La primera vez que vi "Existenz" fue en el Fetival de Sitges. Llevaba años siguiendo a su director, David Cronenberg, ya que, a fin de cuentas, era uno de los nombres ilustres del cine de terror moderno -es decir, el que rompió moldes y esquemas en los 70- junto a los Landis, Carpenters y Cravens habituales. También es cierto que era uno de los que menos me gustaba, porque siempre había intentado alejarse del género (cosa que a la larga consiguió), a pesar de que reconocía, y reconozco, que tenía grandes títulos como "La zona muerta", "Videodrome" o el remake de "La mosca".
Cuando terminó el visionado de "Existenz" a todos nos quedó la sensación de que Cronenberg había hecho un mejunje con sus obsesiones habituales, y sus títulos estandarte, pero al que le había dado una pátina de "normalidad"... como si quisiera rodar una versión de "Videodrome" pensada para plateas "standard", público masivo no acostumbrado a sus delirios. Vamos, que la peli me dejó algo frío. Ayer noche volví a verla (en formato VHS). Era la segunda vez que lo hacía desde el primer intento... y mis impresiones no variaron demasiado. Cuando se rodó "Existenz" era 1999, y supongo que para entonces los video-juegos y las consolas comenzaban a pegar fuerte. Era normal, pues, que a Mr.Cronenberg le diera por sermonearnos un poco al respecto. Así, la cosa se sitúa en un futuro cercano pero indeterminado, en el que se han inventado una consolas orgánicas y vivas que te enchufas en la espalda, gracias a un bujero que te han hecho previamente, y puedes ser partícipe de los respectivos juegos de un modo escalofriantemente realista. Sin embargo, y por motivos que no conocemos, alguien intenta atentar contra la diseñadora número uno de dichos juegos, por lo que se ve obligada a escapar en compañía de un novatillo segurata. Juntos huirán sin rumbo y terminarán viciados por el revolucionario juego que ha inventado la chorba, hasta el punto de no saber qué es realidad y qué es ficción... para ellos, y para nosotros.
Aunque la peli se apoya mucho en los diálogos y, en el fondo, no deja de ser bastante sencillita, hay que reconocer que "Existenz" va a piñón desde buen principio, tiene un ritmo notable y no aburre en exceso. La historia se sigue más o menos con interés y a lo largo de la misma nos intentan sorprender con algunas ideas y conceptos más o menos bizarros, muy Cronenberg, como esas consolas vivas hechas de tejido orgánico, el indudable tirón sexual en el modo de conectarlas a tu cuerpo, la pistola hecha de huesos y que dispara dientes... incluso hay un poco de gore, con ese pobre camarero chino que recibe un par de balazos en la cara. Sin embargo, carece del rollo enfermizo y mal sano de las pelis previas del Canadiense. Todo es como muy limpio... incluso la pretendida suciedad es higiénica. En realidad "Existenz" tiene bastantes puntos en común con "Videodrome", pero sin llegarle a la suela de los mocasines.
Visto lo que siguió en la carrera de Cronenberg, es evidente que "Existenz" era algo así como su despedida del género puramente fantástico, porque luego no volvió a tocarlo. Y es evidente también que el muchacho estaba algo cansado de sus delirios carnosos, de ahí la sensación de rutina que destila toda la peli. A pesar de ello, el resultado se deja ver. No te impresionará, no te cambiará, no te ofenderá... pero tampoco te dormirás.
Algo es algo.
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lunes, 29 de octubre de 2012
miércoles, 2 de febrero de 2011
LA MOSCA 2
En esta ocasión nuestro protagonista es el hijo del prota/mosca de la primera. En pleno crecimiento, comienza a sentir los síntomas de que algo extraño está despertando en su interior. Cabreado con la corporación que quiere sacarle jugo, el muchacho-monstruo aprovechará su condición para tomarse la revancha.
A ver. Como decía, "La Mosca 1" se apartaba un poco de las convenciones del género, apostando por un tono más serio (y deprimente). "La Mosca 2" es género puro. Terror de palomitas. Obviamente, y como ha pasado con muchas otras secuelas, esta intenta repetir los aciertos de la primera, la historia de amor, el mega-drama, la angustia de la mutación... pero no lo consigue. O no consiguen hacerlo del modo tan punzante como lo pariera Cronenberg en su momento. Aquí todo es menos, menos tragedia, menos asco, menos sufrimiento... vamos, joder, ¡si hasta hay un happy end!. Pero claro, dejando de lado las inevitables comparaciones, ¡¡¿funciona o no "La Mosca 2"?!!. Pues sí. Como peli de género, funciona muy bien. Es entretenida y tiene sus momentos tiernos y de impacto (hay dos efectos gore realmente potentes).
Y es que, claro, ¿cómo pretenden sustituir a todo un auteur como es Cronenberg con Chris Walas y esperar que ambas pelis estén a la misma altura en cuanto a calidades e intenciones?. Walas es un reputado y respetado atífice de maquillajes y trucos de látex que aquí dirigía por primera vez (luego no se prodigó mucho más en el tema). También es notable a quién encontramos en tareas de guión, Mick Garris (dire de "Critters 2", "Sonámbulos" y padre fundador de la serie "Masters of Horror") y Frank Darabont (actualmente triunfando con la serie de "The Walking Dead" y con un currículum bien lustroso, destacando "Sepultado Vivo" y "Cadena Perpetua"). Actuando están Eric Stolz (siempre que le veo, pienso en lo cabreado que debe estar porque le echaron del plató de "Regreso al futuro"!!) y Daphne Zuniga (más conocida como la Princesa Vespa de "Spaceballs". También en el slasher "La iniciación"). John Getz repite de la primera parte, así como Jeff Goldblum, aunque únicamente en formato "imágenes de archivo". El personaje de Geena Davies muere al principio de "La Mosca 2" (la interpreta otra actriz), dato este que da pie a recordar que la muchacha estuvo un tiempo anunciando -cuando aún tenía algo de poder en Hollywood- que ella misma iba a producir una tercera parte centrada en las trifulcas de la madre del monstruo y que iba a ignorar por completo la segunda, intentando recuperar un poco el tono de la uno. Pero nunca jamás llegó a realizarse. Pos me da igual.
sábado, 19 de noviembre de 2022
LA ZONA MUERTA
Estamos ante lo que, comúnmente, denomino -de forma muy apropiada- una reseña muerta. Inútil. ¿Por qué? Porque a estas alturas no voy a descubrir a nadie "La zona muerta". Y mucho menos convencer de algo que todos sabemos de sobras: lo cojonuda que es. Entonces, ¿por qué escribir? Por darme el gusto. Para disfrutar durante el proceso, recreándome en las muchísimas virtudes de un título -de 1983- que se ha ganado a pulso la etiqueta de clásico.
"La zona muerta" está basada en una novela de Stephen King. Produjo ejecutivamente Dino de Laurentiis, en la época que el novelista era materia recurrente porque siempre funcionaba en la taquilla a la hora de recaudar dineritos. Cosa que no sorprende considerando que, por entonces, vivía en continuo estado de gracia, chorreando ideas brillantes hasta por las orejas. Para rematarlo, De Laurentiis y su equipo terminaron de reunir a una serie de talentos en torno al proyecto, todos con la inspiración en un momento álgido, comenzando por el director, David Cronenberg (que venía de parir cosas más modestas en cuanto a presupuesto. Podría decirse que este fue su primer film netamente mainstream), el guionista / adaptador Jeffrey Boam (autor posteriormente de los libretos de "Jóvenes ocultos", "El chip prodigioso", "Indiana Jones y la última cruzada" o "Arma Letal 2 y 3"), la productora Debra Hill (fresca de sus colaboraciones con John Carpenter), y, por supuesto, los actores. O los actorazos. Menudo plantel: Christopher Walken, Brooke Adams, Tom Skerritt, Herbet Lom, Anthony Zerbe, Martin Sheen, Nicholas Campbell y dos habituales de Cronenberg, Peter Dvorsky + Leslie Carlson. Yo me quedo con Walken y Lom. Ambos sensacionales. El primero llevando todo el peso de la peli con una interpretación redonda, repleta de emociones. Según vi hace poco en un documental, Cronenberg le indicó a su dire de fotografía que se centrara en el rostro del actor, ya que iba a ser este el que narraría la historia. Una muy muy trágica.
Johnny es un pizpireto profesor enamorado hasta las trancas de su prometida. Una mala noche lluviosa se estrella con el coche y queda en coma. Pasan cinco años, despierta y se encuentra que, obviamente, la vida se le ha ido a pique, especialmente su pareja, que se ha casado con otro y ha tenido un hijo. Encima, para agravarlo más, Johnny ha regresado con un poder. Si agarra la mano de una persona, puede ver su futuro o pasado. El hombre, triste y desolado, se encierra en casa. Pero no paran de molestarle para pedir ayuda. También se reencuentra con su ex, lo que añade más leña al fuego. El momento álgido vendrá cuando, casi accidentalmente (¡pobre gafe!), descubra que un fanático e histriónico aspirante a presidente logrará su cargo e iniciará la guerra nuclear. Así las cosas, decide pararle los pies, aunque sea a lo bruto.
Sensacional y rico argumento, conducido por David Cronenberg con maestría, elegancia, sobriedad, centrado en los personajes, reduciendo los efectos especiales al mínimo. No perdemos el hilo porque todo lo que vemos nos gusta. Que maravilla y que trágica. "La zona muerta" no puede evitar ser tremendamente triste, pero en el buen sentido. No quiero ni pensar cómo se vería hoy con sus excesos infográficos y demás mandangas.
Tantas posibilidades tenía el personaje de Johnny (apellidado Smith, el nombre más común pegado al apellido más común) que en 2002 se parió una serie de televisión (precedida por un piloto). Aguantó hasta 2007, así que supongo no le fue demasiado mal. La verdad es que no me llama nada. Prefiero quedarme con la película... totalmente imprescindible.
Como regalito, les cedo completa la caratula del VHS que en su día pillé a cincuenta céntimos en el sucio suelo de un mercadillo (nótese el extraño detalle de situar a Martin Sheen por encima de Christopher Walken en cuanto a protagonismo se refiere)
"La zona muerta" está basada en una novela de Stephen King. Produjo ejecutivamente Dino de Laurentiis, en la época que el novelista era materia recurrente porque siempre funcionaba en la taquilla a la hora de recaudar dineritos. Cosa que no sorprende considerando que, por entonces, vivía en continuo estado de gracia, chorreando ideas brillantes hasta por las orejas. Para rematarlo, De Laurentiis y su equipo terminaron de reunir a una serie de talentos en torno al proyecto, todos con la inspiración en un momento álgido, comenzando por el director, David Cronenberg (que venía de parir cosas más modestas en cuanto a presupuesto. Podría decirse que este fue su primer film netamente mainstream), el guionista / adaptador Jeffrey Boam (autor posteriormente de los libretos de "Jóvenes ocultos", "El chip prodigioso", "Indiana Jones y la última cruzada" o "Arma Letal 2 y 3"), la productora Debra Hill (fresca de sus colaboraciones con John Carpenter), y, por supuesto, los actores. O los actorazos. Menudo plantel: Christopher Walken, Brooke Adams, Tom Skerritt, Herbet Lom, Anthony Zerbe, Martin Sheen, Nicholas Campbell y dos habituales de Cronenberg, Peter Dvorsky + Leslie Carlson. Yo me quedo con Walken y Lom. Ambos sensacionales. El primero llevando todo el peso de la peli con una interpretación redonda, repleta de emociones. Según vi hace poco en un documental, Cronenberg le indicó a su dire de fotografía que se centrara en el rostro del actor, ya que iba a ser este el que narraría la historia. Una muy muy trágica.
Johnny es un pizpireto profesor enamorado hasta las trancas de su prometida. Una mala noche lluviosa se estrella con el coche y queda en coma. Pasan cinco años, despierta y se encuentra que, obviamente, la vida se le ha ido a pique, especialmente su pareja, que se ha casado con otro y ha tenido un hijo. Encima, para agravarlo más, Johnny ha regresado con un poder. Si agarra la mano de una persona, puede ver su futuro o pasado. El hombre, triste y desolado, se encierra en casa. Pero no paran de molestarle para pedir ayuda. También se reencuentra con su ex, lo que añade más leña al fuego. El momento álgido vendrá cuando, casi accidentalmente (¡pobre gafe!), descubra que un fanático e histriónico aspirante a presidente logrará su cargo e iniciará la guerra nuclear. Así las cosas, decide pararle los pies, aunque sea a lo bruto.
Sensacional y rico argumento, conducido por David Cronenberg con maestría, elegancia, sobriedad, centrado en los personajes, reduciendo los efectos especiales al mínimo. No perdemos el hilo porque todo lo que vemos nos gusta. Que maravilla y que trágica. "La zona muerta" no puede evitar ser tremendamente triste, pero en el buen sentido. No quiero ni pensar cómo se vería hoy con sus excesos infográficos y demás mandangas.
Tantas posibilidades tenía el personaje de Johnny (apellidado Smith, el nombre más común pegado al apellido más común) que en 2002 se parió una serie de televisión (precedida por un piloto). Aguantó hasta 2007, así que supongo no le fue demasiado mal. La verdad es que no me llama nada. Prefiero quedarme con la película... totalmente imprescindible.
Como regalito, les cedo completa la caratula del VHS que en su día pillé a cincuenta céntimos en el sucio suelo de un mercadillo (nótese el extraño detalle de situar a Martin Sheen por encima de Christopher Walken en cuanto a protagonismo se refiere)
domingo, 9 de octubre de 2016
LOS FOTOCROMOS DE "LA MOSCA"
Hubo un tiempo en el que se hacían pocos remakes afines al género fantástico. Y encima, además de chorrear calidad, aportaban mucha creatividad. Es decir, que no se limitaban a fotocopiar el original (o la posible novela que inspiró a aquel), aportaban sus propias ideas novedosas y refrescantes. Posiblemente el que más puede presumir de ello es esa ya clásica versión de "La Mosca" cortesía de David Cronenberg. De cuando Cronenberg molaba, claro.
Yo fui a verla al cine con mi tia. Creo que al "Waldorf" de Barcelona. Y lo que más recuerdo es que la mujer se partía de risa, pero partirse, en las escenas más escabrosas. Creo que pasé algo de vergüenza. En cualquier caso, llevaba mucho tiempo leyendo sobre la película en las páginas de mi querida prensa franchute. Incluso inspiró mi propia versión formato comic, en la que el prota se convertía en una araña. Así que inevitablemente me gustó, la encontré muy angustiosa, dura y desagradable.
Años después la compré en dvd, y por lo menos llevaba casi una década sin revisarla. Hace un par de noches me la comí con motivo de los fotocromos que les dejo hoy aquí. ¿Y qué opino?, pues que es una buena película, un muy decente remake (la antigua me mola, y eso no es habitual en mi) y sí, sorprende su tono trágico y tremendo, adulto, especialmente en una época de terrores juveniles, tontos y humorísticos (lo que no deja de ser curioso si tenemos en cuenta que el productor es Mel Brooks!), pero eso ya era algo de esperar viniendo de Cronenberg. En cualquier caso no me impactó tanto, ni me hizo sufrir demasiado (salvo el triste desenlace), incluso me reí un poco en algunos de los pasajes más duros y dramáticos... como le ocurrió a mi tia... ya ven, la edad no perdona compañeros. Pero vamos, que "La Mosca" mola y molan también sus fotocromos (aunque sean incompletos!).
Yo fui a verla al cine con mi tia. Creo que al "Waldorf" de Barcelona. Y lo que más recuerdo es que la mujer se partía de risa, pero partirse, en las escenas más escabrosas. Creo que pasé algo de vergüenza. En cualquier caso, llevaba mucho tiempo leyendo sobre la película en las páginas de mi querida prensa franchute. Incluso inspiró mi propia versión formato comic, en la que el prota se convertía en una araña. Así que inevitablemente me gustó, la encontré muy angustiosa, dura y desagradable.
Años después la compré en dvd, y por lo menos llevaba casi una década sin revisarla. Hace un par de noches me la comí con motivo de los fotocromos que les dejo hoy aquí. ¿Y qué opino?, pues que es una buena película, un muy decente remake (la antigua me mola, y eso no es habitual en mi) y sí, sorprende su tono trágico y tremendo, adulto, especialmente en una época de terrores juveniles, tontos y humorísticos (lo que no deja de ser curioso si tenemos en cuenta que el productor es Mel Brooks!), pero eso ya era algo de esperar viniendo de Cronenberg. En cualquier caso no me impactó tanto, ni me hizo sufrir demasiado (salvo el triste desenlace), incluso me reí un poco en algunos de los pasajes más duros y dramáticos... como le ocurrió a mi tia... ya ven, la edad no perdona compañeros. Pero vamos, que "La Mosca" mola y molan también sus fotocromos (aunque sean incompletos!).
domingo, 23 de octubre de 2016
LOS FOTOCROMOS DE "SCANNERS"
"¿Que estás haciendo?".
"Pues mira que gracioso, estoy escaneando los fotocromos de una película que se llama... ¡"Scanners"!".
"Ah (silencio incómodo), la he visto, es la del tipo que le explota la cabeza".
Esa es la conversación que tuve con mi adorable pareja hace unos días mientras, pues eso, valga el chiste malo, estaba escaneando los fotocromos de "Scanners" con el fin de continuar el mini-ciclo fotocromil dedicado a las hazañas fílmicas de -los buenos tiempos de- David Cronenberg. Y ya que hablamos de continuaciones, no olvidemos que esta peli tuvo las suyas propias (de la dos hablamos en nuestro podcast y la tres anda por estos contornos), luego esputó una sub-franquicia llamada "Scanner Cop" y hasta hace poco fue objeto de un especie de remake no oficial pero descarado en su condición titulado "Poder Mental".
Y sí, "Scanners" es la peli del tío al que le estalla el perolo, muy espectacularmente. Imagen icónica donde las haya, no solo pal film en cuestión, también para la historia del cine fantástico en general (y los seguidores del legendario programa "Noche de lobos" en particular).
David Cronenberg dice que "Scanners" era su película de acción. Pero claro, ¿qué clase de acción podemos esperar de un caballero con semejante bagaje intelectual?, pues una tirando a tranquilita y que, por lo menos a mi, me costó muchos visionados pillarle el truco. De hecho, ahora mismo no recuerdo si al final lo conseguí... yo diría que sí... pero vamos, tendría que revisarla para estar seguro.
Hasta que ese día llegue, les invito a disfrutar de los fotocromos de "Scanners" que tienen toda la pinta de estar bien completitos.
Y la semana que viene, la última Cronenbergiada.
"Pues mira que gracioso, estoy escaneando los fotocromos de una película que se llama... ¡"Scanners"!".
"Ah (silencio incómodo), la he visto, es la del tipo que le explota la cabeza".
Esa es la conversación que tuve con mi adorable pareja hace unos días mientras, pues eso, valga el chiste malo, estaba escaneando los fotocromos de "Scanners" con el fin de continuar el mini-ciclo fotocromil dedicado a las hazañas fílmicas de -los buenos tiempos de- David Cronenberg. Y ya que hablamos de continuaciones, no olvidemos que esta peli tuvo las suyas propias (de la dos hablamos en nuestro podcast y la tres anda por estos contornos), luego esputó una sub-franquicia llamada "Scanner Cop" y hasta hace poco fue objeto de un especie de remake no oficial pero descarado en su condición titulado "Poder Mental".
Y sí, "Scanners" es la peli del tío al que le estalla el perolo, muy espectacularmente. Imagen icónica donde las haya, no solo pal film en cuestión, también para la historia del cine fantástico en general (y los seguidores del legendario programa "Noche de lobos" en particular).
David Cronenberg dice que "Scanners" era su película de acción. Pero claro, ¿qué clase de acción podemos esperar de un caballero con semejante bagaje intelectual?, pues una tirando a tranquilita y que, por lo menos a mi, me costó muchos visionados pillarle el truco. De hecho, ahora mismo no recuerdo si al final lo conseguí... yo diría que sí... pero vamos, tendría que revisarla para estar seguro.
Hasta que ese día llegue, les invito a disfrutar de los fotocromos de "Scanners" que tienen toda la pinta de estar bien completitos.
Y la semana que viene, la última Cronenbergiada.
jueves, 28 de febrero de 2013
SCANNERS 3, EL PODER DE LA MENTE
El canadiense Pierre David fue el productor del primer "Scanners", el clásico de David Cronenberg (peli a la que tardé bastante en pillar el punto). Y, ya puestos, también de "Videodrome". Justo diez años después de la peli original, decidió producir una segunda parte sin que Cronenberg tuviera más crédito que el ser responsable de la historia de todo lo empezó. Aquí llegó directamente en vídeo, y se movió bastante, yo mismo la alquilé pero, vamos, creo recordar que no pude ni terminarla. Mala cosa. No debió ir tan mal el negocio cuando, un año después, el producer se sacó de la manga esta tercera parte que a continuación comentaremos. ¿"Scanners 4"?, nunca la hubo... pero sediento de explotar la franquicia de algún modo, David produjo un spin-off titulado "Scanner Cop" que tendría su propia segunda parte. ¡Toma cha!.A esta siguieron títulos como "El Dentista", "Wishmaster", "Steel Trap", la horrenda "Smash Cut" y un montón de telefilms del calibre de "Tornado magnético". Pero ningún "Scanners" más. ¡Mi tipo de productor!.
"Scanners 3" narra la historia de dos hermanos, ambos con poderes mentales, adoptados por el mismo padre, científico para más señas. Una noche, el hermano mata accidentalmente a su mejor amigo en plena demostración de capacidad cerebral y, atormentado por la culpa, se larga al Tíbet, a vivir con los monjes y aprender a controlar el tema. Por otro lado, la hermana sufre terribles jaquecas causadas por su condición de scanner. Papá le cuenta que está trabajando en una dronga cuyo fin es librar a los de su especie de dolores y molestias, pero que aún está en fase experimental. Una noche de insomnio la churri localiza la droga, se la mete y... ¡zas!, se vuelve mala. A partir de aquí le entran delirios de grandeza y comienza a usar sus poderes para hacer el mal y liberar a otro puñado de scanners con el fin de que se conviertan en algo así como su ejército personal. El plan de la chavala es dominar el mundo, pero su hermano, que se entera del pifostio, decide regresar a la civilización y pararle los pies, o las neuronas, o lo que cojones sea.
"Scanners 3, el poder de la mente" es, hablando claro, un absoluto despropósito. ¿Por dónde empiezo?, no lo sé, va tan repleta de cutreces e idas de perola absolutamente risibles que, vamos, uno puede marcarse un auténtico festival si tiene la paciencia de merendarse los 101 minutos que dura. Por otro lado, tarea esta no excesivamente sufriente. vamos, que como la mayor de las golfas con pedigree, me la he comido enterita y sin bostezar demasiado... tal vez tenía la tarde voluntariosa, quien sabe. Pero, como decía, no será porque toda ella vaya escasa de absurdeces sin fin.
La chica mala es, sin dudarlo, el punto más flojo de todos. Por lo mal que lo hace la actriz y, básicamente, porque nos la convierten en una villana de opereta con risa siniestra y todo. Otro punto descojonciable, el equipo de scanners que la siguen a todas partes, caracterizados de tal manera que parecen grotescas cariacturas vivientes, por sus pintas, sus chorri-trajes de gangster, su comportamiento histriónico y patoso... muy horrible. Y el prota, con esa carita de cromo a lo David Hasselhoff y que se torna hilarante cuando utiliza sus poderes mentales a base de lustrosas muecas. No se equivoquen, la peli tiene la poca vergüenza -y el poco acierto- de incluir elementos de comedia voluntaria... pero maldita la gracia que tienen, resultan incluso algo vergonzantes ajenamente hablando, como la secuencia en la que la mala obliga mentalmente a su jefe a darse un inoportuno bailoteo en medio de una importante reunión de negocios.
Pero, vamos a ver, ¿hay o no cabezas estallando?, pues sí... en realidad, asi en plan gráfico, solo hay una... pero es lo suficientemente exagerada y salpicosa para que nos mole. La condimenta algún estallido gore de más, pero no demasiados.
Lo realmente curioso es encontrarle a "Scanners 3" aspectos comunes con algunas de las posteriores películas de superhéroes, especialmente la saga "X-Men", ya saben, mutantes malos uniendo fuerzas para castigar a la raza humana y los mutantes buenos luchando contra ellos, incluido vínculo afectivo entre los dos cabecillas (¿leerían comics de la "Marvel" los guionistas?) o el desenlace de "Chronicle", aquí situado al inicio de la película.
En fin, que es bastante ñorda... sí, pero para pasar un cacho de tarde o noche, de aquellos en los que no tienes nada que hacer, pues mira, podría funcionar. Todo es probarlo.
Por cierto, que la copia VHS que tenía, sacada de un famoso video-club barcelonés, no era original a pesar de su aspecto. La caratula era una fotocopia a color y la cinta... pues ha sido toda una sorpresa... una de tan bonita, que me la pienso quedar de recuerdo (pero no por la peli, lo juro). Les paso foto....
"Scanners 3" narra la historia de dos hermanos, ambos con poderes mentales, adoptados por el mismo padre, científico para más señas. Una noche, el hermano mata accidentalmente a su mejor amigo en plena demostración de capacidad cerebral y, atormentado por la culpa, se larga al Tíbet, a vivir con los monjes y aprender a controlar el tema. Por otro lado, la hermana sufre terribles jaquecas causadas por su condición de scanner. Papá le cuenta que está trabajando en una dronga cuyo fin es librar a los de su especie de dolores y molestias, pero que aún está en fase experimental. Una noche de insomnio la churri localiza la droga, se la mete y... ¡zas!, se vuelve mala. A partir de aquí le entran delirios de grandeza y comienza a usar sus poderes para hacer el mal y liberar a otro puñado de scanners con el fin de que se conviertan en algo así como su ejército personal. El plan de la chavala es dominar el mundo, pero su hermano, que se entera del pifostio, decide regresar a la civilización y pararle los pies, o las neuronas, o lo que cojones sea.
"Scanners 3, el poder de la mente" es, hablando claro, un absoluto despropósito. ¿Por dónde empiezo?, no lo sé, va tan repleta de cutreces e idas de perola absolutamente risibles que, vamos, uno puede marcarse un auténtico festival si tiene la paciencia de merendarse los 101 minutos que dura. Por otro lado, tarea esta no excesivamente sufriente. vamos, que como la mayor de las golfas con pedigree, me la he comido enterita y sin bostezar demasiado... tal vez tenía la tarde voluntariosa, quien sabe. Pero, como decía, no será porque toda ella vaya escasa de absurdeces sin fin.
La chica mala es, sin dudarlo, el punto más flojo de todos. Por lo mal que lo hace la actriz y, básicamente, porque nos la convierten en una villana de opereta con risa siniestra y todo. Otro punto descojonciable, el equipo de scanners que la siguen a todas partes, caracterizados de tal manera que parecen grotescas cariacturas vivientes, por sus pintas, sus chorri-trajes de gangster, su comportamiento histriónico y patoso... muy horrible. Y el prota, con esa carita de cromo a lo David Hasselhoff y que se torna hilarante cuando utiliza sus poderes mentales a base de lustrosas muecas. No se equivoquen, la peli tiene la poca vergüenza -y el poco acierto- de incluir elementos de comedia voluntaria... pero maldita la gracia que tienen, resultan incluso algo vergonzantes ajenamente hablando, como la secuencia en la que la mala obliga mentalmente a su jefe a darse un inoportuno bailoteo en medio de una importante reunión de negocios.
Pero, vamos a ver, ¿hay o no cabezas estallando?, pues sí... en realidad, asi en plan gráfico, solo hay una... pero es lo suficientemente exagerada y salpicosa para que nos mole. La condimenta algún estallido gore de más, pero no demasiados.
Lo realmente curioso es encontrarle a "Scanners 3" aspectos comunes con algunas de las posteriores películas de superhéroes, especialmente la saga "X-Men", ya saben, mutantes malos uniendo fuerzas para castigar a la raza humana y los mutantes buenos luchando contra ellos, incluido vínculo afectivo entre los dos cabecillas (¿leerían comics de la "Marvel" los guionistas?) o el desenlace de "Chronicle", aquí situado al inicio de la película.
En fin, que es bastante ñorda... sí, pero para pasar un cacho de tarde o noche, de aquellos en los que no tienes nada que hacer, pues mira, podría funcionar. Todo es probarlo.
Por cierto, que la copia VHS que tenía, sacada de un famoso video-club barcelonés, no era original a pesar de su aspecto. La caratula era una fotocopia a color y la cinta... pues ha sido toda una sorpresa... una de tan bonita, que me la pienso quedar de recuerdo (pero no por la peli, lo juro). Les paso foto....
domingo, 23 de mayo de 2021
TRAILER DE "LA MOSCA (1986)"
No hay mucho que decir de este clásico -y remake o readaptación- de David Cronenberg porque ya di la brasa cuando publicamos sus fotocromos. Así que, raudo, les dejo con el trailer, donde destaca, por estridente y sobredramatizado, el vozarrón de la locución. Impagable.
Obviamente, extraído de un cochambroso VHS.
Obviamente, extraído de un cochambroso VHS.
domingo, 30 de octubre de 2016
ALGUNOS FOTOCROMOS (Y EL POSTER) DE "CROMOSOMA-3"
El chiste es obvio, pero muy real. ¿¿"Cromosoma-3"??, ¡i si no he visto las dos primeras!!. Parece una tontería, pero ese era un pensamiento presente en las cabezas de muchos de los mortales que en el momento de su lanzamiento (en salas y añorados video-clubs) se plantaban ante el anuncio de este pequeño clásico del señor David Cronenberg con el que ponemos fin al mini-ciclo fotocromil que le hemos dedicado las últimas semanas.
Efectivamente nunca hubo un "Cromosoma-1", ni un "Cromosoma-2", porque semejante e inexplicable título (¿por qué tres?) es el que se le dio en España (¿donde, si no?) a "The Brood".
El otro día la revisé, por aquello de aportar material ingenioso a este texto. Y, bueno, desde luego no es una peli deslumbrante, en realidad se trata de un producto sencillo, correcto y medianamente entretenido con algunos pequeños destellos de genialidad, destacando entre ellos la misma idea del odio manifestado físicamente como un especie de tumor (la escena en la que Samantha Eggar libera una de sus criaturas sigue siendo genuinamente repulsiva), algunos crímenes, la música de Howard Shore... y, en definitiva, el agradable ritmo de las imágenes, sin las estridencias, el aluvión de CGI, ni los ataques de epilepsia propios del cine moderno.
Ya, los fotocromos son pocos... pero vienen compensados por el bonito poster.
En cualquier caso, disfruten y díganle adiós al Canadiense cuatro ojos.
Efectivamente nunca hubo un "Cromosoma-1", ni un "Cromosoma-2", porque semejante e inexplicable título (¿por qué tres?) es el que se le dio en España (¿donde, si no?) a "The Brood".
El otro día la revisé, por aquello de aportar material ingenioso a este texto. Y, bueno, desde luego no es una peli deslumbrante, en realidad se trata de un producto sencillo, correcto y medianamente entretenido con algunos pequeños destellos de genialidad, destacando entre ellos la misma idea del odio manifestado físicamente como un especie de tumor (la escena en la que Samantha Eggar libera una de sus criaturas sigue siendo genuinamente repulsiva), algunos crímenes, la música de Howard Shore... y, en definitiva, el agradable ritmo de las imágenes, sin las estridencias, el aluvión de CGI, ni los ataques de epilepsia propios del cine moderno.
Ya, los fotocromos son pocos... pero vienen compensados por el bonito poster.
En cualquier caso, disfruten y díganle adiós al Canadiense cuatro ojos.
domingo, 18 de octubre de 2009
MIEDO AZUL
A inicios de los 80 se puso muy de moda en el cine norteamericano adaptar para la gran pantalla la última novela del famoso escritor Stephen King. Sin comerlo ni beberlo, nos vimos literalmente invadidos por toda clase de producciones. La cosa empezó con títulos y cineastas de prestigio, como el Carpenter de "Christine" o el Cronenberg de "La Zona Muerta", pero poco a poco las películas inspiradas en la obra del escritor comenzaron a perder fuelle en taquilla, y de la "serie A" se pasó a la "serie B", con títulos como la simpática "Los ojos del gato", la fallida "Ojos de Fuego" y la que hoy comentamos, "Miedo Azul", que vendría a ser el estandarte de la decadencia de la moda King.
La película se inspiraba en la novela "El ciclo del hombre lobo", un pequeño libro de letra gruesa ilustrado por el magnífico dibujante Bernie Wrightson, que hacía poco había colaborado con el escritor adaptando a las viñetas la película "Creepshow". Puesto que en aquellos tiempos cualquier productor hubiera pagado para llevar al celuloide hasta la lista de la compra de King, Dino de Laurentiis se animó a convertir lo que era una historia de hombres lobo en un largometraje, justo cuando los licántropos estaban de capa caída. El resultado final fue "Silver Bullet", "Miedo Azul", un film de aspecto telefílmico agradable de ver pero poco más que contó con los efectos especiales del papá de "E.T.", Carlo Rambaldi, al parecer no muy inspirado en aquel momento ya que más que un hombre lobo, lo que el veterano técnico Italiano había creado era un hombre oso. Así como suena.
"Miedo Azul" no cuenta nada que no hayamos visto antes. Un pueblo anda aterrorizado porque una extraña criatura está asesinando a sus habitantes. Un niño impedido y su tío alcohólico deciden desvelar el misterio y descubren atónitos que se trata del mentado hombre lobo. Pero, ¿qué habitante del pacífico pueblo es el que se transforma en un monstruo con la llegada de la luna llena?, la verdad es que no cuesta nada descubrirlo.
Daniel Attias, que venía de asistir a gente del calibre de Steven Spielberg (con "E.T.") o Sam Fuller (con "Perro Blanco"), se encargó de las tareas del director, y está claro que no lo hizo demasiado bien ya que no ha vuelto a dirigir para la gran pantalla desde aquel lejano 1985, centrando todo su campo de acción en la caja tonta.
Los rostros familiares de "Miedo Azul" nos llegan a través del reparto, el incombustible Gary Busey, al que muchos recordarán como el malo de "Arma Letal", el decadente ídolo de las jovencitas Corey Haim y tres veteranos del género, Evertt McGill, uno de los personajes más célebres de la serie de David Lynch "Twin Peaks" y extraño padre de familia a las órdenes de Wes Craven en "El sótano del miedo", el eterno secundario y protagonista de la saga de "El Padrastro" Terry O´Quinn y el actor de culto Lawrence Tirney.
"Miedo Azul" no cuenta nada que no hayamos visto antes. Un pueblo anda aterrorizado porque una extraña criatura está asesinando a sus habitantes. Un niño impedido y su tío alcohólico deciden desvelar el misterio y descubren atónitos que se trata del mentado hombre lobo. Pero, ¿qué habitante del pacífico pueblo es el que se transforma en un monstruo con la llegada de la luna llena?, la verdad es que no cuesta nada descubrirlo.
Daniel Attias, que venía de asistir a gente del calibre de Steven Spielberg (con "E.T.") o Sam Fuller (con "Perro Blanco"), se encargó de las tareas del director, y está claro que no lo hizo demasiado bien ya que no ha vuelto a dirigir para la gran pantalla desde aquel lejano 1985, centrando todo su campo de acción en la caja tonta.
Los rostros familiares de "Miedo Azul" nos llegan a través del reparto, el incombustible Gary Busey, al que muchos recordarán como el malo de "Arma Letal", el decadente ídolo de las jovencitas Corey Haim y tres veteranos del género, Evertt McGill, uno de los personajes más célebres de la serie de David Lynch "Twin Peaks" y extraño padre de familia a las órdenes de Wes Craven en "El sótano del miedo", el eterno secundario y protagonista de la saga de "El Padrastro" Terry O´Quinn y el actor de culto Lawrence Tirney.
martes, 11 de marzo de 2025
THE NOSTRIL PICKER
Por supuesto, cuando uno se enfrenta a una película cuyo título se traduce, más o menos, como “El que se hurga la nariz”, tiende a pensar en el típico producto postmoderno e irritable deudor de la Troma más loca y gamberra, o en su defecto, uno de esos ñordos noventeros, entre tercermundistas y cachondos, directos a vídeo, en la línea de la infame “F.A.R.T”. Sin embargo, nada que ver con eso.
En realidad, “The Nostril Picker” es una película independiente rodada a finales de los 80 que nace bajo el título de “The Changer” (“El cambiador”), tan oscura y pequeña que tiene problemas para ser distribuida.
La cosa gira en torno a un perturbado mental que disfruta acosando a las mujeres y al que, un buen día, se le presenta un veterano del Vietnam que le otorga un don psíquico consistente en tomar la apariencia de cualquier cosa a voluntad. Con ese don, nuestro protagonista decidirá transformarse en una adolescente, apariencia con la que aprovechará para colarse en un instituto y, así, obtener la confianza de las chicas jovencitas a las que, una vez en el sitio idóneo, y tomando su forma original, asesinará llegando incluso a devorarlas.
Lo curioso de todo este asunto es que, aunque el criminal se tira más de media película adoptando forma femenina, esta solo la perciben los otros personajes, nunca el espectador, que le ve todo el rato con su forma original, es decir, como la de un tipo de mediana edad, medio calvo y aspecto de pervertido. Quizás por una cuestión presupuestaria, quizás por una cuestión estilística, pero, el hecho de que no veamos nunca transformarse al asesino me parece un acierto y es lo que convierte a esta película, malsana por otro lado, en una cosa medianamente interesante. Al margen de esto, y con unas ideas un poco tontas, contiene gore explícito y artesanal que resulta muy efectivo y, en definitiva, no está tan mal como cabía esperar en un principio. Pintaba horrorosamente.
“The Changer” es un film oscuro y de atmósfera decadente que, sí, deambula hacia la comedia, pero no de manera tan explícita como se nos propone en el póster que acompaña a esta reseña (el original era muy extraño y con ecos de David Cronenberg). Es tan rara y peculiar que no encontró distribución formal hasta 1993. Y como lo que proponía en un principio no resultaba muy atractivo para los distribuidores, estos se agarraron a un clavo ardiendo y decidieron lanzarla bajo el título de “The Nostril Picker” y hacerla pasar por lo que podíamos llamar una “tromada”. Ahora, resulta muy curioso que se decida vender la película como la de un asesino que se hace pelotillas porque, en realidad, durante todo el metraje apenas se hurga la nariz una vez… y lo hace de pasada, ni tan siquiera recreándose en el acto.
Tras su lanzamiento, la película no apareció en formato doméstico alguno hasta que, en 2014, fue recuperada por el sello especializado "Massacre Video", que la relanzó en esta tesitura de asesino pelotillero.
El director, Mark Nowicki, provenía del Hollywood de los 80, donde se encargaba de etalonar películas mainstream (“Yentel” de Barbra Streisand o “Arizona Baby”) y, después de su aventura en la dirección, volvió al Hollywood más convencional en funciones de montador, metiendo mano en “El otro lado de la vida” o “Copland”. Ahí es nada.
El elenco lo componen desconocidos, supongo que amistades de Nowicki, aspirante a actores o gentes de mal vivir. Muchos con muy pocos o, como es el caso del curioso protagonista Carl Zschering, un solo título en sus respectivas filmografías.
En realidad, “The Nostril Picker” es una película independiente rodada a finales de los 80 que nace bajo el título de “The Changer” (“El cambiador”), tan oscura y pequeña que tiene problemas para ser distribuida.
La cosa gira en torno a un perturbado mental que disfruta acosando a las mujeres y al que, un buen día, se le presenta un veterano del Vietnam que le otorga un don psíquico consistente en tomar la apariencia de cualquier cosa a voluntad. Con ese don, nuestro protagonista decidirá transformarse en una adolescente, apariencia con la que aprovechará para colarse en un instituto y, así, obtener la confianza de las chicas jovencitas a las que, una vez en el sitio idóneo, y tomando su forma original, asesinará llegando incluso a devorarlas.
Lo curioso de todo este asunto es que, aunque el criminal se tira más de media película adoptando forma femenina, esta solo la perciben los otros personajes, nunca el espectador, que le ve todo el rato con su forma original, es decir, como la de un tipo de mediana edad, medio calvo y aspecto de pervertido. Quizás por una cuestión presupuestaria, quizás por una cuestión estilística, pero, el hecho de que no veamos nunca transformarse al asesino me parece un acierto y es lo que convierte a esta película, malsana por otro lado, en una cosa medianamente interesante. Al margen de esto, y con unas ideas un poco tontas, contiene gore explícito y artesanal que resulta muy efectivo y, en definitiva, no está tan mal como cabía esperar en un principio. Pintaba horrorosamente.
“The Changer” es un film oscuro y de atmósfera decadente que, sí, deambula hacia la comedia, pero no de manera tan explícita como se nos propone en el póster que acompaña a esta reseña (el original era muy extraño y con ecos de David Cronenberg). Es tan rara y peculiar que no encontró distribución formal hasta 1993. Y como lo que proponía en un principio no resultaba muy atractivo para los distribuidores, estos se agarraron a un clavo ardiendo y decidieron lanzarla bajo el título de “The Nostril Picker” y hacerla pasar por lo que podíamos llamar una “tromada”. Ahora, resulta muy curioso que se decida vender la película como la de un asesino que se hace pelotillas porque, en realidad, durante todo el metraje apenas se hurga la nariz una vez… y lo hace de pasada, ni tan siquiera recreándose en el acto.
Tras su lanzamiento, la película no apareció en formato doméstico alguno hasta que, en 2014, fue recuperada por el sello especializado "Massacre Video", que la relanzó en esta tesitura de asesino pelotillero.
El director, Mark Nowicki, provenía del Hollywood de los 80, donde se encargaba de etalonar películas mainstream (“Yentel” de Barbra Streisand o “Arizona Baby”) y, después de su aventura en la dirección, volvió al Hollywood más convencional en funciones de montador, metiendo mano en “El otro lado de la vida” o “Copland”. Ahí es nada.
El elenco lo componen desconocidos, supongo que amistades de Nowicki, aspirante a actores o gentes de mal vivir. Muchos con muy pocos o, como es el caso del curioso protagonista Carl Zschering, un solo título en sus respectivas filmografías.
lunes, 23 de diciembre de 2013
REBOBINE
Si he de recomendar un documental, muy por encima de cualquier otro a los lectores de AVT, ese sin duda es este “Rewind This!”, es obvio ¿no? No solo porque es un gran documental, sino por la temática del mismo: La “Golden Era” del video-club. Y es que es toda una generación de personas de entre los 30 y los 40 años (los de ventipocos que no me vayan de snobs con las cintas de vídeo porque no han vivido esa época) la que nos hemos criado al amparo de esos locales particulares donde podías alquilar novedades a 200 pesetas y roñas a 100, llamados video-clubs. Y a esa generación en particular y no a otras, va dedicado este maravilloso documental.
La cosa, obviamente, me toca de cerca, porque fui coleccionista de VHS hasta que llego el DVD y me pase al DVD porque la nostalgia funciona conmigo hasta cierto punto y como formato domestico para ver películas, el DVD me parece mejor, y para mí, el definitivo. Y teniendo las películas en DVD con sus extras o en su defecto, un buen “rip” de según que película, me vale, pero, es un documental que ha dejado una buena mella en mí, porque, aunque no sean VHS lo que me tira en la actualidad, el coleccionismo de cine en particular, es algo con lo que me siento totalmente identificado. Son cintas de VHS, pero si fueran revistas, muñequitos o pósters, las gozaría igual.
La época de la que se habla y la cosa de alquilar cintas, la viví intensamente, incluso en la era del DVD. Al igual que muchos de los entrevistados en este docu, yo también atravesé cientos de rastrillos en busca de esa cinta rara, y como director de cine, también me identifico con esos directores entrevistados que aseguran que su escuela de cine fue el video-club, que su amor por el cine viene de ahí y no de las grandes salas.
Y es que eso analiza este documental. El fenómeno de las cintas de vídeo, el impacto de este mercado en los ochenta, el como muchos se hicieron millonarios rodando una mala película directamente en vídeo y explotándola en ese formato. Entre mil cosas más de total interés para el espectador que decide ver un documental como este.
Para ello, el director, hijo de la era del video-club, Josh Jonhson, que debuta en estos menesteres, se marca una absoluta obra maestra de la documentación, entrevistando a expertos en la materia, directores como Lloyd Kaufman, Atom Egoyan, Frank Henenlotter, Charles Band, J.R. Bookwalter, David “The Rock” Nelson –que se marca un “speech” por los que es famoso (entre quienes le conocemos)- etc, etc, así como entrevista a los mayores coleccionistas de VHS de los USA, y se analiza, ligeramente, el fenómeno de otros países.
Para correrse son momentos como el de la cámara (una de vhs, no una de HD) siguiendo por un rastrillo de Texas a un coleccionista, que rebusca y dice que siempre se tiene que encontrar, en todos los saldos a los que va, una edición de “Titánic” muy popular de la época, o coleccionistas mostrándonos lo más raro de sus colecciones. Curiosidades como que “Una historia de violencia” de Cronenberg fue la última película que se editó en VHS y data de 2006, o las ediciones en pleno siglo XXI de películas como “La casa del Diablo”, salen a relucir en el docu.
Absolutamente orgásmico.
Por otro lado, me sorprende gratamente comprobar, que el fenómeno del video-club fue muy similar en todas partes. Este documental es americano, pero sería muy parecido si lo hubieran hecho aquí, de hecho, todo el mundo alquilaba en aquellos tiempos, llegaba cualquier tipo de mierda a las estanterías y a día de hoy hay un montón de coleccionismo al respecto. Quizás el rollo coleccionista aquí sea más cafre, auténticos garrulos que acumulan por acumular y sin saber que es lo que acumulan ni el valor de lo acumulado (esto es España, señores), no como el royo yankie, sin duda más especializado. No estaría mal hacer la versión española del fenómeno del video-club.
Independientemente de la nostalgia, el rollito, que pueda irme más o menos, el documental está hilvanado con solvencia y fluidez, montado con velocidad, consiguiendo una cadencia casi perfecta, y unas imágenes de archivo deliciosas, solo superadas por las imágenes filmadas de enormes vídeo-clubs todavía en activo en los Estados Unidos.
Además de estar todo muy en su sitio, el documental, en el que se entrevistan a mogollón de famosos, no cae en el error que sería, lo que cualquier yankie pensaría en cualquier momento a la hora de ponerse a rodar un producto de estas características: Entrevistar a Tarantino. Aunque quizás eso se de aquí, por pura inaccesibilidad ¿quien sabe?
Esto es una autentica maravilla, una joya, y un peliculón. Y es que, si no fuera un documental sobre el VHS, si fuera sobre la pesca en los ríos de las rocosas, también sería un buen documental.
sábado, 29 de octubre de 2011
JASON X
Cuando la productora "New Line" adquirió los derechos de la saga "Viernes 13", se planteó rodar la GRAN SECUELA, la gran peli que diera el carpetazo definitivo y le devolviera a Jason la dignidad perdida. Buscaron una historia "original", unos personajes creíbles, un entorno sobrenatural y como resultado obtuvieron "Viernes 13, parte 9: Jason va al infierno", también conocida como "Viernes 13: El Final", una película espantosa, absurda, idiota y pretenciosa, que intentaba dignificar una serie de ideas que, ya de entrada, no necesitaban ser dignificadas dadas sus limitaciones. El fan de "Viernes 13" y de Jason no busca personajes creíbles y una trama que se salga de la "rutina", el fan de la saga tiene ya más que asimiladas las características habituales de un "Viernes 13" (esas mismas que tanto odian los críticos), y cuando ve una nueva entrega, quiere más de lo mismo, pero peor (osea, mejor)... quiere adolescentes cachondos, quiere campamentos, quiere los asesinatos en orden cronológico, quiere sangre y quiere a Jason. Imagino que conscientes de su enfoque equivocado, los jefazos de "New Line" se plantearon que en el caso de un supuesto "Viernes 13, parte 10", iban a actuar de forma opuesta: Fuera racionalidad, fuera personajes inteligentes, ¡aquí vale todo!, si la gente quiere a Jason, van a tener a Jason.
Y de eso va "Jason X". El guionista de la peli ha sido lo suficientemente inteligente como para aceptar que es imposible tomarse en serio la décima parte de una saga en la que el asesino ha sido destrozado de mil maneras, pero siempre ha conseguido volver. Así que de entrada sitúa la historia en el futuro, primero en el 2010, para luego dar un salto 450 y pico años adelante. Lo mejor de "Jason X" está en su planteamiento, el hecho de que los científicos quieran conservar al asesino para estudiar su útil poder de regeneración, y se enfrenten a una –guapísima- doctora cuyo fin es congelarlo de modo que, aunque no se pueda destruir, sí se pueda controlar. Claro que, como era de esperar, todo sale mal y el monstruo y la chica terminan recibiendo un baño de nitrógeno líquido. Cientos de años después, son recogidos por una nave que viene a la tierra en busca de "objetos arqueológicos". Los tripulantes quedan fascinados por el aspecto de Jason: "¿Qué es eso que lleva en la cara?", "¡Es una máscara de hockey!, un juego que prohibieron en el 2000 y pico...". ¡¡Brillante!!.
La tripulación de la nave no tiene desperdicio. Las chicas van todas semi-desnudas y están de lo más ricas. Las parejas no hacen más que intentar follar a todas horas (¡no han cambiado mucho las cosas en casi 500 años!), hay un militar malhumorado, la inevitable nena-cyborg que quiere ser como el resto de las mujeres pero le faltan unos pezones (gran gag) y un capitán que solo piensa en vender a Jason al mercado negro como la valiosa pieza de museo que es. Claro que esto es un "Viernes 13" y el asesino despierta en el momento más inoportuno. La primera muerte futurista es la mejor de toda la peli, introduce la cara de una chica dentro de un recipiente con nitrógeno líquido (¡again!) y una vez congelada, la estampa sin compasión contra una mesa, rompiéndola en miles de pedazos. A pesar de las apariencias, no es que el gore sea muy exagerado en las nuevas aventuras de nuestro psycho-killer favorito, pero lo hay (tipos partidos en dos, otros completamente descuartizados y una muerte especialmente imaginativa: Un soldado cae sobre un pincho en espiral y no deja de girar y girar hasta aterrizar en la base del mismo). Afortunadamente, la truculencia de los crímenes no es la única característica que "Jason X" recupera tras toda esa oleada de "slashers" rutinarios y descafeinados de los 90, también hay tetas y, para colmo, el personaje chistoso de turno es exterminado sin compasión en el momento más inesperado. ¡Eso es transgredir las normas!, parece mentira que hayamos tenido que esperar a todo un "Viernes 13" para verlo, y es que comenzaba a ser preocupante esta "pérdida de valores" de los psycho-killers tradicionales.
Podemos comparar "Viernes 13, 6ª parte" con esta nueva entrega, pues ambas guardan un punto en común: el humor, y no solo el humor (que lo hay y en algunos momentos peca de patoso), mas bien la sana auto-parodia. Pasará a los anales de la historia la escena en la que, para distraer a Jason, le crean un entorno virtual con el aspecto de Crystal Lake, utilizando como cebo a dos típicas animadoras rubias y tontas que, entre saltitos de alegría, se confiesan adictas al alcohol, los porros y el sexo prematrimonial. Naturalmente ambas acaban molidas a palos por el gran Jason (con una técnica de la que ya hiciera buen uso en la séptima entrega de la saga).
A partir de este momento, y hasta el final de la peli, nos sitúan en un "tour de force" en el que no existen límites de ninguna clase. Desde la chica-cyborg ataviada a lo "Matrix" que deja KO al asesino a base de piruetas, coces karatekas y ráfagas de balas, hasta la demencial recuperación de Jason, convertido ahora en una máquina de aniquilar el doble de poderosa -un "Jasonator" mismamente-. Pero para desmadre, el desenlace de la peli... tenéis que verlo para creerlo.
Sean S. Cunningham, el "padre" del primer "Viernes 13", retoma aquí las riendas de la producción con el fin de chupar un poco del "nuevo slasher" (tal como hicieran algunos tipos listos con "Halloween H20") y se saca del bolsillo a James Isaac en las tareas de dirección, un habitual técnico de efectos especiales que dio el salto tras las cámaras con "House 3/Horror Show". Kane Hodder vuelve a dar vida al psycho-killer que, todo sea dicho de paso, ha sufrido algunas agradecidas mutaciones en su aspecto: Tiene pelo y su máscara dibuja una eterna mueca enfadada que le hace mucho más amenazador. La guinda del pastel la ponen Harry Manfredini en la banda sonora, recuperando los típicos "golpes de efecto sonoros" de la saga, y un sorprendente David Cronenberg que se pasa por ahí y es rápidamente aniquilado.
Totalmente reivindicable.
domingo, 16 de octubre de 2016
LOS FOTOCROMOS (Y TODO LO DEMÁS) DE "VIDEODROME"
Seguimos con el ciclo fotocromil dedicado a David Cronenberg (aún faltan un par más de títulos) con la que, para mí, es probablemente su mejor obra: "Videodrome". Una odisea extraña y aberrante llena de momentos de alucine ya icónicos (los labios de la tele, la ranura en el estómago, la pistola adherida a la mano...) y con un reparto encabezado por el siempre efectivo James Woods y una estupenda y preciosa Deborah Harry. Encima, la trama es un delirio absoluto sobre televisiones clandestinas, snuff movies y tumores cerebrales. Sí, un poco liante, pero da igual, lo compensa su aurea enfermiza.
Los fotocromos están a la altura de las circunstancias, destacando la imagen del momento más -absurdamente- gore del film, con el tipo al que se le abre la cabeza y la sale el cerebro. Ya les conté la historia cuando hablamos del quinto "Viernes 13" (y sus fotocromos), lo de mi amigo cuyo hermano curraba en "Trebol Films" y le cedía todo ese material que él me mostraba y yo deglutía con fascinante fervor. Es el caso de estos fotocromos de "Videodrome", que para algo llevan el sello "Trebol Films", y concretamente de esa truculenta imagen.
Completan el generoso cuadro la afiche, el poster y la cascada carátula del VHS que tengo el placer de poseer.
Ahora tocaría ir de guays soltando como colofón aquello de "Larga vida a la nueva carne" pero no lo haré... ay, joder... si lo acabo de hacer. Yo me maldigo el ombligo.
Los fotocromos están a la altura de las circunstancias, destacando la imagen del momento más -absurdamente- gore del film, con el tipo al que se le abre la cabeza y la sale el cerebro. Ya les conté la historia cuando hablamos del quinto "Viernes 13" (y sus fotocromos), lo de mi amigo cuyo hermano curraba en "Trebol Films" y le cedía todo ese material que él me mostraba y yo deglutía con fascinante fervor. Es el caso de estos fotocromos de "Videodrome", que para algo llevan el sello "Trebol Films", y concretamente de esa truculenta imagen.
Completan el generoso cuadro la afiche, el poster y la cascada carátula del VHS que tengo el placer de poseer.
Ahora tocaría ir de guays soltando como colofón aquello de "Larga vida a la nueva carne" pero no lo haré... ay, joder... si lo acabo de hacer. Yo me maldigo el ombligo.
viernes, 6 de mayo de 2011
CUANDO LLEGA LA NOCHE
El prota de nuestra historia es un tio que lleva una vida gris. Su mujer le pone los cuernos, se aburre mortalmente en su curro... y tiene insomnio. En un paseo nocturno improvisado, se cruzará en la vida de la chica de turno, centro de una compleja trama policiaca. El muchacho decide ayudarla y, como suele pasar en estas cosas, termina implicado en todo el marrón, algo que devuelve a su vida la emoción por la aventura.
Lástima que dicha emoción no termine de traspasarse a la peli en sí misma. Arranca muy bien, pero en cuanto las cosas comienzan a complicarse, se vuelve monótona y repetitiva. Le falta garra, le falta vibrar... es sosa. Yo bostecé unas cuantas veces, la verdad. Finalmente lo más divertido de todo es ir reconociendo la increíble e interminable galería de caretos más o menos famosos que van cruzando por la pantalla en diferentes roles, algunos más destacados, otros sin frase. Mirando en el Imdb, estos son los más notorios para mi: Dan Aykroyd, David Cronenberg, Richard Franklin, Dedee Pfeiffer, Rick Baker, Paul Mazursky, Paul Bartel, Carl Perkins, Don Siegel, Jim Henson, David Bowie, Jack Arnold, Roger Vadim, Amy Heckerling, Lawrence Kasdan, Vera Miles, Clu Gulager, Jonathan Demme (quien, curiosamente, al año siguiente haría un film de parecida trama, "Algo Salvaje"), Carl Gottlieb y el propio John Landis en un papel de asesino. ¿Impresionante, no?. Junto a todos ellos, Jeff Goldblum y una guapísima Michelle Pfeiffer como absolutos protas de la función.
Da la sensación que con esta peli, Landis pretendía alejarse un poco de su estilo de comedia generalmente desmadrada, apostando por algo un poco más "reposado" y mezclado con unas gotas de "cine negro", a lo que contribuyen no pocas escenas de asesinatos y violencia, especialmente en el notable clímax final. No le salió bien.
Después de verla, comprendo por qué "Cuando llega la noche" es una de las pelis menores de su realizador.
sábado, 8 de enero de 2022
PESADILLAS DE UNA MENTE ENFERMA
Dentro de muchos años, si sigo vivo y/o en mis cabales, miraré atrás en el tiempo y, mientras suelto alguna lagrimilla, recordaré cuando me dio el venazo de someter a un segundo y más justo escrutinio todas aquellas películas que, siendo teenager, me parecieron simple y llanamente decepcionantes. Incluso horribles. Y no hay una más adecuada para ilustrar la palabreja que "Pesadillas de una mente enferma".
Visualícenme recorriendo feliz los pasillos de alguno de mis viejos video-clubs, rodeado de estanterías repletas de polvorientas y jugosas cintas. Cuando mi amor por el terror andaba al cien por cien y vivía volcado en todo aquello que arrastrara nombres intocables como los de Romero, King, Craven, Cronenberg, Cunningham, Barker, Hooper y Savini. Estaba sediento de truculencia magnetoscópica. Así que una caratula como la de "Pesadillas de una mente enferma", con ese cráneo partido en dos por un certero hachazo, el anuncio de su prohibición en Inglaterra y sabiendo como sabía (gracias a mis "Fangoria" de importación) que Tom Savini "andaba metido" en ella, pues fue un auténtico subidón (luego ha habido más ediciones, como una titulada "Pesadilla mortal". Pero yo quería echar mano de esta que ven aquí -encontrada y cedida por mi amigo Enorm- porque es aquella que alquilé). Llego a casa, pongo la sucia cinta en el aparato y... en fin, lo que vi me pareció tan aburrido, sórdido, feo y cutre que, a partir del minuto cero, lo ODIÉ. Devolví la película a su sitio y, creo, nunca reincidí. Luego, con el tiempo, supe del escándalo que el film arrastraba en relación a Savini, según el cual toda su participación se limitó a dar algunos consejos, guiar al genuino equipo responsable de los efectos especiales (entre ellos el gran Ed French), pero que nunca metió tanta mano como para salir en el póster a modo de reclamo, cosa que le cabreó como una mona y contra la que luchó para ser retirado (hasta lograrlo). El director de "Pesadillas de una mente enferma" cuenta casi lo opuesto, of course. Savini cobró un pastizal y aceptó lo de que se le usara como atractivo comercial. A saber. Lo preocupante de semejante cristo es que esta es la ÚNICA historia interesante que acompaña a "Pesadillas de una mente enferma". Bueno, y lo de su incorporación a los famosos "Video Nasties" (de hecho, el distribuidor acabó en prisión por lanzarla sin que los defensores de la moral le dieran el visto bueno previamente. ¡¡A la cárcel por esto!!. Vaya tela). Cuando una peli acarrea como único elemento destacable ese par de marujismos, mal vamos. Y pal caso, con toda la razón.
"Pesadillas de una mente enferma" cuenta la historia de un desgraciado que mató a sus padres siendo infante y, obviamente, ha crecido algo tarado. Le pueden las ansias de aniquilar y sufre unas pesadillas horribles. En eso que su doctor, un auténtico inútil a tenor de lo que iremos viendo a medida que avanza la trama, le somete a una terapia experimental con pastillas y le deja salir. Obviamente, el chalado se escaqueará y comenzará a cepillarse a todo el que pille. Tras unos primeros crímenes a boleo, se centra en una familia un pelo disfuncional, destacando al crío del clan que es un auténtico cabrón adicto a hacer bromas muy pesadas. Esa fijación por parte del criminal tiene una razón de ser que, no por menos previsible, me niego a desvelar.
"Pesadillas de una mente enferma" la escribió y dirigió Romano Scavolini, un cineasta italiano que emigró en busca del sueño americano y terminó rodando una de terrores muy a su pesar (aunque ya dispusiera de otra previamente parida en su país de origen y, seguramente, abordada con idénticas reservas). Es algo que ya hemos visto antes. Cineasta europeo con ínfulas se ve obligado -por cuestiones alimenticias- a bajarse los pantalones abordando un género que, en general, detesta. También es cierto que eso, en el fondo, no es malo del todo. Muchos de los clásicos modernos del terror los han hecho peña que, simplemente, lo eligió en busca de cierta seguridad de cara a la taquilla. Basta con comparar las putas mierdas auto indulgentes repletas de guiños, homenajes y plagios que hacen hoy directores abiertamente declarados fans. Pero no siempre salía bien. Por cada Hooper, Romero o Raimi (que entran dentro del amplio club de los frustrados al que muchos pertenecemos, pero con resultados óptimos) hay cien Scavolinis. Y pasa lo que pasa, les sale un chuzo considerable porque no está abordado con el mínimo corazón.
Sobra decir que es la obra más famosa del cineasta. Básicamente la única que aún hoy le otorga ciertas atenciones (posteriormente dirigió "Dog Tags", película totalmente adscrita al Vietnam-exploitation y cuya reconocible caratula intentaba hacerla pasar por uno de los muchos seudo-Rambos entonces habituales en nuestros añorados estantes cinéfagos). De ahí que, como buen exploiter -por mucho que lo quiera disfrazar de "auteur" intelectual- Don Scavolini está intentando regresar al séptimo arte con una cosa sospechosamente titulada "Nightmare: The Wandering Soul". ¡Que le den!.
Por lo que a mi respecta, los defectos de "Pesadillas de una mente enferma" son legión. El principal de todos es el jodido aburrimiento. Nos encontramos ante un tostón de aúpa que solo se recupera cuando, obviamente, se produce algún crimen. Los trucajes no son la repanocha, pero cumplen unos mínimos. El resto es derivativo y gasta las mismas cagadas que muchas de estas producciones con frustradas aspiraciones dramáticas, destacando el rollo familiar a lo Cassavetes. Seguro que fueron las escenas con las que más disfrutó su director. Las que menos serían aquellas estrictamente terroríficas que, por obvio que resulte, a nosotros nos ponen palote y se reducen al tramo final. Curiosamente, mientras en todo lo previo el tono que domina es el hiper-realismo, al llegar al clímax entramos en el puro terreno slasher, con un asesino enmascarado incapaz de morir aunque se coma seis o siete disparos a bocajarro y un guiño final -literal- que arrasa con la llamada cuarta pared. Ambos elementos chorrean escasa verosimilitud, cosa que contrasta con el resto. Es en este contexto donde presenciamos la escena que, seguramente, le dio problemas al film en las Islas Británicas, con el asesino, siendo niño, cargándose a sus padres hacha mediante. Es brutal, sangrienta e intensa. Resumiendo: Rebobinen hasta los últimos veinte minutos.
También hay sitio para la comedia involuntaria. Poca, pero la hay. Un super-ordenador ridículo compuesto de chorromil pantallas completamente inútiles (según Scavolini, puestas a posteriori para simplificar las cosas -narrativamente hablando- de cara a la platea). Las escenas callejeras paridas en plan guerrilla con la peña mirando a cámara e incluso haciendo el paria para destacar (especialmente cuando el psycho recorre la famosa calle 42 con todos sus sex shops y cines grindhouse, repletos de carteles y títulos muy reconocibles). La cantosa cita a Antonioni en un diálogo, demostración palpable de las aspiraciones autorales del director. Y la reina de todas, con la que me partí de risa, aunque pal caso fue gracias al equipo de doblaje. Se la dejo en formato vídeo a modo de colofón, por aquello de alegrarles la jornada....
Visualícenme recorriendo feliz los pasillos de alguno de mis viejos video-clubs, rodeado de estanterías repletas de polvorientas y jugosas cintas. Cuando mi amor por el terror andaba al cien por cien y vivía volcado en todo aquello que arrastrara nombres intocables como los de Romero, King, Craven, Cronenberg, Cunningham, Barker, Hooper y Savini. Estaba sediento de truculencia magnetoscópica. Así que una caratula como la de "Pesadillas de una mente enferma", con ese cráneo partido en dos por un certero hachazo, el anuncio de su prohibición en Inglaterra y sabiendo como sabía (gracias a mis "Fangoria" de importación) que Tom Savini "andaba metido" en ella, pues fue un auténtico subidón (luego ha habido más ediciones, como una titulada "Pesadilla mortal". Pero yo quería echar mano de esta que ven aquí -encontrada y cedida por mi amigo Enorm- porque es aquella que alquilé). Llego a casa, pongo la sucia cinta en el aparato y... en fin, lo que vi me pareció tan aburrido, sórdido, feo y cutre que, a partir del minuto cero, lo ODIÉ. Devolví la película a su sitio y, creo, nunca reincidí. Luego, con el tiempo, supe del escándalo que el film arrastraba en relación a Savini, según el cual toda su participación se limitó a dar algunos consejos, guiar al genuino equipo responsable de los efectos especiales (entre ellos el gran Ed French), pero que nunca metió tanta mano como para salir en el póster a modo de reclamo, cosa que le cabreó como una mona y contra la que luchó para ser retirado (hasta lograrlo). El director de "Pesadillas de una mente enferma" cuenta casi lo opuesto, of course. Savini cobró un pastizal y aceptó lo de que se le usara como atractivo comercial. A saber. Lo preocupante de semejante cristo es que esta es la ÚNICA historia interesante que acompaña a "Pesadillas de una mente enferma". Bueno, y lo de su incorporación a los famosos "Video Nasties" (de hecho, el distribuidor acabó en prisión por lanzarla sin que los defensores de la moral le dieran el visto bueno previamente. ¡¡A la cárcel por esto!!. Vaya tela). Cuando una peli acarrea como único elemento destacable ese par de marujismos, mal vamos. Y pal caso, con toda la razón.
"Pesadillas de una mente enferma" cuenta la historia de un desgraciado que mató a sus padres siendo infante y, obviamente, ha crecido algo tarado. Le pueden las ansias de aniquilar y sufre unas pesadillas horribles. En eso que su doctor, un auténtico inútil a tenor de lo que iremos viendo a medida que avanza la trama, le somete a una terapia experimental con pastillas y le deja salir. Obviamente, el chalado se escaqueará y comenzará a cepillarse a todo el que pille. Tras unos primeros crímenes a boleo, se centra en una familia un pelo disfuncional, destacando al crío del clan que es un auténtico cabrón adicto a hacer bromas muy pesadas. Esa fijación por parte del criminal tiene una razón de ser que, no por menos previsible, me niego a desvelar.
"Pesadillas de una mente enferma" la escribió y dirigió Romano Scavolini, un cineasta italiano que emigró en busca del sueño americano y terminó rodando una de terrores muy a su pesar (aunque ya dispusiera de otra previamente parida en su país de origen y, seguramente, abordada con idénticas reservas). Es algo que ya hemos visto antes. Cineasta europeo con ínfulas se ve obligado -por cuestiones alimenticias- a bajarse los pantalones abordando un género que, en general, detesta. También es cierto que eso, en el fondo, no es malo del todo. Muchos de los clásicos modernos del terror los han hecho peña que, simplemente, lo eligió en busca de cierta seguridad de cara a la taquilla. Basta con comparar las putas mierdas auto indulgentes repletas de guiños, homenajes y plagios que hacen hoy directores abiertamente declarados fans. Pero no siempre salía bien. Por cada Hooper, Romero o Raimi (que entran dentro del amplio club de los frustrados al que muchos pertenecemos, pero con resultados óptimos) hay cien Scavolinis. Y pasa lo que pasa, les sale un chuzo considerable porque no está abordado con el mínimo corazón.
Sobra decir que es la obra más famosa del cineasta. Básicamente la única que aún hoy le otorga ciertas atenciones (posteriormente dirigió "Dog Tags", película totalmente adscrita al Vietnam-exploitation y cuya reconocible caratula intentaba hacerla pasar por uno de los muchos seudo-Rambos entonces habituales en nuestros añorados estantes cinéfagos). De ahí que, como buen exploiter -por mucho que lo quiera disfrazar de "auteur" intelectual- Don Scavolini está intentando regresar al séptimo arte con una cosa sospechosamente titulada "Nightmare: The Wandering Soul". ¡Que le den!.
Por lo que a mi respecta, los defectos de "Pesadillas de una mente enferma" son legión. El principal de todos es el jodido aburrimiento. Nos encontramos ante un tostón de aúpa que solo se recupera cuando, obviamente, se produce algún crimen. Los trucajes no son la repanocha, pero cumplen unos mínimos. El resto es derivativo y gasta las mismas cagadas que muchas de estas producciones con frustradas aspiraciones dramáticas, destacando el rollo familiar a lo Cassavetes. Seguro que fueron las escenas con las que más disfrutó su director. Las que menos serían aquellas estrictamente terroríficas que, por obvio que resulte, a nosotros nos ponen palote y se reducen al tramo final. Curiosamente, mientras en todo lo previo el tono que domina es el hiper-realismo, al llegar al clímax entramos en el puro terreno slasher, con un asesino enmascarado incapaz de morir aunque se coma seis o siete disparos a bocajarro y un guiño final -literal- que arrasa con la llamada cuarta pared. Ambos elementos chorrean escasa verosimilitud, cosa que contrasta con el resto. Es en este contexto donde presenciamos la escena que, seguramente, le dio problemas al film en las Islas Británicas, con el asesino, siendo niño, cargándose a sus padres hacha mediante. Es brutal, sangrienta e intensa. Resumiendo: Rebobinen hasta los últimos veinte minutos.
También hay sitio para la comedia involuntaria. Poca, pero la hay. Un super-ordenador ridículo compuesto de chorromil pantallas completamente inútiles (según Scavolini, puestas a posteriori para simplificar las cosas -narrativamente hablando- de cara a la platea). Las escenas callejeras paridas en plan guerrilla con la peña mirando a cámara e incluso haciendo el paria para destacar (especialmente cuando el psycho recorre la famosa calle 42 con todos sus sex shops y cines grindhouse, repletos de carteles y títulos muy reconocibles). La cantosa cita a Antonioni en un diálogo, demostración palpable de las aspiraciones autorales del director. Y la reina de todas, con la que me partí de risa, aunque pal caso fue gracias al equipo de doblaje. Se la dejo en formato vídeo a modo de colofón, por aquello de alegrarles la jornada....
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