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viernes, 20 de octubre de 2017

THE EDITOR

El postmodernismo ha matado el cine de terror de Serie B.
Cuando una panda de inútiles tras las cámaras, jovenzuelos aficionados al cine de terror se ponen a invertir todos sus ahorros en hacer películas de su género favorito, todo se ve emponzoñado precisamente por la amalgama de conceptos, el mucho querer abarcar del fan que aunque tenga bien estudiado el cine de terror, aunque tenga unas nociones de dirección solventes, acaba queriendo recrear en su película todo aquello que le gusta convirtiendo todo su material en poco menos que una puta mierda. Máxime, cuando por una cuestión de inseguridad incluye en su película las consabidas dosis de humor para acabar justificando su inutilidad diciendo que es que su película en realidad es una comedia. Desesperanzador del todo.
Y si dentro de estas nuevas generaciones de realizadores del terror barato podemos tener cosas medio decentes dentro de esta vertiente homenajistica como pueda ser “All Through The House”, la mayoría de estas nuevas películas deambulan entre la pantomima burda y la ensalada de conceptos mal entendidos. 
“The Editor” homenajea, sin orden ni concierto, el “Giallo” italiano con su fotografía colorista y su banda sonora y el cine de terror setentero —de estudio— con  sus títulos de crédito y su estética recargada. Y todo mal, porque ni recrea bien el “Giallo”, ni el cine de terror setentero. Es más, ambientada en los setenta,  con esos actores ataviados con sus pelucones, sus patillas y sus bigotazos, exagerados hasta la extenuación yo diría que involuntariamente, sin afán de hacer comedia con el maquillaje y el vestuario, resultan cargantes y absurdos. Además de tener la película una cadencia ágil y una edición muy de ahora que casa muy poco con el tipo de cine que intenta recrear. Todo esto no serían más que  minucias con las que el espectador talludito y maniático (servidores) podría convivir de no ser porque, aparte de todo esto, “The Editor” es un coñazo de tres pares de pelotas. Apaga y vámonos.
Por otro lado decir que, seguramente de una forma casual, esto es una puesta al día gamberra y cafre de la atmosférica “Berberian Sound Studio” de Peter Strickland.
Tenemos a un montador de “Giallos” que debido a un colapso nervioso pierde los dedos de una de sus manos. Justo en el momento en el que está trabajando en una película de terror de Serie Z, alguien comienza a asesinar a los miembros del equipo cortando, además, los dedos de una mano a sus víctimas, justo los mismos que le faltan al montador por lo que la policía comienza a sospechar de él. De mientras, el delirio y la sin razón hacen acto de presencia en la vida de este currela del séptimo arte.
Tras este pastiche se encuentran los Canadienses Adam Brooks y Matthew Kennedy, guisándoselo y comiéndoselo ellos solitos (escriben, dirigen y hasta protagonizan), formando un colectivo llamado “Astron 6” bajo el que perpetran una serie de películas con ese tufo postmodernista que tanto me cabrea y que funciona a nivel local entre el fandom más desprejuiciado, aquel que consume cine de terror sin ningún filtro, que les ríen las gracias a estos realizadores mediocres, con muy poco que decir, a parte de demostrar una y otra vez lo muchísimo que les gusta el cine de terror. Sinceramente, el terror barato, casi mejor si no lo hacen fans.
En la galería de clichés, decir que la protagonista femenina es Paz de la Huerta, mala actriz hasta la exasperación, recauchutada y fea (eso si, con un buen culo) que se está convirtiendo poco a poco en musa de este tipo de productos. Vista también en “Nurse 3D”. 
Más clichés; Udo Kier, como en todo buen producto de tercera, tiene su cameo, así como estos aprendices de Rob Zombie cuentan con piezas exclusivas de Claudio Simonetti en la banda sonora y un  cartel diseñado por Graham Humphreys— suyo es uno de los más llamarivos carteles de “Posesión Infernal”, entre otros muchos— para hacerse respetar entre la caterva de aficionados que les dorarán la píldora.
Un coñazo.

miércoles, 12 de febrero de 2020

IN SEARCH OF DARKNESS

El cine de terror de los años ochenta. Suspirito. Sí, todos estamos ya un poco cansados de la cantinela. Y de que sea la excusa perfecta para que luego cualquier mamón con una cámara (o vídeo cámara, aunque hoy día la diferencia sea casi inexistente) haga una basurilla que no tenga absolutamente nada que ver con lo que se producía en aquella época dorada, pero luego lo venda como "homenaje", "tributo", "recreación" o cualquier recurrente chuminada. Sin embargo, nada de todo eso enfanga la realidad, que el cine de terror (y de género) parido entre 1980 y 1989 viene repleto de obras cojonudas que han dejado una huella imborrable en la historia del séptimo arte. Desde luego, David A. Weiner no me va a llevar la contraria, porque para algo ha invertido un tiempo generoso (y la pasta que algunos insensatos le cedieron a través de crowdfunding) en rodar desde Inglaterra un documental de ¡¡cuatro horas!! sobre, eso, los horrores cinematográficos de la mentada década, repasando aquellos títulos legendarios (+ alguno segundón) y entrevistando a peña que habla, opina y aporta datos, si es que participaron de algún modo en su confección. Nada demasiado revelador, porque ni tan siquiera cuatro horas dan para profundizar. Así que los speechs en torno a cada título son cortitos, a veces prácticamente reducidos a una frase, y puede que haya quien en eso vea un problema... pero para el medianamente informado (que, entiendo, será la mayor parte del público dispuesto a consumir algo taaaaan elefantiásico como "In search of Darkness") no resultará ningún inconveniente, básicamente porque se conocerá todos los datos más elementales al dedillo.
Sin duda, el plato fuerte del documental está en la presencia de los rostros y talentos de Tom Atkins, Doug Bradley, Lori Cardille, John Carpenter, Larry Cohen, Jeffrey Combs, Barbara Crampton, Sean S. Cunningham, Joe Dante (impagable cuando opina sobre "Aullidos 2"), Mick Garris, Stuart Gordon, Kane Hodder, Tom Holland, el ilustrador Graham Humphreys, Bill Moseley, Alex Winter, Brian Yuzna, el inevitable Lloyd Kaufman y unos cuantos más. Claro, ¿qué pasa? que con semejante plantel, y unas ambiciones tan épicas en plan "documento definitivo sobre la década de los 80", se echa mucho de menos a más gente, especialmente si son de los que se suelen dejar ver en toda suerte de documentos audiovisuales, y que van desde Bruce Campbell a John Landis, pasando por Linnea Quigley o Tom Savini. Aunque nada desentona más que los discursos políticamente correctos pro-feminismo, pro-integración, pro-blablabla y demás mierdas tan engorrosas y tan típicamente yankis (porque eso son el 90% de los entrevistados). Pero no es algo a lo que se recurra en exceso y, teniendo en consideración la duración del mamotreto, los minutos desperdiciados son pocos. Gracias a dios.
Al final, paparruchas aparte, hay que reconocer que la cosa se soporta perfectamente, tiene ritmo y, obviamente, apela a la nostalgia y la ternura de todos aquellos cuarentones (y +) que vivieron esos films de manera intensa y apasionada, así que ¡recomendable!.
Actualmente David A. Weiner trabaja en otro documental de idéntica naturaleza/intenciones, solo que versado en la ciencia ficción.

martes, 2 de septiembre de 2014

DEL ESPACIO PROFUNDO

Un experimento letal del gobierno que flota por el espacio se desbarata y cae a la tierra, donde despertará en forma de tentaculoso monstruo chungo y se irá papeando a todo aquel que pase por allí, hasta que el inevitable poli duro de rigor acabe con su miserable existencia.
Hoy día películas como "Del espacio profundo" ("Deep Space" en v.o.) las veríamos directamente en el Syfy Channel, protagonizadas por alguna ex-estrella decadente y chorreando CGI. Pero en 1988 estas cosas tenían su verdadero mercado en el vídeo-club, y Fred Olen Ray (sospechoso habitual) era el puto amo en esas lides. Además, como bien sabrán, los ordenas todavía no daban pa tanto, y los trucos seguían fabricándose con látex u otras sustancias pringosas (y aquí no es que se luzcan mucho, la criatura apesta a muñecote sin cuello cada vez que asoma y su torso-escupe-tentáculos parece una puta sábana tendida).
La verdad es que, temática, narrativa y estructuralmente las cosas no han cambiado mucho en lo que se refiere a esta ralea de productos, siguen tirando de las mismas salidas que, básicamente, se limitan a muuuuchos diálogos idiotas para rellenar metraje (de verdad, Fred Olen Ray debe tener horror vacui porque prácticamente nunca deja un puto fotograma en silencio) y toda suerte de clichés y salidas ultra-previsibles, propias de mentes perezosas que no se cansan demasiado durante el proceso creativo. La diferencia aquí es que, A, semejante desaguisado tiene más encanto cuanto más añejo es y, B, Olen Ray siempre sabía dotar a sus ñordas de cierto "touch" que las hacía un pelín sobresalientes (dejando de lado su tendencia al estatismo asesino). En este caso nos referimos al desenlace, donde el poli prota se enfrenta a la bestia mediante sierra mecánica, lo que se traduce en un alegre baño de líquidos pringosos y salpicaduras mil. Curiosamente dicha parte (y otra en la que los tentáculos del bicho actúan como ramas con vida propia) parece guardar ciertas similitudes con "Posesión Infernal". Podría ser solo invención del menda, cierto, pero lo que sí es evidente es que Ray y su co-guionista (y habitual colaborator) T.L. Lankford toman buena nota de, claaaro, las "monster movies" clásicas y, claaaaro, "Alien, el 8º pasajero" (menos que de costumbre, eso sí). Ya no solo por el look del marciano, ahí con su cabeza apepinada, también por secuencias como aquella en la que un segurata sale a la caza de un gato mientras a sus espaldas el e.t. se alza lentamente. Y si no, que se lo pregunten a Harry.
El reparto de esta cosilla es tan colorista como solía serlo en todas las pelis del amigo Alfredo. El entrañablemente feo Charles Napier se erige como un simpático y cínico poli macarra (la escena que se viste de gaitero
para seducir a la prota, según el manual de "Rambo", está entre lo brillante y la pura vergüenza ajena). Esta no es otra que Ann Turkel, que venía de "El puente de Cassandra" y "Humanoides del abismo" y que vería con horror cómo su nombre aparece mal escrito en los títulos de crédito. Les acompañan Bo Svenson, el televisivo Ron Glass (de aspecto genuinamente repugnante. Señalar que lograría un papel relevante en la serie "Firefly" -y, por ende, la película "Serenity"-), el gran James Booth como científico malcarado y la malograda Elisabeth Brooks en un rol bien tonto, de esos confeccionados para únicamente permitir un cameo, en este caso el de la mujer-loba sexy de "Aullidos".
También rulan por ahí actores veteranos provenientes del cine que Fred Olen Ray consumía de chaval y que ya solía fichar para sus despropósitos: Julie Newmar, la "Catwoman" del "Batman" de los años 60 (y que también anduvo por la ultra serie Z "Evils of the Night", compartiendo experiencia con una del clan Ray, Dawn Wildsmith), interpreta un papel totalmente estúpido, el de una psíquica que no aporta absolutamente NADA a la trama. Norman Burton anduvo en algunos títulos de "El planeta de los simios". Michael Forest y Anthony Eisley no solo curraron para el inevitable Roger Corman durante su etapa como realizador de cine de terror barato, además el segundo asomó por algunos auténticos hitos del trash como "Operación Goldman" (exploit Bondiano firmado por Antonio Margheriti), "Journey to the Center of Time" y "The Mighty Gorga" (del super-zetoso David L. Hewitt) o, rizando el rizo, "The doll squad" de Ted V. Mikels y el "Dracula vs. Frankenstein" de Al Adamson. ¡Que le hagan un mono-mento!.
No pueden faltar los "Regulars Ray" delante de la cámara que, pa la ocasión, se reservan roles muy escuetos (la Wildsmith, Fox Harris, Susan Stokey, William Fair, Richard Wiley o Richard Hench) y detrás (Gary Graver, Bret Mixon). La simpática y rayante banda sonora parece de Chuck Cirino, pero no lo es. El mismo amigo Ray se marca un cameo como camionero (y cuela su "The Tomb" en una pantalla de televisión). Las escenas del bicho llegando a la tierra son, como de costumbre, extraídas de una peli previa de mayor presupuesto y temática parecida, en este caso se trata de "El terror llama a su puerta". Y dado el relativo parecido que "Del espacio profundo" guarda con la Rayada "Biohazard", no sorprende que compartan momentos casi idénticos, como esa "cría extraterrestre" que sale de su "recipiente" en la mesa de la cocina entre humo y gruñidos.
"Del espacio profundo" es lo que es. En mi etapa como Fredmaníaco me encantaba. Luego, más en frío, volví a consumirla y me pareció un coñazo tremendo. Hoy por hoy les digo que, en fin, no es ningún dechado de ingenio y creatividad, pero si le pones paciencia un Domingo por la tarde, se puede ver... especialmente porque merece la pena aguantar hasta el final, con ese cierre absurdamente espectacular y llamativo.
Como grand finale les dejo el (inmerecido) súper-cartel que ilustró el reputado Graham Humphreys para su rarísimo y casi fugaz estreno en salas de cine angloparlantes. Enjoy-en...