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lunes, 7 de septiembre de 2020

PASADO DE ROSCA

Ezio Greggio es, sin duda, un personaje interesante. Presentador de televisión, comediante, periodista, guionista, productor y director de cine, además de ser el principal responsable del  Festival de cine de comedia de Montecarlo, no hay palo del mundo del espectáculo que Greggio no toque en Italia. Hombre orquesta de la farándula y popular a nivel nacional. Lo que ocurre es, para que me entiendan, que Ezio Greggio no es un artista de primera calidad; es más bien de tercera. Si tuviera que poner un equivalente español, a bote pronto, el único que se me ocurre es Rody Aragón.
Sin embargo, puede alardear de, en el mundo del cine, haberse quedado bien a gusto.
Greggio, amante apasionado de la comedia, lo es sobre todo de Mel Brooks. Es un fan enfervorecido que, cuando pergeña una comedia, la pone en el mapa con un reparto  americano removiendo Roma con Santiago para conseguir la financiación necesaria para pagar cachés y, si le es posible, contar con los mismos actores con los que contó Brooks en sus películas. De esta forma, fue durante la producción de su película más afamada, “El silencio de los borregos” que en su afán por reunir un reparto tan marciano como apetecible, contacta con su ídolo para que le haga un cameito en la película. Mel, debido a los contactos que el Italiano tiene, accede a aparecer, cuando una vez en el set es testigo directo de cuanto ha influenciado su cine en el del italiano. Greggio habla maravillas de Brooks, de sus películas y, en consecuencia, se hace amigo tanto de Brooks, como de su segundo de abordo, Rudy de Luca. Se hacen amigos, pero íntimos, nada de medias tintas. El feeling entre el italiano y la leyenda de la comedia es total.
De hecho, cuando Mel Brooks rueda “Drácula, un muerto muy contento y feliz” contacta con su amigo europeo porque le hace ilusión que aparezca en ella, y ahí tenemos a Greggio en un cameo. Su amistad le va a la zaga con Rudy de Luca, por lo que su siguiente película, tras el pequeño éxito internacional de “El silencio de los borregos”, sería una suerte de spoof muy deudor de la saga de “Agárralo como puedas” titulado “Killer Per Caso”, que cuenta con un guion escrito a cuatro manos junto al propio De Luca, además de protagonizar ambos la película junto a Dom DeLuise.
Las relaciones entre la factoría Brooks y Greggio van de perlas, por lo que para  su siguiente film, también sobre un guion según De Luca, Greggio tira la casa por la ventana y se trae a italia al mismísimo Mel Brooks para que sea el protagonista absoluto —junto a él, por su puesto— . Brooks está en ella por pura amistad y consciente de que la industria italiana no tiene que ver con la americana (y a día de hoy, casi con ninguna otra porque se encuentra agonizando) rebaja considerablemente su caché para estar en ella. El resultado de esta marciana amistad se inmortaliza en una de las películas con menos razón de ser de la historia, esta “Pasado de rosca”.
Es una absoluta paradoja, porque al final, lo que está haciendo Ezio Greggio es poner a uno de los más grandes genios de la comedia americana en la que probablemente sea una de las peores comedias de la historia. No se puede ser más sosa. No la salva ni Mel Brooks. Es más, está para matarle completamente.
El hijo de un potente empresario vive bajo su yugo. Sin embargo un día sufre un infarto que le dejará maltrecho y moribundo en el hospital dándole el doctor escasas semanas de vida. Así, este le pide a su hijo la última voluntad, que es volver a ver por última vez al americano bajito que le salvó la vida durante una batalla en la Segunda Guerra Mundial. De este modo, el individuo parte a Estados Unidos a buscar a ese tipo. Cuando da con él, resulta que está ingresado en el manicomio, pero se las apañará para sacarlo de allí y que así vaya a ver a su padre. Con lo que no contaba es con que está más loco de lo que se creía y va a convertir su travesía hacia el lecho de su padre en una auténtica locura.
Y ya, tan solo es un recital de aspavientos, muecas y horribles gags perpetrados por Greggio y Brooks, mientras en un segundo plano, al personaje de Greggio le sale un interés romántico.
Todo ello servido con cadencia televisiva, sin ninguna gracia y con una acusada ausencia de talento por parte del hombre que orquesta todo eso, que no es otro que Ezio Greggio. Es como cualquiera de las películas de la saga “Natale” (en la que Greggio también ha participado en un par de ocasiones), pero con mucha menos gracia. Nos enfrentamos a algo malo, malo, malo, pero malo de verdad, y da mucha pena ver ahí a Mel Brooks haciendo algo tan flojo, pese al esfuerzo que le pone el tío.
La película pasó más bien discreta por las taquillas italianas y, quizás por la mera presencia de Mel Brooks, también llegó a nuestro país, muy de puntillas, en formato vídeo. En los USA tuvo un estreno reducido, además de ser el país que editó la única edición en DVD que existe en el mundo.
No se lo que opinarían Mel Brooks y De Luca tras ver el engendro, desconozco como continuarían sus relaciones después de esta película insufrible, pero lo cierto es que tras ella no volvieron a trabajar juntos. De hecho, Greggio no volvería a dirigir cine hasta 2011 que se pegaría la machada de rodar la primera película italiana en 3D, que lleva por título “Box Oficce 3D: Il film dei film”, justo en el momento en el que la cinematografía italiana pasaba por uno de sus peores momentos. Después ya, Greggio se refugiaría en la televisión como tantos y tantos trabajadores del cine italiano.
Desde luego, la mera existencia de esta película ya la vuelve un producto a tener en cuenta y al que dedicarle un sufrido visionado. Por otro lado, yo me imagino que, por muy mierda que sea, tener en ella al mismísimo Mel Brooks como prota fue un  verdadero placer para Greggio. Porque esto no es como hacer “Kika” y traerte a Peter Coyote. Esto es hacer una comedia con el más grande. Ya solo por eso…

sábado, 9 de agosto de 2014

LA LOCA HISTORIA DEL MUNDO

Me encanta esta peli. Que quede claro desde buen principio. La he visto varias veces y siempre la disfruto, pero ha habido casos concretos en los que la he gozado tanto que, en fin, se me ha pasado en un "plis". Volando. Y me sorprendo y me digo "Coño, ¿ya está?, mira que es entretenida y divertida la jodida". Y lo es. Puede que no sea la mejor comedia del gran Mel Brooks, personaje claramente adorado en este blog, ni la más reconocida, ni la más ingeniosa. De hecho, en su época tuvo muy malas críticas. Hasta ganó un premio oficial en los USA como el peor estreno del año. Pero a mí me la suda, de verdad os lo digo, es una peli que me da buen rollo, transpira positividad toda ella y es ideal para combatir penas y aburrimientos.
Un Mel Brooks pletórico, en la cresta de la ola tras estrenar éxitos como "Sillas de montar calientes", "El jovencito Frankenstein" o "La última locura" y con el ego desatado, se encarga de protagonizar (hasta cinco papeles se marca el baranda), dirigir, guionizar, componer/cantar alguna canción y producir este repaso a algunos momentos de la historia de la humanidad, divididos en diferentes segmentos de distintas duraciones. Los más gordos van dedicados al Imperio Romano y a la revolución Francesa. Pero también hay sitio para la prehistoria o la inquisición Española. Todo ello con una estética algo anticuada para el año que se produjo, 1981, con unos colores, un modo de filmar y unos decorados de cartón piedra tremendos, que destilan artificialidad, pero que bien podría ser una estratagema del amigo Brooks como parte de la parodia, algo que ya solía hacer. Imitó el estilo de James Whale en "El jovencito Frankenstein" y aquí podría haber tomado prestado el look de todas esas súper-producciones históricas y bíblicas tan típicas del Hollywood clásico donde primaba un tono diametralmente opuesto al realismo. Sea como sea, me encanta, todo ese colorido incrementa el tono de fiesta y diversión.
El tipo de humor –absurdo- empleado y su eficacia varían a lo largo de los 92 minutos que dura la peli. Hay chistes malísimos (muchos de ellos en el segmento dedicado a la prehistoria), los hay majos, los hay muy buenos y, obvio, los hay brillantes. En este último grupo podría soltar unos cuantos de mis favoritos, pero me quedaría corto. No sé, así a lo burro me encanta el espectacular y delirante número musical situado en el castillo de Torquemada (gran canción, gran letra), me encanta Dom DeLuise como emperador Romano, me encanta Harvey Korman como Conde de Parné (De Monet, en la versión original), la coña a costa de la última cena ("¡Judas!, ¿quieres probar la sopa?"), la ya clásica frase "Es bueno ser rey" que Brooks esputa a cámara cada dos por tres y muchas partes de los diálogos... que imagino será cosa del doblaje, porque son chistes muy “castizos”... pero no puedo resistirme a la forma de hablar de los Romanos ("Comicus, comicus!", "Estúpidus!", "Papirus para el porrus", etc). También resulta interesante hacer notar que, acorde a los tiempos que corrían, Mel Brooks se vuelca en los chistes verdes, el humor vulgar y chabacano, presente en sus trabajos previos pero no hasta ese grado, algo que sentaría fatal a los críticos de la época, pero que hoy es del todo efectivo. Yo esta peli la vi en su estreno, acompañado de mi tío, y recuerdo varias cosas: que la sala estaba petada, que el público se reía mucho y ¡¡que me ponían muy nervioso las chuflas marranas!!, me sentía avergonzado, casi como si estuviese viendo una película porno. Dulce inocencia. Pero es que momentos como el casting de penes para la orgía o la prueba para comprobar la autenticidad de los eunucos (con esa lengua quilométrica desenrollándose) eran materia muy fuerte para un chavalín como era yo entonces.
El caso es que, por el motivo que sea, "La loca historia del mundo" fue un fracaso considerable, y marcó el principio del fin de la carrera de Mel Brooks como director, que ya no levantó cabeza. Pasaron seis largos años hasta que volvió a estrenar un largometraje como autor máximo y fue "Spaceballs", titulado en España "La loca historia de las galaxias", lo que no deja de ser gracioso. Tampoco fue un éxito, aunque, obvio, los que la vimos en su momento la recordamos con mucho cariño (algún día hablaré de ella a fondo). Curiosamente el último gag de "La loca historia del mundo" es una coña a costa de "La guerra de las galaxias", todo un aperitivo de lo que sería la siguiente locura del pequeño judío.
En v.o. "La loca historia del mundo" se titula "History of the world, part 1"... pero nunca hubo en mente hacer un part 2, solo era parte del chiste. Sin embargo, ello dio pie a que algunos indocumentados lo usaran como arma arrojadiza contra Mel Brooks, riéndose de su fracaso y, por tanto, de la imposibilidad de seguir la supuesta saga. Indocumentados como el amigo Carlos Pumares, que detestaba al director de "Máxima Ansiedad" y echaba mano de tan equivocada acusación. Peor para él.
No me voy a enrollar con el tema del personal implicado porque es largo como un día sin pan y hay de todo. Basta decir que están los clásicos de Brooks (DeLuise, Madeline Kahn, Cloris Leachman, Ron Carey, Sid Caesar Rudy DeLuca), algunos fichajes nuevos (Gregory Hines sustituyendo a Richard Pryor, que había co-guionizado "Sillas de montar calientes" y no pudo actuar en la presente por sus movidas chungas con las drogas y los mecheros) y un porrón de cameos (destacando los de Charlie Callas, Paul Mazursky, Henny Youngman -¡¡¡quien también tuvo un papelillo en "The Gore Gore Girls" de H.G.Lewis, nada menos!!!-, Hugh Hefner, Barry Levinson, John Hurt...) y Orson Welles narrando la movida.
Hace unas semanas llegué a la conclusión de que, por mucho que me guste el humor, y que sea la mar de importante en mi vida, en general la comedia ha dejado de gustarme. O peor, de hacerme reír. Naturalmente hablo de la comedia moderna… no sé, hay algo en ella, venga de donde venga (pero especialmente la americana, que siempre fue mi preferida), que ya no funciona conmigo. Por eso, tras revisar “La loca historia del mundo” y disfrutar en el proceso como un niño y su moco, puedo afirmar que “Ya no se hacen como esta”.
Divertida, fresca, sanamente tonta, irreverente.... muy recomendable.

domingo, 9 de agosto de 2015

LOS FOTOCROMOS (Y EL PÓSTER) DE “TRANSYLVANIA 6-5000”

Hablar de "Transylvania 6-5000" significa hacerlo de un personaje que desde chavalín siempre me llamó la atención, Rudy De Luca. Si algo destaca en su curriculum es la larga asociación que mantuvo con Mel Brooks, para quien co-escribió guiones ("La última locura", "Máxima Ansiedad") y actuó ocasionalmente ("La loca historia del mundo", "Spaceballs" o en la misma "Máxima Ansiedad" interpretando su personaje más mítico, el del asesino que se pirra por matar. Años después lo retomaría a modo de homenaje en "El silencio de los borregos", donde hizo amistad con su director, el infame Ezio Greggio. Tanto es así que volvería a colaborar con él como escritor en otro de sus spoofs, "Box Office 3D: il film dei film"... la tengo por ahí pero no me atrevo a verla). Cuando no curraba para el director de “Los Productores”, De Luca ponía su estampa en otras comedias bien reconocibles como “Cavernícola”. Todo esto, y un par de leves experiencias como director en la caja tonta, dio alas al caballero para debutar el año 1985 en el largometraje para cines con "Transylvania 6-5000", una comedia de terror. Resulta curioso que cuando los colaboradores de Brooks pasan a la dirección han de facturar, cuanto menos, una comedia de terror, caso también de la peli que comentamos hace un par de semanas, "Terrorífica luna de miel" de Gene Wilder. Es como si pensaran "Bueno, si se me asocia con Mel Brooks, y Mel Brooks es famoso por "El jovencito Frankenstein", eso quiere decir que lo más lógico sería hacer algo por el estilo". Craso error, porque tanto "Terrorífica luna de miel" como esta "Transylvania 6-5000" son productos criminalmente fallidos... en todo, pero especialmente en lo único que esperas de ellos: hacer reír. De hecho, después de esta peli, Rudy De Luca no volvió a dirigir absolutamente nada más (curiosidad: se asoció de nuevo con Mel Brooks para otro parodia del cine de terror ya en la etapa chunga del judío, la muy mediocre "Drácula, un muerto muy contento y feliz").
“Transylvania 6-5000” llegó aquí de la mano del infame/fascinante José Frade. Recuerdo que el cartel me flipaba, y no es pa menos -como pueden comprobar- porque está muy bien. Pero no fui al cine a verla, lo hice con la familia en casita gracias a las bondades del VHS. Desafortunadamente nos aburrió y no nos hizo desternillarnos de risa ni nada que se le parezca. La verdad es que no he vuelto a verla desde entonces, igual debería probar... tal vez..... Aunque tras lo experimentado con "Terrorífica luna de miel" no albergo muchas esperanzas.
La cosa va de unos periodistas de personalidades muy opuestas (uno muy escéptico, el otro todo lo contrario) que son enviados a investigar en un castillo de Transylvania porque dicen haber visto a la criatura de Frankenstein y otros monstruos. Cosas que recuerdo: el gag de cuando todo el personal del lugar sufre un ataque de risa al preguntar uno de los periodistas por los mentados seres (empezaba bien, pero se hacía muy largo) o el asqueroso, forzadísimo y estúpidamente meloso "happy end".
Sin embargo, en lo que "Transylvania 6-5000" sí destaca y mucho es en su extenso, florido y notable reparto. Tenemos a Jeff Goldblum, que no necesita presentación. Joseph Bologna (curiosamente venía de interpretar a uno de los amigos de Gene Wilder en "La mujer de rojo"). El rubito Ed Begley Jr. Carol Kane (de "Llama un extraño"). El pederasta Jeffrey Jones. Una erotiquísima Geena Davies, medio enseñando las tetitas, en su tercer papel pal cine que a mí de chaval me puso mu farruquito (fue en este rodaje donde ella y Goldblum se conocieron pa liarse más adelante). La actriz de comedia Teresa Ganzel, que mostraba las tetorras en "La gran locura americana" (lástima que de cara deje bastante que desear). El hoy detestado -por sus comentarios racistas- Michael Richards de "Seinfeld" interpretando a un agotador mayordomo obsesionado en resultar gracioso (otra de las cosillas que recordaba de la peli) y el propio Rudy De Luca parodiando a "Lawrence Talbot", el hombre lobo clásico, llamándose "Lawrence Malbot".
Para 2016, Rudy anuncia su regreso a la escritura cinematográfica abiertamente cómica con una cosa titulada "Big Finish". ¡Molt bé, home!.
Todo este macro-rollo tiene una utilidad: Introducir los fotocromos y el póster de la época que José Frade se encargó de fabricar para promocionar en las Españas "Transylvania 6-5000", cortesía, cómo no, de Alex Gardés...














sábado, 13 de enero de 2024

QUÉ ASCO DE VIDA

Parece que no, pero "Qué asco de vida" es un título muy relevante en la filmografía como director del gran Mel Brooks. Para empezar, se trata de su primera producción noventera, siguiendo a la tontísima pero muy divertida "Spaceballs, la loca historia de las galaxias". Recordemos que aquella había sido un fracaso, tal vez ello animó a Brooks a desviarse de su línea habitual de parodias y humor absurdo, para retomar esas comedias más serenas con eventuales toques dramáticos -o sentimentales- características de su primera etapa ("Los productores" y, muy especialmente, "El misterio de las doce sillas") Fue un paso arriesgado porque, en su época, también esas fracasaron. Y sí, "Que asco de vida" se metió una buena galleta a la hora de recaudar billetes. Así pues, ¿qué hizo el pequeño judío?... volver a "terreno conocido" (o, mejor dicho, aquel que se suponía el público esperaría de él) con las respectivas parodias de "Robin Hood" y "Drácula". Ambas pincharon y pusieron fin a su carrera cinematográfica. Considerando la desgana que invirtió en esas dos últimas, cumpliendo con la papeleta (están repletas de gags e ideas recicladas de sus títulos precedentes... y otras fuentes), ¿podríamos decir que "Qué asco de vida" fue la última obra de Mel Brooks abordada con cariño e ilusión? Tal vez (él mismo la considera su mejor interpretación).
Lo que cuenta tampoco es muy original. Dos ricachos compiten por hacerse con un barrio degradado, lleno de vagabundos. Hacen una apuesta. Si uno de ellos -Brooks, por supuesto- consigue pasar 30 días viviendo como un pordiosero más, sin dinero, sin nada de nada, ganará y se hará con el lugar. Sobra decir que la experiencia le cambiará a mejor, humanizándolo y tal. Y que sus ex socios se la jugarán con intención de que no recupere su antigua vida. Pero tranquilos, que hay final feliz, por supuesto. La cosa termina en boda, porque también tenemos historieta de amor y, como decía, sus gotitas de drama lacrimógeno (creo que por primera vez -y última- en la carrera del cineasta)
La deuda con Preston Sturges (especialmente "Los viajes de Sullivan") o Frank Capra, y su cine de buenos sentimientos, es cantosa. A pesar de algunos momentos más cafres y, sobre todo, del alto contenido crítico con la sociedad estadounidense, los ricachos, la sanidad (esta especialmente salvaje) y demás, "Qué asco de vida" es una película muy blanca, muy buenrollera, muy limpia (aunque incluya mucha mugre), incluso inocente. Tal vez demasiado para 1991. Así pues, no me sorprende el batacazo consecuente.
Tiene sus buenos momentos, sin duda. Te ríes. No a carcajadas, pero funcionan. Por ejemplo, la escena en la que Brooks imita a un niño negro que, bailando y cantando, consigue limosna. Obviamente, a él no le sale tan bien. Esto, y solo esto según recuerdo, era el trailer completo de la película. Llegué a verlo en algún cine y el público se reía de lo lindo. También es muy gracioso el encontronazo con el vagabundo que dice ser más rico que él, interpretado además por su viejo amigo y socio Rudy De Luca (a la vez, co-guionista de "Qué asco de vida"). La ristra de tortas graciosas es generosa e imitan -reconocido por el propio Brooks- las viejas maneras de los "Three Stooges". Y, así mismo, llama la atención que el viejo zorro logre colar en medio de la trama un inesperado número musical, de baile, esos que tanto le gustan con sus focos y colores, puro Hollywood clásico.
Tal vez el clímax final flojee, pero compensa que el resto entretiene, es agradable, medianamente divertido y emotivo. No comprendo cómo se le mete tanta caña en la red. Hay quien dice que es la segunda peor película de Brooks tras "El misterio de las doce sillas". ¡¿Han visto estos señores las de "Robin Hood" y "Drácula"?!. "Que asco de vida" cumple como bonita escapada de 92 minutos. ¿Qué más quieres?
El jugosito reparto incluye a una algo histriónica -como siempre, vamos- Lesley Ann Warren, al gran Jeffrey Tambor (sus entradas están entre lo más hilarante del film), Stuart Pankin, Howard Morris (le vimos también en "Máxima Ansiedad" y "La loca historia del mundo" de Brooks y, por consiguiente, en "Transylvania Twist" de Jim Wynorski), Michael ("Los cazafantasmas") Ensign, el mítico Billy Barty (protagonizando un gag muy parecido a otro visto en "La última locura" de don Mel), el bueno de Brian Thompson (qué carrera más colorida tuvo este hombre. Hace poco lo vi también en "¡Tres Amigos!" y su última intervención hasta la fecha ha sido, nada menos, que en "La tragedia de Macbeth", rodeado de actores de primera y dirigido por uno de los hermanos Coen), el eterno loco Raymond O'Connor, Robert (el Coronel de "Boogie Nights") Ridgely, papelito para Stanley Brock -busquen en Google y lo reconocerán al instante, esta fue su última película-, James Van Patten, de ilustre familia, marcándose un micro-rol como enfermero -lo que no deja de ser llamativo cuando siete años antes había protagonizado su propio vehículo de lucimiento, "Jóvenes Guerreros"- y, finalmente, otro habitual de Brooks, Ronny Graham, prestando la voz.
Una peli maja.

sábado, 20 de enero de 2024

¡TODO SOBRE MÍ!

En su autobiografía, Dario Argento perdía el entusiasmo y las ganas de narrar batallitas a medida que avanzaba la lectura. Es decir, a cada nueva película, menos tiempo le dedicaba. En la suya, William RIP Friedkin, simplemente -y muy acorde a sus radicales maneras-, se limitaba a ignorar aquellos títulos que no consideraba propios. Así, "El contrato del siglo" y "La tutora" no existían. Pues bien, lo mismo podemos aplicar a la reciente autobiografía del legendario Mel Brooks. No se salta títulos a lá Friedkin, pero sí actúa como Argento, dedicándoles menos atenciones de forma progresiva.
Es un hecho conocido y aceptado que el pequeño y enérgico judío se arrepintió muchas veces de haberse dejado llevar por el gustirrinín del éxito. Sus dos primeras obras, "Los productores" y "El misterio de las doce sillas", eran lo que él mismo califica de "comedias inteligentes". Sin embargo, que ninguna funcionara demasiado bien en taquilla le empujó a aceptar un encargo, el de una "comedia tonta" tirando a vulgar, "Sillas de montar calientes". Su monumental éxito condenó a Brooks de por vida, obligado a no salir nunca del camino que esta había trazado, centrándose en la parodia bufa de géneros cinematográficos populares. Apostando por productos menos a su gusto y más al del público, lo que se traduce en el obvio desencanto en el que se sumió su carrera como director de cine. A partir de "La última locura", Mel Brooks abordaba cada nueva empresa con menos entusiasmo y pasión que la anterior, limitándose a su rol de artesano de la comedia tonta. Y eso, como digo, se refleja en sus memorias. A la escasez de anécdotas interesantes y longitud, hay que sumar, incomprensiblemente, la reproducción de diálogos y gags extraídos de sus films. ¿No comprende que el lector interesado ya se sabe todo eso de memoria? ¿qué necesidad hay? ¿compensar la escasez de información? ¡¡coño, lo que yo quiero es chicha!! Desafortunadamente, el autor no tiene el corazón puesto en "La loca historia del mundo", "Spaceballs" o "Drácula, un muerto muy contento y feliz"... y se nota. Una pena.
Las cosas mejoran un poquito cuando llegamos a "Que asco de vida", película más en consonancia con sus dos primeras obras. Luego ya Brooks se olvida del cine, centrándose en su mayor satisfacción, el musical de Broadway inspirado en "Los productores". Este se come buena parte del tocho. Y a mi no es que me interesara demasiado, por ello terminé saltándome párrafos, especialmente aquellos en los que se limita a lamer ojetes.
Porque de culos húmedos y buenrollismo forzado los hay para matar y rematar. En la vida de Mel Brooks todo era color de rosa. Cuando se mete en algún tema pantanoso, lo pasa por encima y de puntillas. Como lo relacionado con el fallecimiento de Anne Bancroft, su esposa. Es comprensivo por el dolor que ello debe causarle, pero, siendo un momento tan determinante, se ve raro en una autobiografía. También descoloca que ni mente los finales de algunos de sus grandes colaboradores, es decir Gene Wilder, Marty Feldman o Madeline Kahn. En cambio, no tiene vergüenza alguna en dorarle la píldora a su hijo Max, presumiendo de méritos y logros que, obviamente, el chaval no hubiese conseguido de no ser "hijo de". Coño, la editorial de peso que editó su primer libro la regentaba un amigo íntimo de su puto padre... si eso no es enchufe, ya me dirán qué es.
Dejando de lado las películas propiamente dichas, el resto del tochito se centra en la vida del comediante. Sin embargo, mientras dedica líneas y líneas, a veces en exceso, a su infancia y, sobre todo, su participación en la segunda guerra mundial (tal vez por querer demostrarnos unos orígenes humildes y su sacrificio por la patria), a partir de que logra meterse en el mundo del espectáculo, el terreno personal pasa a un segundísimo plano. Tocándolo muy de vez en cuando, aleatoriamente y sin dar demasiados detalles.
Más interesante resulta la historia de Brooksfilms, la productora con la que pretendía rodar materia ajena a la comedia. Así, cual subtrama paralela, narra los pormenores de la hermosa "El hombre elefante" o "La mosca". Destaca en ese apartado la conflictiva confección de uno de sus pocos fracasos, "Guerreros del sol" (que no estaría mal revisar / reseñar). Pero, incluso esta, con los años dio beneficios. Ya les digo, en el universo de Brooks parece no haber lugar para las malas noticias y los descalabros, cuando todos sabemos que su carrera como director se fue desinflando, y mucho, con el tiempo. No me creo que hable de éxito taquillero respecto a algunas de esos últimos largometrajes. Supongo que el pequeño judío entendía el espectáculo como alegría, color, luz, positividad, siempre preocupadísimo por la audiencia. Podríamos decir que el libro está diseñado para eso, complacer al lector, no hacerle pasar demasiados malos tragos y concluir con una sonrisa. Y sí, el viaje es ameno y dinámico, solo que la sensación obtenida cuando terminas se parece mucho a dejar la mitad de la tarta sin devorar.
Tal vez "¡Casi todo sobre mí!" habría sido un título más adecuado.

sábado, 30 de mayo de 2020

EL MISTERIO DE LAS DOCE SILLAS

En el agradable pero poco vistoso audio comentario de la simpática/tontuna "Spaceballs, la loca historia de las galaxias", Mel Brooks explica, no sin cierto desencanto, que el éxito de "Sillas de montar calientes" fue su bendición y a la vez su maldición. Hasta entonces únicamente había dirigido dos películas de presupuesto modesto y que él consideraba "personales", "Los Productores" y esta de la que pasaré a hablarles hoy, "El misterio de las doce sillas". Un par de comedias no excesivamente desmadradas, con un cierto poso realista, lejos del elemento paródico, metacinematográfico, abiertamente bufo y referencial que sería una constante en casi todo el resto de su carrera a raíz de aquel peculiar western de guasa. El pequeño judío literalmente comenta que tras semejante éxito había "emprendido el camino equivocado" y que tendría que haberse mantenido fiel a sus primeras películas y "olvidarme de todo este asunto de tener que llenar asientos en los cines". Unas palabras muy reveladoras y que aclaran mucho la naturaleza de "El misterio de las doce sillas", extrañamente ambientada en la Rusia de los años 20 (y basada en una novela de idéntica procedencia). 
Una aristócrata, caída en desgracia tras la revolución, confiesa el día de su muerte que ocultó todas sus joyas en el fondo de una de las lujosas doce sillas que amueblaban su antigua mansión. El yerno de la muerta, el cura golfo que la ha confesado y un joven vagabundo saldrán a la búsqueda de tan preciado tesoro, viviendo toda suerte de trifulcas más o menos graciosas.
Cuando era jovencito, y mi fanatismo por Mel Brooks se encontraba en pleno apogeo, consideraba "El misterio de las doce sillas" su película más aburrida y menos divertida. Y es cierto que puede ser así, pero ello no significa que sea la peor. Seguramente, desde un punto de vista cinematográfico y "autoral", son más malas algunas de las que hizo en los 90. Pero aún así, por estúpidas y chorriles, aquellas resultan incluso más amenas que esta tragicomedia en la que, como decía, tenemos a un Brooks bastante contenido, dispuesto a explotar cierto tono más de enredo antes que absurdista, añadiendo unas gotitas de slapstick, sobre todo por ciertas secuencias aceleradas. Sonríes a ratos, sí, pero la verdad es que no es una peli tremendamente divertida y, además, gasta un tono gris y cuenta con un final sutilmente amargo que de chaval no me gustó nada de nada (aunque el de la novela es peor, con un crimen de por medio).
El florido reparto lo componen Ron Moody, un debutante Frank Langella (papel que quería hacer Gene Wilder, pero Brooks se lo negó al considerar que no pegaba como galán/golfo, por lo que el rizado actor acabó rechazando salir en la peli) y un Dom DeLuise desatadísimo. Inevitablemente, el propio Brooks se reserva un papel secundario.
Vista hoy día, quizás mis impresiones han mejorado sustancialmente, pero no tanto como para incluir su dvd o blu-ray en mi colección. Será que tengo mal gusto, o que soy demasiado simple, pero sigo prefiriendo aquellas obras que Mel Brooks hizo después, destinadas a "llenar asientos en los cines".

domingo, 7 de septiembre de 2008

SILLAS DE MONTAR CALIENTES

Y seguimos con Mel Brooks. Después de "Máxima Ansiedad" le toca el turno a una de sus mejores y más célebres comedias, "Sillas de montar calientes", en la que el judío se ríe del western y, de paso, de los musicales. Curiosamente esta es su primera producción directamente adscrita al género "spoof", ya que antes la preceden un par de comedias más estándar, sin tanta fijación en el elemento paródico ("Los productores" y la aburrida "El misterio de las doce sillas"). Su éxito convertiría a Brooks en un auténtico especialista (muy a su pesar).
Un político corrupto quiere que el ferrocarril cruce por en medio de Rock Ridge, un pacífico pueblo. Pero sus habitantes se oponen. Tras un fracasado intento de asustarlos mandándoles un grupo de forajidos, toma una decisión radical, nombrar sheriff a un negro, asumiendo que no durará ni un día. Evidentemente las cosas se la torcerán cuando el tipo no sólo se adapte de maravilla, sino que logre hacerse amigo del tirador más rápido del condado.
Y este último no es otro que el inmenso Gene Wilder, quien se come la función con patatas. Le sigue el mismo Brooks, con dos papeles y un cameo fugaz, pero que destaca interpretando al alocado gobernador, dando pie a algunos de los momentos más descojonables de un film que apuesta por el humor más cazurro y delirante, los chistes a costa del racismo (y la homofobia) son continuos.
Llegado su tramo final, el realizador pierde los papeles y sitúa la acción en plenos años 70 y en medio de los estudios "Warner", donde los afeminadísimos bailarines de un musical (comandados por Dom De Luise) se pelean con los rudos cowboys. Hasta este último visionado, semejante desenlace me parecía excesivo, un "no sabemos por donde tirar"... pero hoy he cambiado de opinión, creo que es muy ocurrente y genialmente caótico.
Como decía, "Sillas de montar calientes" se inscribe perfectamente entre lo mejor de Mel Brooks, está repleta de gags inolvidables (¡Mongo!) y entretiene más que mucho.

lunes, 3 de octubre de 2016

EL HERMANO MÁS LISTO DE SHERLOCK HOLMES

Tras el éxito mundial de “El Jovencito Frankenstein”, al ser tentado Gene Wilder  por el productor Richard A. Roth para que debutara como autor con una parodia de Sherlock Holmes, Wilder, creyendo que los méritos de “El jovencito Frankenstein” radicaba en su talento  y no en el de Mel Brooks, decide escribir una parodia centrada en el hermano menor de Sherlock Holmes que firmará como guionista y director, además de, claro está, protagonizarla. Todo esto, sonaba de maravilla en el papel.  Para ello, prácticamente, rueda un “Spin off” del "Jovencito Frankenstein", ya que toma a casi todo el reparto de aquella, la personalidad de sus personajes, y los adapta  a las situaciones ambientadas en el Londres de Sherlock Holmes.
Lo que pasa es que, Wilder, a pesar de ser un excelente actor cómico,  ni mucho menos es el genio de Brooks, por lo que el resultado de esta película es poco menos que infame y vergonzante. En serio, “El hermano más listo de Sherlock Holmes” es una autentica patata. De hecho, le dieron a Wilder presupuesto para que entregase un film de 140 minutos, y la duración final es de 89. No había por dónde coger aquella película.
 Y es que Wilder es incapaz de hacer una buena parodia, entre otras cosas porque es incapaz de escribir un buen argumento. A día de hoy, sigo sin saber exactamente sobre que trata la película. Sabemos que aparece por ahí Sherlock Holmes, y que Gene Wilder es su hermano menor, torpe, necio y envidioso, pero más allá de eso, la película es un batiburrillo de chistes malos, peores y nefastos y numeritos musicales agrios e insoportables, que no en pocas ocasiones, incitan al espectador a dejar de ver la película.
El mayor problema es que Gene Wilder trata por todos los medios de repetir “El Jovencito Frankenstein”, contando con Marty Feldman, Madeline Kahn y Dom DeLuise y un estilo de humor directamente sustraído de la obra maestra de Brooks. Pero se notan tanto las intenciones de Wilder, que no son otras que plagiar -amparándose en la creación de un universo ficticio en el que los mismos actores interpretarán distintos roles en parodias de los personajes más importantes de la literatura de ficción- que da mucha vergüenza verle hacer el ridículo de esa forma. Entonces, si el chiste en la de Mel Brooks era que el  protagonista no era el Dr. Frankenstein sino Fronkonstin, en esta, el hermano de Holmes, no será Sherlock sino Sherluck. Y así sucesivamente.
Todo esto sería excusable si la película tuviera un par de gags memorables, sin embargo, debe ser la cosa menos graciosa, carente de ritmo y aburrida de la historia de la comedia. Absolutamente insoportable.
En consecuencia, la película fue un fracaso absoluto. Sin embargo, en España, no llegaría a los casi cuatro millones de espectadores que llegaría a congregar “El Jovencito Frankenstein”, pero si que llegaría al millón y medio sin inmutarse, lo que está muy bien. Eso si, tardaría siglos en ver una edición en vídeo para los video-clubes, apareciendo al mercado casi de tapadillo. No había gustado a nadie.
Wilder, que en un principio estaba totalmente emperrado en dirigir para así hacer un uso correcto de sus guiones –y cobrar mayores royalties- después repetiría tras las cámaras rodando sus peores películas que son  “El mejor amante del mundo”, “La mujer de Rojo” con la que conseguiría su gran éxito y la floja “Terrorífica Luna de Miel”. Quedó claro que su lugar estaba delante de la cámara, y si era en compañía de Richard Pryor, tanto mejor.
Por lo pronto, “El Hermano más listo de Sherlock Holmes”, es para matarle.

domingo, 15 de agosto de 2021

"VIERNES 13" EN "SPACEBALLS"

 

Una de las escenas/coñas más populares de la simpatiquísima "Spaceballs / La loca historia de las galaxias" de don Mel Brooks es cuando, para localizar a los héroes, los villanos corren a su videoteca y extraen una copia pirata de la misma película que están rodando, por aquello de rebobinar hacia adelante y ver cómo se desarrollan los acontecimientos. "Pero si todavía no hemos terminado de hacerla" exclama "Casco Oscuro", a lo que su esbirro comenta que "el mercado de la piratería va en aumento" y las películas salen antes incluso de haberse finiquitado. Genial. Genial porque, durante el auge de las descargas ilegales años -y años- después, llegaron a ponerse a disposición del respetable copias de trabajo de películas sin todos los efectos especiales definitivos añadidos. Mel fue muy certero en sus predicciones.
El caso es que, tras ver "Spaceballs" un porrón incontable de veces (también en el cine "Continental", durante su estreno, en DOS ocasiones), jamás me había percatado del subgag que hay dentro del gag. Cuando se dirigen a los estantes con las cintas de vídeo, justo debajo de donde están la misma "Spaceballs" y el resto de filmografía de Mel Brooks al completo, vemos una ristra de falsas secuelas de "Rocky" por un lado y de "Viernes 13" por otro. Sí amigos, me avergüenza no haberme dado cuenta hasta anteayer.... que, curiosamente, era Viernes 13.
Tal y como se aprecia en el detalle inferior de la imagen, reposan CATORCE secuelas de "Viernes 13" (hubiese sido más gracioso trece, pero la catorce, aunque casi ni se ve, está ahí). Bien, "Spaceballs" está fechada el año 1987. Por entonces la entrega de las aventuras de Jason Voorhees más reciente había sido la sexta en 1986. No habría otra hasta 1988. Es decir, en el momento Brooks predijo ocho más. Teniendo en cuenta que la franquicia con el título de "Viernes 13" se detendría en la octava, se pasó. PERO, contando a partir de cuando cayó en manos de "New Line" y comenzaron las seudo secuelas, variaciones y remakes, la cosa se queda muy muy cerquita. En este caso, el poder adivinatorio del director judío volvería a dar en el blanco.
Irónico y encantador.

viernes, 29 de agosto de 2008

MÁXIMA ANSIEDAD

Aaaay, ¡el cine y su poder curativo!. Nada como una buena dosis de peliculismo para que todo lo feo desaparezca durante 90 minutos (con suerte). Eso sí, hay que elegir la película adecuada, por supuesto. ¿Es esa "Máxima ansiedad"?. Hombre, quizás no sea la mejor de las recetas, pero el dolor de cabeza lo quita, desde luego.
Estamos en 1977. El bueno de Mel Brooks dejaba atrás su etapa dorada ("El jovencito Frankenstein", "Sillas de montar calientes", "La última locura"...) y comenzaba a decaer. Vale que aún faltaba por venir la divertida "La loca historia del mundo" pero, siendo francos, el hombre no volvería a revivir sus momentos más inspirados (curiosamente, estos coinciden cuando en su cine dejan de intervenir Gene Wilder y Marty Feldman). Por eso "Máxima Ansiedad" ya comienza a hacer muestras de cansancio, sobre todo desde su mitad hasta el final.
Por si no lo sabíais, se trata de un homenaje paródico al cine de Alfred Hitchcock. Hay citas a "Psicosis", "Los pájaros", "Vértigo" o "Con la muerte en los talones" y en general Brooks intenta recrear, a su manera, el estilo del maestro del suspense. Por ahí dicen que no lo consigue, aunque claro, Brooks no es Hitchcock... y este no es Brooks, así que...
El caso es que en la peli el judío interpreta a un psiquiatra que entra como director de un instituto dedicado a curar la mente de los muy, muy enfermos (literalmente). Una vez allí, descubrirá un complot para asesinar a un importante empresario, movida que intentará detener con ayuda de la hija de aquel. O algo parecido, tampoco es que me quedara muy claro. ¡Pero no importa! Lo que sí importa es que "Máxima Ansiedad" es una comedia tontorrona, sin nada especialmente llamativo (salvo los gags directamente inspirados en "Los pájaros" y "Psicosis" y las coñas a costa de retorcidos movimientos de cámara), pero que entretiene lo justo.
Para llevarla acabo, Brooks se rodeó de algunos de sus habituales, como Madeline Kahn, Cloris Leachman, Harvey Korman, Ron Carey o Charlie Callas. En el guión tenemos a Rudy De Luca (el hombre que un poco después dirigiría "Transylvania 6-5000". En la peli interpreta a un divertido psicópata que adora matar) y Barry Levinson, nada menos, el prestigioso director de "Rain Man" que en aquella época solía colaborar con Brooks y los suyos. Además, interpreta a un desquiciado botones tan aficionado como Norman Bates a interrumpir la sagrada hora de la ducha.

lunes, 23 de octubre de 2023

¿DÓNDE ESTÁ PAPÁ?

Es asombroso lo divertida, políticamente incorrecta y adelantada a su tiempo que es esta estupenda comedia. No la había visto hasta hoy y me ha sorprendido gratamente. Se trata de una de las primeras películas firmadas por Carl Reiner como director, aunque con un guion ajeno de Robert Klane que, a su vez, es el autor de la novela en la que se basa, publicada apenas unos meses antes de que comenzase su rodaje. “¿Dónde está papá?” Es una amalgama de situaciones negras, absurdas, escatológicas y delirantes, con un humor que, si a día de hoy puede resultar incomprensible, imagínense en el momento de su estreno en 1970.
Un abogado vive con su madre discapacitada y absorbente, por lo que no puede desarrollar un día a día como una persona normal, imposibilitando este hecho, sobre todo, sus relaciones amorosas. Intenta contratar enfermeras para que se hagan cargo de ella, pero todas rehúsan la idea porque la anciana ya se ha ganado la fama de difícil. Hasta que un día nuestro protagonista no solo encuentra a la mujer que acepta hacerse cargo de su madre, sino que incluso se enamora de ella. Todo resulta un desastre cuando la lleva a casa y no recibe el beneplácito de la vieja loca. Harto de la situación, nuestro abogado decidirá recurrir a su hermano en busca de ayuda.
El argumento, escueto, una vulgar excusa para que se desarrollen los gags, no nos dice mucho por sí mismo, por eso hay que advertir que este viene acompañado de las situaciones más locas e improbables vistas en una pantalla. Al final “¿Dónde está papá?” es un catálogo de chistes sobre medicación, defecación, desmembración, violación y gorilas. Todo muy bruto, muy inadecuado y soberanamente divertido, máxime cuando fue rodada en 1970 y nada de eso era habitual en el cine, estando más próximo el viejo Hollywood que el nuevo. De hecho, “¿Dónde está papá?” ostenta el honor de ser la primera película de la historia en la que se escucha la palabra chupapollas (cocksucker). También, en un flagrante caso de autocensura —Reiner consideró que igual se estaban pasando—, el film cuenta con un final alternativo que fue descartado porque insinuaba que madre e hijo mantenían relaciones sexuales.
Por supuesto, el público de la época no supo digerir una propuesta tan rara y loca, y la película pasó inadvertida en el momento de su estreno; un suspiro en la cartelera en el que, para más inri, se ganó un buen número de detractores que la odiaron porque era una guarrería inadmisible, una vergüenza. Sin embargo, algunos pases de reestreno en sucios cines de sesión continua, le proporcionaron a posteriori una pequeña legión de fans. Estos conseguirían que “¿Dónde está papá?” tuviera una segunda oportunidad en cines 5 años después, en 1975, estrenándose de nuevo bajo el título de “Going Ape” (no confundir con una película del mismo título que en nuestro país se tituló “Me estoy volviendo mico”) y yendo algo mejor en taquilla que la primera vez, pero no lo suficiente. Eso sí, ganó otro puñado más de seguidores, por lo que, al final, nos encontramos ante una pieza de verdadero culto.
Asimismo, y pese a que nunca fue una película popular, recibió el premio del sindicato de guionistas americanos al mejor guion. En 1979 se rodó un episodio piloto para la ABC con idea de desarrollar una serie inspirada en la película, contando con otros actores en los roles principales. Como era de esperar, no cuajó y tampoco fue más allá de este episodio piloto que recreaba algunos de los mejores momentos del largometraje.
Fue gracias a ese culto en Estados Unidos, que tuvo vida en salas de nuestro país 20 años después de su estreno, centrado exclusivamente en el circuito de versiones originales subtituladas, consiguiendo apenas 1.185 espectadores. Vamos, que la vieron mil y pico sibaritas y adiós muy buenas. En 1999 se pasó doblada al castellano en televisión a las 4 de la madrugada y se acabó lo que se dio. No tuvo más vida comercial ni apareció en formato domestico alguno.
El reparto es una auténtica delicia, encabezado por un George Segal que se encuentra en su mejor momento, Ruth Gordon en una previa a “Harold y Maude” -que, al igual que esta, es maravillosa-, Ron Leibman o Vincent Gardenia. Todos espléndidos. “¿Dónde está papá?” también supondría el debut en el cine de un jovencísimo Paul Sorvino, así como una cantera para los propios amigos de Carl Reiner; de ese modo vemos en pantalla, en papeles más o menos destacados, a su hijo Rob Reiner, la futura esposa de este, Penny Marshall o el primogénito de Mel Brooks, Eddie Brooks, en cuya presencia me detendré unas líneas porque cuenta con una pequeña anécdota. En su pequeña intervención, el chaval es estrangulado por el personaje de Ron Leibman. Lo hizo tan bien, y puso una cara de asfixia tan convincente, que el propio Mel Brooks, presente en el rodaje, paró la filmación porque pensaba que Leibman lo estaba estrangulando de verdad.
“¿Dónde está papá?”, a la que, a falta de verme un par de sus films, considero que se encuentra dentro de las tres o cuatro mejores obras de Carl Reiner, es una locura inenarrable y da igual cuanto les explique sobre ella en esta reseña. Deberían ser sagaces, buscarse una copia (que las hay) y comprobar con sus propios ojos cuan especial, desmadrada, absurda y extraordinaria es. Graciosa a rabiar ¡Se la recomiendo!

jueves, 1 de enero de 2009

DRACULA, UN MUERTO MUY CONTENTO Y FELIZ

En 1995 el amigo Mel no andaba en su mejor momento. Su estilo de humor, y su acartonado sentido de la estética, estaban ya bastante anticuados. Venía de hacer la mediocrísima parodia de "Robin Hood" y, en pleno renacer del "spoof" gracias al éxito de "Agárralo como puedas", se animó a rodar una coña con el en ese momento recuperado Leslie Nielsen a costa de Drácula y la entonces aún caliente versión de la novela de Bram Stoker según Francis Ford Coppola.
Claro, la idea de unir a dos monstruos del humor como Nielsen y Brooks tendría que haber esputado la mejor comedia de la década. Pero no fue ese el caso. Un colega y yo fuimos a verla al cine, y salimos bastante decepcionados. Hoy, pasados más de diez años, la vuelvo a mirar con ojos compasivos y... bueno, haciendo un esfuerzo podría salvarse, pero por los pelos.
En esencia "Drácula, un muerto muy contento y feliz" se mantiene fiel a la novela que parió al rey de los chupasangre, en cuanto a cierta estructura básica, pero luego, lógicamente, la salpica de cuestionables chistes... algunos terriblemente tontos y otros bastante más ingeniosos (destacando, a mi gusto, cuando el vampiro intenta dirigir telepáticamente a Mina y su sirvienta, provocando el caos entre ellas... o la rapidez con la que, por mero interés, un carcelero cambia de opinión respecto al destino de Renfield). Mel Brooks se reserva el papel que mejor le va, el de Van Helsing, y se rodea de unos pocos de sus clásicos, como Harvey Korman, Anne Bancroft (la que fue su mujer hasta el día de su muerte) o Rudy De Luca en el guión. Luego pica un poco de los nombres del momento, destacando mucho bellezón y al por entonces popular Peter MacNicol (también en "Los Cazafantasmas 2"), ideal para el rol de Renfield... aunque también algo cargante.
Lo que más choca de este "Dracula" es su tempo humorístico. Como peli entretiene lo suyo... pero, como comedia, los gags no abundan y hay momentos más extensos de lo normal en los que, esencialmente, no hay materia para la risa, la historia se limita a seguir. Es raro. Luego, habría que ver cuanta fue la aportación de los dobladores españoles, por esos continuos tacos que resultan cómicos al situarse en medio de diálogos de tono típicamente victorianos (como cuando Mel Helsing suelta lo de: "¡La medicina moderna es una puta mierda!") y por esa directa alusión a Chiquito de la Calzada (muy celebrada por el público en pase al que fui). Por otro lado, Nielsen está simpático, en su línea.
En fin, que la peli acaba resultando un divertimento tontorrón, aunque lejos, muy lejos, de los momentos más inspirados de la carrera de su realizador. No conozco al dedillo los resultados de taquilla, pero no me sorprendería saber que fueron estrepitosamente flojos. Después de aquello, Brooks dejó la dirección y se dedicó a reciclar su propia obra con resultados bastante satisfactorios -para él-, destacando los musicales basados en "Los productores" y "El jovencito Frankenstein".

martes, 19 de mayo de 2009

EL SILENCIO DE LOS BORREGOS

El universo está repleto de enigmas, preguntas sin respuesta y grandes dudas. Pero, probablemente, la mayor de todas ellas, aquella que tortura a grandes y pequeños, sea esta: ¿Cómo es posible que un actor/director Italiano de tercera división lograra que los americanos le respaldaran en un proyecto nacido para morir y, encima, contara con la participación de algunos actores de bastante prestigio?. No hay solución para tal misterio, aunque uno puede hacerse una leve idea cuando entre los créditos descubre a Julie Corman (la señora de Rogelio) como productora. Ello no aclara, no obstante, la presencia de John Carpenter y Joe Dante en el mismo plano e interpretando un chiste barato de lo más zafio y tópico.
“El silencio de los borregos” mezcla los argumentos de “El silencio de los corderos” y “Psicosis” y puede integrarse tranquilamente en el “spoof”, pero línea chusquera, es decir, acumulación por acumulación de chistes, el 95% de ellos muy malos, y un leve 5% bastante simpáticos (“¿Le puedo ser franco?”, “Ah! Pensaba que usted se llamaba Joe!”) y mezclado al mismo tiempo con una concepción muy italiana de la comedia, donde prima redundar los gags, insistir en ellos hasta que pierden la gracia o explicarlos cuando uno ya los ha pillado a la primera. Que el prota se llame Jo Dee Foster (¡!), que Martin Balsam recupere su papel del detective de “Psicosis” y se haga llamar… ¡Martin Balsam! o que un tipo sea acuchillado en la ducha por el mismo Alfred Hitchcock es lo que yo digo humor barato de patio de colegio.
Ezio Greggio co-protagoniza, guioniza, dirige y produce ejecutivamente (¡guau!) esta mega-astracanada de peli que, por exceso, acaba resultando hasta entretenida, aunque te pases media proyección diciendo aquello de “¡Joder, que malo!”. Pero dejémonos de moñadas, vamos a por lo que realmente impresiona, que es su reparto de protagonistas, secundarios y cameos (siguiendo el orden de imdb, of course): Billy Zane, cuando aún no estaba tan acabado, Dom De Luise (interpretando a la parodia de “Hannibal Lecter” con el original nombre de “Dr.Animal Cannibal Pizza” ¿¿??), Joanna Pacula, el mentado Martin Balsam (que, como John Hurt en “Spaceballs”-“Alien” recrea la escena de su muerte en “Psicosis” precedido por un “¡Oh no! ¡Otra vez!”), Stuart Pankin (rostro habitual de orden segundón, muy típico de comedias americanas), John Astin (el que fuera progenitor de la “Familia Addams” en la pequeña pantalla durante los años 60 que, lógico, recrea aquí muchos tics relacionados con dichos personajes), Bubba Smith (Hightower en la saga “Loca academia de policía”, de esta también podemos ver a Lance Kinsey, es decir, el teniente Proctor), Rip Taylor, Shelley Winters, Nedra Volz (la abuela cegata de “Locademia de conductores”, interpretando básicamente al mismo personaje), Henry Silva (al que no vi por ningún lado), John Roarke (el doble de George Bush padre, que ya lo parodiara en "Agárralo como puedas 2 1/2"), Tony Cox (el enano negro habitual en las "Epic, Date o Disaster Movies"), Irwin Keyes (rostro imborrable del cine "exploitation" más auténtico por sus inconfundibles facciones de mongo, lo hemos visto en montones de pelis, "El Exterminador", "Viernes 13", "Death Wish 4" o, más recientemente, "La casa de los 1000 cadáveres"), Eddie Deezen (cómico de tercera habitual en el cine de Fred Olen Ray), Rudy De Luca (mano derecha de Mel Brooks, interpretando al mismo personaje, 30 años después, que encarnara en "Máxima Ansiedad") y un montón más que seguramente se me escapan. Completan la jugada los cameos de John Landis, Mel Brooks (cómo no, es obvia la admiración que Greggio siente por este al incluir a varios de sus habituales. La jugada le salió bien, ya que el judío contaría con el Italiano para sus siguientes películas) y los citados Carpenter y Dante.
"El silencio de los corderos" y "Psicosis" aparte, también tenemos referencias directas a "Instinto Básico", "Star Wars" o "Desafío Total". La voz en off que va narrando, así como algún gag muy puntual, son copia directa y total de los "Agárralo como puedas". Lo mismo podemos decir con el baile de falsas identidades en el desenlace, que recuerda excesivamente a "Un cadáver a los postres".
Lo dicho, sigo sin comprender la existencia de esta película (rodada además con medios más que potables), sigo preguntándome qué pensarían los actores yankis (y los técnicos) mientras la iban realizando... aún así, aunque solo sea como mera rareza, como un accidente de la meca del cine... bien merece que le echéis un vistazo... igual incluso os reís un rato y todo, ¿quien sabe?.

viernes, 27 de octubre de 2023

FRANKENSTEIN HOSPITAL GENERAL

A los gacetilleros americanos, esos que gustan tanto de realizar listas clasificando lo más deficiente, señalan esta película como la peor de cuantas se han rodado a cerca del mito de Frankenstein. Eso a grandes rasgos para que nos hagamos una idea de a lo que nos enfrentamos. Y quizás se quedan cortos en cuanto a sus apreciaciones. “Frankenstein Hospital General” es francamente mala, una de esas comedias que no hacen gracia cuando lo pretenden… ni tampoco cuando no. Sustentada a base de estúpidas conversaciones —porque el presupuesto es tan bajo que no llega para ningún gag visual a la spoof— cuenta la historia del bisnieto del Dr. Frankenstein, que se hace llamar Dr. Frankenheimer y trabaja en un hospital. En el sótano ha montado un laboratorio donde, con la ayuda de un contrahecho llamado Iggy, pretende juntar partes humanas con el fin de dar vida a una criatura superior. Cuando lo consigue, esta da signos de clara subnormalidad, sembrando el caos en el hospital. ¿Les suena, más o menos? Efectivamente, “Frankenstein Hospital General” trata de ser una sucesora de “El jovencito Frankenstein”, pero, como si de la misma criatura de la película se tratara, esta ha salido bastante subnormal.
Rodada en color en las escenas que transcurren dentro del hospital, se torna al blanco y negro en las que los protagonistas se encuentran en el laboratorio, en imágenes que parecen directamente plagiadas —mal plagiadas— del clásico de Mel Brooks. Esto sería el único toque original de toda la cinta que, a su vez, es su mayor torpeza, evidenciando lo mucho que se quiere parecer a “El jovencito Frankenstein”, máxime cuando hace acto de presencia el monstruo cuyo parecido al interpretado por Peter Boyle es manifiesto. Hasta emite la misma clase de sonidos. Y el espectador acaba sonrojando.
El resultado de esta comedia paródica es verdaderamente desasosegante. Un total y absoluto aburrimiento. La nada.
A finales de los años ochenta, rozando los 90, cuando esta película de 1988 fue lanzada directamente a vídeo por el sello Midwest (que era uno más de los subsellos de la mítica distribuidora Record Vision) en nuestro país, recuerdo ver la caratula en las estanterías y pensar que se trataba de una mala película de terror, porque eso es lo que parece si no nos fijamos bien y reparamos en que el edificio que representa el hospital, es también una cabeza de Frankenstein. Como fuere, nunca le dediqué mucha atención hasta hoy que me ha dado por verla.
El protagonista, no obstante, es un actor cómico de mucho talento que solamente sale en mierdas —con la excepción de la descojonante “Jeckyll & Hyde… Hasta que la risa nos separe” a la que adoro pero que, por norma general, está considerada también una peste—, Mark Blankfield, cuya filmografía la componen papeles secundarios y apariciones estelares en diversos spoofs (incluidos los de Mel Brooks), y que aquí da vida a un trasunto del Dr, Fronkonsteen de Gene Wilder poniéndole muchas ganas pero sin brillar en absoluto, por culpa, quizás, de la puta mierda de guion que tenía que escupir. Irwin Keyes, con su particular físico y gigantismo, da vida a un monstruo de Frankenstein que sería bastante convincente de no ser por lo más arriba expuesto; el intentar replicar, de modo nada inspirado, al de Peter Boyle. Pocos más destacarían en el reparto, pero, a modo de guiño, tenemos cameos imperceptibles para  Bobby Pickett, el autor de la clásica canción “Monster Mash” que aparece un momentito en la película. Esta se vanagloria orgullosa de contar entre sus filas con Lou Cutell. ¿Quién es Lou Cutell? uno que en “El jovencito Frankenstein” hace de aldeano sosteniendo la antorcha cuando quieren linchar al monstruo.
En cuanto a la directora de “Frankenstein Hospital General”, que también es actriz y montadora así como desempeña cualquier tipo de trabajo para el cine, o es una cachonda o realmente se avergüenza de su trabajo, porque, aquí firma bajo el nombre de Deborah Roberts, pero en realidad se llama Deborah Romare (o Deborah Sahagun después de casada), y según el trabajo que haga firma con un apellido u otro. Así, puedes ver créditos suyos como Deborah Blanchette, Deborah Romare Sahagun o Deborah Sarmiento... poco importa, no hay ni un solo trabajo actoral o de dirección que podamos destacar por encima de este.
A día de hoy “Frankenstein Hospital General” está olvidadísima. Y no me extraña ni lo más mínimo.

lunes, 26 de septiembre de 2011

EL JOVENCITO DRACULA

Curioso título del cine español, dirigido por el hoy laureado Carlos Benpar (CINEASTAS CONTRA MAGNATES, CINEASTAS EN ACCIÓN) y que toma como fuente de inspiración, con descaro y sin ningún tipo de pudor, el éxito del año anterior (1976) EL JOVENCITO FRANKENSTEIN de Mel Brooks.
Desde luego, es una película rara y confusa, que sin embargo me ha dejado un buen sabor de boca.
El nieto de Drácula, ya viejo, deshereda a su hijo Jonathan Drácula por sosainas, y en su lugar deja todo su patrimonio a una jovencita llamada Guillermina, hija de la momia Dolores.
Cuando esta y una amiga suya llegan a Transilvania, se topan con un pueblo monopolizado por Van Helsing, con un bisnieto de Renfield que no duda en engañarlas para acostarse con ellas, y con un bisnieto de Drácula que medio filosofea, y que para heredar el legado, deberá dejarse de rollos filosóficos, abandonar su fuerte ramalazo homosexual y morder a una doncella cuando apenas quedan y cuando este no ha practicado el vampirismo en su puta vida.
Esta peli es lo más curioso que me he echado a la cara en tiempos.
Es la obra de un intelectual desmelenándose por completo, pasándose todo lo serio por los huevos y abogando por el humor, muy a su manera.
Hay chistes “spoof”, guiños directos a la película de Mel Brooks, chistes más chabacanos al estilo hispánico y sin embargo es una película terriblemente personal.
No se confundan, aunque salga en listas de títulos clasificados “S”, tiene algo de destape, pero nada que ver con ese tipo de cine. Esto son palabras mayores comparado con todo aquello.
Rodada con mucho cuidado, incluso detectamos planos de corte arty que en cuando alguna pedantería propia de rata de biblioteca. Predomina el humor verbal al físico y es una película que hay que escuchar con atención. Casi toda ella son diálogos, y aunque a priori parecen de lo mas absurdos, pronto nos damos cuenta de que todos y cada uno de ellos son graciosísimos y están llenos de miga.
El resultado final es más deudor de Monty Python que de la que homenajea y explota.
Después de todo, es un film para que los culturetas se partan la caja con algunas de las referencias y chascarrillos, que el público llano de aquella época no era capaz de detectar, por eso fue un fracaso de taquilla absoluto, y de ahí su condición de rareza.
En el reparto el propio Benpar interpretando a este singular Drácula, un inconmensurable Víctor Israel como Renfield, el indispensable en toda joya rara que se precie Mir Ferry como Van Helsing, una absolutamente caliente Susana Estrada, mas recatada que de costumbre, Verónica Muriel y Marina Ferri.
Una delicia de película, no apta para la mayoría. Y por supuesto, la única comedia del cine español en la que puedes sacar lecturas implícitas e interpretarlas como te salga de los cojones, intercaladas con soltura y oficio con chistes de todo tipo.

sábado, 20 de mayo de 2023

JOHNNY PELIGROSO

Recuerdo cuando "Johnny Peligroso" se estrenó en 1985 y los medios de comunicación le dedicaron unos breves minutos. Al fin y al cabo, solo era otra comedia tonta más para lucimiento de ese actor de comedias tontas llamado Michael Keaton. Las imágenes me llamaron la atención por absurdas, dando a entender que aquello era una "spoof movie" con todas las de la ley. Sin embargo, a pesar de ser devoto del subgénero, no fui a verla. Su ambientación gangsteril rollo años 30 no me llamó -ni me llama- cinematográficamente hablando. Pasaría un tiempo hasta que la consumí en vídeo. Y otras tantas décadas para que se ganara mi simpatía.
Efectivamente, "Johnny Peligroso" es puro "spoof", y de los gordos. En 1984, que es cuando se rodó, el tema aún tenía tirón... aunque por poco tiempo (fue el año de "Top Secret!" y su fracaso en taquilla). Así, como todo buen producto del ramo, el argumento podría servir perfectamente para una película seria: Auge y caída de un gangster. Cómo entra en una poderosa familia, escala puestos, le sale un competidor, aparece una chica de la que se enamora y su hermano se convierte en su mayor perseguidor al ejercer de fiscal. En realidad, nada nuevo. Es el modo de contarlo donde, obvio, reside la gracia. Y, pal caso, dicho más a conciencia que nunca.
De entrada, sorprende, y para bien, que el tema musical central lo canturree Weird Al Yankovic, un nombre perfectamente vinculado al formato de la bufa absurda, quien hizo exactamente lo mismo para "Espía como puedas", además de marcarse un buen puñado de cameos en la saga "Agárralo como puedas". Y, hablando de la reina de Roma, hay un gag en la primera de ellas que lo habíamos visto cuatro años antes en "Johnny Peligroso". ¿Plagio? Mmmmh... no sabría decir, debemos tener en cuenta que en los créditos finales se menciona a Pat Proft y Neal Israel -entonces casado con la directora del film- como "consejeros". Juntos y revueltos, los nombres de esos caballeros se asocian a una ristra de títulos cómicos que quitan el hipo: Varias 
"Locas academias de policía", varios "Agárralos como puedas", "Locademia de conductores" o "Despedida de soltero". Es decir, dos titanes de la nueva comedia yanki asentada en los ochenta.
Por todo ello (y teniendo en cuenta que entre los guionistas de "Johnny Peligroso" localizamos también a Norman Steinberg, quien formó parte de los creadores de "Sillas de montar calientes" nada menos) el humor del film no es solo tonto hasta el tuétano, además de un modo absolutamente orgulloso y abundante. Hay tantísimos gags que la calidad varía, pero desde luego sin llegar jamás a la basura arrastrada de muchas muestras recientes de "spoof" (salvo, quizás, "Weird", justamente apadrinada por Weird Al Yankovic). Entre los mejores, y que me hicieron reír, destacaría la guasa a costa de las antiguas películas sobre higiene sexual, en esta concretamente nos muestran -incluida animación- como el exceso de sexo puede hacer estallar los testículos. El retrato robot de Johnny Peligroso que, según los rasgos del dibujo, es... ¡el jodido Sylvester Stallone! La anciana madre de Johnny, con su pelo blanco y arrugas, que resulta contar únicamente con 29 primaveras, "Espero llegar a los 30", anhela. El polvo entre Johnny y su interés amoroso viene acompañado por la inevitable ristra de fuegos artificiales en los cielos. Al verlos su jefe desde otro lado de la ciudad, exclama: "Yo diría que Johnny está follando". Un titular de la prensa reza así: "Moroni deportado a Suecia. Dice que no es de allí" (con esta me descojoné a gusto). El médico que visita a la madre de Johnny, y siempre le encuentra pupas, afirma con vehemencia: "Es la tiroides", "¿Qué le pasa?" pregunta el hijo,"Que no la encontramos". Un gag muy agradecidamente de la época, por su tono políticamente incorrecto, hace referencia a la sirvienta experta en insultos racistas para todas las etnias imaginables. Tenemos un coche con los frenos manipulados que, al acelerar, acelera también la velocidad de la canción que suena por la radio. Y así seguiría y seguiría, porque quedan un buen montón de coñas más igual de graciosas y que, sin hacer de "Johnny Peligroso" un entretenimiento infalible, sí resulta una comedia loca la mar de simpática que te ayudará tranquilamente a pasar una tarde, o echar algo de claridad a un exceso de negros nubarrones.
Contribuye, y mucho, el amplio reparto, generoso en toda suerte de rostros familiares, algunos en primera fila, otros casi en función de extra. Todos entrañables. Aparte del mismo Michael Keaton, exultante en su momento de gloria como comediante, encontramos a Joe "Estamos muertos... ¿o qué?" Piscopo, seguido de un sensacional Peter Boyle, Griffin Dunne, el gran Dom De Luise en un cameo absolutamente idiota y, por tanto, muy gracioso, un inesperado Danny De Vito (protagonizando un gag surrealista que aún no sé si calificarlo de brillante o ridículo. Él y Keaton coincidirían de nuevo en "Batman Vuelve"), el cómico clásico Ron Carey (como con De Luise, habitual de Mel Brooks), Ray Walston (protagonizando un gag de "vendedor de periódicos agredido" que recuerda mucho a otro visto en "La última locura" de... sí, Mel Brooks). Alan Hale Jr, que menciono únicamente porque en 1975 aparecía en "The giant spider invasion" de Bill Rebane, y eso es motivo suficiente. Scott Thompson, uno de los esbirros del Teniente Harris en "Loca academia de policía". Gary Watkins quien, justo después, protagonizó el "Ruedas de fuego" de Cirio H. Santiago, nada menos. El feo y carismático Hank "El justiciero de la ciudad" Garrett. Jack "Cabeza Borradora" Nance haciendo de cura. Rick Rosenthal, director de "Halloween 2 (Sanguinario)", como juez. Y un titán del calibre de Carl Gottlieb, cuyo nombre va ligado a títulos de variable pero significativo peso como "Cavernícola", "Tiburón", "Un loco anda suelto" o "Amazonas en la luna", dando vida a un médico. Algo menos llamativas son las actrices principales, como Marilu Henner (habitual de la famosa serie "Taxi") y Maureen Stapleton quien, habiendo recibido un Oscar -por otra peli, of course-, debería conocer... pero no es el caso, lo que delata mi ignorancia supina. La lista sigue, no se crean, sin embargo, para ir terminando ya, me centraré en los roles vistos y no vistos de otro gran feo del cine, Vincent Schiavelli (el fantasma del metro en "Ghost" o el director de la cadena televisiva en "Man on the moon", era inseparable de Milos Forman) y un jovencísimo Lukas Haas -con sus enormes orejas- dando vida a la versión infante de Griffin Dunne. ¡¡BUF!! agotado estoy, oiga.
Todo esto lo cocina, en funciones de directora, Amy Heckerling, quien posteriormente alcanzaría una notable relevancia al responsabilizarse de "Las vacaciones europeas de una chiflada familia americana", las dos primeras entregas de "Mira quien habla", "Clueless" y un mogollón de series televisivas, algunas bastante conocidas. Resulta curioso ver cómo la mujer no tuvo manías en materializar muchos de los chistes tirando a machistas y generosamente vulgares. Sí, tal vez solo quería currar y recibir el cheque (de hecho, el fracaso comercial de "Johnny Peligroso" propició que decidiera escribir sus propios libretos, en lugar de filmar los de otros). O, tal vez, entonces estas cosas se tomaban menos a la tremenda que ahora. Buenos tiempos aquellos.
Como colofón simpático, mencionar que, por lo visto, Brian De Palma es muy fan de "Johnny Peligroso". El día del pre-estreno se partía de risa con ella.