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viernes, 15 de noviembre de 2019

ANTONIO BANDERAS, UNA VIDA DE CINE

“Antonio Banderas, una vida de cine” es una biografía que cada 10 años se revisa y amplía, porque se escribió muy temprano, allá en los 90, cuando la verdadera carrera de Banderas no había hecho más que comenzar. Así, yo me encuentro de bruces con la editada en 2004, justo cuando el actor está viviendo su momento más álgido de gloria, en los momentos en los que triunfaba en Broadway con el musical “Nine”, y cuando todavía no había comenzado a protagonizar toda esa ristra de mierdas entrañables que tanto nos gustan, o no había reculado y regresado a España a poner negocios vinícolas, rodar “El camino de los ingleses” con el dinero del contribuyente, montar un estudio de animación o ponerse de nuevo a las órdenes de Pedro Almodóvar en tres ocasiones más.
No se puede decir que la carrera de Antonio Banderas se encuentre en decadencia, es más, yo diría que es el actor que mejor ha sabido lidiar con los cánones que rige Hollywood, no ha dejado de trabajar jamás a pesar de qué dirán, y cuando vuelve a trabajar en España lo hace como un triunfador, no como un apestado de la industria, pero el Banderas actual dista mucho del actor latino de carácter que triunfa en Hollywood con películas de calidad y, en segundo término, como una estrella del cine mainstream.
La edición que he tenido a bien leer, concluye en un momento dulce y, desde luego, estaría bien hacerse con la más reciente de las ediciones, para ver que dice de ese descenso que les acabo de describir, en absoluto decadente, pero si envuelto en menor prestigio del que hacían presagiar los textos de la edición de la que les hablo.
Escrito por la periodista (y fan de Banderas) Ana Oliva, lo único que nos ofrece “Antonio Banderas, una vida de cine” es puro y duro entretenimiento. Porque está muy bien servido, muy bien narrado y nos hacemos una visualización de lo que cuenta el libro —la vida de Banderas— que propicia que leamos centrados y poniendo máxima atención. Al no ir el libro contado de manera cronológica, se hace muy ameno, ya que los capítulos van saltando en el tiempo sin orden ni concierto y si el libro comienza, por ejemplo, explicando como Banderas sorteaba lo envites de Madonna para llevárselo a la cama, el siguiente nos explicará como jugaba a las chapas en su Málaga natal, para pasar a hablarnos de la era Almodóvar, de la movida madrileña, de las noches de Antonio, para volver atrás en el tiempo y terminar contando como fueron sus inicios en el teatro de aficionados. Tampoco deja de lado su affaire con Melanie Griffith (de la que recientemente se divorció) ni su primer matrimonio con Ana Leza y, en general, el libro es altamente disfrutable e ideal para leer en cualquier momento, la lectura es fluida y serena. Sin embargo, en la parte mala —y lógica por otro lado— tenemos la biografía menos valiente que uno se puede echar a la cara, puesto que es una de esas biografías que se escriben con el actor delante, dando este su visto bueno y sin teclear ni una palabra hasta que el actor no esté contento con el escrito, e incluso excusa de alguna manera sus malas películas o meteduras de pata,  con lo que el libro se convierte, al final, en una enorme felación a Banderas, de esas que continúan incluso cuando este ya se ha corrido. Pero esto, supongo, es lo que el lector se espera cuando abre una de estas biografías tan formales, autorizadas  y en las que el protagonista está encima todo el rato.
Por otro lado, la autora, Ana Oliva, lleva en conversaciones con Banderas desde el 94, lo conoce bien, e incluso Banderas decía en una entrevista que después de tanto tiempo, Oliva no es que fuera su biógrafa, sino que ya era su amiga,  por lo que no descarto que la última de las ediciones de “Antonio Banderas, una vida de cine” sea igualmente amena, o al menos, tan interesante como esta. Por lo menos, en esta biografía, se habla de cine, y no como en la de tantos otros, actores, directores o productores.

lunes, 13 de mayo de 2019

DOLOR Y GLORIA

Con Almodóvar tengo esa extraña relación amor odio que me lleva a rechazarlo o a admirarlo según que película —al margen de todo aquello de los papeles de Panamá o el cine subvencionado, matices estos que van más allá de lo meramente cinematográfico— y según que época. Me entusiasma el Almodóvar de finales de los 70 y primeros 80, el Almodóvar más contracultural, me la trae floja el de los 90, el Almodóvar auto consciente de su estatus internacional y que se auto explota, y detesto profundamente el Almodóvar de la década de 2000, aquél que pasa de ser un director casi punk a convertirse en un director para viejas. Ahora, en la presente década que finaliza, tenemos a otro Almodóvar, que es el que en su senectud, no sabe muy bien el suelo que pisa ni lo que quiere hacer, deambulando por todo su universo, pero como con un puestón de valium. En esa etapa, ha parido sus mayores despropósitos de vieja amargada, ya sea su intento  de regresión a la comedia alocada de antaño con la espantosa “Los amantes pasajeros” o el mas absoluto drama con la insulta y horrorosa “Julieta” que odio con todas mis fuerzas; pero  sin embargo, también es capaz de concebir sus mejores películas, como aquella locura con querencia por los géneros populares —sin dejar de ser una película para viejas— que es la maravillosa “La piel que habito” o esta carta de amor a sí mismo, esa oda al ego con consenso del populacho que es “Dolor y gloria”, que califico como una de sus mejores películas y además de largo.
No tenía ninguna confianza en esta película en la que comete un acto de soberbia tal como es inspirarse en sí mismo, hasta que una vez vista compruebo que funciona como catarsis. Almodóvar se pinta a sí mismo como un viejo que está solo, comido por la enfermedad y los dolores y al que ya le aterra la imposibilidad de seguir trabajando. Así pues, viejo y cansado, se aleja de todo el petardeo que le ha acompañado durante todos estos años, y sin dejar de ser Almodóvar, cierra una etapa, acepta su edad (está a punto de cumplir los 70) y preveo que durante los nuevos años 20, quizá Almodóvar, sin la lacra de la taquilla a sus espaldas (recordemos que en un momento de su carrera llegó a meter hasta cuatro millones de espectadores en las salas; “Dolor y gloria”, que mientras escribo estás líneas está en la fase final de su paso por cine, apenas llega al medio millón de entradas vendidas), haga, todavía, las que pueden ser sus mejores películas y puede que “Dolor y gloria” sea el inicio de esta etapa.
“Dolor y gloria” tiene sabor a clásico, a gran cine, pero al margen de toda esta farfolla, de las pedanterías que se han escrito y demás intereses creados alrededor de su cine, lo que es, es una muy buena película, con una puesta en escena estupenda, con una historia cercana e interesante que quizás no funcionaría tan bien si el espectador no supiera que el protagonista, Salvador Mayo (en cuyo nombre podemos encontrar el de Almodóvar) es en realidad el alter ego de  Pedro Almodóvar (la película nos gusta, porque estamos mirando a Almodóvar a través de una cerradura), y que, por encima de la dirección, el peso de toda ella recae en la interpretación estupenda de un Antonio Banderas que combina algunos trabajos en su país natal, en el que se va a jubilar, con esos films de acción americanos para la televisión por cable, que por otro lado, y a su manera, tanto nos gustan. Banderas está que se sale.
Pero la película está, por encima de todo, entretenida, es interesante y cotilleamos a un Almodóvar achacoso, que tontea con la heroína para paliar el dolor y que nos muestra sus miserias, cosa que está muy bien, porque lo cuenta, también, muy bien.
La sinopsis sería esta: Un viejo director de cine que ha disfrutado de las mieles del éxito, no se ve precisamente en su mejor momento profesional y, además, se encuentra convaleciente por sus muchas dolencias. Así, a base de flashbacks, somos testigos de momentos de su infancia, a la vez que tiene varios encuentros con personas relevantes de su pasado.
Un melodrama estupendo. Incluso recomendable.
Junto a Banderas tenemos a Asier Etxeandia (horroroso actor) Penélope Cruz (también espantosa), Leonardo Sbaraglia, Raúl Arévalo o Julián López. Pero dan igual todos ellos, la película entera es Antonio Banderas.

jueves, 23 de agosto de 2012

THE BIG BANG

En los noventa, cuando se suponía que Antonio Banderas era el embajador de nuestro cine en los USA, todos los medios de comunicación se rasgaban las vestiduras. Incluso, películas como “White river kid”, una película muy correcta que en los USA se estrenó directamente en vídeo, se estrenó en salas de España con todos los honores.
Pero como pronto se vio que Banderas se decantaba por un cine meramente comercial que nada tenía que ver con la imagen que en el resto del mundo se quiere dar del cine español, empezó a restársele importancia a medida que las interpretaciones de Banderas se volvían más y más americanas. Ahora ya no hay laureles para el Banderas embajador español en este sucio país de mierda.
Así que no es de extrañar que de una de sus últimas películas “The Big Bang”, haya tenido escasa repercusión en los medios de comunicación. Se trata de una peliculita que en algunos países se ha estrenado para cines, y que sin embargo en los USA les costó horrores conseguir una distribución. Lo consiguió durante un tiempo reducido y en muy poquitas salas, para pronto ser explotada en su medio más lógico y natural, el “direct to video”. Y es que es una peli muy videoclubera, filmada sobre cromas de lo más chungo y un C.G.I. al rollo “Asylum” que tira de espaldas.
Muy confusa y liosa, nos cuenta la historia de un detective privado al que la policía tiene retenido. A partir de ahí se sucederán los “Flash back” en los que vamos descubriendo que es contratado por un fornido boxeador para que encuentre a una chica, que según avanza la trama, es posible que ni exista más allá de unas cartas que esta escribía a su supuesto amado. Seguimos sin enterarnos muy bien de nada, para en el ecuador de la película, ver como el detective contacta con un científico que tiene montada la de dios es cristo con el fin de crear un nuevo Big Bang o algo así. Sin espoilear demasiado, solo diré que el climax final es de vergüenza ajena.
Un revoltijo de conceptos es una cinta de ¿acción?, ¿Cine negro? del todo fallida, con trasfondo científico que a pesar del empeño de Banderas por darle carisma a su personaje y mantener un ritmo en toda esta mierda, lo único que consigue es aburrir al respetable hasta límites estratosféricos.
A destacar la engañosa carátula de dvd, En la película Banderas nunca sujeta un rifle ni va así de desaguisado, y aunque si que hay algún que otro destete, ni sale esa negra de la carátula, ni es tan tórrida como aquí se las promete. Así que si, en los usa se sigue estilando el “Explotation” caratulero. Gracias a dios.
En el reparto junto a Banderas tenemos a Sam Elliot con una melena que ya le llega hasta el cuelo en el papel de ese incidental “Mad Doctor”, a Snoop Dogg interpretando a un director de cine porno cuya presencia no aporta nada, a Delroy Lindo (“Clockers”) o a James Van Der Beek.
En las labores de dirección tenemos a Tony Krantz, cuya carrera como productor (“Área de descanso” o productos de similar catadura) es mucho más extensa que la de director, con apenas tres títulos en su haber. Mala con sorna.

viernes, 1 de agosto de 2014

EL PLACER DE MATAR

Hay una época muy curiosa en el cine español, que es la que comprende de entre 1985 hasta 1990. Unos años de transición entre lo que conocíamos como industria, el verdadero cine español, y la mierda forjada a base de subvenciones que impuso Pilar Miró y que conocemos hoy.
Durante esos años, hay una serie de películas perpretadas por futuras putas del sistema cinematográfico actual que, a medio camino entre lo que sería el cine español en adelante y los géneros que se venían cultivando decadas atrás, resultan ser una puta mierda infame e infecta, que a día de hoy, es evidente que han quedado mas relegadas al ostracismo, incluso, que las películas de Ozores y compañía, a las que, a rasgos generales, se las recuerda con cariño.
Uno de los ejemplos más claros sería este “El placer de Matar” dirigido por Félix Rotaeta, actor secundario reciclado en mal director, que habiendo escrito una novela titulada “Las Pistolas”, decide debutar en el largo con esta pedazo de mierda.
Protagonizada por Antonio Banderas, la película cuenta la historia de un profesor y un camello que contratados por un individuo para que se carguen a alguien, descubren que el hecho de matar, como afición, es lo que les gusta, así que juntos, como los que se ponen a intercambiar cromos, deciden, en adelante, compartir su afición secuestrando a jovencitas del lumpen, atándolas a un árbol y a grito de “!plato¡” les disparan a bocajarro. Los disparos, no obstante, parecen de perdigón.
A priori el argumento suena bien ¿verdad? Como yo lo cuento resulta de lo más atractivo. Pero si ven la película comprobarán que el argumento, prácticamente, tienen que intuirlo, porque la película está tan mal rodada, tan mal montada y, sobretodo, tan mal explicada, que uno no se entera de mucho. Esto que denuncio, por otro lado, es motivo más que suficiente para que la cosa me caiga medio simpática. Menudo truño más gordo… de hecho, según vamos viendo la película, a pesar de la acción que hay en ella –al loro con la masacre final con Banderas y el co-protagonista, Mathieu Carriére, disparando a todo lo que se mueve en los bajos de Gran Vía, donde estaba sita en los ochenta “Madrid Cómics” (de hecho aparece la tienda), que resulta, por excesiva, ridícula- y el montón de cosas que pasan, resulta que estamos viendo una película donde, en realidad, no ocurre nada, y donde todo es lineal, no hay en la película ni subidas ni bajadas. Plana. Como si miramos un cuadro. No pasa nada.
Que fuera una puta mierda, no fue óbice para que en el festival de cine de Murcia de ese año, arramblara con los premios, llevándose, incluso el de “Mejor Opera prima”.
En definitiva: una película que parece escrita por un retrasado mental y al final resulta que  no, que son cuatro retardados los que idearon los diálogos y situaciones de esta porquería, Angel Facio, Mario Gas, Domingo Sánchez y el propio Rotaeta… ¡cuatro guionistas para una película en la que los protagonistas parecen autistas! Que poca vergüenza… porque, para colmo, aunque la película podamos adscribirla al género de “Thriller”, esto tiene unas pretensiones de convertirse en película de prestigio que tira para atrás. Por suerte, pasó totalmente inadvertida con poco más de noventa mil espectadores del año 88. Una puta mierda, vaya…
En la producción Antonio Lloréns de Lauren Films, que echaba a la producción menos dinero que al cepillo en misa, y si en casi todas sus producciones eso era algo más que palpable, en las que produjo a Juan Piquer Simón y en esta, parece que, directamente, les diera al equipo un chupachups, y que rodaran con eso.
Hay que recordar que Banderas, aunque le dieran por el culo de forma convincente en las primeras pelis de Almodóvar, no aprendió a actuar hasta que se fue a los USA, por lo tanto aquí, está que da verdadera pena. Soso todo el tiempo, a excepción de una estúpida escena en la que está borracho y cuya actuación hace dudar si efectivamente está beodo o es que interpreta a un joven con problemas mentales.
Junto a él en el reparto, la estúpida de Victoria Abril que, aparte de mala actriz, está ahí para enseñar sus carnes secas y sus tetillas de cabra, como excusa para que el personaje de Banderas pegue algún polvo, Mario Gas, todavía sin el prestigio que creyó ganarse en los 90, con un bigote postizo y una pinta tan ridícula que parece que estemos viendo un sketch de “La hora Chanante”, Vicky Peña, la voz de Tiffany en  el doblaje de “La novia de chucky” y que en esta película está caracterizada de tal forma que recuerda a “La Maña” y Mathiew Carriére, actor Alemán, que sigo sin saber que aportaba a su papel que no pudiera hacer otro actor de aquí…
Rotaeta, unos años más tarde, rodó la típica película Española que detesto, de lleno en el sistema de subvenciones y que es “Chatarra” a mayor gloria de Carmen Maura.
Y dos años después, las espichó.

martes, 27 de septiembre de 2011

Y DEL SEGURO... ¡LIBRANOS, SEÑOR!

Película de Antonio del Real, al estilo de Antonio del Real, y que a juzgar por el póster, se las promete mucho mas alocada y desmadrada de lo que en realidad es.
En los ochenta se pusieron de moda las comedias ambientadas en clínicas y hospitales, y a rebufo de LOS LOCOS DEL BISTURÍ, aquí en España se rodaron AGÍTESE ANTES DE USARLA y esta.
También es sabido que en España en aquellos años, los personajes de actualidad de la tele y el mundo del espectáculo eran también rentables en la taquilla, y por eso esta película es un perfecto vehículo de lucimiento para el popular Dr. Cabeza, que protagoniza la cinta.
Alfonso Cabeza, era un doctor real, que para más inri era presidente del Atlético de Madrid y un polemista nato. Su fama era tal, que a algún productor despiadado se le ocurrió que una película con el a la cabeza (valga la redundancia) podía ser un éxito de taquilla.
Un actor para hacer un fraude a la seguridad social, se hace pasar por enfermo en diversas clínicas y hospitales. Esta vez da a parar a uno cuyos directivos son los individuos más corruptos del mundo. Pensando estos que este es en realidad un inspector del ministerio de sanidad, planean hacerle chantaje, y con dicha confusión, tenemos el enredo en bandeja. Por otro lado, dos macarras convencen al actor para atracar las arcas del hospital, y salir de allí juntos con el botín.
No está nada mal la película. Obviamente, el papel del doctor Cabeza es secundario, pero resultaba muy atractivo, a priori, para la taquilla, pero no recaudó lo esperado.
En realidad se trata de una película que denuncia los chanchullos de la seguridad social y las irregularidades en las intervenciones médicas, pero como está camuflada de comedia, nos lo pasamos teta con la película, máxime cuando esta tiene sus contadas dosis de humor negro, gore y escatología (que no hay nada mas gracioso que hacer chistes sobre las entrañas de un individuo al que están haciendo una autopsia).
De una coralidad absoluta, en el reparto nos encontramos con un grupo de grandes de la época, Juanjo Menéndez, Antonio Gamero, un excelente Carlos Larrañaga, una de las actrices mas bellas del cine Español; Isabel Luque, Agustín González, y un primerizo, y sorprendentemente gracioso Antonio Banderas que empezaba su fructífera carrera tras trabajar con Almodóvar, y que da vida a uno de los macarras que planean el atraco, con acento Andaluz, y con una bis cómica, que ya nunca se volvería a vislumbrar. Vale que en TWO MUCH está gracioso, pero en esta, mama del humor de sal gruesa que se estilaba en España aquellos años.
Rodada con oficio y solvencia, deja un buen sabor de boca tras el visionado. Y, coño, que es un tipo de cine que ya no se hace, y que debería hacerse.

viernes, 7 de mayo de 2021

CASO CERRADO

“Caso cerrado”, la última película que protagonizó Marisol, es una rara avis dentro de su carrera. Todos sabemos que Marisol sufrió una infancia difícil llena de abusos y  explotación infantil por culpa de los contratos firmados con el productor Manuel Goyanes que, prácticamente, decían que Marisol era de su propiedad. La adolescencia le fue a la zaga, pero ya cuando consiguió liberarse de esos contratos a mediados de los años 70, Marisol conocería al bailarín Antonio Gades con el que se casaría y junto al que desarrollaría cierta militancia en el partido comunista. Esta militancia duró hasta que se separó de Gades allá por 1986 y, un año antes, y consecuencia de esos últimos años de militancia, rueda esta película.
Marisol hacía ya tiempo que se había quitado el nombre artístico haciéndose llamar Pepa Flores que es su nombre real.
Andaba ya la actriz y cantante medio retirada cuando le hicieron llegar este guion de Gonzalo Goicoechea y del director de la misma, Juan Caño Arecha, amigo personal de la actriz y camarada del partido. Ella, advirtió que lo más probable es que no la hiciera, pero aún así, se leería el guion ya que tenía costumbre de hacerlo con todos los guiones que escribían pensando en ella.
De todas formas, Caño y Goicoechea no tenían todas consigo ya que la película se produciría en cooperativa y no disponían de dinero para pagar a la actriz.
La sorpresa del director fue mayúscula cuando esta le llamó diciéndole que, pese a que no tenía pensado hacer más películas, esta, que tenía un contenido respetable y, más o menos, compatible con su militancia, sí que la haría. Cuando Caño Arecha le dijo que no podía pagarle su caché, ella le replicó que no estaba hablando de dinero, que le estaba diciendo que sí que hacía la película. Luego ya, cuando llegaran los beneficios en taquilla, se llevaría la parte que le correspondiera.
La cosa va de un matrimonio judío que se ve envuelto en problemas el día que él, que es empleado de banca, descubre que en su sucursal se están ejecutando movimientos no muy legales. Como por otro lado el individuo es objetor de conciencia y no hizo la mili (con la mala prensa que esto trae socialmente dentro de los círculos bienpensantes), sus compañeros aprovecharán para cargarle el muerto a él, por lo que ingresará en prisión por los pufos que le han encalomado. Todo esto no le sienta bien a su esposa que lo único que quiere es llevar una vida normal sin líos políticos, por lo que, poco a poco, ella irá pasando de él y dedicandose a sus cosas.
Puede que a Pepa Flores le gustase el guion y aceptara rodarlo a cuenta de lo que se sacara, pero lo cierto es que, a la hora de interpretar su papel, parece como si le importara un bledo estar en la película. Durante muchos años se nos quería vender la moto de que, más allá de la pizpireta imagen que Marisol ofrecía durante su infancia y adolescencia, esta era una gran actriz a la que no se le había dado la oportunidad de demostrarlo. “Caso Cerrado” es una mala película de factura muy baja, dirigida con poca solvencia y montada de manera confusa, por lo que en todo momento el resultado queda raro y cuesta entender el argumento. Pero desde luego, Pepa Flores no ayuda a que la película tire para adelante porque está espantosa. Actúa a trompicones y lo mismo alza la voz que susurra en la misma escena. Incluso, años después, cuando le preguntaron por esta película, ella respondió que “podía haberlo hecho mil veces mejor”.
Como fuera, la película pasó por el festival de cine de San Sebastián donde el público abandonaba sus butacas a mitad de proyección, así como recibió unas críticas fastuosas y su paso por los cines fue prácticamente anecdótico; acumuló unos irrisorios 183.000 espectadores cuya recaudación no sirvió ni para cubrir los gastos, por lo que Pepa Flores no vio ni un duro de su trabajo. Esto fue el remate del tomate, y si la actriz ya estaba pensando en retirarse, esta película tirando a mierdosa  le convenció de, ahora sí, retirarse del cine por siempre jamás. Y eso es exactamente lo que hizo.
Por otro lado, cuando se separó de Gades en 1986, la actriz se desvinculó de todo activismo político para volverse a su Málaga natal y vivir anónimamente. Sus apariciones públicas son escasas, siempre para medios pequeños y locales e, incluso, cuando le concedieron el Goya de honor el año 2020, rehusó ir a la ceremonia a recoger el premio siendo sus hijas, Celia Flores y María Esteve, quienes se personaron a recogerlo.
“Caso Cerrado” es su lamentable testamento fílmico, una película de una fuerte carga política que se ejecutó con unas manazas más grandes que las de André el gigante y que pasó inadvertida allá donde fue programada. Su único interés radica en el morbo que pueda suscitar (o no) el visionar la última película que haría Marisol en su vida. Yo tenía bastante.
Por otro lado, en papeles secundarios, tenemos a Lola Gaos, Santiago Ramos o un jovencito Antonio Banderas que se comía  el mundo y que, paradójicamente y en contraposición a este bodrio, se llevó el Fotogramas del plata, los premios que concede la revista del mismo nombre, al mejor actor aquél año 1986. “Caso Cerrado” sería uno de los títulos que figuran en la filmografía del célebre Pirri, que ofrece un cameo interpretando, como no, a un macarra drogata que va a entrar en prisión.
Por su parte el director, Juan Caño Arecha, no volvería a hacer cine prácticamente, quedando sus referencias audiovisuales relegadas, casi dos décadas después, a un par de trabajos documentales televisivos siendo el más destacable el dedicado a su amigo Antonio Gades con “Antonio Gades, la ética de la danza”. Esta película casi se queda en una anécdota.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

LOS FOTOCROMOS DE "THE BODY"

Corría el año 2001, no hacía tanto de "La máscara del Zorro", pero las películas que empezaba a hacer Antonio Banderas en los USA, ya eran un poco sositas... vamos, que comenzaba la decadencia hasta que el gato con botas de "Shreck" le devolvió, de aquella manera, la gloria.
Y como fan de Antón que soy, fui a verla al cine, y como casi todo lo que hizo en esta época, aunque soso y poco atractivo para decidirse a verla, no estaba mal... Resulta que se una arqueóloga se encuentra una tumba en Jerusalen, y resulta que esta bien pudiera ser la del mismísimo Jesucristo... Así que el Vaticano envía a uno de sus curas expertos en el tema, Antonio, al que para la ocasión bautizan con el exótico nombre de Matt Gutierrez. El hecho de que Cristo pudiera ser tan solo un hombre mortal, hacen a Antonio poner a prueba su faith....
Bueno un thriller discretito y entretenido.
El dire, Jona McCord, es de esos que pululan bastante por aquí... de aquellos que no volvieron ha hacer más pelis en su carrera.
Bueno, pues aquí tienen sus fotocromos.













lunes, 27 de marzo de 2023

LA CORTE DE FARAÓN

De 1910 data la opereta, zarzuela, o musical —llámenlo como quieran— “La corte de Faraón”, escrita por Miguel de Palacios y Guillermo Perrín y con música de Vicente Lleó.
Se trata de una obra absolutamente inofensiva ambientada en Egipto y cuyos numeritos musicales recuerdan más a una revista de vodevil, que a una epopeya bíblica, y la característica principal de “La corte de Faraón” consiste en unos numeritos musicales picantones en cuyas letras abundan los dobles sentidos y las insinuaciones sexy por parte de las vicetiples que los interpretaban. La cosa, hablando en plata, va de un pastor virgen, un meapilas llamado El casto José, al que se quieren tirar todas las mujeres que se cruzan en su camino. Una chorradita que servía para entretener al público aunque, dicen, verdaderamente contenía mensajes velados de alto contenido político.
Años después de su estreno, la censura decidió prohibir directamente la obra, porque, según ellos, era un canto a la concupiscencia que se mofaba del caudillo, del orden establecido e incluso de Dios. En consecuencia, la obra no se volvería a representar durante años.
“La corte de Faraón” cobró su fama de manera incluso internacional, motivo por el que se adaptó al cine en México donde no vieron ningún comportamiento ácrata en la misma, en un film del año 1944 dirigido por Julio Bracho y para el lucimiento de primeras figuras mexicanas de la época.
Y por fin llegamos a la película española de gran éxito en el momento de su estreno, 1985, que en lugar de adaptar directamente la obra, recrea una situación en la posguerra  en la que un grupo de teatro representa “La corte de Faraón” sin haber pasado previamente la censura. Un censor del clero que se encuentra en el teatro, denunciará la situación, y la policía se llevará a toda la compañía detenida. En comisaría, el comisario les irá interrogando con el fin de averiguar si la obra que han interpretado es o no es antifranquista.
Se trata de un intento por parte de José Luis García Sánchez de emular, como viene siendo habitual en la mayoría de sus películas, el cine de Luis García Berlanga, compartiendo pluma con Rafael Azcona y rodeándose de la creme de la creme del cine español en lo que a actores se refiere.
Pese al enorme éxito de su momento y ese reparto absolutamente maravilloso — a saber: Fernando Fernán Gómez, Agustín González, José Luis López Vázquez, Antonio Banderas, Luis Ciges, Quique Camoiras, Juan Diego, María Luisa Ponte y Antonio Gamero (además de la repelente de Ana Belén)— no es una película que haya resistido bien el paso de los años y la cosa se torna rancia, desfasada y salvo algún momento francamente divertido (como la escena del “descapullamiento”), con tanto numerito musical de corte popular y un montaje tosco que tira de flashback al corte — por lo que a veces cuesta un poco detectar si es un flashback o si es que está avanzando la historia—, acaba resultando un poco pelma. Y es que, desengañémonos; la obra de “La corte de Faraón” de los años 10, opereta, tan atrevida y osada, tan política que la censura tuvo que prohibirla, como la zarzuela, la copla o la música ligera es un género muerto, de otra época. Y quizás en 1985 todavía quedaran generaciones del pasado que supieran apreciarlo o modernos del momento que lo reivindicaran por esnobismo, pero, a mí en la época, siendo niño (y ahora en mi mediana edad) me parece completamente insoportable. Entonces, una película que incluye en su metraje la obra completa original ocupando un 75% de la misma, se pueden imaginar ustedes lo desesperante que se me puede llegar a hacer. Se soporta, como ya he dicho, gracias a los momentos divertidos de entre medias, que son los menos.
Realmente lo que me ha instado a revisar una película que no me ha gustado nunca especialmente, es la lectura del libro “No se lo digas a nadie: Historias secretas de Martes y Trece” en el que cuentan que esta película aparece en sus vidas justo en el impás que sufrieron cuando convinieron que Fernando Conde abandonara la agrupación cómica para irse a hacer teatro. Como Josema y Millán se consideraban actores antes que cómicos, y como estaban en un momento de gran popularidad y decidiendo que hacer con Martes y 13 tras la marcha de Fernando, García Sánchez les ofreció un papel en la película. Pero hay algo que no cuaja, porque Josema tiene un papel de gran importancia, casi de protagonista, mientras que a Millán se le concede uno nimio, casi en calidad de extra —no me quiero imaginar el cuadro de envidia y la lucha de egos de esos dos durante la filmación—. Y, quizás por el nivel de los actores que tienen a su lado, sus presencias se antojan sosas, incluso molestas. Es una lástima, pero “La corte de Faraón” es la muestra de que ni Josema ni Millán son buenos actores si los sacas de sus roles de Martes y 13. Se supone que sus papeles en esta película servían para desmarcarse un poco de su imagen de humoristas, para ver sí podían ganarse la vida como actores si finalmente Martes y 13 desaparecía, pero ninguno de los dos puede abandonar los tics, muecas y gestos que les hicieron populares. Josema actúa como en un sketch cualquiera de sus especiales televisivos, mientras que a Millán, que sale poco, tienen que eliminarle en montaje el exceso de “millanadas” que, intuyo (y se nota además), a buen seguro hizo durante su interpretación, incapaz de olvidarse de que era Millán.
Por suerte para ellos, poco después del estreno de la película, se decidieron a continuar con Martes y 13 sin Fernando y, en el especial de fin de año no se les ocurrió otra cosa que inventar in situ el sketch de “La empanadilla de Móstoles”. El resto es historia. Y como fuera, lo cierto es que mientras que el dúo permaneció en activo, el cine español no les volvió a ofrecer una película (con excepción de las concebidas para su lucimiento como cómicos). Y con la disolución del grupo… casi tampoco. He dicho casi.

lunes, 5 de febrero de 2024

PURPLE RAIN

“Purple Rain”, film de culto en ambientes estrictamente musicales, es una película para el lucimiento de las habilidades de Prince en el más amplio sentido de la palabra.
Sucede que cuando un artista es lo que vulgarmente se dice “más grande que la vida”, se conciben películas muy peculiares para ellos. No son largometrajes con estructuras corrientes y molientes y, sus argumentos, meros pretextos para huir de la etiqueta “documental”, suelen ser bizarros o surrealistas, y a veces, —y más con el paso del tiempo— muy ridículos.  A “Moonwalker” de Michael Jackson le sucedía esto y, por supuesto, le ocurre también a “Purple Rain”. Madonna no sería una excepción, si bien, la diva mantuvo paralelamente una carrera como actriz, aunque sus dos películas con fines exactamente similares a las de Jacko o Prince, “¿Quién es esa chica?” y “Buscando a Susan desesperadamente”, sí mantendrían una estructura más estándar, más accesibles al gran público, aunque la cantante no quedaría exenta de mostrar su excentricidad con aquella mamarrachada titulada “En la cama con Madonna” en la que, esta vez sí con apariencia "documental”, no duda en coleccionar extravagancias tales como proponerle sexo a Antonio Banderas estando presente Ana Leza, su esposa en aquel entonces.
La otra finalidad de este tipo de películas es la de promocionar el elepé en ciernes del artista que las protagoniza. Otro ejemplo: “Ciudad sangrienta” de Run-DMC.
“Purple Rain” no es otra cosa que un film promocional del disco de Prince del mismo título, y en este sentido, lo importante es filmar de la manera más espectacular y emocionante posibles las actuaciones que, sobre un escenario, ejecutará Prince. El resto, lo que viene siendo el hilo argumental, está desarrollado al gusto del genio de Minneapolis, que al final es el que manda y, en consecuencia, obtenemos un guion que parece escrito por un deficiente mental.
Así, y cuidando extremadamente todos los aspectos técnicos de la película, nos cuenta la historia de “El chico”, un sosias del propio Prince que suele actuar para el público en un local en el que también actúa Morris Day. El caso es que “El chicho” no tiene el mismo tirón para el público que tiene Day, lo que generará una serie de disputas en torno al ámbito musical. En un segundo plano, “El chico” entablará una relación sentimental con otra cantante, Apollonia Kotero, que en un momento dado será seducida por Morris Day para intentar crear con ella un grupo femenino. “El Chico” se pondrá de mal humor… y hasta le curtirá el lomo a la chavala. Todo ello mostrado con vivos colores y contado como si se tratase de una fábula musical. Mucha lucecita, mucho neón y los protagonistas vistiendo con ropa de calle, pero yendo como si fueran disfrazados.
Por supuesto, no deja de llamarme la atención una de las tórridas escenas de sexo que tiene Prince con Apollonia Kotero, en la que vemos, sobre las bragas, pero de manera muy explícita, como Prince echa mano al coño de la Kotero, que dicho sea de paso, no pone impedimento alguno, amen de estar la tía como un queso de tetilla. El impacto que causa esa escena en el espectador de 2024, evidencia lo mucho que ha cambiado el cine en general, y las escenas sexuales en particular.
Al margen de todo esto, “Purple Rain” es una película de Prince, hecha exclusivamente pasa sus fans, que en pleno 1984 eran legión, y a gusto de sus fans. Y estos encantados de ver a Prince como centro de atención. Pero ¿Para el resto? No me considero fan de Prince en absoluto, aunque, según el álbum o la época, por lo general me gusta bastante. No es el caso del disco “Purple Rain”, en que considero se encuentra el Prince más popero y desechable, canciones machaconas y posmodernas (ya por aquel entonces) que no me tiran en absoluto.
La película me parece una fantochada de las más grandes que he visto. Cada dialogo, cada secuencia, cada plano que tiene que ver con Prince, me provocan poco más que vergüenza ajena. Todo lo contrario con Morris Day, el malo de la función, que hace mejorar la película con cada una de sus apariciones. Pero a rasgos generales es tan babosa, tan para el lucimiento de Prince, que no me genera más que profundo rechazo, por muy bien filmados que estén los números musicales, por muy buen diseño de producción que se gaste, o por su excelente fotografía. Esto es para incondicionales de Prince, desde luego, no para mí.
Contaba Prince que, poco antes del estreno, tenía pesadillas con la reseña que del film pudieran hacer Siskel & Ebert en su programa. De hecho, dijo algo así como “no quiero que ese tipo gordo de la tele me despedace”. Para su sorpresa, a Rogert Ebert le gustó mucho, hizo una crítica favorable y le metió cuatro de cinco estrellas.
“Purple Rain”, que costó 7 millones de dólares, recaudó 80, así que se convirtió en todo un éxito. Como era un producto raro, en nuestro país se estrenó de manera reducida en cines de arte y ensayo de la época, y con algún que otro año de retraso. Sin embargo, a pesar de lo que me parezca a mí, está considerada un hito cinematográfico que sirvió para convertir a Prince en una estrella aún más grande de lo que ya era.
Por supuesto, para la dirección, Prince contó con alguien que después le dirigiría en sus videclips, Albert Magnoli, cuyos mayores logros, a parte de este, fueron una comedia romántica de cierto tirón en los ochenta titulada “Días Rebeldes” y sustituir a Andrey Konchalovsky cuando este fue despedido de la dirección de “Tango y Cash”.
En los años 90 se estrenó una secuela no oficial de “Purple Rain” que para la ocasión dirigió el propio Prince, y que se tituló “Graffiti Bridge”. No les puedo asegurar que algún día caiga por aquí.

martes, 8 de junio de 2010

RATS

La “Nu Image” en la actualidad cuenta en su nómina con Robert De Niro, Al Pacino, Bruce Willis o Antonio Banderas. Se forra con las nuevas pelis de Stallone y va a "Cannes" a presentar sus productos, sin ningún tipo de vergüenza. Se han hecho grandes ¿Quién se lo iba a decir al Israelí Boaz Davidson?.
Pero todo eso no nos tiene que hacer olvidar
 que, si hoy “Nu image” son los responsables de que Pacino y De Niro sigan comiendo, ha sido posible al éxito que en videoclubes les reportaron, no hace ni diez años, todas aquellas peliculitas entrañables protagonizadas por violentos animales terrestres, marítimos y/o extraterrestres.
Pensando en ello (y cautivado, fascinado y alegre por los derroteros que se marca una compañía que ya desde sus inicios me cayó simpática), anoche decidí ver una de sus películas estandarte, la más entrañable y también una gran “explotation”, "Rats".
El título del que se beneficia más vendría a ser "Willard", aquel peliculón en el que Crispin Glover, completamente chiflado, controla a las ratas del viejo caserón en el que habita (a su vez remake de un film setentero).
En "Rats" no tenemos a Crispin Glover, en su lugar contamos con el chalado de un hospital psiquiátrico que dice tener telepatía con tan repugnantes roedores y lleva años alimentándolos mediante carne humana. De hecho, tales refrigerios, sumados a los experimentos científicos a los que fue sometida una de ellas, han hecho que esta alcance el tamaño de un perro, y dé buena cuenta, junto a otras ratas mas pequeñitas, del personal del hospital, a la par que una periodista se infiltra haciéndose pasar por loca, con unos fines que no acabo de enterarme muy bien cuales son.
Seamos serios, la peli es un porquería, es más mala que el mismo demonio; una infografía de pena con la que detectamos, sin ningún tipo de problema, cuales son las ratas reales y cuales las falsas. Una trama confusa y poco interesante. Un descuido general de todo el material dramático… sin embargo, los señores de “Nu Image" saben muy bien que aquél que osa ponerse delante de la tele a ver una película de ratas asesinas, quiere ver eso, ratas comiéndose a toda esa panda de hijos de puta… Y de eso "Rats" tiene a raudales, gore brusco, sangre a borbotones, cacas gigantes, descargas eléctricas, una rata gorda y grande de lo más chanante y un Ron Perlman pre-"Hellboy" dándoselas de listo y recibiendo su justo castigo.
A ratos es tremendamente aburrida, pero al final, cuando ves que no has dado al avance rápido ni una sola vez, cuando descubres que en los momentos con chicha has disfrutado como un enano, le das al stop y te vas a dormir con un buen sabor de boca, y con mil ojos, no sea que debajo de la cama ande alguno de esos asquerosos roedores.
Me encanta el rollito mainstream que lleva ahora “Nu image”, y todo por hacer tropecientas malas / buenas películas como esta.
Dirige Tibor Takacs, el de "La Puerta" y "Lecturas Diabólicas", que a día de se hace cargo de bodrietes simpáticos como "Mega Snake", "Arañas Devoradoras" o "N.Y.C.: Tornado Terror". Todo un señor director, desde luego.

lunes, 23 de noviembre de 2020

LOS COMEDIANTES

La enésima vuelta al cine por parte de Jerry Lewis fue en los 90, en lo que podemos  calificar como uno de los mayores fiascos de la historia del cine. “Los Comediantes” dirigida en 1995 por Peter Chelson, cuyas mejores referencias dentro del trabajo de estudio sería “Serendipity” o “Hanna Montana-La película” o aquella película en la que Antonio Banderas baila, resultó ser un fracaso de órdago al recaudar, durante su vida comercial,  poco más de medio millón de dólares. Una cifra que para cualquier película es una absoluta nimiedad.
Al margen de esto, es un absoluto aburrimiento de intenciones pretenciosas que hace aguas por todos los lados. Un caos argumental en el cual, en ningún momento, el espectador sabe muy bien lo que está pasando, ni si somos testigos de si lo que vemos son flashbacks o que demonios pasa en la película.
Chelson, en referencia al fracaso,  trata de defender su cinta enfatizando el lado fantástico de la historia; no cuela, esto es como cuando Claudio Fragasso dice que  con “Troll 2” entregó una comedia intencionada y la distribuidora la tomó como una cinta de terror. Mentía, por supuesto, al igual que miente Chelson cuando nombra las pinceladas de fantástico a las que hace referencia, para justificar una inutilidad total a la hora de contar una historia. Y por supuesto, como su título español indica, la película está dedicada al humor, la comedia y la modalidad stand up. No contiene trazas de cine fantástico por ningún lado.
Cuando nos fijamos en su título original, “Funny Bones”, quedaremos un poco perplejos: “¡¿Huesos divertidos?!” nos preguntaremos. En Inglés “Funny Bones” es una manera de referirse a la gente con gracia innata, graciosos por naturaleza. Es como decir que “lo llevan en la sangre”, es decir, en este caso “lo llevan en los huesos”.
Cuenta como un cómico que ha llegado a medio triunfar en Las Vegas, se ve intimidado por su padre, mega-popular cómico conocido por todo el mundo (interpretado por Jerry Lewis), y gracias al cual ha llegado a tener su sitio en los escenarios de Las Vegas.
En una actuación, este, va a ser presentado por su padre y le entra el pánico escénico cuando durante la representación, su padre suelta un par de chistes de los que tiene él en su repertorio que hacen tambalear su actuación, máxime cuando estos han sido un autentico éxito en boca de su padre. Esto propicia que, al salir al escenario, en vez de ofrecer un buen show, todo se convierta en una amalgama de impertinencias que dan al traste con su actuación. Tras esto, el cómico decide volver al lugar de donde proviene, Blackpool, Inglaterra, con el fin de conseguir un comparsa cómico que pueda utilizar en sus actuaciones a modo de mofa con el fin de encontrar el éxito, y durante el estúpido viaje a una Inglaterra que parece sacada de otro tiempo y espacio, se irán desvelando secretos de familia que, la verdad, al espectador le importan un bledo.
Junto a Oliver Platt y Jerry Lewis, destaca en el reparto Oliver Reed en un papel  episódico y prescindible.
En cuanto a las películas que han dedicado la totalidad de sus fotogramas al stand up, o solo algunas partes de su argumento, “Los comediantes” sería la que se lleva la peor parte amén de ser la que peor nos muestra ese show, dando la sensación de que ni guionista, ni director, comprenden muy bien el mundo en el que se están adentrando.
Un puto coñazo.

viernes, 21 de septiembre de 2012

DESPERADO

La secuela de El Mariachi, Desperado, puede verse perfectamente sin tener que haber visto la anterior película. Para la producción no tuvo que hacer ensayos clínicos en su cuerpo como con la primera, aquí Robert Rodríguez ya había conseguido cierto reconocimiento y por lo tanto mecenas que pusieran el dinero por él. Además las amistades de Rodríguez no solo le apoyaron, sino que incluso trabajaron en el filme, véase Tarantino, Buscemi, Cheech Marin… Como protagonista, Antonio Banderas en su mejor momento, y como chica de la función una exuberante Salma Hayek, a la que se le ven ese pedazo de par de pechos que se gasta la mujer.
La película empieza con una introducción genial, un hombre visiblemente nervioso entra en un bar de mala muerte. Allí relata a los asistentes su encuentro en un bar de otro pueblo con un mariachi que arrasa el local buscando información sobre Bucho (el malo de la primera película) La escena que cuenta la vamos viendo, pero en ningún momento podrá intuirse la cara del mariachi, otorgándole un halo de misterio y también de cuento o exageración del narrador. Una vez acabada la historia todo el bar suda tinta china, y así se planta la semilla de que algo duro va a pasar. El mariachi busca venganza, quiere acabar con Bucho, y sus investigaciones le han llevado a ese pueblo. Allí conocerá a una estupenda mujer (y ciertamente esta estupendísima) que le servirá de refugio al guerrero en su momento más bajo (joder que bonito me ha quedado, coño) Poco más hay para contar, ya que la película es tiroteo tras tiroteo, tras escena de sexo muy agradecida, para tener otro tiroteo y un clímax final donde las fundas de guitarra son más de lo que parece, muchísimo más. Si a esto le aderezas con algunos toques de humor negro y un poquito de humor chusco (el chiste de Tarantino es muy gracioso, pero bastante viejo, gana por la interpretación y las caras de Cheech Marin, el barman) y luego en las escenas de acción metes cosas exageradísimas como cuando salta de espaldas de un edifico a otro, con una diferencia notable de altura y cae como si nada, pues tenemos una película de acción de las que no te cansas de ver una y otra vez.

viernes, 6 de mayo de 2022

LA PANTALLA DIABÓLICA

Ignota cinta española de mediados de los ochenta que se estrenó en pleno boom de la movida madrileña y que al no ser un film con Resines, Oscar Ladoire o Carmen Maura en su reparto, ambientado en un futuro distópico de alcantarilla, pasó por los cines sin pena ni gloria con menos de 2000 espectadores del año 1985, que era muy poca cosa. Y nunca más se supo; no me consta una edición posterior en VHS y tan solo pudieron gozar de su visionado los espectadores más avispados que se percataron de que la programó La 2 de RTVE a altas horas de la madrugada en el año 1991.
Recientemente La Filmoteca madrileña la rescató y proyectó en uno de sus ciclos de cine maldito y, hace poco alguien ripeó su copia grabada de la tele para compartirla con los usuarios, que es la forma en que podido verla yo —aunque con una calidad ínfima y un sonido de lo más pobre—.
Se trata de una película con una estética postpunk, de cine dentro de cine, que verdaderamente resulta interesante, destacando, por encima de su torpeza y baratez, su condición de perro verde.
Estamos en un futuro en el que parece ser que el cine es muy importante y en el que la gente vive como vagabundos, realizan sus quehaceres en descampados y visten con harapos de colores chillones. Dentro de esa cacotopía, tenemos a un director de cine “furtivo” llamado Caligari, que flipa con el cine de los años 50, con Nicholas Ray y Douglas Sirk, y que para subsistir da clases de cine para unos absolutos zoquetes en un descampado de la ciudad. Lleva años escribiendo el guion de una película que está llamada a revolucionar el mundo del cine que se titula “La pantalla diabólica”, pero le cuesta horrores conseguir un productor que le ayude a llevarla a cabo. Dentro de su particular cinefilia, admira a un director norteamericano que lleva 9 años seguidos ganando el Oscar y que se llama Phantom. Y resulta que Phantom viene a España a rodar su nueva película. Cuando Caligari se entera de que esta resulta ser un plagio de su “Pantalla diabólica”, decidirá secuestrarlo y usurpar su identidad para de esta forma, ser él el que ruede su propia película. Toda la parte final, en la que somos testigos del rodaje, es absolutamente surrealista.
Pues está bastante bien esta “La pantalla diabólica”. Es, como decimos por aquí, una película rara, misteriosa y desperada con todas las de la ley, cuya estética y el claro bajo presupuesto que se gasta, le confieren un aspecto muy raro y resultón, en parte porque este es mucho menos recargado e impostado que el de producciones de la época que nacen un poco en la misma tesitura que esta, como pueda ser “Poppers”, por ejemplo.
Son muchos los guiños al cine que adivinamos a poco que le prestemos algo de atención, pero por encima de todos destaca la influencia de Kubrick  y “La Naranja Mecánica”; “La pantalla diabólica” no solo se desarrolla en un futuro distópico igual que esta, sino que también los protagonistas hablan en una jerga inventada para la ocasión, del mismo modo que lo hacían los drugos.
Por otro lado, su director Joaquín Hidalgo, que firma con esta su segunda y última película, es docente y creador de una de las escuelas de cine más prestigiosas del país, la TAI (La Escuela Universitaria de Artes), que ha dado al cine español un innumerable número de técnicos. Llevaba la enseñanza tan arraigada a su piel que tras rodar “La pantalla diabólica” abandonó el cine para dar clases y, quizás haya algún paralelismo entre él y el personaje Caligari de la película que nos ocupa. También es un director que se dedica a la enseñanza y todo apunta a que puede que esté inspirado en sí mismo.
El reparto lo encabeza Enrique Simón, mítico porque en la época era popular por presentar programas infantiles, pero que en realidad era un consumado actor que, con los años, acabaría centrándose casi exclusivamente en el teatro y que en esta película está verdaderamente bien. Como su némesis, tenemos a otro actor casi desconocido pero de solvente eficacia llamado Albert Miralles, que debutaba para el cine de la mano de Antoni Ribas con “La ciutat cremada” y que, después de esta, su única intervención sería en “El placer de matar” junto a Antonio Banderas. Completarían el reparto rostros conocidos —y siempre agradecidos— del cine español como los de Paco Maestre, Pilar Alcón y, eterno, José Lifante. Asimismo en pequeños papeles, tenemos una ristra de enanos, cegaratos, deformes y contrahechos. ¡Ah! Y a un par de negros en zancos.
Una verdadera película de culto y, para variar, merece la pena.

viernes, 3 de junio de 2022

ENSALADA BAUDELAIRE

Lo primero que nos viene a la cabeza, según vamos viendo esta película española del año 78, es la semejanza que guarda con esa mamá del "home invasion" que es “Funny Games” de Michael Haneke. Por supuesto a fans del cine español y fantaterroristas  varios se les llena la boca  a la hora de poner este film ignoto como referente del cineasta alemán, cuando no, le acusan directamente de plagiar una obra que, hasta hace relativamente poco, permanecía oculta. Lo más probable y sensato es pensar que Michael Haneke no tenga pajolera idea de la existencia de “Ensalada Baudelaire” y que atribuyamos todo parecido a la caprichosa casualidad. Pero, sí es cierto que esta película se adelanta en el tiempo —aunque existen referentes anteriores— a lo que hoy en día es un subgénero, y que, salvo por algunos momentos torpes propios del cine de la época que hacen parecer esta historia una comedia involuntaria, lo cierto es que estamos ante una buena película de desarrollo desasosegante, pese a la pasividad de sus protagonistas Xavier Eloriaga y Marina Langner, en contraste con el desfase de los co-protagonistas, Lorenzo Santamaría, cantante melódico que tuvo su mayor momento de bonanza en los 70, y Ricardo Masip, que elevan el arte de la sobreactuación a cotas verdaderamente descojonantes.
Un matrimonio de la alta sociedad, cuya relación se basa más en la conveniencia y el desprecio que en el amor, deciden salir a pasar el día en su yate. Una vez en alta mar, se encuentran en la zona donde van a echar el ancla con una serie de individuos en sus respectivas embarcaciones. En un alarde por hacerse notar, ella, invita a una pareja a subir a su yate para que les haga compañía. Y pasan la mañana estupendamente hasta que estos comienzan a comportarse de modo extraño. Tratan como el puto culo la máquina polaroid de nuestro protagonista, tiran cosas por la borda o pintan pollas en cubierta con un pintauñas. Cuando nuestro matrimonio se cansa de su comportamiento y los echa del barco, estos usarán la fuerza para reducirles y tomar el control del mismo, secuestrándoles in situ. Entonces veremos que uno de los dos intrusos no es una chica, sino un homosexual travestido y someterán al matrimonio a sus perversos jueguecitos, haciendo con la esposa lo que les viene en gana ante la mirada de su marido que permanece atado y amordazado.
Está bien la cosa. Quizás en algunos momentos se pone cutre en exceso y se acusa una incapacidad absoluta por parte de los responsables de otorgarle a la historia un desenlace digno (de hecho, como se soluciona este asunto es tan risible como el ver a Lorenzo Santamaría en bañador meneándose hacia arriba y hacia abajo durante toda la película) y, a falta de un buen final, se avisa en off al espectador para que no se levante de su butaca, porque si este final no le ha gustado, tienen en la manga dos finales más a cual peor. Pero en general, se pasa un buen (o mal) ratillo viendo “Ensalada Baudelaire”.
Se trata del debut y despedida para la gran pantalla del director Leopoldo Pomés, cuyo trabajo más destacado a parte de este, consistía en llevar la cámara en aquél celebrado anuncio de Freixenet del año 92 que dirigía Bigas Luna, y que reunía en pantalla a Antonio Banderas y Sharon Stone para felicitarnos las fiestas.
Por otro lado, el libreto está firmado a pachas entre Pomés y destacados miembros del mundo del arte como son el escritor y arquitecto Óscar Tusquets y Román Gubert, historiador de cine y cómic especializado en pornografía, con tropecientos libros a sus espaldas y un prestigio y reconocimiento unánime a nivel cultural. Choca, que lo que para ellos seguramente fuera una película seria y respetable, en realidad resulte ser una divertida "serie B" que se exportó al extranjero, eso sí, como parte de la programación de los grindhouse de la época y autocines, donde se exhibió bajo los títulos de “Sex & Violence” o “Andrea”. Lo mismo que ocurría con la laureada  “La Caza” de Carlos Saura.
“Ensalada Baudelaire” consiguió arrastrar a los cines a poco más de 200.000 espectadores y, en resumidas cuentas, está bien, se ve con agrado y, más importante todavía, se parte uno el ojete con las interpretaciones de los dos sádicos, malvados y homosexuales secuestradores.

domingo, 10 de julio de 2011

PESTAÑAS POSTIZAS

Un dramón que cuenta la historia de una actriz casi cincuentona y decadente, que ante la poca oferta de trabajo se ve obligada a prostituirse en burdeles de poca monta. Tiene un novio jovencillo al cual mantiene. Un buen día, a ella le sale un trabajillo en el teatro, a la vez que a el, le sale algo similar, capitaneado por una vieja actriz rival, que lo que pretende es acostarse con el joven efebo.
Un autentico bodrio, con un tufo rancio que tira para atrás y con unas actuaciones acartonadas y teatrales que por momentos rozan la vergüenza ajena. Destaca la intervención de Paco Valladares haciendo de mariquita con bata de guatiné, de manera muy poco convincente. En la vida un gay ha parecido mas heterosexual. Horrorosa. Pero, su fama de maldita, es la que me ha animado a verla.
Se trata de la primera película que protagonizó Antonio Banderas, y también, la primera película que produjo Pedro Almodóvar. De hecho, es un reflejo de lo que en los próximos años sería su cine como director (Maruejeo, homosexualidad, decadencia y relaciones turbias).
La gracia está en que la película no llegó ni a estrenarse, de hecho no llegó a obtener la licencia de exhibición. Permaneció metida en su lata, hasta que alguna televisión la compró y la emitió. Su director, Enrique Belloch, no volvió a hacer una sola película.
¿Quién dijo que los inicios de las estrellas consagradas fueron fáciles?
Eso si, la película no merece la pena en absoluto, pero si tienen curiosidad…. Yo también la he tenido.

lunes, 29 de agosto de 2022

UN SOLTERO CON MUCHA CUERDA

Co-producción hispanoestadounidense, rara, misteriosa y desperada,  cuya existencia no tiene demasiada razón de ser. Se trata de un film con mucha participación española en lo que es la parte técnica, productores y guionistas de lo más variopintos, semi-estrellas en la pantalla y una vida comercial prácticamente reducida a cero. Estas características me llevan a pensar que en realidad responde a algún chanchullo de tipo económico, váyanse ustedes a saber si por la parte española o la parte yankee. Un blanqueo de dinero, que coño.
Entonces tenemos en el reparto a dos guapos de Hollywood de poco caché porque están en clara decadencia (el bueno de Zach Galligan y Teri Hatcher), un secundario español como es Abel Folk y una trama de corte romántico totalmente desangelada y que no importa un pimiento a nadie.
Brian es un gerifalte de la industria musical que está a punto de casarse. Sin embargo es un mujeriego redomado incapaz de dejar el pajarito en la jaula, ni tan siquiera el día que va a comprar el anillo de compromiso. Aunque, esta vez, parece que el muchacho está dispuesto a sentar la cabeza. Sin embargo, su futura esposa acaba enterándose de sus continuas infidelidades y decide tomar represalias, pero en lugar de abandonarle o cualquier otro tipo de decisión racional, le secuestra con ayuda de unas amigas, le atan a una cama y le retienen contra su voluntad, ejerciendo sobre el muchacho eventuales torturas inofensivas. Por supuesto, la cosa acabará bien, pero por el camino no pasa absolutamente nada, y en consecuencia, nos aburrimos hasta la extenuación. Eso sí, una vez terminada nos quedamos con ganas de saber más acerca de esta extraña cosa en la que parece que todos quieren cobrar el cheque lo antes posible e irse para casita. Y descubrimos los curiosos profesionales que se encuentran tras su gestación. En primer lugar, produciendo la cinta y firmando el guion, tenemos a Isabel Mulá. Está claro que esta película es la puerta para entrar en el mundo de la producción internacional y de hecho, tras esta, la señora Mulá co-produjo “Malquise” y, más popular todavía, “Imaginin Argentina” con Antonio Banderas. Pero antes de esto, se encargó de la producción de filmes tales como “Apocalipsis Caníbal”o “Los nuevos curanderos” —que también dirigió— en los parámetros de la serie Z. “El Lute II: Mañana seré libre” en la parte del cine respetable, e incluso formó parte de la producción de “Scalps: Venganza india” de Claudio Fragasso y Bruno Mattei… ahí es nada. También llegó a dirigir una película “S”, “Depravación”. Desde luego, la carrera de esta Isabel Mulá no puede dejar a nadie indiferente.
Asimismo, y compartiendo un crédito de guion con Mulá, tenemos a Bob Madero, individuo del entorno de Ulli Lommel y con el que colaboró en la escritura de “Blank Generation” como también lo hizo en el guion de “Mausoleum”. Y que viva el eclecticismo.
Por su parte, en lo actoral, hemos nombrado antes al español Abel Folk, representando la piel de toro en la película. Hace las veces del amigo cachondo de Zach Galligan, un rol que parece concebido para James Belushi, pero que debía desempeñar algún español, supongo que por exigencias de la producción. Folk es un actor catalán prestigioso que, siempre de carácter secundario, ha llegado a aparecer en películas como “La teta y la luna” de Bigas Luna o “Vicky Cristina Barcelona” de Woody Allen. Aquí le tenemos poniendo caras y dando la réplica a Galligan, sin que eso parezca quitarle en absoluto el sueño.
Y por fin en las labores de dirección, John Mark Robinson, un director de carrera más bien corta que, en 1994, firma con esta su última película hasta la fecha. Anteriormente, había rodado films que también dan un poco lo mismo como “Kid” o “Taberna salvaje”.
Curiosamente, y por motivos que uno no llega a descubrir por más horas que le eche a la investigación, “Un soltero con mucha cuerda” fue lanzada directamente en vídeo en los Estados Unidos (se ve que Teri Hatcher todavía tenía el suficiente tirón como para considerar distribuir esta película) mientras que en España se estrenó de tapadillo en un par de cines donde pasó completamente inadvertida, del mismo modo que a su paso por los video-clubs, no serían muchos los que repararían en una cosa como esta.
En definitiva, una película muerta y concebida sin alma, váyanse ustedes a saber por qué motivo. Como sea, desde luego, se trata de una rareza.

jueves, 26 de abril de 2012

SPACE SHARKS

Una película mas, de las muchas que hacía la “Nu image” (antes de que su filial para cine, “Millenun film” encontrara la formula de la dignidad) sobre tiburones asesinos.
La gracia aquí está en que el comportamiento de los tiburones(no mas agresivos que el de TIBURÓN), viene dado a que una nave espacial pilotada por dos aliens de distintas especies (¿) cae en la tierra, hundiéndose en el mar. Y a partir de ahí los tiburones se papean al personal.
Obviamente, la peli es mas mala que pegarle a un padre con un calcetín sudado, aun así yo ya la he visto dos veces (pero no creo que lo haga mas) porque a fin de cuentas entretiene. La primera vez mas que la segunda, eso si.
La peli lleva una estructura básica de parloteo/tiburón-papeandose-a-un-menda que bueno, no sorprende a nadie, y el delirio espacial del principio, con sus navecitas y sus extraterrestres, pronto se desaparece para convertirse en una peli de tiburones de lo mas convencional.
En el reparto, el televisivo Corin Nemec, la recauchutada Vanessa Angel, que después de saborear las mieles de Hollywood en VAYA PAR DE IDIOTAS, se ha estancado en productos de tercera, y además, aunque aun está de muy buen ver, con los años ha perdido mucho. También tiene un papelillo un habitual del las películas de serie b , Corbin Bersen (EL DENTISTA). El director y productor, como no podría ser de otra manera es Israelita Danny Lerner que también ha rodado las sagas de SHARK ATTACK, OCTOPUS , SPIDERS, CROCODILE , SHARK ZONE y SHARKS IN VENECIA ( te cagas por las patas abajo). O sea, que lo de este pollo son los bichitos, con especial fijación por los tiburones. Además, reseñar que ha escrito los guiones de AULLIDOS 4 y DISASTER¡
A nivel chungo, en la peli destaca alguna imagen de archivo de tiburones y poco mas. Mas mierda Israelita, para que se la coman los Yankies .
Obviamente, el delirio de este producto se queda ya en un rinconcito, pues ahora este típo de mierdas, son más bien cosa de “The Asylum” o “Tomcat films”, productoras estas orgullosas de su condición de “Exploiters”. Al fin de al cabo, “Nu Image”, el verdadero equivalente a la “Cannon” de la época, aspiraba a hacer films de verdad, y ahí andan con Stallone, Antonio Banderas, Morgan Freeman y demás entes Mainstream.

lunes, 10 de septiembre de 2018

LABERINTO DE PASIONES

“Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón” ópera prima de Almodóvar y, para mí, su mejor película, se pasó con éxito en los cines Alphaville de Madrid en las sesiones de madrugada
aguantado estoicamente el paso del tiempo y convirtiendo, poco a poco, al director manchego en la leyenda que es hoy. Y es por ese motivo por el que el máximo responsable de esa cadena de cines, Javier de Garcillán, decidió producir la nueva extravagancia del director en tiempos en que conseguir una subvención del ministerio no eran una cosa sencilla.
Así, pidiendo un crédito al banco y completando el importe del presupuesto con aportaciones personales de miembros del equipo, se financió “Laberinto de pasiones”, uno de los films más polémicos y populares de Pedro Almodóvar.
Asimismo, se trata de la primera vez que Almodóvar trabaja con un equipo profesional compuesto de reputados directores de fotografía y técnicos de sonido directo, por lo que supuso un cambio de las formas que a su vez mata un poco el discurso underground que traía con su anterior película. Almodóvar pasó de una película a otra, de las sesiones golfas a prestigiosos festivales de cine.
Por otro lado, todo el petardeo que muestra la película, todo ese rollo de la movida madrileña y la trasgresión que pretendía el director y que en la época le valió alguna que otra reseña negativa, a día de hoy cobra mayor interés y es elogiable la valentía que tuvo Almodóvar a la hora de romper con los arquetipos del cine español, exponiendo argumentos que  a día de hoy, con esta ola de pacatería, censura e ignorancia que impera en nuestra sociedad en tiempos en los que hacer una canción de protesta te pueden valer la cárcel, resultan edificantes y, en lugar de quedarse anticuados, que es lo que debería pasar, tienen más vigencia que nunca porque, apelando al tópico, “Laberinto de pasiones” es una película que a día de hoy no se podría hacer.
Los desfases homosexuales de Fabio McNamara, el travestismo punk del propio director y, sobre todo, las subtramas que tratan el incesto y la violación desde un punto de vista cómico, vistos  hoy me han resultado delirantes. Por otro lado, escenas improvisadas que se nota que están improvisadas, resultan igualmente interesantes y divertidas.
También, el poco dominio de la narración por parte del director a favor de unas situaciones que ocurren, sin más, son al final el punto fuerte de la película. Desmadrada, enloquecida y moderna, poco a poco, Almodóvar fue degenerando hasta pergreñar argumentos muy estándar para un público compuesto de señoras, curiosamente, pertenecientes a generaciones anteriores a la suya.
“Laberinto de pasiones”, entre otras subtramas menores, cuenta la historia del hijo de un jeque árabe que atraído por el cosmopolitismo de Madrid en los ochenta, se lanza a vivir libremente su homosexualidad, hasta que conoce a Sexilia, la cantante petarda de una formación nuevaolera, ninfómana desde niña, de la cual se enamora.
Por otro lado tenemos a un anciano que tras ser abandonado por su esposa toma una suerte de afrodisíaco que le pondrá a tono y aprovechará esta ausencia para violar a su hija mientras la trata como si fuera su propia esposa.
También tenemos tres árabes que tiene la misión de encontrar al hijo del jeque, para uno de ellos, en una tarde de ligoteo, toparse con él y enamorarse sin saber de quién se trata.
La película tras su estreno no resultó ser un bombazo precisamente, convocando poco más de 350.00 espectadores a las salas, pero, de igual modo que “Pepi, Luci Bom y otras chicas del montón”, se tiró en sesiones golfas una ristra de años. No en valde es una de las películas más populares de Almodóvar.
Curiosamente, cuando este ya era una estrella a nivel internacional, "Laberinto de pasiones" consiguió estrenarse en Reino Unido, donde permanecía censurada, en 1993.
En el reparto tenemos a Imanol Arias en el que sería uno de sus primeros papeles relevantes en el cine y del que además decía que le había permitido penetrar en el universo Almodóvar, motivo este por el que estaba plenamente agradecido. Antonio Banderas, sosegado y comedido en su interpretación, debuta como chico Almodóvar para diez años después hacer las americas y triunfar. Cecilia Roth en un papel muy de Cecilia Roth anulando muy bien el acento argentino. Luis Ciges follandose a su hija, Marta Fernández Muro, está más en su salsa que en una película de José Luis Cuerda y Fabio McNamara llevando el homosexualismo a la caricatura resulta desternillante, si bien ahora reivindicando a Franco y su ultraderechismo, es aún más desternillante que antaño.
Estos primeros films de Almodóvar, merecen la pena.

lunes, 10 de noviembre de 2008

JCVD

Hace un par de veranos curré en un sitio regentado por una belga. Cuando le pillé confianza, un día le pregunté por Jean Claude Van Damme, que qué pensaba, y me lo puso verde, afirmando que en Bélgica se le tiene por medio tonto y que, por lo visto en una ocasión salió hablando por la tele y no dijo más que sandeces (esas imágenes bien podrían haber sido utilizadas en una escena del film aquí reseñado). Bueno, me dije, será algo parecido a como ocurre en España con, por ejemplo, Antonio Banderas, que se raja de él casi automáticamente nada más mencionarlo. Sabía que en la piel de toro el deporte nacional era la envidia, pero ¿en Bélgica también?.
Nunca he sido demasiado fan de Van Damme. Yo era más del clan Steven Seagal (resulta curioso que en este film se le mencione unas cuantas veces, y es que en cuanto a héroes de acción se refiere, el belga y el de la coleta compartieron momento), sin embargo, vi "Contacto Sangriento", fui al estreno de "Kickboxer" y aún me zamparía unas cuantas más, bastantes más, hasta hace poco. No tengo nada en contra de Juan Claudio... de hecho, no suelo ser enemigo de esos actores "de acción" a los que tanto gusta de despellejar la pomposa crítica, en todo caso, me caen bastante peor los actores que se creen que están haciendo algo por el planeta en lugar de limitarse a su puta función.
Lo curioso de "JCVD" es que, en esencia, no se aleja tanto de sus pelis típicas. Se trata de un film de intriga, solo que rodado de un modo totalmente distinto. Con humor (aunque tampoco muchísimo), con algo de drama (bastante más) y de modo muy realista, salvo puntuales idas de olla. Incluso hay una escena heróica para el actor, solo que más modesta y menos llamativa de lo habitual en su filmografía. Vale, "JCVD" es desmitificadora, y se ríe del cine de acción de serie Z, pero lo hace con afecto y cariño, sin mala leche, y de hecho, los personajes más positivos son los mayores fans de Van Damme (y su trabajo).
Jean Claude actúa mejor que de costumbre (tal vez porque le han dejado hacerlo, o porque cuenta con un mejor director) y suelta un monólogo tremendo, muy emotivo y triste que realmente te llega al alma... parece improvisado por un Van Damme que se está desnudando por completo ante nuesos ojos (en el sentido espiritual... lo siento por los golosos) y sí, se mete caña a si mismo, pero cuando acaba el film le tienes más respeto y admiración.
La peli no mata, es más la idea que el resultado, pero se deja ver y entretiene lo justo. Eso si, los mejores "gags" (por llamarlos de alguna manera) son los que hablan de sus películas o aquellos en los que trata con sus fans.
No deja de ser irónico que el próximo film del Belga sea "Soldado Universal 3". Los críticos que AHORA le han descubierto, tras pasarse años rajando de él, afirman que tal paso es un modo de ensuciar de nuevo un curriculum que "JCVD" parecía haber limpiado... pero ahí está la gracia... Van Damme es Van Damme, ESO defiende esta peli, ESO es lo que les gusta a sus fans, y que ahora haga "Soldado Universal 3" es lógico y coherente, algo que sus admiradores agradecerán (imaginaos que ahora le diese por actuar únicamente en pelis de arte y ensayo) y que nomás ven mal los siempre odiosos críticos que antes no le respetaban y han necesito del inevitable film de autor de turno para descubrir algo que, en esencia, aquellos que tienen "Cyborg", "Blanco Humano" o "Replicant" en su videoteca ya sabían.