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lunes, 16 de agosto de 2021

EL E.T.E. Y EL OTO

No me extenderé mucho presentando la película porque ustedes ya la conocen; Se trata de una parodia de “E.T. El Extraterrestre” protagonizada por Los Hermanos Calatrava y dirigida por Manuel Esteba. Básicamente consta de una serie de recreaciones pobres y chapuceras de las escenas más célebres de la película de la que hace chufla, en un batiburrillo de imágenes sin coherencia ni continuidad que sirven para el lucimiento de la pareja de cómicos que la protagoniza, Los Calatrava, así como para el de los humoristas invitados (Goyito, Manolito Royo) que intervienen como secundarios, cuyas presencias interrumpen toscamente la narración para así poder hacer partícipe al espectador de sus respectivos estilos. Se trata, probablemente, de  una de las obras cumbre de la serie Z española y su nivel de pobreza podría hacerla competir con producciones turcas, paquistaníes o peruanas y, en tal caso, “El E.T.E y el Oto” saldría airosa. Mala y exasperarte, en pleno 2021 la película ya no despierta ni simpatía, sino todo lo contrario.
Con ese atentado al buen gusto y al celuloide que es la por otro lado entrañable “El E.T.E y el Oto”, parece que la cultura popular y los aspirantes a gacetilleros de este país se han cebado en cuanto a invenciones y rumores vertidos en torno a su producción. Es como si hubiera que propagar todos esos rumores para justificar el escribir sobre ella y que haya algo que decir, ya que lo cierto es que “El E.T.E y el Oto” es tan rematadamente mala que no hay nada que resaltar más allá de eso. Y es que, tras un reciente visionado todavía me duelen los ojos, en parte, debido a la infecta calidad de los ripeos existentes.
Entre los rumores expandidos por el fandom, las trolas del director y las de los propios Hermanos Calatrava, vamos apañados.
Uno de lo más extendidos fue que Esteba y Los Calatrava se adelantaron una semana al estreno de la de Spielberg llegando así a coincidir en la cartelera las dos películas. No hay que ser muy listo para saber que eso es una falacia. Tan solo hay que echar un ojo a la base de datos del ministerio de cultura para comprobar que “E.T. El Extraterrestre” se estrenó en nuestro país en Octubre de 1982, mientras que “El E.T.E y el Oto” lo hizo en Marzo de 1983. De hecho, cuenta Manolo Calatrava en sus memorias que la idea de realizar esta parodia surge al ver lo bien que estaba funcionando la película de Spielberg en las salas de nuestro país. Esteba y Los Calatrava fueron  a verla para quedarse con las escenas más potentes, y, ahí sí, después se dieron prisa en hacerla. El rodaje duró una semana y la postproducción otra semana más. Y en cinco meses ya estaban exhibiendo en salas con “E.T. El Extraterrestre” todavía presente en cartelera. La coincidencia de ambas películas en cines se debe exclusivamente a que la programación de la de Spielberg se prolongaba semana a semana gracias a los beneficios.
El otro rumor existente, decía que Steven Spielberg había solicitado copia a la distribuidora de “El E.T.E y el Oto” al saber de su existencia y que, al verla, desestimó el denunciar a la producción tras corroborar su mala calidad. Manolo Calatrava en el libro afirma que duda bastante que Steven Spielberg llegase a  verla porque, de lo contrario, directamente los mataba. De esta misma guisa, a Manuel Esteba en vida le gustaba alardear de que Spielberg vio la película, le telefoneó tras hacerlo y le felicitó ya que según el director judío, Esteba era el único que había captado el mensaje implícito en E.T. sobre la llegada de Jesucristo a la tierra (¿?). Todo mentira, naturalmente, aunque no existen datos que corroboren si Spielberg llegó o no a ver la película.
La idea se gesta tras un sketch que Los Calatrava ejecutan en televisión a propósito del extraterrestre. Con la película “Horror Story” diez años antes, Manuel Esteba deja dinero a deber a la pareja de humoristas, quienes no ve un duro de aquel rodaje. Con la fiebre de E.T. en nuestro país, y tras ver el sketch, Esteba contacta con los hermanos proponiéndoles hacer esta parodia para cine y, a pesar de las desavenencias y el concepto que estos tienen del director, aceptan protagonizarla a cambio de los gastos que pudiera acarrearles el rodaje y un 15% de los beneficios en taquilla. Para completar el reparto se cuenta con los propios hijos de Los Calatrava, Oscar y Curro García, además de otros cómicos invitados que intervinieron gratis.
Diez días antes del estreno, todavía no tienen el cartón de censura con la correspondiente clasificación por edades, tarea esta que desempeñaba  por aquél entonces Pilar Miró. Esta alegó que no tenía tiempo para verla y calificarla, y, pese a que el estreno estaba ya programado, la dejó aparcada y sin la calificación. No podía proyectarse. Finalmente, y tras tener que personarse en su oficina la esposa y socia de Manuel Esteba, a regañadientes, la Miró calificó la película otorgándole un “no recomendada para menores de 14 años” pese a que era completamente blanca y estaba destinada a toda clase de público, especialmente el de corta edad. Con esa calificación perdían asistencia infantil a las salas donde se proyectase.
Se estrenó en 45 salas y, según Manolo Calatrava en sus memorias, el éxito fue rotundo recaudando más de 160 millones de pesetas, de los cuales los hermanos no vieron ni un duro, porque, al ir a reclamar a la productora de Esteba el 15% que por contrato les correspondía, el director se declaró insolvente, repitiéndose lo acaecido 10 años antes con “Horror Story”. Tampoco tiene mucha veracidad la versión de Manolo Calatrava, pues consultando la hoja del Ministerio de Cultura, la película no ganó 160 millones de pesetas, sino 31 provenientes de unos discretos 211.000 espectadores que fueron a verla la semana santa de 1983, o sea que, según esto, Calatrava se pasa en 130 millones de pesetas. No obstante, y teniendo en cuenta el bajo presupuesto de la película, como fuera, resultó un negocio rentable. De todas formas, no solo Esteba no dirigiría más cine, tampoco Los Calatrava volvieron a protagonizar más películas.
En cualquier caso, y tras un reciente visionado de lo más duro, lo cierto es que “El E.T.E y el Oto” es una de nuestras producciones más vergonzosas —y vergonzantes— que, paradójicamente, se convierte en una de las series Z más populares y que, al margen de la inutilidad técnica, destaca por un humor, el de Los Calatrava, que acaba funcionando por infuncional. Algunos gags son denunciables, así como la interpretación de Paco Calatrava como E.T. que hace dudar a los espectadores extranjeros si se trata de un extraterrestre o un deficiente mental.
A modo anecdótico decir que, como se trata de una película rodada sin sonido directo y doblada posteriormente en estudio, los hijos de los Calatrava fueron doblados por actores profesionales y, aprovechando la coyuntura, para proceder con Oscar García, el equivalente español al Elliot Americano, se contrató a José Luis Mediavilla, que es el mismo actor que dobló a Henry Thomas en el E.T. original, con lo que resulta muy gracioso escuchar la reconocible voz española de Elliot interactuar, casi con los mismos diálogos que en la original, con Los Hermanos Calatrava.
Todo muy entrañable. Pero nada más que entrañable.

lunes, 8 de enero de 2018

POLTERGEIST

Como recientemente se hizo noticia —que era, en realidad, un secreto a voces— el hecho de que “Poltergeist” no la dirigió Tobe Hooper, sino, el propio Steven Spielberg. John R. Leonetti, director de “Anabelle”, que trabajó en “Poltergeist” como ayudante de cámara, saca a la luz estos datos en la prensa. Nada nuevo. Spielberg no podía rodar ese año otra película aparte de “E.T. El Extraterrestre” porque así lo dispuso una cláusula de su contrato con Universal, y se acreditó en “Poltergeist”, que sería su siguiente película, como productor, dándole la autoría del film a Tobe Hooper. Pero la dirigiría él. Leonetti, lo único que ha hecho es confirmar lo que todo el mundo ya sabía. Así que, esta fue una buena excusa para volver a verla. Y no cabe duda, desde el principio, que se trata de una película de Spielberg, con todos los clichés del Spielberg de esa época —familia de barrio residencial, la infancia como gran protagonista, bicicletas… casi parece “Stranger Things”— y dónde no se ve ni un solo atisbo de Hooper, sin duda, mucho menos sofisticado en su forma de dirigir. Aún así, Leonetti dice, que a veces, Spielberg se marchaba del rodaje y le dejaba dirigir a Hooper, por lo que hay escenas en la película que bien podían ser suyas. La historia a estas alturas, también es de sobra conocida; Una familia comienza a experimentar fenómenos extraños en su casa, hasta tal punto que los fantasmas llegan a secuestrar a la hija pequeña, haciendo su fuerte en la televisión. La familia contactará con varios mediums que les ayudarán a traer de vuelta a la niña. Y mi opinión era, antes de este visionado, que “Poltergeist” es la película de casas encantadas más plástica y anti atmosférica que existe. Una clara muestra de cine de terror para el público que no ve cine de terror habitualmente. Y tras verla, lo único que puedo hacer es confirmar esto, y añadir que, además, es tan jodidamente aburrida, que más de un 65% de la cinta se la pasan hablando. Cuando no parlotea la Zelda Rubistein, parlotea la otra médium (a la actriz que la interpreta no la reconozco y no me apetece consultar ahora mismo IMDB). Pero además de aburrida, es que es una película mala de cojones. Y al paso del tiempo me remito. Al margen de que esta película sea tan mainstream que su contenido terrorífico queda anulado, es que es cutre y chapucera como ella sola en todos los aspectos. Cualquier serie B de la época, tiene más inventiva y originalidad, que este cuento de hadas malas se Spielberg. Y la comparo con “E.T. El Extraterrestre” ya que se estrenaron con solo una semana de diferencia, y el paso del tiempo podía también haber hecho mella en ella, sin embargo, mientras que “E.T.” se mantiene fresca a su manera, “Poltergeist” no hay un ser humano que la aguante. Y menos si se tiene algo de estima por el cine de terror (no digo si se es fan del cine de terror, que los fans la endiosarán solo porque es de terror y porque la firma Tobe Hooper, porque el criterio del fan se basa en fanatismos, no en opiniones formadas como bien podemos ver en miles de blogs o páginas de facebook). Sin embargo, tendré que revisar las secuelas de las que si que tengo, vistas 20 años atrás también (o más), buenos y terroríficos recuerdos. Seguiremos hablando al respecto. Lo dicho. “Poltergeist” es una mierda. Me dan igual los efectos especiales, y sobretodo, las inevitables nostalgias.

miércoles, 22 de diciembre de 2021

EL OTRO BAÚL DE TÍO VICENTE 4 - ESPECIAL "E.T." O SPIELBERG VERSUS CANNES

Hoy venimos con algo muy especial y muy Navideño, de cuando la maravillosa "E.T. El Extraterrestre" hizo tambalear los cimientos del séptimo arte, por ahí 1982. Primero durante su presentación en un festival tan peliagudo para Steven Spielberg como el de Cannes. En los tiempos que el hombre era despreciado continuamente y acusado de super-comercial y facilón, meterse de cabeza en un evento como aquel, rodeado de críticos sesudos y gilipuertas, era una auténtica aventura más llena de riesgos que ni Indiana. Sin embargo, digan lo que digan, se saldó con éxito. Leí por ahí que todos los gacetilleros, hasta el más rancio, lloraban como magdalenas con la película. Y luego, pues la rueda de prensa que reproducen las páginas de la revista "Casablanca" (número de Septiembre del 82). Lo cierto es que pensaba que las preguntas iban a ser más capciosas, pero solo hay UNA y Spielberg sabe torearla con gracejo y educación. Del resto merece la pena destacar la cita a "El retorno del Jedi", de cuando se encontraba en pleno rodaje y titulaba "La venganza del Jedi". La gran reflexión que el cineasta hace sobre la competitividad festivalera de su gremio. Y las dos cagaditas del redactor del artículo, por un lado el nombre de "Industrial Light & Magic" mal escrito y, por otro, el momento en el que, hablando Spielberg de sus próximos proyectos (entre ellos la segunda aventura de Indy), comenta "En los límites de la realidad". Si miramos el apéndice numérico que lo acompaña, se asegura que el famoso accidente ocurrió durante el rodaje del capítulo del mismo Spielberg, cosa errónea porque, como sabemos, fue durante aquel que firmara John Landis (lo arreglarían en Noviembre del 83, como demuestra el recorte final, donde se anuncia el rodaje de "Entre pillos anda el juego / Trading Places" cuando aún se titulaba "Black and White").
Cierran el show la reseña de la estupenda y emocional banda sonora de John Williams y la crítica oficial del film por parte de Miguel Marías (publicadas en el ejemplar de Enero del 83) que, a pesar de intentar por todos los medios quitarle méritos a ella y su director, se nota que la disfrutó como un enano. Pero ya saben, intelectualismo obliga...
Para leer, tecla Ctrl + botón izquierdo del ratón... y luego, griten todos al unísono: ¡Graaaaacias ooootra veeeez tío Vicenteeee!










martes, 25 de diciembre de 2007

LA GUERRA DE LOS MUNDOS (2005)

A inicios de los 90, Steven Spielberg estaba en mi lista de los cineastas más odiados. Cierto que el director de cosas como "Hook", "La terminal" o que nos castigó los sentidos con la hiperagobiante promoción de "Parque Jurásico" bien merecería un cachete. Pero seamos sinceros, aquella actitud no era más que esnobismo por mi parte. ¿Qué sentido tenía detestar al cineasta que había dirigido o producido la mayoría de películas que habían dado color a los años más mozos de mi vida y que me llenaría el cerebro de imágenes y emociones imborrables?, hagamos un leve repaso, estas son las que pagué por ver en salas: "En busca del arca perdida", "Indiana Jones y el templo maldito", "E.T. El extraterrestre", la magnífica trilogía de "Regreso al futuro", "Gremlins", "Esta casa es una ruina", etc, etc... y unos pocos años después: "Parque Jurásico 2", "Buscando al soldado Ryan", entre otras.
No reconocería tal esnobismo hasta que, empujado por mi devoción hacia el cine catastrofista, fui a ver "La guerra de los mundos" y quedé anonadado, de hecho, hoy día considero esta película una de mis diez favoritas. ¿Y por qué?, sencillamente porque logró darme miedo, en una época en la que raramente el cine de ficción lo consigue... de hecho, hasta tuve un par de pesadillas relacionadas muy directamente con esta adaptación del clásico de H.G.Wells. Lo juro.
"La guerra de los mundos" fue todo un éxito de taquilla, y hay quien ve en ella los mismos valores que yo. Sin embargo, también me he encontrado con mucha gente que la desprecia. Pues os diré algo, no me sorprende.
La gente tiende a quejarse cuando una película recurre a sobados clichés, sin embargo, en cuanto alguien osa saltárselos, es insultado desmedidamente por una audiencia que, inconscientemente, echa en falta todos aquellos elementos tan familiares que, aunque los critica, en esencia le son del todo necesarios. De una superproducción sobre una invasión extraterrestre con los nombres de Spielberg y Tom Cruise en cabeza, ¿qué es lo que puedes esperar?, pues más de lo mismo, pero con múltiples lujos. Es decir, "Independence Day" pero en buena. Solo que Spielberg es mucho Spielberg, y como confesaba el guionista del film en los comentarios del dvd, lo primero que se hizo fue una lista con todos aquellos elementos habituales en esta clase de pelis con la intención de evitarlos a toda costa. Eso es: monumentos famosos destruidos, el ejército de frente luchando heroicamente contra los enemigos, los discursos patrioteros, científicos que descubren el modo de derrotar al invasor y de cómo su hija se enamora del protagonista... nada de todo eso está en esta "Guerra de los mundos". Es más, solo hay dos secuencias en las que el ejército hace acto de presencia, y es en una de ellas, la más espectacular por su pirotecnia, donde vemos los tanques disparar, los aviones dirigirse raudos hacia el enemigo... pero, y ahí está la sorpresa, nunca divisamos a este recibiendo los impactos, ni devolviéndolos. La única secuencia clásica es al final, con los soldados disparando un cohete a una de las naves enemigas, momento este obligado narrativamente, pero que también agradecemos puesto que es un placer para los sentidos ver un momento tan icónico de la ci-fi de los 50 recreado con la tecnología moderna.
Y es que "La guerra de los mundos" habla de una invasión marciana desde el punto de vista de un individuo, centrándose en sus calamidades. El cineasta arriesga, de eso no hay duda, y más si tenemos en cuenta el peso de su nombre entre las plateas. Secuencias enteras son narradas mediante luces y sonidos, otras, que en una peli al uso hubiesen sido álgidas, las vemos a través de un televisor (cuando descubren que no es sólo una nave, sino un ejército de ellas), ¿y que me decís de la larga escena con Tim Robbins, totalmente huérfana de espectáculo y considerablemente extensa?, situada en medio de la trama y en general rechazada por el público, siempre tan impaciente. A pesar de todo eso, una opereta de ciencia ficción (y terror, como bien aclara el mismo director) de Spielberg sin momentos grandilocuentes, sería como una Fanta sin gas. Momentos de esa clase hay, y no pocos, pero permitidme que destaque la aparición de la primera nave invasora. Una obra maestra en si misma, cargada de suspense y terror que, a mi, me aceleró el corazón a mil. Increíble pericia aquí la del cineasta, logrando tantas emociones de intranquilidad partiendo de una base tan inverosímil (incluido el aspecto del artefacto), en parte gracias a una fotografía que, ante todo, busca el absoluto realismo. Y es que cuando la fantasía se ilustra mediante una pátina de verismo bien entendida, los resultados siempre son sabrosos, y ahí tenemos otras joyas del calibre de "El Exorcista" o el "Superman" de Donner que lo demuestran con creces.
Naturalmente no todo es oro en "La guerra de los mundos", la inevitable escena de lucimiento para el protagonista, cuando es capturado por los marcianos, y logra destruir su nave con la ayuda de unas oportunas granadas, chirría que da gusto. Es facilona y cutre, aunque, obviamente, era algo que probablemente iba estipulado en el contrato de Tom Cruise. Resulta curioso, y preocupante, que a las nuevas generaciones fuese ese el único momento que les gustó de lo que consideran una película aburrida (o directamente, una mierda). Así vamos.

viernes, 15 de agosto de 2008

MI PROYECTO CIENTÍFICO

Esta peli es, como tanto (nos) gusta decir hoy día, muy muy ochentera. Toda ella, de cabo a rabo. Estética y narrativamente (musicalmente también). Y es que en esa década, como bien sabrán los de mi quinta, el cine que arrasaba en taquilla era el que llevaba la firma de Spielberg, ya fuese dirigiendo como produciendo. Cuando se estrenaba algo encabezado por "Steven Spielberg presenta", todos los adolescentes corríamos al cine sin pensárnoslo, porque sabíamos lo que nos esperaba: Diversión, personajes jóvenes, efectos especiales tremendos, humor blanco, ciencia ficción, aventura, etc, etc. Eso es lo que estaba de moda entonces, y a ese carro intenta subirse este "Mi proyecto científico" que perfectamente podrían haber dirigido Robert Zemeckis o Joe Dante (eso si, los de la época, claro).
Un chaval tiene que entregar un proyecto de ciencias o será suspendido. El pobre no tiene tiempo para dedicarle porque curra de mecánico. Así que va a un desguace y, accidentalmente, se topa con un cacharro de origen marciano con la capacidad de abrir barreras estelares, espaciales y temporales. Naturalmente, nada más darle al "On" se monta la de dios, lo que le obligará a él y sus coleguitas (entre ellos una comparsa cómica tan tan irritante y desagradable que solo esperas que muera) a arreglar el entuerto, todo ello entre apañados efectos especiales (Doug Beswick y Rick Baker rulan por ahí) y el inevitable toque Spielberg del momento.
El resultado, se ve con agrado y entretiene razonablemente, a pesar de su aspecto casi telefílmico. Está protagonizada por John Stockwell, un actor muy de los 80 (lo habéis visto en "Sueños Radioactivos", "Top Gun" y "Christine" a la que citan en un diálogo de la peli a modo de pequeña coña), que acabaría convertido a director y firmaría cosas como la simpática "Turistas", nada menos. Le siguen Dennis Hopper y Richard Masur (el de "La Cosa").
Su realizador, Jonathan R. Betuel, poco más hizo después de "Mi proyecto científico", aparte de un episodio de "Las pesadillas de Freddy". Eso sí, bien merece un puesto en el podio de "Imitadores de Spielberg" junto a Roland Emmerich y Stephen Sommers, aunque solo sea por su condición pionera.

viernes, 27 de julio de 2018

READY PLAYER ONE

Ha llegado un punto en que a Steven Spielberg no le van a dejar hacer su cine tranquilamente, siempre va a ser cuestionado. Cierto es que yo mismo le acuso de cierto anquilosamiento, pero, innegablemente, llegados a este punto también se puede decir que es uno de los mejores directores de la historia del cine.
Una vez sabido esto, no es de extrañar que un film como “Ready Player One” sea blanco de las iras de los haters y de la veneración de los “vírgenes de 40”, lo que no deja de ser una paradoja porque esta película está precisamente concebida para individuos de esa misma ralea. Nerds, Geeks, otakus, y demás consumidores de cultura popular a mansalva son su potencial público, el mismo que la va a defenestrar o elevar hasta lo más alto. No es una película familiar, porque esto se lo pones a mi padre y este se va a preguntar que demonios está sucediendo o que coño está pasando.
Además, Spilberg les diseña una película y les echa una pequeña bronca; “No seais tan raritos y dejad el Internet un ratito, anda” es lo que les dice.
Entonces, los principales blancos a criticar eran el posible posmodernismo de la cinta y el tirar de nostalgia.
Posmodernismo no hay, gracias a dios, ni un pelito, pero la cantidad de referencias de los que tira la película apelando a la nostalgia, puede resultar abrumador, máxime, cuando estando esta película ambientada  en 2045,  los referentes culturales a los que se hace referencia en la película pertenecen a las décadas de los 70, 80 y 90 mayoritariamente, con algunas referencias, incluso, a los años 30 o 2000, sin embargo, no hay referencias a la posible cultura de los futuros 2020 o 2030… Claro, no las hay porque no existen, pero Spielberg, bien podía haber pensado en ello, y bien podía haber creado alguna ficticia, si bien podemos llegar a pensar que esos personajes y avatares que no conocemos, podían pertenecer a referencias de personajes futuros.
En cualquier caso, de estos trillones de referencias, se ha procurado dar cabida a algunas que en la actualidad no se las recuerda tanto como puedan ser Buckaroo Banzai o el gigante de hierro —pertenecientes a las películas “Las aventuras de Buckaroo Banzai” y  “El gigante de hierro” respectivamente— y otras tan obvias como la cajita dónde iba Gizmo en “Gremlins” o el DeLorean de “Regreso al futuro”.  Y todas esas referencias están bien escogidas  cuando nos las muestran dentro de un contexto y  no molestan (de hecho, toda la parte que sucede dentro de la película “El Resplandor” es más que destacable). Pero cuando en pleno momento de tensión  aparece Chucky de “El muñeco diabólico” repartiendo cuchilladas, por el mero hecho de meter otro referente (como si a esas alturas de la película no hayamos visto ya miles de ellos), a mí personalmente llega a crisparme. Ahora, si nos olvidamos de todo eso, y juzgamos la película únicamente como tal, la verdad es que “Real Player One” funciona a las mil perfecciones.
Basada en una novela del mismo título, de la cual Warner Brothers consiguió los derechos en una subasta,  la crítica asegura que a pesar de las diferencias entre libro y película, la trama de esta última es mucho mejor.
Para simplificar el argumento: Una cosa llamada Oasis, y que vendría a ser un equivalente a “Los Sims” —es decir una comunidad social virtual— a lo gordo, tiene a la población atontada. Todo el mundo está navegando en Oasis, y lo que ocurre en la vida real es secundario. Al morir el creador de Oasis, este deja dicho como testamento que aquél que encuentre tres llaves y consiga un huevo oculto, heredará la empresa. Y ahí entra nuestro joven protagonista con la tarea de conseguir las llaves mientras se enamora y mientras los malos de la película, que son los actuales responsables de Oasis, se lo ponen difícil para conseguirlo.
Entretenida, interesante, dinámica y divertida. Un Spielberg en buena forma y una película que sin duda será recordada dentro de 20 años, no como “Warhouse” o “Mi amigo el gigante” de las que nadie se acordará porque, en esencia, nadie las ha llegado a ver. Esta sí.
Entonces, ante el aluvión de comentarios, ya fueran positivos o negativos que generó la cinta en las redes sociales, tras verla, considero que la película no tiene ningún problema. El problema es Internet  y el público de las películas masivas.
Yo, incluso la recomiendo.

jueves, 11 de agosto de 2011

SUPER 8

Desde buen principio, había algo en "Super 8" que me echaba para atrás, y era su descarada nostalgia ochentera. Amigos, comienzo a estar hasta las pelotas de que se reivindique ese cine, ¡dejad tranquilas a las pelis de mi adolescencia, cojones!, no intentéis recrearlas porque su magia ya no funcionará... y si no las vistéis en el cine, pues os jodéis, porque tuvistéis la oportunidad. Además, a muchas de ellas se las trató como una mierda en su época, y ahora son reivindicadas por críticos, modernos y gilipollas babosos que aplauden toda iniciativa "retro-cool". No es justo. Por todo ello, me daba una pereza horrible ver "Super 8". Me invitaron al pase de prensa, y no fui. Me invitaron al estreno, y dije que no iría. Finalmente, el amigo Goblin me invitó al preestreno y entonces ahí dije "¡¡Vale, iré!!". Caray, casi parecía una señal divina, nunca me habían insistido tanto para acudir al lanzamiento de una peli de estas.
Unos chavales que están rodando un corto en super 8 de zombies (¡¡que oportuno!!) presencian un espectacular y aparatoso accidente de tren (lo mejor de la peli). De uno de sus vagones surge una extraña criatura que la liará parda matando/secuestrando peña por el pueblo. Vienen los militares, que aún empeoran las cosas. Suerte del grupo de chavales que, obvio, serán quienes arreglen el entuerto.
Bien, lo peor de la experiencia de ayer fue reafirmar mis más temerosas sospechas: "Super 8" es un claro, obvio y nada sutil homenaje al cine de los 80, en concreto a aquel parido por Steven Spielberg (que no porque si en esta ejerce de productor). Los ingredientes son infalibles: Pandilla de chavales aventureros, bicicletas, suburbio de casitas blancas, cinefilia, padre atormentado por la muerte de su mujer, amores adolescentes, niña "mal tratada" por su padre alcohólico, militares malos, marciano ¿malo?.... ¿o bueno?.... efectos especiales y, sí amigos, ñoñería.
Bien, lo reconozco, no iba con mucha predisposición a que me gustara, así que tal vez mi veredicto no haya que tomarlo al pie de la letra, pero el caso es que me sentí violado y manipulado. J.J.Abrams juega con mis sentimientos a base de continuas referencias a las pelis que marcaron mi edad de crecimiento. Se pasa todo el metraje intentando meterse al público en el boslillo tirando de nostalgia extrema... y parece que con buena parte de la platea ahí presente lo consiguió, pues aplaudían y reían sus momentos referenciales y chistecillos. Pero conmigo no, entre otras cosas porque esas recreaciones me supieron frías e insaboras. No puedes intentar recrear un cine tan mágico (para algunos) porque entras en el juego de las comparaciones y sales perdiendo por goleada. El mismo final, es casi un calco del final de "E.T., El extraterrestre", ¿pero por qué no logra "Super 8" hacerme saltar las lágrimas como sí lo consiguió la original?, pues por un lado porque yo ya no soy el mismo (¡¡aunque sigo llorando viendo "E.T."!!), pero por otro porque Abrams no es tan buen director como Spielberg, no consigue crear lazos afectivos con los personajes, y mucho menos con el marciano, así pues, no hay casi sentimiento. De hecho, pasé verdadera vergüenza ajena durante dichos intentos, tal vez porque resultaban tan obvios -y era tan claro que no funcionaban- que me incomodaron.
Y es que, referencias a un lado, "Super 8" tampoco termina de rular bien como peli. Es algo pesada y, sobre todo, muy previsible. A mi lo que me gustaría es conocer la opinión de alguien que no sepa nada del cine previo de Spielberg, alguien que viera "Super 8" sin la "influencia" de su pesada carga nostálgica.
Al final, durante los créditos, vemos terminado el corto de zombies en super 8 que hacen los chavales. Otro "truco fácil" porque a todos nos hace mucha gracia ver una peli casera hecha cutremente, repleta de cagadas y limitaciones propiciadas por la ingenuidad adolescente, pero el caso es que está divertido... y se me ocurre que sería muy fácil decir aquello de "Es mejor el corto del final, que la peli entera"... pero no seré yo quien lo haga.


PD: Mi amigo Angel ya ha rebautizado a la peli como "Super Tocho". No está nada mal pensado!. ¡Gracias amic!.

miércoles, 25 de agosto de 2021

EL BAÚL DE TÍO VICENTE - 11

Vaya, vaya, vaya. Steven Spielberg y Sebastián D´Arbó compartiendo, casi casi, columna, gorra, barba, gafas de sol y pose (ahí al ladito de la cámara, aunque la de Steven es más lustrosa). Estas cosas solo ocurrían en las páginas de la revista "Shows" (y en los ochenta, baby). Dos monstruos del cine, aunque por razones casi opuestas, juntos.
Spielberg asegura que cuando sea adulto, hará cine para adultos... algo que, efectivamente, acabó cumpliendo. Y luego habla de un proyecto en marcha donde se combinaba ciencia ficción y romanticismo que, sin embargo, nunca llegó a materializarse.
Por su lado, D´Arbó lloriquea. Y lloriquea mucho. Se queja de que el cine fantástico no está bien visto en España y que, por eso, no se come un colín. Cuanta razón tenía y cuanto, por desgracia, han cambiado las cosas, ¿verdad?. Luego pone a caldo a la administración del cine porque no le toman en serio. Y bien que hace, todos sabemos lo hijosputa que eran, siempre despreciando y mirando por encima del hombro a los artesanos que, desde la modestia, osaban hacer pelis de género en España. Finalmente, Sebas nos garantiza que ha terminado con el terror sobrenatural y va a dedicarse a cosas un poco distintas, más terrenales, como el thriller "Cena de asesinos". Sin duda lo consiguió... aunque de un modo algo más radical, ya que no solo puso fin a sus pelis de espíritus y posesiones, también a su carrera como cineasta.
Griten todos al unísono: ¡Graaaaacias tío Vicenteeee!


domingo, 30 de mayo de 2021

TRAILER DE "SPLIPSTREAM (LA FURIA DEL VIENTO)"

Me acuerdo perfectamente de cuando se estrenó "Slipstream (La furia del viento)" en 1989. Llamó mucho la atención la vuelta a la ciencia ficción aventurera de Mark "Luke Skywalker" Hamill (quien le iba a decir en ese momento que terminaría regresando a la saga que le catapultó) y, así mismo, la de Steven Lisberger, director de aquel famoso hostiazo taquillero llamado "Tron" (y que, a gusto personal, destacaba por tener un nombre muy parecido sonoramente al de Steven Spielberg. De hecho, era casi como la versión pobre de aquel). Sin embargo, más allá de esas dos apreciaciones tontainas, jamás vi "Slipstream". Ni en cine, ni en vídeo, ni en papel de fumar (y como yo muchos otros, de ahí que fuese oficialmente la última peli como director del gafado Lisberger). No sé, no me atraía, ni me atrae. Hay algo en ella que promete mucho aburrimiento. Y si no, echen un ojo al siguiente trailer -extraído, as always, de un rancio VHS- para confirmar que, efectivamente, esas funestas impresiones siguen tan vivas hoy como entonces.

sábado, 29 de marzo de 2008

EN LOS LÍMITES DE LA REALIDAD

Estamos ante uno de esos títulos emblemáticos del cine fantástico de los ochenta por el que, siendo yo chavalín, sentía una fuerte atracción, al tiempo que temor, gracias a sus imágenes promocionales. Fue la película con la que descubrí a los "Creedence" (esa introducción maravillosa) y fue el film de inflexión para la carrera de John Landis que, después de "Thriller" (el video-clip de Michael Jackson producido el mismo año), cayó en picado a causa del famoso accidente sufrido durante el rodaje, en el cual el actor Vic Morrow falleció decapitado por un helicóptero (y junto a él, dos niños asiáticos). Landis acabó en los tribunales y todo aquello marcó definitivamente su talento, evaporándose por completo tras varios títulos maestros (que caen justo antes de "En los límites de la realidad") tales como "Made in USA", "Desmadre a la americana", "Granujas a todo ritmo" y "Un hombre lobo americano en Londres". Una pena.
Como ya es sabido por todos, el film homenajea a la famosa serie televisiva de Rod Serling, "The Twilight Zone" (aquí "Dimensión Desconocida", al menos en la tv3, que es donde solía verla yo) poniendo al día (al de esa época) varias de sus historias. Para ello, contamos con peces gordos tras las cámaras del calibre de Steven Spielberg, George ("Mad Max") Miller, Joe Dante y el mentado Landis. Casi ná.
Y empezamos por el principio, la infame epopeya que llevaría al pobre Vic Morrow a la tumba. Este interpreta a un mega-racista que, por aquello de la dimensión desconocida, termina dando varios garbeos por la Alemania nazi o el Vietnam en plena guerra, y es casi linchado por el Ku Klux Klan (con ayuda de John Larroquette en un breve papel). La historia es tontorrona, pero efectiva. Le sigue el padre de "E.T." que vivía su etapa más ñoña (lo que no significa nada malo, aunque en este caso si) y lo refleja en esta fábula sobre unos ancianetes que, por una noche, recuperan la infancia. Muy tierna ella, y la más olvidable. La que hace tres nos muestra a un Joe Dante en plena forma, recién adoptado por Spielberg, moviéndose alegremente en su universo al dar vida, forma y color a un mundo propio de Bugs Bunny, pero en maligno (le siguen sus inseparables Dick Miller y Kevin McCarthy). Un niño con poderes infinitos crea su propio hogar ideal, que es como estar viviendo en un dibujo animado a todas horas, hasta que se mete por medio una educadora y lo arregla. Y finalmente, lo mejor del pastel, el dulce por el que merece la pena la peli al completo, y lo raro es que la firma George Miller, un tipo que tampoco es que haya hecho nada del otro Jueves (salvo "Mad Max 2"). En ella, un histérico y genial John Lithgow vive un viaje infernal en un avión y en plena tormenta, cuando presencia por la ventanilla cómo un monstruo (un gremlin, y no es coña) va destrozando el aparato. Lo dicho, cojonuda, la mini-obra maestra del pack, con esa tremenda tensión acumulada, esa delirante manera de fotografiarla, algún que otro momento de verdadero miedo (cuando Lithgow abre bruscamente la ventanilla y se encuentra cara a cara con el bicho... atención al extraño pero efectivo -y fugaz- plano de los ojos del actor saliéndose de sus órbitas, efecto este que ya usó Miller en "Mad Max 2", justo antes de que el malo se coma un camión de frente) y las fabulosas imágenes de la criatura destrozando el ala del avión mientras los rayos le caen encima. Por cierto, ha sido un placer intrínseco para el alma gozar tanto en este episodio como en el anterior, de monstruos creados con látex y movidos mediante animatronic. Lo echaba de menos.
Las pelis de episodios no suelen gustar, dicen que al no poder seguir una historia lineal te aburres (y debe ser cierto, pues el film no fue exactamente un hit)... pero a mi eso no me pasa, de hecho, me gustan esa clase de films (sin ir más lejos, uno de ellos, "Creepshow", está entre mis diez favoritas... ¿para cuando una edición de lujo en dvd?) y será por eso que "En los límites de la realidad" me ha resultado un divertimento total que me ha pasado en un suspiro. Probadlo.

viernes, 4 de diciembre de 2015

MI NIDO O EL TUYO

Tan convencido estaba Steven Spielberg del tirón de John Belushi, tal el aprecio que sentía por él, que creo la “Amblin” solo para poder pegarse el gustazo de producir la que, en teoría, iba a ser la película que encumbraría a John Belushi. “Mi nido o el tuyo”. Ergo, se trata de la primera película producida por Amblim, y también, la primera comedia romántica de John Belushi.
Cuenta la historia de un periodista de éxito de un popular periódico de Chicago que acude a las montañas a realizar un artículo sobre una ornitóloga que estudia a una clase de águilas en extinción. Allí, surgen las disputas (ella es chica de montaña, él hombre de ciudad) y las redencillas para, de la noche al día, todo eso convertirse en un amor infinito, que se verá perjudicado por los distintos hábitats en los que nuestros protagonistas se desenvuelven.
“Mi nido o el tuyo” –“Continental Divide” en su versión original, que hace referencia a la separación de montañas que hay entre los USA y Canadá, dónde sucede el grueso de la película- tenía una intención; convertir a Belushi en el nuevo Spencer Tracy. Lógicamente, todo Tracy que se precie, tiene que tener una Catherine Herpburn que le sirva de pareja, así que le endosaron a una tal Blair Brown, feucha y actriz del montón, con la que no surgió ninguna química. El resultado es terriblemente flojo, una película aburrida de narices, con una historia absurda y, en definitiva, una película carente de cualquier carisma. Entonces, lo que iba a ser el peliculón de Belushi acabó siendo uno de sus fracasos (recordemos que solo tuvo un par de grande éxitos).
Y es que, como dice la canción, el peor enemigo de Belushi, era el propio Belushi.  La película no hay quien la salve, quizás protagonizada por Chevy Chase y Goldie Hawn sería más visible, pero seguiría siendo una mierda. Sin embargo, hay que tener en cuenta que “Mi nido o el tuyo” se ve resentida por un John Belushi en fase terminal que echó a perder el rodaje, no solo por sus continuo estado de embriaguez y/o drogadicción, sino también, porque quería meterle el rabo a Blair Brown a toda costa, llegando, incluso, a meterle mano en algunas ocasiones, con lo que consiguió que la actriz le cogiera un asco descomunal que, desde luego, se transmite en la pantalla.
En la pre-producción, la inseguridad embargaba a Belushi. No sabía si daría el tipo ya que necesitaba una interpretación sosegada y contenida –“¡Nada de cejas!” le decía continuamente el director- y por unos instantes, cuando aceptó el papel, decidió tomárselo en serio. Comenzó una dieta que le hizo adelgazar casi 20 kilos y no consumió drogas durante ese tiempo. Se mantuvo sobrio. Y el rodaje fue sobre ruedas las primeras semanas. Pero claro, fue llegar a Chicago, dónde se rodaba parte de la película y mandó a tomar por el culo la dieta y la abstinencia. Además, la eterna inseguridad del actor, le hizo perder la fe en una película concebida a su medida, escrita por Lawrence Kasdan y producida por Spielberg. Al considerar que no estaba a la altura, que no resultaba interesante más allá del salvaje rol de Bluto de “Desmadre a la Americana”, Belushi se dio de nuevo a la mala vida con lo que eso conlleva; Llegar  completamente drogado al rodaje, engordar como un cerdo o directamente no asistir al rodaje. Y es que, efectivamente, si sacamos a Belushi de su rol salvaje, resulta ser un actor más bien discretito y tirando a malo.
Dicen que la película en la que más hecho polvo estaba Belushi, es “Mis locos vecinos”, sin embargo donde el deterioro físico es más palpable es en esta “Mi nido o el tuyo”, dónde los kilos y kilos de maquillaje no ocultan un rostro castigadísimo por la cocaína, unas ojeras permanentes, o en el peor de los casos, y vaya usted a sabe por qué, heridas  y arañazos en el rostro, en una de las escenas. Desde luego, lamentable. Por no hablar de cómo Belushi engorda y adelgaza  en una misma escena. Pero me refiero a cambios físicos de entre 10 y 15 kilos.
Más allá de esto que cuento, y si no estuviera protagonizada por quien lo está, “Mi nido o el tuyo” es una película muy del montón, muy sosita, que pasó inadvertida en su estreno en USA, y aquí a España nos llegó directamente al mercado del vídeo, y con pocas copias además, por lo que hoy en día se trata de una de las películas más desconocidas del actor, siendo como es, un icono.
Junto a Belushi y Brown destaca la presencia de Tony Ganios ¿Qué quien es ese? Pues nada menos que el “Cigarro Puro” de la saga de “Porky’s”.
Dirige el director de estudio Michael Apted, que lo mismo te dirige esta, que te dirige “Estado Crítico” al servicio de Richard Pryor, que “Gorilas en la niebla”, que una de las entregas de “Narnia”.

sábado, 21 de enero de 2017

ENTERRANDO A LA EX

Cinéfagamente (y creativamente), soy hijo de dos grandes corrientes surgidas en plenos años 80, década en la que ambas vivieron sus momentos dorados: el blockbuster y el video-clubismo. De la primera me empapé con superproducciones de aventuras, fantasía, acción y ciencia ficción. De la segunda, con un montón de títulos ignotos, extraños, baratos y, sobretodo, ligados al género de mis amores, el terror.
Evidentemente en el grupo de las primeras destaca con luz propia lo que hizo Steven Spielberg desde su "Amblin". Y quien dice Spielberg, dice el séquito de realizadores forjados a su sombra como Robert Zemeckis o Joe Dante.
A veces me embarga el desconcierto cuando me paro a mirar/pensar y me percato de que los responsables de todas las películas míticas que alegraron mi infancia y adolescencia son personas humanas que comen, cagan, mean y, sobre todo, siguen activas haciendo lo suyo. Cuesta aceptar que el tipo que parió "Piraña", "Aullidos", "Gremlins" o "El chip prodigioso" sea una persona real y que no se levante cada mañana psicológicamente condicionado y, por ende, creativamente paralizado por el hecho de haber dirigido productos tan fundamentales para la vida de miles de seres humanos. Pero es así. Y Joe Dante, aunque ya no nada entre milloncejos y grandes éxitos de taquilla, continúa facturando películas. En ocasiones algunas de ellas miran a su pasado con resultados raramente satisfactorios (ejemplo: "Pequeños Guerreros" o "Miedos 3D", el remake no confeso de "La puerta"), y en otras hace gala del que fue otro sus fuertes -aunque menos-, la comedia negra. "Enterrando a la ex" entra dentro de este grupo.
Un devoto del cine de terror vive enchochado de una chica con la que tiene más bien poco en común. No es muy feliz con ella (sobre todo cuando le estropea unos valiosos posters), pero va tirando con resignación. Un día le promete amor eterno -después de echar un polvo, claro- delante de una figurita mágica que toma buena nota de ello. Aunque en realidad lo que quiere es cortar con la chica, así que reúne el valor y la cita en un parque para decírselo. Desafortunadamente, ella es atropellada y muere trágicamente antes de conocer la mala noticia.
Tras pasarse varias semanas encerrado en sí mismo (y viendo "Plan 9 from outer space"), el chaval conoce a otra churri la mar de atractiva y, sobre todo, con la que tiene mucho en común. Cuando más evidente se hace que entre ambos tórtolos está naciendo el amor, la novia muerta volverá de la tumba, algo desmejorada y muy cachonda para reclamar aquello que le prometió la que en vida era su pareja.
Pues sí, queridos, Joe Dante apuntándose a la moda zombie en sus últimos coletazos. Triste, pero viniendo de quien viene, se lo podemos perdonar, ¿verdad?.
"Enterrando a la ex" no es una peli de terror. Es, como decía, una comedia. Negra, sí, pero tampoco estamos ante un carnaval ni de tripas ni de mala leche. Y tampoco de tetas, por desgracia como verán unas líneas más abajo. Cuando me puse a verla, lo hice pensando que sería un mojón y que seguramente me quedaría dormido. Y la verdad es que no fue así, me entretuvo medianamente, me hizo cierta gracia, no me ofendió en exceso y aunque el final sea previsible y ñoño, la cosa se saldó con un regusto moderadamente positivo. Y es que, bueno, no deja de ser una película de Joe Dante. Y el que tuvo, en mayor o menor medida, retuvo.
El reparto es de esos bien floridos. Destaca su protagonista, el pobre Anton Yelchin, tristemente fallecido de modo demasiado prematuro. Le sigue la.... en fin, dejen que coja aire: la tremenda Alexandra Daddario o, lo que es lo mismo, las más deliciosas y comestibles tetas que actualmente podemos ver en el cine. ¡¡Madre mía, que cosa!!. Tías como estas, y senos como esos, hacen creer en dios. O en el diablo, por dejárnoslas ver pero no catarlas. En este caso el diablo es Joe Dante, que nos regala una escenita de lucimiento erotico-festivo, pero muy light, sujetador mediante. Aún así, tela marinera. Claro que uno no puede evitar preguntarse: ¿de verdad existen chicas con ese aspecto físico, esa candidez y que les molen las pelis de terror, el punk rock y demás subculturas?. En mi época no las había. Hoy, desde el horrible boom caspa-gore de los 90 y la invasión manga, sí que las hay, aunque no creo que lleguen a tal nivel de perfección (y son demasiado jóvenes para este viejo verde). En fin. Los acompañan Ashley Greene como la chica zombie (es "famosa" por su participación en la saga "Crepúsculo", pero antes estuvo en esto) y Oliver Cooper como el improbable amigo golfo y fondón que folla cuanto quiere y con quien quiere.
Siendo como es una peli de Joe Dante, no pueden faltar Dick Miller (envejecido, pero ahí lo tienen), un porrón de guiños cinéfagos (destaca uno dedicado, nada menos, que a Jack Perez, con quien recientemente Dante colaboró) y referencias directas (llama la atención ver "The gore gore girls" en una pantalla). La música se la debemos a Joseph LoDuca, habitual del clan Raimi y responsable del entrañable y minimalista soundtrack de "Posesión Infernal". Entre los productores encontramos a un personaje bien curioso, Brad Sykes, cineasta habitual del horror de ultra-bajo presupuesto generalmente grabado en vídeo.
"Enterrando a la ex" queda lejos de los mejores tiempos del cine de Joe Dante, por supuesto, pero se deja ver como entretenimiento ligero y desenfadado y, oye, después de todo me gustó más que la insufrible "Matinee" o las ya mentadas "Pequeños Guerreros" y "Miedos 3D".

martes, 14 de agosto de 2012

ROBERT ZEMECKIS

La colección “Directores” de Cátedra, según la importancia que le de el lector a dicho director, es de lo más interesante.
Curiosamente Jorge Fonte, autor de libros dedicados a Steven Spielberg, Walt Disney, Woody Allen u Oliver Stone, se marca un repaso la mar de extenso por la filmografía de ese jornalero de Spielberg que es Robert Zemeckis.
Partiendo de la base de que la lectura es amena, el libro analiza, una por una, todas y cada unas de las películas –y cortos- que Zemeckis ha rodado durante su solvente carrera, contándonos algunos aspectos de su vida, y siendo bastante objetivo con cada una de las películas. Fonte es lo suficientemente objetivo como para no dejarse cegar por el fanatismo, y si tiene que repartir palos a según que peli, los reparte. Descubrimos detalles y datos de las películas de mucho interés, y leer sobre la trilogía de “Regreso al futuro” es harto de entretenido.
Pero Zemeckis no tiene una filmografía lo suficiente extensa como para llenar un tocho, y aquí viene el gran problema de este libro: que te cuenta las películas enteras, de principio a fin, con pelos y señales. Vale que entre medias Fonte va dando su opinión sobre esta o aquella escena, pero si has visto la película, no interesa demasiado, y si no la has visto, casi te la destripa… y cuando acabamos el libro, nos damos cuenta de que la mayoría de el, son largas sinopsis.
Sin embargo, merece la pena leerlo por todos los datos que nos da, técnicos o de producción, y lo bien que se desenvuelve este señor para explicarnos las cosas, se agradece.
Con lo cual estamos ante un libro bastante regular, que por otro lado, no sacia nuestras ansias de cotilleo, puesto que de la vida personal de Zemeckis, nos cuenta más bien poquito. Claro, que no se trata de una biografía y de eso hay que ser consciente antes de comprarlo.

viernes, 29 de junio de 2012

EN BUSCA DEL AVIÓN PERDIDO

Que el mayor mérito de una película sea haberse aprovechado de un taquillazo ajeno antes que nadie, es mala señal. Y mucho me temo que ese sea el caso de este "En busca del avión perdido" que, con semejante título, no hace falta decir de qué film churrupetea. Claro que es el título Español, tal vez sea cosa de un distribuidor oportunista/desalmado y en realidad, en versión original, las intenciones no canten tanto. Hombre, TANTO no, pero tampoco se quedan cortas: "Race for the Yankee Zephyr", que así se llama de verdad, tiene cierto parecido con "Raiders of the lost ark"... ambos van a la búsqueda de algo de enigmático nombre. ¿O no?. Recuerdo cuando se estrenó "En busca del avión perdido" en este país de paletos. Aún caliente el éxito del film de Steven Spielberg, apareció en los periódicos el anuncio de esta producción Australiana (con ayuda de Nueva Zelanda y los mismos USA). Eso sí, en pequeñito, sin llamar mucho la atención (y mintiendo, el avión ilustrado tiene un aspecto más futurista del que vemos en la peli). Ya entonces pensé: "¡Vaya morrazo!". Y no tuve interés en deglutirla. Y así continué hasta que la encontré metida entre mis recién adquiridos Betas y pensé que ya iba siendo hora de darle una oportunidad.
Unos cazadores encuentran en lo alto de las montañas un viejo avión de la segunda guerra mundial desaparecido en su época (y ocurre a los 10 minutos de trama, por lo que la búsqueda dura bastante poco). Resulta que entre su cargamento hay unos lingotes de oro de los que un malvado mecenas quiere apropiarse a todo precio. Los cazadores, acompañados de la inevitable hija chillona de uno de ellos, harán lo posible para ganarles la "carrera" a la que hace mención el título original.
Francamente, mientras veía "En busca del avión perdido" tenía mis dudas de si realmente la intención de sus artífices fue imitar "En busca del arca perdida". A fin de cuentas, ambas están fechadas en el mismo año, 1981... ¿no es demasiado poco margen para que los segundos vieran la de Spielberg y se pusieran manos a la obra?. Tal vez simplemente fuese casualidad... pero claro, la idea de recuperar el regusto del viejo cine de aventuras es una casualidad muy gorda para aquellos tiempos en los que a nadie parecía interesarle meterse en tales mandangas. Aunque la peli va cargadita de pequeñas pistas, pequeños detalles, que le hacen dudar a uno. ¡Qué misterio más tonto!.
En todo caso, la labor de los Australianos tampoco es que sea gran cosa. Arranca más o menos bien, como un divertimento de sobremesa, pero su repetición de conceptos (vamos, que todo se limita a esa carrera que no parece acabar nunca) termina por aburrir. Ahora los malos se adelantan, ahora los buenos les paran los pies y ganan la partida, pero los malos vuelven a adelantarse, y los buenos una vez más intentan pararles los pies. Y bla, bla. Coñazo. Además, tampoco es muy espectacular ni llamativa en ningún aspecto, y el humor, basado en el típico antagonismo entre el chico y la chica, algo inadecuado (aunque no tanto como para inspirar a unos distribuidores de vídeo que, posteriormente, la editaron con la absurda y extraña caratula que les dejo aquí cerquita, totalmente de comedia cafre y con el detalle de que el George Peppard retratado es el que por entonces se dejaba ver en las filas del "Equipo A").
Pues sí, George Peppard interpreta al malo (y que de entrada, va vestido igual que "Arnold Toht"). Le siguen el prota guaperas/golfo de rigor, Ken Wahl (de "Ultimátum") y el bueno de Donald Pleasence tirando a sobreactuado, tanto como Lesley Ann Warren (aunque en su caso, la sobreactuación es un talento innato. Por cierto, se marca un numerito erótico tan chorra/cutre como sensual) y algún que otro secundario habitual del cine de aquellos lares. Dirige el cotarro David Hammings, más conocido por su faceta como actor -lo has visto en "Blow-Up" y "Rojo Oscuro", la de Argento- pero que en funciones de director también se marcó algún que otro título de interés, como "El Superviviente"... ¡y varios episodios de "El Equipo A"!, supongo que resultado de sus buenas relaciones con Peppard.
En definitiva, "En busca del avión perdido" es una mediocridad de tamaño colosal que, si de verdad no tienes nada que hacer, y te aburres muchísimo, y no hay nadie en la habitación dispuesta/o a darte placer carnal, y el calor es infernal y... etc, entonces, sí igual te sirva de algo. En caso contrario, ¡pal container!.

sábado, 17 de diciembre de 2016

TIBURÓN, LA VENGANZA

“Tiburón, la venganza” es la cuarta parte oficial de la famosa franquicia iniciada por Steven Spielberg con su grandiosa obra maestra. Le siguió una segunda que, dentro de lo que cabe, no estaba demasiado mal. Luego una tercera en 3D francamente chunguera y, finalmente, esta de la que les hablo hoy y que si no lleva el número respectivo tras el título es por su intención de desvincularse de la entrega precedente. Dicho de otro modo, “Tiburón, la venganza” conecta directamente con “Tiburón 2” y se pasa “Tiburón 3D” por el forro de las pelotillas. Cosas de Hollywood.
El jefe Brody ha muerto de un infarto. De miedo, como dice su esposa, que es la que protagonizará la película por completo. De los dos hijos que tuvieron, uno ha seguido los pasos del padre y es sheriff. El otro, biólogo marino. Una noche el primero acude al mar y, ¡ups!, es atacado y devorado por un tiburón gigante. No puede ser el mismo de las otras pelis porque aquellos murieron, pero sí podría tratarse de un hermano. Un primo. O vaya usted a saber. El caso es que el bicho quiere vengarse de la muerte de sus iguales atacando a la familia Brody al completo. Lo que desconoce es que la viuda no piensa achantarse y se tomará su propia revancha con la ayuda de su otro hijo, un aviador la mar de golfo que le echa los tejos y un negro con rastas muy brasas.
¿Un escualo con consciencia suficiente como para elegir a sus víctimas?. ¿Para cometer venganza?. ¿Procurando siempre que pertenezcan a la misma estirpe?. No deja de ser irónico pensar que lo que en 1987 -año de estreno del film- sonaba descabellado e incluso ridículo, hoy, comparado con todas esas delirantes películas de tiburones que cantan, bailan, vuelan y están hechos de hielo, lava o pasta de boniato, y que gente como "Syfy Channel" tienen el mal gusto de programar, lo que cuenta "Tiburón, la venganza" suena de lo más normal. Incluso creíble. ¡Cómo han cambiado los tiempos, par diez!.
A "Tiburón, la venganza" se la conoce oficialmente como una película "mala pero divertida". Hasta uno de sus protagonistas, Michael Caine, se jacta de que solo la hizo para marcarse un viajecito, cobrar el cheque y comprarse una casa, pero que nunca la ha visto, aunque le han dicho que es terrible.
¿Hay pa tanto?. Hombre, desde luego si la comparamos a la original estamos ante un auténtico zurullo de proporciones épicas. Tirando a aburrida y sin la más mínima capacidad de generar suspense. Cuando el tiburón aparece lo hace como si pasara por allí, sin más, no hay una progresión previa destinada a erizarnos el vello. Mario Van Peebles, el negro de rastas, carga mucho las tintas en su interpretación, resulta realmente agotador. Cuando leí que él mismo se había encargado de escribir sus diálogos, lo entendí todo. Pero tal vez el punto más flojo de la película sea el intento de recrear el momento más tierno y bonito del film original, cuando uno de los retoños Brody imita los gestos de su preocupado padre. No cuela. Igual que no colaba el vuelo de Superman con Lois Lane de la cuarta peli del superhéroe en otro triste intento de recuperar la magia de la primera entrega. Esas cosas no deberían hacerse, son feas, porque le quitan lustre a la película e incluso perjudican al material genuino.
Y no me interroguen respecto al desenlace, absolutamente miserable y absurdo. Por lo visto en un principio era distinto, pero ante los palos que este recibió los productores corrieron a sacarse otro de la manga (y reciclar imágenes de la primera parte) y ese es el que terminó imponiéndose para mayor escarnio de sus responsables.
Pero si hacemos un leve esfuerzo para no tener todo eso demasiado en cuenta, y nos olvidamos un poco de la de Spielberg, lo que queda es un producto mediocre aunque soportable ideal para ver el Domingo por la tarde. Una peliculita de aventuras dirigida por todo un veterano en un momento de escasa inspiración, Joseph Sargent.
En muchos aspectos "Tiburón, la venganza" me recuerda un poco a "King Kong 2". Una de esas maniobras que te preguntas cómo se le pudo ocurrir a alguien y cómo pudo ser tan iluso de pensar realmente que funcionaría. Aún así, probablemente sea bastante mejor que, no ya la del gorila, sino toda la ralea reciente de subproductos con escualo, esos mismos a los que antes hacía alusión. Y es que, al menos, aquí el Señor Tiburón es de goma... y aunque cante como una almeja, siempre resulta más agradable que uno dibujado con el ordenador.

miércoles, 22 de julio de 2020

MIS FOTOGRUMOS FAVORITOS 2 - BLOCKBUSTERS (1)

Hace unas semanas pasé por un trance perturbador. Daban "Indiana Jones y el templo maldito" en la tele, así que me senté en el sofá, sonrisa en ristre, dispuesto a disfrutarla cual enano, ya que, como producto genuinamente ochentero que es, afín a los excitantes años de mi adolescencia, siempre me hace gozar mucho y, quieras que no, despierta cierta nostalgia. Todo arrancó bien, como era de esperar. Pero, poco a poco, fui sintiendo una serie de nuevas sensaciones, respecto al film, nada agradables. Comenzaron a molestarme mucho sus arrebatos de comedia. Incluso me incomodaban. Vergüenza ajena lo llaman. Y pronto, vi como mis sentidos se saturaban. Tanto ruido, tantas emociones extremas, tanto movimiento, tanta acción, tanta locura. Se convirtió en un molesto carrusel descontrolado. ¿Qué hice? Quitarla antes de llegar al final.
Sí, duele. Mucho!. ¿Qué había pasado?. ¿Acaso la madurez impedía que disfrutara del que, otrora, era un film que siempre me funcionaba?. A ver, no soy ningún super-devoto de la saga "Indiana". De hecho, ni siquiera la tengo en formato doméstico. Pero sí es cierto que, obvio, son productos que me gustan y de los que gocé mucho siendo jovenzuelo. Ese giro terrorífico no tenía ningún sentido. ¿O sí?.
Reflexionando, me di cuenta de que solo siete días antes había revisado "En busca del arca perdida". Y, fíjense en este detalle: tampoco la terminé, creo que cambié de canal, PERO en este caso no me sentí perturbado ante semejante reacción. ¿Por qué? ¿quizás porque consideraba el "Templo maldito" mejor o la viví más en la época? No lo sé. Lo que sí noté, y mucho, era un descenso de calidad en la secuela con respecto a la película previa. El "Arca perdida" respondía al Steven Spielberg forjado en los setenta, con un sentido del espectáculo elegante, comedido, visualmente muy excitante. El mismo de "Tiburón" o "Encuentros en la tercera fase". Por el contrario, el Spielberg de "Indiana Jones y el templo maldito" era el que iba a piñón, a por la guita fácil. El de los ochenta. El de películas milimétricamente confeccionadas para satisfacer totalmente a la plebe. Productos que parecían más parques de atracciones que largometrajes.
Y entonces, para acabar de poner la guinda amarga a la historia, lo entendí. Estaba opinando igual que los críticos que machacaron el film y lo acusaron, más o menos, de lo mismo que lo acuso yo. ¡¡Qué horror!! me había puesto del lado del enemigo o, aún más acongojante, ahora tenía la misma edad que ellos cuando escribieron sus críticas biliosas. ¡Dolor!.
Claro que también podría ser aquello que, a veces nos pasa, de sentarse a ver una peli que damos por hecho nos encanta y que, por alguna extraña combinación de factores, ocurre casi lo contrario. Pero del mismo modo, también se da el efecto opuesto cuando, transcurrido un tiempo prudente, lo intentamos de nuevo y, ahora sí, el río vuelve a su cauce. No sé.
En cualquier caso, todo este rollete solo era la excusa para soltarles el reportaje oficial que en su día la revista "Fotogrumos" dedicó al estreno de "Indiana Jones y el templo maldito". Sí, ese en el que ya solo viendo las fotos me subía por las paredes de excitación incontrolada. Días en los que, ni por asomo, se me habría ocurrido que, pasadas más de tres décadas, aquella misma película sería capaz de proporcionarme las nada gratificantes sensaciones de las que, cual confesión, he hablado hoy.
¡Que dios se apiade de mi sucia alma!.



viernes, 22 de junio de 2012

EL VUELO DEL NAVEGANTE

En 1986 Randal Kleiser, director responsable de, nada menos, "Grease" y "El lago azul", quiso subirse al por entonces transitado carro del cine infantil/juvenil "a lá Steven Spielberg" con "El vuelo del navegante", la historia de amistad entre un niño típicamente americano, con su familia happy-chachipiruli, su perro y su casita en medio de un suburbio blanco repleto de bicis, y un marciano. Ejem... así como lo leen. Lo que ocurre es que "El vuelo del navegante", copiando como copia de "E.T. El extraterrestre", intenta hacerlo con un poco más de clase. Solo un poco.
El arranque es muy potente. El niño en cuestión se mete una yoya y pierde el conocimiento. Al despertar, han pasado ocho largos años, todo ha envejecido menos él, lo que le supone un trauma. Aquí la peli pilla un rollo más seriote y de suspense que, francamente, no te esperas. Al mismo tiempo, una nave marciana se ha estrellado en la tierra y es recogida por la Nasa. No tardan mucho en asociarla con el protagonista (y no me pregunten por qué), así pues se los llevan a la misma base. Allí el chaval, para no perder la costumbre, es casi secuestrado y sometido a toda clase de incómodas pruebas (¡¡aaaay que malos son los poderes fácticos cuando hay marcianos de por medio!!), pero se escapa, se cuela en la nave y... y... y la peli se estropea.
Aquí entramos en el terreno de "Mi amigo Mac" (reseñada en nuestro super-libro), pues nos centramos en la amistad que nace entre el niño y la misma nave, cuyo piloto robot es un ojo así como mecánico. Se alcanzan momentos de verdadera vergüenza ajena con este hablando en plan buenrollo, el niño cantando una canción de "Beach Boys" y miserables intentos de humor blanco. También tienen su intervención un puñadico de marcianos de lo más monos y para redondear el pastel, un intento de hacernos saltar las lágrimas (era la norma entonces).
No puedo decir que sea un peñazo o una mega-mierda, porque tampoco te aburres mortalmente, pero sí se trata de un producto muy muy de su época que, inevitablemente, ha envejecido fatal en muchos aspectos (y confirma que no todo lo de los 80 molaba, ni tan siquiera si entraba dentro del saco del ¿añorado? cine juvenil).
El niño, Joey Cramer, no se prodigaría mucho más en esto del cine. La voz del robot la pone nada menos que Pee Wee Herman. Aparece una jovenzuela Sarah Jessica Parker, interpretando a una empleada de la Nasa con instintos casi pederastas. Rematan la jugada los padres del chaval, Veronica Cartwright y el pobre Cliff De Young. El científico jefe, que manda perseguir al niño y la nave con helicópteros, también es medianamente conocido, sobre todo si veías la serie "Radio Cincinnatti", Howard Hesseman.
Como dato curioso, recordar que "El vuelo del navegante" sufrió un especie de expolio tardío por parte de los italianos en 1993 con el film "Navigatori dello spazio", que alcanzaba cotas plagiadoras francamente descaradas (claro que, no mucho más que las que alcanza el film de Kleiser respecto al de Spielberg) Habrá que verlo.

lunes, 2 de julio de 2012

CIELO DE OCTUBRE

Joe Johnston es un cineasta muy convencional. Y estoy seguro de que debe ser un individuo aburrido. Pero eso no quiere decir que no tenga talento... de hecho, es bueno en su convencionalidad y las pelis que hace se dejan ver perfectamente. Incluso las peores (y no incluyo aquí el tercer "Parque Jurásico", no comprendo por qué le tienen tanta manía, si cumple como producto palomitero...). Cuando escuché el audiocomentario del dvd de la estupenda "Capitán América: El primer vengador" (para mi, la mejor peli de Johnston) me sorprendió lo desapasionado del mismo. Sin llegar a los extremos deprimentes de los audiocomentarios de "Top Secret" o "Posesión Infernal" (el de Raimi y Tapert, claro, porque el de Campbell es genial), se notaba que el cineasta se había limitado a cumplir con su función, como el que curra en una fábrica, ficha, hace su trabajo sin ganas pero sin pausa, y luego pa casa a cenar. Eso encajaba muy bien en la imagen mental que tengo del director en cuestión (y de que, digan lo que digan, las películas Marvel son películas de productor). Por eso no me sorprende que cuando Joe Johnston decide dejar de lado monstruos y superhéroes para hacer una película más humana, sencilla y personal, haga algo como "Cielo de Octubre" que, a pesar de los años que acarrea ya la jodida (es del 1999), no supe de su existencia hasta hace pocas semanas. Y vi ayer noche. 
La acción se sitúa en los años 50, concretamente en un pueblo minero de lo más inóspito. Los rusos acaban de lanzar el Sputnik, y un chaval lo flipa tanto viéndolo cruzar el cielo estrellado, que decide construir su propio cohete. Naturalmente ello no le dará más que problemas por culpa de un estricto padre (minero) y que aspira a que su retoño le siga los pasos. El chaval se encontrará con toda clase de impedimentos y cortarollos... pero él, cabezón, seguirá luchando  por llevar adelante su sueño, hasta las últimas consecuencias.
Mineros, padres intolerantes y drama familiar con una historia verdadera como fondo (sí, sí, VERDADERA).... los ingredientes infalibles para un dramón de clase obrera parido por el chapas de Ken Loach. Sin embargo, en manos del director de "Rocketeer", sale algo que sería como "E.T. El Extraterrestre", pero sin marciano. Johnston no puede disimular la influencia brutal de su maestro, Steven Spielberg, bien presente en todo lo que hace, y "Cielo de Octubre" es una peli super-Spielbergiana... del Spielberg "serio". De hecho, si se estrenara hoy, dirían aquello de "es muy ochentera". Un cuento moral de superación tan simplista, facilón, previsible y lacrimógeno como eficaz, entretenido, divertido, emotivo y disfrutable. Ya les decía yo, Johnston es convencional, es super-mainstream, pero también es bueno en lo suyo, y "Cielo de Octubre" cumple con todos los requisitos. Es tan blanca, tan positiva y tan formulaica, que parece mentira que pasara de verdad. El final incluye un repaso a lo que acabó ocurriendo con los auténticos protas de la historia, y ver que algunos sueños logran hacerse realidad es de lo más hermoso y punzante. No me sorprendería que incluso fuese un intento por parte de su realizador de llegar a los Oscars.
Sí amigos, me hago mayor, pero ya estoy cansado de malos rollos y cosas desagradables... viva el cine bonito, viva el cine esperanzador y positivo... y sobre todo, bien hecho y entretenido. Si ustedes están pasando por el mismo trance que yo, vean "Cielo de Octubre" y lo agradecerán.

lunes, 30 de octubre de 2023

BACALHAU

Parodia brasileña a cargo del director de corte popular que más espectadores ha llevado a las salas de su país con las películas de la saga de “Os Trapalhoes”, Adriano Stuart, que, rodada corriendo y a toda prisa, trataba de capitalizar el éxito internacional de “Tiburón” de Steven Spielberg. Apenas hay unos meses de diferencia entre los estrenos de una y otra. Y, por supuesto, un cachondeo brasileiro como este se saldó con un mega éxito de taquilla en el país de la pornochanchada.
La cosa no dista mucho del argumento de la película de la que se mofa: Un extraño pez anda suelto por la playa comiéndose a los bañistas. Un experto llega a la conclusión de que se trata de un bacalao de Guinea, una especie voraz y carnicera, así que las autoridades contratan a un pescador cojonudo con el fin de que se cargue al maldito pescado. Aunque no todo saldrá según lo previsto…
“Bacalhau” es tan oscura y sórdida como cualquier porno brasileño de la época. Teniendo en cuenta eso, la película se compone de una sucesión de gags de carácter muy local, donde predominan las presencias de mariquitas enloquecidos (que les encantaban a los brasileños en los 70 y 80), chistes verbales incomprensibles para el hispanohablante y, al igual que en la de Spielberg, a la hora de mostrarnos a la bestia se sugiere más que se enseña. Entonces, el bacalao que da título al film aparece en contadas ocasiones, eso sí, cuando lo hace, vemos un muñecajo de porexpan al que se le ve la etiqueta de “Made in Ribeirao Preto” —recóndita localidad costera sita al sur de Sao Paulo— y que, cuando ataca a sus víctimas, devuelve un esqueleto totalmente limpio, como sacado del aula de anatomía. Y ese es el cenit del humor de “Bacalhau”. El resto, un vodevil con toquecito picante de los de toda la vida, y excesivo mal gusto.
Con casi dos horas de duración, el visionado se torna poco menos que insoportable, pero se entiende totalmente el éxito de la cinta en su país de origen, porque ese tipo de explotación es de un carácter muy latino. Los italianos lo hacían constantemente y nosotros, los españoles, también (sirva como muestra, por ejemplo, “El E.T.E y el Oto” de los Hermanos Calatrava). El film estaba concebido para sacar los cuartos de los espectadores durante el tiempo que durase el tirón de “Tiburón”. Después de hacer caja, el producto era lo de menos. Quizás por eso durante lustros “Bacalhau” fue una película ignota y difícil de localizar, por la poca distribución que hubiera podido tener después de su estreno, pero, en pleno 2023, todo, hasta lo más oscuro, acaba apareciendo siendo compartido en Internet, y “Bacalhau”, no puede ser una excepción. Aunque sea en un ripeo de VHS costroso en el que no se ve absolutamente nada si es de noche.
En cuanto al director de la película, Adriano Stuart, es ya un viejo conocido de "Aquí Vale Todo"; hablamos de él en las reseñas de “Fofao, a nave sim rumo” y “Bruce Lee vs. Gay Power”. Un artesano brasileño especializado en películas infantiles y comedias que, sin ser en absoluto un virtuoso, daba con la clave del éxito. Ejerció las veces de guionista para el mítico José Mojica Maríns en “Exorcismo negro”, y participó como actor tanto en esta como en “Encarnacao do Demonio”. Al margen, su nombre aparece acreditado en distintos oficios del cine en infinidad de productos locales. Tiene también papelito en la misma “Bacalhau”.
No puedo recomendar bajo ningún concepto esta película, a no ser que sea por motivos arqueológicos y/o antropológicos. Además, el portugués, aunque se entiende bastante bien, es uno de los idiomas más feos que se pueden escuchar. Hace daño a los oídos.
El cartel, no obstante, es de lo más cachondo y "salao".
¡Y poco más!.