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viernes, 6 de octubre de 2023

EL HOMBRE DE ROJO

Obra de teatro producida por la compañía de comedias de Quique Camoiras y dirigida por el propio actor, que en cierto modo se aprovechaba del éxito de la película “La mujer de rojo”, por lo menos en lo que al título se refiere. Ni tan siquiera es una parodia de la misma. La única conexión que tiene esta obra con la película de Gene Wilder es la carátula con la que la grabación de la misma se distribuyó en vídeo —esta vez sí , una parodia del póster original de “La mujer de rojo”— y el hecho de que justo antes de abrir el telón, para dar comienzo a la función, se escuchaba, en el teatro donde se interpretase la obra, el “I Just Called”. Decir te amo” de Stevie Wonder. Por lo demás, se trata de una obra cómica para el total y absoluto lucimiento de Quique Camoiras en la que se cuenta con la particularidad de que, este, va vestido de riguroso rojo. Por lo demás, y con un par de decorados al máximo, se trata de la típica obra humorística en la que una serie de personajes entran y salen en escena mientras les suceden cosas. Todo muy exagerado y haciendo los actores un uso excesivo de la sobreactuación.
Así, cuenta la historia del dueño de un hotelito que se queja de que no va nadie, y cuando empiezan a llegar clientes parece molestarle . En esa tesitura habrá enredos de cama, señoritas en ropa interior, ladrones de variado pelaje y unas joyas escondidas. Todo ello a disposición de Camoiras que se erige como el rey indiscutible de la función contando con el beneplácito del público en todo momento.
Dos horas de implacable teatro de vodevil, largas como un día sin pan, con un humor que ya en el año de su producción, 1985, pecaba de rancio y obsoleto en lo que son los resquicios de un actor de otra época dando sus últimos coletazos en los 80. Esto en su momento debía tener mucha gracia —aunque yo nunca conecté con el humor de Camoiras, ni siquiera de niño—pero los fans del cómico entonces aún eran muchos y sus obras de teatro contaban con un gran éxito de público.
Más allá de esto, resulta curiosa la labor de preservación del teatro de revista que realizó, sin darse cuenta, la distribuidora de vídeo de José Luis Sánchez Codina Olimpy Vídeo. Además de producir películas de Mariano Ozores para su distribución exclusiva en cinta magnetoscópica y otro tipo de productos audiovisuales de difícil catalogación, también sacó un buen número de grabaciones de obras de revista de nuestros cómicos más queridos, a saber: Pajares y Esteso, Juanito Navarro, Antonio Ozores, etc… así como una integral de Quique Camoiras. Además de “El hombre de rojo”, otros celebrados títulos ochenteros de su compañía de comedia como puedan ser “Don Armando Gresca” o “Qué solo me deja”, conocieron su propia edición. Lina Morgan,
Al margen de lo que estas obras le puedan parecer a uno (a mí unas me hacen más gracia, otras, como las de Camoiras, ninguna), lo que es cierto es que Olimpy registró en vídeo un material que, De otra manera, se habría perdido para siempre. Lo grabó, distribuyó y rescató del más vil de los olvidos. Hoy estas cintas no tienen demasiado valor, no están demasiado cotizadas en el mercado del coleccionismo pero, desde luego, son un documento histórico de nuestro teatro, vodevil o no, y nuestro humorismo imprescindible si se quiere estudiar o conocer la comedia de primera mano.
“El hombre de rojo”, por sus características, y que todavía coleaba en el imaginario colectivo la película a la que toma como reclamo, puede que sea una de las cintas de Olimpy Vídeo más recordadas.

viernes, 16 de diciembre de 2022

EN LA COCINA DE PORCEL

Al igual que ocurría en España a finales de los años 80 con el auge del vídeo domestico, y  debido a que las idiosincrasias española y argentina son similares en lo que al mundo del espectáculo se refiere, a primeros de los 90 los vídeo clubes argentinos demandaban humor popular para ser consumido al calor del hogar. Si aquí tuvimos a Olimpy Vídeo con la comercialización de cintas exclusivas para el formato como el “Tu y yo” de Emilio Aragón, o “El embarazado” de Pajares, en Argentina Jorge Porcel era la máxima autoridad en comedia y, en 1991, ya mayor —y hasta diría que decadente— protagonizó este producto filmado en vídeo que resultaría de lo más simpático.
La gracia del asunto consiste en que parece que estuviéramos ante un vídeo de cocina en el que Jorge Porcel hará una serie de recetas ante la cámara para solaz del público, y así se procede durante la presentación y el inicio. Pero rápidamente nos damos cuenta que el tema de poner a Porcel a cocinar no es más que una excusa para mostrarnos una serie de sketchs y chascarrillos en plano fijo en los que, en tono vodevilesco, los personajes van entrando y saliendo del cuadro marcado por una cámara fija y, a partir de ahí, ser testigos del arsenal cómico del protagonista, que aunque parece que se va a poner a cocinar, no llega nunca a poner en el fuego ni una sartén.
Por supuesto, se hará acompañar en escena de otros cómicos menos reputados que él, señoritas muy jamonas y ligeras de ropa, y aprovechará que está en una cocina para hacer chistes relacionados con alimentos en los que al decir cosas tales como que va a hacer un plato italiano, espaguetis a la putanesca, aparece en escena una señorita en lencería diciendo que si estaba preguntando por ella. Luego asoma otra más,por lo que ahora preparará espaguetis a la “reputanesca”. Y así chiste tras chiste, sketch tras sketch.
Todo de una sal gruesa que, para el año 91, ya era quizás un poco rancia, una incorrección política que a día de hoy sería cancelada —y puede que llevada a los tribunales— y momentos para el más absoluto despiporre, porque lo cierto es que Porcel en escena es rematadamente bueno.
Los amantes del humor clásico más cafre estarán encantados con este vídeo como lo estoy yo, y los abanderados del “buenísmo”, si decidieran verlo, twittearían acerca de lo excluyente y misógino que es este vídeo, con el único fín de que veamos lo comprometidos y conscientes que son, por darse cera.
Por otro lado, aunque tiene pinta de que se improvisa mucho sobre la marcha, resulta que esta cinta cuenta hasta con director, en este caso Fernando Siro, actor y productor bonaerense que hizo mogollón de películas clásicas argentinas de cierto prestigio y que, se ve, de vez en cuando se ponía detrás de las cámaras para dar la voz de acción en cosillas de estas.
Como fuere, una rareza argentina de humor muy semejante a subproductos que se editaron en vídeo aquí poco antes, que siempre resulta altamente interesante. Y se le echa una visual y ¿por qué no? se escribe una reseña al respecto.

lunes, 27 de febrero de 2017

TU Y YO (1988)

Curiosamente, si consultamos la página web de Emilio Aragón, una bien pomposa y con aires de respetabilidad, veremos que aparecen recogidos y catalogados prácticamente todos los trabajos que ha realizado para cine y televisión, como músico y/o productor, así como guionista o director. Sin embargo, muy de pasada, y en secciones menos destacadas, figuran los trabajos que le dieron de comer de verdad; su faceta como payaso, el humor plagiado de “Ni en vivo ni en directo”, sus discos de pop chorra, o su papel como actor en “Policía” de Álvaro Sáenz de Heredia. ¿Acaso reniega de aquello con lo que inició su andadura como hombre más poderoso de este país? A saber. Igual le dedica en un futuro una página web a los trabajos por los que es alguien entrañable… pero seguro que no. En cualquier caso, incluso entre esos curros alimenticios existe una gran ausente: “Tú y Yo”.
Se trata de una de esas producciones directas a vídeo de “Olimpy Vídeo” con las que coparon las estanterías de los videoclubes en los ochenta. Si bien este sello editaba obras de teatro filmadas, o películas en 35 mm. muy pobres para que Don Mariano Ozores siguiera dirigiendo tan ricamente,  la otra vertiente era la de estas cintas en las que, con un par de cámaras de vídeo profesionales y un par de decorados, el sainete y el vodevil campaba a sus anchas durante una hora y media dónde Pajares, Raúl Sender o Juanito Navarro daban rienda suelta a proyectos concebidos para ese novedoso medio tan rentable que era el vídeo. Emilio Aragón, más joven, más moderno, más fresco, también aportó su granito de arena a este tipo de producto que se antoja único en el mundo del espectáculo español.
Básicamente, vemos fragmentos de unos 20 minutos en los que Emilio Aragón interpreta a un personaje arquetipo al que los enredos y las confusiones le embargan, causando la risa del respetable. En ellos, vemos como el negarse a ponerse gafas, cuando no ve tres en un burro, le puede traer a Emilio algún que otro problema con la policía, el como un amigo suyo patenta una suerte de juego de damas con cajitas de regalo, o como estos mismos, que forman un dúo musical, son engañados por un loco escapado del manicomio que se hace pasar por cazatalentos americano. Todo ello dentro del marco argumental que comprenden las aventurillas del día a día de un par de matrimonios jóvenes.
La estructura de las historias que se nos cuentan, las risas enlatadas, la explicación en off que Emilio Aragón da sobre los personajes momentos antes de los títulos de crédito, hace pensar que lo que estamos viendo en realidad es un episodio piloto de una sitcom que nunca llego a emitirse. Una que en aquel año, 1988, sin duda hubiera sido exitosa, pero esto no deja de ser una suposición; no hay datos en internet que lo corroboren. Pero no me sorprendería en absoluto.
Y bien, ¿Cómo está el vídeo este? Bueno, Emilio Aragón, plagios aparte, era (es) un cerebrin, y si bien ideó y escribió esta historia, también es cierto que está contada y grabada muy al estilo de estos productos, y por ende, muy al estilo de la época. Entonces, transcurriendo todo en un solo escenario, con pocos personajes y demás, la verdad es que, incluso con la lacra que muchas veces supone el paso de los años, está entretenidilla y tiene hasta cierta gracia. Siempre con el chip puesto en el tipo de producto que vamos a ver. Eso si… ello no exime a “Tu y Yo” de tener ciertos gags que provocan la más feroz de las vergüenzas ajenas.
Quizás no sea tan rancio como otros productos “Olimpy” de la época, es más actual, más para la “juventud” de los ochenta, pero a Emilio Aragón le faltablan las tablas y el talento de otros de la escudería como Pajares, Esteso, Simón Cabido, Sender o Juanito Navarro.
La música de la cinta, por supuesto, está compuesta por el propio Emilio Aragón, le acompañan en el elenco Juan Carlos Martín (“Los gusanos no llevan bufanda”) que se especializó en papeles televisivos, y Lola Muñoz, que desarrollaría una carrera funcional en cine y televisión, si bien, juraría que esa voz la he escuchado infinidad de veces en doblaje.
Dirige el asunto Eugenio García Toledano, experto en grabar para televisión obras de teatro y director de productos televisivo de la más variada índole.
Por cierto, no confundir con “Tú y yo” el mediometraje para lucimiento de David Bisbal.

viernes, 25 de febrero de 2011

YO QUIERO SER TORERO

Por fin (desde su lanzamiento en vídeo, allá por 1987, que no sabía nada de ella) consigo ver de nuevo la cochambrosa ópera prima (y única película) de Miliki, que bajo la batuta y dineros de José Luis Sánchez Codina, para su fructuosa empresa Olimpy Vídeo (poco presupuesto, máxima rentabilidad), inmortalizó, eso si, en vídeo, a los sobrevalorados en su momento, y mega-trasnochados ahora, Juan Rosa (La Pulga de Torrelavega) y Manuel Sarriá (El niño de la linterna), más conocido en Andalucía, y en el resto de España, por culpa de "Un, Dos, Tres", como “El Dúo Sacapuntas”, en una película única en su especie, tan mala que hay que pensárselo dos veces para continuar con el visionado una vez le ha dado al play, pero que por otro lado, es imposible pararlo, de lo entrañable que resulta ver a estos dos efímeros cómicos de los ochenta, en su salsa, en su esplendor, con sus chistes malos y sus sketches peores, crecidos en algún momento y patéticos a rasgos generales.
La película, resulta en cosa de seis o siete escenas, donde se impone por encima de todo el plano secuencia mal encuadrado e interminable, cuenta la historia de dos maletillas, bastante sucios y llenos de cachivaches, que en su afán de convertirse en estrellas del toreo, llegan a un pueblo donde se les ofrecerá torear al toro “Superman”, bestia de entre bestias allá donde las haya, que de veinte que le han toreado, veinte acabaron en el hospital. Un trabajo que ni pintado para “El dúo sacapuntas” que antes se las verán con los clientes de un restaurante, en el que tendrán que trabajar para pagarse un plato de comida.
Un producto honesto y con fines comerciales, que ofrece lo que tiene que ofrecer, a los dos cómicos, protagonizando gags de lo más tontos (y efectivos en la época), sin más artificios que los trajes de luces que lucen en el cenit de la película. . . ¿Queréis al "Dúo Sacapuntas"? Pues aquí los tenéis en estado puro, tanto, que en un momento de la película, siendo invitados al balcón del ayuntamiento en el que anuncian su debut en el toreo, y dentro de la acción, simulan una de sus actuaciones en directo, pasándose por los huevos toda coherencia argumental, y respondiendo el público con entusiasmo, ante sus más famosos chascarrillos (22, 22, 22, la plaza abarrotaaaaaá…), cuando se supone que son unos individuos que llegan allí de nuevas. En definitiva, que tenemos un show en directo dentro de la película. La cara de satisfacción de alguno de sus desdentados espectadores no se me va a despintar en la vida.
Miliki, dirige, escribe e incluso monta la película, dando bastante manga ancha a los cómicos que improvisan cada dos por tres, todo ello, con buenas dosis de torpeza, dejadez, algo de desgana, y sin malgastar ni una sola gota de su talento a favor del humor hispano-profundo y neorrealista de los "Sacapuntas", que ya eran una garantía suficiente, como para andarse con chorradas. Teniéndolos a ellos ¿quién quiere currarse una película? Total, se va vender sola sea como sea…
Durilla de ver, entrañable en todos los sentidos, ni tan mala como cabía esperar, ni buena en absoluto, estéticamente es una obra incomparable y pionera. Tal y como está rodada, y registrado en vídeo en el año 87, puedo decir sin despeinarme, que Miliki inventó el cine underground en España, tal y como yo lo entiendo. Lo dotó de un público entregado, y lo alejó de los circuitos del arte y ensayo, para acercarlo a aquel más sencillo, y con el aliciente de que en absoluto sus acciones son intencionadas. ¿Alguien me rebate esto? (Naxo: No coment)
O quizás, fue José Luis Sánchez Codina quien lo inventó, e hizo algo bueno por el, váyanse ustedes a saber…
El caso es que esto sí me parece underground, y no lo que hacía Zulueta, por mucho 16 mm. que se gastase, y argumento raro que escribiese.
Aunque ello no la exime de ser mala de solemnidad…

martes, 7 de enero de 2025

OLIMPIADA HUMORÍSTICA

En la era dorada del video-club, cuando en tan añorados establecimientos había cabida para toda suerte de productos susceptibles de ser alquilados, eran habituales las cintas dedicadas al humorismo, el teatro y la revista. "Olimpy Vídeo" se podía llevar la palma en cuanto a lanzamientos al servicio de personalidades tremendamente populares, pero, en las estanterías del fondo, en esa sección en la que las caratulas cogían polvo, se amontonaban los títulos de la distribuidora "Boulevar" que, lejos de distribuir cintas para el lucimiento de los más populares humoristas, solía sacarlas de cómicos de provincias más desconocidos o directamente locales. Algunas contaban en sus filas con humoristas verdaderamente raros y desconocidos que, a día de hoy, se convierten en auténticos descubrimientos. Iremos reseñando por aquí, de vez en cuando, algunas de ellas.
Sin embargo, "Boulevar" contaba también con vídeos al servicio de humoristas medianos, más populares para el gran público, pero no a la altura de los todopoderosos Pajares y Esteso o Juanito Navarro y Antonio Ozores, como es el caso del individuo al que está dedicada esta cinta, “Olimpiada humorística”: Manolo de Vega.
A Manolo de Vega ustedes, igual que yo, lo conocen de la época de los 90, cuando en un pico de popularidad pudimos verle a diario, a la hora de comer, como parte del elenco fijo de humoristas de la primera etapa del mítico programa televisivo “No te rías que es peor”. Se prodigaba como un cuentachistes de los de toda la vida que, entre personalidades como la de Pedro Reyes o Marianico el corto, lo cierto es que no destacaba demasiado. Pero Manolo de Vega, que empezó su andadura como cantaor flamenco y en un principio se hacía llamar Fosforito de Valladolid (ya que era pucelano y no andaluz como muchos pensábamos) comenzó, como tantos de los que se dedicaban al humor en los 70 y 80, contando chistes por accidente, cuando fue requerido para homenajear al cómico Joe Correira, fallecido en la década del funk, contando unos en su honor. Y tuvo más éxito con los chistes que con su cante jondo —pizca más o menos lo que le sucedió a Eugenio—. Más tarde, se hizo popular a nivel nacional apareciendo en el programa de Iñigo y no le faltaría el trabajo hasta bien entrados los dosmiles. Pero su época de bonanza serían precisamente los 80, década en la que apareció el vídeo que nos ocupa.
Sin embargo, Manolo de Vega, más que por su humor, se hizo popular en el terreno de la prensa rosa. Ya en los 80 se especulaba con que era un mujeriego con hijos de varias mujeres, que llevaba una vida llena de derroche y excesos, e incluso se le llegó a acusar de maltratador. En los dosmil se arruinó y, víctima de una diabetes en estado muy avanzado, tuvieron que amputarle las dos piernas, lo que le retiró de los escenarios, falleciendo en la miseria en 2015.
Esta “Olimpiada humorística” aparecía en vídeo en 1984, en la época de mayor esplendor del humorista. También es un legado para estudiosos de la comedia española porque la cinta, al final, es un compendio de lo mejor del repertorio del artista y está compuesta por dos o tres baterías de chistes (que a veces De Vega entrelaza entre sí muy a la americana y rozando el monólogo a la stand-up), otro par de gags escenificados en forma de sketch, otro tanto de cante jondo y su celebrada imitación de Eugenio, su humorista favorito.
Lo bueno es que, con toda la perspectiva, la cinta sirve para ver que, quizás, Manolo de Vega ocupaba el lugar que merecía en el mundo del espectáculo, el del medio, ya que al final es un tipo que se nutría de chistes y tics propio de sus coetáneos (hace de gangoso o pasota como Arévalo, muecas como Paco Calatrava o canta como Manolo Caracol) pero que, visto lo visto, y teniendo en cuenta la caterva de humoristas jóvenes de hoy en día con un acercamiento al stand up americano que, pese a tener un nicho de público bastante amplio, en realidad practican un humor mediocre, clasista y condescendiente que no me interesa en absoluto, Manolo de Vega era un individuo que sabía marcar los tempos, contar los chistes y, en definitiva, a poco que tengamos tolerancia con la ranciedad inherente al humorismo de esta época —precisamente “No te rías que es peor” marcó su final ya que, en 1995, el director general de "Radio Televisión Española", Jordi García Candau, retiraba de la parrilla televisiva un espacio que, según este, era claramente fronterizo con el mal gusto—, nos sabrá sacar una sonrisilla y conseguirá captar nuestra atención. No era tan de tercera Manolo de Vega y este tosco y chabacano vídeo de “Olimpiada humorística” da buena fe de ello.
No ha estado mal verlo por primera vez en pleno siglo XXI.

miércoles, 13 de abril de 2011

HUMOR ANDALUZ, FINAL DEL III FESTIVAL

Cuando recupero esta clase de vídeos, no me queda más remedio que soltar alguna que otra lagrimilla en pro de la nostalgia, y en honor de la chabacanería más absoluta y maravillosa. Los españoles somos patéticos, sin embargo, estamos llenos de entidad. Patética, eso si, pero somos únicos.
HUMOR ANDALUZ, FINAL III FESTIVAL, es una prueba de cómo se podía triunfar en el mundo del humor, sin tener puta gracia. Y una vez más, nos vamos al video-club, en una época en la que no solo podíamos alquilar películas, si no también esta serie de videos, que obviamente, tenían un publico entusiasta. Yo estaba entre ese selecto público siendo un tierno infante. Estaban aquellas obras de Olimpy video, pero esto estaba un escalón mas abajo.
Esta vez, la grabación es mas chusca que de costumbre. Una cámara de vídeo que en un plano fijo, en el que eventualmente detectamos el uso del zoom, recogiendo el centro de un horroroso escenario, que imita el hall de una mansión, por el que van desfilando los finalistas del tercer festival del humor Andaluz de Melilla. Con dos cojones, sin títulos de crédito ni al principio ni al final de la cinta. No se acredita al realizador del vídeo, ni falta que hace. Aunque al menos tuvieron la decencia de indicarnos el nombre de cada artista, poniéndolo con una maravillosa tituladora de la época, adjuntando además, el puesto como finalista del cuentachistes.
Presiden el Show, nada menos que el dúo sacapuntas, autenticas estrellas del humor Andaluz, que ganaron el festival anterior. Los Sacapuntas, ofrecen nada menos que dos espeluznantes actuaciones; una en la que aparecen vestidos de señoras, haciendo ganchillo, e intercalan chistes malísimos con sus habituales chascarrillos, y otra en la que vestidos de vagabundos hacen exactamente lo mismo.
Entre medias, vemos a Manolo Doña, primer premio del festival, que nos ofrece su repertorio en el que incluye un playback de Manolo Escobar y “el porompompero” El segundo premio lo recibe Mauricio, individuo que, emulando a Eugenio con sus gafas de sol, cuenta chistes sin demasiada personalidad. El tercer premio, sin embargo, es el que mejores momentos nos hizo pasar a los presentes en mi salón. Un individuo mayorcito, con sombrero ladeado, porte, presencia, personalidad y unas gafas de ver enormes. Y lo mejor su nombre: Gafas de Málaga. Como una ametralladora, se planta frente al público, con la mano en el pecho, para lanzar un arsenal de chistes, unos mas efectivos, otros menos, sin florituras ni adornos. Tan Andaluz el Gashó, que ni se le entiende al hablar, desde luego, en lo que se refiere al vídeo de hoy, nos a cautivado. El pobre hombre, se quedó ciego con el paso del tiempo, y hace poco, el ayuntamiento de Málaga (por lo visto, se trata de un clásico de allí) editó su biografía. Gafas de Málaga. Me ha gustado saber que este hombre existe.
Y eso es todo. La carátula, sin duda, les ayudará a recordar tan demandada cinta.
Gracias a José Viruete, con quien he visto esta cinta (todo sea dicho, dándole al “fast fordward” varias veces, porque había momentos insoportables), que se encontró un buen día en la basura, y que cuando yo me enteré de que la poseía, le pedí por favor, que me dejara verla, y oye, hemos hecho tarde… aunque me temo que los cabezales de mi reproductor de vhs, todavía están sufriendo tan potente agresión.

martes, 25 de marzo de 2025

SU MAJESTAD LA RISA

En la España de 1980 el fenómeno del vídeo club todavía no estaba instaurado de manera masiva -aunque tampoco tardaría demasiado- y, cuando alguien quería explotar las habilidades de algún humorista en formato largo fuera del ámbito televisivo, una de las opciones consistía en levantar una producción y construir una película a su servicio.
Es por esto que, a imagen y semejanza de lo que unos años después sería habitual en vídeo de la mano de productoras/distribuidoras como Olimpy o Boulevar, se concibe, para total lucimiento del humorista Arévalo y sus chistes, esta “Su majestad la risa” que, por su propia naturaleza y su estructura de programa televisivo de sketchs, pobre como un "homeless", resulta ser una de las películas más extrañas del cine español. Y es rara porque aquí, como si una cinta de casete de gasolinera se tratara, más que la presencia del propio Arévalo, los reyes de la función son los propios chistes. Entonces, la película está estructurada de manera que, mayormente, vamos a escuchar en formato 35 mm los “greatest hits” de Arévalo. Pero sucede una cosa muy curiosa, y es que se recrean diferentes escenarios, no para escenificar chistes, sino para que Arévalo los cuente en distintas atmósferas. Así, tenemos a un anciano (Arévalo disfrazado) que acude a una emisora de radio a contarle chistes al locutor, y esto servirá como nexo de unión para que veamos al cómico en distintos escenarios ataviado con distintos disfraces, contando una y otra batería de chistes. Entonces, si por ejemplo la acción se traslada a una barbería, tenemos a Arévalo en plan barbero, cortándole el pelo a un cliente al que, a su vez, le cuenta unos cuantos chistes. Lo mismo sucede cuando la acción transcurre en una panadería; no se da pie a un chiste ficcionado en torno al lugar, sino que Arévalo cuenta se los cuenta a otro panadero mientras amasan pan. No chistes de panaderos, sino de gangosos, por ejemplo. Y, totalmente surrealista, en una secuencia con su diseño de producción y su vestuario, se sienta a una mesa a varios miembros de un circo (un domador, el jefe de pista, payasos...) para que, desde un atril, un Arévalo disfrazado de mujer les cuente chistes… Un segmento perturbador y sin sentido alguno.
Por supuesto, y como homenaje a los espectáculos de variedades, consciente la producción de que una hora y media de Arévalo se puede hacer un poco paliza, incluye actuaciones musicales de gente que lo petaba en el momento como puedan ser María Jesús y su acordeón, Regaliz o Parchís, que nos ofrecen sus canciones en contextos metidos con calzador en la película. También se nos ofrece un par de numeritos de variedades interpretados en un escenario por la estupenda Mary Santpere. Y poco más…
Sin embargo, el resultado de todo este artefacto es tosco, cutre y desasosegante. El paso de los años puede haber incrementado tal sensación, pero ya en la época esto debía ser un producto menos y sin relevancia alguna, por lo que, en un 1981 en el que la gente iba al cine a tropel, “Su majestad la risa” apenas consiguió reunir 177.000 espectadores (hoy a una comedia española que consiga hacer esos número se la pone un monumento en medio de la plaza del pueblo).
La verdad es que el visionado se hace verdaderamente duro gracias a una dirección que consiste en poco más que dejar una cámara ahí  rodando. Y es que el director de este “entretenimiento”, un clásico del cine policíaco de los años 50, Ricardo Gascón, llevaba ya dos décadas sin ponerse detrás de la cámara y está claro que se encontraba algo oxidado, además de intuir que esto era un encargo meramente alimenticio.
Gascón, cuya carrera deambuló entre la dirección y la "ayudantía", no obstante, deja su marca con algunas referencias cinéfilas: el título con el que se bautiza esta colección de chistes es un homenaje directo al film de los años 40 “Su majestad la farsa”, para lucimiento de Eddie Cantor, del mismo modo que, para rellenar metraje, opta por meter una escena en la que algunos personajes van al cine y ven en pantalla el clásico de capa y espada español “Don Juan de Serrallonga”, dirigida en los años 40 por el propio Gascón. Ese momento en concreto es bastante alucinógeno porque, con la excusa de meter a Arévalo en el cine, Gascón recicla aproximadamente 6 o 7 minutos de su vieja película, y la vemos ahí como si nada.
El director fallecería siete años después, con 78 años, siendo este el colofón de su carrera.
Más allá de todo lo comentado, la gracia de “Su majestad la risa” radica en que sus ediciones en vídeo de la época eran la hostia de difíciles de conseguir. Hasta ahora, que alguien ha ripeado la cinta y puesto en circulación en las redes.