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viernes, 2 de abril de 2021

¡ESTO ES UN ATRACO!

Después de la Ley Miró, Mariano Ozores se vio obligado, visto que ya no podía estrenar en salas, y bajo producción de Carlos Cascales, fundador del mítico sello de distribución videográfica Olympi, a rodar sus películas con presupuestos ínfimos -aunque  seguía rodando en 35 mm, al contrario que otras muchas películas del sello que se rodaban en primigenio vídeo de la más baja estofa-, que luego serían explotadas en vídeo directamente para alquiler.
El negocio resultó rentable pero, también frustrante para Mariano Ozores que, si bien sabía el número de cintas vendidas en los videoclubes, no sabía el número de personas que alquilarían esos vídeos. A día de hoy, se calcula que el número de personas que alquilaron aquellas películas supera sustancialmente al número de espectadores que acudieron a las salas a ver las últimas películas de su etapa anterior en cine.
Así, de esta incierta etapa salieron películas que, ignorándose su condición de película videoclubera, se han convertido en clásicos menores de la filmografía de Mariano Ozores. Sirvan como ejemplo  “Los Obsexos”, “Capullio de Alhelí”, “Veneno que tú me dieras” o “Esto sí se hace”.
La lista de películas que Mariano Ozores escribió y dirigió para el mercado del vídeo ente los años 1986 y 1989 es encomiable. Además gozaron de gran éxito puesto que fueron justo los años en los que tanto Antonio Ozores como Juanito Navarro,  protagonistas de casi todas estas cintas, triunfaban, y a base de bien, haciendo numeritos humorísticos en el “Un, dos, tres, responda otra vez”, con lo que aprovecharon en las películas todos los chascarrillos y coletillas de los que hacían gala en el concurso televisivo.
De todas aquellas películas, entre las cuales las hay mejores y peores, destaca esta “¡Esto es un atraco!” que funcionó tan maravillosamente bien en su explotación en vídeo, que se decidió, un año después de su lanzamiento, tirar copias en 35 mm. para hacerle un reestreno en salas de cine, con lo cual, se trataría de la primera película de la historia del cine español que gozaría de una carrera comercial en vídeo, para después disfrutar de vida comercial en cine. Obviamente, el invento no era muy inteligente; estrenar la película cuando ya la habían visto en casa todos los fans del clan Ozores, no fue como se esperaba en un principio. No llegó a congregar más de 26.000 espectadores en los cines, pero ya es más de lo que se podía esperar.
La película es la mejor de cuantas Ozores rodó para el videoclub, si bien es cierto que aun aprovechando al máximo ese presupuesto bajo mínimos del que disponían, no sería, ni de lejos, una de sus mejores películas, pero sí  la más importante de aquella época.
La trama es interesante: Alguien convoca a cinco desahuciados para que, previamente entrenados, perpetren un atraco en el que sustraerán millones de pesetas en forma de lingotes de oro pertenecientes a algún potentado con tanto capital, que no lo echará de menos, lo que supondrá una solución total a sus problemas. Ataviados con trajes de bombero son adiestrados y, el día de autos, van viendo que todo se les está poniendo en bandeja cuando en un principio parecía una difícil misión. Pronto descubrirán que se trata de una jugarreta del potentado con el que nuestros cinco protagonistas tienen deudas pendientes.
Una película cómica que con tres pesetas que costó, acaba resuelta con eficacia, imaginación y mucho oficio, pero cierto es que en todo momento detectamos por todas partes esa falta de medios, echando de menos una producción mucho más holgada, ya que la película, la trama  y la historia lo pedían a gritos. “¡Esto es un atraco!” es una de esas películas cuyo bajo presupuesto, aún  bien capeado, le perjudica en lugar de beneficiarle.
Por otro lado, en cierto modo, las películas para vídeo de Ozores resultan ser muy libres, en el sentido de que a Ozores, por ejemplo, le gustaba la interacción de los personajes con el público, así que la película comienza con Antonio Ozores dirigiéndose a cámara y presentándonos un poco la película y el elenco protagonista.
Si la piratería en plenos ochenta era una minucia comparado con la que sufrimos antes de las plataformas digitales, Antonio Ozores aprovecha, dada su nueva etapa videoclubera y libre, para hacer que el protagonista principal sea propietario de un videoclub y, en medio del guion y sin venir demasiado a cuento, condene la piratería videográfica cuando su empleada le recrimina tener pocos títulos en las estanterías a causa de negarse a alquilar vídeos piratas. “Si no puedo mantener mi negocio de forma decente, cierro el establecimiento” o algo parecido sale muy claramente de la boca de Antonio Ozores en relación a este asunto. No deja de ser curioso, y hasta único, estas formas de romper la cuarta pared o introducir soflamas y/o ideas personales en el guion.
Básicamente la película se sustenta por un grupo de actores en estado de gracia, esquivando el bajo presupuesto feroz que les asola; Así, Antonio Ozores interpretando a Antonio Ozores está especialmente gracioso, enorme Fernando Conde, el tercer miembro (ex-miembro por aquél entonces) de Martes y 13, que haciendo un alarde de mimetismo absoluto, por momentos su interpretación recuerda a las del gran Andrés Pajares cuando trabajaba para Mariano Ozores, ya sea por inspiración o por instrucciones del señor director. Flavia Zarzo, hija del estupendo Manolo Zarzo, aprueba con suficiente una de las pocas intervenciones que hizo en el cine, mientras que Fedra Lorente, Ángel  de Andrés y Juanito Navarro ejecutan sus papeles al nivel  que se puede esperar de ellos. Por otro lado, para finalizar, decir que la película contiene algunas gotitas de destape, un destape que ya en 1987 estaba muerto, pero del que Ozores todavía parecía no querer desprenderse, quedando, esta vez sí, muy desfasado y rancio. Por lo demás, Ozores le echó ganas a la peliculita.
Hale, ya terminó la chapa de hoy.

lunes, 29 de abril de 2019

EL ANTICICLÓN DE LOS OZORES

La autobiografía oficial de Antonio Ozores, que ya data de hace 22 años, es esta “El anticiclón de los Ozores” cuyo título hace presagiar que lo que nos encontraremos dentro del libro es mejor de lo que es en realidad. Y es que el título, es estupendo.
Ozores por aquellos años, poco dado a hacer literatura, y consciente de que una potente editorial le ha encargado que escriba sus memorias, hace caso a los consejos de Alfonso Ussia quien le recomienda que el libro no llegue a las 300 páginas, que no aburra al lector y que haga capítulos cortitos, ya que según este, el lector suele leer en la cama y con capítulos largos tendrá que usar un marcador y dejar el capítulo a medias, mientras que de esta manera, se leerá un capítulo antes de dormir, y al día siguiente comenzará otro capítulo completo. Y a esos consejos se aferra el que fue uno de nuestros actores cómicos más queridos y entrañables.
Entonces, “El anticiclón de los Ozores” más que unas memorias es una consecución de pasajes cortos y anécdotas que ni van cronológicamente, ni llevan un orden ni un concierto, que le sirven a Ozores para contarnos batallitas, filosofar un poquito, baratamente y, en definitiva, para ofrecernos un libro del todo intrascendente. A ver, no se trata de un libro malo. De hecho Ozores escribía de una forma muy fluida y amena, tiene lucidez para ir haciendo gags, y todo lo que nos cuenta es interesante y entretenido, máxime, cuando toda su infancia y adolescencia, sus años de guerra y postguerra, pasan por las páginas de ese libro de cuclillas y de pasada, en su afán de no aburrir a los que estamos leyendo. Ozores tiene tendencia a caer bien, así que disfrutamos con todo lo que nos cuenta… pero nos sabe a poco. Nos quedamos con las ganas de unas memorias un poco más ortodoxas.
Y es que quizás, escribir memorias no sea el fuerte de un personaje tan surrealista como Antonio Ozores, porque lo cierto es que ha escrito el mismo libro tres veces. Años después de este, con “La profesión más antigua del mundo”, hizo exactamente lo mismo pero en pasajes más cortos si cabe, y ya en sus últimos años de vida, abrazado al lindo concepto de la autoedición, escribe “Antonio Ozores, su autobiografía”, que es exactamente lo mismo que los dos libros anteriores. Nada que objetar salvo por el hecho de que en los tres se repite.
Por eso es una pena que no se hayan editado unas memorias más al uso de uno de los pocos actores enloquecidos, raros, divertidos y dantescos que ha dado la filmografía patria, aunque claro, unas memorias al uso puede que no fueran tan “ozorianas” como en el fondo es este “El anticiclón de los Ozores”, que salvo porque se queda corto es un libro de lo más disfrutable y, sobre todo, el mejor de cuantos libros autobiográficos escribió.

lunes, 22 de abril de 2019

UN ROLLS PARA HIPÓLITO

Juan Bosch fue uno de nuestros directores de género más prolíficos que lo mismo se cascaba un spaghetti western como “La diligencia de los condenados” —dónde firmó bajo el pseudónimo de John Wood— como se cascaba una película al servicio de Paul Naschy como pueda ser “Exorcismo”. Y habiendo rodado en los setenta películas adscritas al “landismo” con mayor o menos fortuna, en los años ochenta firma sus dos últimas películas entrando en la dinámica que, con pocos duros, genera su buena pasta en la taquilla; emular el cine de Mariano Ozores quién, por otro lado, colabora junto a Bosch en esta empresa. Una de esas películas con las que pone fin a su carrera sería “¡Caray con el divorcio!”, que con Fernando Esteso como principal protagonista sería la respuesta a la coetánea “¡Que gozada de divorcio!” dirigida por Ozores y protagonizada por Pajares y la otra, absolutamente “landista” y absolutamente “Ozoriana” —con guion de Ozores que acerca esta aún más a su cine— sería esta “Un Rolls para Hipólito” que nos ocupa.
En ella, los trabajadores de una empresa fabricante de compresas se ponen en huelga, eligiendo como portavoz para negociar con el jefe a Hipólito, el portero, que ideará un plan infalible. Engorda sustancialmente las reivindicaciones de los trabajadores para así, al negociar, conseguir justo lo que piden. Por otro lado, el jefe, decide colmar a Hipólito de atenciones con el fin de tenerle contento y que afloje con las reivindicaciones. Entre tanto, Hipólito, se va convirtiendo en un pez gordo de la empresa al tiempo que consigue las peticiones de los trabajadores, mientras se suceden toda suerte de líos de faldas —puestos ahí para justificar el destape al que también se adscribe esta cinta— y descacharrantes situaciones cómicas.
Verdaderamente, si te dicen que esta es una película de Ozores, te lo crees, no ya solo porque este ande detrás de lo que es el guion y los diálogos, sino porque los recursos técnicos que emplea Bosch en la película, son exactamente los mismos que emplea Ozores. Claro, que  realmente esos recursos son la manera de rodar clásica, común y corriente de este tipo de películas, por lo que todo puede ser producto de la casualidad, pero es indudable, que planos como ese en el que vemos a Antonio Ozores en primer término hablando por teléfono de negocios y la cámara se aleja para mostrarnos que está sentado en la taza del báter mientras trabaja, está claro que es más de Ozores que de Bosch.
Divertida, grosera, vulgar y chabacana, desde luego se trata de un film menor de aquellos años, pero que deja con un agradable sabor de boca y hace a uno añorar aquellos tiempos tan políticamente incorrectos en los que un caballero trajeado puede rechazar con toda suerte de insultos a un homosexual que se le declara, y que sea motivo de mofa y nunca de denuncia, como ocurre en una escena entre Antonio Ozores y el eterno mariquita Luis Lorenzo.
Muy entretenida.
La protagonizan Alfredo Landa y Antonio Ozores, ambos están enormes y graciosísimos, y les secundan habituales de la escudería Ozores como puedan ser Rafaela Aparicio, Jenny Llada, Francisco Camoiras o Emilio Fornet.
Si son amantes del subgénero, yo no me la perdería.

viernes, 1 de diciembre de 2023

SI FULANO FUESE MENGANO

Quinta y última película para lucimiento de Peret, que se despide del cine hasta su recuperación en los 90 con papeles serios y secundarios. Del mismo modo, a finales de la década de los 70 abandonaría el mundo de la música, que tanto dinero y fama le había reportado, para dedicarse a dar la palabra del evangelio como pastor, labor que ya no abandonaría hasta mediados de los 90, cuando volvería a la música con mucha más fuerza.
"Si Fulano fuese Mengano" fue un encargo para Mariano Ozores. Este, lejos de hacer un film cuyo argumento sirviera de excusa para presentar las inevitables canciones, hace lo contrario; desarrolla una trama cómica muy a la Ozores, e integra cuatro temas de Peret, que es lo mínimo que se le pide en la película, dando pie a un vodevil propio de su estilo. Queda así la parte musical reducida a la mínima expresión.
La verdad que esta es una película estupenda.
Tenemos a un tipo rico y acaudalado, Raúl, un juerguista que allá por donde va la caga, deja deudas o problemas de cuernos y, en consecuencia, tiene unas cuantas amenazas de muerte y/o secuestro. Por otro lado, tenemos a un obrero de la construcción, Miguel,  bueno y honesto, que posee la particularidad de que es exactamente igual que Raúl.
Cuando Raúl sospecha que hay varios frentes que pretenden asesinarle, deja en manos de su secretario, Evaristo Rebollo, el contratar al tal Miguel para que, por una suculenta suma de dinero, se haga pasar por él los siguientes quince días. Su idea es que maten a este pobre desgraciado en su lugar y, después, irse a vivir la vida a Brasil. Miguel aceptará la oferta y se tirará la película entera esquivando intentos de asesinato y procurando enmarañar los desaguisados que Raúl ha dejado por la vida.
Lo bueno de “Si Fulano fuese Mengano” es que, más que una película de Peret, es una de Mariano Ozores. Si suprimimos las cuatro canciones del músico, y en su lugar hacemos protagonizar la película a, por ejemplo, Fernando Esteso, será exactamente la misma y no se resentirá en el resultado. No obstante, la elección de Peret termina siendo muy acertada, porque al margen de lo que su música nos parezca, no tenía frente a las cámaras el carisma de Manolo Escobar, pero casi, y aunque aparece doblado, lo cierto es que como actor funciona bien y se complementa a la perfección con sus partenaires (y verdaderos protagonistas velados de la película) que son José Luis López Vázquez, Antonio Ozores o, esplendido —y, no sabemos por qué, también doblado— José Sazatornil “Saza”. De hecho, en los ochenta, cuando el film se lanzó en vídeo de alquiler, y Peret había pasado a un segundo plano al abandonar su carrera musical, la carátula con la que apareció le posicionaba en tercer lugar, atribuyendo total protagonismo a López Vazquez que, en justicia, lo era.
Además, una de las secuencias más graciosas de todo el cine de Ozores se encuentra en esta película y prescinde de la presencia de Peret. Es aquella en la que el personaje de Saza, padre de la joven a la que Raúl ha dejado embarazada, cree que Evaristo Rebollo (López Vázquez) es el seductor de su hija y, en consecuencia, pide responsabilidades al interfecto. Y le insulta, le zarandea, le atiza y humilla. Ese diálogo no solo es desternillante, sino que todo el acting deja claro cuan grandes eran nuestros actores de aquella época. Saza particularmente.
Asimismo, casi se nos malogran López Vázquez, Antonio Ozores y Peret. Contaba el rumbero en sus memorias que tenían que rodar una escena en la que van en un coche de rally. La producción compró a tal efecto uno en un desguace, sin asegurarse antes de su buen funcionamiento, así que colocaron la cámara sobre el capó mirando al interior  y lanzaron a los tres actores a la carretera en una escena en la que el vehículo, conducido por Peret, no tiene frenos. A la voz de acción, el cantante arrancó el coche y salió a conducir, con tan mala suerte que el automóvil tampoco tenía frenos en la vida real. Pero como en la escena el diálogo de Peret hacía referencia a esa misma inconveniencia, el cantante exclamó: “¡Que esto no tiene frenos, pero de verdad!”, el equipo pensó que formaba parte de su actuación y nadie hizo caso, por lo que los tres actores pasaron un mal rato hasta que Peret, conductor experimentado, encontró la manera de detener el auto justo antes de estrellarse contra una fachada.
Salieron ilesos, pero Peret montó un gran pollo a producción y ese día ya no se rodó más. El propio Mariano Ozores tuvo que ir a su camerino a tranquilizarlo y pedirle disculpas.
Al margen de la anécdota, “Si Fulano fuese Mengano” resulta una película fresca y divertida, una comedia de enredo loca de Ozores que, incluso a día de hoy, sigue manteniendo el tipo, y si bien puede que estéticamente se haya quedado añeja, a nivel risas las obras de Ozores siguen funcionando como un tiro. No hay nada más gracioso que ver a López Vázquez, Antonio Ozores o Saza en su salsa y pasándoselo francamente bien con sus tontunas.
El reparto, por supuesto, como solía ser habitual en cualquier película de la época, lo componen, además de los astros ya mencionados, otros del calado de Florinda Chico, Pepe Rubio, Gracita Morales, Helga Line, María Kosty o la televisiva Marisa Medina.
Un divertimento sin par. Además, las canciones son pocas y apenas molestan.

lunes, 30 de diciembre de 2019

LOS OBSEXOS

Muchas veces achaco el gusto por un tipo de productos que ya huelen a rancio a la nostalgia, a redisfrutar de aquello que tanto me gustaba cuando era mozo. Pero va a ser que no, va a ser que es que traigo el gusto estropeado de serie. Y es que de la etapa de producciones destinadas al mercado del vídeo de mi admirado Mariano Ozores, yo creía ya haber visto todo, pero resulta que no, que esta “Los Obsexos”, por los motivos que fueran, no la había visto nunca. Y yo convencido de que sí…
El caso es que, también por motivos que no vienen al caso, me pongo a ver por primera vez esta película, y ha resultado una experiencia, cuando menos, extraña. Porque el ver por primera vez una película con unos actores de los que he visto todo, un estilo de cine que me se de memoria y, encima, un film perteneciente a una etapa donde no se encuentra lo mejor del subgénero, ha sido como ver una película nueva de Ozores. Pero no lo era…
La gracia está en que siendo “Los Obsexos”, la cosa más cutre, machista, zafia y chabacana que uno se puede echar a la cara —más incluso que títulos de la época como por ejemplo “Veneno que tú me dieras”—, la película funciona como un tiro. Al mismo tiempo que me deleitaba por la cutrez que destilaba toda ella, me entretenía como con las mejores comedias y  me maravillaba con los recursos propios del cine casero con los que Mariano Ozores salvaba la papeleta en situaciones que no había por donde agarrarlas. En “Los Obsexos”, Ozores convierte un secarral, un pequeño montículo de campo en una playa nudista ¿Cómo? Con tan solo un cartelón pintado a mano y clavado en un árbol en el que reza “Playa nudista”, con una rotulación que en verdad parece perpretada por un retrasado mental. Pero no me molesta; al contrario me encanta.
Asimismo, en esa misma playa nudista, cuando los protagonistas, Juanito Navarro y Antonio Ozores, necesitan hacer una llamada telefónica, ni cortos ni perezosos, y en un giro cómico  deudor del spoof, Navarro afirma que estos nudistas no se privan de nada y que había visto por ahí un teléfono, se gira, y ahí hay, en unos arbustos, un teléfono de los de toda la vida que, operativo, usará para hacer esa llamada telefónica y  seguir así con el devenir de los acontecimientos. Momentos estos, en lo que ya no se toma en serio ni a sí mismo, en los que Ozores es un verdadero maestro.
Más allá del disfrute que me ha proporcionado ver por primera vez una película de Ozores que nunca había visto, y el buen uso de un presupuesto bajísimo, diré que el guion es pobre y casi ininteligible, es decir, tu ves a los actores haciendo una serie de cosas, pero en ningún momento acabas de comprender muy bien la trama porque ni está lo suficientemente bien elaborada, ni importa. Lo único que necesitamos es ver a Navarro y Ozores en acción, soltando chascarrillos y corriendo detrás de las turistas.
Cuenta la historia de dos camareros de chiringuito que anhelan dejar ese trabajo y trabajar en  algo que les permita estar todo el día rodeados de mujeres en pelotas. Pronto un individuo les ofrece trabajo como guías turísticos y lo aceptarán. Después les ofrecen el puesto de directivos de la empresa de guías, pero será una encerrona por parte de los auténticos directivos que les quieren encalomar unos desfalcos que han cometido ellos.
“Los obsexos” de aquella época del vídeo que también dio títulos míticos, probablemente sea, y lo digo con conocimiento de causa, la peor película de Mariano Ozores. Pero en este caso es un valor añadido y no deja de ser un vehículo de lucimiento para Antonio Ozores, Juanito Navarro y un comedido Arévalo que pese a las carencias y el guion malísimo de Enrique Bariego, demuestran tener más oficio que nadie y, pese a las adversidades, logran sacarle al espectador la carcajada. Porque incluso en esta mierda, ellos están inmensos.
Me ha gustado mucho ver esta película por primera vez… ahora sí, creo que no me falta ninguna.

viernes, 4 de agosto de 2023

CUANDO ALMANZOR PERDIÓ EL TAMBOR

Era tendencia en nuestro cine popular de los años 80, que cuando una fórmula funcionaba bien, fueran varios los que la copiaran copando la cartelera de títulos de similares características. Y, mira tú por donde, el que solía traer esa fórmula solía ser siempre Mariano Ozores, que abría la veda para que directores, no necesariamente segundones, se sumaran al estilo que en ese momento cultivaba Mariano. Cuando Ozores se metió de lleno en aquellas películas con el divorcio como telón de fondo, por ejemplo “¡Qué gozada de divorcio!”, pronto llegaría Summers a hacer los propio con “El primer divorcio” y, copiando descaradamente, Juan Bosch con “Caray con el divorcio”.
“Cristóbal Colón… de oficio descubridor” fue el pistoletazo de salida que dio inicio a la popular trilogía de parodia histórica, el spoof autóctono, tres títulos de gran tirón popular producidos por José Frade, y en los que la mayor baza cómica consistía en los anacronismos y los chistes de política de la transición. Las tres películas partían de hechos históricos que, con cierto rigor a la hora de ser planteados, acababan siendo destrozados por los chistes sobre UCD o Alianza Popular. La mejor de todas, naturalmente, sería “Cristóbal Colón… de oficio descubridor”, por supuesto, dirigida por Mariano Ozores. A esta le seguirían, más mediocres, “Juana La Loca… de vez en cuando” con Lola Flores y dirigida por José Ramón Larraz, y “El Cid Cabreador” de Angelino Fons y protagonizada por Ángel Cristo. A este combo podíamos sumarle esa joya del cine valenciano parido desde la contracultura como fue “Que nos quiten lo bailao” de Carles Mira, no nos olvidemos de “La Biblia en Pasta” de Summers y la que nos ocupa, “Cuando Almanzor perdió el tambor”.
Pese a tener en plena forma a toda la plana mayor de la comedia popular española, esto es: Antonio Ozores, Juanito Navarro, Florinda Chico, Quique Camoiras, Luis Varela, Vicente Parra, Ricardo Merino.., sin lugar a ninguna duda “Cuando Almanzor perdió el tambor” es la peor de todas estas películas. Un intento de Luis María Delgado por recoger los frutos sembrados por la trilogía de Frade a destiempo y cuando la fórmula ya estaba más que agotada.
La acción se traslada al año 1002 cuando Almanzor tenía bajo su yugo a los cristianos y estos debían pagarle el pertinente tributo. Almanzor pide en pago doce doncellas y, a no tener ninguna disponible, lo que los Reyes Cristianos le envían es a doce putas. El festival de lo vulgar, lo chabacano y lo soez, está servido.
Una parodia histórica de menos de hora y media, con mucho menos presupuesto del que este tipo de películas solían contar y una dirección bastante apocada y perezosa por parte de otro de nuestros artesanos más exitosos, Luis María Delgado. Una metralleta de chistes de fútbol, política y guardias civiles que pierde fuelle a medio camino. Suerte que la presencia de Antonio Ozores, que suelta chascarrillos e improvisaciones a cascoporro, salvan de la quema una película que es de lo peorcito de aquellos años. Cosas como el memorable comienzo, con un plano de Ozores vestido de Almanzor subido a caballo y limpiándose las gafas con un Kleenex (y de la marca Kleenex como reza la cajita que lleva), consiguen que el espectador se ría. Pero nada más. Cuando no está Ozores en plano, el resto es terriblemente tedioso. Y, para más inri, no tenemos NADA de destape. Desde luego, “Cuando Almanzor perdió el tambor” es una auténtica rara avis de la época. Sin chispa, sin gracia, pero una rareza.
También resulta positivo, aunque cutre, que, nada más comenzar la película, una voz en off nos va introduciendo en la historia, acompañándose por una serie de bonitas ilustraciones hechas para lo ocasión por José Ramón Sánchez. El póster original de cines también es cosa suya. Y Sánchez siempre ha sido una maravilla.
El resto ¡No se toca! ¡Caca!

martes, 30 de junio de 2009

LA PROFESIÓN MÁS ANTIGUA DEL MUNDO

Roma con Santiago he removido para poder hacerme con un ejemplar de este libro descatalogado, hasta que al final lo conseguí con ayuda de una librería especializada.
Antonio Ozores, en su vejez, 
se ha dedicado a escribir. De esos escritos, algunos han visto la luz editorial. Este me llamaba poderosamente la atención.
Como bien nos advierte el autor, el libro no es una autobiografía, pero casi, ya que nos narra anécdotas de rodajes de cine o televisión, así como recopila chistes de un programa de radio en el que colaboró. De primeras la idea está bien, pero a rasgos generales me ha decepcionado.
La manera de escribir de Ozores no está mal, se lee con agrado. El problema está en cómo estructura a base de pequeños pasajes, algunos de tres líneas separados en varios capítulos. Muy aburrido todo ello.
Luego, no se si serán cosas de la edad o falta de interés, pero hay datos erróneos: Cuenta Ozores que en "Agítese antes de usarla" habían rodado un gag en el que se hacia referencia al nombre de Paquirri, y justo cuando este murió, tuvieron que eliminarlo. Bien, ese gag aparece en la película, pero no en la que él dice, sino en "Al este del oeste", que se estrenó justo después de la muerte del torero. De hecho, el otro Ozores, Mariano, lo cuenta en sus memorias con veracidad y al ver la película lo comprobamos. Se le va la pinzilla al Antonio. En fin, esta familia cuenta con mi simpatía, pero la verdad es que "La profesión más antigua del mundo" es bastante malo.
La edición incluye un cd de audio en el que Antonio Ozores cuenta anécdotas. No lo he escuchado todavía.

martes, 13 de marzo de 2012

EL EQUIPO AAHHGG!!

Que mal estaba ya a finales de los 80 el cine en nuestro país. Tanto, que al final los productos que salían a nuestros video clubes ya no eran ni la sombra de lo que fueron.
El indomable José Trucado, filmaba en 35mm. para luego explotarlo en vhs, como ya lo hiciera nuestro Mariano Ozores Querido.
Y es que una parodia de EL EQUIPO A, con Antonio Ozores y Juanito Navarro, cuando la serie ya no estaba de actualidad, y lo que es peor, cuando el publico ya se había cansado por completo del tamden Ozores-Navarro, no fue lo mas afortunado. Y con razón.
La película es absolutamente soporífera. Ni tan siquiera tiene gags a la altura de los protagonistas...
Pero esa fotografía tan poco cuidada, el mal doblaje de los actores (algunos se doblan a a si mismos, otros no), y su condición de “maldita”, convierten este EQUIPO AAHHG¡¡¡ en algo entrañable.
Yo destaco de la cinta, todas las apariciones de los Ninjas, así como el cubanito gracioso Kimbo (de NO TE RIAS QUE ES PEOR) caracterizado de Mr. T. (igual que el de “Los Chunguitos en EKIPO JA), solo que Kimbo, ni luce barba ni cabello rapado a lo Sioux. Lleva un peinado que imita ese corte de pelo, pero se ve que el actor no estaba por la labor, ni de dejarse barba, ni de afeitase el torrado. Supongo que por la mierda que le pagarían y la poca difusión que iba a tener esto, ni se lo planteó.
Nunca estuvieron tan mal en su vida, dos comicazos como son Antonio Ozores y Juanito Navarro, que aquí se les ve como sin ganas, sin ningún entusiasmo. Lo mismo pasa con Freda Lorente. Sin embargo, al cualquiera que hace de Murdock, se le ve entregado... claro que es tan negado y tan desconocido que cuanto antes salga de plano, mejor. Y Máximo Valverde, el peor actor del mundo, siempre riendo, incluso cuando la escena no lo requiere. Aquí se le ve contento, porque se ve que llevaba tiempo sin trabajar. Y para un tipo como el, una producción de estas características, es como maná del cielo.
Una obra maestra del despropósito que pasó tan inadvertida, que no solo yo no la vi en su momento, sino que cuando me compré el dvd, hace ya unos cuantos años, no sabía cual coño era esta película. Tardé lo suyo en identificarla.
En esta misma línea, recuerdo otra peli igual de inmunda, también dirigida por José Truchado titulada CANCIÓN TRISTE DE... (ver en nuestro libro “Malas pero divertidas”) en alusión a otra serie televisiva de éxito.
EL EQUIPO AAHHG¡¡ es solo para completistas de la saga de los Ozores y con muy poquitos prejuicios hacia esta gente (como es mi caso).
Esto si que es una mierda como un templo, y sin embargo, los puñeteros popes de la mierda alternativa, nunca la reivindican. Solo dan cancha a los Calatrava.

martes, 27 de enero de 2009

TENEMOS 18 AÑOS

Continúo viendo la filmografía más amable de Jess Franco (es decir, sus comedias), y hoy toca su opera prima de 1959.
Dos jovencitas de 18 años de edad deciden escribir un libro contando las aventuras que han vivido durante su viaje en coche a Andalucía en navidades. A lo largo del periplo se topan con todo tipo de estrafalarios personajes, les pasan montones de cosas y todas ellas surrealistas.
Jess Franco es un reconocido fan (y gran amigo) de uno de los genios incomprendidos que ha dado la comedia clásica de nuestro país, Pedro Lazaga, de quien claramente mamó para realizar la suya propia, muy de los cincuenta en espíritu y maneras. Aunque no todo el tiempo. Ya desde el primer momento, Franco deja entrever todos los elementos (tan personales) de lo que posteriormente va a ser su cine. Y es que esta es una película de historias, tres concretamente, con un nexo de unión entre ellas que, si bien viene estructurada como un film de Lazaga, la cosa va derivando hacia el terror en su parte central, donde vemos claramente el estilo personal del director, y hacia el drama desgarrado de Juan Antonio Bardem al final (también amigo de Franco. No es una suposición, en una reciente entrevista que le hice me confesó la gran influencia que ejercieron sobre él sus amigos Bardem y Lazaga), haciendo de esta película un pupurrí de géneros, un tanto extraño y, siempre con el tono cómico de fondo, por momentos inquietante.
A todo esto, sumémosle que el guión esta escrito por el propio Franco junto con esa máquina que ha sido siempre Antonio Ozores, para una película que, en realidad, es un vehículo para que el actor se luzca, incluso más que en cualquiera suya de la época (aunque figura en los créditos al final, es el protagonista absoluto). La mezcla es totalmente explosiva.
Ozores interpreta tres o cuatro papeles, curiosamente todos los personajes negativos, construyendo malvados malvadísimos, siempre con sus chascarrillos típicos, pero demostrando unas dotes para la actuación muy desaprovechadas a lo largo de su carrera.
También tenemos en los papeles protagonistas a una jovencita Terele Pávez, que a día de hoy anda vagabundeando por las calles, haciendo ya de tipa dura y de vuelta de todo.
Destaco la parte central del film, la más genuina de Franco, en la que tras quedarse las jovencitas en medio de la carretera, son recogidas por un extraño carruaje de caballos conducido por un siniestro hombre enmascarado (Ozores) que las lleva a su castillo y les cuenta su historia: La de un joven misántropo que asesinaba en las noches de luna llena a todo aquél que se le ponía a tiro, hasta que una chica logra lanzarle ácido a la cara. Las protagonistas quedan absortas ante tales hechos y es cuando Ozores se quita la mascara y vemos su rostro desfigurado. Acto seguido, intenta dar cuenta de las chavalitas. El look de Ozores es tremendamente impactante, es exacto al de "Michael Myers"… pero estamos hablando de 1959 en España, lo que no es normal en una peli de estas características, y menos el verle con la cara desfigurada y piel quemada colgando de su mejilla. Desconozco si esta peli tuvo problemas con la censura, pero tras ver esto me figuro que sí, aunque siendo una comedia igual la dictadura del tocayo del director vio esto con otros ojos… ya me enteraré.
Otro aspecto que me ha llamado la atención, es que siendo esta una película ambientada en las fiestas navideñas, rechaza ese look meloso propio de la época como, por ejemplo "La gran familia", convirtiéndose, no se si voluntaria o involuntariamente, en una de las prducciones navideñas mas anti navideña de la historia.
Con todo, decir que yo la he disfrutado mucho. Contiene todos los elementos que a mi me gustan (recordemos que soy fan de nuestro cine cómico clásico), que nunca Ozores estuvo mejor en otra película, y que esta es rara, distinta, extraña. No me extraña que su director se ganara la fama de raro en aquella época.
Por supuesto, la música jazz de Franco está presente durante toda la cinta.
De lo mejorcito de Jess Franco.

viernes, 8 de abril de 2011

TAHITI´S GIRL

Tras su etapa de películas para explotación en video-clubes, Mariano Ozores regresa al cine a principios de los noventa, y lo hace pensando, obviamente, en un producto que produjera pingues beneficios, para no romper la tradición de llenar los cines. Así pues, y teniendo en cuenta que la prensa rosa es ya todo un fenómeno en nuestro país, Ozores decide hacer una película para lucimiento de Vaitiare, zorrilla Thaitiana popular en aquella época en las revistas del corazón, porque se estaba tirando a Julio Iglesias. Más allá de su talento follador, ni actúa, ni baila, ni canta, como para protagonizar una película por meritos propios. Y así pasó, que la vuelta al cine de Mariano Ozores, pasó inadvertida con esta película.
Un mayordomo y su sobrino, viven de ocupas en un chalet en el que prestaron servicio hasta que el dueño desapareció. Este chalet ahora, es propiedad de Vaitiare, una arqueóloga que viaja a España para ver su propiedad. Aprovechando esto, el mayordomo envía a su sobrino para que Vaitiare se enamore de el, y así no les echen del chalet. Por otro lado, un individuo persigue a Vaitiare, porque sabe que trae consigo piedras de gran valor. Enredo y amoríos a la vista.
Pese a los intentos de Mariano Ozores por modernizarse (protagonistas jóvenes, planteamientos desenfadados), obviamente su estilo de hacer cine se queda ya muy desfasado, los gags ya no hacen gracia, y además aquí hay muy pocos. De hecho, es que cualquiera de las película que realizó para video, son sustancialmente mejores que esta para cine, y mas si tenemos en cuenta que probablemente los presupuestos que manejó en la etapa vídeo, eran bastante menores que los que manejó para esta película, en la que tiene algunas escenas rodadas en Tahití, que si las hubiera rodado en cualquier parque temático, hubieran sido mas exóticas que las realmente rodadas allí. Pero a Ozores le queda el oficio, y aun así se puede ver la película tranquilamente. El problema radica en la protagonista, Vaitiare, que no interesa a nadie ni lo mas mínimo. Si nos ponemos en plan cerdo, es tan sosa, y tan poca cosa, que ni si quiera ponía cachondos a los mas pajilleros, así pues su presencia en una película, es absurda, y motivo mas que suficiente para no ir al cine, como efectivamente pasó, y tampoco es un producto atractivo para ser alquilado en el videoclub. Antonio Ozores, protagonista, tampoco está especialmente sembrado, así que…
No obstante, si el actual cine español, fuera la mitad de malo que este, sería bueno. Es un producto Ozores, y por lo tanto muy por encima de la media, y lo reivindico con cariño. Veanla, no deja de ser curiosa

lunes, 14 de julio de 2008

LA LOCA HISTORIA DE LOS 3 MOSQUETEROS

Es muy posible que esta reseña le pegue más a mi compañero Víctor que a mi, por su fanatismo hacia el director de la misma, Mariano Ozores. Sin embargo, tras debatirlo durante horas con ayuda de café y tabaco, decidimos que me encargaría yo, por dos motivos, uno, variar, dos, que fui devoto fan de sus protagonistas, Martes y 13 (aunque más en su reencarnación como dúo, todo sea dicho).... y, joder, porque al fin y al cabo el cine de Ozores también me gusta y le respeto mucho como creador.
Corrían inicios de los 80. Mariano había pegado muuuy fuerte con su "Cristobal Colón, de oficio descubridor", y en España se pusieron de moda las parodias de época con aires a lo "spoof movie" (con, probablemente, Mel Brooks a la cabeza). Ahí están títulos como "Juana la loca... de vez en cuando" o "El Cid cabreador" para corroborarlo. Precisamente, el mismo año de producción de estas, 1983, Ozores firma "La loca historia de los tres mosqueteros" (un título menos cañí y más propio de Hollywood... o de los títulos que en España se le ponían a las comedias gamberras yankis. El original, finalmente cambiado por imperativos comerciales, era el vistoso "Los Tres Mosqueteros... y pico", lástima que no lo usaran), moviéndose de nuevo en el terreno de época, repleto de anacronismos (motos que, cual caballos, echan mierda por el tubo de escape), pero dejando de un lado la Historia propia para fijarse en la ajena, y de ficción, caso de la novela del Sr.Dumas.
El film no deja de ser un vehículo para su trío protagonista, que entonces vivía la primera de sus dos épocas doradas (un año antes protagonizaron "Martes y 13, ni te cases ni te embarques", bastante menos inspirada), dato este que sobresale básicamente gracias a que junto a Josema y Millán tenemos a Fernando Conde, el famoso tercer Martes y 13 que abandonaría el grupo para dedicarse a la interpretación "seria" (en cosas como "Monster Dog" y, según aportó Víctor, otras pelis de Mariano Ozores), justo antes de que este triunfara como dúo y pariera algunos de los gags más míticos de la comedia española (¡¡Paca Carmona!!). En "La loca historia de los tres mosqueteros" asoman ya algunos de los tics inmortales que harían célebres Martes y 13 en su segunda vida artística, sobre todo por parte de ese monstruo llamado Millán, pero poco, en esencia el trío se limita mas bien a repetir lo mejor que pueden el guión de Ozores (y Juan José Alonso Millán, quien participó en TODAS las parodias históricas citadas hasta ahora) y tirar de chistes político-sociales, de aquellos que solo hacían gracia en ESE momento, y que son sello inconfundible de su director.
A pesar de todo, "La loca historia de los tres mosqueteros" es un divertimento total, se ve en un pis pas (realmente su ritmo resulta endiablado), te ríes bastante (a lo que ayuda, como no, las geniales aportaciones de Antonio Ozores, siempre hilarante) y, eso, que pasas un buen rato, sin mayores complicaciones. Además, gasta un póster cojonudo.
Es evidente que en aquellos tiempos Ozores vivía, gracias al mega-exitazo de su Colón, un más que buen momento, ya que la peli hace gala de bastante opulencia... vamos, que al director le dieron mucha pasta. Y según informa mi amigo, y experto, Olid, no se arrepintieron, pues funcionó de perlas en la taquilla.

lunes, 6 de mayo de 2019

HAZ LA LOCA, NO LA GUERRA

Un grupo de homosexuales con las manos muy largas (para robar, no para golpear), salen de la cárcel. Fuera, como buenas mariquitas, se dedican a colmar de atenciones a la nueva cantante de moda, Lola Reyes, cuya madre, controladora y déspota, solo deja que se relacione con homosexuales, no sea que se la desfloren. Por otro lado, un joven y apuesto galán se enamora de la chica y se presta a pintarle un retrato. Como los mariquitas, partidarios de esa relación,  saben que no tendrá nada que hacer ante la madre como heterosexual, le colarán en esa santa casa como si fuera uno más de la troupe, así que haciéndose pasar por gay, seducirá a la muchacha y pintará el retrato.
El inefable José Truchado pone al servicio de una emergente Lolita sus habilidades tras la cámara  para una película llena de buenas intenciones, pero, como diría cierto crítico cinematográfico, “difícilmente empeorable”. Y es que Truchado es uno de esos directores de los cuales me cuesta creer que haya tenido una carrera, aunque por otro lado, me encanta que la haya tenido. Sobre todo por que no se le reivindica, ni como buen, ni como el peor de los directores patrios.
Al margen de esto “Haz la loca… no la guerra” sería una de las películas, tras la muerte de Franco,  que darían visibilidad y normalidad a personajes homosexuales, si bien, estos aparecen retratados en el film como un manojo de estereotipos —son todos locazas— e interpretados por actores clásicos del cine español completamente heterosexuales, que no consiguen, a pesar de sus dotes interpretativas, hacer creíble a estos. Antonio Ozores, que interpreta a uno de los mariquitas, se limita a hacer de Antonio Ozores, y sabemos que es homosexual porque se hace referencia en algún momento, pero no porque en su actuación nos lo deje claro. Con todo, en sus memorias, Ozores dice que le hizo mucha ilusión interpretar a un homosexual. Pedro Valentín, Alfonso del Real, Tony Isbert, que exudan heterosexualidad por todos sus poros, consiguen, asimismo, interpretaciones vergonzantes. Sin embargo, estas no desentonan con el tono caótico e incompetente que destila toda la cinta ya que, como todo el cine de Truchado, este adolece de una total falta de ritmo, de gracia y de ideas. En definitiva, esto es un coñazo de los que hacen época. Además, comprender la simple trama, se convierte en una tarea ardua para el espectador, justamente por la mala ejecución del guion, que está tan mal llevado a escena, que resulta de lo más confuso e inentendible.
El guion curiosamente está firmado por un tal José Gonmac, que no es otro que el productor Enrique González Macho, que firmaría bajo pseudónimo uno de los dos guiones que escribiría antes de convertirse en todo un mecenas del cine español más ortodoxo y exhibidor con cada vez menos cines en su haber.
Por otra parte tenemos dentro del grupo de homosexuales protagonistas, la presencia de un gran artista del mundo gay de los 60 y 70, Paco España, que al margen de colar en el film alguna que otra canción, nos regala uno de los papeles protagonistas del cual no nos podemos hacer una idea muy acertada de cómo fue, dado que su personaje aparece doblado nada menos que por el gran Pepito Moratalla. Y quizás lo sea por su condición de homosexual real, pero del grupo, lógicamente, es el único que da el pego.
Como anécdota, decir que este es uno de los primeros papeles de Lolita en el cine. Su carrera como actriz quedó truncada hasta los albores de la pasada década, cuando fue nominada al Goya como mejor actriz revelación por su intervención en la película “Rencor”, en parte, por culpa de esta película. Al verla sus padres, Lola Flores y “El Pescailla”, quedaron muy descontentos con el resultado, y controlando como controlaban la carrera de su retoño, rechazaron todos los guiones que vinieron después, que dicho sea de paso, estaban todos adscritos al destape, por lo que no volvió a actuar en 30 años.
Mala a rabiar, su poca importancia se debe más a un contexto histórico y a unas circunstancias, que a su calidad cinematográfica que es nula: ¡Es de Truchado!

miércoles, 18 de junio de 2008

LA HORA INCÓGNITA

Yo las pelis me las como por ciclos.
Esto es un ejemplo de lo que pudo haber sido el cine de Mariano Ozores, pero que al final no fue.
Un cohete atómico va a caer a las diez de la noche, motivo por el cual se evacua toda la ciudad. Sin embargo, un grupo de personas deciden quedarse, ya sea por querer morir, no haber oído la alarma, robar, cotillear en la casa del vecino… pero el tiempo se agota y ningún vehículo funciona.
Un cura que decidió no salir huyendo, toca las campanas para llamar la atención de los rezagados. Una vez reunidos, ofrece una moto para poder salir de la ciudad.... pero únicamente será para las dos personas que lo merezcan.
Extraña película en la filmografía de Ozores, extremadamente seria y su única incursión en el fantástico, de la que sale airoso totalmente. Aunque el publico de la época no debió verlo así, porque nunca volvió a hacer nada parecido.
En su película con mayor despliegue de medios y más ambiciosa, sus hermanos José Luis y Antonio soportan el peso en gran medida, desenvolviéndose el primero de los dos como pez en el agua. Sin embargo Antonio Ozores, intentando hacer un papel serio, no lo consigue. Y es que el hombre solo tiene un registro (ser él mismo) y por lo tanto no podemos evitar reírnos nada mas verle, a pesar de estar bastante comedido y ser consciente de que no estaba en una comedia.
Curiosa y entretenida, los detractores de Ozores deberían echarle un vistazo y comprobar por si mismos que, si no hizo cine de mayor calidad posteriormente, es porque no quiso. Iba a decir “Y yo que lo agradezco”, pero pensándolo bien, si hubiera tirado por estos derroteros, tampoco hubiera estado mal.
Anoche también me vi, en programa doble, "Hacienda somos casi todos", y es que a mi me gusta todo lo que hizo este hombre.

domingo, 15 de junio de 2008

DISPARATE NACIONAL

Esta película es el principio de la decadencia absoluta del maestro Mariano Ozores. En primer lugar, porque es la primera que hizo para cine después de su etapa para vídeo. Y en segundo lugar, porque al estar rodada con un presupuesto mayor, no supo sacarle el partido suficiente y, salvo porque hay algunos exteriores rodados en Viena, la película parece una mas de las que hizo para vídeo.
Antonio Ozores y Oscar Ladoire interpretan a dos paparazzis de prensa rosa, que entre gag y gag, son testigos de algunos de los escándalos de la época, como cuando Ruiz Mateos dio de hostias a Boyer o a Marta Chávarri se le vio todo el coño.
Quizás esta sea la peor película de Ozores, la más torpe, peor rodada y chabacana, pero si sois de risa fácil, todavía hay material para el disfrute.... siempre y cuando sintáis simpatía por el cine Ozoriano. Con esto quiero decir que a mi me ha gustado, y la he disfrutado muchísimo, pero es que yo soy un FAN INCONDICIONAL de todo lo que haga este hombre. Aunque también me puedo poner en el pellejo de alguno de ustedes, o de gente más cuadriculada, y entender que no puede ser un plato de buen gusto para según quien. Es más, algunos la tacharían de abominación.
De todas formas, es muy fácil despellejar este tipo de cine, decir que es una mierda, o el anti-cine, como alguno osó llamar a lo que hacía Mariano Ozores. Bien, lo difícil es ver en esos fallos, ese descuido y dejadez algo grande, y eso es lo que me ocurre a mí.
Ver al lado derecho del encuadre como asoma medio cuerpo del director, y la reacción de este apartándose al darse cuenta sin que por ello termine descartando la toma, dándola por buena, me parece tan cojonudo o mejor que un super traveling en el que todo está super cuidado.
Pero bueno, hay mucho tiquis miquis, y mucho gilipollita. Mi conclusión es que a todo aquel que no es capaz de disfrutar de una peli de Ozores, pero se deshace en halagos con una de Julio Medem, es porque no le gusta el cine. Ni a mi me gustan ellos.
A pesar de que "Disparate Nacional" no dio ni un pavo, tiene una secuela, "Pelotazo Nacional", que aun no he visto y dio menos pasta todavía, acabando definitivamente con la carrera de mi director favorito.

lunes, 16 de noviembre de 2020

EL VIOLADOR VIOLADO

“El violador violado”, también conocida como “El tío del saco” o con la combinación estúpida de ambos títulos —“El violador violado (El tío del saco)”— sería una genuina serie Z, y una de mis películas chungas de cabecera. Una verdadera muestra de lo fascinantemente chungo, tan chungo, que afortunadamente jamás ha generado culto alguno. Es, lo que yo llamo, un repelente de modernitos.
Y es que “El Violador Violado” es, probablemente, la peor comedia de la historia, no ya de nuestro cine, sino de la cinematografía mundial, que incapaz de inducir a la risa con su humor, en su desbarajuste reside la posible gracia de todo el asunto.
Tres tramas componen el argumento de esta película; Por un lado tenemos a dos agentes inmobiliarios que han practicado una estafa, han vendido unos apartamentos que en realidad ni se han empezado a construir. Luego tenemos a una especie de médium en cuya casa se refugian los agentes inmobiliarios cuando la cosa se pone fea y se les reclama el dinero que se han quedado de la venta de apartamentos, y lo hacen disfrazados de monjes de váyanse ustedes a saber que congregación y, en un intento de parodia a los caballeros templarios, montan ahí un pifostio incomprensible, eso sí, cargado de lo que su director cree que es desmadrada comedia. Para finalizar, tenemos a un violador que va dando buena cuenta de las jovencitas de la zona, hasta que un día una ninfómana acaba violándole a él.
Se trata de una película terriblemente aburrida y  nada graciosa, a pesar de los excelentes actores que rellenan el reparto, cuyas carencias técnicas, su nefasta factura y la pésima aplicación de cualquier medio a su alcance, la convierten en una película sórdida, grotesca y fascinante que, con toneladas de paciencia y las suficientes inquietudes cinéfilas, puede llegar a disfrutarse, eso sí, siempre como la rareza incompetente que es, y jamás como obra “cool”.
Sorprende llamativamente el hecho de que se trata de una película que “tira con lo puesto”, aquí no hay  más que una cámara de 35 mm, metros de película posiblemente caducada, y una serie de actores que representan frente a la cámara sus textos. Vamos, prácticamente una película amateur. O al menos lo parece. Además de carecer de medios (que igual esta película no requería más), la grandeza de esta película reside en lo chabacanamente que se usan: Hay desencuadres, desenfoques y, en general, se percibe una falta de ganas total por parte de todos los inmiscuidos en la película. Por no hablar del aspecto pobretón  de cada fotograma filmado: Los títulos de crédito se solucionan con cartulinas y no con el rodillo habitual. Sin disimular que son cartulinas, estas vienen decoradas, para que parezcan menos chungas, con las ilustraciones del humorista granadino Soria, cuya trayectoria estuvo limitada a dibujar viñetas para periódicos locales. Añádanle que la banda sonora se compone de una serie de tracks extraídos de “La Antología de la Zarzuela”, para así ahorrarse la composición del soundtrack, o bien, los derechos de autor. Pero lo mejor de todo es la ambientación e iluminación; se ha conseguido, de manera totalmente involuntaria, que esta desmadrada comedia  parezca un drama carcelario, o bien, una película de terror. Y da hasta miedo, con esas sombras de foco tras los actores.
No hay que dejar de decir, que el director, Juan José Porto, muy poco ducho a rasgos generales en esto de hacer cine a pesar de tener un currículum más o menos reconocible —suyas son películas como “El ultimo guateque” o “El año en que amamos a Kim Novak”— no acaba de dominar los géneros cinematográficos si le sacamos de los melodramas de corte nostálgico (que tampoco dominaba). Y lo avalan, además de esta comedia, sus escarceos con el cine de terror con esas dos películas, reivindicadas por el fandom más rancio, curiosas y extrañas pero, a todas luces, espantosas y aburridas como ellas solas, que son “Morir de miedo” o “Regreso del más allá” (1982). Está claro que no atina el hombre.
También se trata de una película para el lucimiento del florero Nadiuska, que se encargó de aumentar la líbido del espectador celtibero pre-clasificación “S”, y que, con los tiempos, ya empezaba a dar signos de decadencia. Su presencia es  anecdótica ya que a la hora de hacer memoria del visionado, ella queda a un lado; no es que no nos guste, es que nos estorba. Si no estuviera en la cinta, no pasaba nada.
Ricardo Merino, protagonista junto a Luis Lorenzo, dando vida a esos agentes inmobiliarios, da la sensación de no tomarse en serio la película en ningún momento, y haciendo un papel clónico de los que interpretaba el gran Antonio Ozores en las películas de su hermano Mariano, nos ofrece una serie de trabalenguas incomprensibles soltados en momentos en los que el personaje no quiere dar explicaciones, que lleva al espectador a preguntarse qué es lo que opinaría Don Antonio Ozores si es que llegó a ver la película. Merino tiene pinta todo el rato de estar deseando de trincar el cheque y marcharse a su puta casa. Luis Lorenzo, tiene la virtud, el don, o la mala suerte de parecer homosexual incluso cuando, esporádicamente, no lo interpreta (casi siempre interpreta a mariquitas), con lo cual su actuación nos deja fríos e inamovibles, al igual que el resto del reparto que, además de escaso, está mal avenido, con la excepción de María Vico, dando vida a Doña Otilia, cuya sobreactuación finalmente se antoja delirante y casi, casi, casi divertida.
El director Juan José Porto, fue uno de los más afectados por la Ley Miró, que si bien perjudicaba a excelentes artesanos como Mariano Ozores, me pregunto yo que no haría con inútiles como Porto al que encima le salían películas, además de malas, raras. Quizás por eso no volvería a rodar en las siguientes décadas hasta que en 2002 rodó su fallida adaptación de “El Florido Pensil”, con una excepción: Siendo como es “El violador violado” una película tan ignota, descubrimos que, curiosa e innecesariamente, en plenos años 90 (concretamente en 1993), se rodó una secuela (¡), “El tío del saco y el inspector Lobatón”, que contando con protagonismo del reparto original, más las presencias de Quique Camoiras y Adriana Vega, tiene pinta de ser mil veces peor que esta que la precede. Editada de mala manera en vídeo, esta secuela, según los datos del ministerio de cultura, la vieron más de 1000 espectadores en cines. Minucias si lo comparamos con los 40.000 largos que consiguió “El violador violado” que, a día de hoy, serían maná del cielo para cualquier comedia española actual.

viernes, 13 de noviembre de 2020

EL TIGRE DE CHAMBERÍ

Otro clásico absoluto de nuestra comedia que, curiosamente, mientras hoy día está asumido que nos enfrentamos a una obra de indudable valor dentro de la comedia española, en su momento quedó ninguneada y considerada menor. No obstante, a nivel popular es una de las películas más recordadas de sus dos intérpretes principales, Tony Leblanc y José Luis Ozores, y uno de los máximos exponentes de la comedia española de corte deportivo, aunque bebe —por no decir que, casi, plagia— de muchas fuentes: Sus referentes más directos serían las películas norteamericanas “El asombro de Brooklyn”, comedia para total lucimiento del actor Dany Kaye y con la que comparte premisa argumental, o “La vía láctea”, con Harold Lloyd, cuya interpretación, además, le sirve a José Luis Ozores como modelo a la hora de ejecutar sus coreografías cuando está dentro del ring.
Cuenta la historia de un don nadie, Miguel (José Luis Ozores), que, inducido a la pequeña estafa por su amigo Manolo (Tony Leblanc), comete pequeñas fechorías, como usar una silla de ruedas con el fin de dar pena al portero del campo de fútbol y que este le deje pasa al estadio, o seducir a las criadas más feas del guateque pues, según Manolo, “Son las que pagan las meriendas”. En una de esas visitas al campo de fútbol, Miguel tiene un pequeño altercado con un espectador y le propina un puñetazo, noqueándole por obra del azar divino, ya que Miguel no es un hombre ni agresivo ni violento. Resulta que el noqueado es nada menos que Molina (Emilio Orozco) campeón de España de boxeo —y boxeador en la vida real— lo que desencadena que su amigo Manolo, en compañía de otro sin vergüenza que además es entrenador de púgiles, líen a Miguel para que boxee profesionalmente, siempre con la premisa de que es el hombre que noqueó a Molina. Para ello, contarán con el dinero de un hostelero que cree, a pies juntillas, que Miguel es un boxeador estupendo. Todo lo contrario. El amor que Miguel siente por la hija de este complicará más aún las cosas.
Tintes melodramáticos con final feliz, gags efectivos, ritmo cinematográfico absolutamente medido y eficaz y, sobre todo, magníficas interpretaciones e inmejorable y artesanal dirección. José Luis Ozores, uno de nuestros mejores cómicos y cabeza visible de ese maravilloso clan de artistas que es el de la familia Ozores, está inmenso, componiendo un rol que, verborrea atómica mediante —y aunque se repetiría, prácticamente, durante toda su carrera— debe mucho a los clásicos americanos del cine mudo, paradójicamente, dándole a su Miguel unos toques de Charlie Chaplin, otros de Buster Keaton, también, como no, de Dany Kaye, pero, sobre todo, mucho de sí mismo, es decir, que gestos, expresiones y frases son 100% José Luis Ozores. Tony Leblanc, y como rigen los cánones de la comedia española de los años 50, da vida a un caradura de buen corazón, papel en el que se especializaría, y en esta ocasión, resulta tan memorable como José Luis Ozores, viéndose, eso sí, ambos eclipsados por Antonio Garisa, eterno secundario, que, con maestría, da una lección de comicidad, interpretando al entrenador de Miguel, soltándose, como el que no quiere la cosa, unos "speechs" que valen su peso en oro. El protagonismo femenino recae en Hélène Rémy, actriz francesa de inconmensurable belleza, cuya posterior carrera se desarrollaría, sobre todo, en Italia, en producciones de "serie B" como pueda ser “El vampiro y la bailarina” Les secundan Julia Caba Alba y José Marco Davó.
El libreto de la película recae en las plumas de Vicente Coello —suyos son los guiones de otros clásicos como “Vente a ligar al Oeste” de Pedro Lazaga, o, ese vehículo comercial para Teresa Rabal que es “Loca por el circo”—y Vicente Escribá, quien firma, quizás para que en caso de que la película llegara a ser acusada de plagio, su nombre no se viera involucrado, bajo el seudónimo de Antonio Vies, y de cuya autoría son guiones antológicos como, por ejemplo, el de “Los ladrones somos gente horada” que comparte dirección por parte de Pedro Luis Ramírez con el film reseñado. Genial cineasta Almeriense cuya carrera está cuajada de clásicos perennes y, sin embargo, su filmografía es más bien escueta. Suyas son “Recluta con niño” “El Gafe” o “Crimen para recién casados”. Acabó su carrera filmando "exploitations" de “Le llamaban Trinidad” a las órdenes de Ignacio Iquino, como por ejemplo “Ninguno de los tres se llamaba Trinidad”.
Obra maestra del cine español.

martes, 2 de febrero de 2010

EL PAN DEBAJO DEL BRAZO

La fiebre de los remakes asola el mundo sin piedad. Se hacen remakes hasta de películas españolas de éxito. Bien, esto no es ni bueno ni malo, da lo mismo. Pero si en la actualidad el remake es algo que no se estila mucho en la industria de nuestro país (debido lógicamente a que no hay ninguna industria), en los años ochenta Mariano Ozores fue pionero en eso. Con "El rollo de septiembre" lo fue en lo que a "comedia teen" se refiere, y con "El pan debajo del brazo" lo fue en la cosa esta del remake. Y no solo eso, también del autoremake, igual que ahora hacen directores de prestigio como Michael Haneke -caso de "Funny Games"-.
En 1984 Ozores gozaba de un éxito atronador, con cuatro duros hacía películas que generaban millones, así que ávido de dinero, el productor Andrés Vicente Gómez le propuso producirle una película para rodarla lo antes posible. Como Don Mariano estaba muy atareado con alguna de Pajares y Esteso, se negó, alegando falta de tiempo para escribir un guion original (porque, diga lo que diga, no le gustaba dirigir guiones de otros), así que Vicente Gómez le propuso hacer una nueva versión de una película suya de éxito. Ozores aceptó y actualizó a los tiempos de la época el que hasta entonces había sido su mayor éxito, "Crónica de Nueve Meses", y tiró para adelante con el proyecto. Lejos de lo que creía Andrés Vicente Gómez, por lo que fuera la peli se estrelló en taquilla. Pocas veces más (por no decir ninguna) productor y director volvieron a trabajar juntos.
El caso es que "El pan debajo del brazo" está muy bien. Es innegable que Ozores estaba en plena forma, en su mejor momento, y facturó una película como las que estaba rodando en aquellos momentos: como una película de Pajares y Esteso, pero sin Pajares ni Esteso.
Cuenta el cómo tres parejas de distintas posiciones sociales viven lo que supone la noticia de un embarazo, unos con alegría y otros con tristeza, enlazando las historias como solo Ozores sabe hacerlo y metiendo gags típicos de la época, echando mano de humoristas de moda entonces como Fedra Lorente 
(especialmente jamona en esta peli), que por aquel entonces estaba haciendo de “La Bombi” en el "Un, Dos, Tres" y, para garantizarse el éxito, suelta los chascarrillos típicos de su célebre personaje.
Como todo lo de Ozores, imposible aburrirse viéndola. Esta es de las grandes, al nivel de un “Roque” o unos “Liantes”, quizás más ñoña en sus intenciones, pero igualmente divertida, y con un pedazo de reparto de gente tan mítica como su hermano Antonio, su sobrina Adriana antes de convertirse en la respetada actriz que es hoy, Pepe Da Rosa (le metió en el cine después de sus “J.R´s”), Juanjo Menéndez, Juanito Navarro, Lolo García, María Casanova, Arévalo, Luis Lorenzo, María Luisa Ponte... lo más granado de las tarimas y las pantallas, oiga.
Por eso digo que el cine español de ahora es una mierda (porque no hay actores de carisma y por mil millones de cosas más) y el antiguo cojonudo.
Luego en la época de “directos a vídeo”, Mariano Ozores se volvió a remakear con "Ya no va más", explotando 
esta vez el guión de "Los Bingueros", pero esa es otra historia.

jueves, 1 de mayo de 2014

VAMPIRESAS 1930

Detecto, tras ver muchas películas del eterno tío Jess, que funciona a base de etapas Es decir, según la época en la que se encuentra dirigiendo, sus películas pillan un estilo u otro. Digamos que en cada etapa hace, pizca más o menos, la misma película. Así que esta entraría de lleno en su “primera etapa" Y todas y cada una de ellas dejan bien claro que estamos ante un verdadero autor, de los de "aquella manera", ya desde esta primera etapa, pues viendo unos pocos planos, sabemos si tal o cual película es suya o si es de otro director. Con esto quiero decir, que las primeras pinceladas de su estilo – puede que un estilo de mierda, si, pero del todo personal-  ya están más que diferenciadas en sus primeras películas, las más académicas.  “Tenemos 18 años” era una cosa rara que iba cargada de unas maneras y un ritmo poco habituales en Franco en su carrera posterior, pero, aún así, podíamos vislumbrar a la perfección, que se trata de una de sus películas. Incluso de las mejores.
Bien pues con esta “Vampiresas 1930” les digo absolutamente lo mismo; era una cosa rara que iba cargada de unas maneras y un ritmo poco habituales en Franco en su cine posterior. Sin embargo, ciertos encuadres, trompicones de la cámara, desenfoques, planos generales exteriores y demás parafernalias, demuestran que es una película 100% Franco. Y es que, si en sus anteriores películas vemos que se ceñía a unas normas establecidas en la realización de películas, aquí ya se pasa todo eso, un poquito, por los cojones. Y añadan, también, que la incapacidad por la que, al menos en mi casa, Franco es famoso, ya es aquí patente.
Imagen, historia, desarrollo, concepción, narrativa… todo eso está ya descuidado, no hasta el límite, pero si haciendo a Jess apuntar maneras, las mismas que le llevaron a ser conocido como un cineasta libre. ¿Qué quiere decir esto? Pues que a principios de los sesenta, cuando en el cine español ya había un “star system” reconocible que hacía funcionar las películas por si solas, Franco tuvo los cojones, la suerte, y la (in) capacidad de rodar un coñazo inconexo. Salvando las distancias, que dentro de los muchos coñazos que el abuelo rodó, este se puede ver. Una comedia musical con Antonio Ozores, Lina Morgan, Antonio Garisa y Manuel Alexandre, que en absoluto funciona, que no tiene gracia, y que está muy, muy lejos de películas de aquella época como “Los Tramposos”, por poner un ejemplo. Como peli de la época, es una pedazo de mierda. Ergo, ahora si, llego a la conclusión que Jess Franco era un inútil que convirtió aquella inutilidad en arte, vendió la moto, hizo creer que lo suyo era otro rollo, nos vendió lo del anti academicismo, y aquí, cuando todavía su forma de hacer cine no era, además, su discurso, queda claro que se trataba de lo peorcito en cineastas vivos. Así que, evidentemente, la película, como comedia española de los sesenta es una porquería. Ahora, como película de Jess Franco… entonces estamos ya ante otro asunto. Y desde luego, hay que verla con las retinas ya hartas de Franco.
Cuenta la historia de unos músicos que se dedican al cine, en plenos años treinta, tienen que enfrentárselas con el cine sonoro que llega con fuerza y se ven metidos en un entuerto con una orquesta de negros llamada Vampiresas 1930… o algo así, porque hay que hacer malabarismos para entender el argumento, y yo ya no puedo hacer muchos…Y si dejamos a un lado esos guiños a “Con faldas y a lo loco” o “El cantor de Jazz” que los estudiosos de Franco se empeñan  en reseñar con el fin de hablar bien de esta mierda,  yo diré que lo bueno no son ni las referencias, ni los guiños. Es más, estos son incluso obvios. Lo bueno de la película, es el propio Jesús Franco, su mundo y su universo. Porque si bien esta película no funciona a niveles de entretenimiento (cosa esta por otro lado, que ha de ser así en el universo Franquiano), si que hay que decir, que Franco era un absoluto adelantado a su época y, en plenos años 60, dónde la mayoría de cineastas hacían algún chascarrillo sobre “lo Beatnick” sin saber muy bien de que iba la cosa en sus películas, Franco se convierte en el director más moderno de aquel entonces, construyendo una película  que gira en torno a unos músicos de Jazz. Tócate los huevos, Manuel. No folclóricos ni nada de eso, músicos de Jazz. Y viendo anoche la película, me di cuenta de eso, que era un adelantado a su época, y  dentro de sus escasas posibilidades y mínimo talento, un innovador.
Con todo, a fin de cuentas, y a pesar de sus casi dos horas, a los fans de Jess, se la recomiendo.
Por otro lado decir que Jess Franco, fue el descubridor de una pareja cinematográfica que sería fructuosa tanto dentro de la comedia española, como de la revista; la formada por Antonio Ozores y Lina Morgan. Él los juntó delante de una cámara por primera vez, él  dio un papel protagonista, por vez primera, a Lina Morgan, en el cine.
Cuando se distribuyó en vídeo a mediados de los años ochenta, todos los protagonistas de esta película ya eran veteranos. Lina Morgan en concreto, daba mucho dinero con su imagen en esos años, más que por su cine, por sus obras de teatro grabadas en vídeo  (“Vaya par de gemelas” o cosas así). Así pues, aprovechando el tirón de estas obras, las distribuidoras, tomando como reclamo una fotografía de alguna de sus revistas a modo de carátula, estrenaron en alquiler la película, haciéndola pasar por una de estas obras de teatro…y varios serían los que picaron, por supuesto.
Como el póster original capitaneado por la supuesta protagonista del film, Mikaela -¿quién cojnes será – es muy feo, adjunto el fraudulento.

viernes, 26 de febrero de 2016

JUVENTUD DROGADA

Adscrita al subgénero del “Cine Quinqui”, no sería una película meramente quinqui, sino un acercamiento “exploit” al género, sensacionalista a más no poder, y donde la deshonesta crítica social imperante en las películas de José Antonio de la Loma o Eloy de la Iglesia, desaparece a favor del espectáculo malintencionado y puramente comercial. Aquí de lo que se trata es de alimentar el morbo de una platéa habituada al “Cine de pipas” que no quiere que le echen monsergas. En ese sentido, “Juventud Drogada” -¡maravilloso título!- estaría más en la línea de filmes como “No Matarás”, “Aborto Criminal” o, más afín inclusive al género quinqui, “Los violadores del amanecer” del  Iquino.
Cuenta la historia de un niño de papá, hijo de un empresario farmacéutico, que frecuenta la misma discoteca que unos camellos zarrapastrosos. Sin saber muy bien como, este señor acaba metido de lleno en las fiestas drogadictas de estos tunantes, quedando encantado con las drogas que le proporcionan, y con los encantos femeninos de una señorita que por allí pulula. La idea de los maleantes es enganchar, al desdichado,  a las sustancias psicotrópicas, y de paso, ver si con su ayuda pueden acceder al almacén farmacéutico de su padre para afanarle las provisiones de drogas duras.
La gracia es que si en el “Cine Quinqui” propiamente dicho, los protagonistas suelen ser jóvenes delincuentes –y/o drogadictos-  reales, en “Juventud drogada”, lejos de tirar por estos derroteros, los drogadictos y delincuentes son interpretados por actores que tienen pinta de todo menos de yonkies, como puedan ser Antonio Mayans, el boxeador Dum Dum Pacheco (visto en “Yo hice a Roque III”) o  Eduardo Bea, mientras que el niño bien –que por constitución física da más el tipo de drogadicto y delincuente que Mayans- es interpretado por todo un clásico del cine más populachero, Tony Isbert, en su eterno rol de Tony Isbert, eso si, dándole al porro y a la farlopa –e incitando a su pareja a que también le dé- cosa mala.
Por otro lado y como buena cinta “Exploit” española, aquí no hay medias tintas, y estos delincuentes son mostrados como lo peor de lo peor, esto es, que no solo trafican y consumen todo tipo de estupefacientes, sino que además, violan y asesinan, y actúan con toda la mala idea que se le pueda ocurrir a un guionista, en este caso, Esteban Cuenca, que ya nunca más escribió para el cine, fíjense ustedes.
Por otro lado, la comedia involuntaria, inevitablemente, como es habitual en todo producto de serie B o Z que se precie, hace acto de presencia, por un lado, con el cantoso pelucón Afro que me luce Antonio Mayans, y por otro, los elementos bizarros y fuera del tiesto que contiene la película; volviendo a Mayans: mientras que su compañero para intimidar a sus víctimas usa una navaja, este usa ¡Nunchakus!
A eso añádanle algún que otro Karateca por ahí desperdigado, boxeadores chungeros y hasta creo recordar –si la memoria no me falla… y eso que la he visto hace escasa media hora- que aparece un monje budista.
¿Veredicto? Mala de pelotas, zetosa y cutre, costrosa y lenta, pero con otros elementos que la convierten en interesante y, sobretodo, curiosa. Porque aquél que a estas alturas ande buscando buen cine en un producto de estos, o peor aún, aquel que afirme que una ponzoña netamente “Trash” como es “Juventud Drogada” es buena, es que es un esnob o un enfermo mental, porque es que no llega ni a entretenida. Eso sí, simpática y curiosa lo es un rato. Luego ya, depende de la predisposición del espectador que, insisto, si anda buscando esto es porque sabe lo que se va a encontrar más o menos.
En la taquilla española, como casi todos estos funcionales productos de entretenimiento populachero, cubrieron presupuestos de sobra y el negocio fue rentable, con una cifra de espectadores que en estos caso oscilas entre los 250.000 y lo 300.000 espectadores. Dentro de este target se mueve “Juventud Drogada”.
El director del tinglado no es otro que José Truchado, conocido por esa horripilante parodia de “El Equipo A” a mayor gloria de Antonio Ozores que es “El Equipo ¡AAAAGGHH!” o aquella chanchullera  parodia de “Canción triste de Hill Street” a mayor gloria también de Ozores que es “Canción triste de…” (Ver en el pestseller), pero entre las muchas tareas que desempeñó en el mundo del cine, tales como escribir guiones, actuar o  producir, dirigió grandes zarrios de nuestra cinematografía más outsider como puedan ser “Tarzán y el tesoro Kawana” o “Matad al buitre”.

sábado, 23 de abril de 2011

PELOTAZO NACIONAL

Mariano Ozores, se despediría del cine en 1993, con una película cuyo título hace referencia al único éxito de Mariano en los 90, DISPARATE NACIONAL, que sin ser de lo mejor que realizó Ozores, si que le da mil patadas a esta, PELOTAZO NACIONAL, que producida por Telecinco, y como pasaría con AQUÍ EL QUE NO CORRE VUELA, está mas preocupada de lanzar a las incipientes estrellas del canal (en este caso Andoni Ferreño, Arantxa del Sol, y hasta incluso un patético Félix “El gato”, en sus quince minutos de fama, antes de mendigar rayas de cocaína a cambio de chistes en los peores tugurios madrileños) que por hacer una comedia solvente. Y así pasó, que no la vio ni cristo.
Una serie de políticos y empresarios, hacen triquiñuelas para enriquecerse, lo que le sirve al director de motivo de denuncia, mientras unas cuantas señoritas (que no son Arantxa del Sol), enseñan las tetas. Y nada más. No hay por donde cogerla… diálogos sin sentido ni gracia alguna, casi todo interiores y nada lo suficientemente atractivo como para tener en cuenta la película. Y en el terreno de las chabacanerías, nada lo suficientemente malo e ingenuo como para rendirle culto… ¡nada! La sosería hecha película.
Sin embargo, los actores de verdad, José Sazatornil “Saza”, Antonio Ozores, Juanjo Menendez y Oscar Ladoire interpretando a un extraño homosexual, están estupendos e incluso sueltos y contentos, en una película cuya zafiedad, gags e incluso forma en que está rodada, no es que deje mucho que desear, es que sería ofensiva, si llegase al calificativo.
Una lastima que el maestro de maestros, finalizara su andadura cinematográfica de esta manera tan atroz. Es casi un insulto a los fans.
Después, vendrían los problemas con su serie de Televisión EL SEXOLOGO. Los tiempos cambiaron, las feministas se impusieron y condenaron el sentido del humor al ostracismo, pero eso es otra historia.
Y al Cesar lo que es del Cesar: Yo a Mariano Ozores le admiro profundamente, es una influencia en mi absolutamente esencial, considero que ha creado autenticas obras maestras, considero que es el mejor director de cine Español de la historia, el mas osado y valiente, el que mas arriesgó, el guionista mas ingenioso, sus películas las mas divertidas… es un Dios, pero PELOTAZO NACIONAL, no solo es su peor película… es que es la mierda mas infame que he visto en mi vida... Y aún así, la prefiero a cualquier bodri español bien considerado.