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lunes, 16 de agosto de 2021

EL E.T.E. Y EL OTO

No me extenderé mucho presentando la película porque ustedes ya la conocen; Se trata de una parodia de “E.T. El Extraterrestre” protagonizada por Los Hermanos Calatrava y dirigida por Manuel Esteba. Básicamente consta de una serie de recreaciones pobres y chapuceras de las escenas más célebres de la película de la que hace chufla, en un batiburrillo de imágenes sin coherencia ni continuidad que sirven para el lucimiento de la pareja de cómicos que la protagoniza, Los Calatrava, así como para el de los humoristas invitados (Goyito, Manolito Royo) que intervienen como secundarios, cuyas presencias interrumpen toscamente la narración para así poder hacer partícipe al espectador de sus respectivos estilos. Se trata, probablemente, de  una de las obras cumbre de la serie Z española y su nivel de pobreza podría hacerla competir con producciones turcas, paquistaníes o peruanas y, en tal caso, “El E.T.E y el Oto” saldría airosa. Mala y exasperarte, en pleno 2021 la película ya no despierta ni simpatía, sino todo lo contrario.
Con ese atentado al buen gusto y al celuloide que es la por otro lado entrañable “El E.T.E y el Oto”, parece que la cultura popular y los aspirantes a gacetilleros de este país se han cebado en cuanto a invenciones y rumores vertidos en torno a su producción. Es como si hubiera que propagar todos esos rumores para justificar el escribir sobre ella y que haya algo que decir, ya que lo cierto es que “El E.T.E y el Oto” es tan rematadamente mala que no hay nada que resaltar más allá de eso. Y es que, tras un reciente visionado todavía me duelen los ojos, en parte, debido a la infecta calidad de los ripeos existentes.
Entre los rumores expandidos por el fandom, las trolas del director y las de los propios Hermanos Calatrava, vamos apañados.
Uno de lo más extendidos fue que Esteba y Los Calatrava se adelantaron una semana al estreno de la de Spielberg llegando así a coincidir en la cartelera las dos películas. No hay que ser muy listo para saber que eso es una falacia. Tan solo hay que echar un ojo a la base de datos del ministerio de cultura para comprobar que “E.T. El Extraterrestre” se estrenó en nuestro país en Octubre de 1982, mientras que “El E.T.E y el Oto” lo hizo en Marzo de 1983. De hecho, cuenta Manolo Calatrava en sus memorias que la idea de realizar esta parodia surge al ver lo bien que estaba funcionando la película de Spielberg en las salas de nuestro país. Esteba y Los Calatrava fueron  a verla para quedarse con las escenas más potentes, y, ahí sí, después se dieron prisa en hacerla. El rodaje duró una semana y la postproducción otra semana más. Y en cinco meses ya estaban exhibiendo en salas con “E.T. El Extraterrestre” todavía presente en cartelera. La coincidencia de ambas películas en cines se debe exclusivamente a que la programación de la de Spielberg se prolongaba semana a semana gracias a los beneficios.
El otro rumor existente, decía que Steven Spielberg había solicitado copia a la distribuidora de “El E.T.E y el Oto” al saber de su existencia y que, al verla, desestimó el denunciar a la producción tras corroborar su mala calidad. Manolo Calatrava en el libro afirma que duda bastante que Steven Spielberg llegase a  verla porque, de lo contrario, directamente los mataba. De esta misma guisa, a Manuel Esteba en vida le gustaba alardear de que Spielberg vio la película, le telefoneó tras hacerlo y le felicitó ya que según el director judío, Esteba era el único que había captado el mensaje implícito en E.T. sobre la llegada de Jesucristo a la tierra (¿?). Todo mentira, naturalmente, aunque no existen datos que corroboren si Spielberg llegó o no a ver la película.
La idea se gesta tras un sketch que Los Calatrava ejecutan en televisión a propósito del extraterrestre. Con la película “Horror Story” diez años antes, Manuel Esteba deja dinero a deber a la pareja de humoristas, quienes no ve un duro de aquel rodaje. Con la fiebre de E.T. en nuestro país, y tras ver el sketch, Esteba contacta con los hermanos proponiéndoles hacer esta parodia para cine y, a pesar de las desavenencias y el concepto que estos tienen del director, aceptan protagonizarla a cambio de los gastos que pudiera acarrearles el rodaje y un 15% de los beneficios en taquilla. Para completar el reparto se cuenta con los propios hijos de Los Calatrava, Oscar y Curro García, además de otros cómicos invitados que intervinieron gratis.
Diez días antes del estreno, todavía no tienen el cartón de censura con la correspondiente clasificación por edades, tarea esta que desempeñaba  por aquél entonces Pilar Miró. Esta alegó que no tenía tiempo para verla y calificarla, y, pese a que el estreno estaba ya programado, la dejó aparcada y sin la calificación. No podía proyectarse. Finalmente, y tras tener que personarse en su oficina la esposa y socia de Manuel Esteba, a regañadientes, la Miró calificó la película otorgándole un “no recomendada para menores de 14 años” pese a que era completamente blanca y estaba destinada a toda clase de público, especialmente el de corta edad. Con esa calificación perdían asistencia infantil a las salas donde se proyectase.
Se estrenó en 45 salas y, según Manolo Calatrava en sus memorias, el éxito fue rotundo recaudando más de 160 millones de pesetas, de los cuales los hermanos no vieron ni un duro, porque, al ir a reclamar a la productora de Esteba el 15% que por contrato les correspondía, el director se declaró insolvente, repitiéndose lo acaecido 10 años antes con “Horror Story”. Tampoco tiene mucha veracidad la versión de Manolo Calatrava, pues consultando la hoja del Ministerio de Cultura, la película no ganó 160 millones de pesetas, sino 31 provenientes de unos discretos 211.000 espectadores que fueron a verla la semana santa de 1983, o sea que, según esto, Calatrava se pasa en 130 millones de pesetas. No obstante, y teniendo en cuenta el bajo presupuesto de la película, como fuera, resultó un negocio rentable. De todas formas, no solo Esteba no dirigiría más cine, tampoco Los Calatrava volvieron a protagonizar más películas.
En cualquier caso, y tras un reciente visionado de lo más duro, lo cierto es que “El E.T.E y el Oto” es una de nuestras producciones más vergonzosas —y vergonzantes— que, paradójicamente, se convierte en una de las series Z más populares y que, al margen de la inutilidad técnica, destaca por un humor, el de Los Calatrava, que acaba funcionando por infuncional. Algunos gags son denunciables, así como la interpretación de Paco Calatrava como E.T. que hace dudar a los espectadores extranjeros si se trata de un extraterrestre o un deficiente mental.
A modo anecdótico decir que, como se trata de una película rodada sin sonido directo y doblada posteriormente en estudio, los hijos de los Calatrava fueron doblados por actores profesionales y, aprovechando la coyuntura, para proceder con Oscar García, el equivalente español al Elliot Americano, se contrató a José Luis Mediavilla, que es el mismo actor que dobló a Henry Thomas en el E.T. original, con lo que resulta muy gracioso escuchar la reconocible voz española de Elliot interactuar, casi con los mismos diálogos que en la original, con Los Hermanos Calatrava.
Todo muy entrañable. Pero nada más que entrañable.

lunes, 8 de enero de 2018

POLTERGEIST

Como recientemente se hizo noticia —que era, en realidad, un secreto a voces— el hecho de que “Poltergeist” no la dirigió Tobe Hooper, sino, el propio Steven Spielberg. John R. Leonetti, director de “Anabelle”, que trabajó en “Poltergeist” como ayudante de cámara, saca a la luz estos datos en la prensa. Nada nuevo. Spielberg no podía rodar ese año otra película aparte de “E.T. El Extraterrestre” porque así lo dispuso una cláusula de su contrato con Universal, y se acreditó en “Poltergeist”, que sería su siguiente película, como productor, dándole la autoría del film a Tobe Hooper. Pero la dirigiría él. Leonetti, lo único que ha hecho es confirmar lo que todo el mundo ya sabía. Así que, esta fue una buena excusa para volver a verla. Y no cabe duda, desde el principio, que se trata de una película de Spielberg, con todos los clichés del Spielberg de esa época —familia de barrio residencial, la infancia como gran protagonista, bicicletas… casi parece “Stranger Things”— y dónde no se ve ni un solo atisbo de Hooper, sin duda, mucho menos sofisticado en su forma de dirigir. Aún así, Leonetti dice, que a veces, Spielberg se marchaba del rodaje y le dejaba dirigir a Hooper, por lo que hay escenas en la película que bien podían ser suyas. La historia a estas alturas, también es de sobra conocida; Una familia comienza a experimentar fenómenos extraños en su casa, hasta tal punto que los fantasmas llegan a secuestrar a la hija pequeña, haciendo su fuerte en la televisión. La familia contactará con varios mediums que les ayudarán a traer de vuelta a la niña. Y mi opinión era, antes de este visionado, que “Poltergeist” es la película de casas encantadas más plástica y anti atmosférica que existe. Una clara muestra de cine de terror para el público que no ve cine de terror habitualmente. Y tras verla, lo único que puedo hacer es confirmar esto, y añadir que, además, es tan jodidamente aburrida, que más de un 65% de la cinta se la pasan hablando. Cuando no parlotea la Zelda Rubistein, parlotea la otra médium (a la actriz que la interpreta no la reconozco y no me apetece consultar ahora mismo IMDB). Pero además de aburrida, es que es una película mala de cojones. Y al paso del tiempo me remito. Al margen de que esta película sea tan mainstream que su contenido terrorífico queda anulado, es que es cutre y chapucera como ella sola en todos los aspectos. Cualquier serie B de la época, tiene más inventiva y originalidad, que este cuento de hadas malas se Spielberg. Y la comparo con “E.T. El Extraterrestre” ya que se estrenaron con solo una semana de diferencia, y el paso del tiempo podía también haber hecho mella en ella, sin embargo, mientras que “E.T.” se mantiene fresca a su manera, “Poltergeist” no hay un ser humano que la aguante. Y menos si se tiene algo de estima por el cine de terror (no digo si se es fan del cine de terror, que los fans la endiosarán solo porque es de terror y porque la firma Tobe Hooper, porque el criterio del fan se basa en fanatismos, no en opiniones formadas como bien podemos ver en miles de blogs o páginas de facebook). Sin embargo, tendré que revisar las secuelas de las que si que tengo, vistas 20 años atrás también (o más), buenos y terroríficos recuerdos. Seguiremos hablando al respecto. Lo dicho. “Poltergeist” es una mierda. Me dan igual los efectos especiales, y sobretodo, las inevitables nostalgias.

miércoles, 22 de diciembre de 2021

EL OTRO BAÚL DE TÍO VICENTE 4 - ESPECIAL "E.T." O SPIELBERG VERSUS CANNES

Hoy venimos con algo muy especial y muy Navideño, de cuando la maravillosa "E.T. El Extraterrestre" hizo tambalear los cimientos del séptimo arte, por ahí 1982. Primero durante su presentación en un festival tan peliagudo para Steven Spielberg como el de Cannes. En los tiempos que el hombre era despreciado continuamente y acusado de super-comercial y facilón, meterse de cabeza en un evento como aquel, rodeado de críticos sesudos y gilipuertas, era una auténtica aventura más llena de riesgos que ni Indiana. Sin embargo, digan lo que digan, se saldó con éxito. Leí por ahí que todos los gacetilleros, hasta el más rancio, lloraban como magdalenas con la película. Y luego, pues la rueda de prensa que reproducen las páginas de la revista "Casablanca" (número de Septiembre del 82). Lo cierto es que pensaba que las preguntas iban a ser más capciosas, pero solo hay UNA y Spielberg sabe torearla con gracejo y educación. Del resto merece la pena destacar la cita a "El retorno del Jedi", de cuando se encontraba en pleno rodaje y titulaba "La venganza del Jedi". La gran reflexión que el cineasta hace sobre la competitividad festivalera de su gremio. Y las dos cagaditas del redactor del artículo, por un lado el nombre de "Industrial Light & Magic" mal escrito y, por otro, el momento en el que, hablando Spielberg de sus próximos proyectos (entre ellos la segunda aventura de Indy), comenta "En los límites de la realidad". Si miramos el apéndice numérico que lo acompaña, se asegura que el famoso accidente ocurrió durante el rodaje del capítulo del mismo Spielberg, cosa errónea porque, como sabemos, fue durante aquel que firmara John Landis (lo arreglarían en Noviembre del 83, como demuestra el recorte final, donde se anuncia el rodaje de "Entre pillos anda el juego / Trading Places" cuando aún se titulaba "Black and White").
Cierran el show la reseña de la estupenda y emocional banda sonora de John Williams y la crítica oficial del film por parte de Miguel Marías (publicadas en el ejemplar de Enero del 83) que, a pesar de intentar por todos los medios quitarle méritos a ella y su director, se nota que la disfrutó como un enano. Pero ya saben, intelectualismo obliga...
Para leer, tecla Ctrl + botón izquierdo del ratón... y luego, griten todos al unísono: ¡Graaaaacias ooootra veeeez tío Vicenteeee!










martes, 25 de diciembre de 2007

LA GUERRA DE LOS MUNDOS (2005)

A inicios de los 90, Steven Spielberg estaba en mi lista de los cineastas más odiados. Cierto que el director de cosas como "Hook", "La terminal" o que nos castigó los sentidos con la hiperagobiante promoción de "Parque Jurásico" bien merecería un cachete. Pero seamos sinceros, aquella actitud no era más que esnobismo por mi parte. ¿Qué sentido tenía detestar al cineasta que había dirigido o producido la mayoría de películas que habían dado color a los años más mozos de mi vida y que me llenaría el cerebro de imágenes y emociones imborrables?, hagamos un leve repaso, estas son las que pagué por ver en salas: "En busca del arca perdida", "Indiana Jones y el templo maldito", "E.T. El extraterrestre", la magnífica trilogía de "Regreso al futuro", "Gremlins", "Esta casa es una ruina", etc, etc... y unos pocos años después: "Parque Jurásico 2", "Buscando al soldado Ryan", entre otras.
No reconocería tal esnobismo hasta que, empujado por mi devoción hacia el cine catastrofista, fui a ver "La guerra de los mundos" y quedé anonadado, de hecho, hoy día considero esta película una de mis diez favoritas. ¿Y por qué?, sencillamente porque logró darme miedo, en una época en la que raramente el cine de ficción lo consigue... de hecho, hasta tuve un par de pesadillas relacionadas muy directamente con esta adaptación del clásico de H.G.Wells. Lo juro.
"La guerra de los mundos" fue todo un éxito de taquilla, y hay quien ve en ella los mismos valores que yo. Sin embargo, también me he encontrado con mucha gente que la desprecia. Pues os diré algo, no me sorprende.
La gente tiende a quejarse cuando una película recurre a sobados clichés, sin embargo, en cuanto alguien osa saltárselos, es insultado desmedidamente por una audiencia que, inconscientemente, echa en falta todos aquellos elementos tan familiares que, aunque los critica, en esencia le son del todo necesarios. De una superproducción sobre una invasión extraterrestre con los nombres de Spielberg y Tom Cruise en cabeza, ¿qué es lo que puedes esperar?, pues más de lo mismo, pero con múltiples lujos. Es decir, "Independence Day" pero en buena. Solo que Spielberg es mucho Spielberg, y como confesaba el guionista del film en los comentarios del dvd, lo primero que se hizo fue una lista con todos aquellos elementos habituales en esta clase de pelis con la intención de evitarlos a toda costa. Eso es: monumentos famosos destruidos, el ejército de frente luchando heroicamente contra los enemigos, los discursos patrioteros, científicos que descubren el modo de derrotar al invasor y de cómo su hija se enamora del protagonista... nada de todo eso está en esta "Guerra de los mundos". Es más, solo hay dos secuencias en las que el ejército hace acto de presencia, y es en una de ellas, la más espectacular por su pirotecnia, donde vemos los tanques disparar, los aviones dirigirse raudos hacia el enemigo... pero, y ahí está la sorpresa, nunca divisamos a este recibiendo los impactos, ni devolviéndolos. La única secuencia clásica es al final, con los soldados disparando un cohete a una de las naves enemigas, momento este obligado narrativamente, pero que también agradecemos puesto que es un placer para los sentidos ver un momento tan icónico de la ci-fi de los 50 recreado con la tecnología moderna.
Y es que "La guerra de los mundos" habla de una invasión marciana desde el punto de vista de un individuo, centrándose en sus calamidades. El cineasta arriesga, de eso no hay duda, y más si tenemos en cuenta el peso de su nombre entre las plateas. Secuencias enteras son narradas mediante luces y sonidos, otras, que en una peli al uso hubiesen sido álgidas, las vemos a través de un televisor (cuando descubren que no es sólo una nave, sino un ejército de ellas), ¿y que me decís de la larga escena con Tim Robbins, totalmente huérfana de espectáculo y considerablemente extensa?, situada en medio de la trama y en general rechazada por el público, siempre tan impaciente. A pesar de todo eso, una opereta de ciencia ficción (y terror, como bien aclara el mismo director) de Spielberg sin momentos grandilocuentes, sería como una Fanta sin gas. Momentos de esa clase hay, y no pocos, pero permitidme que destaque la aparición de la primera nave invasora. Una obra maestra en si misma, cargada de suspense y terror que, a mi, me aceleró el corazón a mil. Increíble pericia aquí la del cineasta, logrando tantas emociones de intranquilidad partiendo de una base tan inverosímil (incluido el aspecto del artefacto), en parte gracias a una fotografía que, ante todo, busca el absoluto realismo. Y es que cuando la fantasía se ilustra mediante una pátina de verismo bien entendida, los resultados siempre son sabrosos, y ahí tenemos otras joyas del calibre de "El Exorcista" o el "Superman" de Donner que lo demuestran con creces.
Naturalmente no todo es oro en "La guerra de los mundos", la inevitable escena de lucimiento para el protagonista, cuando es capturado por los marcianos, y logra destruir su nave con la ayuda de unas oportunas granadas, chirría que da gusto. Es facilona y cutre, aunque, obviamente, era algo que probablemente iba estipulado en el contrato de Tom Cruise. Resulta curioso, y preocupante, que a las nuevas generaciones fuese ese el único momento que les gustó de lo que consideran una película aburrida (o directamente, una mierda). Así vamos.

viernes, 15 de agosto de 2008

MI PROYECTO CIENTÍFICO

Esta peli es, como tanto (nos) gusta decir hoy día, muy muy ochentera. Toda ella, de cabo a rabo. Estética y narrativamente (musicalmente también). Y es que en esa década, como bien sabrán los de mi quinta, el cine que arrasaba en taquilla era el que llevaba la firma de Spielberg, ya fuese dirigiendo como produciendo. Cuando se estrenaba algo encabezado por "Steven Spielberg presenta", todos los adolescentes corríamos al cine sin pensárnoslo, porque sabíamos lo que nos esperaba: Diversión, personajes jóvenes, efectos especiales tremendos, humor blanco, ciencia ficción, aventura, etc, etc. Eso es lo que estaba de moda entonces, y a ese carro intenta subirse este "Mi proyecto científico" que perfectamente podrían haber dirigido Robert Zemeckis o Joe Dante (eso si, los de la época, claro).
Un chaval tiene que entregar un proyecto de ciencias o será suspendido. El pobre no tiene tiempo para dedicarle porque curra de mecánico. Así que va a un desguace y, accidentalmente, se topa con un cacharro de origen marciano con la capacidad de abrir barreras estelares, espaciales y temporales. Naturalmente, nada más darle al "On" se monta la de dios, lo que le obligará a él y sus coleguitas (entre ellos una comparsa cómica tan tan irritante y desagradable que solo esperas que muera) a arreglar el entuerto, todo ello entre apañados efectos especiales (Doug Beswick y Rick Baker rulan por ahí) y el inevitable toque Spielberg del momento.
El resultado, se ve con agrado y entretiene razonablemente, a pesar de su aspecto casi telefílmico. Está protagonizada por John Stockwell, un actor muy de los 80 (lo habéis visto en "Sueños Radioactivos", "Top Gun" y "Christine" a la que citan en un diálogo de la peli a modo de pequeña coña), que acabaría convertido a director y firmaría cosas como la simpática "Turistas", nada menos. Le siguen Dennis Hopper y Richard Masur (el de "La Cosa").
Su realizador, Jonathan R. Betuel, poco más hizo después de "Mi proyecto científico", aparte de un episodio de "Las pesadillas de Freddy". Eso sí, bien merece un puesto en el podio de "Imitadores de Spielberg" junto a Roland Emmerich y Stephen Sommers, aunque solo sea por su condición pionera.

martes, 3 de noviembre de 2009

1941

El fracaso más sonado de Spielberg, y una de sus pocas comedias, se prodiga hoy día como una obra maestra del despropósito. La película es espectacular, cuenta con una media de un gag por minuto, John Belushi está inmenso... pero es un revoltijo incomprensible, con un montaje tan confuso que no conseguimos enterarnos bien de lo que está pasando. Sin embargo, es altamente curiosa y, por ello, he desembolsado los 10 euros que cuesta la nueva edición en DVD.
Cuando la vi siendo infante no me enteré de un carajo, por eso repetía una y otra vez, con la esperanza de comprender algo y convertirla en una de mis favoritas... pero salvo lo atrayente del conjunto, no le encontré nada.
Pasan como 20 años de la ultima ocasión y ahora, con madurez (es un decir) y una plenitud completa de mis capacidades comprensivas (otro decir), decido sentarme delante de la tele, relajado y bien centrado, con la idea de disfrutar como un loco de aquella película que tanto quería que me gustara de pequeño. Y el resultado es que sigo queriendo que me guste, pero no lo consigo ni por el forro.
En la biografía de John Belushi se cuenta que, mientras rodaba, Spielberg se quejaba de que él no sabía hacer comedia, que no entendía como se podía haber metido en tal embolado. Efectivamente, el rey Midas de Hollywood no entiende ni un pijo de comedia, y así le salió esta peli. Pero si no digo algo a favor de "1941", me pego un tiro. Y es que tiene dos cosas muy buenas, que hacen que forme parte de mi dvdteca (aunque no me guste): Como he dicho antes, cada escena, cada plano, cada diálogo, cada frase, tiene un efecto cómico. Es un huracán de gags, posiblemente sea la película que más contiene de cuantas se han rodado. Pero, claro, el tema es que estos, intentando ser “inteligentemente” hilarantes, no hacen puta la gracia. Y eso viniendo de un Spielberg, engrandece la película. Y la otra cosa buena (obviaremos cuestiones técnicas, puesto que estas son impecables) es que hay tantos personajes hablando a la vez, tantas subtramas entrelazadas, tanto caos, que aunque esto fuera en un principio intencionado, a juzgar por el cristo del maravilloso cartel, dudo mucho que Spielberg quisiera algo tan de locos para su película. Y, a causa de ello, "1941" es tan única, aunque diste mucho de ser mínimamente entretenida.
Por otro lado, tenemos a un montón de estrellas reunidas, cada uno en su rol, pero más perdidos que su puta madre, empezando por la estrella del lío, Jonh Belushi, que claramente han dejado actuar a su puta bola (como corroboraremos en los extras, así fue), y aunque divertido, te deja con una sensación de “...no se, no se...”. Treat Williams, Ned Beatty, Christopher Lee, Toshiro Mifune, Dan Ayrkroid y John Candy, pululan por ahí entre muchos otros y, en el caso del ultimo especialmente, preguntándose (y preguntándonos) qué coño hacen en esta película.
Única... pero recomiendo su visionado en partes, seleccionando los mejores / peores momentos según convenga.

viernes, 29 de agosto de 2008

GREMLINS

“Spielberg es el culpable de que el cine haya muerto” dijo David Trueba en una revista. Bien, yo me cago en todos sus muertos más frescos. Y, de paso, en los de Aitana Sánchez Gijón, que en la misma sección de la misma revista dijo que “La violencia de Stallone es peligrosa, la de Tarantino, no”. ¿Qué sabrán de cine estos payasos? Sobretodo la Aitana, que ya veríamos qué haría si le propusiesen hacer una peli junto a Stallone.
Después de este inciso os diré que, desde los 90 hasta "Inteligencia Artificial", odié a Spielberg. Ahora estoy reconciliado e incluso sentencio que se trata del mejor director de la historia del cine. ¿Que en qué me baso? Pues lógicamente en sus películas. Despotricar sobre él es muy fácil, yo lo hacía porque era estúpido, pero ya no lo soy tanto y me doy cuenta de lo grande que es este tipo.
A lo que voy, es que, además, todo lo que facturó como productor es igualmente muy grande. Cada película, por unos motivos u otros, pasarán a la historia y no es para menos.
Ahora, la reseña.
Anoche, relajado y sin sueño, estuve buscando en mi colección alguna película para ver. Tengo montones de terror videoclubero, pero después de las dos ultimas mierdas que me he zampado, no me apetecía ver nada de esa índole. Así que recurrí a los clásicos, pelis que se que aunque las haya visto cientos de veces, me van a gustar de todos modos. Tiré por la que más veces he visto en mi vida: "Gremlins".
¿Qué decir? Pues que hacía la tira de años que no la veía y que me ha gustado como el primer día.
Los primeros 45 minutos son brillantes, llenos de terror. ¡Hasta que salen a la ciudad, los gremlins son unos bichos la hostia de malos! Realmente, la escena de la cocina, con la madre de Billy acojonada, es aterradora. Podemos decir que estamos ante una peli de terror, que, de golpe y porrazo, pasa a ser una comedia. Me siento estúpido diciendo esto que acabo de soltar, pues es demasiado obvio...
¿Y que os puedo decir de esta obra maestra que no sepáis? Nada. Así que tomaros esto más como una reivindicación que otra cosa. Una de las mejores pelis de la historia del cine, que se mantiene fresca como una botella de champán dentro de una cubitera y que es muy buena.
Y que todo lo que produjo Spielberg en los 80 son, más que películas, trozos de la vida de quienes pasamos la treintena.

domingo, 20 de septiembre de 2009

MOTEROS TRANQUILOS, TOROS SALVAJES

"Moteros tranquilos, toros salvajes" trata un tema de entrada apasionante, la generación que cambió Hollywood en los 70.
Esta década, considerada por expertos como la mejor y más significativa del cine americano moderno, aportó muchos avances y variaciones. Por ejemplo, el terror se endureció, el porno dejó de vivir entre sombras... y sí, la meca del
cine comenzó a parir películas influenciadas por la contra-cultura que lo pusieron todo patas parriba y propiciaron que, llegados los 80, el negocio del séptimo arte volviera a caer en manos de ejecutivos y no de "artistas".
Peter Biskind tiene el detalle de ser objetivo, puntualmente suelta alguna opinión, y derecho no le falta, pero ante todo deja que sean los propios testigos de la historia los que desvaríen y digan las más suculentas gilipolleces.

¿Y cual es esa generación de la que hablo?, pues Coppola, Scorsese, De Palma, Schreder, Bogdanovich, Ashby, Friedkin, Lucas y Spielberg, entre algún otro. Por primera vez, Hollywood daba poder y libertad al director y estos no supieron aprovecharlo, exprimiendo el momento y sepultando dicha oportunidad con un comportamiento caprichoso, ególatra, inmaduro y... bueno, digno de un retrasado mental. Todos fueron unos hijos de puta, unos drogatas incurables, unos egocéntricos de tomo y lomo y despilfarraban dinero cuando lo tenían... aunque se creyeran muy progres y hippies. De hecho, resulta triste leer todas las parrafadas idealistas que soltaban entonces, y ver dónde y cómo están ahora.
Naturalmente, los malos de la función son Lucas y Spielberg, que, según sus compañeros de viaje, acabaron con el "arte" por culpa del éxito de sus dos obras abiertamente comerciales, "La guerra de las galaxias" y "Tiburón". A raíz de ahí, y sumado a los desastres financieros de algunas de esas "películas respetables" entre las que se encontraban "Toro Salvaje" y -especialmente- "La puerta del cielo", los grandes magnates decidieron recuperar la batuta y darle una buena patada en el culo a esa panda de gilipollas más preocupados en esnifar coca y soltar la lista de ídolos (todos ellos franchutes, Godard en cabeza) que en hacer su trabajo.
Irónicamente, y a pesar de su papel de "demonio", el único honesto fue Spielberg, que ya entonces quería hacer lo mismo que sigue haciendo actualmente y, por ese motivo, jamás se contradijo ni se traicionó a sí mismo, cosa que no pueden decir ni Coppola, ni Scorsese, ni De Palma, ni Friedkin, ¡¡que menudo cacho cabrón estaba hecho!!.
No comprendo ese odio al cine comercial, al cine de evasión, ¡imaginaos que todo lo que se
estrenara fueran pelis de autor, artísticas!, ¡¡por dios!!, sería una pesadilla. Negar que el cine es un negocio y que para invertir antes hay que ganar, es algo que personalmente encuentro de lo más lógico, y no me entra en la cabeza que algunos no lo quieran comprender y condenen a todo aquello nacido con el admirable afán de divertir y entretener (hay un mamón que califica a "La guerra de las galaxias" de "cine para idiotas"... puede que las miles de personas que la hemos visto seamos eso, idiotas, pero es preferible ser un idiota que ve cine para idiotas, que un idiota que HACE cine para los que se creen más listos).
Al final el más inteligente es Roger Corman, que afirmaba sin rubor que el éxito del cine europeo de la época se debía a que mostraba desnudos y sexo sin censuras... eso es hablar claro, cojones.

Por todo lo expuesto, si consigues mantenerte como mero espectador, el libro termina resultando muy gozable, incluso adictivo... despierta a la maruja que todos llevamos dentro, e invita a reírnos de las numerosas mongoladas que hicieron algunos cineastas de esos intocables.
Aunque si tu pretensión es dedicarte al séptimo arte de modo profesional, casi te diría que no te lo leas o comenzarás a pensar en elegir otra profesión... eso si, claro está, no eres tan imbécil como el 90% de personas que pueblan las páginas del libraco.

viernes, 27 de julio de 2018

READY PLAYER ONE

Ha llegado un punto en que a Steven Spielberg no le van a dejar hacer su cine tranquilamente, siempre va a ser cuestionado. Cierto es que yo mismo le acuso de cierto anquilosamiento, pero, innegablemente, llegados a este punto también se puede decir que es uno de los mejores directores de la historia del cine.
Una vez sabido esto, no es de extrañar que un film como “Ready Player One” sea blanco de las iras de los haters y de la veneración de los “vírgenes de 40”, lo que no deja de ser una paradoja porque esta película está precisamente concebida para individuos de esa misma ralea. Nerds, Geeks, otakus, y demás consumidores de cultura popular a mansalva son su potencial público, el mismo que la va a defenestrar o elevar hasta lo más alto. No es una película familiar, porque esto se lo pones a mi padre y este se va a preguntar que demonios está sucediendo o que coño está pasando.
Además, Spilberg les diseña una película y les echa una pequeña bronca; “No seais tan raritos y dejad el Internet un ratito, anda” es lo que les dice.
Entonces, los principales blancos a criticar eran el posible posmodernismo de la cinta y el tirar de nostalgia.
Posmodernismo no hay, gracias a dios, ni un pelito, pero la cantidad de referencias de los que tira la película apelando a la nostalgia, puede resultar abrumador, máxime, cuando estando esta película ambientada  en 2045,  los referentes culturales a los que se hace referencia en la película pertenecen a las décadas de los 70, 80 y 90 mayoritariamente, con algunas referencias, incluso, a los años 30 o 2000, sin embargo, no hay referencias a la posible cultura de los futuros 2020 o 2030… Claro, no las hay porque no existen, pero Spielberg, bien podía haber pensado en ello, y bien podía haber creado alguna ficticia, si bien podemos llegar a pensar que esos personajes y avatares que no conocemos, podían pertenecer a referencias de personajes futuros.
En cualquier caso, de estos trillones de referencias, se ha procurado dar cabida a algunas que en la actualidad no se las recuerda tanto como puedan ser Buckaroo Banzai o el gigante de hierro —pertenecientes a las películas “Las aventuras de Buckaroo Banzai” y  “El gigante de hierro” respectivamente— y otras tan obvias como la cajita dónde iba Gizmo en “Gremlins” o el DeLorean de “Regreso al futuro”.  Y todas esas referencias están bien escogidas  cuando nos las muestran dentro de un contexto y  no molestan (de hecho, toda la parte que sucede dentro de la película “El Resplandor” es más que destacable). Pero cuando en pleno momento de tensión  aparece Chucky de “El muñeco diabólico” repartiendo cuchilladas, por el mero hecho de meter otro referente (como si a esas alturas de la película no hayamos visto ya miles de ellos), a mí personalmente llega a crisparme. Ahora, si nos olvidamos de todo eso, y juzgamos la película únicamente como tal, la verdad es que “Real Player One” funciona a las mil perfecciones.
Basada en una novela del mismo título, de la cual Warner Brothers consiguió los derechos en una subasta,  la crítica asegura que a pesar de las diferencias entre libro y película, la trama de esta última es mucho mejor.
Para simplificar el argumento: Una cosa llamada Oasis, y que vendría a ser un equivalente a “Los Sims” —es decir una comunidad social virtual— a lo gordo, tiene a la población atontada. Todo el mundo está navegando en Oasis, y lo que ocurre en la vida real es secundario. Al morir el creador de Oasis, este deja dicho como testamento que aquél que encuentre tres llaves y consiga un huevo oculto, heredará la empresa. Y ahí entra nuestro joven protagonista con la tarea de conseguir las llaves mientras se enamora y mientras los malos de la película, que son los actuales responsables de Oasis, se lo ponen difícil para conseguirlo.
Entretenida, interesante, dinámica y divertida. Un Spielberg en buena forma y una película que sin duda será recordada dentro de 20 años, no como “Warhouse” o “Mi amigo el gigante” de las que nadie se acordará porque, en esencia, nadie las ha llegado a ver. Esta sí.
Entonces, ante el aluvión de comentarios, ya fueran positivos o negativos que generó la cinta en las redes sociales, tras verla, considero que la película no tiene ningún problema. El problema es Internet  y el público de las películas masivas.
Yo, incluso la recomiendo.

jueves, 11 de agosto de 2011

SUPER 8

Desde buen principio, había algo en "Super 8" que me echaba para atrás, y era su descarada nostalgia ochentera. Amigos, comienzo a estar hasta las pelotas de que se reivindique ese cine, ¡dejad tranquilas a las pelis de mi adolescencia, cojones!, no intentéis recrearlas porque su magia ya no funcionará... y si no las vistéis en el cine, pues os jodéis, porque tuvistéis la oportunidad. Además, a muchas de ellas se las trató como una mierda en su época, y ahora son reivindicadas por críticos, modernos y gilipollas babosos que aplauden toda iniciativa "retro-cool". No es justo. Por todo ello, me daba una pereza horrible ver "Super 8". Me invitaron al pase de prensa, y no fui. Me invitaron al estreno, y dije que no iría. Finalmente, el amigo Goblin me invitó al preestreno y entonces ahí dije "¡¡Vale, iré!!". Caray, casi parecía una señal divina, nunca me habían insistido tanto para acudir al lanzamiento de una peli de estas.
Unos chavales que están rodando un corto en super 8 de zombies (¡¡que oportuno!!) presencian un espectacular y aparatoso accidente de tren (lo mejor de la peli). De uno de sus vagones surge una extraña criatura que la liará parda matando/secuestrando peña por el pueblo. Vienen los militares, que aún empeoran las cosas. Suerte del grupo de chavales que, obvio, serán quienes arreglen el entuerto.
Bien, lo peor de la experiencia de ayer fue reafirmar mis más temerosas sospechas: "Super 8" es un claro, obvio y nada sutil homenaje al cine de los 80, en concreto a aquel parido por Steven Spielberg (que no porque si en esta ejerce de productor). Los ingredientes son infalibles: Pandilla de chavales aventureros, bicicletas, suburbio de casitas blancas, cinefilia, padre atormentado por la muerte de su mujer, amores adolescentes, niña "mal tratada" por su padre alcohólico, militares malos, marciano ¿malo?.... ¿o bueno?.... efectos especiales y, sí amigos, ñoñería.
Bien, lo reconozco, no iba con mucha predisposición a que me gustara, así que tal vez mi veredicto no haya que tomarlo al pie de la letra, pero el caso es que me sentí violado y manipulado. J.J.Abrams juega con mis sentimientos a base de continuas referencias a las pelis que marcaron mi edad de crecimiento. Se pasa todo el metraje intentando meterse al público en el boslillo tirando de nostalgia extrema... y parece que con buena parte de la platea ahí presente lo consiguió, pues aplaudían y reían sus momentos referenciales y chistecillos. Pero conmigo no, entre otras cosas porque esas recreaciones me supieron frías e insaboras. No puedes intentar recrear un cine tan mágico (para algunos) porque entras en el juego de las comparaciones y sales perdiendo por goleada. El mismo final, es casi un calco del final de "E.T., El extraterrestre", ¿pero por qué no logra "Super 8" hacerme saltar las lágrimas como sí lo consiguió la original?, pues por un lado porque yo ya no soy el mismo (¡¡aunque sigo llorando viendo "E.T."!!), pero por otro porque Abrams no es tan buen director como Spielberg, no consigue crear lazos afectivos con los personajes, y mucho menos con el marciano, así pues, no hay casi sentimiento. De hecho, pasé verdadera vergüenza ajena durante dichos intentos, tal vez porque resultaban tan obvios -y era tan claro que no funcionaban- que me incomodaron.
Y es que, referencias a un lado, "Super 8" tampoco termina de rular bien como peli. Es algo pesada y, sobre todo, muy previsible. A mi lo que me gustaría es conocer la opinión de alguien que no sepa nada del cine previo de Spielberg, alguien que viera "Super 8" sin la "influencia" de su pesada carga nostálgica.
Al final, durante los créditos, vemos terminado el corto de zombies en super 8 que hacen los chavales. Otro "truco fácil" porque a todos nos hace mucha gracia ver una peli casera hecha cutremente, repleta de cagadas y limitaciones propiciadas por la ingenuidad adolescente, pero el caso es que está divertido... y se me ocurre que sería muy fácil decir aquello de "Es mejor el corto del final, que la peli entera"... pero no seré yo quien lo haga.


PD: Mi amigo Angel ya ha rebautizado a la peli como "Super Tocho". No está nada mal pensado!. ¡Gracias amic!.

viernes, 27 de mayo de 2011

LA GRAN RUTA HACIA CHINA

Por todos es sabido -y si ese no es tu caso, deberías fustigarte- que Tom Selleck iba a ser "Indiana Jones". Y así habría sido si sus obligaciones laborales con la serie "Magnum P.I." no se lo hubiesen impedido. Puedo imaginarme al del mostacho aún a estas alturas de la vida maldiciendo el perder semejante oportunidad. Tal vez por eso aceptara el rol protagonista de "La gran ruta hacia China", para desquitarse. Porque sí, puede que esta peli tenga más clase y calidad que otras imitaciones del hit de Spielberg, pero en esencia no deja de ser eso, un "exploit" más de la moda que entonces imperaba, la del regreso a la gran aventura "clásica". Y si por un lado con "Indiana Jones" esta última palabra debe tomarse un tanto pallá por toda la amalgama de efectos especiales y modernidades de las que hacía gala "En busca del arca perdida" y secuelas, con "La gran ruta hacia China" se trata de algo literal. Digamos que en este film se apuesta por un tono mucho más realista, sin demasiadas estridencias ni salidas de tono... lo que a la larga no le beneficia na de na.
Una rica heredera se entera de que si su desaparecido padre no se presenta en un juzgado en doce días, perderá toda su fortuna. Así que contrata al típico golfo-simpático-aventurero-aviador de turno para ir a por el viejo (¡"En buca del padre perdido"!). Claro que otros elementos querrán impedírselo, dando pie así a una supuesta aventura llena de peligros.
En su época fui al cine a ver "La gran ruta hacia China" acompañado de mi hermano. Y me aburrí soberanamente. Lógico si tenemos en cuenta que, por edad, yo esperaba un espectáculo pirotécnico a lo Spielberg. El caso es que no la había vuelto a ver desde entonces, y ayer pensé "Enga, tal vez el paso de los años y mi madurez contribuyan a que sepa aceptarla y valorarla mejor". ¿Resultado?, ayer me aburrí como una ostra!!!!!!, tanto como cuando era pequeño. Así pues, no se trataba de una apreciación errónea, "La gran CAGARruta hacia China" es un film pesado, carente de garra, de ritmo, es monótono y soso, no vibra, no emociona. Vamos, que su intento de recuperar la aventura pre-Spielberg fue muy loable... pero los tiempos habían cambiado y sufrió las consecuencias.
Para bostezar.

sábado, 12 de abril de 2008

EL SECRETO DE LOS FANTASMAS

Todavía le faltaban unos cuantos años a Roland Emmerich para subir a los puestos más altos de la taquilla con cosas como "Independence Day", "Godzilla", "El día de mañana" o "10.000 AD", pero ya por entonces, y recién huido de las Alemanias, hacía gala de los mismos defectos que actualmente, sobresaliendo su casi obsesivo sueño por ser el nuevo Spielberg... eso si, el Spielberg de los ochenta, de cuando este nombre era única y exclusivamente sinónimo de cine de evasión del bueno. Emmerich, como ya hiciera en "El secreto de Joey", se alimenta totalmente del cine-espectáculo juvenil del Hollywood de aquella dorada década, y esta peli es casi un catálogo de todos sus tics, aciertos y defectos.
Un par de chavales aficionados al cine fantástico, tanto el verlo como el hacerlo de modo casero (aunque utilicen equipos profesionales), reciben por herencia un reloj mágico en el que habita un fantasma simpático. Este se introduce en el cuerpo de un muñeco y, a través de él, ayudará a los jovenzuelos (y a su actriz, Jill Withlow, que junto a uno de los dos varones, Jason Lively, compartió protagonismo un año antes en "El terror llama a su puerta") a encontrar un tesoro oculto que, al mismo tiempo, busca un malvado magnate de Hollywood. Deberán enfrentarse a toda suerte de peligros, incluida una armadura con vida propia que recuerda bastante al caballero de cristal de "El secreto de la pirámide".
Los chavales en cuestión encajarían perfectamente como extras en "Regreso el futuro" o "Exploradores" (por sus pintas y las aspiraciones a convertirse en yuppie), el fantasma tiene la cara de "E.T.", tal cual, el tono es deudor de la comedia adolescente de la época con regusto a "Los Cazafantasmas" (no en balde en los USA la peli se tituló "Ghost Chase") y "Los Goonies"... en fin, puro compendio de cine juvenil, perfectamente aderezado por una canción tecno-pop genuinamente hortera.
Es evidente que Emmerich no dispone de los medios de su admirado Spielberg y las ambiciones que gasta (siempre tan desmedidas) chocan con el resultado. Es como un gran pastel al que le faltan ingredientes... tiene sus momentos, no diré que no, sobre todo si, como yo, tienes nostalgia de la década y del formato VHS en el que la visioné, pero la verdad es que aburre y sabe a muy poco.

lunes, 22 de enero de 2024

HWANGGEUMNYEONPILGWA GAEGUJANGI OEGYESONYEON

Los exploitations de “E.T. El extraterrestre” se cuentan por decenas y, por supuesto, la animación coreana, una de las industrias con más cara de la historia del cine, no pudo dejar la ocasión de expoliar el largometraje de Spielberg con dos productos animados protagonizados por el encantador extraterrestre, uno de ellos inencontrable y el que nos ocupa: “Hwanggeumnyeonpilgwa gaegujangi oegyesonyeon”. Prueben a decir en alto el título original. Obviamente, por aquí nos gusta ese título, pero, internacionalmente, este plagio de “E.T.” cuenta con toda una amalgama de ellos: “E.T. and the Magic Pencil”, “E.T. and the Magic Crayon”, “Golden Pencil and the Mischievous Alien Boy”, “Gold Pencil and Alien Boy”…
La cosa va sobre una raza extraterrestre que está destrozando las galaxias. Una reina extraterrestre enviará a su hijo (E.T.) a la tierra para salvarla. Allí, este se encontrará con unos niños meones y muy ruidosos. La madre de E.T.  les entregará un lapicero mágico a cada uno y, en una nave espacial con forma asimismo de lapicero, emprenderán una aventura sideral con el fin de ayudar al E.T. a derrotar a los extraterrestres malos.
La película es confusa, extraña y extremadamente cruel, ya que presenciamos un par de muertes demasiado violentas para un film de animación infantil.
El caso es que da la sensación de que el plagio es mayor de cara a comercializar la película que en sí misma. Obviamente el extraterrestre protagonista está claramente inspirado en el diseño de Carlo Rambaldi, aunque con ciertas diferencias. En la animación es de color verde y va vestido con algo parecido a un mono espacial. Además, no se trata exactamente de E.T., es otro extraterrestre llamado Mikel (al menos así traduce en la estupenda edición en Blu Ray a cargo de "Asian Trash Cinema") que además habla y tiene dotes de mando. Vamos, que el bicho se parece, pero en absoluto pretende ser E.T., aunque en la caratula de vídeo guarde un parecido más que evidente con la criatura de Spielberg, marroncito, desnudo, y tocando el dedo al niño, solo que hay trampa, porque en vez de proceder con su icónico índice luminoso, lo hace con el lapicero mágico que da título a la película. Así pues, nos encontramos con una doble estafa, ya que, si se pretende ver un exploit de “E.T.” tal cual lo conocemos, pronto comprobamos que el parecido no es tanto, y que nos la han colado. La prueba está en que existe un póster de cine menos engañoso en el que se ve al marciano tal cual es.
Como fuere, esta película es una auténtica rareza y una buena muestra de lo que eran capaces de hacer los coreanos con sus dibujos animados allá en los años 80. La animación es tosca —como viene siendo habitual en ellos—, a veces las caras de los personajes son tan solo borrones, pero, en general, está lo suficientemente entretenida para que le prestemos atención la hora y el par de minutos que tiene de duración. Ahora, sin todos estos elementos exploit que son los que la hacen atractiva, no sería más que un largometraje de dibujos animados al uso y del montón que, curiosamente, recuerda a un episodio de Doraemon (¿casualidad?).
La otra película de animación coreana que explota “E.T.”, aún con sus delirios, sí que sería un plagio más evidente del universo creado por Spielberg y, espero algún día poder dar cuenta de ella aquí. Por el momento, confórmense solo con esta.
Dirige un tal Young-su Lee, que no cuenta con crédito alguno en ninguna otra película.

sábado, 29 de marzo de 2008

EN LOS LÍMITES DE LA REALIDAD

Estamos ante uno de esos títulos emblemáticos del cine fantástico de los ochenta por el que, siendo yo chavalín, sentía una fuerte atracción, al tiempo que temor, gracias a sus imágenes promocionales. Fue la película con la que descubrí a los "Creedence" (esa introducción maravillosa) y fue el film de inflexión para la carrera de John Landis que, después de "Thriller" (el video-clip de Michael Jackson producido el mismo año), cayó en picado a causa del famoso accidente sufrido durante el rodaje, en el cual el actor Vic Morrow falleció decapitado por un helicóptero (y junto a él, dos niños asiáticos). Landis acabó en los tribunales y todo aquello marcó definitivamente su talento, evaporándose por completo tras varios títulos maestros (que caen justo antes de "En los límites de la realidad") tales como "Made in USA", "Desmadre a la americana", "Granujas a todo ritmo" y "Un hombre lobo americano en Londres". Una pena.
Como ya es sabido por todos, el film homenajea a la famosa serie televisiva de Rod Serling, "The Twilight Zone" (aquí "Dimensión Desconocida", al menos en la tv3, que es donde solía verla yo) poniendo al día (al de esa época) varias de sus historias. Para ello, contamos con peces gordos tras las cámaras del calibre de Steven Spielberg, George ("Mad Max") Miller, Joe Dante y el mentado Landis. Casi ná.
Y empezamos por el principio, la infame epopeya que llevaría al pobre Vic Morrow a la tumba. Este interpreta a un mega-racista que, por aquello de la dimensión desconocida, termina dando varios garbeos por la Alemania nazi o el Vietnam en plena guerra, y es casi linchado por el Ku Klux Klan (con ayuda de John Larroquette en un breve papel). La historia es tontorrona, pero efectiva. Le sigue el padre de "E.T." que vivía su etapa más ñoña (lo que no significa nada malo, aunque en este caso si) y lo refleja en esta fábula sobre unos ancianetes que, por una noche, recuperan la infancia. Muy tierna ella, y la más olvidable. La que hace tres nos muestra a un Joe Dante en plena forma, recién adoptado por Spielberg, moviéndose alegremente en su universo al dar vida, forma y color a un mundo propio de Bugs Bunny, pero en maligno (le siguen sus inseparables Dick Miller y Kevin McCarthy). Un niño con poderes infinitos crea su propio hogar ideal, que es como estar viviendo en un dibujo animado a todas horas, hasta que se mete por medio una educadora y lo arregla. Y finalmente, lo mejor del pastel, el dulce por el que merece la pena la peli al completo, y lo raro es que la firma George Miller, un tipo que tampoco es que haya hecho nada del otro Jueves (salvo "Mad Max 2"). En ella, un histérico y genial John Lithgow vive un viaje infernal en un avión y en plena tormenta, cuando presencia por la ventanilla cómo un monstruo (un gremlin, y no es coña) va destrozando el aparato. Lo dicho, cojonuda, la mini-obra maestra del pack, con esa tremenda tensión acumulada, esa delirante manera de fotografiarla, algún que otro momento de verdadero miedo (cuando Lithgow abre bruscamente la ventanilla y se encuentra cara a cara con el bicho... atención al extraño pero efectivo -y fugaz- plano de los ojos del actor saliéndose de sus órbitas, efecto este que ya usó Miller en "Mad Max 2", justo antes de que el malo se coma un camión de frente) y las fabulosas imágenes de la criatura destrozando el ala del avión mientras los rayos le caen encima. Por cierto, ha sido un placer intrínseco para el alma gozar tanto en este episodio como en el anterior, de monstruos creados con látex y movidos mediante animatronic. Lo echaba de menos.
Las pelis de episodios no suelen gustar, dicen que al no poder seguir una historia lineal te aburres (y debe ser cierto, pues el film no fue exactamente un hit)... pero a mi eso no me pasa, de hecho, me gustan esa clase de films (sin ir más lejos, uno de ellos, "Creepshow", está entre mis diez favoritas... ¿para cuando una edición de lujo en dvd?) y será por eso que "En los límites de la realidad" me ha resultado un divertimento total que me ha pasado en un suspiro. Probadlo.

lunes, 14 de septiembre de 2015

MATINEE

Recuerdo perfectamente cuando se estrenó allá por 1993  -que yo tendría unos tiernos 16 o 17 años- la nueva película de Joe Dante, director al que yo admiraba sobremanera por culpa, por un lado de “Aullidos”, por otro y sobretodo por “Gremlins”. Además, la película tenía todas las de ganárseme y contar con mis simpatías “Matinee”; Una peli inspirada en los avatares de William Castle y sus “Gimmicks” que además ofrecía un póster de lo más sugestivo. Y fui a ver la película completamente entregado y predispuesto… y me pareció un solemne coñazo.
Y pasa el tiempo, los años, y yo sigo teniendo en mente que es un puñetero coñazo. Y no se por qué, el otro día viendo la que probablemente sea mi película favorita “Ed Wood”, me da por acordarme de “Matinee”, de manera que 22 años después vuelvo a verla por segunda vez sin acordarme prácticamente ni de un solo fotograma de la misma.
Y recién vista, me reitero; “Matinee” es el mayor coñazo que ha parido madre. Es absolutamente aburrida, petarda y pesada. Es una película odiosa, y la prueba palpable de que Dante ya  había dado al cine todo lo que tenía que darle –a pesar de que, en su momento, me gustó “Pequeños Guerreros”-.
Cuenta la historia de un productor de películas de Serie B, en plenos años 60,  que va por los cines de las provincias proyectando sus películas de monstruos, a la vez que tunea los cines en los cuales proyecta, con una serie de descargas eléctricas en las butacas, efectos especiales artesanales y  teatrillos a la entrada del cine, con el fin de promocionar las películas de terror que produce y darle algo más al público –vaya, los “Gimmicks”-.  Da la casualidad de que la población está aterrada ya que hay alerta de bomba atómica y están más susceptibles de lo normal a pasar miedo. Por otro lado, tenemos un niño aficionado al cine de terror, que entre sus primeros amores y los problemas en casa con las películas de miedo, se hace amigo de este productor, al reconocer, en uno de los teatrillos que se monta, a uno de los actores. Pronto llega el estreno, y vemos la película y lo que ocurre en torno a ella durante la proyección, ya sea esto los famosos “Gimmicks” o un macarrilla que roba la recaudación a punta de navaja.
El problema que tiene “Matinee” es que Joe Dante venía de trabajar con Spielberg y  viene mal criado, y si por un lado quiere ofrecernos lo que podríamos interpretar como su homenaje a la serie B cincuentera, por otro lado nos mete una subtrama con niños repelentes de por medio al más puro estilo Zemeckis que tira de espaldas. Porque además la película no es una película de un presupuesto muy grande para querer hacer una de Spielberg. Así pues, siendo mucho mejor todo lo concerniente a el tema del sosias de Castle, esto se queda cojo y perjudicado por los putos amoríos de los insoportables niños. Por momentos roza la vergüenza ajena.  Se supone que ha de enternecer y emocionar; no lo consigue.
No mejor es el meridiano de la película, que se nos muestra gran parte de la proyección de una película con “Gimmicks”, la inventada para lo ocasión por Dante y que lleva por título “Mant”, que cuenta los sinsabores de un hombre que debido a un problema radiactivo se convierte en hormiga. Pues que quieren que les diga, las imágenes que recrean eso –y que se eternizan en pantalla- me parecen de una ambientación de mierda y que hace alarde de un humor como para tontos e impropio de alguien que si, como Dante, se ha criado viendo este tipo de películas, debería abordarlas con un poco más de respeto y no con esa guasa, que no le va bien a la película, máxime cuando el personaje sosias de William Castle es un hombre de negocios emprendedor que se toma muy en serio el asunto. Dante comete el error de mostrarnos las imágenes de la ficticia peli de serie B, sobre la que gira todo el argumento, a modo de chufla. Mal.
Todo esto daría igual en el fondo, si el resultado de la película fuera, al menos, entretenido… pero es que si en la adolescencia el visionado en cine se me hizo soporífero, tendrían que verme hace un rato, resoplando  y cagándome en la puta. Ni tan siquiera es una película a la que el paso del tiempo le conceda un culto o un estatus, es una película justamente olvidada, y no me extraña en absoluto. Es vomitiva. Ciertamente espantosa.
“Matinee” en nuestro país no llegó ni a los 100.000 espectadores en cines. Muchos me parecen, visto lo visto.
Tenemos en el reparto, como este William Castle al que le han cambiado el nombre (y que no pienso mirar a ver como lo han llamado, que no me apetece) a un siempre excelente John Goodman demarcándose de sus papeles habituales de la época (o tipo chungo o “Rafi, un rey de peso”) y que se prodiga como lo mejor de la película, secundado por gente como Cathy Moriarty (vista en “Poli de guardería” o “Los Reyes del Mambo”), el habitualísimo de Dante y por otro lado, protagonista de muchas de las películas que homenajea  aquí ( y proveniente de la factoría Corman, oportunamente),  Dick Miller (desaprovechado, exactamente igual que siempre), o John Sayles visto en  “Piraña”, “Aullidos”, o ya, fuera de casa en cosas como “Gridlock´d” o “Algo Salvaje”, además de contar con una envidiable carrera como guionista dando cuerpo y forma a films como “Los Siete magníficosdel espacio” o “Salvaje Kid”, además de tener otra carrera paralela y prolífica como director, con una filmografía en la que no hay ni un solo título destacable o reconocible por mi parte.
Probablemente, la peor película de Joe Dante, y eso incluye las últimas que ya ni se estrenan en nuestro país.

viernes, 4 de diciembre de 2015

MI NIDO O EL TUYO

Tan convencido estaba Steven Spielberg del tirón de John Belushi, tal el aprecio que sentía por él, que creo la “Amblin” solo para poder pegarse el gustazo de producir la que, en teoría, iba a ser la película que encumbraría a John Belushi. “Mi nido o el tuyo”. Ergo, se trata de la primera película producida por Amblim, y también, la primera comedia romántica de John Belushi.
Cuenta la historia de un periodista de éxito de un popular periódico de Chicago que acude a las montañas a realizar un artículo sobre una ornitóloga que estudia a una clase de águilas en extinción. Allí, surgen las disputas (ella es chica de montaña, él hombre de ciudad) y las redencillas para, de la noche al día, todo eso convertirse en un amor infinito, que se verá perjudicado por los distintos hábitats en los que nuestros protagonistas se desenvuelven.
“Mi nido o el tuyo” –“Continental Divide” en su versión original, que hace referencia a la separación de montañas que hay entre los USA y Canadá, dónde sucede el grueso de la película- tenía una intención; convertir a Belushi en el nuevo Spencer Tracy. Lógicamente, todo Tracy que se precie, tiene que tener una Catherine Herpburn que le sirva de pareja, así que le endosaron a una tal Blair Brown, feucha y actriz del montón, con la que no surgió ninguna química. El resultado es terriblemente flojo, una película aburrida de narices, con una historia absurda y, en definitiva, una película carente de cualquier carisma. Entonces, lo que iba a ser el peliculón de Belushi acabó siendo uno de sus fracasos (recordemos que solo tuvo un par de grande éxitos).
Y es que, como dice la canción, el peor enemigo de Belushi, era el propio Belushi.  La película no hay quien la salve, quizás protagonizada por Chevy Chase y Goldie Hawn sería más visible, pero seguiría siendo una mierda. Sin embargo, hay que tener en cuenta que “Mi nido o el tuyo” se ve resentida por un John Belushi en fase terminal que echó a perder el rodaje, no solo por sus continuo estado de embriaguez y/o drogadicción, sino también, porque quería meterle el rabo a Blair Brown a toda costa, llegando, incluso, a meterle mano en algunas ocasiones, con lo que consiguió que la actriz le cogiera un asco descomunal que, desde luego, se transmite en la pantalla.
En la pre-producción, la inseguridad embargaba a Belushi. No sabía si daría el tipo ya que necesitaba una interpretación sosegada y contenida –“¡Nada de cejas!” le decía continuamente el director- y por unos instantes, cuando aceptó el papel, decidió tomárselo en serio. Comenzó una dieta que le hizo adelgazar casi 20 kilos y no consumió drogas durante ese tiempo. Se mantuvo sobrio. Y el rodaje fue sobre ruedas las primeras semanas. Pero claro, fue llegar a Chicago, dónde se rodaba parte de la película y mandó a tomar por el culo la dieta y la abstinencia. Además, la eterna inseguridad del actor, le hizo perder la fe en una película concebida a su medida, escrita por Lawrence Kasdan y producida por Spielberg. Al considerar que no estaba a la altura, que no resultaba interesante más allá del salvaje rol de Bluto de “Desmadre a la Americana”, Belushi se dio de nuevo a la mala vida con lo que eso conlleva; Llegar  completamente drogado al rodaje, engordar como un cerdo o directamente no asistir al rodaje. Y es que, efectivamente, si sacamos a Belushi de su rol salvaje, resulta ser un actor más bien discretito y tirando a malo.
Dicen que la película en la que más hecho polvo estaba Belushi, es “Mis locos vecinos”, sin embargo donde el deterioro físico es más palpable es en esta “Mi nido o el tuyo”, dónde los kilos y kilos de maquillaje no ocultan un rostro castigadísimo por la cocaína, unas ojeras permanentes, o en el peor de los casos, y vaya usted a sabe por qué, heridas  y arañazos en el rostro, en una de las escenas. Desde luego, lamentable. Por no hablar de cómo Belushi engorda y adelgaza  en una misma escena. Pero me refiero a cambios físicos de entre 10 y 15 kilos.
Más allá de esto que cuento, y si no estuviera protagonizada por quien lo está, “Mi nido o el tuyo” es una película muy del montón, muy sosita, que pasó inadvertida en su estreno en USA, y aquí a España nos llegó directamente al mercado del vídeo, y con pocas copias además, por lo que hoy en día se trata de una de las películas más desconocidas del actor, siendo como es, un icono.
Junto a Belushi y Brown destaca la presencia de Tony Ganios ¿Qué quien es ese? Pues nada menos que el “Cigarro Puro” de la saga de “Porky’s”.
Dirige el director de estudio Michael Apted, que lo mismo te dirige esta, que te dirige “Estado Crítico” al servicio de Richard Pryor, que “Gorilas en la niebla”, que una de las entregas de “Narnia”.

jueves, 23 de septiembre de 2010

EL ÚLTIMO STARFIGHTER

De toda la ralea de títulos míticos del cine juvenil de los 80, hay algunos que, por los motivos que sean, no lograron conectar conmigo ni tan siquiera en aquella década. De hecho, "El último Starfighter", que entra en esta categoría, me llamó tan poco la atención que ni siquiera fui a verla al cine. Esperé a su salida en VHS, y no me moló. Ayer noche decidí volver a verla por segunda vez, esperando que la nostalgia influyera en mi percepción... y sí, pero no.
Un chaval de esos que te venden como humildes, es aficionado a jugar a la máquina de matar marcianitos "Starfighter". Un día bate el récord y resulta que el invento era de procedencia interplanetaria, creado para localizar auténticos guerreros espaciales. Así pues, un extraterrestre simpático viene a la tierra y se lleva al chaval para que combata contra los megalomaníacos de turno. La primera -y agradecidamente lógica- reacción de él es salir por patas pero, obviamente (sino, no habría peli), cambia de opinión y decide lucharrrr.
Aún recuerdo que en el momento de su lanzamiento, se anunciaba en plan "esto es la rehostia en vinagre" que los efectos especiales de naves voladoras, planetas y lásers habían sido paridos mediante tecnología informática. Resulta curioso tal dato si tenemos en cuenta lo extendido que está a día de hoy el asunto. Naturalmente en ese sentido el material resultante es crudo y básico, en pleno siglo XXI esa baja calidad no la encontramos ni tan siquiera en productos televisivos, para ello hay que adentrarse en cinematografías de origen exótico. Ahora que lo pienso, es muy probable que eso mismo -el tema informático- fuese lo que me echara para atrás en su momento, ¡yo quería -y estaba acostumbrado a las- maquetas!. Sin duda se trataba de un auténtico acto premonitorio. Actualmente me he tenido que acostumbrar a esa clase de trucajes... ¡que remedio!, pero en el fondo, del fondo, del fondo del todo, siguen sin caerme simpáticos.
Efectos especiales a un lado, "El último Starfighter" no deja de ser otro remedo más típico entonces de los productos Spielberg/Lucas, dirigido en este caso por el Sr.Nick Castle, amigo de John Carpenter (hizo de actor para algunas de sus primeras pelis, destacando su caracterización de "Michael Myers" en el "Halloween" original) y director de otras cosas como "Más allá de la realidad". El guión corre a cargo de Jonathan R. Betuel, director de "Mi proyecto científico", otro residuo ochentero de la escuela Spielberg.
Anque en el reparto hay algun rostro reconocible, me quedo justamente con el único irreconocible por el maquillaje, el del actor Dan O'Herlihy, también conocido como "el viejo" en la saga "Robocop" o como el malo de la reivindicable "Halloween 3".
¿Y la peli, que tal?... hombre, un entretenimiento absoluto y total sin más. Cine "fast food" de cuando este aún no saturaba tanto la cartelera. Eso sí, el final es asquerosamente ñoño... aunque muy del momento.

miércoles, 25 de agosto de 2021

EL BAÚL DE TÍO VICENTE - 11

Vaya, vaya, vaya. Steven Spielberg y Sebastián D´Arbó compartiendo, casi casi, columna, gorra, barba, gafas de sol y pose (ahí al ladito de la cámara, aunque la de Steven es más lustrosa). Estas cosas solo ocurrían en las páginas de la revista "Shows" (y en los ochenta, baby). Dos monstruos del cine, aunque por razones casi opuestas, juntos.
Spielberg asegura que cuando sea adulto, hará cine para adultos... algo que, efectivamente, acabó cumpliendo. Y luego habla de un proyecto en marcha donde se combinaba ciencia ficción y romanticismo que, sin embargo, nunca llegó a materializarse.
Por su lado, D´Arbó lloriquea. Y lloriquea mucho. Se queja de que el cine fantástico no está bien visto en España y que, por eso, no se come un colín. Cuanta razón tenía y cuanto, por desgracia, han cambiado las cosas, ¿verdad?. Luego pone a caldo a la administración del cine porque no le toman en serio. Y bien que hace, todos sabemos lo hijosputa que eran, siempre despreciando y mirando por encima del hombro a los artesanos que, desde la modestia, osaban hacer pelis de género en España. Finalmente, Sebas nos garantiza que ha terminado con el terror sobrenatural y va a dedicarse a cosas un poco distintas, más terrenales, como el thriller "Cena de asesinos". Sin duda lo consiguió... aunque de un modo algo más radical, ya que no solo puso fin a sus pelis de espíritus y posesiones, también a su carrera como cineasta.
Griten todos al unísono: ¡Graaaaacias tío Vicenteeee!


sábado, 21 de enero de 2017

ENTERRANDO A LA EX

Cinéfagamente (y creativamente), soy hijo de dos grandes corrientes surgidas en plenos años 80, década en la que ambas vivieron sus momentos dorados: el blockbuster y el video-clubismo. De la primera me empapé con superproducciones de aventuras, fantasía, acción y ciencia ficción. De la segunda, con un montón de títulos ignotos, extraños, baratos y, sobretodo, ligados al género de mis amores, el terror.
Evidentemente en el grupo de las primeras destaca con luz propia lo que hizo Steven Spielberg desde su "Amblin". Y quien dice Spielberg, dice el séquito de realizadores forjados a su sombra como Robert Zemeckis o Joe Dante.
A veces me embarga el desconcierto cuando me paro a mirar/pensar y me percato de que los responsables de todas las películas míticas que alegraron mi infancia y adolescencia son personas humanas que comen, cagan, mean y, sobre todo, siguen activas haciendo lo suyo. Cuesta aceptar que el tipo que parió "Piraña", "Aullidos", "Gremlins" o "El chip prodigioso" sea una persona real y que no se levante cada mañana psicológicamente condicionado y, por ende, creativamente paralizado por el hecho de haber dirigido productos tan fundamentales para la vida de miles de seres humanos. Pero es así. Y Joe Dante, aunque ya no nada entre milloncejos y grandes éxitos de taquilla, continúa facturando películas. En ocasiones algunas de ellas miran a su pasado con resultados raramente satisfactorios (ejemplo: "Pequeños Guerreros" o "Miedos 3D", el remake no confeso de "La puerta"), y en otras hace gala del que fue otro sus fuertes -aunque menos-, la comedia negra. "Enterrando a la ex" entra dentro de este grupo.
Un devoto del cine de terror vive enchochado de una chica con la que tiene más bien poco en común. No es muy feliz con ella (sobre todo cuando le estropea unos valiosos posters), pero va tirando con resignación. Un día le promete amor eterno -después de echar un polvo, claro- delante de una figurita mágica que toma buena nota de ello. Aunque en realidad lo que quiere es cortar con la chica, así que reúne el valor y la cita en un parque para decírselo. Desafortunadamente, ella es atropellada y muere trágicamente antes de conocer la mala noticia.
Tras pasarse varias semanas encerrado en sí mismo (y viendo "Plan 9 from outer space"), el chaval conoce a otra churri la mar de atractiva y, sobre todo, con la que tiene mucho en común. Cuando más evidente se hace que entre ambos tórtolos está naciendo el amor, la novia muerta volverá de la tumba, algo desmejorada y muy cachonda para reclamar aquello que le prometió la que en vida era su pareja.
Pues sí, queridos, Joe Dante apuntándose a la moda zombie en sus últimos coletazos. Triste, pero viniendo de quien viene, se lo podemos perdonar, ¿verdad?.
"Enterrando a la ex" no es una peli de terror. Es, como decía, una comedia. Negra, sí, pero tampoco estamos ante un carnaval ni de tripas ni de mala leche. Y tampoco de tetas, por desgracia como verán unas líneas más abajo. Cuando me puse a verla, lo hice pensando que sería un mojón y que seguramente me quedaría dormido. Y la verdad es que no fue así, me entretuvo medianamente, me hizo cierta gracia, no me ofendió en exceso y aunque el final sea previsible y ñoño, la cosa se saldó con un regusto moderadamente positivo. Y es que, bueno, no deja de ser una película de Joe Dante. Y el que tuvo, en mayor o menor medida, retuvo.
El reparto es de esos bien floridos. Destaca su protagonista, el pobre Anton Yelchin, tristemente fallecido de modo demasiado prematuro. Le sigue la.... en fin, dejen que coja aire: la tremenda Alexandra Daddario o, lo que es lo mismo, las más deliciosas y comestibles tetas que actualmente podemos ver en el cine. ¡¡Madre mía, que cosa!!. Tías como estas, y senos como esos, hacen creer en dios. O en el diablo, por dejárnoslas ver pero no catarlas. En este caso el diablo es Joe Dante, que nos regala una escenita de lucimiento erotico-festivo, pero muy light, sujetador mediante. Aún así, tela marinera. Claro que uno no puede evitar preguntarse: ¿de verdad existen chicas con ese aspecto físico, esa candidez y que les molen las pelis de terror, el punk rock y demás subculturas?. En mi época no las había. Hoy, desde el horrible boom caspa-gore de los 90 y la invasión manga, sí que las hay, aunque no creo que lleguen a tal nivel de perfección (y son demasiado jóvenes para este viejo verde). En fin. Los acompañan Ashley Greene como la chica zombie (es "famosa" por su participación en la saga "Crepúsculo", pero antes estuvo en esto) y Oliver Cooper como el improbable amigo golfo y fondón que folla cuanto quiere y con quien quiere.
Siendo como es una peli de Joe Dante, no pueden faltar Dick Miller (envejecido, pero ahí lo tienen), un porrón de guiños cinéfagos (destaca uno dedicado, nada menos, que a Jack Perez, con quien recientemente Dante colaboró) y referencias directas (llama la atención ver "The gore gore girls" en una pantalla). La música se la debemos a Joseph LoDuca, habitual del clan Raimi y responsable del entrañable y minimalista soundtrack de "Posesión Infernal". Entre los productores encontramos a un personaje bien curioso, Brad Sykes, cineasta habitual del horror de ultra-bajo presupuesto generalmente grabado en vídeo.
"Enterrando a la ex" queda lejos de los mejores tiempos del cine de Joe Dante, por supuesto, pero se deja ver como entretenimiento ligero y desenfadado y, oye, después de todo me gustó más que la insufrible "Matinee" o las ya mentadas "Pequeños Guerreros" y "Miedos 3D".

martes, 14 de agosto de 2012

ROBERT ZEMECKIS

La colección “Directores” de Cátedra, según la importancia que le de el lector a dicho director, es de lo más interesante.
Curiosamente Jorge Fonte, autor de libros dedicados a Steven Spielberg, Walt Disney, Woody Allen u Oliver Stone, se marca un repaso la mar de extenso por la filmografía de ese jornalero de Spielberg que es Robert Zemeckis.
Partiendo de la base de que la lectura es amena, el libro analiza, una por una, todas y cada unas de las películas –y cortos- que Zemeckis ha rodado durante su solvente carrera, contándonos algunos aspectos de su vida, y siendo bastante objetivo con cada una de las películas. Fonte es lo suficientemente objetivo como para no dejarse cegar por el fanatismo, y si tiene que repartir palos a según que peli, los reparte. Descubrimos detalles y datos de las películas de mucho interés, y leer sobre la trilogía de “Regreso al futuro” es harto de entretenido.
Pero Zemeckis no tiene una filmografía lo suficiente extensa como para llenar un tocho, y aquí viene el gran problema de este libro: que te cuenta las películas enteras, de principio a fin, con pelos y señales. Vale que entre medias Fonte va dando su opinión sobre esta o aquella escena, pero si has visto la película, no interesa demasiado, y si no la has visto, casi te la destripa… y cuando acabamos el libro, nos damos cuenta de que la mayoría de el, son largas sinopsis.
Sin embargo, merece la pena leerlo por todos los datos que nos da, técnicos o de producción, y lo bien que se desenvuelve este señor para explicarnos las cosas, se agradece.
Con lo cual estamos ante un libro bastante regular, que por otro lado, no sacia nuestras ansias de cotilleo, puesto que de la vida personal de Zemeckis, nos cuenta más bien poquito. Claro, que no se trata de una biografía y de eso hay que ser consciente antes de comprarlo.