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viernes, 25 de enero de 2019

PARADISE

Tras el éxito de la película de Randal Kleiser “El Lago azul”, los canadienses en plena era del “Canuxploitation” deciden aprovechar el tirón rodando una película que, salvo por las circunstancias que llevan a los jóvenes protagonistas a un paraje paradisíaco, cuenta exactamente lo mismo que el éxito Hollywoodiense. “Paradise” resulta ser un plagio malsano y descarado de “El lago azul”, en el que se incrementan los elementos a explotar, así, se aumentan las escenas de sexo hasta rozar el soft, y se busca una pareja protagonista lo más parecida posible a la original, en este caso, el infame Willie Aames y la pizpireta Phoebe Cates, que debutaba en el cine, tienen un parecido bastante notable con los Christopher Atkins y Brooke Shields a los que imitan. Para mayor parecido, se filma un amasijo de planos de los chavales buceando en pelotas entre corales y peces exóticos. Ya tenemos un producto que recuerde a otro para vender.
Eso sí, dónde “El lago azúl” es todo fotografía, en “Paradise” son todo cutres decorados; dónde “El lago azúl” es todo banda sonora, en “Paradise” la música parece compuesta con un  Casio PT6 (sin incluir la poco adecuada canción pop que se marca Pohebe Cates en la banda sonora); y si en “El lago azul” no había tiempo para la comedia, aquí se incluyen un par de chimpancés: Uno de ellos, el macho, se masturba compulsivamente delante de los jóvenes —para solaz de ella y escándalo de él— y la hembra queda embarazada y cuando da a luz ¡pare un mono adulto de otra especie! Supongo que no habría bebés de chimpancés disponibles en el set, y con un orangutancillo que tendría por ahí el cuidador, vamos servidos.
Al margen de todas estas deficiencias, para tratarse de una versión barata de la de Kleiser, la cosa no está tan mal; entretiene y a fin de cuentas no es mucho peor. También hay que tener presente que “El lago azul” no deja de ser una película un tanto sobre valorada cuyo éxito se debe, en gran medida, al morbo que pudiera causar entre el público el ver  a dos adolescentes en pelotas toda la película, en ver como a ella le baja la regla y, finalmente, en ver como follan. Pues “Paradise” tiene todo eso en dosis mayores.
Por lo demás es estúpida; en plena época víctoriana, en algún lugar de Bagdad (o por ahí),  huyendo de un árabe esclavista, un par de adolescentes acaban en un Oasis paradisíaco en medio del desierto y se quedan allí. Esa es la excusa para que veamos como van descubriendo poco a poco su sexualidad. Para darle vidilla, los hombres del esclavista de vez en cuando les encuentran y ellos se las ingenian para escapar ¡sin marcharse del oasis! Finalmente, y al igual que “En el lago azul”, ella queda preñada. Fin de la historia.
Cuando estaban rodando, los actores, se quejaban al productor porque dicen que no consideraban necesario ese exceso de  escenas de sexo. Así que Aames y Cates se negaron a rodar tantas como venían en el guion. Como los productores no pudieron obligarles a rodar dichas escenas, contrataron a un par de dobles de cuerpo que las hicieran. Aún así, a Phoebe Cates le vemos hasta las amígdalas —motivo por el que es absurdo que se redujeran las escenas eróticas. Ya solo con la incursión de un par de ellas, el resto es de recibo— y a Willie Aames  le vemos cortar el viento con su nabo pendenciero al aire, o usarlo cual aleta de tiburón en el agua, tan ricamente.
Aún cediendo la producción a las exigencias de reducción de material erótico por parte de las estrellas, cuando estas vieron el montaje final ninguno de los dos actores quedó contento y exigieron que la cinta se sometiera a cortes, a lo que los productores dijeron qué, por supuesto, el nivel de erotismo lo marcarían ellos y no dos actorcillos de mierda. Con todo, se ve que la versión que les proyectaron a los actores era mucho más fuerte que la que finalmente quedó. Se ve que en aquella, incluso, la Cates, o mejor dicho su doble de cuerpo,  le hacía una fellatio al Árabe esclavista, sin que ella supiera que su personaje iba a hacer eso. Sin embargo, todo esto no sale en la versión teatral.
Willie Aames continúo con la promoción de la película a pesar de su descontento, pero Phoebe Cates, se retiró de la misma asqueada, y a día de hoy, reniega de esta película considerándola una cosa repugnante.  Por cierto, que tenía tan solo 17 años cuando la rodó…
Aames fue nominado a los Razzie y acabó apareciendo en subproductos españoles como por ejemplo “Goma 2” de José Antonio de la Loma, mientras que Phoebe Cates fue la que se hizo famosa paseando su palmito en algunas sex comedies como “Aquél excitante curso” o “Escuela privada… para chicas” y, sobre todo, haciendo de niña buena en “Gremlins”. Luego se casó y se dedicó a sus labores. Y ha envejecido fatal. Está fea como un demonio.
Como anécdota, decir que la película fue duramente criticada en su momento, no ya por ser un plagio de “El lago azul”, sino por la imagen que dan del árabe esclavista, totalmente estereotipada y que puso en alerta a todas las asociaciones humanitarias.
Al margen de eso, los críticos se pitorreaban de “Paradise”. Quizás sea porque he visto a estas alturas toneladas de mierda y me he acostumbrado a ella, pero qué quieren que les diga, el film es obvio que es un plagio descarado, pero no me parece tan, tan, mala.
El director de esta caquilla, responde al nombre de Stuart Gillard cuyo cenit profesional fue rodando “Las tortugas ninja III”, haciéndose posteriormente fuerte en televisión.

viernes, 1 de febrero de 2019

REGRESO AL LAGO AZUL

Ninguna razón de ser tenía, en los albores de los 90 una secuela de “El lago azul”. Y menos una película tan mediocre como esta, tan falta de imaginación, que aún comenzando dónde acababa su predecesora, se toma la licencia de cambiarle el final a aquella tomando al espectador por lelo. Así, (spoiler) A pesar de que en “El lago azul” papá Atkins, mamá Shields y el bebito de ambos toman unas vayas venenosas que les harán pasar a mejor vida (o puede que solo duerman) a bordo de una barquita a la vez que son descubiertos por el barco dónde viaja el padre de él, aquí, el barco que les encuentra es otro, los pasajeros también son otros, y el bebito, logra sobrevivir (fin del spoiler).
La excusa para que este sinsentido que es “Regreso al lago azul” cobre forma es que el barco que rescata al bebé va infectado de cólera, por lo que pondrán a este, junto con una joven madre y su hija, también bebé, en un bote que les llevará a la isla de dónde viene el pequeñín. A partir de ahí, se repiten todos y cada uno de las situaciones míticas de la primera parte, repitiendo escenas —descenso por el tobogán natural incluido— en una especie de secuela/pseudo-remake que causa vergüenza ajena. Para darle sal, sobre el final de la cinta, llega un barco a la isla con los que la nueva parejita tendrá algún que otro problema.
Todo esto pasado por la turmix noventera, esto es, todo el morbo sexual adolescente de la primera desaparece, ellos ya no van desnudos y,  por supuesto, nada de falos al aire cortando el viento o meciéndose en el agua como aleta de tiburón.
Un desastre de proporciones épicas en la que debe ser una de las secuelas menos afortunadas de la historia del cine. Amén de los cardaditos a lo Bon Jovi, bien peinadito con secador que se gasta el prota, el amigo Brian Krause, o las cejas depiladas y los kilos de maquillaje que me lleva una jovencísima Milla Jovovic.
Por otro lado, además de críticas espantosas, fue un fracaso de taquilla en todo el mundo que costó 11 millones de dólares y no llegó a recaudar ni tan siquiera 3, fue nominada a una ristra de Razzies y Milla Jovovic, que tenía 15 años cuando la rodó,  dice que es la peor película en la que ha intervenido en su vida. Asimismo, y como todo fiasco tornado comedia involuntaria, los fans rinden culto a  tamaña mierda en los Estados Unidos, aunque en esta ocasión el número de fans sea, más bien,  minoritario.
Dirigió el bodrio un artesano de la televisión, William A. Graham, que hizo un paréntesis en su medio para irse a las islas Fiji a rodar esta piece of shit.
Tan mala, pero tan mala, tan mala, tan mala, que ni tan siquiera se la recuerda.

lunes, 27 de junio de 2022

JANE, MI PEQUEÑA SALVAJE

Hay muy poca información sobre la producción de este film del año 1982 perpetrada por Eligio Herrero, artesano de escueta filmografía, pero cuya carrera abarca desde la escritura de películas “S” como “Bacanal en directo”, a comedias populares de baja estofa como “El consenso” o  “Los pecados de mamá”, pasando a la dirección de la película que nos ocupa, “Jane, mi pequeña salvaje”, que firma bajo el seudónimo de  E.H. Portela, y cuyas circunstancias me han traído por el camino de la amargura —precisamente por no encontrar ni un dato útil que resuelva mis incógnitas—. Se trata de un exploit patrio que se aprovechaba del tirón que en nuestro país había tenido “El lago azul” (hay varios y todos rodados en las Islas Canarias), y que se estrenó en nuestras salas sin pena ni gloria.
El caso es que se presenta como una suerte de comedia de aventuras de corte familiar que ahonda someramente en la sexualidad adolescente del mismo modo que lo hacía la película de Randal Kleiser, sin embargo, me da la sensación de que en la preproducción se concibió como una película erótica para ser clasificada “S”, a juzgar por un par de carteles que me llevan hacia esa teoría. En primer lugar, uno con una ilustración picantona que en principio no tenía por qué pertenecer a esta película puesto que se titula “El hombre nació del polvo” y que se acompaña de frases promocionales tales como “De cómo el hombre nació del polvo, vivió hecho polvo, se reprodujo por el polvo y su final será en el polvo. Conclusión: A más polvo menos hombre”. Sin embargo, se trata de un film escrito y dirigido por E.H. Portela, por lo que podíamos intuir que sí, que este póster pertenece a la producción de lo que después sería “Jane, Mi pequeña salvaje”. Salimos de dudas cuando indagamos un poco más y llegamos hasta una de las muchas ediciones de vídeo que tuvo la película que, ahora sí, bajo el título de “Jane, mi pequeña salvaje”, nos presenta esa misma ilustración de “El hombre nació del polvo” adecentada para la ocasión, tapando las vergüenzas del personaje femenino, pero dejándome perplejo la vulgar frase promocional que reza: “Tarzán morder manzana, si Jane querer gusano de Tarzán”. No se trata de una comedia erótica, no tiene nada que ver con Tarzán (salvo la alusión a Jane), sino de una película familiar, así que llego a la conclusión de que, visto que en cines el expolio a “El lago azul” no funcionó, en una de sus ediciones videográficas se trató de engañar al espectador haciéndola pasar por una comedia erótica, ya que en aquella época, en vídeo, el erotismo mandaba. Como sea, aparecieron en las baldas de las estanterías más ediciones de la película cuyas caratulas mostraban los posters originales de cine, uno de ellos inspirado claramente en el de la película que explota, “El lago azul” —adjunto todos estos posters y caratulas de los que les he hablado—.
En fin. Todo un misterio.
La película cuenta como tres individuos van en una avioneta y, como el piloto va borracho, acaban teniendo un accidente que les obliga a saltar en paracaídas dando con sus huesos en una isla paradisíaca. Comenzará así la supervivencia, teniendo que buscarse alimentos o lidiar con los nativos de la zona.
Por otro lado, muy cerca, viven dos adolescentes aislados de la sociedad, que ven su plácida estancia en la isla amenazada por estos tres individuos que, para poder sobrevivir, matan a los animales de la zona para comer. Intentarán por todos los medios que estos abandonen la isla, al mismo tiempo que florece entre ambos el deseo sexual.
Todo en un tono de comedia muy tontorrón y chabacano, con gags que emulan a los dibujos animados. La película es cutre a más no poder, y a pesar de su tono festivo hay que hacer grandes esfuerzos para llegar hasta el final porque, en esencia, esto no hay un dios que lo soporte. Por no hablar de su forzado mensaje ecologista.
Existe un blog que se dedica a recopilar fichas de todas las películas que se rodaron en Lanzarote que asegura que, aunque en principio la película está rodada allí, no han sido capaces de encontrar las localizaciones que se ven en pantalla en la zona, y que existe cierta confusión general entre esta película y “Animales racionales” —que pronto verán por aquí reseñada—, también de Eligio Herrero, ya que, rodada al mismo tiempo, se aprovechan las mismas localizaciones y los mismos decorados que en esta. Aunque los actores principales y las tramas son absolutamente distintas, así que, no entiendo.
En el reparto principal tenemos actores de primera fila como Alvaro “El Algarrobo” de Luna, Luis Varela o una joven y doblada Marta Valverde, y unos adolescentes y poco apañados Juan Carlos Naya y Montserrat Merino como los clónicos de Christopher Atkins y Brooke Shields. La verdad, están todos para matarlos.
Más interesante por todo esto que les cuento, que para echar el rato viéndola, porque no hay por donde cogerla.



lunes, 4 de julio de 2022

ANIMALES RACIONALES

Segunda película de Eligio Herrero, de corte post-apocalíptico y sin diálogos, que aprovechaba las localizaciones y decorados de su anterior “Jane, mi pequeña salvaje”, rodada al mismo tiempo que esta en las Islas Canarias. En realidad la que le interesaba hacer a Herrero era “Animales racionales”, surrealista y con ramalazos hacia el cine experimental, pero por si acaso fracasaba, y para curarse en salud, rodó “Jane, mi pequeña salvaje”, en teoría un éxito anticipado con actores de primer orden, cuyas ganancias servirían para cubrir las perdidas que el director intuía que podía tener esta marcianada. Ninguna de las dos funcionaría especialmente. Sin embargo, y al tratarse de una película que carece de diálogos, “Animales racionales” se convertiría a posteriori en un film de culto que ha sido recientemente rescatado y remasterizado en 4K para su posterior lanzamiento en Blu-Ray por el sello Mondo Macabro.
Tras una explosión nuclear, tres personas se encuentran en medio de una isla desértica. Después de asumir lo que ha sucedido agradecerán el estar vivos. Dos de ellos, un chico y una chica rubia son hermanos (según el propio Herrero) y el tercero en discordia, es un roquero suburbial que al ser consciente de que ha sobrevivido a un holocausto nuclear, mostrará su alegría ofreciendo un recital de “Air guitar” (¿?) a sus parteneirs. A partir de ese momento, comenzará la lucha por la supervivencia en la isla, buscándose el alimento o enfrentándose a peligros varios, como unos extraños cangrejos de colores que moran en las arenas y a los cuales acabarán devorando (otra vez [¿?]).  Pronto aparecerá por allí un perro que les guiará hacia una zona donde hay más seres vivos que les servirán para alimentarse, lo que junto al paso del tiempo propiciará que se generen las competencias entre unos y otros por conseguir los favores sexuales de la señorita. Se la acaban pasando por la piedra el roquero, su hermano y hasta el perro. Y lo que comenzó como una vulgar competencia, acaba convirtiéndose en una carnicería.
Desde luego se trata de una película rara, misteriosa y desperada, con una fotografía muy colorida donde imperan los tonos rosa y azul pastel y que, aunque en un principio aparente ser cutre y salchichera, lo cierto es que está hasta bien dirigida y me parece una proeza que con las misma localizaciones y decorados utilizados para una comedia tonta que explotaba “El lago azul” como es “Jane, mi pequeña salvaje”, Eligio Herrero consiga ambientar la cosa en un entorno post-apocalíptico y, más importante todavía, que de el pego. O al menos lo da hasta bien entrada la hora de metraje, cuando se supone que ha pasado el tiempo y nuestros tres protagonistas lucen pelucones y taparrabos, y más que una película post-apocalíptica parece como si estuviéramos viendo una de cavernícolas. Ahí ya da menos el pego.
Pero flipamos colorines con todo lo demás que sucede, situaciones imposibles que van desde el incesto hasta la zoofilia, pasando por el homosexualismo por descarte (en un momento en el que la chica yace con el can, como ofrenda tras haber traído la pieza de comida más grande), por parte de los otros dos competidores masculinos.
No se trata de una película corta precisamente, llega a la hora cuarenta, por eso me resulta sorprendente lo bien que se aguanta el visionado. Se trata de una obra con lo contemplativo por bandera, sin diálogos, con largos paseos por los desiertos volcánicos y polvetes soft de más de tres minutos.
Se clasificó “S” por lo escabroso de todo lo que cuenta, por los desnudos, la follambre y la violencia, pero no se trata de un producto “S” al uso, que eran todos un coñazo; esto es algo infinitamente más interesante que todas aquellas comedietas guarrindongas y creo que tiene algo más de valor.
Eligio Herrero venía de hacer algún dinero trayendo películas fantásticas del más variado pelaje para ser estrenados en cines de barrio y sesión continua. Cuando decidió dar el paso a la producción, lo hizo con estas dos de las que les he hablado (entre otras), y aunque recuerdo que en su momento “Jane, mi pequeña salvaje” gozó de cierta popularidad, lo cierto es que Herrero no ha vuelto ha hacer más cine tras “Animales racionales”. Y sin duda, se trata de una de las rarezas del cine español.
Por otro lado, al tratarse de una película en la que tres individuos (y el perro Larry según los créditos) exploran su sexualidad en una isla desértica, muy, muy cogido con pinzas, pero podríamos decir también que se trata de otro de los exploits españoles de “El lago azul”… ¿Me aceptan pulpo?
Como protagonistas tenemos a José Yepes representando la parte hispánica de la película, al que hemos visto en un montón de títulos en calidad de secundario habiendo trabajado para Paul Naschy, Mariano Ozores, Fernán Gómez, etcétera, así como se le puede ver en un buen puñado de teleseries de producción nacional. En la parte guiri, tenemos a Carole Kirkham a la que vemos hasta las amígdalas, apareció también en “Latidos de pánico” y en esa obra neo-nazi tan salada que es “I Love Hitler”. Y Geir Indvard sería el actor que da vida al hermano de esta. Los tres aparecen en papeles secundarios en la anteriormente mentada “Jane, mi pequeña salvaje”, lógicamente.
Por cierto, el póster de “Animales racionales”, me parece cojonudísimo.

viernes, 1 de julio de 2022

PLAYA AZUL

Película “S” de la factoría de los hermanos Balcázar, en esta ocasión dirigida por Jaime Jesús Balcázar que en co-producción con Suiza se saca de la manga un soft de carácter exportable.
Se trata de un film que se pretende sofisticado, una suerte de porno blando para público adulto a la “Emmanuelle”, y que cuenta la historia de una viuda de la alta sociedad la cual, tras morir su marido, se va de vacaciones a las Islas Canarias con su hijastra a la que no le parece buena idea irse de parranda con el cadáver de su padre aún fresco. Pronto la chica se relaja y cuando no se encuentran haciendo turismo se la pasan follando con los lugareños, acompañadas por un chófer, un sosias de Woody Allen (al que en el doblaje se encargan de asignarle la voz del doblador clásico de Allen, Miguel Ángel Valdivieso) que no pierde ocasión a la hora de mojar el churro, lo que le provocará alguna que otra disputa con la mujer que le ha contratado. La película entera es un ir y venir de las dos protagonistas teniendo conversaciones insustanciales en distintos puntos turísticos de Lanzarote y yendo cada vez más allá en sus relaciones sexuales hasta el punto de practicar el sexo en grupo, o en el caso de la hija, encontrar asimismo el amor.
Lo gracioso de esta película, que para su versión en el extranjero se tituló “Black Sands” (“Arenas negras”, que es un título de lo más adecuado teniendo en cuenta el lugar donde transcurre la historia) reside en su condición expoliadora, por lo que teniendo presente el rotundo éxito que a principios de los 80 tuvo la película “El lago azul”, los Balcázar procuran elaborar unos materiales promocionales y un título que recuerden lo máximo posible a la película de Randal Kleiser. Por supuesto, más allá del título y la publicidad, nada tiene que ver con aquella. Ni tan siquiera la escueta historia de amor existente entre los dos jóvenes de “Playa azul” se asemeja lo más mínimo a la del film hollywoodiense.
Por lo demás, el tedio se apodera de la hora y cuarto de metraje como es rigor, sin nada que convierta a esta película en algo especial dentro de la ecléctica filmografía de los hermanos Balcázar.
El guion está escrito a seis manos por parte del propio Jaime Jesús Balcázar en colaboración con Angelino Fons, director de “El Cid cabreador” o “Fortunata y Jacinta” entre otras y un tal Louis P. Bastias que váyanse a saber ustedes si es el seudónimo de alguien o una persona real. Como fuere, no tiene más trabajos acreditados en su currículum a parte de este.
En la parte actoral, y mostrando al desnudo sus anatomías, contamos con las presencias de Juanita Brown, actriz que provenía del blaxploitation llegando a aparecer en films tan populares como “Foxy Brown” o “Willie Dinamite” y que acabaría su carrera cinematográfica apareciendo en este bodrio, y Helga Liné que se encontraba en su mejor momento físico y, quizás, en el peor artístico. El resto del reparto lo componen habituales de la factoría (e incluso el propio Angelino Fons se marca un cameo) y desinhibidos actores suizos que se ponen en pelotas desacomplejadamente.
Un bodrio de los grandes.

viernes, 22 de junio de 2012

EL VUELO DEL NAVEGANTE

En 1986 Randal Kleiser, director responsable de, nada menos, "Grease" y "El lago azul", quiso subirse al por entonces transitado carro del cine infantil/juvenil "a lá Steven Spielberg" con "El vuelo del navegante", la historia de amistad entre un niño típicamente americano, con su familia happy-chachipiruli, su perro y su casita en medio de un suburbio blanco repleto de bicis, y un marciano. Ejem... así como lo leen. Lo que ocurre es que "El vuelo del navegante", copiando como copia de "E.T. El extraterrestre", intenta hacerlo con un poco más de clase. Solo un poco.
El arranque es muy potente. El niño en cuestión se mete una yoya y pierde el conocimiento. Al despertar, han pasado ocho largos años, todo ha envejecido menos él, lo que le supone un trauma. Aquí la peli pilla un rollo más seriote y de suspense que, francamente, no te esperas. Al mismo tiempo, una nave marciana se ha estrellado en la tierra y es recogida por la Nasa. No tardan mucho en asociarla con el protagonista (y no me pregunten por qué), así pues se los llevan a la misma base. Allí el chaval, para no perder la costumbre, es casi secuestrado y sometido a toda clase de incómodas pruebas (¡¡aaaay que malos son los poderes fácticos cuando hay marcianos de por medio!!), pero se escapa, se cuela en la nave y... y... y la peli se estropea.
Aquí entramos en el terreno de "Mi amigo Mac" (reseñada en nuestro super-libro), pues nos centramos en la amistad que nace entre el niño y la misma nave, cuyo piloto robot es un ojo así como mecánico. Se alcanzan momentos de verdadera vergüenza ajena con este hablando en plan buenrollo, el niño cantando una canción de "Beach Boys" y miserables intentos de humor blanco. También tienen su intervención un puñadico de marcianos de lo más monos y para redondear el pastel, un intento de hacernos saltar las lágrimas (era la norma entonces).
No puedo decir que sea un peñazo o una mega-mierda, porque tampoco te aburres mortalmente, pero sí se trata de un producto muy muy de su época que, inevitablemente, ha envejecido fatal en muchos aspectos (y confirma que no todo lo de los 80 molaba, ni tan siquiera si entraba dentro del saco del ¿añorado? cine juvenil).
El niño, Joey Cramer, no se prodigaría mucho más en esto del cine. La voz del robot la pone nada menos que Pee Wee Herman. Aparece una jovenzuela Sarah Jessica Parker, interpretando a una empleada de la Nasa con instintos casi pederastas. Rematan la jugada los padres del chaval, Veronica Cartwright y el pobre Cliff De Young. El científico jefe, que manda perseguir al niño y la nave con helicópteros, también es medianamente conocido, sobre todo si veías la serie "Radio Cincinnatti", Howard Hesseman.
Como dato curioso, recordar que "El vuelo del navegante" sufrió un especie de expolio tardío por parte de los italianos en 1993 con el film "Navigatori dello spazio", que alcanzaba cotas plagiadoras francamente descaradas (claro que, no mucho más que las que alcanza el film de Kleiser respecto al de Spielberg) Habrá que verlo.

viernes, 15 de agosto de 2014

EL ATAQUE DE LOS PAJAROS

Co-producción hispano-mexicana (me he dado cuenta de que en los ochenta se hacían muchas pelis de tercera en co-producción con Mexico) de carácter meramente “Exploitation” y cuyo referente no hace falta ni mencionar. Claro, que este llega veinte años después y a poco se junta con su  equivalente actual, “Birdemic”.
El caso es que es tan genuinamente mala, que pese a estrenarse en mogollón de países (su título internacional reza “Birds of pray”, en Francia se tituló “Falco Terror”- este título, mola-  en USA “Beaks”, o su edición en vídeo “Evil Birds”, en Italia suben la condición expoliadora un peldaño más y pasa a ser secuela directa de la de Hitchcock… ahí es nada) en nuestro país sus propios productores la consideraron tan mala que salió directamente a vídeo. De hecho, el trailer de la película que precedía a algunos títulos de “Lauren Films” anunciaba que la película se titulaba “Palomas asesinas”… ¿Qué por qué? Es un misterio.
La película dirigida por René Cardona Jr. es, por un lado, un coñazo mayúsculo y por otro, una basura mal hecha y con intención de, con tres pesetas, hacerse pasar por grande. Pero claro, no da el pego.
Cuenta una historia del todo descabellada: Las aves consideran que después de llevar lustros muriendo a manos de los humanos que las cazan para divertirse, deciden declararles la guerra, con lo que la masacre está servida. Una pareja de periodistas, se ven metidos en el meollo.
Lo primero de todo advertirles que mueren pájaros en la peli. Hay que ser muy hijo de puta y muy sin vergüenza para matar a un animal. Y si ese animal muere en una película de mierda, los responsables merecen similar trato que el que ha recibido el animal; aquí mueren algún que otro pájaro. No describiré como ni cuando.
Ahora, si pasamos por alto esto, hay que decir, que esta película está compuesta de montones de planos de pájaros volando a los que meten en montaje simulando que atacan a los humanos pero solo vuelan por el aire. O bien; en una plaza, un padre saca fotos a su hijo y estos son atacados por palomas. Esto se resuelve soltando palomas delante de la cámara para que estas vuelen en dirección a los actores, estos hacen aspavientos como si les atacaran y listo. Pues así toda. Y algún que otro inserto de algún documental.
Por otro lado, los ataques de los pájaros son exagerados. Las aves arrancan ojos y desgarran carne como si fueran tigres, todo con el fin de meter la mayor cantidad de Gore posible, que en año 87 ya se sabe… estaba de moda.Y si no lo estaba, estaba a puntito de estarlo.
En cualquier cosa, nada de esto justifica un visionado tedioso y poco emocionante, amén de lo antes explicado acerca de los pobres pajarillos.
Ahora, el reparto es de lo más marciano. El protagonista es nada menos que Christopher Atkins quien tras su exitoso debut en “El lago Azul” (si, el muchacho de los rizos, aquí sin rizos y un tanto degradado) quedó relegado a papeles en películas de serie B (y Z), actuando de vez en cuando en el cine español –sale también en “¡Dispara!” de Carlos Saura” y no convirtiéndose en el actor mainstream que prometía. A su lado Michelle Johnson (“Lio en Río”, “Pisa a fondo” o “Museo de cera”), Aldo Sambrell , José Lifante o el  hijo del director, René Cardona III que siguió los pasos de su padre y su abuelo convirtiendose también en director de bodrios tales como “Vacaciones del terror” “Alarido del Terror” o “Fray Justicia” (Ver en “Malas pero divertidas”).
Basura. De la chunga además. Pero hasta esa basura merece una curioseada.

viernes, 21 de enero de 2022

JOY

Las películas de Emmanuelle, expoliadas e imitadas a lo largo y ancho del mundo, podrían muy bien ser las percusoras de ese nuevo cine erótico contemporáneo y de corte comercial, muy del gusto de las señoras casadas, que tiene sus máximos exponentes en cintas como “9 semanas y media” o, más recientes, las de la saga de “50 sombras de Grey”.  Estas películas, que consiguieron popularidad y taquillas decentes —en el caso de “50 sombras…”, millonarias— no dejan de ser “series B” de lujo que, aún inspirándose o adaptando novelas de a duro, tienen sus ojos bien puestos en el cine exploit de los 70 y 80. Ahí entraría la película de la que paso a hablarles a continuación, y que sería un precedente directo para “9 semanas y media” con la que guarda más de un punto en común.
“Joy” es una producción franco-canadiense de presupuesto más o menos holgado, que se inspira en la autobiografía de una mujer liberal llamada Joy Laurey. Más o menos, viene a ser una puesta al día de las aventuras de Emmanuelle Arsan en versión nuevaolera, con todos los clichés de las películas de los 80, pero con similares intenciones. La principal, claramente, era convertirse en exitosa franquicia.
Para su ejecución, los productores Benjamin Simon y Stephen J. Roth (que venía de producir “Paradise”, ese exploit de "El lago azul", y que no pararía hasta formar parte activa de la producción de títulos mainstream como “Los fantasmas atacan al jefe” o “El último gran héroe”) contrataron a un artesano que filmara bien las escenas eróticas, pero que fuera apañado y baratito, así que le ofrecieron el proyecto a Sergio Bergonzelli, metido por aquel entonces en cosas de presupuestos ínfimos y que, con algo más de dinero, supo demostrar que muchas veces se puede filmar algo más o menos digno (“Joy” es infinitamente mejor que otras cintas suyas como “Apocalipsis Sexual” o “Eros Hotel”, por ejemplo) y con un rodaje que desplazaba localizaciones a lugares como México, Nueva York u otras ciudades, supo hacer lo que, sin duda, podemos considerar la “Emmanuelle de los 80”, puesto que la película se exportó bien y consiguió beneficios.
Para internacionalizar un poco la cosa, a Bergonzelli le hicieron firmar la cinta bajo el seudónimo de Serge Bergon.
La cosa va de una atractiva muchacha de sociedad, modelo y “viva la virgen” que vive su sexualidad desacomplejadamente. De niña descubrió a sus padres follando en el salón de casa y desde entonces desarrolla un complejo de Electra de tres pares de cojones, por lo que acaba estableciendo relaciones con un hombre mayor que, harto del hastío sexual del que durante su vida ha follado todo lo que ha querido, cada vez será más exigente en sus apetencias, llegando a instar a Joy a participar en orgías multitudinarias. Tras un par de ellas, a Joy no le parece ni medio normal que a este hombre le parezca bien que a ella se la jodan otros tíos en su presencia y entrará en conflicto con él.
Sencillo argumento —el típico y necesario para toda aspirante a nueva Emmanuelle—. Ya saben, un fino hilo argumental que sirve para ir desarrollando lo que de verdad interesa que son las escenas de folleteo estiloso.
La película, así de golpe, puede resultar un poco ladrillo y hortera, con escenas eróticas que causan cierta vergüenza ajena; sin embargo, filmando las orgías, Bergonzelli se apunta un tanto, ya que ambienta estas de manera psicodélica, creando una atmósfera onírica y luminosa que, estéticamente, queda de lo más resultona y, efectivamente, es lo que pedía el cine erótico de tercera en los 80. Se le puede echar un vistacillo.
Por otro lado, hay fans de la película que aseguran que Bergonzelli no tiene nada que ver con esta película, que Serge Bergon es una persona real y no un seudónimo. Probablemente esto sean rumores y nada más, ya que lo cierto es que no hay más información  al respecto sobre el tal Serge Bergon más allá de su relación con esta película y, en cualquier caso, Bergonzelli nunca ha manifestado no ser él quien dirigiera “Joy” (tampoco es que sea un director con la suficiente relevancia como para hacer declaraciones de este tipo).
Como fuera, la película se estrenó en nuestro país con un número de espectadores nada despreciable, casi 300.000, y además se convirtió en un pequeño clásico de nuestros vídeoclubs, que la alquilaban entre los mayores de 40 con bastante asiduidad. La distribuyó Polygram.
En cuanto a la actriz que dio vida a esta Joy, Claudia Udy, que era guapa pero que tenía las tetas peor operadas y más feas de toda la “serie B” mundial, aparecería después en títulos más o menos populares como “Skull: El crimen perfecto”, “Fuera de control” o “Amanecer Salvaje”, pero nunca trascendería en adelante como para ser considerada la nueva Sylvia Kristel. Y es que era una actriz espantosa.
El señor de mediana edad que se la beneficia, Gérard- Antoine Huart, aprovechó el tironcillo que en Europa tuvo “Joy” y al año siguiente sería el protagonista de “Emmanuelle 4”, la última secuela oficial de la franquicia original, repitiendo un poco el rol de cincuentón salido y sofisticado que había realizado aquí.
Desde luego, “Joy”, a rasgos generales, no debió funcionar mal, ya que a continuación, y como se tenía previsto, se realizaron un sinfín de secuelas que rozaban ya la “serie Z” más infame, y que ya no contaban con Claudia Udy en su reparto. La mayoría fueron producidas por Benjamín Simon y, básicamente, repetían la formula abierta con “Joy”, pero trasladando a nuestra heroína a algún exótico país en el que dar rienda suelta a sus fantasías eróticas. Estas secuelas serían “Joy & Joan”, “Joy In Love”, “Joy à Hong Kong”, “Joy à San Francisco”, “Joy en Afrique”, “Joy à Moscu” y “Joy & Joan chez les pharaons”. Muchas de ellas rozando el porno, algunas concebidas para la programación nocturna de la televisión francesa y con la actriz porno Zara Whites sustituyendo a la Udy como principal reclamo. Intuyo que cualquiera de estos títulos tienen que ser terribles.

miércoles, 1 de noviembre de 2017

LOS FOTOCROMOS DE "EL LAGO AZUL"

La película en su momento me impactó, básicamente, porque trata de dos jóvenes jodiendo en una isla.
Es una de esas que tengo que revisar. Hasta entonces, miren, miren que fotocromos tan bonitos.