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lunes, 8 de abril de 2024

EMMANUELLE'S SUPERNATURAL SEXUAL ACTIVITY

Me declaro fan de la franquicia “Emmanuelle” y de todas sus variantes y explotaciones. Los italianos lograron cambiar la raza de esta diva del erotismo de origen franchute y hacerla viajar por el mundo hasta llegar incluso a ser poseída —sexualmente— por caníbales en “Emanuelle y los últimos caníbales”. Es cosmopolita y se ha acostado con toda suerte de hombres y mujeres en las más exóticas situaciones. Incluso Jess Franco la puso a presidir orgías (pese a que en su película el personaje aparecía solamente en el título) en “Las orgías inconfesables de Emmanuelle” del mismo modo que Ignacio F. Iquino le buscó una amiguita casi tan atrevida como ella en “Emmanuelle y Carol”, por no hablar de que los chinos la metieron dentro de un desbarajuste en el que aparecían Clint Eastwood, Bruce Lee, James Bond o Popeye en “El Dragón Ataca
Pero lo más importante de Emmanuelle, es como creó tendencia en el erotismo hasta tal punto de convertirse en una marca. De hecho, una marca que lleva 50 años activa.
Curiosamente, el personaje-marca, pasó de ser una cosa sofisticada para pajilleros de alto copete (el primer “Emmanuelle” es un alarde estético y erótico. Un film para que se hicieran pajas los ricos y las gentes de buen gusto), a ser lo más chabacano, tosco y cutre del mundo. A partir de los dosmiles la marca empieza a operar en las programaciones nocturnas de la televisión por cable, perdiendo, en cualquier caso, el toque de calidad y sofisticación, convirtiéndose el producto en una majadería con toques autoparódicos (o directamente paródicos) adscrito al peor subgénero que hay en el mundo, que es el soft del nuevo milenio.
Tras la saga principal de películas, y los innumerables exploits (que podemos distinguir por la variación de consonantes en el nombre de Emmanuelle), la franquicia original comenzó a ser explotada en televisión o directa a vídeo, en series de TV Movies de baja estofa que, con actrices porno de tercera, iban reduciendo la calidad de producción en cosas como “Emmanuelle in Space”, “Emmanuelle 2000” y, ya en manos de los americanos, la serie en la que se encuentra la película que nos ocupa, que es “Emmanuelle Trougth Time” (“Emmanuelle a través del tiempo” ) de 2011. Una serie de películas soft grabadas en videaco de la época para su explotación directa a vídeo, que con dirección del infame Rolfe Kanefsky (que comenzó metido en el terror salchichero con cosas como “El libro del mal” o “Nightmare man” para terminar en el porno soft más inicuo). Nos muestra a Emmanuelle, esta vez interpretada por Allie Haze, viajando a través del tiempo en una nave espacial desde la que vivirá las aventuras eróticas más desangeladas que se puedan imaginar. Básicamente esta serie de telefilmes se reducen a argumentos endebles para filmar en espantosos cromas a actores y actrices porno fingiendo follar ante la cámara, para aburrimiento y escarnio de los espectadores, dando igual si estos buscan pajearse o si estos, como es mi caso, son seguidores del fenómeno Emmanuelle (que para pajearme buscaría cosas más duras que esto, aunque nada me pone más cachondo que el primer “Emmanuelle”). Como fuera, fue sonado el momento en el que en el festival de Cannes de 2011 se anunció que Alli Haze, actriz porno medio principiante, iba a ser la nueva Emmanuelle. Claro, en círculos eruditos, más allá del interés antropológico que pueda suscitar la película inicial, poco puede aportar una vuelta del personaje en telefilms directos a vídeo, pero lo desconcertante es que los productores tuvieran la poca vergüenza de promocionar esto en Cannes, teniendo en cuenta que el resultado de estas películas es más pobre que el de cualquier porno de hace unos años.
Con todo, me hizo gracia que una de esas películas, la que nos ocupa, “Emmanuelle’s Supernatural Sexual Activity”, mezclara el mito de Emmanuelle con la maneras del found footage en plena eclosión en el año del rodaje de este subproducto, 2011. Por supuesto, parodiaba la franquicia de “Paranormal Activity”. Y es lo de siempre… una vez tenemos el concepto, la película importa un carajo, por lo que nos cuenta como en la nave donde Emmanuelle viaja por el tiempo, se han colado una serie de espíritus cachondos, que mantienen sexo con toda la tripulación; así Emmanuelle y el resto, se convierten en pícaros fantasmas. Lo curioso del invento es que se insinúa que el fantasma del primer “Paranormal Activity”, en realidad eran Emmanuelle y dos amigos intentando tener sexo con los protagonistas, y que los portazos y quitadas de sábana que tantos escalofríos nos provocaban no eran más que los fantasmas de Emmanuel y sus amigos folleteando, entrando y saliendo de la habitación en su afán swinger de tener sexo hasta con los vivos, a los que también vemos follando, como no.
Por supuesto, salvo por un par de planos que nos trasladan al universo “Paranormal Activity”, no se hace uso de las maneras del found footage, que se queda en mera anécdota y sirve como excusa para tener un endeble argumento bajo el que ambientar los polvos toscos, falsos, anti libido que han de pegar delante del croma los protagonistas de la cinta. Algo de lo más frío y desalentador. No se dejen engañar por la posible gracia del crossover, “Emmanuelle’s Supernatural Sexual Activity” no tiene ningún interés, ninguna gracia y además es un insulto para la franquicia, el personaje y lo que hizo con él Just Jaeckin. Entonces, ver al mito reducido a esto, lo más bajo de lo más bajo, da mucha pena y es totalmente desesperanzador en lo que a cine eminentemente erótico se refiere.
Para que se hagan cargo de que esto es más un capricho de la gentuza del porno que una continuidad del clásico, se le da un papel, además cómico, a Ron Jeremy que está por ahí en la nave espacial tomando contacto con un fantasma.
Asimismo, la nave en la que transcurre todo, está decorada con posters de las anteriores películas de Emmanuelle de a partir del 2000 y con el mítico sillón de mimbre sobre el que se recostaba Silvya Kristel en los 70, y que decoró los salones de toda una generación de matrimonios poco conservadores.
Como les digo, una auténtica mierda lo que hicieron en los últimos años con Emmanuelle. Ahora para 2024 se ha anunciado un reboot cinematográfico de la primera película. Veremos en qué acaba aquello.

martes, 18 de febrero de 2025

EMMANUELLE (2024)

Emmanuelle es enviada a Hong Kong donde trabaja para un hotel de alto copete que está generando pérdidas. Su misión consiste en descubrir que es lo que no está funcionando. Todo parece ir sobre ruedas, salvo por el libertinaje que se respira en esos ambientes ricos, con scorts que se ofrecen en la piscina y casetas privadas donde se folla con total impunidad. Y Emmanuelle se deja envolver por ese ambiente guarrindongo de las élites en China. Así que se tira a todo lo que se menea, macho o hembra, como mujer independiente y feminista que es. Hasta que conoce a un enigmático chino que hace cosas raras fuera del hotel al que nunca va a dormir, y se obsesiona con él, entrando en su particular mundo de abstinencia sexual, perversión y perfume caro.
Es unánime. El "reboot" de “Emmanuelle” es una bosta considerable. En fondo y forma. No ha gustado a las élites intelectuales a las que parecía ir dirigida, ni ha gustado a los fans, entre los que me encuentro. Pero nobleza obliga y tuve que visionar esta nueva versión, pese a que, desde el primer momento, todo pintaba bastante mal.
Sin embargo, celebro que “Emmanuelle (2024)” sea una película fallida en todos los aspectos. Fallida porque es brutalmente aburrida, inmensamente aburrida, criminalmente aburrida. Con una estética tan aséptica y digital como la de un anuncio de cruceros. Y fallida porque, en el afán de la producción por darle la vuelta como a un calcetín al concepto “Emmanuelle” y convertirlo en una suerte de “50 sombras de Grey” sofisticado, lo que se consigue es un extraño efecto contrario. Aquí tenemos a una Emmanuelle empoderada, una ejecutiva poderosa… pero en esencia, y en parte gracias a los homenajes/guiños que se hacen a la versión de hace 50 años, al final obtenemos un sexploit. Fino, de clase alta y en esencia feminista, pero como se trata de versionear un clásico que trata de una mujer muy caliente que se entrega prácticamente a cualquiera con el fin de saciar su desmedido apetito sexual, el resultado es el mismo de cualquier entrega de Emmanuelle, una película de explotación sexual. La nueva Emmanuelle se regala a cualquiera que le haga tilín hasta que al final es echada a los perros para que la devoren por parte del hombre al que ama. Lo mismito que en la película de Just Jaecking. Lógico, hay que defender al clásico, así que la manera de justificar la jodienda indiscriminada de Emmanuelle, e incluso el eterno concepto de mujer objeto de la que también este "reboot" hace gala, es haciéndola un poco más inteligente de lo que era el personaje cuando lo interpretaba Sylvia Kristel y, obvio, fichar a una mujer para que dirija la cinta, en este caso la esteta franchute Audrey Diwan. 
Por lo demás, otros puntos en común con el clásico setentero serían la escena del avión, con la que abre créditos esta nueva película, el butacón de mimbre estratégicamente colocado en una secuencia vital de la misma, y la subtrama de sumisión en torno al maromo al que conoce en su hotel, que al igual que en el original (en donde lo hacía su marido), se la ofrece a otros para que sea penetrada de manera exótica por macarras.
Todo esto sin la gracia, la potencia visual y ¿por qué no? el erotismo que tan bien supo crear Just Jaecking a base de visillo trasparente y medias en el objetivo de la cámara. Y es que quizás yo ya ande más cerca del pensar de un viejo verde que del de un treintañero woke y vegano, pero lo cierto es que, mientras “Emmanuelle (1974)” es todavía una obra cumbre del cine erótico capaz de generar erecciones en su enésimo visionado 50 años después de su estreno, esta cosa franchute estrenada mundialmente en el Festival de San Sebastián, no sirve ni para hacerse una mala paja, siendo asimismo vulgar y rancio como lo era el film original. Lo del avión en la de los setenta era una cosa… esa secuencia rozó el fenómeno social, de hecho, todavía funciona con esa Emmanuelle lúbrica, sugerente y atrevida. Aquí, le da un condón al tipo, se da media vuelta y, hale, folla que te folla en el retrete del avión. En silencio. Como si le estuviera explotando un grano.  Horroroso.
Tras buscar muchas actrices para interpretar a Emmanuelle, puesto que el proyecto lleva en marcha más años de los que os pensáis, la elegida para encarnar el papel por el que Sylvia Kristel se convirtió en un icono internacional es Noémi Merlant que, bueno, si la Kristel podía ser Emmanuelle, a ver por que no lo iba a poder ser esta. A Merlant la pudimos ver en otra película para élites, “Un año, una noche” del extraño Isaki Lacuesta. También destaca la presencia de Naomi Watts, ya talludita, como jefa de Emmanuelle en esa empresa hotelera, y que está tan desubicada y perdida en esta película, que casi le dan ganas a uno de darle el pésame. Y no, guarros, no hay escena lésbica entre la Watts y la Merlant.
“Emmanuelle”, que poco después de ser vetada en nuestro país y movilizar a un buen número de españoles a Francia para poder verla, hizo unas cifras en taquilla del todo escandalosas, es lo que es por méritos propios. Y por méritos propios, también, “Emmanuelle (2024)” apenas congregó 12.000 míseros espectadores. Para ver la de la Kristel había hostias. Para ver la de la Merlant no había ni cines dispuestos a exhibirla.
Un bluff.

lunes, 16 de septiembre de 2019

ADIOS, EMMANUELLE

Si hay que oficializar hasta lo purista la saga de “Emmanuelle”, esta “Adiós Emmanuelle” sería la ultima película oficial de lo que podríamos considerar una trilogía  con Sylvia Kristel a la cabeza (a partir de la cuarta película, “Emmanuel IV”, la Kristel aparece de manera testimonial, en pequeños cameos, nunca más como protagonista).
Para ese año de producción 1977, el personaje de Emmanuelle ya era un fenómeno del erotismo que encontró en las pequeñas salas de barrio de medio mundo y en el subproducto (las “Emanuelles negras” y derivados) su campo de acción, por lo que ante el erotismo rancio, violento y a la italiana de los apócrifos italoparlantes, la saga original no era más que un producto de escaso interés para el pajillero. Ante los objetivos aceitosos de esos productos, la sofisticación —y la superioridad moral— swinger del personaje creado teóricamente por Emmaniuelle Arsan, no era más que morralla soft para ancianos aburguesados que continuaban masturbándose ante la visión de una ya ajada y contrahecha Sylvia Kristel.
Pero al margen de su público natural, lo verdadero es que, no me tiembla la voz al aseverar que, probablemente, “Adiós Emmanuelle” se encuentre entre las dos o tres peores películas de la saga, incluidas las apócrifas. Está a la altura, incluso, de la de Jess Franco. Nada. Ni puta gracia. Celuloide desechable.
Y es que en esta ocasión, lo que cambia es el escenario dónde Emmanuelle se pasa por la piedra todo lo que se mueve; nos plantamos en las islas Seychelle y, venga, a follisquear.  Sin embargo, esas islas Seychelle salen muy mal paradas en la película, porque salvo por algunos planos de recurso exteriores, la integridad de la película sucede en interiores. Con lo cual tenemos un folletín tremendamente aburrido donde las parejas hablan y hablan y, de vez en cuando, echan algún polvete muy soft y recortado —dicen que existe una versión X de la cinta cuyos derechos pertenecieron al mítico exploiter Jerry Gross, quien en su momento exhibiera cintas tan célebres como “Me bebo tu sangre/ Perros rabiosos” o llevara el Mondo a salas americanas—. Un pestiño de los de padre y muy señor mío.
En esta ocasión, Emmanuelle, casada, suponemos, que por enésima vez, hace uso de su sexualidad acompañada por su marido en las Islas Seychelle. Económicamente bien posicionados, no dudan en montárselo con el servicio, o con otros matrimonios afines mientras se les llena la boca con discursos trasnochados (a día de hoy) sobre la libertad sexual. Lo malo es que un director de cine acude a la zona en busca de localizaciones para su próxima película, una película de folleteo y de temática, como no, swinger, del que Emmanuelle acabará encaprichándose y al que, lógicamente, se tirará sin atisbo de culpa. Por supuesto, el lío se montará cuando el marido, al cual se le ha llenado la boca con lo de la libertad cuando se ha puesto las botas con su mujer y la criada negra, le entran unos celos terribles al ver que el del cine se la trajina mejor que él,  por lo que Emmanuelle, querrá poner pies en polvorosa.
“Adiós Emmanuelle” debía ser rancia incluso para los estándares de 1977.
Nada, una película muerta cuya única razón de ser consiste en ser parte de una saga mítica. Más allá de eso, es una película muerta. Fílmica y eróticamente.
Dirige la película, poniendo, eso sí, mucho empeño en la fotografía que es muy bonita, el franchute Françoise Leterrier, conocido por ser el protagonista del clásico de Robert Bresson “Un condenado a muerte se ha escapado” y que posteriormente se granjeó una carrera como director en la que su película más popular, sin duda, es la que nos ocupa.
Como anécdota contar que en año 1980, dos individuos desaliñados con unos pocos dólares en el bolsillo, se paseaban por el mercado de films del festival de Cannes de 1980 buscando alguna película que distribuir en los Estados Unidos. Compraron “Adiós Emmanuelle” pasa su exhibición en las américas y la estrenaron en circuitos reducidos, pero supieron sacarle beneficio a la película con las ventas a las televisiones, que la programaban en pases de madrugada. Estos individuos eran Bob y Harvey Weinstein y su compañía, se llamaba Miramax. Ergo, la primera película que distribuiría la Miramax en su tortuosa existencia, fue esta “Adiós Emmanuelle” que, por supuesto, les reportaría unos buenos cuartos.

viernes, 16 de noviembre de 2018

LAS ORGÍAS INCONFESABLES DE EMMANUELLE

En verdad, Jess Franco nunca llegó a concebir en el papel un exploit de “Emmanuelle” de Just Jaeckin. De hecho, “El último escalofrío”, rodada prácticamente a la vez que el clásico del erotismo, aprovechó el tirón del mismo una vez estaba la película ya montada y para estrenar y se estrenó en algunos países anglo-parlantes bajo el título de “Tender & Perverse Emmanuelle”, pero absolutamente nada tenía que ver con todo el universo de Sylvia Kristel.
Y dentro de una de las épocas más desquiciadas de Franco —los ochenta—, dando la casualidad de que la “Emmanuellexploitation” estaba en boga dejando pingües beneficios a las taquillas de los cines más desprejuiciados de medio mundo, Jesús Franco está rodando sin frenos y a toda pastilla toda suerte de películas de corte —en menor o mayor medida— erótico, en la era de la clasificación “S”.
Laura Gemser se convertía en un mito erótico de serie Z gracias a su serie de películas de “Emanuelle Negra”, que a su vez suscitaron toda suerte de copias y plagios de intenciones siempre mercantiles, que dejaban el mito creado por Jaeckin y Kristel en un universo paralelo, menos popular que sus explotaciones, y totalmente almibarado para lo que el cine europeo había creado con estas mierdecillas para pajilleros de la era pre-porno. Hacer una película sobre Emmanuelle, era una garantía de algo.
Con “Las orgías eróticas de Emmanuelle” (título que con sus dos cojones mantiene las dos emes de “Emmanuelle”, mientras que para esquivar los derechos, otros títulos le quitaban una eme  al nombre remarcando que no se trata del personaje de la Kristel), Jesús Franco no trataba más que hacer una comedieta “S” sobre infidelidades y lesbianismo, meter ahí algún elemento sensacionalista, y una crítica en forma de mofa a la imagen del macho ibérico. Por otro lado, se marca por boca de  Antonio Mayans un moderno discurso sobre nuestras costumbres sexuales. En definitiva, se trata de una película más de culos y tetas de Jess Franco.
Cuenta como un hombre de bien (Mayans) está casado con Emmanuelle. Tras un montón de orgías e infidelidades, este la perdona y vuelve con ella, hasta que un día, en plena discoteca, esta le humilla acostándose con una mujer delante de todo el mundo. Comienzan así, las idas y venidas, las violaciones, las combinaciones sexuales entre unos y otros y los chascarrillos humorísticos made in Franco.
Bastante serena y sosita, no se encuentra entre los títulos más desmadrados del Franco de los ochenta, el que opera en la costa en hoteles y parquecillos.
Como ya he  dicho, las explotaciones de “Emmanuelle” dejaban dinero a espuertas y antes de pasar a la postproducción, a los productores de Franco se les ocurrió que podían convertir esa insulsa película de folleteo soft en una más sobre las aventuras de “Emmanuelle”, así que, llamándose el personaje femenino principal Anne Marie, lo sustituyeron por el de Emmanuelle en el doblaje, y ya estaba la estafa y el negocio servidos. Se estrenó como uno más de las decenas de exploits Emmanuellescos que pululaban por los cines de barrio aquél año 1982.
Con todo, es de las entretenidillas.
En el reparto, además de Antonio Mayans, tenemos a un descacharrante Tony Skios cuyas soflamas en off sobre el poder del macho español, bien hacen a “Las orgías inconfesables de Emmanuelle” merecedora de un visionado, así como tenemos también a Muriel Montossé, quién a posteriori tendría una carrera profesional en Francia presentando toda suerte de programas televisivos.
De espectadores, 150.000 habituales de la clasificación “S”. No es de las menos taquilleras del tío Jess.

viernes, 26 de octubre de 2018

EMMANUELLE

“Emmanuelle” más allá de ser un mito histórico en lo referente al cine erótico, se ha convertido por derecho propio en un clásico del cine en general, y de la cultura popular en particular.  En “Dónde hay patrón…” de Mariano Ozores y para lucimiento de Manolo Escobar, existe una escena en la que Mirta Miller se aproxima de manera sugerente al tonadillero y este, como piropo, le espeta: “¿Dónde vas? ¡Emanuele!”. El “Emanuele”, pronunciado tal cual lo escribo, viene a decir que su actitud provocadora le está seduciendo, como lo hacía Sylvia Kristel en la película que le dio fama internacional.
Se trata de una película cuyo morbo sigue latente hoy, 44 años después de su concepción, y que supuso un revulsivo para el feminismo (aunque en el fondo es la película más machista que existe, paradójicamente), que sirvió para que millones de mujeres se sintieran por fin representadas, o al menos, que ansiaran ser tan libres como sugería la Emmanuelle de la película. Porque, de estética arrolladoramente cínica, con visillos trasparentes delante del objetivo y muy auto consciente de querer ser sofisticada, en esencia, es una película erótica para mujeres. De hecho, de los casi 9 millones de espectadores que fueron a verla solo en Francia, la mayoría de ellos eran mujeres. En Japón, en una escena en la que Emmanuelle se coloca encima de su marido, las señoras que asistieron a esos pases se ponían de pie a aplaudir tal gesto, conscientes de que allí en Japón ponerse encima de su marido para follar es una osadía.
Al tanto de todos estos atributos, a la Columbia Pictures, casi en quiebra por culpa del fracaso financiero que supuso la película “Horizontes perdidos”, no se le ocurrió otra cosa que comprar la película para su distribución en los Estados Unidos. Menos adelantados en lo sexual que los europeos, a la cinta se la clasificó X, motivo este que usaron a su favor para el estreno con la frase comercial “X was never like this”  —Las películas X nunca fueron así— sugiriendo que esta no era una película X al uso, si no, algo más sutil y sofisticado. Ganaron 11 millones de dólares con su exhibición y la Columbia se repuso del fracaso de su anterior película.
Consecuencia, también, de “El último tango en París”, los españolitos corrían con  sus vehículos a Biarritz, con la intención de ver furtivamente y fuera de su país “Emmanuelle” con las consiguientes batallitas al respecto a su vuelta al carpetovetonísmo.
Consecuencia de este éxito comercial que ponía en el mapa el cine erótico (y también el pornográfico), la película se prodigó como una de la más expoliadas e imitadas de la historia del cine, teniendo una cantidad de secuelas oficiales, a bote pronto, incalculables, así como una serie de televisión y una verdadera colección de “exploits” donde destaca, por ser casi más famosa que la original, la saga italiana de “Emanuelle negra”, en la que no solo cambian el color de la piel a Emmanuelle si no que además, le quitan una “M” al nombre, para no tener problemas con el copyright. Por otra parte, hasta nuestro Jesús Franco se aprovechó del tirón, bautizando para su estreno una película “S” de las que tenía con algo de erotismo como “Las orgías inconfesables de Emmanuelle” cuando la película de marras no tenía nada que ver con nada de eso. Pero el número de explotaciones y plagios a través del mundo son incontables. Iremos desgranando por aquí, de vez en cuando, algunos de ellos.
Igualmente interesante debe estar la novela que la película adapta, de una novelista llamada Emmanuelle Arsan que se supone que contaba retazos de su vida real en esos libros. Arsan era el pseudónimo de Marayat Rollet Adriane, esposa del diplomático Francés Louis Jaques Rollet Adriane, del que años después se supo que era él quién escribía las novelas, cediendo la autoría a su esposa porque, sin duda, era un reclamo comercial y erótico mucho mayor. No es lo mismo que unas novelas de corte erótico las escriba una apetecible señorita asiática que un purulento y orondo hombre de negocios.
Dirigida por el fotógrafo Just Jaeckin, que debutaba en el cine tras una larga carrera tras la reflex, este usó todo sus conocimientos en ese campo para aplicarlos a la imagen en movimiento, motivo por el cual “Emmanuelle” tiene esa estética tan particular y reconocible que tanto gustó a las mujeres. Y aunque siguió dirigiendo cine erótico a posteriori, tras esta, no quiso saber nada más de la serie “Emmanuelle”.
Por otro lado ¿recuerdan la escena en que una pequeña asiatica se abre de patas en un escenario y se fuma un cigarrillo, literalmente, por el coño? Pues cuenta Jaeckin que él no dirigió esa escena, que no sabe nada al respecto. Tan solo, fue a ver su película el día del estreno y se encontró esa escena ahí, con el consiguiente cabreo que aquello le ocasionó porque, dicha escena tan poco acorde con el resto de lo rodado, directamente, fulminó lo que había hecho. Fue idea del productor Yves Rousset Rovard que la rodó por su cuenta en algún sucio show pornográfico de Bankog, y lo incluyó en el metraje por sus santos cojones. A día de hoy, paradójicamente, y junto con la famosa escena del avión, es una de las secuencias más recordadas y famosas de la película.
Resulta curioso ver a día de hoy “Emmanuelle” y comprobar que, por un lado, la película ha ganado calidad con el paso de los años. Resulta ser una película dirigida con soltura e inventiva a la vez que, de puro moderna que era en su momento, todavía resulta impactante y provocadora. Amén de desarrollarse de manera exquisita y volviéndose fascinante a cada nueva secuencia. Incluso hay un combate de Thai Boxing donde el premio es follarse a Emmanuelle que para nada se diría filmada en los 70. Así que, estamos ante una buena película. Un clásico del cine aunque naciera para alimentar los bajos instintos de los pajilleros de la época.
Por otro lado resulta curioso como las escenas eróticas son demasiado lights comparadas con cualquier cosa que podamos ver ahora ( o qué podíamos ver hasta ahora, porque está la sociedad de un pacato que asusta…) siendo, no obstante, cierto el tópico de que es mejor sugerir que mostrar; así, puedo decir sin despeinarme, que la escena del avión en la que Emmanuelle se insinúa sexualmente a un pasajero y este acaba penetrándole en el asiento de al lado, logró excitarme y sorprenderme, porque encima es una secuencia que hemos visto mil veces, sino en la película, en la televisión, mostrada siempre que se hace alusión a la película. Por lo demás, la película no es tan fuerte como la recordamos.
¿El argumento? Fácil. Una mujer casada con un individuo que la insta a que viva su sexualidad libremente, se monta unos cacaos mentales terribles que la llevan a desaparecer y montarse numeritos sexuales con toda clase de individuos o individuas, a la par que su marido, por darle alas, siente que la está perdiendo. Mientras, se folla putas. No hay más, porque el resto es ritmo, dirección y estética.
Ha estado muy bien verla en 2018. Y me ha gustado, aunque al final, en esencia, no es más que una tontería.

viernes, 3 de mayo de 2019

EMMANUELLE 2, LA ANTIVIRGEN

Regresan, un año después, los excéntricos millonarios “Swinger” más famosos del cine, en una secuela que explota el filón  y el rastro que dejó la innovadora cinta de Just Jaeckin, “Emmanuelle”, siendo esta segunda parte nada más que un producto mercantil rodado sin ganas, sin pasión y, sobre todo, sin el sentido de la estética de su predecesora, aunque, paradójicamente, se trata de una de las secuelas favoritas de los estudiosos.
No es que “Emmanuelle” tuviera un brillante guion o un argumento sobrecogedor, pero si que fue un hito que revolucionó el mercado del cine erótico amén de convertirse en un título icónico de la historia del cine y todo ellos por méritos propios. Sin embargo, “Emmanuelle 2: La antivirgen”, se queda con la idea de base, esto es, un matrimonio liberal que, sin problemas económicos, se entregan al placer, juntos o por separado, en exóticos parajes asiáticos. Y nada más. A esa premisa le secundan una buena sucesión de escenitas eróticas, tríos, numeritos lésbicos y demás, donde lo más exótico que podemos ver es a Emmanuelle montándoselo con un tío lleno de tatuajes. Por lo demás se trata de una película vacía, sosa, y de descuidada fotografía —aunque su intención sea emular, como buenamente se pueda, a la original—, cuyo resultado es igual de malo o incluso peor, que cualquiera de los exploits que fueron apareciendo posteriormente, que dicho sea de paso, aguantan mejor el chaparrón de los años que las secuelas oficiales. Aquí no hay nada de cámaras cubiertas por velos, no  hay una sugestiva banda sonora y lo que es mucho peor, se ha quedado tan anticuada que  ni tan siquiera pone cachondo a uno/a, cosa que su antecesora todavía consigue.
Por otro lado, en una escena en la que nuestro matrimonio disfruta de una serie de masajes ejecutados por bellas y menudas señoritas de exóticas razas mezcladas, vemos que una de ellas es nada menos que Laura Gemser. Gemser, sería poco después, y en consecuencia a su aparición en esta cinta, la no menos mítica Emanuelle negra que tantas y tantas películas, descabelladas, subidas de tono, locas y divertidas protagonizó, que son el legado de derribo que dejó el tremendo éxito del “Emmanuelle” original.
“Emmanuelle 2: La antivirgen” no es la peor de las secuelas oficiales, pero sí que estaría muy cerca de serlo y sería un preludio de lo que vendría en el futuro con una decadente Sylvia  Kristel muy deteriorada por las drogas y actuando con el piloto automático, convirtiéndose en otras películas, en poco más que un caricato que muestra las tetas, como se vería en alguna que otra producción de la Cannon donde se muestran evidencias de esto que digo.
Poco más que decir. Sólo para completístas.
Dirige la función el enigmático Francis Giacobetti, que no volvería a dirigir película alguna, pero que produjo, para su escarnio, la cuarta parte de la franquicia.

miércoles, 7 de mayo de 2008

NIGHTMARE MAN

Simpático slasher film, con un psycho killer no muy atractivo visualmente, que, si bien se sirve de todos los tópicos que hacen de este género algo grande (un bosque, un tío con mascara y tías en pelotas), también tira de unas dosis de originalidad, mezclando subgéneros. Y guiños, como no...
Una chica tiene pesadillas con un tipo que intenta matarla. Su esposo la convence de que está loca y decide internarla en un hospital psiquiátrico. De camino, el coche en el que van se queda sin gasolina y él sale a buscarla, dejando sola a su mujer. Naturalmente, el hombre de sus pesadillas no tardará en aparecer. De mientras, dos parejitas (con las chicas muy cachondas) juegan al verdad o atrevimiento en una casa cercana. Como consecuencia, el “nigthmare man” dará cuenta de casi todos.
Lo gracioso de todo esto, es, aparte de las referencias (a "Pesadilla en Elm Street", "Posesión Infernal" o "Km 666, desvío al infierno"), el par de giros argumentales que se dan durante el metraje, ya que la peli pasa de slasher semi sobrenatural a uno convencional, para acabar como una peli de posesiones... lo que se agradece mucho.
La sangre tarda lo suyo en llegar, entre otras cosas porque no hay un asesino más torpe que este “Nigthmare man”, quien, cuchillo en mano, no es capaz de matar durante la primera parte de la película a la protagonista... para luego cargarse a todo dios con mucha facilidad. No obstante, cuando llega la sangre, esta es muy amena.
La película cuenta con algún gag muy acertado y digno, que no molesta, porque el 95% de la cinta se mantiene sobria.
Torpe en los sustos, pero muy entretenida y divertida en general.
El director, Rolfe Kanefsky, no lo hace mal del todo. Aparte, es también el responsable de los últimos coletazos que la mítica "Emmanuelle" ha dado, siendo el perpretrador de "Emmanuelle 2000: Emmanuelle´s Intimate Encounters" y "Emmanuelle 2000: Emmanuelle Pie". 
Por eso no es de extrañar que "Nightmare Man" vaya impregnado de unas pequeñas dosis de erotismo, que por lo menos a mi, esta vez, sí me han puesto un poco palote. Ver como Tiffany Shepis, "scream queen" de segunda regional, muestra su pedazo de culo a su novio, justo antes de que este estire la pata, no tiene precio.
En definitiva, una peli muy refrescante para los tiempos que corren, una por la que agradeces disponer de una buena mula, porque de otra manera, ¿cómo podríamos ver este tipo de películas, que muchas veces no llegan a España ni en dvd?. 
Esta es de las que merecen el esfuerzo.

viernes, 21 de enero de 2022

JOY

Las películas de Emmanuelle, expoliadas e imitadas a lo largo y ancho del mundo, podrían muy bien ser las percusoras de ese nuevo cine erótico contemporáneo y de corte comercial, muy del gusto de las señoras casadas, que tiene sus máximos exponentes en cintas como “9 semanas y media” o, más recientes, las de la saga de “50 sombras de Grey”.  Estas películas, que consiguieron popularidad y taquillas decentes —en el caso de “50 sombras…”, millonarias— no dejan de ser “series B” de lujo que, aún inspirándose o adaptando novelas de a duro, tienen sus ojos bien puestos en el cine exploit de los 70 y 80. Ahí entraría la película de la que paso a hablarles a continuación, y que sería un precedente directo para “9 semanas y media” con la que guarda más de un punto en común.
“Joy” es una producción franco-canadiense de presupuesto más o menos holgado, que se inspira en la autobiografía de una mujer liberal llamada Joy Laurey. Más o menos, viene a ser una puesta al día de las aventuras de Emmanuelle Arsan en versión nuevaolera, con todos los clichés de las películas de los 80, pero con similares intenciones. La principal, claramente, era convertirse en exitosa franquicia.
Para su ejecución, los productores Benjamin Simon y Stephen J. Roth (que venía de producir “Paradise”, ese exploit de "El lago azul", y que no pararía hasta formar parte activa de la producción de títulos mainstream como “Los fantasmas atacan al jefe” o “El último gran héroe”) contrataron a un artesano que filmara bien las escenas eróticas, pero que fuera apañado y baratito, así que le ofrecieron el proyecto a Sergio Bergonzelli, metido por aquel entonces en cosas de presupuestos ínfimos y que, con algo más de dinero, supo demostrar que muchas veces se puede filmar algo más o menos digno (“Joy” es infinitamente mejor que otras cintas suyas como “Apocalipsis Sexual” o “Eros Hotel”, por ejemplo) y con un rodaje que desplazaba localizaciones a lugares como México, Nueva York u otras ciudades, supo hacer lo que, sin duda, podemos considerar la “Emmanuelle de los 80”, puesto que la película se exportó bien y consiguió beneficios.
Para internacionalizar un poco la cosa, a Bergonzelli le hicieron firmar la cinta bajo el seudónimo de Serge Bergon.
La cosa va de una atractiva muchacha de sociedad, modelo y “viva la virgen” que vive su sexualidad desacomplejadamente. De niña descubrió a sus padres follando en el salón de casa y desde entonces desarrolla un complejo de Electra de tres pares de cojones, por lo que acaba estableciendo relaciones con un hombre mayor que, harto del hastío sexual del que durante su vida ha follado todo lo que ha querido, cada vez será más exigente en sus apetencias, llegando a instar a Joy a participar en orgías multitudinarias. Tras un par de ellas, a Joy no le parece ni medio normal que a este hombre le parezca bien que a ella se la jodan otros tíos en su presencia y entrará en conflicto con él.
Sencillo argumento —el típico y necesario para toda aspirante a nueva Emmanuelle—. Ya saben, un fino hilo argumental que sirve para ir desarrollando lo que de verdad interesa que son las escenas de folleteo estiloso.
La película, así de golpe, puede resultar un poco ladrillo y hortera, con escenas eróticas que causan cierta vergüenza ajena; sin embargo, filmando las orgías, Bergonzelli se apunta un tanto, ya que ambienta estas de manera psicodélica, creando una atmósfera onírica y luminosa que, estéticamente, queda de lo más resultona y, efectivamente, es lo que pedía el cine erótico de tercera en los 80. Se le puede echar un vistacillo.
Por otro lado, hay fans de la película que aseguran que Bergonzelli no tiene nada que ver con esta película, que Serge Bergon es una persona real y no un seudónimo. Probablemente esto sean rumores y nada más, ya que lo cierto es que no hay más información  al respecto sobre el tal Serge Bergon más allá de su relación con esta película y, en cualquier caso, Bergonzelli nunca ha manifestado no ser él quien dirigiera “Joy” (tampoco es que sea un director con la suficiente relevancia como para hacer declaraciones de este tipo).
Como fuera, la película se estrenó en nuestro país con un número de espectadores nada despreciable, casi 300.000, y además se convirtió en un pequeño clásico de nuestros vídeoclubs, que la alquilaban entre los mayores de 40 con bastante asiduidad. La distribuyó Polygram.
En cuanto a la actriz que dio vida a esta Joy, Claudia Udy, que era guapa pero que tenía las tetas peor operadas y más feas de toda la “serie B” mundial, aparecería después en títulos más o menos populares como “Skull: El crimen perfecto”, “Fuera de control” o “Amanecer Salvaje”, pero nunca trascendería en adelante como para ser considerada la nueva Sylvia Kristel. Y es que era una actriz espantosa.
El señor de mediana edad que se la beneficia, Gérard- Antoine Huart, aprovechó el tironcillo que en Europa tuvo “Joy” y al año siguiente sería el protagonista de “Emmanuelle 4”, la última secuela oficial de la franquicia original, repitiendo un poco el rol de cincuentón salido y sofisticado que había realizado aquí.
Desde luego, “Joy”, a rasgos generales, no debió funcionar mal, ya que a continuación, y como se tenía previsto, se realizaron un sinfín de secuelas que rozaban ya la “serie Z” más infame, y que ya no contaban con Claudia Udy en su reparto. La mayoría fueron producidas por Benjamín Simon y, básicamente, repetían la formula abierta con “Joy”, pero trasladando a nuestra heroína a algún exótico país en el que dar rienda suelta a sus fantasías eróticas. Estas secuelas serían “Joy & Joan”, “Joy In Love”, “Joy à Hong Kong”, “Joy à San Francisco”, “Joy en Afrique”, “Joy à Moscu” y “Joy & Joan chez les pharaons”. Muchas de ellas rozando el porno, algunas concebidas para la programación nocturna de la televisión francesa y con la actriz porno Zara Whites sustituyendo a la Udy como principal reclamo. Intuyo que cualquiera de estos títulos tienen que ser terribles.

sábado, 6 de septiembre de 2025

LA LOCA PANDILLA DE CHRIS COLUMBUS 1493 1/69...

En 1992 se cumplían quinientos años del descubrimiento de las américas por parte de Cristóbal Colón, y el cine se sumaba oportunamente a la celebración con varias películas. Teníamos la solemne y aspirante al trono del prestigio, "1492: La Conquista del Paraíso" según Ridley Scott. Y luego estaba "Cristóbal Colón: El Descubrimiento" de John Glen, que era así como la versión más Hollywood (en la época se decía despectivamente que incluía amoríos, combates a espada y demás zarandaja aventurera). En cualquier caso, no puedo opinar porque no llegué a ver ninguna de las dos. Yo y casi nadie, ya que fracasaron a su paso por salas. Lo que sí puedo aportar es que hubo una más, no tan conocida, "La loca pandilla de Chris Columbus 1493 1/69...". Podría dármelas de enrollao afirmando que era mejor que las otras... pero lo dudo. Y mucho.
Para hablar de ella, antes toca hacerlo de la franquicia a la que pertenece -en versión original-, la de "Carry on....". Una saga interminable de productos de comedia eminentemente británica que arrancó a finales de los 50 y se mantuvo hasta casi finiquitados los 70. De espíritu "music hall", populacheras y con una serie de nombres fijos -delante y detrás de las cámaras-, la serie "Carry on..." hacía chanza de cualquier tema de actualidad, fuese social, político o cinematográfico. Llegaron a parodiar sagas como las de "James Bond" o incluso "Emmanuelle" -titulada aquí "Jugando a Emmanuelle"-. Justo esta fue la que, tras 30 películas (más telefilms, especiales y obras teatrales), puso fin a la marca en 1978. Hasta que 14 añazos después se tuvo la poco afortunada idea de revivirla, coincidiendo, como decía, con la celebración del descubrimiento de américa. Así las cosas, tenemos un "Carry on Columbus" (¡Olé al título patrio!. Nótese la inclusión de un "1493 1/69" en evidente referencia a las graciosas numeraciones de las secuelas de "Agárralo como puedas") que, aún conservando a algunos de los supervivientes de la generación original (los que no, o estaban muertos o vieron que la cosa pintaba fatal y decidieron mantenerse al margen), pretendieron "modernizar" el asunto fichando a cómicos "del momento", especialmente varios surgidos de "The Comic Strip" -y, por tanto, la serie "The Young Ones"- como Rik Mayall, Nigel Planer y Alexei Sayle. Al colaborador habitual de "Monty Python", John Du Prez, para la banda sonora (no es el único, también está el productor John Goldstone, quien hizo lo suyo con las pelis del sexteto). Y a Malcom McLaren, célebre manager de los "Sex Pistols", para que se currara una canción temática que suena muy estridente y "chunda-chunda" en los créditos finales de esta.... ¿cómo decirlo?.... esta tragedia. Es curioso que, con la buena prensa que gasta la comedia inglesa, cuando no atina se convierte justo en lo contrario, auténtica bazofia (un caso que me recuerda mucho a "Los desmadrados piratas de Barba Amarilla"). Poco importaba que contaran con Mayall, Planer, Sayle o la madre que los parió si los guionistas, Dave Freeman y John Antrobus, en 1992 eran ya un par de vejestorios con experiencia en "Carry ons" previos -y de los primigenios- y, por tanto, un sentido del humor anticuado. Exactamente lo mismo que el director, Gerald Thomas, quien se opuso bordemente a los métodos improvisatorios del "cast" más joven.
El problema de "La loca pandilla de Chris Columbus 1493 1/69..." no es que se vea pobretona y cutre (gasta un aire telefílmico y teatrero muy tocho, en parte gracias a esos decorados super-artificiales que cantan como una almeja), o apueste por chistes picantes de barra de bar (una de las características reconocibles de la franquicia), o se pase los hechos históricos por el forro de los cojones (Colón cuenta únicamente con una carabela -aunque eso será por cuestiones presupuestarias-, a los Pinzones no los vemos por ningún lado, durante el viaje se topan un barco fantasma, etc, etc...), o pueda pecar de políticamente incorrecta (algo a considerar como favorable, aunque en realidad pintan a los indios más listos y espabilados que aquellos que les descubren), el problema es que, quitando un par o tres de gags, no hace ninguna gracia y, además, le pesa el culo de mala manera. Ritmo escaso, dirección plana como el coeficiente de un "Otaku", insípida, acartonada, rancia.... nada ayuda a que "La loca pandilla... bla, bla" se limite a ser, única y exclusivamente, una curiosidad. Para testimoniar su existencia y olvidarla a velocidad de la luz.
En el reparto destacan otros nombres interesantes como los de Burt Kwouk (el "Cato" de la saga de "La Pantera Rosa"), Martin Clunes, Bernard Cribbins, Jon Pertwee (uno de los varios "Dr.Who"), Julian Clary (con un remalazo notable a Jim Parsons. Encima interpreta a una marica loca, lo que incrementa el asunto) o el inquietante careto de Charles Fleischer (lo has visto en mogollón de films bien populares, aunque a mí me llamó la atención -porque daba mal rollo- en el "Zodiac" de David Fincher. No obstante, se le conoce especialmente como la voz de "Roger Rabbit", nada menos). Mentaría a los veteranos del "Carryonismo" pero, en fin, me da pereza ponerme a buscar.
A pesar del descalabro financiero y crítico, a finales de los 2010 hubo un nuevo intento de revivir el asunto. Uno que, muy sabiamente, detuvo el Covid-19. Bueno, oye, algo bueno tenía que aportar ¿no?. Aunque nada garantiza que dejen de insistir. A veces, es mejor estar muerto...

viernes, 10 de junio de 2022

BOLERO

Cuando la Cannon, de puro resultona, consiguió que una potente major como Metro Goldwin Mayer se hiciera cargo de la distribución en cines de su catálogo en ciernes, era de esperar que, tarde o temprano,  Menahem Golan y Yoran Globus la cagasen por el camino. Y es que los entrañables israelíes ponían sobre la mesa los cojones y las excentricidades por encima de la razón. Ahora, tampoco perdamos de vista el matrimonio formado por John Derek y Bo Derek cuyo modus operandi no era otro que el exhibicionismo y el retraso mental —no hay que olvidarse de que Bo Derek es a día de hoy un icono del cine, pero lo es por guapa, no por talentosa—, atributos estos con los que se rodaron cuatro películas que vistas hoy, sin duda resultan obras maestras del descerebre. Cualquiera diría que estaban dirigidas por un orangután en celo y protagonizadas por tres kilos de ternera. “Bolero” es el máximo exponente de todo esto que digo y el motivo por el que Frank Yablans de Metro Goldwin Mayer rescindió su importante contrato de distribución con Cannon, al querer mantener el nombre de su compañía bien alejado de esta caterva de deficientes mentales con ínfulas artísticas.
“Bolero” en sí misma es un despropósito. Se trata de un drama de aventuras de corte erótico, con los ojos puestos en los clásicos de los 70 (“Emmanuelle” y demás) que, ambientado en los años 20, cuenta una historia que realmente importa un pijo; Una mujer adinerada, víctima de la más pura represión en su educación, se despendola al graduarse y emprenderá, junto a una amiga y su chófer, un viaje por el mundo con el fin de encontrar al maromo que habrá de desvirgarla, siendo los principales aspirantes un jeque árabe —que la embadurna en miel y, teniéndola cachonda perdida, se queda dormido antes de penetrarla—, y un torero andaluz con muchas propiedades que se la folla al amanecer e incluso llega a enamorarla, sin embargo cuando mejor van las cosas, le coge un toro y le deja impedido de cintura para abajo, lo que hará plantearse a nuestra protagonista si merece la pena estar con un hombre que no puede darle placer. En lo sucesivo, intentará seducirle montando a caballo en pelotas para ver si así se le endereza la cosa al hombre. Mientras, el jeque árabe intentará secuestrarla y llevársela consigo con el fin de penetrarla, pero no lo conseguirá porque el chófer de nuestra protagonista es más bruto que un arado y detiene con sus manos desnudas el avión donde el jeque pretende llevarse a nuestra amiga. ¿Suena bien, eh? Pues vista es todavía mejor.
Se trata de una de las películas más ridículas de la historia, con los diálogos más estúpidos escritos por mano humana, pero además de todo eso, y de su ostentosa pompa, el contenido erótico roza el porno soft. La mera excusa de la existencia de la película, además, es eso, mostrar el palmito de Bo Derek y poder verla hacer el amor con galanes latinos buscados ex profeso para que hagan juego con la diva. Quizás a día de hoy esas secuencias resulten más horteras que pornográficas, pero en 1984 quizás si eran motivo de algarabía.
El caso es que durante la concepción de la cinta, Menahem Golan no paraba de sugerir tanto al director John Derek, como a su esposa, que rodaran escenas eróticas más explícitas, cosa esta a la que los Derek se negaron porque, ir más lejos de lo que habían rodado era ya entrar en terrenos de porno hardcore, por lo que se negaron a meter más folleteo a una película que ya era todo el rato eso. Como fuere, antes de su exhibición en cines, se le preparó un pase de prueba de la película a Frank Yablans que al verla quedó horrorizado, no solo por el alto contenido erótico, sino por la gilipollez que en sí era. Además, la junta de censores otorgaría a la película una “X” como una catedral, lo que reduciría la exhibición de esta a cines porno. Yablans sugirió así a Golan que cortara material erótico para poder exhibirla en cines normales, cosa a la que este se negó y, en consecuencia, Metro Goldwin Mayer se negó a distribuir la película.
Menahem Golan no se amilanó con la decisión de Yablans y la solución que tomó fue estrenarla él mismo bajo distribución de la  propia Cannon, como ya había hecho antes del acuerdo con metro, y para que no le encasquetasen una X, decidió estrenarla sin calificación alguna. Haciendo esto, incumplía partes de las cláusulas del contrato de distribución con Metro, por lo que Yablans se acogió a eso para rescindir su contrato y, ya de paso, quitarse a esta puta gente de encima. Cannon siguió después operando por su cuenta y riesgo.
“Bolero”, que tuvo una campaña de promoción brutal para ser una película sin calificar, a duras penas consiguió recuperar sus costes, siendo un fracaso total y absoluto no solo de público, sino también de crítica, consiguiendo en su carrera nueve nominaciones a los premios razzie de los cuales se llevó seis. Asimismo, a día de hoy es una película de absoluto culto, como pueden serlo todas las ejecutadas por los Derek.
El caso es que, estúpida y vergonzante como es, está un rato entretenida precisamente por estúpida y vergonzante, y resulta imposible no descoyuntarse de la risa en escenas como la del jeque árabe lamiendo el cuerpo embadurnado de miel de Bo Derek, que más que provocar excitación provoca asco, o cuando el personaje del pobre George Kennedy intenta parar una avioneta que va a despegar con sus propias manos. Lo cierto es que cada cinco minutos viene algo, ya sea una escena risible, ya sea un dialogo subnormal, que convierten “Bolero” en una cinta altamente disfrutable. Y los pajilleros que no sean excesivamente tontos, obtendrán el doble de disfrute, si es que son capaces de centrarse un poquito en la película y tener las manos quietas.
Otro de los disparates es contar con la presencia de Olivia d’Abo, que se despelota cada dos por tres teniendo en el momento del rodaje ¡¡13 años de edad!!
Como parte de la película se desarrolla en España, el reparto tiene una gran presencia española, así que, junto a Bo Derek y el anteriormente mentado George Kennedy, tenemos a una jovencita Ana Obregón que se buscaba la vida en los USA como buenamente podía —y que participó en una serie de películas, durante su carrera como actriz, a mi juicio estupendas— y a la que también se le concede una escena erótica, así como tenemos pequeños papeles para Mirta Miller, que se encargará de meterse en la cama con el bueno de Kennedy o la perra Mary, esa perrita deliciosa que salía en todas las películas españolas de la época y que dio vida al perro Superman en las películas de Parchís.
En un principio el papel de Ángel, el galán andaluz, estaba previsto que lo interpretara Fabio Testi, pero tenía una especie de afección cutánea muy visible que era difícil de camuflar con el maquillaje, por lo que pronto fue sustituido por Andrea Occhipinti, galán italiano que tiene cierta retirada a Hugh Jackman y al que hemos podido ver en cosas tan populares como “El destripador de Nueva York” o “Cuchillos en la oscuridad”.
John Derek, después del fracaso, rodaría alguna película más al servicio de su esposa, quizás más descerebrada incluso que esta, pero de eso ya hablaremos en otra ocasión, porque pienso verme toda la filmografía de este matrimonio que permaneció unido, no obstante, hasta el fallecimiento de él en 1998.
“Bolero” es una película que en su momento era “muy de padres”, porque estaba destinada mayormente al público adulto. Bien; recuerdo a la perfección a mis señores padres viniendo del cine y echando pestes de la película tras verla. A mí, me encanta.

sábado, 7 de diciembre de 2024

ANTROPOPHAGUS II

La premisa de esta película es sumamente ridícula: Un grupo de estudiantas, todas chicas jóvenes atractivas luciendo palmito, y su profesora (MILF, por supuesto), se adentran en las entrañas de un tétrico y viejo bunker / museo, dispuestas a confinarse todo un fin de semana. Las guía un tipo de siniestrísimo aspecto y actitudes. Ya de noche, y encerradas a cal y canto, una de ellas comenta lo perfecta que sería la situación para una historia de terror, con mozas siendo atacadas por alguna clase de demente oculto en los túneles. Tu lo has dicho, querida. Eso es justamente lo que veremos los siguientes minutos (afortunadamente no excesivos, la cosa queda en 87). El susodicho empiezan siendo dos, luego es uno, y al final son ¿tres? No importa, la cuestión aquí es que se trata de un caníbal, y uno muy glotón. Cada vez que caza a una chica, y la somete a toda suerte de gráficas y detalladas mutilaciones, devora alguna parte de su cuerpo con ansia y delectación, lo que empuja a que nos preguntemos de dónde saca tanta hambre (y cómo logra conservar la delgadez). ¡¡Pero si hace cinco minutos ya te has papeado el cerebro de otra, muchacho!! contrólate o al final tendrás diarreas.
Y sí, estamos ante la supuesta secuela oficial -y tardía- de "Gomia, terror en el mar Egeo". Obviamente, no cuentan aquí aquella especie de seudo-segunda parte firmada en su momento por Arsitide Massaccesi himself bajo el alias -según donde- de Peter Newton, "Terror sin límite / Absurd", ni tampoco el espantoso remake del espantoso Andreas Schnaas, afortunadamente retirado desde hace años, "Antropophagus 2000". ¿Y cuela esta nueva secuela como genuina continuación? Hombre, pues no mucho. Lo cierto es que "Antropophagus II" es un slasher bastante rutinario que no guarda ninguna clase de vínculo, ni narrativo, ni estético, "ninada" con el film de 1980. Lo único, pues la extracción de un feto por la vía bestia, pero incluso ello se muestra de modo menos bruto e imaginativo que como procediese George Eastman en aquella.
Abundan las salidas absurdas, en consonancia con la misma trama: huyendo del horror experimentado, una chavala decide separarse del grupo para descansar un ratico -y, claro, pasa lo que pasa- o esa otra que se presta a ejercer de cebo y, en lugar de salir por patas en cuanto ve al asesino echársele encima, se queda ahí, paradica, esperando -y, claro, pasa lo que pasa-. No obstante, y aunque suene a lo contrario, he consumido cosas mucho peores que este "Antropophagus II" (sin ir más lejos, "Antropophagus 2000"). Es medianamente soportable y en cuestiones técnicas cumple decentemente. De hecho, me sentí algo defraudado porque esperaba más cutrismo, más desvergüenza y un grado muchísimo mayor de gore y crueldad, siguiendo un poco el modelo germano (salvo el de Schnaas, por supuesto). Y no. Sangre y mutilaciones las hay a cholón, pero nada que el aficionado medio no haya visto antes.
Dario Germani, director, comenzó su carrera con comedias, dramas y documentales. A partir de la reseñada, se especializa en terror y thriller. Lo más curioso es ver cuales son algunos de sus próximos lanzamientos: nuevas aventuras de la Emanuelle con una eme que, esperemos, contrarreste mediante nociones exploitativas las maneras finolis, respetables y feministoides de la reciente readaptación de la "Emmanuelle" original -con dos emes- y, ojo al dato, otra del caníbal glotón: "Antropophagus Legacy".
Hablando de emanuelles y erotismos, por si se lo preguntan, el nivel de este en "Antropophagus II" está peligrosamente próximo al cero absoluto. Especialmente contando con bambinas más que sexys (entre las que destaca, a gusto personal, la maggiorata Chiara De Cristofaro) Los pocos desnudos se producen a medio gas y en situaciones nada sensuales. No se puede tener todo.
A la hora de ilustrar esta entrada, en lugar del soso póster italiano, me he decantado por el mucho más gráfico y malicioso -pero honesto, no engaña ni lo más mínimo- que luce el blu-ray Alemán (¡putos Krauts enfermos!), donde se conoce a la película como "Man-Eater". Curiosamente, así se tituló el film de Massaccesi en esos mismos lugares, lo lógico pues hubiese sido bautizar "Man-Eater 2" al de Dario Germani... vamos, digo yo
 (¡putos Krauts chalados!)

lunes, 25 de junio de 2018

THE LONELY LADY

Como icono homosexual que es Pia Zadora, la protagonista de la película que nos ocupa, posiblemente no sea muy popular en nuestro país más que para el colectivo gay y, de hecho, ninguna de sus películas llegaron a estrenarse aquí en formato alguno. Sin embargo, es un personaje lo suficientemente interesante como para que me tomara mi tiempo en visionar su título más conocido, esta “The Lonely Lady”.
Zadora, con más pinta de actriz porno que de otra cosa, debutó en el cine en un papel corto, como niña extraterrestre, en la mítica “Santa Claus conquista los marcianos” siendo aún muy pequeña, deambulando su carrera posteriormente entre modestas obras de teatro y musicales de Broadway. Eso sí, se trataba de una actriz muy guapa —pese a esa cara de patata cocida que tiene—, así que cuando el empresario multimillonario e israelí Meshulam Ricklis la  vio en un espectáculo musical, se encaprichó de ella. La Zadora, ni corta ni perezosa y con la clara idea de solucionarse la vida, se enamoró también del empresario judío. Este le sacaba 30 años de edad. La cosa prosperó y tiempo después se casaron —su matrimonio duró cerca de dos décadas—, con lo que trabajar ya era una cosa secundaria. Pero la Zadora, que no era una mujer en exceso talentosa, se aburría, así que su marido se dedicó a producir y/o participar en películas que la tenían como protagonista, porque esa era la principal condición de Riklis si alguien quería que pusiera pasta en su película. Con lo cual, el grueso de la carrera como estrella de Pia Zadora se reduce a dos films co-producidos por su marido; el primero de ellos “Butterfly”, una historia sobre incesto en la que Zadora compartió casting con Orson Welles, y el que nos ocupa, “The Lonenly Lady”, la adaptación de un best-seller homónimo escrito por Harold Robbins, que se inspira ligeramente en las correrías de la actriz y escritora Jacqueline Susann. Una bala perdida de la farándula de principios del siglo XX.
En un principio, el estudio que produjo la cinta, y tenía los derechos para la adaptación de la novela, "Universal", concibió este proyecto para que fuera interpretado por Susan Blakely quien gozaba de su momento de mayor popularidad gracias a la serie televisiva “Hombre rico, hombre pobre”. Sin embargo, el guion con el que se contaba no era muy brillante, más bien soso y ridículo. Así que, pensándoselo dos veces, y aún teniendo un contrato por tres películas con "Universal", Susan Blakely optó por rechazar hacer una película que desde la preproducción no presagiaba nada bueno.
"Universal" estaba ya a punto de archivar el proyecto cuando entra en escena el señor Meshulan Ricklis con la firme intención de levantarlo a golpe de talonario. Como ya hizo con la anterior película de Zadora, “Butterfly”, Ricklis se ofreció a financiar la mitad, siempre y cuando este lo protagonizara su señora. "Universal" aceptó. Tras darle un par de vueltas al guion con distintos guionistas, el director previsto, Matt Cimber, se retira del proyecto porque no lo ve factible, y se contrató en su lugar a Peter Sasdy, quien proveniente del mundo de la televisión destacaba por haber dirigido un par de buenos títulos de la "Hammer" tales como “El poder de la sangre de Drácula” o “Las manos del destripador”. Desde el día uno fueron palpables los problemas en el set de rodaje, con un director que no sabía cogerle el pulso a un drama romántico como este. Pia Zadora se quejó en su momento de que estaba todo muy mal hecho, pero Sasdy dijo que era imposible trabajar con una persona como ella, desprovista de sus facultades mentales y más preocupada de cómo aparecían sus tetas en pantalla que de decir con corrección sus frases. Un desbarajuste, vaya.
La cosa va de una joven aspirante a guionista que, tras recibir un premio de escritura, conoce a gente del mundo de Hollywood en una fiesta previa. No obstante, uno de estos la agrede y la insulta. Y sin venir a cuento, incluso la viola usando ¡¡una manguera!! Poco después se casa con el que no la ha violado, y mientras intenta medrar en Hollywood, todo va como el culo porque el marido no hace más que echarle en cara que disfrutara de aquella violación con manguera. Verídico. Así, el resto de la película no es más que el ir y venir de la aspirante a guionista follándose todo lo que se mueve sin importar si es hombre o mujer, para al final, cuando consigue un premio al mejor guion, soltar un discurso de denuncia en el que deja caer que el éxito en Hollywood solo se consigue a fuerza de dejarse follar. Y fin.
Mala hasta decir basta, se trata de uno de los grande baluartes del humor involuntario americano, y también, una seria aspirante a peor película de la historia.
En consecuencia, "Universal" no tenía previsto estrenarla, pero, una vez más, Meshulan Ricklis intervino dando al estudio una millonada para que se lanzara con tratamiento de gran producción. Y así lo hizo "Universal".  El asunto fue sonado porque los asistentes, que ya se olían el percal —muchos de ellos miembros de los "Razzies"— fueron a verla para pitorrearse de ella, y fue recibida con alaridos, risas, gritos en insultos. Intentando parecer ajena a todo aquello, muy digna, Pia Zadora se ofreció a firmar autógrafos después del pase a todo aquél que así lo deseara.
Esta película, que debía suponer la puesta de largo de la actriz, supuso el batacazo definitivo. A eso ayudaban sus declaraciones en sus intervenciones televisivas para promocionarla en las que afirmaba, basándose en vayan ustedes a saber qué, que “The Lonely Lady” era una mezcla entre “Rocky” y “Emmanuelle”.
Y si el año anterior ganó un "Globo de Oro" a la mejor nueva estrella (dicen que pagado por su marido) y un premio "Razzie" a la peor actriz por “Butterfly”, con “The Lonely Lady” se llevó de nuevo el anti-premio, ella y a película, que ganó todos los "Razzies" habidos y por haber. Más que afianzar su carrera, "The Lonely Lady" le hizo perder a Pia Zadora toda su posible credibilidad. De hecho, en un evento de los "Golden Rapsberry" en el que se premiaba a la peor actriz del siglo XX, Zadora era una seria aspirante; por suerte para ella, andaba por ahí Madonna que fue quien se lo llevó. Visto lo visto, Pia Zadora decidió dejar a un lado su carrera como actriz. Pero como buena ama de casa millonaria, se seguía aburriendo, por lo que emprendió una como cantante pop dónde le fue bastante mejor.
Huelga decir que cuando el autor de la novela, Harold Robbins, vio la película, se llevó las manos a la cabeza y entró en cólera, diciendo: “Pero ¿qué es esta puta mierda?” No quiso saber más al respecto.
Enfrentándome a su visionado, puedo decir sin despeinarme que es mala de pelotas, pero sin más. Es cierto que Pia Zadora es horrorosa, como la película entera, que los diálogos hacen a uno sonrojarse y hasta la banda sonora da vergüenza ajena, pero, por un lado, la Zadora está buena. Sale desnuda; para pajilla da la peli. Y por otro, decir que no es menos mala y risible que cualquiera de las teleseries que, al mismo estilo, gozaron de éxito en los primeros ochenta, rollo “Dallas”, “Dinastía” o “Falcon Crest”. Vamos, que “The Lonely Lady” es ideal para señoras con menopausia que le vienen los calores al ver a un cuarentón de buen ver.
Como anécdota, decir que el violador que le mete a la “Dama solitaria” la manguera por el coño, no es otro que un Ray Liotta que debutaba para la gran pantalla. Y si creen que la Zadora es mala actriz, espérense a ver a Liotta totalmente fuera de sí, sobreactuado hasta la exasperación, gritando y emitiendo una risa más falsa que judas.
Obviamente, la peor parada de todo esto fue Pia Zadora, a la que ya nunca jamás se la tomó en serio y su figura en la cultura popular americana vendría a ser el equivalente de lo que fue, por poner un ejemplo muy a bote pronto, nuestra Tamara / Ambar / Yurena. Un caricato, una retrasada mental de la que se ríe todo el mundo.
No obstante, el culto que se le rinde a la película ha propiciado que, recientemente, se editase en DVD con todos los lujos.
Simpática historia la de “The Lonely Lady” y Pia Zadora.

sábado, 3 de diciembre de 2016

CONDESA DRÁCULA

El propietario de un museo de cera instalado en Los Ángeles organiza una expo sobre Drácula, y lo hace a lo grande, agenciándose objetos importados desde Transilvania y que, se supone, fueron genuina propiedad del rey de los vampiros. Ese día recibe una caja de más, una bastante grande. ¿Y que contiene?, fácil: a la viuda de Drácula. Vanessa. Una chupasangre con mucha mala hostia que se encoñará de él y recorrerá las calles en busca de alimento. La novia de aquel y un detective que parece salido de una novela negra unirán fuerzas para detener al monstruo y recuperar al muchacho.
Cuando vi esta peli en su día, editada en vídeo por "Dister", me pareció un rollo macabeo. Pero desde hace un tiempo me hacía tilín revisarla, únicamente por su director, Christopher Coppola, sobrino de Francis Ford y medio hermano de Nicolas. ¿El motivo?, pues que el muchacho fue alumno del legendario George Kuchar en el San Francisco Art Institute y mantuvieron la amistad hasta el fallecimiento de este. Podemos ver a Christopher en algunos de los video-diarios de Kuchar, en el recomendable documental "It came from Kuchar" y, más curioso si cabe, entrevistando a su ex-profe para las páginas de la revista "Fangoria". Fue ahí cuando Coppola explicó que durante el rodaje de "Condesa Drácula", que si en algo se destaca es en su estilizada utilización de iluminación a base de colores primarios, puso en práctica algunos de los trucos caseros aprendidos bajo tutela Kuchariana ante los horrorizados ojos del resto del equipo técnico. El mismo George Kuchar comenta en la entrevista que le gusta "Condesa Drácula" por su aspecto de comic y por su "extraño look". Entonces Coppola añade: "El problema fue que a la gente no le pareció terrorífica".
Tal declaración nos pone a huevo el que, justamente, es el problema de la peli reseñada. No es ya que no dé miedo, es que resulta altamente sosa. Sí, muy estilizada. Molan los colorines y tal. Pero a veces lo es tanto que te da la sensación de que estás viendo algo estéril, un anuncio de colonia. Lo compensan leves arrebatos de gore "old school", efectos visuales zopencos (ese terrible croma con el murciélago volador) e ideas puntuales que funcionan, destacando la secuencia de la misa negra (el obligado momento "tetil" de la función, a falta de que la prota se quite la ropa, y no será porque no tuviese experiencia previa tal y como luego veremos) con la masacre de satanistas, y ese Helsing senil y exaltado tan gracioso, especialmente cuando entra en la morgue y comienza a clavar estacas a los cadáveres. Son destellos que no arreglan la peli en su totalidad, pero que la hacen un poco más soportable. Logramos llegar al final sin volvernos locos de aburrimiento, pero también sin la sensación de haberlo pasado demasiado bien. "Condesa Drácula" se queda en un "pasable, por los pelos".
En el apartado de curiosidades, podemos citar ese plano en el que nos muestran descaradamente una placa a nombre de Francis Ford Coppola en el asfalto del famoso paseo de la fama o el pequeño papel como policía que se marca George Stover, el mítico astro de la serie Z, musa eventual de John Waters y mano derecha de Don Dohler.
La protagonista, Doña Drácula, no es otra que Sylvia Kristel, la famosa "Emmanuelle" que entonces vivía el peor momento de su carrera. Imagino que no se sentiría muy feliz caracterizada con una peluca cutre y todo ese maquillaje, tal vez ello explique su interpretación tirando a poco entusiasta. La acompañan otro del clan Coppola, Marc. Josef Sommer, un secundario de esos que salen en mil películas. Y Lenny Von Dohlen, al que hemos visto en algunos productos clásicos de los ochenta como "Sueños Eléctricos".
En cuanto al amigo Christopher Coppola, pues seguidamente rodó su título más respetado (y con protagonismo de Nicolas Cage), "El riesgo del vértigo", para volver un poco a cierta oscuridad pariendo mucho cine de género segundón y algunos productos televisivos. Entre sus últimas obras tenemos una "comedia de horror" que no he visto pero tiene pinta de ser curiosa, "The creature of the Sunny Side Up trailer park". Su más reciente aportación es del 2015 y se titula "Sacred Blood".

viernes, 11 de febrero de 2022

CORAZÓN DE CRISTAL

Co-producción Hispano-Americana de mediados de los ochenta orquestada por José María Reyzabal de Izaro Films —el productor de gran parte de las películas de Pajares  y Esteso—, que estiraba el presupuesto hasta límites insospechados en un film que, de cara a Europa, pudiera dar el pego como eminentemente americano. Además, basada en un relato propio, el guion está ejecutado por el escritor Alberto Vázquez Figueroa en colaboración con Linda Shayne.
Se trata de una de las pocas películas en las que participó Lee Curreri. Curreri, pianista de profesión, saltó a la fama gracias a la película de Alan Parker “Fama” y a su posterior serie, en las que daba vida a Bruno Martelli. Da la casualidad que en España la serie fue un auténtico bombazo y, en consecuencia, Curreri una verdadera estrella, a pesar de que como actor, y más fuera de los parámetros de la propia “Fama”, era más bien tirando a malo. Después de “Corazón de cristal” apareció esporádicamente en alguna película más, pero abandonó la imagen para dedicarse a lo suyo que era la música. La estrella femenina sería la emergente Tawny Kitaen, posteriormente musa de la "serie B", que por aquel entonces venía de protagonizar el rol femenino de una película que también había funcionado muy bien aquí: “Despedida de soltero”, aunque se la pudo ver en otra película más o menos célebre de la época como “Gwendoline” de Just Jaeckin (El director de Emmanuelle), así como en la posterior "Witchboard (Juego Diabólico)". Que guapa era. Falleció en mayo de 2021 por una sobredosis de barbitúricos, muy echada a perder y con la cara como un cromo por culpa de tanta operación estética.
Así, el presupuesto se va en las dos estrellas americanas, y se escatima en localizaciones. Se rueda en Los Angeles pero en dos o tres localizaciones cutronas, y con un póster absolutamente ochentero y llamativo ya tenemos película americana. El elenco de secundarios está compuesto por los típicos actores españoles que se incorporaban a las co-producciones amparándose en el hecho de que sabían hablar inglés, o sea, Simón Andreu y Jack Taylor que era yanki.
Supongo que, al exportarse al extranjero, la película a rasgos generales funcionaría bien, a pesar de que en cines españoles apenas lograría llegar a los 300.000 espectadores. Tras su estreno tuvo vida comercial en vídeo de alquiler, y a día de hoy, poco programada en televisión y sin haber sido distribuida en DVD, es una película totalmente olvidada. Pero yo me acuerdo perfectamente de cuando se estrenó… sin haber sentido ganas de verla hasta el día de hoy.
Se trata de un drama romántico, tan previsible, que cuando la película lleva media hora de metraje el espectador intuye cual va a ser el desenlace. Y acierta.
Un joven tiene una extraña enfermedad inmunológica que le mantiene confinado en una burbuja de cristal. El chaval se entretiene tocando el teclado (había que explotar la principal virtud de Curreri…) o viendo la tele, y su manera de socializar es a través de correo. Envía cartas a una joven aspirante a estrella del rock que le contesta solo para hacerse publicidad. Pero un día va a visitarle y acaba enamorándose de él. Se trata de una relación imposible porque el muchacho no puede salir del habitáculo en el que se encuentra confinado.
Mientras él discute con sus padres, y ella esquiva el acoso y el maltrato al que le somete su manager (Simón Andreu), el muchacho se escapa de la burbuja y se va al encuentro de su amada. Todo se complicará, naturalmente.
En verdad es un folletín repetitivo y que busca la lagrima fácil, sin embargo, el hecho de que se trate de una película prácticamente española con ínfulas internacionales, y el espectáculo de sobreactuación que nos ofrece Lee Curreri, que está desatado cuando su personaje se lleva una rabieta de campeonato porque no puede salir de su burbuja, la convierten en un producto un poquito, poquito interesante. Salvo por eso, impera la mediocridad más rutilante y la total falta de imaginación. Pero, en resumidas cuentas, está curiosa. Además el póster, tan ochentero, con esa tipografía a base de neones y esos focos de luces de colores, me encanta.
Por supuesto, contar con el protagonismo de Lee Curreri y la Kitaen se llevó la mayor parte del presupuesto de la cinta, así que hubo que racanear en lo que al director se refiere. Reyzabal quería que fuera un americano, y en lugar de contratar a un director con experiencia en largometrajes de presupuesto medio bajo, contrató a Gil Bettman que, sí, es americano, pero hasta “Corazón de cristal” no había dirigido más que capítulos sueltos de “Billy Joe y su mono” o “El coche fantástico” y un par de videoclips. Reyzabal le brindó su debut en la gran pantalla. Después de esto, Brettman dirigió otra cinta de la época, muy marciana, esta vez meramente americana y con John Stamos de protagonista, que inevitablemente acabará cayendo por aquí un día de estos y que lleva por título “Nunca es pronto para morir”. Después, más videoclips, más capítulos sueltos en series, y el ostracismo.
Puede que “Corazón de cristal”, que resultó un éxito moderado en Italia, sea su película más conocida… y no la conoce ni Dios...

lunes, 19 de noviembre de 2018

MI PRIMER PECADO (CHARLIE AND THE HOOKER)

Manuel Summers es el claro ejemplo de un director de corte muy personal que supo hacer un cine de autor que a su vez resultaba del todo populachero. Además de ser un señor con un estilo propio anclado en los sesenta y setenta. Sus películas protagonizadas por adolescentes que se enfrentan a mil y un problemas, fueron del interés de las plateas de aquellos años. Y en parte, lo fueron gracias al sensacionalismo que le gustaba arrojar al director sobre el espectador.
Con la muerte de Franco, todos los españoles vieron una puerta abierta para hacer uso de su libertad, máxime en el gremio de los artistas. Así, Manuel Summers, que ya venía de hacer montones de películas sobre adolescentes embarazadas, hizo una película más sobre adolescentes en la que se pasaba de picante. En “Mi primer pecado”, también conocida como “La primera experiencia”, además de tener pre-adolescentes masturbándose cómo locos ante los Penthouse y Playboy de marras, tenemos una relación más o menos carnal entre un jovencito y una prostituta.
En consecuencia, con la censura todavía activa, y dado el alto contenido sexual de la cinta, esta no pudo ver luz aún con Franco muerto. Así que durante todo 1976 la película se quedó en las latas a la espera de que censura diera el visto bueno. Sin embargo, con la entrada de la democracia, la censura tenía los días contados, por lo que esta  quedó abolida el 1 de Diciembre de 1977. Cuatro meses después, cuando ya sí, los cineastas pudieron ejercer su libertad, “Mi primer pecado” se estrenó en salas de toda España congregando casi a un millón de espectadores a las salas. Uno más de lo éxitos de Summers.
Vista hoy, la película resulta de lo más cerda, sórdida y desagradable. Sin embargo, mucho me temo que la realidad sexual de los adolescentes de la España post-franquista, debía ser algo muy parecido a lo que se nos muestra aquí.
En ella, dos monaguillos, pasan las tardes después del cole masturbándose en grupo como jodidos monos salidos. Unas veces usan revistas, otras veces, ayudados por las grabaciones que de manera clandestina hacen de las confesiones de las feligresas que pasan por el confesionario de su parroquia.
En una de estas, descubren una atractiva muchachita que cuenta unas peripecias del todo carnales que les sirven a los muchachos de estímulo, hasta tal punto que llegan a seguirla por la ciudad y restregarse con ella en los autobuses. Tras una serie de infortunados encuentros, uno de los muchachos, Curro, entablará una amistad con ella, enamorándose perdidamente al mismo tiempo. La cosa se complicará cuando descubre que su amada es en realidad, una zorra, una puta.
Summers en estado puro, y con más desvergüenza que de costumbre, consigue que “Mi primer pecado” sea una película condenadamente entretenida y, por si sus otras películas de similar temática no lo eran lo suficiente, zafia hasta decir basta. A día de hoy, ver a esos jóvenes sucios y piojosos pelándosela en círculo, y haciendo concursos para ver quién se corre primero, resulta del todo turbador. Hoy, recurriendo al tópico, no se podría hacer una película así.
De hecho, la película es lo suficientemente sensacionalista como para que los americanos decidieran estrenarla doblada al Inglés en los cines de sesión golfa, convirtiendo a “Mi primer pecado” en un clásico de los circuitos Grindhouse, compartiendo tiempo y espacio con marcianadas como “Los maestros tullidos” y tirándose la tira de años exhibiéndose en los cines de la Calle 42 de Manhattan.
Como el nombre del protagonista, Curro, tenía difícil traducción al Inglés, los yankies le bautizaron Charlie, y la película pasó a titularse “Charlie and the hooker”, o lo que es lo mismo, “Carlitos y la puta”. Acertadísimo y comercial título.
Un clásico del cine de pajilleros que, paradójicamente, mientras aquí en España se le cataloga de melodrama, los americanos no tuvieron problema a la hora de catalogarla como “Sex Comedy”.
Estupenda; como casi todo lo que hizo Summers.
Junto a Currito Summers, que durante su niñez todos sus personajes se llamaron como él, Curro,  protagoniza la cinta Beatriz Galbó. Para más cerderío decir que Galbó se convertiría en la pareja de Summers aquellos años, por lo que, teniendo en cuenta que Currito Summers tiene una escena con ella en la cama, y otra en la que la besa, y teniendo en cuenta que era sobrino del propio Summers, esta cinta ¡¡comete semi-incesto!!
Como curiosidad, la versión internacional de la película cambia el nombre a todos los artífices, así,  Currito Summers pasó a ser bautizado como Francis Summer, la Galbó pasó a ser Beatrice Galbo, y nuestro querido Manuel Summers, pasó a firmar la película como Emmanuelle Summers. ¡Toma ya!

sábado, 28 de noviembre de 2020

KM.666, DESVÍO AL INFIERNO

Que una película de terror hoy día presuma de truculenta y "regresar a la esencia del crudo y duro horror yanki de los 70" no tiene nada de nuevo, ni de raro (ni de verdadero, témome). Pero en el año 2003, saliendo aún de la invasión de productos asépticos e inofensivos impuestos por el súper-éxito de "Scream" seis años antes, era todo un subidón para el aficionado medio (sector al que, me guste o no, pertenezco). Recuerdo haber leído en su día las declaraciones del tristemente fallecido Stan Winston, responsable de los efectos, co-productor y verdadero impulsor del proyecto, donde explicaba que su intención era justamente esa, retomar un tipo de terror más sucio, feo y duro. Casi me atrevo a decir que "Km 666, desvío al infierno" fue la primera en dar tal paso. Nadie puede discutir que impuso -no inventó, pero sí perfeccionó- el "survival horror" o, lo que es lo mismo, la combinación del "slasher" clásico con la temática de supervivencia nacida a raíz de la estupenda "Deliverance". Desde entonces, es un subgénero que ha abundado por doquier.
Varios jóvenes quedan accidentalmente atrapados en plena montaña a merced de un feo clan de antropófagos. Se las verán canutas para evitar que los cacen y cocinen.
La primera vez que vi “Km 666, desvío al infierno” fue en el cine y no me gustó. La encontré aburrida y previsible y, claro, la prometida truculencia no me pareció tanta. Sin embargo, a base de posteriores visionados se me fue ganando. Tanto como para que, cuando salió en dvd una edición especial de dos discos, me la comprara. Desde entonces nunca ha dejado de molarme.
Los protas/víctimas son todo lo guapos que pide el género, pero no molestan demasiado. Desmond Harrington da perfectamente el pego como héroe de la función y esa imagen suya sujetando la escopeta al final es muy chanante. Nadie se cree que a la chica de la peli, Eliza Dushku, la haya dejado su novio ¡y por teléfono!, pero no importa. Se supone que es la "hot girl" del sarao, pero a mí me gustaba (y me gusta) mucho más Lindy Booth, que hace de golfa con aspecto aniñado/angelical. Emmanuelle Chriqui tampoco es fea, tiene un nombre muy gracioso y puede presumir de dar vida a un personaje que, para variar, reacciona con verosimilitud ante la muerte de un Jeremy Sisto que no carga por los pelos. Además, su propio fenecimiento es uno de los momentos álgidos del film, cuando le parten la cabeza/cara en dos mitades por efecto de un certero hachazo. Estando Stan Winston de por medio, los efectos se reparten entre lo físico y lo digital. Los primeros siempre se agradecen más en una película así, pero los segundos, aplicados con mesura y corrección, no ofenden en exceso. Claro que no solo de FX vive la peli. Es justo destacar que posee también unas lustrosas dosis de un suspense muy bien facturado. La secuencia en la que los protas intentan salir de la cabaña de los caníbales sin hacer ruido, evitando así despertarles de la siesta, está muy lograda y consigue su fin, crear tensión.
El éxito de "Km 666, desvío al infierno" -más en vídeo-clubs que en cines- esputó varias secuelas sobre las que pueden leer en este blog (ahí van: DOS, TRES, CUATRO y CINCO. La sexta nunca llegó a reseñarse). Evidentemente, y como es norma, la calidad va decreciendo a medida que los números se acumulan. Lo gracioso es que, fieles a su fin eminentemente comercial, todas contentan al posible espectador/fan dándole aquello que se muere por ver e incluye recreaciones (y ampliaciones) de las muertes más brutas e impactantes de la primera parte. Lo que no hay en esta, y sí en todas las otras, es tetas... alguna ventaja tendría que tener el presupuesto escaso y el destino directo a estanterías.
La gran noticia es que ya se ha rodado, pendiente de estreno, otra secuela más, solo que esta se desvincula de las anteriores y conecta directamente con la original. Para darle más caché, han contado con el guionista de aquella, Alan B. McElroy, autor también de los libretos de "Halloween 4", "Rapid Fire" (lucimiento pa Brandon Lee) y "Spawn".
La novedad de contar con Rob Schmidt para la dirección de "Km 666, desvío al infierno" residía en que venía de un cine "indie" no especialmente afín al terror y que, por ello, iba a poner más atención a los aspectos humanos y actoriles. Sí, puede que sí. Pero tampoco le sirvió de mucho, porque desde entonces, y salvo su participación en las series "Masters of Horror" y "Fear Itself", no ha parido gran cosa. 
Entre el equipo de productores encontramos a Jefferson Richard, al que debemos varios títulos bien curiosos como “Maniac Cop”, “Dance Academy”, “Vampiros a la sombra”, el actioner zetoso “One Man Force”, “El silencio de los inocentes” y “Time Master” (ambas dirigidas por James "El Exterminador" Glickenhaus, de cuando intentaba convertir a su hijo en una estrella), “Gothika”, “Leyenda Urbana 3” y “Siempre sabré lo que hicisteis el último verano”. Aunque lo más destacable se encuentra en su escueta faceta como director. Por un lado tenemos “In search of a golden sky”, baboso melodrama de aventuras infantil protagonizado por un imposible Charles Napier y co-guionizado por el eterno George “Buck” Flower. Por otro el mucho más adecuado y oscuro “slasher” tardío “Berserker” (con banda sonora compuesta por el director de "Dance Academy", como bien apuntaba Víctor en su reseña de esta última, y Flower en un papel secundario. Todo queda en casa).  Fascinante carrera la suya.
"Km 666, desvío al infierno" no es un dechado de originalidad, cierto, pero tampoco creo que lo pretenda. Es pura "formula", la recuperación de un tipo de cine perdido, llevada a término sin efecto nostalgia, sin gota de humor, sin referencias, ni post-modernidades varias, totalmente consciente de su condición, honesta y, por ello, efectiva. Da lo que quieres y lo hace con dignidad y talento. No creo que se le pueda pedir más.
Me la quedo.