras; desnuda “traseralmente”, en ropa interior azul celeste, con mayas y top ceñidísimo… incluso le meten un tiro en un costado con el fin de que, al mirarse ella en el espejo, veamos el tipín que tiene –que lo tiene-. Vamos, un desfile de modelos por parte de Salma Hayek, que ya puestos a pedir, casi mejor que hubiera sido un vídeo de aeróbic, porque, a parte de esos 50 años tan (excesivamente) bien llevados, el resto de la película tiene menos interés que el culo de la Hayek. Es más diría que es hasta irritante… es como una película que copia –y descaradamente- el cine de acción del peor Tarantino cuando ya ni este hace ese tipo de cine. Vaya, que es un plagio del cliché, del Tarantino de “Kill Bill” nada menos, con frases Tarantinianas personajes Tarantinianos y hasta decorados Tarantinianos, repito, del clichoso. Artes marciales mal entendidas, muchos disparos con armas chanantes, y chicas peleonas (el concepto de la anti-heroína karateca es tan de los 70 y de reivindicación en los 00… que más que asco, da pena). Una puta mierda.
Junto a Salma Hayek y un puñado de putos japoneses, tenemos a la actriz Española de origen Mexicano Laura Cepeda (“Naufragos”) que está en la película como podía haber estado cualquier otra actriz española, y hace de madre de Salma Hayek, a pesar de que apenas le saca 10 años… ¡Por Dios,  que ya sabemos todos que Salma Hayek tiene 50!
Dirige el trozo de mierda vistosita el tal Joel Lynch (ni Coen, ni David), que entre las cosas más populares de su filmografía, podemos destacar uno de los pasajes de “Chillerama”, la segunda parte de la franquicia "Wrong Turn" o la película-chorrada “Knights of the Badassom” para lucimiento del enano de “Juego de Tronos”.
Por ver a la Hayek.

sábado, 19 de junio de 2021

LUNÁTICOS

En el altamente recomendable documental "Invaluable: The true story of an epic artist" aparece un mastuerzo que presume de un moratón en el brazo infligido nada menos que por Sam Raimi. ¿De quién se trata, de un fan incondicional de esos que rozan el retraso mental? No, se llama Josh Becker, es director de cine, y en su juventud pertenecía al grupo de colegas con los que Raimi rodaba cortos caseros en Super 8 (donde hay que incluir a Bruce Campbell y todos los demás). De hecho, acabó metido en el equipo de rodaje de "Posesión Infernal". Escribió un diario del proceso, hoy célebre, donde detallaba movidas, no todas positivas. Josh era un porrero de tomo y lomo en la época, y un poco rebotón. Se atrevía a cuestionar muchas de las decisiones estéticas que tomaba su colega. Y claro, el paso de los años se la devolvió con un enorme sopapo (¡o un puñetazo en el brazo!), porque mientras Sam anda triunfando en Hollywood, Josh básicamente se come los mocos, pariendo pequeñísimas producciones independientes que, en esencia, no se distribuyen demasiado. Y, encima, el destino hizo que el arranque de su carrera profesional se nutriera un poco-bastante de la fama de Raimi. Para empezar, este interpretó a una especie de Charles Manson sobreactuado en el primer largo comercial de Becker, "Thou shalt not kill... except" -titulado "Vietnam USA" en España-. Y luego tenemos el caso de la peli hoy reseñada, "Lunatics", una producción Raimi / Tapert / Campbell -es decir, "Renaissance Pictures"- con protagonismo -probablemente semi impuesto- del hermano pequeño de Sam, Ted Raimi (que aparece como Theodore). Incluso hay papel DOBLE para Bruce Campbell. En uno da vida a un macarra, algo así como la versión seria del que hizo para "Crimewave (Ola de crímenes, ola de risas)" (de Raimi, claro). A nivel personal, esta peli me trae muchas "memories", ya que en 1991 andaba obsesionado con ella. Y luego, fue a causa de su presentación en el Festival de Sitges que Ted y Bruce se pasaron por allí y, de esta guisa, tuve oportunidad de pedirles una firmita. Muy majos ellos. Cuando finalmente llegó a los estantes de nuestros video-clubs como "Lunáticos" cortesía de Columbia / TriStar, nada menos, la alquilé raudo y... me decepcionó. Pero eso pasaba siempre, así que no lo tengamos en cuenta. Es mucho más significativa la opinión que esputaré a continuación, con el visionado aún caliente. Ardiente.
Hank es un tipo raro. Vive encerrado en su apartamento porque, cada vez que intenta asomar un pie al exterior, sufre alucinaciones en las que ve arañas que quieren devorarle el cerebro o siniestros médicos encabezonados en operarle. De mientras, conocemos a Nancy, otra rarita sin demasiada suerte que, huyendo de un intento de violación, recala en los aposentos de Hank. Resulta que tienen en común su pasión por la poesía, así que se enciende una chispa... una que se verá alterada cuando la locura transitoria de uno y la "gafez" de la otra, propicie un momento violento y la huida de Nancy. Hank, megacolado como está, decidirá salir a la calle a recuperarla, aunque para ello deba enfrentarse a todos sus monstruos. Por supuesto, la peli termina en boda.
En un antiguo número de "Film Threat Video Guide", Josh Becker narraba lo mal que lo pasó el día que, asistiendo a un festival, antes de su película proyectaron un corto de tirón transgresor con un padre violando analmente a su hijo. La mitad del público salió corriendo, cosa que horrorizó al cineasta, entre otras razones porque, opinaba, el corto y su peli no casaban nada, siendo lo suyo algo mucho más ligero, inocente y alegre, calificándolo sin despeinarse de comedia romántica. Y sí, puede que eso sea "Lunáticos" (no olvidemos que en los USA lleva como subtítulo "A love story"), solo que un poco rara. Los dos protagonistas están lejos de ser galanes, en realidad se trata de la historia de unos inadaptados que se cruzan y conocen el amor. A ello hay que añadir todas las secuencias de efectos especiales a base de maquetas y un encantador stop-motion. Tampoco el elemento comedia es exagerado, pero está presente, sobre todo con las tendencias "slapstick" de Ted Raimi, y sirve para compensar los momentos más abiertamente dramáticos, que tampoco faltan. Con todo, y sin ser nada deslumbrante, la película funciona. Un pasatiempo limpio y amable con el que matar una tarde tontuna. Me gustó más de lo que recordaba... pero tampoco como para hacerme con el DVD (si existiera).
Sin embargo, a pesar de los logros del director y guionista Becker, la sombra de Sam Raimi sigue siendo muy alargada. Por ahí leí que alguien consideraba el film como la quintaesencia del cine del creador de "Evil Dead", apartando totalmente al autor real de la ecuación. ¡Injusto!. Da la sensación que con "Lunáticos", Josh Becker podría haber dado el salto a un cine un poco más estándar. Su peli, dentro de la modestia, no queda demasiado lejos de ciertos títulos "indies" más reputados. Pero no, no funcionó. Y el pobre hombre, desde entonces, se ha dedicado pues a rodar aquello que le dejaran, desde encargos ("Alien Apocalypse" telefilm con Campbell de protagonista), a productos casi de arte y ensayo ("Running Time", thriller en blanco y negro, recuperado y lanzado en Blu-Ray recientemente, desarrollado en una sola toma y, sí, con Campbell de prota otra vez) y cositas tan minúsculas que no han tenido repercusión (y en las que no vemos a ninguno de sus viejos camaradas. ¿Tal vez acabaron mosqueados? A veces me lo pregunto, de toda esta pandi, ¿quienes serían los que caerían mal y de los que el resto rajarían en privado?).
Además de los mentados, otros integrantes del clan Raimi que aparecen en "Lunáticos" son el compositor Joseph LoDuca y el hombre-para-todo John Cameron (que interpreta a Edgar Allan Poe, nada menos), uno de los menos conocidos pero activo desde los tiempos de los cortos de Super 8 pasando por, obviamente, la misma "Posesión Infernal", para la que abandonó sus estudios de cine en la Universidad de Nueva York donde, suponemos, conoció a los hermanos Coen. Tal vez ello motivara que Joel participara en el montaje del clásico de Raimi, e influyera en la carrera de Cameron, que tras sus escarceos con el grupito de Sam, se lió en serio con los hermanos judíos, co-produciendo algunos de sus títulos de mayor relumbrón.