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sábado, 28 de junio de 2025

BLOOD ON MELIES´MOON

El entrañable
Luigi Cozzi lleva décadas a la sombra de Dario Argento. No sé muy bien cómo se lo debe tomar, supongo y espero que bien, pero así es como es. Su última película con cara y ojos, rodada en 1989, "Il gatto nero", ya era un refrito del "universo argentiano". Curiosamente, coincide con el año que el director de "Suspiria" abrió las puertas de su celebérrima tienda "Profondo Rosso", donde Cozzi ejerce como de encargado. A aquella película le siguieron varios documentales, casi todos en torno a Argento y dirigidos por su amigo, pupilo y empleado. Así que, como quien dice, Luigi acumulaba más de 25 añazos sin dirigir ficción alguna (y propia). Entonces, ocurrió. El pequeño italiano sufrió la picadura de un bichito terrible, uno que ya había infectado previamente a un puñado de cineastas en horas bajas: el peliculismo digital. O la manera respetable de llamar a "grabar en vídeo". Aquel nuevo juguete le permitía crear sin invertir demasiado dinero, tirando de una vídeo-cámara común y un ordenador para la pos-producción, evitando rendir cuentas a productores mafiosos o mecenas inquisitivos. Luigi iba a poder hacer su nueva película desde la absoluta libertad, cosa esta que, como se había visto previamente, y se vería después, no siempre es algo bueno. El proyecto terminó titulado "Blood on Méliès´Moon", una carta de amor al cine en su forma más primigenia.
Confieso que, en cuanto tuve conocimiento de su existencia, me volví loco. Sonaba a puro delirio gozoso. Era consciente de que estos cineastas más bien limitados perdían el pedal en cuanto arramblaban herramientas digitales. Y, aún así, algo me decía que "Sangre en la luna de Méliè" (traducción del título al castellano) contaba con un "no se qué" distinto. Como consecuencia, me obsesioné. Llegué a soñar con la jodida película e interesarme por la filmografía de uno de los directores que aparecen efectuando un cameo (Luigi Pastore, del que me zampé una cosa horrible titulada "Violent Shit: The Movie" que, encima, se pretendía puesta al día de aquel cáncer audiovisual perpetrado por el insufrible Andreas Schnaas en su momento... ya, la combinación de factores produce escalofríos, ¿verdad?). Aunque, quizás, la anécdota más llamativa se produjo cuando, visitando Roma en plan turista el 2016, inevitablemente acudí a la tienda "Profondo Rosso", donde pregunté a Luigi Cozzi in person por "Blood on Méliès´Moon" (gracias a lo cual el hombre puso interés en nuestra hasta entonces fría charleta. Adjunto una imagen del encuentro). Ya regresado a la patria, me planteé comprarla vía "Amazon"... suerte que no lo hice.
La trama de la vídeo-movie resulta harto confusa. Vamos a ver si logro explicarla. Digamos que los distintos universos paralelos que nos rodean andan desmadrados. Se ha abierto una puerta interdimensional y la tierra va a ser totalmente destruida a menos que el director de "Star Crash, Choque de galaxias" intervenga. Ya, ya, cuesta entender por qué él nada menos, pero al final queda más o menos justificado. En cualquier caso, por ahí ronda un asesino enmascarado cargándose a la peña que le ayuda en sus pesquisas y... da igual. Solo les diré que "Blood on Méliès´Moon" es, literalmente, un PAJOTE INMENSO (dura dos horas y cinco minutos, nada menos. Uno de los muchos peligros propios de esa "libertad digital" antes aludida) que se hace Luigi Cozzi. Y, cuidao, no me parece mal. Para nada.
Él es el protagonista absoluto de la película, mostrándonos sus capacidades histrónicas y su afición por las muecas. Se marca un puñado de auto-felaciones (cita varias de sus obras, imágenes incluidas), se ríe un poco de sí mismo (es especialmente gracioso cuando toca el hecho de que le comparen con Ed Wood, cosa que le provoca pesadillas, literalmente) y, por supuesto, homenajea, guiña, recrea, plagia y roba toda suerte de films ajenos y añejos de los que, se entiende, es fan. No solo eso, además tira de agenda telefónica para solicitar cameo a todos sus colegas y, claro, algunos de ellos valen su peso en oro. Tal vez el más llamativo sea el de Lamberto Bava. Y ello da pie a tratar las, a mi parecer, genuinas virtudes de "Blood on Méliès´Moon".
Esta no deja de ser una película amateur. Y son las partes en las que Cozzi, directamente, recicla material propio de un vídeo casero las más disfrutables y honestas. Citaba el cameo de Bava Hijo, bien, ese material se grabó aprovechando un comida en comuna. Así, vemos momentos de pura realidad, con todos los comensales charlando, riendo y hablando de los comestibles preparados por el propio director de "Demons". Es tal el disfrute, que Cozzi saca la cámara del trípode y, sin querer, incluye este dentro del cuadro. Ahí, gráficamente dispuesto, cosa que me parece maravillosa. Luego, tenemos un puñado de imágenes de viajes turísticos del colega, como la visita que efectúa a México o a un París bien presente en la "trama". Por supuesto, también Dario Argento se deja ver, lo justo y sin mojarse demasiado. Puede que el hombre lleve años sin atinar, pero no es tonto y sabe que, mucho o poco, debe mantener impoluto el escaso prestigio que le queda. Por eso, únicamente le vemos durante una sesión de firmas de su autobiografía en la misma "Profondo Rosso". Lo de actuar lo reserva solo para ocasiones especiales bajo el mandato de directores con "pedigree", caso de ese reciente "Vortex" según Gaspar Noé. La tienda, eso sí, tiene mogollón de presencia en "Blood on Méliès´Moon". Casi continua. Y ya no digamos el cacareado sótano de los horrores, donde se graban muchos momentos de "importancia para la "historia"", incluido el desenlace.
Vale, lo reconozco, la peli en sí es un puto caos, un lío tremendo, un exceso absoluto que no hay por donde pillarlo. Cozzi se muestra totalmente auto-indulgente, haciendo literalmente lo que le da la putísima gana y eso, repito, lo aplaudo... aunque, obvio, el resultado final esté lejos de apasionarme. De hecho, al principio parecía que la cosa iba a molar, por su ritmo acelerado y la cantidad de movidas que se desarrollan en poco tiempo. Sin embargo, al descubrir que únicamente habían transcurrido 45 minutos, comenzaron los sudores fríos y tembleques.
Pero, a pesar de eso, y los bostezos, semi-disfruté de "Blood on Méliès´Moon". Al menos tiene cierta originalidad. Cozzi podría haber grabado una secuela tardía de alguno de sus títulos "con solera" (ya nos entendemos). O confeccionar algo al servicio / gusto de los fans, darles lo que él creía podrían esperar. O caer en lo más trillado y mortecino con un slasher del montón. Pero no, el hombre se curra la peli que él querría ver, y eso es admirable. Y lo respeto. Lástima que se pase tres pueblos con los efectos digitales, los filtros y todas las pijadas y mandangas propias de esta (ya no tan) nueva tecnología. Un caramelo demasiado jugoso del que uno puede correr el riesgo de abusar, hasta el empacho. El asunto se torna aturdidor y agobiante.
Ante tal panorama, el que "Blood on Méliès´Moon" no pertenezca a un género concreto, sino mezcle varios, resulta de lo más lógico. En esencia no deja de ser una peli de fantasía pura, casi para niños -un "La invención de Hugo" versión "trash"-, trufada de mucha ciencia-ficción (y ahí es donde detectamos al Cozzi más Cozzi, con todos los colorines, lucecitas y rayitos que tan cachondo le han puesto siempre), solo que, ocasionalmente, se suman dosis de terror puro, incluso de truculencia. A la manera de Argento, pero en plan zaparruco. Ejemplo: el asesino enmascarado apuñala a sus víctimas mientras de fondo oímos los desvaríos de alguna banda metalera marca "Hacendado", al son de la chorreante hemoglobina.
En fin, voy a ir terminando ya o no acabaré nunca. Como decía, "Blood on Méliès´Moon" anda hasta las trancas de referencias, citas afectuosas y personal de interés, pero no me apetece ponerme a indagar en "Imdb". Háganlo ustedes. Simplemente diré que, desde luego, se hace pesada de cojones y te pierdes al minuto cinco, pero tampoco carece de su encanto, su gracejo, ni que sea por ver a Luigi Cozzi disfrutando como un crío con zapatos nuevos y, también, perder mucho peso de un plano a otro. El cabrón hasta lo justifica en un auto-diálogo... porque, sí, como buen italiano no puede evitar acompañar sus acciones con palabras en las que explica lo que ya estamos viendo.
Tan bien lo pasó, que desde entonces no ha podido evitar seguir explotando lo digital hasta hacerlo sangrar. Las siguientes locuras que perpetró fueron "I piccoli maghi di Oz" y "La battaglia di Roma 1849", es decir, una vuelta de tuerca al famoso libro de L. Frank Baum y una bélica de época recreando sendo hecho histórico. Válgame cristo. Claro que estas han tenido muchísima menos repercusión que "Blood on Méliès´Moon", seguramente por su total desvinculación con el terror y, también, porque la peña escarmentó con aquella y ya no estaba dispuesta a picar de nuevo.

sábado, 5 de julio de 2025

PAGANINI HORROR

Mientras hace siete días veíamos al Luigi Cozzi más despendolado, hoy toca centrarse en el "profesional", el artesano cumplidor, el director de cosas ultra-mediocres destinadas únicamente a rejuntar unas cuantas buenas liras para morir olvidadas. Toca hablar de "Paganini Horror", concebida por el cineasta -recurriendo, según el mercado, al seudónimo habitual de Lewis Coates - en plena etapa gris de su trayectoria, dejando atrás aquellos títulos que, no por menos chuscos, le habían proporcionado velados momentos de notoriedad, y viendo un futuro -el suyo y el del negocio- bastante poco halagüeño (justificadamente, añado).
Un grupo de pop-rock horterísimo anda en crisis. No logran componer un gran "hit", lo que cabrea como una mona a su agente. En eso que el teclista consigue la partitura original de una pieza inédita compuesta en su día por el célebre violinista Niccolò Paganini, con la idea de adaptarla a sus maneras. La elección del músico les viene de coña -al grupo y a la película misma- ya que arrastra la leyenda de haber vendido su alma al diablo a cambio de capacidades y gloria.
Embriagados de entusiasmo, deciden contratar a un famoso director de películas de terror para hacerles un vídeo-clip chévere que rodarán, nada menos, en la misma mansión veneciana donde Paganini hizo el diabólico trámite y, ya puestos, asesinó a la parienta (esto último invención de la película). Como es de ley, al poco de andar por ahí retozando y dándole lustro al instrumental, aparecerá ¿el fantasma? del violinista con ganas homicidas y pasarán un montón de cosas raras, entre ellas la apertura de un portal al mismísimo infierno.
Bien, "Paganini Horror" viene fechada el año 1988, ya con el cine fantástico "fetuccini" -sobre todo aquel de naturaleza "explioter"- dando sus últimos estertores. Según datos consultados, Cozzi pretendía inyectar a la trama su obsesión con los universos paralelos y demás zarandajas metafísicas, pero el productor, el célebre Fabrizio de Angelis -a quien como mecenas debemos buena parte de lo mejor del terror italiano de los ochenta (incluidos "clásicos" de Lucio Fulci o Enzo G. Castellari) y otros tantos furruños como director bajo el alias de Larry Ludman- le dijo que se dejara de monsergas y rodara una de terror convencional. Extrañamente, la versión que he visto sí lleva parte de todo ese material, así pues, o se trataba de un "director´s cut" (cosa bien dudosa, no es algo que se estile entre artesanos del ítalo-"trash") o en el guion original de Cozzi el asunto era todavía más desmadrado. Este venía co-escrito a medias con una de las actrices del film, la legendaria -y ya bajo tierra- Daria Nicolodi, entonces ex esposa y ¿ex? mano derecha de Dario Argento, quien le había negado sus créditos en aquellas películas de autoría compartida, incluida la intocable "Suspiria". Dicha elección narrativa -lo de las dimensiones y bujeros astrales- se agradece, porque otorga a "Paganini Horror" un algo levemente distinto, sin caer en la monotonía propia del slasher que, en principio, parece. No obstante, tampoco la salva de ser el pedazo de mediocridad que finalmente es, condimentada por actores acartonados y limitados, diálogos idiotas, truculencia discretita, ausencia de tetismo e incapacidad de provocar ninguna sensación salvo la del aburrimiento más atroz en infinitas dosis cuánticas.
Luigi Cozzi pudo desquitarse poco menos de treinta años después, desvariando a gusto en "Blood on Méliès´Moon". Algo es algo. Y, diré más, con todo lo "pura" que es "Paganini Horror" en su condición de "película de verdad" rodada a base de granulosos 35 milímetros y bla, bla, bla, me quedo con el despropósito digital posterior. Resulta bastante menos mortecino y denota el gozo que su director invirtió al realizarlo, todo lo contrario que el título ahora reseñado.
Por lo demás, pues un Donald Pleasence visto y no visto cumpliendo la papeleta a cambio de un bocata (luciendo esa sonrisilla golfa a la que solía recurrir para disimular las pocas ganas), un puñado de actores habituales de esta clase de materia (la negadísima Jasmine Maimone estuvo en "Demons", Pascal Persiano -gran apellido- en "Demons 2", Maria Cristina Mastrangeli repetiría en el futuro con el Cozzi más digital y Pietro Genuardi se prestaría a actuar en "Las puertas del infierno" de Umberto Lenzi o "Mi novia es un zombie" de Michele Soavi) y, como solía ser habitual, un maravilloso póster confeccionado -muy evidentemente antes de rodarse la película, pues la coincidencia de elementos es mínima- por ese "mostro" llamado Enzo Sciotti.

sábado, 13 de septiembre de 2025

IL GATTO NERO

Siempre pensé que "La madre del mal", última aportación de Dario Argento a su particular saga de las progenitoras cabronas (ya saben, precedida por "Suspiria" e "Inferno"), era lo que normalmente llamamos un "final deslucido". El fandom -y nuestro Víctor- flipó con ella, pero por la cantidad insalubre de gore bruto y desaforado. Sin embargo, tras la hemoglobina, no había nada. Y lo que había, tampoco valía mucho. De hecho, en mi más reciente revisión, no pude ni terminarla y me fui a dormir pensando aquello de "¿Podría haber un cierre peor que este?". Pues sí, podría. Tal y como descubrí con horror hace unas cuantas lunas.
Dicha joya comporta, además, una serie de problemas extra. De entrada, la ensalada de títulos. Me decantaré por el más "oficioso", "Il gatto nero" (tengan en cuenta que en algunos países llegó a estrenarse como ¡¡la sexta entrega de "Demons"!!). El otro problema es su director, el entrañable Luigi Cozzi / Lewis Coates. Me cae bien, la verdad, y duele admitir que su película es un truño inconmensurable.
Al mentado empacho de títulos debemos añadir un origen "caotizante". De primeras el proyecto nació como esa tercera parte oficial -mucho antes de "La madre del mal"- con guion de Daria Nicolodi y supuesta dirección de Dario Argento. Sin embargo, el asunto se fue al agua y, años después, la Nicolodi cedió su libreto a Cozzi quien, al no querer asumir la responsabilidad de poner fin a una franquicia tan respetada, se sacó de la manga un seudo homenaje, incluyendo en la trama referencias directas a "Suspiria", a Argento y reciclando la famosa banda sonora de "Goblin" para sendos pasajes (también hay guiño a "Seis mujeres para el asesino", recreando a su famoso psycho-killer, cosa que repetirá en el futuro). A Daria Nicolodi no le gustó el desaguisado y se apartó. Entonces, entra en escena Menahem Golan con su nueva y flamante "21st Century" dispuesto a adquirir la cinta. El hombre se había comprometido a rodar una adaptación de "El gato negro" según Edgar Allan Poe (muy de moda entre gerifaltes del subproducto por ahí finales de los ochenta) y, a falta de nada concluso, decide que la peli de Cozzi, con oportunos cambios y añadidos, daría el pego. Así, le pide al director que meta alguna referencia al relato de Poe y filme sendas escenas de un felino negro andando por ahí. El italiano accede (¡faltaría!), dando como resultado el esputo del que ahora les hablo. La presencia de la obra literaria es nula. Se justifica como la película dentro de la película que anda protagonizado la protagonista, ¿suena a galimatías?... pues eso no es nada. Como resultado obtenemos el gag más simpático de "It gatto nero", el director de dicha película dentro de la película no es otro que Michele Soavi, quien por la misma época rodaría "El engendro del diablo" -nacida de primeras como el "Demons 3" oficial. Sin embargo, trifulcas legales desestimarían su pertenencia a la saga... aunque en algunos mercados así es como se vendió, esta vez de manera no oficial. ¡¡Menudas paradojas pajeras!!-.
El caso es que la mentada actriz es pareja de un director de éxito especializado en horrores, quien anda preparando su nuevo gran proyecto, nada menos que un film basado en la existencia de otra de las terribles brujas de Thomas De Quincey (al que ya estrujaron Argento y la Nicolodi en su día), "Levana". Al ser mentada la invocan y despierta muy cabreada, con ganas de reencarnarse en el bebé de la protagonista... o eso creo. Por ello, se pasa el rato atormentándola a base de visiones propias de un mal refrito de "Pesadilla en Elm Street", mientras va despachando al resto del reparto en secuencias de licuosa y divertida truculencia, destacando ese estómago estallando al que tanto partido había sacado ya Cozzi en su "Contaminación: Alien invade la tierra".
Sentadas las bases, lo que queda es jolgorio narrativo y aburrimiento al peso.  Efectivamente, NO estamos ante la tercera de la saga, pero PODRÍA haberlo sido y eso provoca cagarrinas. Como parte del asunto "tributoso", Cozzi procura imitar las maneras de Argento recurriendo a luces de colorines y un inadecuadísimo rock duro -cortesía del grupo de tercera "Bang Tango"- ambientando sonoramente los momentos intensos, aunque luego se expanda a casi toda clase de situaciones. Por supuesto, el afán mimetizador no garantiza nada, porque lo que queda va trufado de muchas incongruencias + momentos absurdos y ridiculizables (con especial fijación en el careto de patata rancia que gasta la temible "Levana", así como esa desconcertante escena en la que todo se revela un disfraz, pero no, pero sí, pero tampoco...)
El reparto viene compuesto por una galería de nombres condenados a participar en esta clase de simpáticos furruños. Florence Guérin (con cierta retirada a Rose Byrne), Urbano Barberini (prota masculino del "Demons" original), Brett Halsey (de impresionante filmografía en la que no falta nadie: Antonio Margheriti, Lucio Fulci, Bruno Mattei, Jesús Franco o ¡Francis Ford Coppola!), Luisa Maneri ("Vicios Pequeños", "Body Count") y, por supuesto, una madurita Caroline Munro haciendo lo que puede.
Me da penica, de verdad, pero esto no hay dios que lo soporte.

martes, 21 de diciembre de 2010

LA FURIA DEL COLOSO

Secuela directa de aquel afamado "El desafío de Hércules" en la que Lou Ferrigno, Luigi Cozzi/Lewis Coates y la "Cannon" vuelven a colaborar en otra risible muestra de "neo-peplum" deudor del cine-espectáculo Spielbergiano/Lucasiano que entonces imperaba... pero a lo pobre y ridículo. No cabe duda que la imaginación de Cozzi supera los medios a su alcance. Es muy loable ese despliegue de fantasía, lástima que no sepa materializarla adecuadamente.
Algun julai le ha robado a Zeus sus siete rayos. Sin ellos, lo único que nos espera a todos y más es el apocalípsis. Por ese motivo recurre al bueno de Hércules, quien tendrá la misión de recuperarlos y, en el camino, enfrentarse a unos cuantos monstruos.
Resulta paradójico que, contando con menos presupuesto que en su antecesora, esta segunda aventura del mazas sea un pelín mejor y un pelín, solo un pelín, menos patética. Ya saben, cuando no hay dinero, uno debe apretarse el cinturón y contenerse, tirando más por el camino práctico. Eso, en un film de estas características, es algo positivo. Así pues, Cozzi recurre a tios con disfraces para hacer de bichos antes que a terribles maquetones mal animados. El único en este plan que hay es una Medusa de plastilina absolutamente cutre (a quien Hércules destruye siguiendo los pasos de Perseo en "Furia de titanes"). El resto, muchos muchos pero muuuuuuuuuuuchos efectos lumínicos, destacando dos, la criatura infernal del inicio (por cuyo diseño parece robada de "Planeta Prohibido") y la gran lucha galáctica al final. Me consta que el realizador italiano quería que esta fuese muy espectacular, pero la "Cannon" le sacó de las manos los dólares necesarios y tuvo que espabilarse con, básicamente, dibujos animados de tirón minimalista, compuestos únicamente de líneas de color. Realmente miserable. A estos trucajes, hay que añadir mogollón de efectos de sonido tercermundistas y, en fin, la rutina habitual en toda Herculada que se jacte de serlo y que consiste en conseguir los objetos más extraños, cruzando los parajes más peligrosos de nombres rimbombantes, que lo conducirán a la búsqueda de otros objetos extraños en otros parajes de nombre rimbombante... y así hasta llegar a los 90 minutos de duración.
Ni que decir que tal trayecto está plagado, no de monstruos ni peligros, sino de risas y un moderado aburrimiento.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

AQUARIUS

Durante mucho tiempo consideré "Aquarius" como "la última película buena del cine de terror moderno italiano". Revisada recientemente, cambio el slogan a: "La -casi- única película buena del cine de terror moderno italiano".
Seamos prácticos, visto hoy, el trabajo de gente como Lucio Fulci, Sergio Martino, Umberto -papanatas- Lenzi o, especialmente, Lamberto Bava, resulta bastante aburrido. O, mejor, totalmente mortecino. Sin embargo, "Aquarius" no solo mantiene el tipo, además logra algo casi imposible de encontrar en un producto ítaloparlante adscrito al género de mis amores: No aburre. Y no solo no aburre, ¡entretiene!. Eso sí que es un milagro. Dentro de tal elitista tendencia también cabe el amigo Dario Argento, especialmente en sus mejores tiempos. Y no es puta casualidad, pues los lazos entre el padre de "Inferno" y Michele Soavi, director debutante en "Aquarius", eran bien fuertes. De hecho, la gracia de esta película es que se erige casi como testamento de la era dorada del terror italiano post-Mario Bava por así decirlo, el de los 70 y, muy especialmente, los 80. Y lo firma el pupilo más aventajado posible, el amigo Soavi, en cuyo curriculum previo encontramos el famoso documental que dedicó a su maestro Argento con "Il mondo dell'orrore di Dario Argento" para quien, antes de currar como director, lo hizo como asistente y actor (en "Tenebre", "Phenomena" y "Ópera"). Pero Argento no fue el único, también dio lo suyo para Lamberto Bava en idénticas funciones ("Cuchillos en la oscuridad", "Demons", el remake de "La máscara el demonio" y "Blastfighter, la furia de la venganza", en la primera hacía de -si la memoria no me falla- asesino travesti y en la segunda era el tipo de la media-máscara que reparte propaganda del estreno del film diabólico en el metro). Su vinculación al horror italiano no se queda ahí, ya que Soavi ha ejercido exclusivamente de intérprete en films tan característicos como "Alien 2", "Miedo en la ciudad de los muertos vivientes" (la de Fulci, para quien también colaboró en "El destripador de Nueva York"), "El día del cobra" (de Enzo G. Castellari), "Los invasores del abismo" (de Ruggero Deodato) o "Il gatto nero" (de Luigi Cozzi -amigo de Víctor-). Y aunque curiosamente su nombre siempre va asociado al de Argento, en realidad otro para quien curró a destajo en sus inicios fue el no menos legendario Aristide Massaccesi, más conocido como Joe D´Amato. Michele fue actor, co-guionista no acreditado y asistente en títulos tan variados y demenciales como "Bronx lucha final", "2020 Los rangers de Texas", "Terror sin límite", "Calígula 2" o "Ator el poderoso". Tal vez por ello fue Massaccesi, y no Argento, el primero en producirle un largometraje comercial, es decir, este mismo "Aquarius" que Aristide apadrinó desde su flamante "Filmirage" y que, como guinda del pastel, cuenta con un guión original de Luigi Montefiori, más conocido como George Eastman, el caníbal de "Gomia, terror en el mar Egeo" (dirigida por D´Amato, of course), que pal caso se esconde tras el alias de Lew Cooper. Ahí es nada. Visto lo visto, está claro que solo Michele Soavi podía cerrar el círculo aplicando lo aprendido y, encima, tan bien (y americanizando su nombre a Michael, como debe ser).
Un puñado de actores hambrientos, y su director, ensayan desesperadamente un espectáculo teatral de danza moderna sobre un anónimo asesino. Todo pinta que va a ser un desastre. Esa noche, la prota de la función, aquejada de dolores en el tobillo, hace caso omiso al jefe y se marcha al hospital más cercano para que le venden la pupa. Su presencia motivará la huida de un peligrosísimo psicópata que se le cuela en el coche, se carga a la chica de guardarropía del teatro y desaparece. Llega la policía, registra el lugar, no encuentra nada y se marcha dejando únicamente dos agentes que de poco servirán (uno de ellos encarnado por el propio Soavi). El director decide aprovechar el suceso y convierte su obra en un inesperado biopic del psycho-killer visitante... así que, pa meterse caña con los ensayos, se encierra a si mismo y a los actores en el teatro, escondiendo la llave. Poco saben todos ellos que el homenajeado también ronda por allí, dispuesto a cargárselos y, para más inri, la primera persona a la que asesina es la única que sabe dónde está escondida la llave de la puerta principal. La noche que les espera será de órdago.
"Aquarius" fui a verla el día de su estreno, al cine. Lo recuerdo muy bien porque los Viernes por la tarde solía reunirme con los idiotas de mis ex compañeros de EGB para acudir a las películas. En aquella ocasión, elegí yo. Naturalmente entonces ya sabía mucho sobre la peli de marras gracias a mis queridas revistas francesas, aunque la reconocía más por el título que allí recibió, "Bloody Bird". Al entrar, un sensacionalista cartel que el mismo cine se había sacado de la manga, nos advertía que lo que íbamos a ver era muy fuerte porque resultaba "totalmente verosímil". Menuda chorrada!!. De hecho, y aunque lo pasamos muy bien durante el visionado, al terminar uno de mis "amigos" criticaba el desenlace del film aludiendo, justamente, a su falta de verosimilitud. En fin, jóvenes presuntuosos. A mi todo aquello me daba igual, me la sudaba, había disfrutado como un enanito y salí bien saciado, ya que por entonces lo que buscaba con desesperación en un film de horror era la más generosa y gráfica truculencia y, en ese sentido, "Aquarius" iba la mar de bien servida. ¡Qué tiempos aquellos en los que el cine de terror incluía gore valiente y gráfico, pero en sus justas dosis, sin caer en el exceso por el exceso, ni el humor, ni la estilización en busca de la aprobación de las élites políticamente correctas!, preocupándose más por ser "una de miedo con gore" que "una gore con miedo" o, peor, "una gore con gore" o, ya de pesadilla, "una gore con risas".
El caso es que, menos experimentado en estas lides, consideraba "Aquarius" una muestra moderna de "giallo". Bien cierto es que guarda algunas características propias de esa clase de cine, pero en realidad la obra de Michele Soavi encaja mucho mejor en la etiqueta de "slasher". ¿Una mezcla de lo mejor de ambos bandos?, pues sí, me parece bien. Por parte "slasher" tenemos a un asesino mudo e imparable ataviado con un uniforme negro y una máscara de lo más chanante. Esa cabeza de búho gigante es ya legendaria. Tenemos el grupo de jóvenes servidos para ser asesinados con las más variadas armas y los crímenes más impactantes y sangrientos, que incluyen cosas tan clásicas como hachas o una surrealista pero efectivísima sierra mecánica. Y tenemos el climax en el que la "final girl" y el malo se enfrentan cara a cara, así como la aparente invulnerabilidad del segundo. En el terreno del "giallo" encaja el mini-puzzle que resolver del final, el asesinato enfocado como todo un arte (los cadáveres de las víctimas reunidos es algo muy "slasher", pero no lo de presentarlos de forma tan artística) y, en general, la concepción elegante, bonita y estilizada que Soavi tiene del terror, algo directamente heredado de su amigo y vecino Dario y que destaca especialmente con la hipnótica y pomposa banda sonora, así como con esas plumas flotantes o los números musicales de la obra que ensayan los protagonistas (el sumum de lo cual viene cuando la que conoce la ubicación de la llave es asesinada brutalmente delante de todos, convencidos de que el agresor es el actor disfrazado. Ese es uno de los momentos más "giallo", más Argento, de la fiesta, a base de soundtrack orquestal e iluminación azulada).
Hace unas líneas hablaba de los asesinatos truculentos y salvajes. Déjenme volver a ello. En la época se consideraba "Aquarius" como una película "fuerte" y seguramente en 1987 sí encajaba en la etiqueta. No estábamos tan acostumbrados a ver de modo claro y sin disimulos cómo una sierra mecánica abría el estómago a un tipo, y aquí es algo que está bien presente y, además, rodado de modo muy efectivo, muy tétrico, con una linterna como única fuente de luz, el asesino con la máscara salpicada de sangre y la víctima, gritando agónicamente, rodeados de oscuridad y asentados sobre un Argentiano suelo inundado de agua. Brillante. En posteriores entrevistas Soavi decía que no se consideraba muy amigo del gore (¡ni del terror de los ochenta!, al que acusa de poco imaginativo), pero que aceptaba que un film de terror iba ligado a la muerte y la sangre, y que en cierto modo esta última era lógicamente inevitable. También comentaba que el presupuesto con el que contaron para "Aquarius" era mínimo, y que lo efectos especiales se resolvieron del modo más rudimentario. Hay una chica -embarazada!- que es partida por la mitad y cuando se revela su medio-cuerpo, nos damos cuenta que se trata de un auténtico maniquí al que han pegado unas tripas. No digo que cante hasta el extremo de resultar risible y chapucero, para nada, pero sí es verdad que el momento pasa fugazmente ante nuestros ojos evitando resultar demasiado evidente. Lo mismo que la decapitación del director de la obra de teatro. Pero que nadie se confunda, porque esa pobreza queda totalmente compensada por la inmensa capacidad de Michele Soavi, que se muestra como un cineasta de lo más talentoso a la hora de dotar de ritmo a su película, de sacar buen partido del montaje y, en fin, de jugar con el suspense. "Aquarius" es impactante y sangrienta, sí, pero también emocionante. Digamos que podríamos partirla en cuatro cachos. Arranque, masacre (donde mueren el 90% de los personajes secundarios, sin descanso), enfrentamiento y desenlace. El enfrentamiento es el segmento más delicado porque, casi sin diálogos, y a base de sonido e imagen, el director se centra en el puro suspense, cuando el psycho-killer tiende una trampa a la "final girl" que debe agenciarse la llave de la puerta sin que su agresor se de cuenta, aunque lo tenga a medio metro. Muy logrado momento de puro cine, que eclosiona con el inevitable bis a bis de la  pareja, destacando el instante de él colgando del techo y deslizándose por un grueso cable hacia ella. De infarto.
Quizás uno de los puntos más flojillos de la película sean algunos de sus actores, ya sabemos que en la mayoría de las pelis de terror italianas suelen ser muy malos, ridículos. Aquí se salvan de la pura quema por los pelos, aunque queda sitio para algunas sobreactuaciones notables. Sin embargo, la mayor de todas ellas da el pego, porque se trata del director de la función teatral, un tipo ególatra, cruel y manipulador al que el rollo histriónico le va como anillo al dedo. De hecho, es uno de los personajes que más recuerdo dejan y para mi significó descubrir al actor que le da vida, David Brandon y sus notables orejones. Había protagonizado "Caligula 3" para el mismo Joe D´Amato (un evidente exploitation de la de Tinto Brass, donde ya coincidió con Soavi), y luego también saldría en el "Crímenes en portada" de Lamberto Bava. Pero su rol más extraño y atípico es el primero, haciendo de ángel "Ariel" para Derek Jarman en su epopeya arty-punk "Jubilee" (connotaciones de una carrera paralela en el teatro y otras artes más elevadas y respetadas).
Barbara Cupisti es la guapa "final girl" de rigor que has visto también en películas de algunos clásicos como Fulci ("El destripador de Nueva York", ¡su debut!), Argento ("Ópera"), o el fucking Lenzi ("La porte dell´inferno"), así como en "El engendro del diablo" y "Mi novia es un zombie" del mismo Soavi (a lo tonto él y la moza llevaban años coincidiendo en la pantalla, así que será verdad eso de que son o fueron pareja, apunte este que no he podido corroborar).
Sin embargo, el rostro más mítico de todo el film es el de un -habitualmente- sobreactuado Giovanni Lombardo Radice (alias John Morgen) haciendo de supergay. La fama a nivel fandom le llegó cuando Fulci decidió taladrarle la cabeza en "Miedo en la ciudad de los muertos vivientes" y Lenzi castrarlo para "Caníbal Feroz". Lo vi in person en su visita a un festival patrio, pero -paradójicamente- era más soso que una cocacola con solo cinco cucharadas de azúcar.
Terminamos este repasito con la fea Mary Sellers (sin vínculos con el inspector Clouseau) y que también mostraba su poca atractiva faz en el temible remake de "La máscara del demonio", cortesía de Bava hijo de... Mario, "Contamination .7" (de D´Amato) y "Ghost House", de -oootra vez- Umberto Lenzi currando para "Filmirage". Curiosamente esta costrosa peliculita que consumí en un cine porno justo cuando probaba suerte proyectando otra clase de productos menos grumosos (¡¡vamos, ni el puto "deuce" y sus cutre-cines!!), reciclaba el soundtrack completo de "Aquarius" que -como ya he señalado- está muy bien y tiene un peso importante en la película. Uno de sus tres responsables, probablemente el más reconocible, es Simon Boswell, inevitablemente ligado al universo de Dario Argento y que también ha puesto su talento al servicio de una ralea de films sin desperdicio: "Phenomena", "Demons 2", "Crímenes en portada", "Karate Kimura" (!), "Santa Sangre" (estupenda su partitura para este clásico de Alejandro Jodorowsky producido por el hermano de Dario), "Hardware, programado para matar" y "Dust Devil" (Richard Stanley siempre se ha declarado admirador del dire de "Suspiria"), "El señor de las ilusiones" (de Clive Barker) y, muy recientemente, "The Theatre Bizarre" (obviamente en el capítulo firmado por Stanley) y la horrenda e incomprensiblemente reputada "The ABCs of death".
¿Y qué le pasó a Michele Soavi después?, pues que Terry Gilliam vio "Aquarius" y le gustó tanto, que decidió ficharlo como director de segunda unidad en "Las aventuras del barón Munchausen". Contaba también Gilliam que el amigo dio bastantes problemas durante el rodaje a la hora de agenciarse más dinero del acordado por obra y gracia de cierto "grupo de presión" de poca recomendable casta. Con todo, Soavi declaraba en "L´Ecran Fantastique" que había decidido subirse al carro para vivir la experiencia y aprender. Movidas raras pero, al parecer, no tan graves porque años después Gilliam y el italiano volverían a encontrarse, repitiendo roles, en la espantoide "El secreto de los hermanos Grimm"... así que, nunca se sabe.
Luego llegaron "El engendro del diablo" y "La secta" (esta vez, sí, producidas por su querido Dario Argento, que metió bastante la mano en ambas) y la peli que le consagró, la bonita, curiosa, chorra y rara "Dellamorte Dellamore", subnormalmente titulada en España "Mi novia es un zombie" de la que Martin Scorsese posee una copia en su colección privada. Cuando parecía que Soavi iba a alcanzar la cima (le llegaban ya propuestas desde Hollywood, como dirigir la vomitosa "Abierto hasta el amanecer"), movidas de corte personal/familiar le retiraron del cine durante cinco largos años, truncando su prometedora carrera. Retomó la silla del director para la televisión italiana, donde dirigió algunos telefilms policíacos que ni he visto, ni me apetece ver. Hace poco leí que el muchacho tenía intención de regresar a la big screen y con una de terrores, pero habrá que ver qué pasa, porque los tiempos han cambiado mucho y tal vez su creatividad haya caducado. O no, veremos. De momento y hasta entonces, podremos gozar ad infinitum de este "Aquarius", clásico del terror moderno mundial que, como dicen los yankees, es "highly recomended". Sin duda alguna.

lunes, 28 de abril de 2014

CONTAMINACIÓN: ALIEN INVADE LA TIERRA

De los muchos “ExplotaitionItalianos de “Alien, el octavo pasajero” que se estrenaron en la gran pantalla, mi favorito siempre ha sido este “Contaminación: Alien invade la tierra” –“Contamination” en su versión internacional o  “Alien arriva sulla terra” en su versión original, que el avispado de José Frade tuvo a bien distribuir en nuestro país –lo solía hacer con casi todo lo que llegara del país de Jaimito, este incluido- con terrible éxito. Y es mi favorito, no porque si. En primer lugar lo es porque, siendo yo tierno infante en el momento se su estreno, hasta pasados muchos años pensé que la original de “Alien”, la americana, era esta. Lo mismo me pasó con “Otra Loca academia de Policía” (ver en “Malas pero Divertidas”) pero bueno eso sería otro cantar. Y en segundo lugar, porque a pesar de lo cutre y chabacana que es, todavía a día de hoy, es altamente disfrutable, entretenida, entrañable, y follada de ritmo, cosa que se agradece.
La policía se encuentra en un barco, en el que por motivos extraños toda su tripulación ha muerto, unas cajas de café en cuyo interior, en lugar de café, se encuentran unos huevos cuya yema, al tomar contacto con los humanos, hace que estos revienten por dentro. Pronto el gobierno descubrirá que estos huevos son de alienígena y también, que el origen de todo esto está en Colombia. Así que viajan hasta allí, un poli, una alto cargo del gobierno y un astronauta que estuvo en Marte y que sabe dos o tres cosas sobre el asunto. La cosa terminará como el rosario de la aurora, con un muñecajo devorador de humanos, que permanece estático en su sitio.
Dirigida por el ayudante de Dario Argento, Luigi Cozzi, cuya filmografía más selecta está firmada bajo el pseudónimo de Lewis Coates, este caballero cuando no estaba haciendo películas de “Hercules” para lucimiento de Lou Ferrigno,  lo que hacía era expoliar conceptos de éxitos americanos –o eso pensamos… porque la realidad, es que solo “Contaminación: Alien invade la tierra” y “Star Crash: Choque de galaxias” son plagios, de “Alien” y “La Guerra de las galaxias”, respectivamente- y de ahí su fama. Pero lo chocante de su carrera no es esto, si no que, siendo Italiano, y de la tradición de directores de la que proviene, Cozzi, tiene una filmografía demasiado escueta. No obstante, y siendo un manazas funcional, su “buen” hacer detrás de la cámara, le sitúa un par de peldaños por encima de otros “Artesanos”, que es como se les llama a los inútiles, de coetáneos tales como Lenzi o Fulci, de los que si digo lo que pienso, puedo temer por mi integridad, ya que una horda de fans retarderds de estos italianos, pueden firmar mi sentencia de muerte con tan solo pronunciar el nombre de sus dioses en bano.
Y es que “Contaminación: Alien invade la tierra” es ligeramente superior a cualquier clásico Italiano de aquella época. Como ya he dicho, al menos está entretenida y el paso del tiempo no la ha deteriorado tanto como a otras de aquellas mierdas.
Eso sí, cutreces no le faltan. La más destacable es la maqueta, más o menos bien construida, que simula una gruta del planeta Marte. En ella, hay unas decenas de los huevos protagonistas; bien, todo va de puta madre, hasta que en un momento, un foco ilumina esa maqueta, dejando claro que los huevos no son tales, sino ¡¡aceitunas!! ¡Resuelven la papeleta de los cientos de huevos de Alien, colocando en la maqueta aceitunas, algunas de ellas, incluso, con el rabito!
Sin embargo, todo lo referente a gore está más que bien servido. No solo la cámara se recrea sabiamente en mostrarlo, sino que este, obra del maestro de los efectos especiales  Giovanni Corridori (“Tenebre”, “La espada Salvaje de Krotar” por citar algunos de sus trabajos, y que acabó trabajando para Hollywood”) está tan terriblemente bien hecho, que da cierta grima. Un trabajo bárbato.
La película, no es un plagio propiamente dicho de la de Ridley Scott, es decir, que no copia o simula las desventuras de Ripley y su séquito a bordo de una nave parecida al Nostromo. Solamente toma prestado el concepto huevil, para en torno a esto, contarnos una historia que nada tiene que ver con la de la película expoliada; a parte de los huevos, las reventadas de estomago y el climax final, que recrea en su justa medida la ambientación de la nave de “Alien, el octavo pasajero”, absolutamente nada tiene que ver con ella… claro que de cara al incauto público, si esto puede pasar por secuela directa, mejor que mejor.
No obstante diré que mientras la genuina “Alien”, la incuestionable obra maestra, me parece un absoluto coñazo, ya les digo que este plagio me parece una película simpatiquísima, que efectivamente, me gusta mucho más que la original. O al menos, tiene más ritmo. Aunque no me tomen por imbécil; se cuales son los valores cinematográficos de cada una de ellas. Y en definitiva, “Contaminación: Alien invade la tierra” es una basura de las que hacen época, pero una basura bien digna y divertida, por lo que ya pasa a ser buena.
En el reparto tenemos a Ian Mc Culloch, presente en cosas tan icónicas del fantástico italiano como puedan ser “Nueva York bajo el terror de los Zombi” o “Zombi Holocausto”, la gabacha  Louise Marleau y el tan Italiano que es incapaz de parecer Americano, solo por lo mucho que gesticula, Marino Masé, todo terreno habitual de los “Polizescos” que también coqueteó con la comedia (“Otra loca academia de Policía”) o el terror (“Bestia Asesina”) y acabó actuando en “El Padrino III”.
Absolutamente entrañable, y a su modo, y en lo suyo, imprescindible.

domingo, 23 de enero de 2011

EL DEVORADOR DEL OCEANO

Cuando era chaval, esta peli me llevó loco durante un tiempo. Había leído sobre ella en algún "Mad Movies" donde la ponían a bajar de un burro, y destacaban burlonamente el aspecto de su criatura submarina porque, decían, ¡parecía la versión hardcore del Pacman!. Sabía que su director era Lamberto Bava, y que cuando rodaba pelis no estrictamente de terror, usaba el pseudónimo de John Old Jr. (simpática coña esta dado que su respetado padre, Mario, usaba el de John Old), como ya hiciera con "Blastfighter". El día que la localicé en un video-club cortesía de José Frade (entonces usaba cajas rojas más pequeñas, formato este que también lucía "Descanse en piezas") se me cayeron las pelotas al suelo cuando en tareas de dirección no estaba ni Lamberto, ni John... sino Martin Dolman. ¡¿Martin Dolman?!, ¿pero ese no es Sergio Martino?. Las cosas no cuadraban. Obviamente, en aquellos lejanos times no conocía la especialidad del sello Frade en meter la pata de esta y de otras maneras. Pero hoy sí puedo asegurarles de que este "El devorador del oceano" lo firma Lamberto Bava/John Old Jr. (básicamente porque lo pone en los créditos, nos ha jodido) y que Martino/Dolman comparte tareas de idea/guión con otros monstruos del cine popular italiano de los 80 como Luigi Cozzi/Lewis Coates o Dardano Sacchetti. ¡Que maravilla!... es decir, a priori, porque "El devorador del oceano" no es ni por asomo el más interesante trabajo de ninguno de estos estetas. ¿El peor?, nah, tampoco (de hecho, de Bava hijo hay cosas mucho más horripilantes, como "Disturbios en el cementerio" sin ir más lejos).
Aquí no hay truco: Un monstruo tremebundo (que sí, se parece a Pacman) ataca a bañistas e incautos en el típico pueblo costero de turno. La experta de turno, con ayuda del experto de turno, deciden unir fuerzas para pararle los pies... o los tentáculos, sin saber que hay "algo más" oculto tras el bichejo.
En fin, pues rutina pura. Genuina escuela del exploit italiano con sus pros y contras (algo parecido a lo que ocurre con "Destroyer"). Hay que decir que en el Imdb muchos merluzos se ceban excesivamente con esta peli. Yo no creo que sea TAN mala. A decir verdad, casi la prefiero a los productos actuales de engendros marinos producidos por Syfy Channel o Asylum. sobre todo el monstruo, que tiene su gracia y hasta da el pego en algunos momentos (por cierto, muy feos esos primeros planos de un pulpo real retorciéndose ante el efecto de las llamas, ¡¡que hijosdeputa estos fetuccini!!). Es verdad que el montaje resulta algo atolondrado y que muchas secuencias terminan abruptamente, como si aún les quedara algo más que mostrar. Pero no se hagan ilusiones, no creo que sea ni sexo (que no hay ni gota) ni violencia (que sí hay, pero poca y sobre todo recogida en la parte final, con alguna sutil dosis de gore), simplemente estamos hablando de cine de bajo presupuesto de los 80 con un corazón amplia y genuinamente italoparlante!.

sábado, 25 de febrero de 2023

PAURA (DARIO ARGENTO)

Ahora que acabo de consumir las 384 páginas de "Paura", la autobiografía del célebre Dario Argento, si tiro de memoria para recuperar mis pasajes favoritos y/o + destacables, solo me vienen dos cosas: que Argento era un niño rico y todos los pasos importantes en su carrera los dio gracias a su padre (desde entrar como crítico de cine en un periódico, a conseguir financiación para su primer largometraje). Y que, con el fin de poner a raya a un fan acosador, recurrió a sus amigos / colaboradores Luigi Cozzi y Michele Soavi para que... ¡¡le dieran unas pocas hostias intimidatorias!! Y lo cuenta el propio Argento, así que será verdad. Chungo, ¿eh?
Del resto, poco recuerdo. Con eso no quiero decir que no me haya gustado. Para nada. Viene repleta de información, mucha honestidad por parte del cineasta (habla sin tapujos de algunos momentos vergonzantes de su existencia humana, entre los que debería figurar la pobre lagartija atravesada por un alfiler -todo real- en la aburridísima "Rojo Oscuro", pero, a pesar de mencionarlo, no entra en detalles) y gasta un ritmo acelerado. No aburre ni un segundo, aunque todo me ha resultado como bastante de manual. Sin más sorpresas que las expuestas en el párrafo de apertura.
Argento nos cuenta sus primigenios pasos en la vida, y solo se detiene en sus primeras ocho películas. Es decir, desde "El pájaro de las plumas de cristal" a "Inferno". Se siente orgulloso de ellas y es consciente de su buena prensa mundial, de ahí que se curre los respectivos capítulos narrando gestación, anécdotas del rodaje y posterior estreno. A partir de "Tenebre" va limitando más y más la información, hasta sus títulos recientes menos exitosos y mucho menos reconocidos, algunos de los cuales trata en cuatro líneas, como "El jugador". Y no me extraña. Sin hacer grandes esfuerzos literarios, canta como una almeja el deterioro creativo del cineasta. De autor ambicioso, repleto de ilusión, ganas e inquietudes, a mero artesano que asume su condición de "nombre de peso en el género del terror" y rueda como quien va al curre, ficha y se ve sumido en la más absoluta rutina.
De entre los seres queridos de Dario Argento, parece que la favorita sea su hija Asia, a la que menta continuamente, incluido cuando tocaba rodar escenas de desnudos y sexo, lo que no deja de resultar curioso... y un pelo perturbador.
El libro se detiene tras la terrible "Drácula 3D". Argento comenta que está currando en "The sandman", pero como saben nunca llegó a buen puerto. La reciente, y aséptica, "Occhiali neri" queda fuera.
Las citas cultas efectuadas por el cineasta son innumerables. Los artistas del pasado, escritores de categoría, pintores y arquitectos son sus grandes héroes. A la hora de abordar cineastas admirados, pues los de siempre (Hitchcock, Ford...) y otros que aún casan menos con el universo y la maneras de Argento, pero ahí están (Antonioni, Visconti...) Sé que es una tontería "decepcionarse" con eso, algo que ya tengo asumido y todos conocemos de sobras, pero no lo puedo evitar.
Recomiendo el libro a los fans del filmmaker por lo obvio, pero también a cualquier otro ser humano que busque lectura entretenida y 
cuya principal pasión en esta vida sea sentarse frente una pantalla en busca de sueños y evasión.

sábado, 25 de noviembre de 2023

LIGHT BLAST

La primera vez que consumí esta película, hace tres décadas y pico (viene fechada en el sagrado año de 1985), me llevé una impresión positiva. La encontré sorprendentemente entretenida. Eso hace incomprensible que, ante semejante reacción, no la copiara de vídeo a vídeo para incluirla en mi colección. O, al menos, la alquilara una segunda vez. Llevaba sin verla desde entonces, así que "algo malo" tenía que haber ahí. Era ya momento de echar luz al misterio.
Un científico tarado y resentido amenaza a la ciudad de San Francisco con destruirla si no le dan un montón de dineros. ¿Cómo? pues usando un láser potentísimo que hace explotar relojes y derrite objetos -y personas- como si fueran mantequilla al sol. El típico policía socarrón y echao palante será el que se ponga con el caso, investigue, mate a unos cuantos y salve la papeleta.
Pues sí, enigma resuelto: No me la copié en su día, y no volví a alquilarla, porque "Light Blast" es un rollo. ¿Entonces, a que vino esa sensación de positividad? Seguramente gracias a las escenas de efectos especiales, tan cutres como encantadoras. Concretamente, las de peña derritiéndose tienen toda la pinta de intentar recrear, a lo chusco, el final de Ronald Lacey en "En busca del arca perdida". Un poco lo que en su día hizo Luigi Cozzi con "Contaminación: Alien invade la tierra" respecto al pecho estallando de "Alien, el 8º pasajero" . Pillo el elemento más shock del film de éxito y, como buen exploiter, lo replico tropecientas veces a lo largo de la película. Teoría que no es de sorprender teniendo en cuenta que tras "Light Blast" se oculta otro clásico del subproducto italiano, Enzo G. Castellari. Incluso esta vez se curra el guion a pachas con un tío de extrañísimo y sospechoso nombre... ¿Titus Carpenter? ¿En serio? (obviamente, en realidad se trata del italiano Tito Carpi, con un extensísimo CV de películas de acción, erotismo, comedias y demás, entre ellas varias del mismo Castellari)
Y, claro, si le quitas los momentos de mayor enjundia truculenta a "Light Blast", lo que queda es... bfffff... muuuuchas escenas de transición que no aportan nada, pesquisas detectivescas eventualmente coronadas por algo llamativo, pero demasiado poco. Pal caso, pues algunas explosiones, algunos "stunts" jodidos (de verdad, ¿qué loco se prestaría a escenas de ese porte en una de bajo presupuesto, especialmente confeccionada por fetuccinis?), violencia y sendas ideas graciosas, como esa tanatpractora que ahostia al prota y este, cuando se rebota, le importa un pimiento que sea una tipa -y guapa-, la machaca que da gusto y remata de un balazo. Al final, inevitable extensa persecución sobre ruedas por las calles de San Francisco. Y, by the way, que se sitúe ahí, la ciudad de "Harry Callahan", no es lo único que nos trae a la mente a tan magno personaje, la misma idea de un criminal amenazando a los capitostes de la ciudad o la del policía entregando el dinero en un maletín a base de recorrer la urbe, contribuyen a ello. Pero, por desgracia, eso no otorga más lustre al film de Castellari.
Protagoniza el sarao todo un rey del zetismo, Erik Estrada, quien, como muchos de su porte, vivió momentos de cierta gloria en los setenta/ochenta gracias a una serie de televisión ("CHIPs"), para terminar con los huesos en el cine de baja estofa, siguiendo a rajatabla las órdenes desordenadas de señores como Andy Sidaris, Gene Quintano, Joseph Merhi o el inevitable Fred Olen Ray, además de mucha caja tonta, el medio donde mejor se manejaba.
En España "Light Blast" fue distribuida por "Dister" tirando de una maravillosa ilustración del gran E.Sciotti y otro detalle muy de la época: por aquello de ocultar el origen italiano del dire, quitan lo de Enzo G. y se quedan con E.Castellari, que suena menos flagrante.

domingo, 6 de noviembre de 2016

LOS FOTOCROMOS DE "CUATRO MOSCAS SOBRE TERCIOPELO GRIS"

En la época que era declarado fan de Dario Argento hubiese dado un riñón por ver esta película, entonces bastante difícil de localizar. Una de sus primeras obras ubicadas en pleno periodo pro-giallo. Años después conseguí verla durante el Festival de Sitges en pantalla grande como parte de una retrospectiva dedicada al italiano. ¿Valió la pena esperar tanto?, bueno, la encontré un poco aburrida, pero aún así me gustó.
Recientemente me la agencié de nuevo para darle un repaso y de este modo acompañar sus fotocromos con un poco de bla bla. ¿Resultado?, ¡menudo tostón!. No es ya que pueda ser peor o mejor dentro de la obra del papá de "Suspiria", es que directamente no soporto sus patéticos intentos de comedia y en "Cuatro moscas sobre terciopelo gris" hay muchos (¡Dario, no te dediques al humor que no es lo tuyo, cojones!). Sin hablar ya de la violencia, bastante más suave que de costumbre. Técnicamente tiene sus aciertos, sí (ese accidente en cámara lentísima), pero a rasgos generales no me gustó. Me aburrí mucho y un poco más.
Lo que llama la atención son algunos de los nombres que van apareciendo a lo largo de los créditos y en diversas funciones, gente como Mimsy Farmer (habitual del espagueti-trash, la has visto en pelis de Fulci, Deodato, Crispino o Margheriti), Bud Spencer, Ennio Morricone, Carlo Rambaldi y el eterno Luigi Cozzi. Como nota curiosa mentar que el prota, Michael Brandon, interpretaba al Senador Brandt en “Capitán América: El primer vengador”, es el tipo que convence a Steve Rogers para salir a los escenarios a dar un puñetazo a Adolph.

En cuanto a "Cuatro moscas sobre terciopelo gris", desde luego no puedo decir que esté entre lo mejor de Dario Argento, pero ya que tenemos sus entrañables fotocromos (además, parece que completos), se los dejamos para que puedan darle gusto a sus respectivas mingas. 












sábado, 30 de agosto de 2014

LOS OJOS DEL DIABLO

Aunque ya en 1978 Dario Argento y George A. Romero compartieron créditos en la mítica "Dawn of the dead" original, no sería hasta el año 1990 cuando realmente se repartirían -creativamente hablando- la paternidad de una película, este "Los ojos del diablo", "Two Evil Eyes", "Due occhi diabolici" (originalmente bautizada como "Poe", tal y como demuestra el pre-cartel que les dejo por ahí abajo, o "Metropolitan Horrors"), producción italo-yankee que jugaba con una premisa a priori atractivísima para cualquier aficionado medio, dos maestros del género unían fuerzas para adaptar sendos relatos de un titán de la literatura macabra, Edgar Allan Poe. Lástima que pal cambio de década Argento y Romero habían perdido ya un poco su "punch" (aunque nada comparado a lo que vendría después), algo que a mí no me importó ni un pimiento, que corrí al cine para ver la película resultante el día de su estreno. Es interesante señalar que, en principio, los directores no iban a ser únicamente el italiano y el de Pittsburgh, también querían liar a gente como John Carpenter, Wes Craven, Stuart Gordon o Clive Barker, aunque lo problemático de aunar calendarios convenció a sus perpetradores (los Argentos, Claudio y Dario) de que lo más fácil era contar con aquel al que ya conocían y con quién habían currado previamente de manera harto satisfactoria. De haberse materializado el pifostio tal y como se quería en un principio, hablaríamos ahora de todo un hito en el género.
Puesto que se trata de la unión de un par de mediometrajes, bastante diferentes a pesar de churrupetear del mismo escritor, me permitirán que anal-ice cada uno como si de dos títulos totalmente independientes se tratara. Y si no les gusta, que les den.
LA DE ROMERALES: El viejo Georgie se encargó de adaptar mi relato favorito de don Poe, "La verdad sobre el caso del señor Valdemar". Evidentemente, y dado el nivel de paletismo que acarreo, no he leído el texto original, pero sí vi en su día las versiones que firmaron Roger Corman y Narciso Ibáñez Serrador y en ambos casos (pero sobre todo el segundo) me cagué de miedo. Su concepto siempre me pareció genuinamente aterrador. Un tipo que fallece mientras se encuentra en estado de hipnosis, lo que lo mantiene atrapado en el limbo. Su cadáver se marchita, pero su mente aúlla agónicamente con un "¡Estoy mueeeerto!". Uf, escalofriante.
El caso es que George Romero lo pilla y lo lleva a su terreno, el del director de cine de horror cansado ya de la puta etiqueta y de tener que estar siempre liado con muertos vivientes y bichos apestados. La suya es una versión muy culebronesca, que hace más hincapié en el drama y el suspense que en el terror puro. La esposa de un millonario al pie de la tumba anda liada con el médico de este. Juntos planean aprovechar hasta el último halo de vida que le queda al viejo para que, mediante hipnosis, firme todos los documentos posibles y les ceda sus riquezas. Pero el tipo la palma en pleno subidón, lo que impedirá cruzar el portal del más allá y se montará un cristo de órdago, volviendo de la pre-muerte para cometer venganza.
Contaba don Romero que en aquellos tiempos andaba de bajona por el fracaso en taquilla de "Atracción Diabólica" y que aceptó el proyecto porque no requería una gran implicación emocional por sus partes. Y se nota, ya que le quedó muy fría, sosa, plana y -decían en la época- telefílmica. Él mismo así lo reconoció poco después, confesando que se sintió fatal después de ver el despliegue de imaginación que invirtió Dario Argento en su propuesta. Y hasta el italiano comentaría por ahí que en aquella ocasión la inspiración de Georgie anduvo bajo mínimos. Yo mismo me aburrí mortalmente cuando la consumí y durante mucho tiempo tuve un concepto muy pobre de ella, seguramente por su casi ausencia de gore, algo por entonces muy ligado a la obra del padre del zombie moderno. Pero el otro día, y como suele pasar, me pareció bastante mejor de lo que la recordaba. Sí, es cierto que no transpira ni mucha pasión ni mucha vida, que Romero puso el automático y tiró millas, pero aún así, su sobriedad, su saber hacer, su acabado más que solvente y su guión, bien parido y estructurado, la convierten en un producto bastante digno.
Contribuyen a ello sus actores, especialmente cuatro que ya habían currado previamente con
Romero en otra antología, la maravillosa "Creepshow", es decir, una ya avejentada Adrienne Barbeau (que lo hace muy bien, la verdad), Bingo O'Malley, E.G.Marshall y el bueno de Tom Atkins. Completan el cuadro Ramy Zada, muy popular en mi tierra durante inicios de los 90 a raíz de su protagonismo en una serie co-producida por la televisión de Cataluña sobre un justiciero titulada "Dark Justice" ("Quan es fa fosc", "Cuando se hace oscuro", aquí) y Christine Romero, la "esposa de", que pal caso interpreta un personaje idéntico al que diera vida, justamente, en la anterior "Atracción Diabólica", enfermera/cuidadora borde.
LA DE ARGENTALES: El caso de Argento es diametralmente opuesto al de Romero. Se nota que él fue uno de los instigadores del proyecto, que le pirra Poe y que comparte intereses con él y su universo. Su mediometraje es pura pasión... lo que no significa necesariamente que sea la repolla, pero sí que al menos viene plagado de guiños, tributos y homenajes al autor y su obra. Oficialmente adapta "El gato negro", aunque solo es una excusa pa salpicar la movida con referencias a "El pozo y el péndulo", "La caída de la casa Usher", "Ligeia" o "El corazón delator", entre otras.
Rod Usher (bingo!) es un fotógrafo especializado en sacar instantáneas de crímenes cruentos. Vive con una pava súper-lerda y espiritual que adora los/as gatos/as, como una de bien negra que ha traído a casa y que, ya de entrada, se lleva fatal con el maromo. Además, su vida conyugal cada vez anda peor y al parecer ella se ha buscado un amante (o uno en ciernes) joven y bien mono. Borrachuzo, celoso y rabioso, el muy hijo de puta de Rod decide pagarla matando al felino, no sin antes sacar fotos del proceso para ilustrar un libro recopilatorio de su macabra obra (titulado, justamente, "Metropolitan Horrors" -ver más arriba-). Cuando ella lo descubra, se liará parda, aparecerá un nuevo gato negro -que se parece mucho al anterior (lo que tampoco es nada nuevo porque todos los gatines niggas son cagaos entre ellos, yo fui poseedor de uno la mar de majo-) que él querrá aniquilar convencido de que acarrea una maldición. Cuando ella intenta salvarlo, él la mata y oculta su cuerpo tras una pared falsa. No hace falta decir que lo tendrá jodido para salirse con la suya... gracias en parte al enigmático black cat... o a su prole.

A nivel visual y narrativo, como decía, es lo opuesto a Romero, un despliegue de ideas, dinamismo, truculencia, locura y flipadas totalmente ausentes en la historia del Sr.Valdemar. La mayor diferencia es la duración (la del italiano es más larga) y el guión, bastante peor estructurado y con peor ritmo. Nada nuevo bajo el sol, ya que esa es una constante en el director de "Suspiria", "Phenomena" y "Tenebre". Y como en esos mismos títulos, la falta de dominio narrativo queda compensada por el desmadre visual, la cámara apañándose movimientos imposibles (en un momento dado adopta el punto de vista del péndulo de la muerte), el gore (gráficas cuchilladas, empalamientos...) y las típicas "argentadas" tan irritantes como entrañables. Esas salidas de tono en las que exclamas un "Anda yaaaa, no me jodas!". Antes solía preguntarme cómo era posible que Argento no se diera cuenta de lo tontunas y ridículas que eran, pero hoy considero que ya las hacía aposta como elemento  epatante, como parte de su estilo. En este caso no hablamos ni de asesinas esculturas punzantes ni de absurdas vagonetas-extermina-ratas, sino de cierto muñeco económicamente confeccionado para lograrse una coartada y.... en fin, no recuerdo la otra, pero eran dos de esas que dolían, y más con la sombra de Edgar Allan Poe detrás. Naturalmente, Argento se pasa un poco por el forro de lírica del escritor y -como Romero- se lo lleva totalmente a su terreno, exagerando sus ideas hasta el desquicie (esos gatitos mutantes devorando la carne de un cadáver). Pero ya mola, que pa algo es quien es, ¡carayo!.
"El gato negro" la protagonizan Harvey Keitel, un poco antes de su redescubrimiento de la mano de Tarantonto y pasando una etapa algo oscurilla, Madeleine Potter, una actriz que venía de cierto cine cultureta y se supone que despierta pasiones a pesar de lo poco agraciada que resulta (esa boquita suya en perenne estado de "piñonismo" dan ganas de soltarte una yoya) y algunos veteranos, entre los que destacan John Amos, Sally Kirklan, Kim Hunter y Martin Balsam en el inevitable guiño a Hitchcock.

Añadir como colofón que fue la primera película rodada en terreno yankee por el italiano (que cada vez que se va para allá, la verdad es que le salen mejor) y que la versión que vi hace unas noches (descargada de ese demonio llamado emule) incluía una escena cortada de la versión estrenada en España, una pesadilla en la que Keitel viaja a la época medieval para recibir doloroso y rectal castigo. No deja de ser gracioso tener en cuenta que los Argentos impidieron a Romero adaptar "La máscara de la Muerte Roja" porque no querían nada con ambientación "de época" en su producto, pa luego incluirla ellos en "El gato negro". ¡¡Malditos fetuccinis!!.
PLUS: De los notables efectos especiales se encargó, cómo no, Tom Savini, quien se reserva un papel como el demente que desentierra un cadáver para extraerle los dientes, idea esta sacada también del universo Poe (concretamente de su cuento "Berenice"). Hacer notar que tío Tom va ataviado con ropas victorianas.
La banda sonora es del siempre genial Pino Donaggio, que a la hora de poner música al capítulo de Dario se adapta a sus habituales partituras rimbombantes y semi-electrónicas, más propias de unos "Goblin"/Claudio Simonetti o un Keith Emerson.
Aunque el ayudante de dirección del italiano era en un principio Michele Soavi, fue al poco sustituido por el bueno de Luigi Cozzi cuando el otro cayó enfermo.
RESUMIENDO (ya tocaba): Aunque la historia de Argento es mucho más viva, colorista y apasionada, se me hizo un pelín pesada (tal vez por esa falta de capacidad de construcción narrativa -parece que no, pero a la larga es algo que se nota- o tal vez por extensión). Creo que esta vez me moló más la de Romero, a pesar de los pesares. Puede ser mi vejez, puede ser culpa de las expectativas, puede ser por ir la primera o el signo del cambio de los tiempos. Sea como sea, ambas se complementan bien y esputan un film bastante majo, sobre todo ahora que han pasado ya más de dos décadas, que sus autores andan en horas bajísimas y que el cine de terror, en general, va como va.