Era tendencia en nuestro cine popular de los años 80, que cuando una fórmula funcionaba bien, fueran varios los que la copiaran copando la cartelera de títulos de similares características. Y, mira tú por donde, el que solía traer esa fórmula solía ser siempre Mariano Ozores, que abría la veda para que directores, no necesariamente segundones, se sumaran al estilo que en ese momento cultivaba Mariano. Cuando Ozores se metió de lleno en aquellas películas con el divorcio como telón de fondo, por ejemplo “¡Qué gozada de divorcio!”, pronto llegaría Summers a hacer los propio con “El primer divorcio” y, copiando descaradamente, Juan Bosch con “Caray con el divorcio”.
“Cristóbal Colón… de oficio descubridor” fue el pistoletazo de salida que dio inicio a la popular trilogía de parodia histórica, el spoof autóctono, tres títulos de gran tirón popular producidos por José Frade, y en los que la mayor baza cómica consistía en los anacronismos y los chistes de política de la transición. Las tres películas partían de hechos históricos que, con cierto rigor a la hora de ser planteados, acababan siendo destrozados por los chistes sobre UCD o Alianza Popular. La mejor de todas, naturalmente, sería “Cristóbal Colón… de oficio descubridor”, por supuesto, dirigida por Mariano Ozores. A esta le seguirían, más mediocres, “Juana La Loca… de vez en cuando” con Lola Flores y dirigida por José Ramón Larraz, y “El Cid Cabreador” de Angelino Fons y protagonizada por Ángel Cristo. A este combo podíamos sumarle esa joya del cine valenciano parido desde la contracultura como fue “Que nos quiten lo bailao” de Carles Mira, no nos olvidemos de “La Biblia en Pasta” de Summers y la que nos ocupa, “Cuando Almanzor perdió el tambor”.
Pese a tener en plena forma a toda la plana mayor de la comedia popular española, esto es: Antonio Ozores, Juanito Navarro, Florinda Chico, Quique Camoiras, Luis Varela, Vicente Parra, Ricardo Merino.., sin lugar a ninguna duda “Cuando Almanzor perdió el tambor” es la peor de todas estas películas. Un intento de Luis María Delgado por recoger los frutos sembrados por la trilogía de Frade a destiempo y cuando la fórmula ya estaba más que agotada.
La acción se traslada al año 1002 cuando Almanzor tenía bajo su yugo a los cristianos y estos debían pagarle el pertinente tributo. Almanzor pide en pago doce doncellas y, a no tener ninguna disponible, lo que los Reyes Cristianos le envían es a doce putas. El festival de lo vulgar, lo chabacano y lo soez, está servido.
Una parodia histórica de menos de hora y media, con mucho menos presupuesto del que este tipo de películas solían contar y una dirección bastante apocada y perezosa por parte de otro de nuestros artesanos más exitosos, Luis María Delgado. Una metralleta de chistes de fútbol, política y guardias civiles que pierde fuelle a medio camino. Suerte que la presencia de Antonio Ozores, que suelta chascarrillos e improvisaciones a cascoporro, salvan de la quema una película que es de lo peorcito de aquellos años. Cosas como el memorable comienzo, con un plano de Ozores vestido de Almanzor subido a caballo y limpiándose las gafas con un Kleenex (y de la marca Kleenex como reza la cajita que lleva), consiguen que el espectador se ría. Pero nada más. Cuando no está Ozores en plano, el resto es terriblemente tedioso. Y, para más inri, no tenemos NADA de destape. Desde luego, “Cuando Almanzor perdió el tambor” es una auténtica rara avis de la época. Sin chispa, sin gracia, pero una rareza.
También resulta positivo, aunque cutre, que, nada más comenzar la película, una voz en off nos va introduciendo en la historia, acompañándose por una serie de bonitas ilustraciones hechas para lo ocasión por José Ramón Sánchez. El póster original de cines también es cosa suya. Y Sánchez siempre ha sido una maravilla.
El resto ¡No se toca! ¡Caca!
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viernes, 4 de agosto de 2023
miércoles, 31 de agosto de 2011
EN BUSCA DEL HUEVO PERDIDO
Lo primero de todo, mencionar que en mi recuerdo, Las hermanas Hurtado, no gozaban de alta estima por mi parte. Tras ver EN BUSCA DEL HUEVO PERDIDO, mi concepción del humor de estas tres, cambia.
La película, un absoluto disparate, cuenta como tres paletas de pueblo, en su afán por triunfar en el mundo del espectáculo, se ven envueltas en un entramado con espías de distintas nacionalidades que se pelean por la formula que un científico Israelí ha inventado, que puede hacer cambiar el clima de todo un país. Obviamente, Americanos y Rusos, se pelearán por conseguir esta formula.
La peli, fue un fracaso en su época, no obstante, a mí me parece, con mucho, la película mas enloquecida y surrealista de cuantas filmó Aguirre para lucimiento de alguien del mundo del espectáculo. Son tantas y tan numerosas las chorradas, que unidas a un exceso de ritmo poco habitual, la propia película impide al espectador hacer un seguimiento de las mismas. Básicamente la película es una sucesión de escenas de gente pegándose en plan niño pequeño, aderezado con numeritos musicales de las Hurtado de lo mas políticamente incorrectos, y, sobretodo, el humor de estas tres mujeres, basado mayormente en chistes de mierda, de follar, de coños y de pollas.
Me han sorprendido gratamente. En un país donde el humor lo desarrollan casi en su totalidad los hombres, en una época en que su competencia era Beatriz Carvajal con sus insufribles parodias con acento de gallega –pero que se llevaba el gato al agua con esto-, Las Hurtado ofrecían un humor grueso y brutal, siendo mas guarras y bestias que los tíos.
Como muestra, una de las canciones que interpretan en la película, en la que Paloma Hurtado, ruega y suplica a su títi, que le pegue con la mano abierta, con su bota en el culo, con su mazo en la sien, sentir su puño en el rostro y que le arranque la piel. Hoy nadie tendría huevos para componer una letra como esa.
El plantel de secundarios que aparentan pasárselo de puta madre rodando esto, es sensacional; Manolo Gómez Bur, José Lifante, Paco Cecilio, Florinda Chico, Rafaela Aparicio, o Antonio Gamero, en un desmadre de principio a fin que va a setecientos mil por hora, y que no da descanso al espectador. Un festival de carcajadas.
Y por supuesto, la referencia a EN BUSCA DEL ARCA PERDIDA, no vas mas allá del título. Tampoco andan buscando un huevo.
viernes, 22 de marzo de 2013
DIVIERTASE CON NOSOTROS
Y es que este “Diviértase con nosotros”, fue todo un éxito
en lo que por aquél entonces se llamaba “Teatros portátiles” donde se hacían
estas pequeñas revistas que no precisaban de grandes escenarios, triunfando
sobretodo en el teatro chino de Manolita Chen, y no es para menos por el elenco
con el que contaba la obrita… Nada menos que Arévalo, Los Hermanos Calatrava,
Manolo Cal, Florinda Chico y un grupo de
vedettes, intercalando numeritos musicales entre los sketchs que interpretaban
los famosos cómicos. La gracia estaba, en que no solo podíamos verles haciendo
sus shows individuales, si no que podíamos
verles mezclados entre ellos, cosa poco habitual por aquél entonces. Así, pues
la cosa fue un notable éxito, motivo
este por el que esta revista vio la luz en su versión videográfica, que también
se alquiló como rosquillas.
En “Diviertase con nosotros” destacaría los números clásicos
de los hermanos Calatrava ( a los que tras años y años de observación y estudo
AL FIN les veo la gracia y ni me despeino al asegurar que son súper graciosos)
y el momento en el que una de las Vedettes sube al escenario a un pedazo de
subnormal que se pone cachondo, y que a la hora de bailar, vemos un serio
problema de sincronía en él.
A mí la revista, que ya está totalmente extinta y ver una a
estas alturas ya resulta poco menos que anticuado, es un género teatral que me
gusta, así como me gusta el humor de Arévalo y el de los Calatrava (El de
Manolo Cal, sigo todavía sin entenderlo) así que he disfrutado mucho con el
visionado de esta cinta, que reseño aquí, mas como testamento y constancia de
su existencia que por otra casa, pero que si, que está entretenida.
Para incondicionales de la revista de variedades, y
completistas del entrañable sello “Olimpyc vídeo”, que en los ochenta se
atrevió a editar cosas que no se atrevía a editar nadie, y salir airosos del
intento.
sábado, 1 de diciembre de 2012
MI AMIGO EL VAGABUNDO
Así pues, y con permiso de “El Caminante”, estaríamos ante lo que yo considero, la mejor película de Jacinto Molina. Si, como lo oyen, técnicamente y narrativamente hablando. Una peliculita destinada a un público familiar, con la navidad como telón de fondo y con una historia que ya hemos visto mil veces, pero que como película de entretenimiento que es, funciona. De hecho, salvo por algunos aspectos muy ligados al universo “Naschyano”, podría pasar perfectamente por una película de corte popular de Javier Aguirre.
Y es que todas las carencias de las que hace alarde Naschy en sus películas, no son tales en “Mi amigo el Vagabundo”. Es una película para todos los públicos, para lucimiento de su protagonista José Luis López Vázquez, rauda en su ejecución y entretenida, que va al grano y cauando se acaba, te quedas tan agustito.
“El Duque” (Olvídense de Miguel Ángel Silvestre), es un músico ambulante que malvive tocando canciones de tipo autor en el metro. Va acompañado de un niño al que suponemos su hijo. Pronto descubrimos que se trata del hijo de una puta, que murió en un accidente de tráfico, y que está con “El Duque”, porque este decidió hacerse cargo del niño que estaba solo. Un buen día el niño, Sergio, conocerá a una pareja adinerada que perdieron al hijo que esperaban, y se encaprichan con el, así que deciden adoptarlo, apartándole de la tutela de “El Duque”, que no tiene donde caerse muerto. Un secuestro de por medio, y la inaguantable separación de vagabundo y niño, completan la película.
Lo de siempre, y como es obvio, acabará bien.
Jacinto Molina, luciendo un peluquín que me da envidia hasta a mí, no sabe estar en una película sin disfrazarse, así que, colándonos una serie de sueños que tiene el niño, aquí se nos disfraza (y disfraza al pobre José Luis López Vázquez) de Cowboy, de Mosquetero, y de dios sabe que mamarrachadas más, y son los únicos momentos en los que pasamos vergüenza ajena con la película. Y es que a Naschy, se ve que le gustaba un montón disfrazarse, como ya demostró en “El aullido del diablo” o en “El último Kámikaze” o en esa obra maestra del despropósito que es “Operación Mantis”, y es que no conozco persona en el mundo que le queden peor los disfraces que a el. Lástima que no se diera cuenta en el momento de rodar estas películas, máxime cuando, como es el caso, los disfraces utilizados son de tienda de disfraces normal y corriente… así al sombrero de “El Zorro” que luce López Vázquez en uno de esos sueños, se le ve hasta la tira blanca de tela. Y de la “Z” en el pecho, mejor no hablar.
Pero por lo demás, un correcto melodrama familiar que se ve con agrado. Siempre y cuando sean del agrado del espectador películas como “La gran familia” o productos navideños por el estilo. Particularmente, me gustan estas lacrimógenas ñoñadas.
Junto a López Vázquez aparecen un buen número de clásicos del cine español como puedan ser José Bódalo, Gracita Morales, Florinda Chico, además del propio Naschy que interpreta al adinerado señor que adopta a Sergio, que este a su vez, valga la redundancia, lo interpreta Sergio Molina, hijo Jacinto. Entretenidilla. Y lamento un montón haberla visto anoche, y no el día de nochebuena, que en esas fechas, que además son las fechas para las que se concibió esta película, si que la hubiera disfrutado al máximo.
Pero claro, yo es que soy un snob y un excéntrico.
miércoles, 27 de agosto de 2014
EL GRAN MOGOLLÓN
Y Pedro Ruiz, escritor, actor, director de cine, presentador
de televisión y polémico entrevistador, lo que en realidad es, o al menos, así
lo conocí yo desde que tengo uso de razón, es humorista e imitador. Uno de los
grandes además. Sin embargo, hoy parece renegar de todo aquello. Y en particular,
de esta película, “El gran mogollón”. Tuve el placer de conocerlo
personalmente, y cuando le pregunté por ella, me respondió “Aquello fue un
despropósito”. Y me dio mucha rabia, porque a mí, de chaval, me gustaba mucho
esta película. Que mejor manera que corroborar las palabras de Ruiz que viéndola
años después. Y sí, es zetosa, chunga, rodada con una desgana acojonante por el
otrora artesano Ramón Fernández y, básicamente, compuesta de planos generales.
No quería rodar más, ni montar mucho en este encargo. Pero bueno, por otro
lado, la película da lo que ofrece, que es ver a Pedro Ruiz en su mejor momento, imitando, perfectamente
caracterizado, con unas prótesis acojonantes fabricadas por José Antonio Sánchez,
a todos y cada uno de los políticos que existían en España durante aquellos
años de la transición.
Ahora, que Pedro Ruiz se quería marcar la machada, se creía
que él era Peter Sellers (le he llegado a escuchar, en una ocasión, compararse
con Lenny Bruce) y que estaba rodando “Teléfono rojo, volamos hacia Moscú”
porque, al igual que Sellers en aquella película se interpreta como cuatro
papeles, Pedro Ruiz en esta se interpreta nada menos que veinte, pero,
lógicamente nada que ver con la de Kubrick. De hecho, nada más comenzar el film, aparece
en pantalla un cartelito que reza: “Por primera vez en la historia del cine, un
solo actor interpreta a 20 personajes distintos, 17 de ellos, reales y vivos”.
Bueno, quienes fueron a ver la película, ya sabían eso, de hecho, por eso mismo
fueron a verla, no hacía falta ponerlo. Una muestra más de la prepotencia de
Ruiz, que no obstante, es una cosa que me hace cierta gracia de su persona.
La película cuenta, inspirada en la novela “Ayer España
enrojeció” de Andrés Madrid, como en unas elecciones generales, y contra todo
pronostico, sale elegido, para la
presidencia del país, el partido ecológico y revolucionario. Ante la sorpresa
del resto de políticos, el presidente, tiene que soportar los sobornos,
peloteos y golpes bajos del resto de partidos políticos, que harán lo que esté
en su mano por gobernar junto a él.
Bueno, pues yo me la tragué tranquilamente, disfruté de las
imitaciones de Pedro Ruiz (la de Carrillo y la de Alfonso Guerra se llevan la
palma) y como película para lucimiento de un cómico, funciona perfectamente.
Ahora, si es cierto que la película técnicamente es un desastre. Porque como he
dicho antes, se nota que está hecha a toda prisa y sin amor por lo que se está
haciendo. Quizás demasiado. No obstante, la película, muy de su época y para su
época –verla ahora es un poco raro, porque no sabemos ni quienes son la mitad
de quienes imita- está lo suficientemente entretenida, como para pasar por alto
esa técnica. Es más, yo la paso por alto casi siempre, así que…
Junto a Pedro Ruiz, tenemos en el reparto a Agustín González, Amparo Muñoz, Isabel Luque (solo por verla a ella, merece la pena
cualquier película en la que salga), Rafaela Aparicio, Florinda Chico, Antonio Gamero, José Lifante y los cameos, haciendo de si mismos de José María García y
Joaquín Arozamena.
El director, Ramón (a.k.a. Tito) Fernández, es ya un
habitualísimo de este blog.
lunes, 20 de noviembre de 2023
AMOR A TODO GAS
Primera película para lucimiento musical de Peret que, a su vez, es un remake de un viejo título de los años 50, “Amor sobre ruedas”, dirigido por Ramón Torrado. Para esta versión moderna protagonizado por el rey de la rumba, los productores José Antonio Cascales y Benito Perojo, contaron de nuevo con los servicios de Torrado a la dirección.
Se trata de un vodevil típico de nuestro cine clásico, con Peret soltando a diestro y siniestro los éxitos más rutilantes de su emergente carrera en 1969, y subiendo y bajando escaleras, entrando y saliendo por puertas, mientras se desenmaraña la trama de enredo que, por supuesto, acabará bien.
Peret es un taxista de Madrid con un especial talento para la rumba. Un día entra en su taxi a una cantante de éxito que ha regresado a España tras una gira triunfal por Latinoamérica. Como esta quiere pasar inadvertida, finge ser la peluquera del hotel al que Peret la ha de llevar. Pero durante el trayecto se genera un feeling entre ambos, liándose la madeja cuando se enamoran, y ella tiene que hacer triquiñuelas para que Peret no descubra que se trata de la afamada cantante. A la par que todo este enredo, no se perderá ocasión para que nuestro protagonista se cante, guitarra en mano y acompañado de sus palmeros, alguna que otra cancioncilla.
A Peret se le presentó la oportunidad y no la dejó escapar, si bien puso todas las pegas del mundo porque no podía aprenderse el guión debido a un problema que sufría de convergencia visual y le impedía enfocar correctamente sus textos. Al respecto, hay quien dice que es que no sabía leer del todo bien. Como fuere, se adaptó el rodaje de tal manera que el cantante pudiera improvisar.
No está mal, una españolada de las de toda la vida, a estas alturas con un tono absolutamente demodé (con ese muestrario de patillazas que lucen los varones, los colores saturados de la fotografía, o esa chupa de cuero arcaica que, en algunos momentos, viste Peret en pantalla), entretenida y agradable, con el aliciente de contar en su reparto con el artista musical de moda entonces y un reparto de actores clásicos que, siempre, da gusto ver.
Así, como partenaire femenina tenemos a Nieves Navarro, y en papeles secundarios (agárrense) contamos con Fernando Sancho, Florinda Chico, José Sazatornil “Saza”, María Isbert, Xan Das Bolas, José María Tasso, Rafaela Aparicio y, entre otros, a un joven e irreconocible Pepe Sancho, que acometía uno de sus primeros roles casi en calidad de figurante.
Como era habitual en nuestro cine, y como buen vehículo para lucimiento del cantante, “Amor a todo gas” fue un éxito sin precedentes que llegó a congregar a casi dos millones de espectadores, siendo una película que, posteriormente, alcanzó altísimos índices de audiencia en televisión y generó una de las canciones más populares de Peret, concretamente la que da título, es decir, “Amor a todo gas”.
El equipo técnico cuenta asimismo con la presencia de José Ulloa, quien empezaba como asistente o, lo que es lo mismo, trayendo cafés al set.
En cuanto al director, Ramón Torrado, está considerado uno de los más grandes artesanos de nuestro cine quien, especializado en lo folclórico y popular. Puso su cámara al servicio de Manolo Escobar en unas cuantas ocasiones, así como dirigió los vehículos para René Muñoz “Fray Escoba” y “Cristo Negro”, amen de un puñado de clásicos de los años 40 y 50 hoy intocables.
Se trata de un vodevil típico de nuestro cine clásico, con Peret soltando a diestro y siniestro los éxitos más rutilantes de su emergente carrera en 1969, y subiendo y bajando escaleras, entrando y saliendo por puertas, mientras se desenmaraña la trama de enredo que, por supuesto, acabará bien.
Peret es un taxista de Madrid con un especial talento para la rumba. Un día entra en su taxi a una cantante de éxito que ha regresado a España tras una gira triunfal por Latinoamérica. Como esta quiere pasar inadvertida, finge ser la peluquera del hotel al que Peret la ha de llevar. Pero durante el trayecto se genera un feeling entre ambos, liándose la madeja cuando se enamoran, y ella tiene que hacer triquiñuelas para que Peret no descubra que se trata de la afamada cantante. A la par que todo este enredo, no se perderá ocasión para que nuestro protagonista se cante, guitarra en mano y acompañado de sus palmeros, alguna que otra cancioncilla.
A Peret se le presentó la oportunidad y no la dejó escapar, si bien puso todas las pegas del mundo porque no podía aprenderse el guión debido a un problema que sufría de convergencia visual y le impedía enfocar correctamente sus textos. Al respecto, hay quien dice que es que no sabía leer del todo bien. Como fuere, se adaptó el rodaje de tal manera que el cantante pudiera improvisar.
No está mal, una españolada de las de toda la vida, a estas alturas con un tono absolutamente demodé (con ese muestrario de patillazas que lucen los varones, los colores saturados de la fotografía, o esa chupa de cuero arcaica que, en algunos momentos, viste Peret en pantalla), entretenida y agradable, con el aliciente de contar en su reparto con el artista musical de moda entonces y un reparto de actores clásicos que, siempre, da gusto ver.
Así, como partenaire femenina tenemos a Nieves Navarro, y en papeles secundarios (agárrense) contamos con Fernando Sancho, Florinda Chico, José Sazatornil “Saza”, María Isbert, Xan Das Bolas, José María Tasso, Rafaela Aparicio y, entre otros, a un joven e irreconocible Pepe Sancho, que acometía uno de sus primeros roles casi en calidad de figurante.
Como era habitual en nuestro cine, y como buen vehículo para lucimiento del cantante, “Amor a todo gas” fue un éxito sin precedentes que llegó a congregar a casi dos millones de espectadores, siendo una película que, posteriormente, alcanzó altísimos índices de audiencia en televisión y generó una de las canciones más populares de Peret, concretamente la que da título, es decir, “Amor a todo gas”.
El equipo técnico cuenta asimismo con la presencia de José Ulloa, quien empezaba como asistente o, lo que es lo mismo, trayendo cafés al set.
En cuanto al director, Ramón Torrado, está considerado uno de los más grandes artesanos de nuestro cine quien, especializado en lo folclórico y popular. Puso su cámara al servicio de Manolo Escobar en unas cuantas ocasiones, así como dirigió los vehículos para René Muñoz “Fray Escoba” y “Cristo Negro”, amen de un puñado de clásicos de los años 40 y 50 hoy intocables.
martes, 6 de septiembre de 2011
LAS CHICAS DEL BINGO
Siendo muy coral, la película cuenta la historia de distintas trabajadoras del bingo que, entre cartón y cartón, ligan con viejos, y fuera del trabajo viven su propio drama. Una deja el pueblo para realizarse, otra tiene una turbulenta relación con su novio, otra mantiene al marido porque este está en paro, y otra siente debilidad sexual por los “languis” y los “estropeaos”.
Deambulando entre el drama y la comedia, "Las chicas del bingo" resulta ser una película de lo más amena y entretenida, que pasa en un suspiro. Ochentera hasta la médula y, en ocasiones, y en consecuencia, ridícula, es de lo más llamativo encontrarse una escasez considerable de destape y escenas de sexo, máxime considerando época en la que se rodó y tratando como trata el mundo crápula. Dentro de la crudeza de lo que cuenta, casi podría ir destinada a toda la familia.
Por la pantalla rulan secundarios de lujo que hacen a las chicas del bingo la vida más fácil, o más difícil: Manolo Zarzo, Agustín González, Rafael Hernández, Emilio Linder o José Bodalo, complementan el granado reparto, junto a los arriba mentados, María Kosty, María José Cantudo, y Silvia Aguilar.
El director del invento es Julián Esteban, que aunque como director no se prodigó mucho, sí que es guionista, bajo el seudónimo de Julius Valery, de "El lago de los muertos vivientes" según -dicen- Jean Rollin y "Sexo Caníbal" de, justo, el director original de aquella antes de pirarse a último segundo, Jess Franco.
lunes, 17 de diciembre de 2018
SOLTERO Y PADRE EN LA VIDA
Y se podría hablar del subgénero de “Papás solteros” con
esta cinta y tantas otras que hay de semejante índole y que fueron un éxito de
taquilla (a saber; “Las locas peripecias de un señor mamá”, “Tres solteros y un
biberón”, “Un genio en apuros”…)
Por otro lado, la película refleja una España del franquismo
en la que los hombres no sirven para cuidar niños y las mujeres traen esos
cuidados de serie. El personaje de Florinda Chico, vecina cotilla del personaje
de Sacristán, acude al rescate ya que aunque nunca ha tenido hijos, sabe
exactamente que hacer porque, y cito textualmente, “las mujeres, ya se sabe”.
Asimismo, el jefe del personaje de Sacristán, interpretado por un enorme
Antonio Ferrandis, al que no se sugiere ninguna ideología política, pero que
por su modus operandi suponemos de extrema derecha, es un acosador sexual de
padre y muy señor mío que no hace más que soltar improperios —y vanagloriarse
de ello— a cualquier fémina que se le pone a tiro durante toda la película.
Todo esto, sin condenarlo, mostrándolo con cierta chufla, como si fuera normal.
No es para llevarse las manos a la cabeza siendo una ficción de 1972, lo triste
es que este tipo de seres existen hoy en pleno 2018. Sin embargo es una actitud
condenable de una película de otro tiempo dónde todo funcionaba de otra manera.
Por ello a día de hoy se le critica. Bien, yo no quiero este tipo de seres en
la vida real, pero en una película, son inofensivos. Lo fueron en los setenta y
lo son hoy. Lo demás, son tonterías, así que, pasen páginas, señores defensores
de los valores humanos, la moral y la corrección política.
Por otro lado, decir que si tuviera que poner un ejemplo de
lo que entiendo por “Españolada”, uno de los que pondría, sería este “Soltero y
padre en la vida”, que responde a la etiqueta como si la película hubiera sido
concebida para ella.
Y sin más, tan solo decir que se trata de una película
dinámica y divertida, con un pulso narrativo y cómico como solo podían tenerlo
aquellas “españoladas” y que casi 50 años después de su concepción, esta
película se disfruta ¡a las mil perfecciones!
Para pasar el rato, que es lo que yo pretendo cuando me
pongo una peli, aunque esta sea de arte y ensayo, “Soltero y padre en la vida”
es una película adecuadísima. Compruébenlo.
lunes, 18 de diciembre de 2023
TRES SUECAS PARA TRES RODRIGUEZ
“Tres suecas para tres Rodríguez”, producción de Rafael Vázquez Fajardo, con guion del propio productor para ser llevado a la pantalla por Pedro Lazaga, ya desde su título sería una muestra palpable de lo que en términos generales se conoce como “españolada”. Es puro cine comercial y de evasión sin mayor pretensión que la de hacer que el espectador pase por taquilla y que, ya que está, obtenga una hora y media de risas.
Así, lo que tenemos es una colección de clichés y tópicos —a saber: Benidorm, suecas, Rodríguez, destape...— que serían signos identificativos de nuestro cine de comedia durante la década de los setenta, signos que en realidad sólo vislumbraríamos en media docena de títulos a los sumo, y que no representan en absoluto toda la “españolada” producida aquellos años, pero que a nivel popular prevalecen, hasta tal punto que parece que nuestra comedia de la época solo trataba de españoles tras las suecas. Pero “Tres suecas para tres Rodríguez” es la quintaesencia de todo eso. Y, sí, va de tres españoles que se ligan a tres suecas.
Concebida al servicio de Tony Leblanc, se trata de una película decadente que, si bien no pone fin al género, sí nos muestra el descenso de calidad tanto artística como técnica de la triada formada por Leblanc, Antonio Ozores y Pedro Lazaga, que dieciséis años atrás facturaron aquella obra maestra que es “Los tramposos”, y de la que “Tres suecas para tres Rodríguez” no es ni su sombra; si aquella estaba rodada con un cuidado exquisito, esta lo está a toda prisa y dando la sensación de que lo que primaba era sacar el máximo de trabajo en cada jornada. También es cierto que Tony Leblanc, galán cómico en la pasada década, quizá en 1975 ya no contaba con el beneplácito de todo el público como años atrás, y se tradujo en taquilla con un número bastante inferior de espectadores con respecto a sus títulos más celebrados. La película sobrepasaba el medio millón de espectadores. Puede que ahora pudiéramos calificar esa cifra de exitosa, pero para los parámetros de la taquilla de 1975, era más bien poca cosa.
Del mismo modo se nos presenta a un Tony Leblanc claramente desgastado, envejecido, con peluca y cuya interpretación está bastante lejos de lo que fue capaz años atrás, interpretando su papel mecánicamente y sin emplearse a fondo. Aún así, es capaz de sacar en el espectador más de una carcajada, porque tanto Tony como la película sí que funcionan, paradójicamente, a niveles humorísticos.
Asimismo “Tres suecas para tres Rodríguez” supone un título significativo dentro de la filmografía de Leblanc por tratarse de la última en la que intervendría tras decidir retirarse de los platós por problemas de salud que acarreaba desde tiempo atrás, al margen del aparatoso accidente de tráfico sufrido en 1983, que le dejaría inválido y acabaría de apartarle del todo de los escenarios, hasta que en 1997, diecisiete años después de ponerse frente a la cámara por última vez para la película que nos ocupa, fue rescatado para la gran pantalla, no sin esfuerzo, por un obstinado Santiago Segura. Sin embargo, a partir de aquí, recuperado milagrosamente de su invalidez, retomaría una carrera como actor en roles secundarios, ya fuera en la célebre saga de Segura, ya fuera en la serie de televisión “Cuéntame como pasó”. “Tres suecas para tres Rodríguez” sería el último protagónico en su carrera y la finalización de la etapa genuina del actor, en calidad de estrella, que comprende desde bien entrados los años 40 hasta la fecha de estreno de esta película.
Por lo demás estamos ante una obra menor del cine español, un título más entre los menos destacables de la filmografía del director Pedro Lazaga y, a rasgos generales, una funcional y tontorrona comedieta veraniega a la que es absurdo pedirle más de lo que nos ofrece; mucho descerebre, humor histriónico, algo de carne femenina —algo de masculina también— y el buen hacer de veteranos de la escena como Rafael Alonso, Florinda Chico, Antonio Ozores o Laly Soldevilla entre otros, que acompañan a Tony Leblanc en lo que, por los pelos, no se convirtió en su canto de cisne.
Para echar una sobremesa sobra, alcanza y, al final, incluso celebramos.
Así, lo que tenemos es una colección de clichés y tópicos —a saber: Benidorm, suecas, Rodríguez, destape...— que serían signos identificativos de nuestro cine de comedia durante la década de los setenta, signos que en realidad sólo vislumbraríamos en media docena de títulos a los sumo, y que no representan en absoluto toda la “españolada” producida aquellos años, pero que a nivel popular prevalecen, hasta tal punto que parece que nuestra comedia de la época solo trataba de españoles tras las suecas. Pero “Tres suecas para tres Rodríguez” es la quintaesencia de todo eso. Y, sí, va de tres españoles que se ligan a tres suecas.
Concebida al servicio de Tony Leblanc, se trata de una película decadente que, si bien no pone fin al género, sí nos muestra el descenso de calidad tanto artística como técnica de la triada formada por Leblanc, Antonio Ozores y Pedro Lazaga, que dieciséis años atrás facturaron aquella obra maestra que es “Los tramposos”, y de la que “Tres suecas para tres Rodríguez” no es ni su sombra; si aquella estaba rodada con un cuidado exquisito, esta lo está a toda prisa y dando la sensación de que lo que primaba era sacar el máximo de trabajo en cada jornada. También es cierto que Tony Leblanc, galán cómico en la pasada década, quizá en 1975 ya no contaba con el beneplácito de todo el público como años atrás, y se tradujo en taquilla con un número bastante inferior de espectadores con respecto a sus títulos más celebrados. La película sobrepasaba el medio millón de espectadores. Puede que ahora pudiéramos calificar esa cifra de exitosa, pero para los parámetros de la taquilla de 1975, era más bien poca cosa.
Del mismo modo se nos presenta a un Tony Leblanc claramente desgastado, envejecido, con peluca y cuya interpretación está bastante lejos de lo que fue capaz años atrás, interpretando su papel mecánicamente y sin emplearse a fondo. Aún así, es capaz de sacar en el espectador más de una carcajada, porque tanto Tony como la película sí que funcionan, paradójicamente, a niveles humorísticos.
Asimismo “Tres suecas para tres Rodríguez” supone un título significativo dentro de la filmografía de Leblanc por tratarse de la última en la que intervendría tras decidir retirarse de los platós por problemas de salud que acarreaba desde tiempo atrás, al margen del aparatoso accidente de tráfico sufrido en 1983, que le dejaría inválido y acabaría de apartarle del todo de los escenarios, hasta que en 1997, diecisiete años después de ponerse frente a la cámara por última vez para la película que nos ocupa, fue rescatado para la gran pantalla, no sin esfuerzo, por un obstinado Santiago Segura. Sin embargo, a partir de aquí, recuperado milagrosamente de su invalidez, retomaría una carrera como actor en roles secundarios, ya fuera en la célebre saga de Segura, ya fuera en la serie de televisión “Cuéntame como pasó”. “Tres suecas para tres Rodríguez” sería el último protagónico en su carrera y la finalización de la etapa genuina del actor, en calidad de estrella, que comprende desde bien entrados los años 40 hasta la fecha de estreno de esta película.
Por lo demás estamos ante una obra menor del cine español, un título más entre los menos destacables de la filmografía del director Pedro Lazaga y, a rasgos generales, una funcional y tontorrona comedieta veraniega a la que es absurdo pedirle más de lo que nos ofrece; mucho descerebre, humor histriónico, algo de carne femenina —algo de masculina también— y el buen hacer de veteranos de la escena como Rafael Alonso, Florinda Chico, Antonio Ozores o Laly Soldevilla entre otros, que acompañan a Tony Leblanc en lo que, por los pelos, no se convirtió en su canto de cisne.
Para echar una sobremesa sobra, alcanza y, al final, incluso celebramos.
lunes, 26 de diciembre de 2016
INTERVIEW: MARTÍN GARRIDO RAMIS
Nacido en Palma de Mallorca en 1952, Martín Garrido Ramis,
un hombre de teatro que cuando se ha embarcado en la empresa cinematográfica,
lo ha hecho desde la más absoluta independencia, y desde ese lado Outsider, que
al que suscribe tanto le agrada.
Responsable de ser el primer director Mallorquín que
consigue rodar una película para su distribución comercial en salas (“¡Que Puñetera Familia!”), también lo es de la película más extraña y lúgubre del
cine español de los últimos años “El hijo Bastardo de Dios”, amén de tener una
dilatada carrera con títulos de absoluto culto como puedan ser “Mordiendo la
vida” o “Héroes de Cartón”.
Padre del también director Martín Garrido Barón (“H6, Diario
de un asesino”), nos concede unos minutos de su tiempo para hablar de los dimes
y diretes en torno a su carrera, de sus próximos proyectos y de sus
preferencias.
Martín Garrido Ramis, el último director independiente.
Comienzas en el cine con una serie de cortometrajes en 35
mm. para luego convertirte en el director de la primera película de corte
comercial realizada en las Islas Baleares, “¡Qué Puñetera Familia!” ¿Cómo surge
la oportunidad de realizarla?
Había hecho dos
cortometrajes: “… Pero no ahoga” y “La Rosario y el Pinzas”. Este último me lo
seleccionaron en 1983 en el festival de Cine de San Sebastián y viajé allí
invitado por el festival. Tengo críticas que lo clasifican como una pequeña
obra maestra. Cuando volví a Palma conocí a un empresario de cine (Joan Olives)
que me propuso alargar mi primer corto y convertirlo en un largo. Y así lo
hice. Costó 6 millones de pesetas y dio como 32. Aunque la película la
considero mala porque me daba igual hacer cine, pero ahí está como la primera
película comercial mallorquina de la historia.
Así que la consideras malísima…
Sólo mala. Escribía
cada día lo que iba a rodar, no había guión. Pero te diré una cosa que me han
dicho muchas veces pero de la que yo nunca he hablado; Es una primicia. Estoy
seguro que mi película la vio el joven Almodóvar y me copió una escena, la de
la meada. Yo soy el primer director que rodé una meada auténtica, luego lo hizo
él. Y como la película se vio en toda España… Y ya que estamos te diré dos
copias más que me han hecho. Mota me ha copiado el final de un corto que está
en Youtube y se llama “Muerte y resurrección de Pedro Navaja”, y un famoso
cómico inglés me acaba de plagiar otro corto mío de Youtube. Mi corto se llama
“Am not Becham” y él me ha plagiado para hacer un spot de calzoncillos de
Beckam. A partir de ahora registraré lo que cuelgue en Youtube.
Rodaste “¡Qué puñetera familia!” con equipo técnico
proveniente de Barcelona ¿No había en Mallorca equipo técnico cualificado para
acometer el rodaje de un largometraje?
En Mallorca no había
nada, por no haber ni había una cámara de 35 mm. La película la rodé en cinco fines de
semana, y cada fin semana traía a un equipo de siete personas, y el material alquilado,
pagándo todos los gastos y el sueldo. El director de fotografía es Joseph Gusi
de TV3, pero un fin de semana no pudo venir y lo sustituyó Carles Gusi, que
después haría películas con Almodóvar y en Hollywood.
¿Cuánto le debe “¡Qué Puñetera Familia!” al cine de John
Waters?
Waters es sexo, yo
siempre he sido crítico social. Mis películas son esencialmente de humor negro.
En la película cuentas con la presencia de un actor
clásico de la escena Mallorquina como es Xecs Forteza. ¿Cómo fue dirigirle?
Xesc Forteza era un
cachondo que estaba detrás de todo lo que llevara faldas. La escena que tiene
muriéndose con Lynn Anderson encima,
para él fue la releche. “Repítela todas las veces que quieras”, me dijo. En la
escena aparece él muriéndose tocándole los pechos a la actriz porno. Fue muy
divertido dirigirlo.
Cuéntanos algo sobre la distribución. ¿Costó mover la
película en la península?
Todas mis películas
se han distribuido en la península, menos una que se titulaba “Simpáticos
degenerados” protagonizada por Florinda Chico. No se distribuyó porque la
compró la Warner Bros para estrenarla en vídeo directamente. La distribución
para los que hacen cine en la isla es muy complicada y difícil, de hecho no
conozco a ningún director mallorquín al que le hayan distribuido su película.
También tengo que decir que los únicos que hacemos cine en Mallorca somos mi
hijo y yo.
“El último Penalti” y “Simpáticos Degenerados son tus
únicas películas que aún no he visto. ¿Qué me puedes decir de ellas?
Las dos son comedias
divertidas y poco más. Cuando las rodé estaba más por otras cosas más
divertidas. En las dos películas lo importante eran las fiestas que
organizábamos. No perdía nada de tiempo en escribir los guiones, lo hacía de
cualquier forma. Pero te voy a contar una cosa que tampoco he contado nunca a
nivel prensa; “El último penalti” se llamaba en realidad “La eterna España de
charanga y pandereta” y me lo iba a producir nada más y nada menos que José
Esteban Alenda, el primer productor español que ganó un Oscar. Yo era íntimo amigo
de él porque me distribuyó cinco cortometrajes e incluso me hizo ganar dinero.
Pues bien, él leyó el guion en el que me había esforzado un poco, y me dijo que
me lo producía si esperaba seis meses a que se recuperara del fracaso de
“Volver a empezar”, que le había costado 200 millones. Le dije que me lo pensaría. Y de repente surgió
en mi vida, desgraciadamente, Ricard Reguant, actualmente director de musicales
(“Grease”, “Chicago”), y me dijo que si le metía mano al guión haciéndolo más
hortera y con más sexo, me traía todo un equipo de Barcelona a precio tirado, y
que luego me presentaba a Antonio Llorens (Lauren Films). Yo, como en aquel
tiempo era joven, guapo y gilipollas, accedí y dirigí una mierda de película.
Al año siguiente la película fue seleccionada en el Festival de Cine de Comedia
de La Coruña, y el gran Berlanga me dijo: “Es una pena, Martín. Has hecho una
película mala pero hubiera podido ser muy buena.” Así es la vida, una mala
compañía puede cambiarte la vida.
En “Héroes de Cartón” ruedas en 35 mm. en unos años en
los que el vídeo ya se imponía en las producciones profesionales independientes.
¿Por qué decides rodar en 35 mm?
“Héroes de cartón”
existe por mi hijo que quería ser director de cine. Puedo decir que es mi
primer guión pensado y bien escrito. Aunque yo salgo como director y mi hijo
Martín Garrido dirigió la mitad de la película con tan solo 15 años.
¿Tuvo algún tipo de distribución esta película? Tanto
dentro como fuera de Mallorca.
La distribuyó Lauren
Films, la distribuidora que en aquel momento distribuía en exclusiva todas las
películas de Woody Allen. Parece mentira con las películas malas que hacía y la
suerte que tenía con las distribuidoras. No sé que debían ver en ellas.
En ella cuentas con la presencia de Antonio Mayans y
Ricardo Palacios. Ambos habían trabajado con anterioridad con Jesús Franco ¿Encuentras algún paralelismo
entre tu obra y la de Jesús Franco?
Ni por asomo.
Antonio y Ricardo hicieron sus papeles muy bien. Yo siempre he hecho un cine
malo hasta “El hijo bastardo de Dios”, porque me surgía el dinero para hacerlo,
ni más ni menos. Es increíble pero es cierto. Hacer cine, para mí, era
solucionarme un año con el dinero que ganaba. Y eso era lo importante.
¿Cómo fue la experiencia de rodar con un hombre con la
experiencia con la que cuenta Mayans, tanto como actor, como de jefe de
producción?
Antonio Mayans es el
clásico ejemplo del actor que podía haber sido muy importante en el cine en
español. Quizá el asociarse con Franco le perjudicó su carrera. La experiencia
con Mayans fue buena como lo es siempre. Es un actor muy intuitivo que no hace
falta decirle mucho para que lo haga muy bien.
Sin embargo, y a pesar de tu larga trayectoria
cinematográfica, tú siempre has realizado teatro.
Desde que tengo 19
años no he dejado de hacer teatro. Entre función y función era cuando hacía
cine. Fui a la escuela de Arte Dramático de Trino Trives y después ya no dejé
de hacer teatro. En estos momentos estoy montando “Un invierno en Mallorca”. El
teatro para mí es la vida, el cine es la parte cachonda del arte de crear. De
todas formas ahora, que en las redes me tachan como el último director
independiente de este país, me tomo el cine en serio. Desde “El hijo bastardo
de Dios”, me esfuerzo. Tengo por estrenar “Turbulencia Zombi” y “Una función
para olvidar” en la que Fernando Esteso hace un pequeño papel. Las dos
películas son tragicomedias, lo que me gusta.
“H6, diario de un asesino” en mi opinión es una de las
películas españolas de psycho-Killers más infravaloradas del cine de terror
español, dirigida por tu hijo Martín Garrido Barón y con guion tuyo. ¿Qué
opinas de la película? ¿Tú la hubieras
rodado de manera diferente?
Me alegra que me
digas esto porque si antes podía tener dudas de si entendías de cine, ahora
estoy seguro de que entiendes. Por primera vez en mi vida me comí el coco de
mala manera para escribir el guión de lo que sería el primer largometraje de mi
hijo Martín. Me lo comí de verdad, y el resultado fue un guion genial (no soy
humilde pero sí terriblemente objetivo). Y mi hijo con 21 años hizo una
película de puta madre. Y ahora te voy a contar otra cosa que nunca he contado
públicamente; “H6, diario de un asesino” se terminó y todos dábamos saltos de
alegría. La película había salido genial y nos fuimos a La Columbia para que la
viera su director, James Armstrong. El americano quedó flipado y dijo que la
estrenaba en Gran Vía y tiraba ciento veinte copias. Lo habíamos conseguido,
pensamos mi hijo y yo. Cuando salimos de la productora nos fuimos a comer una
mariscada los cuatro. Mi hijo y yo, y los productores de Kanzaman Mark y Denis.
Por la noche volvimos a Mallorca más contentos que unas castañuelas. Mi hijo
iba a conseguirlo con 21 años. La leche. Al día siguiente, a última hora de la
tarde nos llamó Samuel Gómez, el montador, para decirnos que los productores
habían cortado cuarenta minutos de metraje. Casi nos da algo. Al día siguiente
volvimos a Madrid y les dijimos a los productores de todo menos guapos. Pero no
hubo manera, querían que la película durara noventa minutos. Al quitarle a la
película tanto metraje, se quitó la esencia de la historia. La película fue un
fracaso comercial y las críticas la devastaron. Hay tanto inepto en el cine que
uno no se lo puede creer.
Vuelves a hacer cine años después, en 2015, con “El Hijo
Bastardo de Dios” ¿Qué te motiva volver? ¿Es el cine de tu hijo una inspiración
para esta película?
Simplemente tenía ganas de hacer un cine que siempre he
sabido hacer y que nunca he hecho. Increíble pero cierto. Hasta “El hijo
bastardo de Dios” mis películas no me gustan. Hablo de las que yo he dirigido.
¿No crees que el tener un presupuesto escueto puede
beneficiar de algún modo a esta película en concreto?
Repito: como dicen
en las redes soy el último director independiente de este país. Yo nunca he
pretendido hacer un cine convencional. A mí siempre me ha gustado el cine
independiente. Siempre. ¿Por qué? Porque haces lo que te sale de los cojones y
ningún productor gilipollas te puede cortar tu obra. “El hijo bastardo de Dios”
es una película que quería hacer, y sé, que con el tiempo será de culto. Ya lo
han dicho muchos, no sólo yo. De todas formas no es el cine que quiero hacer,
lo mío es la tragicomedia. Adoro a Berlanga.
¿Por qué “El hijo Bastardo de Dios” es tan sórdida y
lúgubre? ¿No crees que es demasiado extraña para un público que acude en manada
a ver “8 Apellidos Vascos”?
Tienes toda la
razón, pero yo prefiero que me recuerden como el director de “El hijo bastardo
de Dios” que como el de “8 Apellidos Vascos”.
“El Hijo Bastardo de Dios” se estrena en cines, sin
embargo, no cuenta con una edición en DVD. Pero ahora que lo pienso, tampoco
tus películas anteriores cuentan con distribución en DVD ¿Por qué ocurre esto? En
el caso de “El hijo Bastardo de Dios” en particular, y con el resto en general.
Lauren Films editó
la película en VHS, las demás no han salido en DVD. La razón no la sé porque
estaba de juerga. “El hijo bastardo de Dios” si va a salir en DVD.
Tus dos últimas películas son “Turbulencia Zombi” y “Una
función para olvidar”. ¿Por qué una
película de Zombies? ¿No te parece que el mercado esté sobresaturado de cine Zombie?
“Turbulencia Zombi”
es una tragicomedia en la que no sale ningún zombie. Es un grupo de parados de
un pueblo que decide grabar una película de zombies para Youtube y ganar
dinero, el problema es que no tienen ni idea de cómo hacerlo.
“Una función para olvidar” cuenta además con la presencia
de un grande de la escena cómica como es Fernando Esteso, además en un rol
dramático. ¿Cómo decides integrar a Esteso en el casting?
Esteso y Pajares son
grandes actores. Es más, todos los grandes cómicos son grandes actores
dramáticos. Lo conocí en una fiesta en Madrid, y años después le dije que me
gustaría trabajar con él. Leyó el guion y dijo que sí.
¿Podremos ver estas películas en cines o DVD, o el tema de
la distribución esta jodido en exceso?
Claro que sí.
Además, ya tengo distribución para las dos.
¿Eres consciente de que haces un cine muy distinto en
maneras y formas al del resto de cineastas españoles? Eres especialmente
antiacadémico. ¿Por qué crees que si no sigues las pautas marcadas por los
academicismos, las películas no encuentran un público?
Yo soy escorpión. ¿Sabes lo del escorpión que le pidió a la
rana que le cruzara el río? La rana le dijo que no porque le picaría. El
escorpión le juró que no lo haría, y la rana se fió. Y cuando estaban en la
mitad del río el escorpión le pico. “¿Eres imbécil? –le dijo la rana- “Nos
vamos ahogar los dos.” “Lo sé” –le contestó el escorpión-, “¿pero quién frena
mi personalidad?” Mi padre era de la FAI
y yo he salido a él: anarquista.
¿Qué cine ve habitualmente Martín Garrido?
El mejor cine que te puedas imaginar. Soy un cinéfilo de
cojones. Una película, por ejemplo: “Sed del mal” o “Matrix”.
Dime cinco películas que adores
Rufufú
Plácido
La Escopeta Nacional
Divorcio a la Italiana
La Jauría Humana
Cinco Películas que odies
No odio a ninguna
película porque sé lo que cuesta hacerlas.
viernes, 1 de diciembre de 2023
SI FULANO FUESE MENGANO
Quinta y última película para lucimiento de Peret, que se despide del cine hasta su recuperación en los 90 con papeles serios y secundarios. Del mismo modo, a finales de la década de los 70 abandonaría el mundo de la música, que tanto dinero y fama le había reportado, para dedicarse a dar la palabra del evangelio como pastor, labor que ya no abandonaría hasta mediados de los 90, cuando volvería a la música con mucha más fuerza.
"Si Fulano fuese Mengano" fue un encargo para Mariano Ozores. Este, lejos de hacer un film cuyo argumento sirviera de excusa para presentar las inevitables canciones, hace lo contrario; desarrolla una trama cómica muy a la Ozores, e integra cuatro temas de Peret, que es lo mínimo que se le pide en la película, dando pie a un vodevil propio de su estilo. Queda así la parte musical reducida a la mínima expresión.
La verdad que esta es una película estupenda.
Tenemos a un tipo rico y acaudalado, Raúl, un juerguista que allá por donde va la caga, deja deudas o problemas de cuernos y, en consecuencia, tiene unas cuantas amenazas de muerte y/o secuestro. Por otro lado, tenemos a un obrero de la construcción, Miguel, bueno y honesto, que posee la particularidad de que es exactamente igual que Raúl.
Cuando Raúl sospecha que hay varios frentes que pretenden asesinarle, deja en manos de su secretario, Evaristo Rebollo, el contratar al tal Miguel para que, por una suculenta suma de dinero, se haga pasar por él los siguientes quince días. Su idea es que maten a este pobre desgraciado en su lugar y, después, irse a vivir la vida a Brasil. Miguel aceptará la oferta y se tirará la película entera esquivando intentos de asesinato y procurando enmarañar los desaguisados que Raúl ha dejado por la vida.
Lo bueno de “Si Fulano fuese Mengano” es que, más que una película de Peret, es una de Mariano Ozores. Si suprimimos las cuatro canciones del músico, y en su lugar hacemos protagonizar la película a, por ejemplo, Fernando Esteso, será exactamente la misma y no se resentirá en el resultado. No obstante, la elección de Peret termina siendo muy acertada, porque al margen de lo que su música nos parezca, no tenía frente a las cámaras el carisma de Manolo Escobar, pero casi, y aunque aparece doblado, lo cierto es que como actor funciona bien y se complementa a la perfección con sus partenaires (y verdaderos protagonistas velados de la película) que son José Luis López Vázquez, Antonio Ozores o, esplendido —y, no sabemos por qué, también doblado— José Sazatornil “Saza”. De hecho, en los ochenta, cuando el film se lanzó en vídeo de alquiler, y Peret había pasado a un segundo plano al abandonar su carrera musical, la carátula con la que apareció le posicionaba en tercer lugar, atribuyendo total protagonismo a López Vazquez que, en justicia, lo era.
Además, una de las secuencias más graciosas de todo el cine de Ozores se encuentra en esta película y prescinde de la presencia de Peret. Es aquella en la que el personaje de Saza, padre de la joven a la que Raúl ha dejado embarazada, cree que Evaristo Rebollo (López Vázquez) es el seductor de su hija y, en consecuencia, pide responsabilidades al interfecto. Y le insulta, le zarandea, le atiza y humilla. Ese diálogo no solo es desternillante, sino que todo el acting deja claro cuan grandes eran nuestros actores de aquella época. Saza particularmente.
Asimismo, casi se nos malogran López Vázquez, Antonio Ozores y Peret. Contaba el rumbero en sus memorias que tenían que rodar una escena en la que van en un coche de rally. La producción compró a tal efecto uno en un desguace, sin asegurarse antes de su buen funcionamiento, así que colocaron la cámara sobre el capó mirando al interior y lanzaron a los tres actores a la carretera en una escena en la que el vehículo, conducido por Peret, no tiene frenos. A la voz de acción, el cantante arrancó el coche y salió a conducir, con tan mala suerte que el automóvil tampoco tenía frenos en la vida real. Pero como en la escena el diálogo de Peret hacía referencia a esa misma inconveniencia, el cantante exclamó: “¡Que esto no tiene frenos, pero de verdad!”, el equipo pensó que formaba parte de su actuación y nadie hizo caso, por lo que los tres actores pasaron un mal rato hasta que Peret, conductor experimentado, encontró la manera de detener el auto justo antes de estrellarse contra una fachada.
Salieron ilesos, pero Peret montó un gran pollo a producción y ese día ya no se rodó más. El propio Mariano Ozores tuvo que ir a su camerino a tranquilizarlo y pedirle disculpas.
Al margen de la anécdota, “Si Fulano fuese Mengano” resulta una película fresca y divertida, una comedia de enredo loca de Ozores que, incluso a día de hoy, sigue manteniendo el tipo, y si bien puede que estéticamente se haya quedado añeja, a nivel risas las obras de Ozores siguen funcionando como un tiro. No hay nada más gracioso que ver a López Vázquez, Antonio Ozores o Saza en su salsa y pasándoselo francamente bien con sus tontunas.
El reparto, por supuesto, como solía ser habitual en cualquier película de la época, lo componen, además de los astros ya mencionados, otros del calado de Florinda Chico, Pepe Rubio, Gracita Morales, Helga Line, María Kosty o la televisiva Marisa Medina.
Un divertimento sin par. Además, las canciones son pocas y apenas molestan.
"Si Fulano fuese Mengano" fue un encargo para Mariano Ozores. Este, lejos de hacer un film cuyo argumento sirviera de excusa para presentar las inevitables canciones, hace lo contrario; desarrolla una trama cómica muy a la Ozores, e integra cuatro temas de Peret, que es lo mínimo que se le pide en la película, dando pie a un vodevil propio de su estilo. Queda así la parte musical reducida a la mínima expresión.
La verdad que esta es una película estupenda.
Tenemos a un tipo rico y acaudalado, Raúl, un juerguista que allá por donde va la caga, deja deudas o problemas de cuernos y, en consecuencia, tiene unas cuantas amenazas de muerte y/o secuestro. Por otro lado, tenemos a un obrero de la construcción, Miguel, bueno y honesto, que posee la particularidad de que es exactamente igual que Raúl.
Cuando Raúl sospecha que hay varios frentes que pretenden asesinarle, deja en manos de su secretario, Evaristo Rebollo, el contratar al tal Miguel para que, por una suculenta suma de dinero, se haga pasar por él los siguientes quince días. Su idea es que maten a este pobre desgraciado en su lugar y, después, irse a vivir la vida a Brasil. Miguel aceptará la oferta y se tirará la película entera esquivando intentos de asesinato y procurando enmarañar los desaguisados que Raúl ha dejado por la vida.
Lo bueno de “Si Fulano fuese Mengano” es que, más que una película de Peret, es una de Mariano Ozores. Si suprimimos las cuatro canciones del músico, y en su lugar hacemos protagonizar la película a, por ejemplo, Fernando Esteso, será exactamente la misma y no se resentirá en el resultado. No obstante, la elección de Peret termina siendo muy acertada, porque al margen de lo que su música nos parezca, no tenía frente a las cámaras el carisma de Manolo Escobar, pero casi, y aunque aparece doblado, lo cierto es que como actor funciona bien y se complementa a la perfección con sus partenaires (y verdaderos protagonistas velados de la película) que son José Luis López Vázquez, Antonio Ozores o, esplendido —y, no sabemos por qué, también doblado— José Sazatornil “Saza”. De hecho, en los ochenta, cuando el film se lanzó en vídeo de alquiler, y Peret había pasado a un segundo plano al abandonar su carrera musical, la carátula con la que apareció le posicionaba en tercer lugar, atribuyendo total protagonismo a López Vazquez que, en justicia, lo era.
Además, una de las secuencias más graciosas de todo el cine de Ozores se encuentra en esta película y prescinde de la presencia de Peret. Es aquella en la que el personaje de Saza, padre de la joven a la que Raúl ha dejado embarazada, cree que Evaristo Rebollo (López Vázquez) es el seductor de su hija y, en consecuencia, pide responsabilidades al interfecto. Y le insulta, le zarandea, le atiza y humilla. Ese diálogo no solo es desternillante, sino que todo el acting deja claro cuan grandes eran nuestros actores de aquella época. Saza particularmente.
Asimismo, casi se nos malogran López Vázquez, Antonio Ozores y Peret. Contaba el rumbero en sus memorias que tenían que rodar una escena en la que van en un coche de rally. La producción compró a tal efecto uno en un desguace, sin asegurarse antes de su buen funcionamiento, así que colocaron la cámara sobre el capó mirando al interior y lanzaron a los tres actores a la carretera en una escena en la que el vehículo, conducido por Peret, no tiene frenos. A la voz de acción, el cantante arrancó el coche y salió a conducir, con tan mala suerte que el automóvil tampoco tenía frenos en la vida real. Pero como en la escena el diálogo de Peret hacía referencia a esa misma inconveniencia, el cantante exclamó: “¡Que esto no tiene frenos, pero de verdad!”, el equipo pensó que formaba parte de su actuación y nadie hizo caso, por lo que los tres actores pasaron un mal rato hasta que Peret, conductor experimentado, encontró la manera de detener el auto justo antes de estrellarse contra una fachada.
Salieron ilesos, pero Peret montó un gran pollo a producción y ese día ya no se rodó más. El propio Mariano Ozores tuvo que ir a su camerino a tranquilizarlo y pedirle disculpas.
Al margen de la anécdota, “Si Fulano fuese Mengano” resulta una película fresca y divertida, una comedia de enredo loca de Ozores que, incluso a día de hoy, sigue manteniendo el tipo, y si bien puede que estéticamente se haya quedado añeja, a nivel risas las obras de Ozores siguen funcionando como un tiro. No hay nada más gracioso que ver a López Vázquez, Antonio Ozores o Saza en su salsa y pasándoselo francamente bien con sus tontunas.
El reparto, por supuesto, como solía ser habitual en cualquier película de la época, lo componen, además de los astros ya mencionados, otros del calado de Florinda Chico, Pepe Rubio, Gracita Morales, Helga Line, María Kosty o la televisiva Marisa Medina.
Un divertimento sin par. Además, las canciones son pocas y apenas molestan.
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