Pequeña producción de la Empire en horas más o menos bajas que, reaprovechando los escenarios ya utilizados en “Torok, el Troll”, cuenta con el protagonismo de Klaus Kinski como el mayor de sus reclamos.
Se trata de la historia del hijo de un cirujano nazi que, teniendo un edificio de viviendas en propiedad, alquila pisos del mismo únicamente a estudiantes jóvenes y de buen ver. Al tiempo que hace experimentos con humanos en el ático, se dedicará a espiar a las jóvenes inquilinas, y también se llevará por delante a todo aquel que ose inmiscuirse en su trabajo.
Realmente es una película tirando a floja, pero con todo el encanto de una película Empire de la época y repleta de asesinatos, ratas y sangre bien rojita salpicándolo todo como si fuera acuarela. Quizás peca de aburridilla en algunos momentos y de hacer gala de una lentitud exasperante, pero, Klaus Kinski es, en sí mismo, un aval más que suficiente para ver la película. Kinski estaba como una puta cabra y, en su interpretación siempre grandilocuente, el espectador nota esa chifladura y, en consecuencia, la recibe con hilaridad. Por otro lado, también resulta gracioso el contraste de ver a Kinski, todo un reputado actor, interactuando con una serie de actores y actrices tan del montón. La cosa queda rara y, en su conjunto, “Crawlspace (El ático)” resulta una película bastante peculiar. A eso hay que añadirle lo muy molona que es la fotografía de las películas Empire de la época, y el ambientillo de serie B made in Charles Band que se respira, por lo que, sí, es malilla, tirando a horrorosa, pero contiene otros muchos elementos que la vuelven interesante. A mí, me cae simpática.
Asimismo, a estas alturas hablar de que el rodaje fue un completo desastre por culpa de la locura y la presión a la que sometió al equipo el hijo de puta loco de Kinski, no sería nada nuevo; Sería lo obvio en cualquier película en la que trabajara el actor en aquella época. Esta vez, no solo renegó todo lo renegable, si no que, según el director, David Schmoeller, en tres días de rodaje, Kinski, se pegó seis veces con miembros del equipo, mientras que, por otro lado, no hacía ni puto caso a las indicaciones del director. Kinski hacía lo que le salía del rabo. Como no le gustaba el vestuario que se le había asignado a su personaje, un día, cogió y se fue de compras, eligió nueva ropa que a él le parecía más adecuada para su rol, y pasó los gastos a producción. Al finalizar el rodaje, cuando todo el equipo devolvía el vestuario y demás enseres utilizados al personal de atrezzo, Kinski decidió quedarse con la ropa que había comprado por la patilla.
El actor se comportaba fatal, no hacía más que soltar soflamas, criticar la producción y agredir a todo el que se cruzara en su camino. La cosa se volvía insostenible y tanto Schmoeller como el productor Robert Bessi decidieron que lo mejor era despedir a Kinski y contratar a cualquier otro actor y hacer del rodaje algo llevadero, sin embargo, Charles Band se negó en rotundo a despedirle, ya que consideraba que lo único que podía hacer que esta película atrajera a los espectadores al cine, era la presencia del actor, toda una leyenda. Así que se jodieron y apechugaron.
Sin embargo, Schmoeller, vio el cielo abierto cuando observó que Kinski se había encaprichado de una de las actrices — no se ha desvelado cuál podría ser de la que se encoño, pero todo apunta a que, probablemente, fuera Tané, actriz con la que en la película interactúa poco— y que, siempre que la actriz estaba en el set, con el fin de seducirla, Kinski se comportaba de manera caballerosa y educada, llegaba incluso a obedecer las órdenes del director, por lo que este pidió a la actriz que permaneciera en el set el mayor tiempo posible, incluso después de sus sesiones, ya que así conseguía domarle. La actriz se quedaba el tiempo que buenamente le fuera posible, pero, cuando ella no estaba, Kinski volvía a su estado natural, que era el de cagarse en dios continuamente, romperlo todo y hostiar al personal.
En consecuencia de este rodaje en el que casi todo el equipo acabó siendo agredido por el insoportable actor, en 1999, David Schmoeller rodó un pequeño documental en el que narra todo esto que yo he resumido aquí y en el que se desquita de lo que supuso su rodaje más complicado, para una película que, en resumidas cuentas, no deja de ser una mierdecilla. Su título es “Please, Kill Mr.Kinski” y, desde luego, es un estupendo complemento para visionar en programa doble con “Clawspace (El Ático)” y que el posible disfrute, sea mayor.
En el reparto de la cinta tenemos, co protagonizando con Kinski, a Talis Balsam, que no tiene ningún tipo de parentesco con Martin Balsam, pero sí que fue esposa de George Clooney durante algún tiempo, y a la que hemos podido ver en películas como “Trans-Gen, Los genes de la muerte” o “Ellas los prefieren jóvenes”, película para lucimiento de Patrick Dempsey que pasó bastante inadvertida en nuestros cines.
“Crawlspace (El Ático)”, no llegó a estrenarse en nuestras salas, pero al igual que la mayoría del catálogo de la Empire, y distribuida por la mítica Lightning Vídeo, sí que es un clásico de videoclub absoluto.
En cuanto a David Schmoeller, su película más popular, también a las órdenes de Charlie Band esta vez para la Full Moon, sería “La venganza de los muñecos”, franquicia a la que dio el pistoletazo de salida y a la que, casi, casi, pone el broche, ya que suya es también la dirección, a medias junto a propio Charlie Band, Jeff Burr y David DeCoteau de una de las últimas entregas de la saga, “Puppet Master: Blitzkrier Massacre”, aunque también se le pueden reconocer títulos como “Trampa para turistas”, sin duda su mejor película, o, también bajo el seno de la Full Moon, “El otro mundo”.
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viernes, 30 de abril de 2021
martes, 20 de agosto de 2013
NOSFERATU EN VENECIA
Otros, acabaron en Europa porque, por su alcoholismo o su
drogadicción, directamente, fueron declarados “non gratos” en Hollywood. Eso
ocurría a finales de los ochenta y primeros noventa, justo cuando comenzó la
producción de esta “Nosferatu en
Venecia”, editada en vídeo en su momento en nuestro país con el título de
“Nosferatu, Príncipe de las tinieblas”. Por eso, la presencia de estrellas en
esta película.
Y es que, tras la versión de Werner Herzog, los Italianos
deciden contratar de nuevo a Klaus Kinski para que repita como Nosferatu (si,
otra peli de Drácula… va a ser verdad que es el personaje más adaptado al cine,
solo por debajo de Sherlock Holmes), pero como los italianos, italianos
son, se ahorran todo el maquillaje,
haciendo aparecer a Kinski, que ya estaba reseco, viejo y lleno de
arrugas, tan solo con los ojos pintados,
los colmillos característicos (en este caso paletos característicos) y su
plateada melena al viento.
La película es una basura de las que hacen época, un
desbarajuste de tomo y lomo, que hacen que esto no sirva ni para comida de cucarachas.
Porque, en primer lugar; desconozco los motivos, las peleas,
las desavenencias y los malos rollos en producción, pero en la dirección de
esta mierda, metieron baza , Lewis Coates, Mario Caiano (“Con la esvástica en
el vientre”), Mauricio Lucidi (la versión italiana de “El quijote de Orson
Welles” o “La venganza de Hércules”) e incluso el zumbado de Kinski, sin embargo,
el único acreditado de entre los directores es Augusto Caminito, que se
atribuye su total autoría. Así que yo creo que es una de esas películas que en
realidad se hacen solas.
Tras ver la película, de confusa (es una sucesión de escenas
sin mucho orden ni concierto) y mal montada, no alcanzo a hacer una sinopsis
precisa, así que recurro a Internet para ver
alguna, y veo que tampoco se han enterado demasiado quienes la han
hecho. Les puedo decir que el Príncipe de la tinieblas, Nosferatu, es
resucitado por parte de unos gitanos, y decide irse a Venecia a seducir a
una princesa, hasta que llega un cazador de vampiros para hacerse cargo de el.
Eso es todo.
Cuando digo que “Unos gitanos le resucitan”, es porque lo hacen unos gitanos… no Rumanos
¡Andaluces y con traje de faralaes! De hecho, aparece “La chunga” bailando el
flamenco que resucitará al vampiro.
Por otro lado, el cine de género italiano, a finales de los
ochenta y primeros noventa, sufre una total perdida de entidad; si en los
primeros ochenta los realizadores eran unos estetas consumados, en los noventa, quizás por
abaratar costes, la fotografía sufre una bajada de calidad, es como si las
imágenes de sus películas no fueran tratadas, revelando en bruto el negativo,
quedando una estética de lo más sosa y fría, como de telefilme. Eso pasaba en
“Bestia Asesina”, en “Mi novia es un zombie”, y ocurre, de manera desmesurada,
en “Nosferatu en Venecia”. Así que, para mí, una estética muy fea.
Abuso de transiciones, flash backs que nos confunden, montaje
descolocado, cero de ritmo, escenas sangrientas que no funcionan… una maraña de
cosas que hacen que debieran habernos pagado por visionarla.
Junto a Klaus Kinski, que tendría como actor todo el
prestigio del mundo, pero que aceptaba salir en cualquier película de mierda
para luego liarse a bocados con los directores, tenemos a Donald Pleasence,
habitual en el cine Italiano, ya fuera en cosas de género como la anteriormente
mentada “Bestia Asesina”, como en pelis de Bud Spencer y Terence Hill, y
Christopher Plummer como el Van Helsing de turno, quien, aunque le echa
entusiasmo al asunto, su recital de gestos acaban provocando la risa del espectador.
Mala hasta decir basta.
miércoles, 26 de febrero de 2014
EL CABALLERO DEL DRAGÓN
Recuerdo yo en mi niñez el haberla visto en algún
pase de televisión, y dejarme totalmente indiferente. De hecho los veintipico
años que han pasado desde entonces, los he pasado sabiendo de su existencia,
pero importándome un bledo la misma. Hasta que el otro día a Naxo le dio por
preguntarme que por qué no la había reseñado todavía. Y cierto era… así que la
localicé y me la puse.
La película traslada la leyenda de San Jorge y el dragón a
un ambiente de ciencia ficción, teniendo como punto de partida una historia, a
priori, interesante. Una nave espacial
que baja a la tierra en el medioevo y que, por sus características, es
confundida con un dragón. En su interior viaja un alienígena con aspecto de
homosexual que se acaba enamorando de la princesa protagonista. Un caballero
que la pretende y un fraile, intentarán enfrentarse al supuesto dragón y el marciano que lo controla.
Era 1985 y la cartelera se llenaba de películas de ciencia
ficción y fantasía; “E.T. El extraterrestre”, “La princesa Prometida”, “Lady
Halcón”… de todo eso se nutre "El caballero del dragón" y lo explota.
Cierto es que se trata de una súper producción, y dentro del
cine español, en aquellos tiempos, no hay muchas en las que se vea un gasto de dinero. Sin embargo, fuera de nuestras tierras, “El
Caballero del Dragón” recibe trato de serie Z, porque, efectivamente, los
resultados son de espeluznante serie Z.
Mala es decir poco. No llega a comedia involuntaria, porque aunque toda
ella sea ridícula, es demasiado sosa para provocar la risa (salvo en una escena
en la que, se supone, una cabra es abducida. Ahí te descojonas, con el
efecto de la cabra levitando, y con el paleto del pastor) y, a parte, ya se
encarga su director, Fernando Colomo, que poco después triunfaría con todo aquel
rollo de la comedia madrileña, de añadir
las dosis justas, y sin venir a cuento, de humor. De uno con el que no te
ríes, claro. No funciona en absoluto. Aunque hagamos un esfuerzo por
encontrarle algo divertido a la peli, no encontramos más que soberano
aburrimiento y mucha, mucha… toneladas de vergüenza ajena.
Por otro lado tenemos a un teñido, anoréxico e inexpresivo
Miguel Bose (que el espectador bien sabe que está haciendo una interpretación
lamentable, pero que él creía estar haciendo la hostia en verso…) al que el
vestuario le hace flaco favor… parece un retrasado. Digamos que el traje de
este extraterrestre (llamado, según los títulos de crédito IX, pero cuyo nombre
no sale de boca de ninguno de los personajes, ni para dirigirse a él, ni para
nada) es una especie del traje del bicho de “Alien, el octavo pasajero” al que le han arrancado la cabeza, han metido
ahí dentro a Miguel Bose y después me le han plantado un casco de astronauta.
Una remierda.
De vez en cuando la dan en la tele, pero parece como si se
quisiera olvidar esta película, como si fuera una vergüenza para el cine
español, que lo es, pero no más que cualquiera de esas que gozan de prestigio. Además, por lo menos
se trata de una película de puro género. Eso no óbice para que esta sea antipática, rancia y caiga mal.
Me hace mucha gracia el desenlace, abierto, dejando
entrever que volverán con una segunda parte, creyendo que esto sería un éxito.
Todavía se tienen que estar dando de cabezazos contra la pared.
Como el reparto es internacional, esta se
estrenó, a destiempo, en gran parte del planeta, siendo un fracaso allá donde la vieran por mucho Kinski que asome la polla por ahí.
En 1993 la película pasa a ser de dominio público, lo que
hace que, edición cutre y cochambrosa en dvd de nuestro país aparte, la edite
todo dios en los estados unidos por el morro (aunque de manera legal),
consiguiendo una galería de caratulas a cual más delirante, destacando una en
la que, para aprovechar el protagonismo de Klaus Kinski, roba una imagen suya de “Aguirre, la cólera de Dios”, la colocan al lado
de la nave espacial, se inventan un dragón mecánico y tirando millas.
En resumidas cuentas, esta mierda es curiosa, pero no es ni
lo suficientemente buena, ni lo suficientemente mala, como para evitar el que
si estamos cagando y no tenemos papel a mano, utilicemos el dvd, la caratula o,
incluso, su póster para limpiarnos el ojo del culo.
Colomo nunca
más volvió ha hacer cine fantástico. Una vez declaró, en referencia a lo mala que es “El
Caballero del Dragón”, que da igual el género que cultive, al final todas sus
películas, por los motivos que sean, acaban siendo comedias. Pobre. En este
caso, yo diría que, más bien, le salió un drama.
¡Ah! También sale por ahí Fernando Rey, perdiendo en pocos
minutos de actuación todo el prestigio ganado a lo largo de su carrera.
lunes, 20 de enero de 2014
PSICÓPATA
Está claro que si por algo pasará a la historia David Paulsen, será por su vinculación a dos series televisivas tan longevas como clásicas y famosas, "Dallas" y "Dinastía". En ellas ejerció de director, productor y guionista, nada menos. Vamos, que no creo que actualmente el hombre viva en una chabola. Pero Paulsen tiene un pasado y, tal y como ocurre con muchos profesionales en esto del cine, está directamente ligado al género de mis amores.
Aunque como guionista su nombre aparece previamente en los créditos de "Golpe de mil millones de dólares" (dirigida y co-escrita por Menahem Golan, uno de los dos afamados capitostes de la mítica "Cannon", productores del film ahora reseñado) y "La conspiración del uranio", su carrera como director arrancó en 1976 con "The killer behind the mask", poco conocido pre-"slasher" que anduvo bajo llave durante cinco largos años y fue finalmente lanzado como "Savage Weekend", aunque a España llegó con su primer título literalmente traducido a "El asesino tras la máscara". Un año antes de que eso ocurriera, David Paulsen estrenaba un segundo largometraje, este "Psicópata", conocida en su país de origen como "Schizoid".
De "El asesino tras la máscara" ya hablaré más adelante (cortesía de mi buen amigo Enorm, lo mismo que la comentada) pues hace escasos días que la revisé, pero permítanme rememorar la ocasión en la que localicé ambas en un video-club de lo más cutre que había en la esquina de mi calle (hoy convertido en dentista, muy adecuado) y me las vi casi seguidas en un intento de saciar mi entonces ardiente "davidpaulsenismo" (poco sabía yo lo de su vinculación con culebrones televisivos). Ninguna me gustó, me parecieron jodidamente aburridas y, peor aún, muy escasas en cuestiones hemoglobiníacas (algo primordial para el menda en esos tiempos). Lo que sí me moló entonces, y aún ahora, era el aspecto de los psycho-killers que las protagonizaban. Concretamente, en "Psicópata", el idem luce todo de negro, con sombrero, guantes y unas enormes tijeras plateadas como arma criminal. Un concepto muy "giallo" y que no desentona nada con el resto del film (incluido su inquietante cartel). Se trata básicamente de un "thriller" cargado de pasiones, un sutil erotismo, algo de aparente misoginia, remalazos de "whodunnit" y... joder, ¡Klaus Kinski!, encarnando a uno de sus recurrentes personajes extraños y perturbadores. Muy "giallo" todo, sí.
La responsable de una de esas consultas dedicadas a aconsejar sobre problemas personales, formato prensa, recibe cartas amenazantes a la vez que alguien comienza a asesinar a las amigas con las que comparte -o compartió- un grupo de terapia conducido por un atormentado psicólogo germano -ya saben quién- con el que mantiene un apasionado romance, a pesar de que la hija de este se muera de celos y el ex-marido de ella, y jefe, ronde por ahí obsesionado con recuperarla. Muy culebrón todo, ¿verdad?, visto así la posterior evolución de la carrera de Paulsen resulta coherente.
Asumido que no iba a ver un festival de truculencia y diversión, la verdad es que esta vez "Psicópata" me entró mejor, al borde incluso del entretenimiento. Seguí la trama con relativo interés (pa lo poco que suelo seguirlas a la que se retuercen mínimamente), en parte gracias al innegable carisma del Sr.Kinski (aunque sigo sin creerme lo de su "sex appeal", ¡tampoco nos pasemos!) y la siempre agradecida estética ochentosa de la cinta. Los crímenes eran tan poco salpicantes como los recordaba, pero alguno tiene su gracia, entre ellos la tipa agredida en el yacuzzi. Eso sí, el asesino luce mucho más aterrador en el poster que en la peli. Con todo, no me dormí, me pareció simpática y tampoco me costó demasiado descubrir al malo, tarea esta bastante sencilla.
Como dato fricoso cabe mencionar una escena en la que vemos al remitente de las cartas amenazantes currarse una de estas a base de recortar palabrejas de aquí y allí. Casualmente, el vocablo "murder" (asesinato) lo extrae del eslogan de un aparente cartel cinematográfico del que divisamos la mitad de un título que termina con "... behind the mask". ¿Sería el de la primera peli de Paulsen, marcándose ahí un auto-guiño?. De entrada dudamos porque, como decía antes, se estrenó como "Savage Weekend". Pero lo hizo un año después de "Psicópata", así que es del todo factible que existiera un primer poster con el título desechado.
El reparto es del todo entrañable. Dejando a Kinski a un lado, nos encontramos con Craig ("Doble cuerpo", "Historia macabra", "Pesadilla en Elm Street 3") Wasson, el siempre agradable de ver Christopher ("Regreso al futuro") Lloyd, Donna Wilkes (a la que yo recordaba por su papel en "Tiburón 2", aunque también protagonizó la célebre "Ángel" de Robert Vincent O'Neil. Remarcar que en "Psicópata" pueden verle las tetillas al inicio del film) y a un entrecejudo Joe Regalbuto (el mejor amigo de "El halcón callejero").
En cuanto a David Paulsen, "El asesino tras la máscara" y "Psicópata" figuran como sus únicas incursiones en el rol de director estrictamente cinematográfico, antes de liarse en movidas televisivas para no abandonarlas nunca jamás. Seguramente hoy reniegue de ellas, aunque no debería, al menos en lo que respecta a "Psicópata", porque sin ser nada especial, está un rato maja.
Aunque como guionista su nombre aparece previamente en los créditos de "Golpe de mil millones de dólares" (dirigida y co-escrita por Menahem Golan, uno de los dos afamados capitostes de la mítica "Cannon", productores del film ahora reseñado) y "La conspiración del uranio", su carrera como director arrancó en 1976 con "The killer behind the mask", poco conocido pre-"slasher" que anduvo bajo llave durante cinco largos años y fue finalmente lanzado como "Savage Weekend", aunque a España llegó con su primer título literalmente traducido a "El asesino tras la máscara". Un año antes de que eso ocurriera, David Paulsen estrenaba un segundo largometraje, este "Psicópata", conocida en su país de origen como "Schizoid".
De "El asesino tras la máscara" ya hablaré más adelante (cortesía de mi buen amigo Enorm, lo mismo que la comentada) pues hace escasos días que la revisé, pero permítanme rememorar la ocasión en la que localicé ambas en un video-club de lo más cutre que había en la esquina de mi calle (hoy convertido en dentista, muy adecuado) y me las vi casi seguidas en un intento de saciar mi entonces ardiente "davidpaulsenismo" (poco sabía yo lo de su vinculación con culebrones televisivos). Ninguna me gustó, me parecieron jodidamente aburridas y, peor aún, muy escasas en cuestiones hemoglobiníacas (algo primordial para el menda en esos tiempos). Lo que sí me moló entonces, y aún ahora, era el aspecto de los psycho-killers que las protagonizaban. Concretamente, en "Psicópata", el idem luce todo de negro, con sombrero, guantes y unas enormes tijeras plateadas como arma criminal. Un concepto muy "giallo" y que no desentona nada con el resto del film (incluido su inquietante cartel). Se trata básicamente de un "thriller" cargado de pasiones, un sutil erotismo, algo de aparente misoginia, remalazos de "whodunnit" y... joder, ¡Klaus Kinski!, encarnando a uno de sus recurrentes personajes extraños y perturbadores. Muy "giallo" todo, sí.
La responsable de una de esas consultas dedicadas a aconsejar sobre problemas personales, formato prensa, recibe cartas amenazantes a la vez que alguien comienza a asesinar a las amigas con las que comparte -o compartió- un grupo de terapia conducido por un atormentado psicólogo germano -ya saben quién- con el que mantiene un apasionado romance, a pesar de que la hija de este se muera de celos y el ex-marido de ella, y jefe, ronde por ahí obsesionado con recuperarla. Muy culebrón todo, ¿verdad?, visto así la posterior evolución de la carrera de Paulsen resulta coherente.
Asumido que no iba a ver un festival de truculencia y diversión, la verdad es que esta vez "Psicópata" me entró mejor, al borde incluso del entretenimiento. Seguí la trama con relativo interés (pa lo poco que suelo seguirlas a la que se retuercen mínimamente), en parte gracias al innegable carisma del Sr.Kinski (aunque sigo sin creerme lo de su "sex appeal", ¡tampoco nos pasemos!) y la siempre agradecida estética ochentosa de la cinta. Los crímenes eran tan poco salpicantes como los recordaba, pero alguno tiene su gracia, entre ellos la tipa agredida en el yacuzzi. Eso sí, el asesino luce mucho más aterrador en el poster que en la peli. Con todo, no me dormí, me pareció simpática y tampoco me costó demasiado descubrir al malo, tarea esta bastante sencilla.
Como dato fricoso cabe mencionar una escena en la que vemos al remitente de las cartas amenazantes currarse una de estas a base de recortar palabrejas de aquí y allí. Casualmente, el vocablo "murder" (asesinato) lo extrae del eslogan de un aparente cartel cinematográfico del que divisamos la mitad de un título que termina con "... behind the mask". ¿Sería el de la primera peli de Paulsen, marcándose ahí un auto-guiño?. De entrada dudamos porque, como decía antes, se estrenó como "Savage Weekend". Pero lo hizo un año después de "Psicópata", así que es del todo factible que existiera un primer poster con el título desechado.
El reparto es del todo entrañable. Dejando a Kinski a un lado, nos encontramos con Craig ("Doble cuerpo", "Historia macabra", "Pesadilla en Elm Street 3") Wasson, el siempre agradable de ver Christopher ("Regreso al futuro") Lloyd, Donna Wilkes (a la que yo recordaba por su papel en "Tiburón 2", aunque también protagonizó la célebre "Ángel" de Robert Vincent O'Neil. Remarcar que en "Psicópata" pueden verle las tetillas al inicio del film) y a un entrecejudo Joe Regalbuto (el mejor amigo de "El halcón callejero").
En cuanto a David Paulsen, "El asesino tras la máscara" y "Psicópata" figuran como sus únicas incursiones en el rol de director estrictamente cinematográfico, antes de liarse en movidas televisivas para no abandonarlas nunca jamás. Seguramente hoy reniegue de ellas, aunque no debería, al menos en lo que respecta a "Psicópata", porque sin ser nada especial, está un rato maja.
miércoles, 11 de agosto de 2010
ULTIMATUM
Pues lo dicho, unos rusos muy malos roban plutonio y amenazan con hacer estallar una bomba nuclear en unos pozos de petróleo. Los yankees mandan a su mejor agente especial, pero este, por varias movidas que no vienen a cuento, se encontrará más solo que la una. A pesar de ello, hará lo indecible por reparar la situación, echando mano de su antiguo comando y yendo asín como por libre.
Pues sí, a "Ultimatum" (cuyo título original mola mucho más, "The Soldier") le pesa un poco el culamen. Glickenhaus nunca se destacó por ser un realizador con un infalible dominio del ritmo, y en este film -como en el anterior- se nota. Sin embargo, las puntuales escenas de acción y violencia compensan la espera, con esos impactos de bala sangrantes y esas cámaras lentas exageradas de las que tanto abusa, cuya combinación infalible se desarrolla en la secuencia de la nieve (¡¡mira!!, otro toque muy Bond), con una persecución sobre esquíes y un formidable salto mortal durante el cual el prota aprovecha para soltar una ráfaga de balas, uzi 9mm mediante, y cargarse a su perseguidor... ¡yummmmm!, lo mejor de la peli, créanme.
"Ultimatum" es, esencialmente, un "thriller de espionaje", que intenta ser complicado (de chaval me lo pareció, aunque creo que es más porque al guionista -el mismo director- se le fue la olla y se perdió un poco entre personajes y situaciones) y muy high-tech. El final es desconcertantemente poco espectacular y anodino, pero en la línea "seria" que pretende su responsable.
A un nivel más friquista, molan los puntos en común que tiene con "El Exterminador", como algunos actores, tanto el action-hero de serie B Steve James, como varios secundarios y la secuencia en la que un agente doble prepara una elaborada bombilla explosiva. El detallismo con el que Glickenhaus se recrea es idéntico al mítico momento en que el sr.exterminador, Robert Ginty, se preparaba sus temibles balas rellenas de alguna dañina sustancia líquida. Otros rostros populares que aparecen a lo largo de la función son los de Klaus Kinski (visto y no visto), un joven Joaquim de Almeida y Jeffrey Jones en un rol enano, muy delgado y antes de que le pillaran con fotos de niños desnudos bajo el felpudo.
Destacar así como mucho la extraña pero fabulosa banda sonora de Tangerine Dream, especialmente el cojonudo tema inicial.
Como digo a la peli le falta ritmo, es un poco farragosa y confusa, pero no tanto como para no poder disfrutarla, gozar con su violencia, sus escuetas escenas de acción y su inevitable look ochentoso (y no hay historia de amor, ¡yuju!).
martes, 21 de abril de 2009
JESÚS FRANCO MANERA DE VIVIR
Decir que este documental es una maravilla no tiene ningún mérito. No por nada en concreto, sino porque ver a Jess Franco contándonos su vida no puede ser malo ni aunque lo intenten. Independientemente de que te gusten más o menos sus películas, escucharle siempre es una experiencia gratificante.
Kike Mesa dirige este documental en el que ha sentado al cineasta en una silla, frente a una pantalla verde que en postproducción convertirá en un tétrico escenario, y con un par de cámaras, Franco comienza a contarnos aspectos muy interesantes de su vida. Nada que no hayamos podido leer antes, pero es igual, lo que mola es verle a él, entusiasmado, emocionándose contando su encuentro con Fritz Lang, fumando como un carretero y soltando tacos a punta pala.
Kike Mesa dirige este documental en el que ha sentado al cineasta en una silla, frente a una pantalla verde que en postproducción convertirá en un tétrico escenario, y con un par de cámaras, Franco comienza a contarnos aspectos muy interesantes de su vida. Nada que no hayamos podido leer antes, pero es igual, lo que mola es verle a él, entusiasmado, emocionándose contando su encuentro con Fritz Lang, fumando como un carretero y soltando tacos a punta pala.
Nos explica sus inicios como músico de jazz, así como sus experiencias con Orson Welles y con actores prestigiosos como Jack Palance, Klaus Kinski -para el que solo tiene buenas palabras- o el inevitable Christopher Lee.
Lo mejor es que es un documental muy sencillito, sin demasiada parafernalia, con la música muy bajita como acompañamiento perfecto y montado con fluidez y mucho cariño. El resultado final es muy entretenido, entrañable y corto… porque lo cierto es que, aunque dura hora y media, pasa en cinco minutos.
Muy bueno y recomendable, sí señor.
Lo mejor es que es un documental muy sencillito, sin demasiada parafernalia, con la música muy bajita como acompañamiento perfecto y montado con fluidez y mucho cariño. El resultado final es muy entretenido, entrañable y corto… porque lo cierto es que, aunque dura hora y media, pasa en cinco minutos.
Muy bueno y recomendable, sí señor.
viernes, 2 de abril de 2010
CIENCIA FICCIÓN DEL NUEVO MUNDO
La primera es "La galaxia del terror", puro cine de culto que, incomprensiblemente, también encabeza algunas listas de lo peor de su década. James Cameron curró aquí de director de segunda unidad y diseñador de producción, aportando ideas visuales que posteriormente desarrollaría más a fondo, y con más dinero, en "Aliens, el regreso". "La galaxia del terror" parece una imitación de "Alien" pero solo los primeros minutos, luego se desentiende por completo aportando una historia
La segunda es "Androide", un film más versado en los personajes y menos en los efectos especiales, justos y totalmente al servicio de la historia. Esta gira en torno a un doctor (el mítico Klaus Kinski) especializado en la fabricación de androides y obsesionado con crear a la mujer -artificial- perfecta. Al lugar (un laboratorio flotando en el espacio) llegan unos fugados de la prisión, con la peculiaridad que uno es hembra. Todos se vuelven locos con ella. Max, el androide-ayudante casi humano sueña con poseerla sexualmente y el doctor con traspasar su libido a su creación, pero la tipa prefiere tirarse al más macarra y bastardo de sus compañeros. Vamos, una auténtica alegoría del poder de la vagina, capaz de ponerlo todo patas parriba, contada sin prisa pero sin pausa, logrando mantener nuestro interés durante toda la proyección y dotando a lo narrado de un notorio realismo. Destaca en el papel de Max ese enigmático/feo actor/guionista llamado Don Opper, al que muchos recordarán como el tonto del pueblo en los primeros films de la saga "Critters" (y que, según Imdb, curró en el rodaje de "La galaxia del terror").
Curiosamente, ninguno de los dos directores, B.D.Clark y Aaron Lipstadt respectivamente, ha hecho nada más destacable con el resto de sus carreras.
Dos perlitas a recuperar.
jueves, 13 de enero de 2011
CREATURE
En Titan (la luna de Saturno. El otro título disponible es el resultón "The Titan Find") una expedición encuentra la consabida forma de vida, una con la peculiaridad de apoderarse de la mente de los seres humanos y usarlos como arma asesina. La siguiente expedición que pisa el lugar se comerá todo el marrón.
Pues ello, que sí, que es pura rutina... pero, por el motivo que sea, guarda su encanto. Todo es muy oscuro en este film, algo perjudicial para lo que eran las ediciones videográficas de la época, es decir, cuesta verlo todo bien... y más al monstruo, que es como la versión "blaxploitation" de la creación de Giger. Al cotarro se une una buena y agradecida ración de gore.
Quizás lo más remarcable, en el campo de lo bizarro, sea la secuencia en la que la chica prota cita literalmente "El enigma de otro mundo" como inspiración para matar al monstruo mediante electricidad. Aquí ya no podemos hablar de homenaje, ni siquiera de plagio, en su descaro y honestidad (¿pa qué disimularlo?), es... algo completamente diferente, como decían los Monty Python.
En el reparto destacan un divertido Klaus Kinski y dos rostros habituales del cine de palomitas, Lyman Ward ("Sonámbulos", "Independence Day") y Wendy Schaal ("El chip prodigioso", "No matarás al vecino"). El director, William Malone, acabaría a los mandos de títulos más gordos, pero menos potables, como la horrible "House on haunted hill", la no menos horrible "Miedopuntocom" y algún episodio de "Masters of Horror".
Pa pasar el ratillo.
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