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martes, 17 de octubre de 2017

Sharon Olds: Dos poemas

DESPUÉS DE 37 AÑOS MI MADRE SE DISCULPA POR MI NIÑEZ

Cuando te inclinaste hacia mí, con los brazos extendidos
como quien intenta atravesar el fuego,
cuando te dejaste llevar hacia mí, gritándome que
sentías lo que me habías hecho, los
ojos rebosantes de líquido terrible como
bolitas de mercurio de un termómetro roto
que patinan por el suelo, cuando en silencio gritaste
¿Hacía dónde podría haberme dirigido? ¿A quién más tenía?, tus
manos como loza partida que se hacia mí, el
agua que rompe desde los ojos como la humedad de las
piedras bajo una presión extrema, no pude
ver lo que haría con el resto de mi vida.
El cielo parecía hacerse añicos, como una ventana
que alguien reventase desde dentro o desde fuera, tu
rostros pequeño brilló como si estuviera
hecho de cristales rotos, con verdadero arrepentimiento, el
arrepentimiento del cuerpo. No pude ver lo que
serían mis días contigo arrepentida, con tu
lamento por haberlo hecho, el
cielo que caía a mi alrededor, sus cascotes
que resplandecían en mis ojos, tu cuerpo viejo
y suave caído sobre mí con horror,
te estreché en mis brazos, dije Todo está bien,
no llores, todo está bien, el aire repleto de
cristales rotos, yo, que apenas supe lo que te
decía o quien sería ahora que te había perdido.


PISCINA EN CALIFORNIA

Sobre la mugre, las hojas muertas del roble vivo
yacían como caparazones secos de tortuga
quemados y crujientes, las puntas afiladas como
aguijones de avispa. Mosquitos saciados
colgaban del aire como tiburones en el agua,
y cuando sostenías el sándwich de atún
una esfera dorada de avispas
se reunía junto a tu mano en el aire
y se movían cuando tú te movías. Todo giraba
alrededor de la gran piscina, azul y
resplandeciente como las aguas sagradas en
Cocodrilópolis, y los chicos
salían de debajo del agua por sorpresa
para tirarte. Pero el verdadero centro eran los
vestuarios: los bañadores húmedos
el olor a cloro, el hormigón frío,
la pared de pino astillada, el otro lado
donde estaban los chicos, de hecho
desnudos, en la nebulosa como
sombras en el fondo de la piscina, donde los cocodrilos
relucían en sus pieles escurridizas. Todo el verano
el agujero de la pared de madera me susurraba
ven a ver, ven a ver, ven a comer y a ser comida.



Sharon Olds
en La célula de oro.
Traducción de Óscar Curieses.
Bartlheby editores.


lunes, 23 de mayo de 2011

Traducción de Ulises o los heroicos buzos de piedra

Foto de Fontcuberta


El lenguaje yace en lo más hondo del océano, piedra eterna indiferente a las mareas. Lo miran las sirenas con sus profundos ojos, y lo pronuncian cosiéndolo en la boca de los hombres naufragados. Ellos luchan por hacerlo aire en su lengua, carne en su viaje. Pero la palabra siempre les alcanza, no la alcanzan ellos.

Toda lengua es un anzuelo. Todo anzuelo una pregunta. Las sirenas gritan con labios pétreos y tiran de la lengua de los hombres para que éstos digan su lenguaje bajo el agua.

Ellos, que no entienden nada, balbucean el único aire que les queda hasta ahogarse. Después, van regresando muertos, poco a poco, hasta la superficie donde flotan y son pasto de los peces.


Óscar Curieses
en Dentro.
Bartleby Editores.

martes, 15 de febrero de 2011

De pronto me contagio


"Por lo general siempre tengo planes, un guión, pero luego está el rodaje del libro, la escritura, que revela muchas cosas, y por último está el montaje donde todo se “reescribe de nuevo” (también lo llamo “montaje” en poesía, por ejemplo en Sonetos del útero ya estaba esa idea de “montar el libro”, probablemente fruto del tiempo que trabajé haciendo películas años atrás). En Dentro quería llevar a cabo algo con el cine, la asociación de éste con la poesía me parecía interesante y poco explorada salvo algunas excepciones. No me refiero a poemas concretos insertados en libros (hay muchos casos de eso como bien recoge la antología Viento de cine de Hiperión) sino de obras que en su totalidad tuvieran una relación fuerte con el séptimo arte. Las obras que me parecían más logradas eran Bronwyn de Cirlot, Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos de Alberti y Who is me, poeta de la ceniza de Pasolini (aunque ésta difería sustancialmente de las anteriores). Me interesaban probablemente porque en ellas lo cinematográfico terminaba siendo otra cosa muy distinta, una semilla más que un fruto. Durante más de dos años estuve yendo a la sede de la Filmoteca Española en la calle Magdalena de Madrid y traté de conseguir la filmografía completa de Bergman. Tuve que inventarme alguna “batallita” para conseguirla, claro está, porque la escritura de un libro de poemas por parte de un desconocido no hubiera bastado. En aquel entonces todavía no se habían editado en dvd la mayoría de sus trabajos, salvo clásicos como Persona, Fresas salvajes, El séptimo sello o Fanny y Alexander (pero eso eran solo cuatro de unas cuarenta). En la Filmoteca me dejaban un cuartito con un monitor y yo veía las películas en vhs, generalmente un jueves o un viernes por la mañana tomando notas. En mi “guión” estaba pensado que cada película se correspondiera con un poema y así fue más o menos. Tuve que ver algunos filmes varias veces, hubo días nefastos en los que no sacaba nada o lo que escribía era muy malo. Sin embargo, ese esquema resultaba peligroso, podía hacer demasiado dependiente Dentro (que entonces se llamaba Soles de estiércol) de la filmografía y dejarlo cojo. Como me interesa la independencia del texto (y creo que al propio texto también o eso me decían los propios poemas al escribirlos), eliminé la lista de correspondencias para que cualquiera pudiese acercarse a Dentro. De todos modos, en la dedicatoria inicial está una de las claves. El «a I.B.» que aparece al comienzo de Dentro no son solo las iniciales de Ingmar Bergman sino que esconden de manera sonora un «ahí ve», que es direccional (envía al lector a la filmografía: «ir a») y también “experiencial”, si se me permite la palabreja, pues sugiere lo que yo vi en las películas, lo que fue importante para mí: “ver ahí”. El reto era ofrecer un libro de poemas en el que la construcción del significado estuviera en cuestión o fuese al menos algo bivalente a través de lo intertextual. Dentro funciona de manera autónoma, es cierto, pero creo que también junto a los filmes o sus fotogramas. Bergman se convirtió así en una suerte de maestro, que me enseñó no solo de cine sino también de la vida misma, su filmografía es precisamente eso. De ahí que el día que falleció me pusiera a llorar como un perro y comprase la prensa nacional e internacional. Él es uno de los pocos artistas que ha aparecido en todas las portadas de los periódicos del mundo al morir. Ese día se me fue alguien con quien yo estaba conviviendo (Dentro lo empecé a escribir en 2003 y él murió en 2007) y con quien iba a convivir algún tiempo más, mi libro se publicó a finales de marzo de 2010 [...]"

Óscar Curieses en
la revista digital Elcoloquiodelosperros.
Fragmento de Otro Coloquio de los perros: CRISTINA MORANO y ÓSCAR CURIESES