11 años de Cine 9009 en línea.

El próximo 19 de febrero de 2017, Cine 9009 cumplirá once años en línea. Sí, jodíos, cuéntenlos, once en total desde su inauguración en el ya lejano 2006. Y para celebrar, estamos embarcados en una minimaratón de posteos. De manera que entre el domingo 12 y el domingo 19 del febrero que ya mencionamos, habrá un posteo nuevo con una peli nueva cada día, en donde aprovecharemos de repasar algunas que vimos en el cine, y que por un motivo u otro no acabaron publicadas en su día. Y a no quejarse de que llegó demasiado tarde, que ya no las podemos ver en el cine y otras cosas. También está el cable, el streaming, los DVDs para los cuatro gatos que todavía los compran, y... er... well... medios menos legales para conseguírselas. Además, si fuera por eso, no habría posteado pelis de cine mudo que se estrenaron hace sus buenos 90 o 100 años atrás. De manera que... disfruten, y saludos para todo el mundo (eeeeeexcepto para ese perejil de allá... sí, tú, a tí te hablo... el de la IP chistosa... te reconozco, eres el imbécil que no apagó el smartphone el otro día en el cine. Cretino. Pero para el resto, saludos).
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jueves, 5 de julio de 2012

"Un policía francés en Japón" (2001).


-- "Wasabi" (título original en francés), "Wasabi: El trato sucio de la mafia" (título en España). Francia / Japón. Año 2001.
-- Dirección: Gérard Krawczyk.
-- Actuación: Jean Reno, Ryoko Hirosue, Michel Muller, Carole Bouquet, Yoshi Oida, Christian Sinniger, Alexandre Brik, Jean-Marc Montalto, Véronique Balme, Fabio Zenoni, Haruhiko Hirata, Michel Scourneau, Jacques Bondoux, Osamu Tsuruya, Akihiko Nishida.
-- Guión: Luc Besson.
-- Banda Sonora: Julien Schultheis y Eric Serra.

-- "Un policía francés en Japón" en IMDb.
-- "Un policía francés en Japón" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

En una discoteca de esas bien estrobodélicas y colorinches con música tecno, aparece una fenomenal chica bailando. Pero como es una de Luc Besson (no se dejen engañar por el tipo en el sillín del director, el que corta el queso aquí es ya-saben-quién), sabemos que viene algo macarra al segundo. Y efectivamente, con la regularidad de un reloj: aparece un poli duro (Jean Reno, como confeccionado con sastre para hacer para el rol del duro estoico) dándole a la chica, que por supuesto resulta no ser una chica sino un travesti. El asunto es darle a una banda de pirados, perdón, de piradas, que se travisten de mujerzuelas para asaltar bancos. Pero en todo el asuntillo, algo sale mal. Resulta que Jean Reno acaba golpeando accidentalmente al hijo del que no debía. Concretamente, al hijo del superior inspector prefecto prefectoso de la policía, o lo que sea su cargo. Así es que por mucho que haya resuelto el caso, el bureau manda, y cuando surge una oportunidad, se deshacen de él. ¿Qué oportunidad es ésta? Resulta que nuestro buen Jean Reno ha pasado 20 años (19, corrige él) melancólico por una relación del pasado, hasta el punto que ni siquiera es capaz de echarse entre pecho y espalda a nada menos que Carole Bouquet, femme MILF de mucho muy buen ver que además está coladita por él (ex-chica Bond, ¿OK?). Y la chica de la relación del pasado era japonesa. Y llega la noticia de que la chica está muerta y lo ha nombrado heredero universal de todos sus bienes (que, vamos, no es que sean tantos tampoco). Y ahí tienen al bueno de Jean Reno embarcado a Japón. Listo para reencontrarse con su pasado. Para descubrir que tiene una hija medio punk lolita (Ryoko Hirosue, hecha una cría). Y por supuesto, meterse en un lío en donde hará lo que mejor sabe hacer, o sea, golpear y disparar primero y preguntar después. Domoto arigato, miseru Reno.

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Luc Besson revolucionó la cinematografía francesa. Un cine esterilizado por el potente bactericida de Cahiers du Cinema, que nadaba en la intrascendencia más absoluta (salvo para los culturetas de siempre, pero ésos qué saben), recibió un chute de adrenalina a la vena. Pero andando el tiempo, el hiperkinético Besson descubrió que como director iba a estar contando las historias de a una, y con eso no se hacía mucha industria que digamos (después de todo el cine francés no entra en el mercado par excellence que es Estados Unidos, como no sea vía remake, como la desastrosa "La asesina" es un remake de la bessonesca "Nikita"). Así es que, para hacerse con el resto del mundo, aunque sea direct-to-DVD, qué mejor que escribir/producir, y poner a una sarta de paniaguados a dirigir. ¡Vamos, que este tipo es una industria cinematográfica por sí mismo! "Un policía francés en Japón" sigue más o menos este patrón: es una peli escrita por Besson, y aunque otro tipo la dirige, tiene el sello de la artesanía Besson. O algo así, por lo menos.

¿POR QUÉ VERLA?

-- Aunque no es la primera peli del género "Occidente le enseña a Japón como lo hacen los que saben" (ahí están la jamesbondesca "Sólo se vive dos veces" y la referencia no confesa de esta peli que es "Lluvia negra" de Ridley Scott, por no hablar de como Tom Cruise aprende the japanese way para después mostrar que la suya es más macarra y mejol, en "El último samurai"), ésta es... bueno, es la versión lucbessonesca del cuento. Lo que siempre se agradece, porque aunque después de sus éxitos '80-'90s como "Azul profundo", "Nikita", "El perfecto asesino" o "El quinto elemento" se ha dejado estar (eso de privilegiar la cantidad por sobre la calidad...), la verdad es que sus pelis siguen teniendo ese puntillo macarra que las hace tan entrañables. O cómo hacer esas absurdas pelis de Hollywood tomándose con la solfa necesaria. La peli va simple y recta del punto A al punto B, y en ese sentido no puede esperarse que tenga grandes sorpresas argumentales: el poli duro-pero-sensible es puteado por sus superiores, viaja a un país extranjero a descubrirse a sí mismo, se mete en líos, y sale triunfante a punta de chulería. Pero Besson sabe con lo que trabaja y no pretende vender una peli distinta tampoco. Tiene incluso sus idioteces incorporadas (se supone que el prota estuvo en Japón 19 años antes, y nunca supo lo que era el wasabi, por ejemplo). Desde luego que elegir de prota a Jean Reno, aunque igual haga un poco su rol de siempre, es una decisión acertada porque cualquier peli que ande cojeando, Jean Reno con esa eterna cara de estoicismo que se gasta, lo hace creíble. A su lado, Ryoko Hirosue como su hija recién descubierta (no es ningún spoiler esto, se sabe el nexo filial desde que entra el personaje en escena), compone de una manera muy carismática la típica criaturilla adolescente malcriada y rebelde que odia a su padre ausente justamente por eso, por ausente, sólo para que descubramos que por debajo tiene sus sentimientitos ocultos y todo eso. Y por cierto, entrañable el casi-cameo de Carole Bouquet, aún de muy buen ver en aquellos años ("Sólo para tus ojos"). En resumen, no es la peli que reinvente la rueda ni mucho menos, ni en su género ni como "una de Besson", pero tampoco pretende eso. Simplemente es hora y media de diversión por un tubo. ¿Se olvida fácil después? Probablemente. Quizás hubiera sido más recordable si la comedia estuviera un poco más afinada (se basa más en la farsa que en el gag o el estudio de caracteres) o la acción fuera un poco más trepidante (el gran talón de Aquiles de esta peli). Pero con su artesanía cumple. Entretiene, al menos. Es más de lo que se puede decir del hiperventilado cine hollywoodense.

IDEAL PARA: Ver una de esas noches en que se desea cine sin compromisos.

VIDEOS.

-- Jean Reno haciendo el mongo sobre una de esas infernales cosas bailables que inventaron los japoneses [en francés, sin subtítulos].



-- Jean Reno vuelve a enseñarnos otra vez y de nuevo y una vez más por qué es el p*** amo [en... bueno, sin subtítulos, pero no hacen falta, en serio].


lunes, 7 de febrero de 2011

"Los siete samurais" (1954).


-- "Shichinin no samurai" (título original japonés), "Seven Samurai" (título internacional en inglés). Japón. Año 1954.
-- Dirección: Akira Kurosawa.
-- Actuación: Takashi Shimura, Toshirô Mifune, Yoshio Inaba, Seiji Miyaguchi, Minoru Chiaki, Daisuke Katô, Isao Kimura, Keiko Tsushima, Yukiko Shimazaki, Kamatari Fujiwara, Yoshio Kosugi, Bokuzen Hidari, Yoshio Tsuchiya, Kokuten Kodo, Takuzo Kumagaya.
-- Guión: Akira Kurosawa, Shinobu Hashimoto y Hideo Oguni.
-- Banda Sonora: Fumio Hayasaka.

-- "Los siete samurais" en IMDb.
-- "Los siete samurais" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Japón, a finales del siglo XVI. En ese agujero historiográfico tan profundo que los textos escolares de Historia ni lo ven siquiera (pero que los críos aprenden igual gracias al manga y a la saga de Azumi), los campesinos las pasan canutas. Porque los señores feudales se echan el banquete a la cara, y los campesinos pagan los platos rotos. Vamos, que aparecen samurais a robarle a los campesinos, y ellos, por no ser samurais, y por lo tanto no estar entrenados en técnicas de combate, tienen que dejarse pillar. Pero ¡NO MÁS! Vamos a rebelarnos, vamos a sublevarnos, vamos a enseñarles. De manera que, recurriendo a la técnica que siempre no funciona, que es la de contratar a mercenarios para luchar contra mercenarios (¡ya lo decía el viejo zorro de Maquiavelo!), van a la aldea y se ponen a contratar a samurais. La tarea sale un parto de gemelos y tres cuartos del parto siguiente porque como los campesinos son pobres, bueno, obtienes lo que pagas. Aún así, siete samurais (bueno, en realidad, considerando que son mercenarios sin amo, deberíamos decir siete ronin, pero así no suena tan bonito, así es que como la peli, dejémoslo en siete samurais) se reclutan para defender a la aldea. Por supuesto, como en todas las pelis de "siete contra el mundo" (¿por qué nunca son ocho o cinco...? Ah, verdá, en "Sailor Moon" eran cinco. Al comienzo, al menos), cada uno de los siete tiene alguna característica particular: el jefe severo-pero-benevolente, el jovencito ávido de sabiduría, el hiératico que viene de vuelta de todo, y suma y sigue. Por supuesto que llegan a la aldea y deben esconder a las doncellas porque los samurais, es que son una tropa de glotones, y se le entran las japonesas al ojo (bueno, no por nada Japón es el país de la cultura idol, que como vemos en esta peli, tiene hondas raíces en el XVI, ehm...). Y ahí están los samurais, preparando sus planes de defensa contra el tiempo, lidiando con campesinos que con muy buena lógica se preguntan para qué demonios alimentan a una panda de inútiles en vez de entregarse de una vez a los bandidos (puro espíritu Los Magníficos, que a cambio de liquidar a los extorsionadores te extorsionan de vuelta lo suyo)... hasta que de pronto la amenaza se hace presente y real... los bandidos aparecen... y entonces los siete deberán lidiar con decenas...

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Akira Kurosawa debe ser el cineasta japonés más conocido en Occidente. Algo no demasiado difícil de conseguir cuando se es el cineasta japonés más occidentalizado de todos. No en balde, Akira Kurosawa hizo la bravata de adaptar nada menos que a William Shakespeare dentro del cine histórico japonés (¡y se salió con la suya, para colmo!). Ahí tienen esa versión bastarda del "Rey Lear" que es "Ran", por ejemplo. Akira Kurosawa afrontó el dilema propio de muchas culturas originariamente no occidentales (incluso acá en Chile), de ser ultrazelotas renegando de todo lo que huela a europeo, o aceptar con los brazos abiertos la herencia occidental, o buscar un camino intermedio que combine las raíces europeooccidentales con la herencia indígena nativa. Kurosawa es uno de los cineastas que eligió ese camino intermedio, con muy buenos resultados. "Los siete samurais" es una de las pelis más influyentes de la Historia (aparte de su remake, el Western hollywoodense "Los siete magníficos", influyó en gentes desde Francis Ford Coppola hasta George Lucas), en parte porque si bien está ambientada en el Japón clásico y sus personajes son de mentalidad también japonesa, la aproximación cinematográfica al asunto es absolutamente occidental (que no vas a encontrar a nadie haciendo el ritual del té ni recitando haikús acá). En esa época, recordemos, el cine clásico hollywoodense estaba en crisis debido a la televisión, al cambio social producto de la nueva juventud rebelde ("Rebelde sin causa" es del año siguiente, de 1955), y en el frente interno al agotamiento de los mecanismos narrativos que habían estado en vigencia desde el inicio del sonoro y la entrada en vigor del Código Hays de censura a inicios de los '30s. Como sea, "Los siete samurais" fue la peli con la que Akira Kurosawa descargó el bombazo en Occidente, siguiendo desde entonces unos treintayalgos años de carrera cinematográfica para el insigne japonés. Que no es poco.

¿POR QUÉ VERLA?

-- Partiré por las malas noticias, para que después no digan que soy hipercrítico o me las doy sacrificando vacas sagradas. Esta peli es demasiado larga. Como buen cineasta "soy artista", Akira Kurosawa incurre en el feo vicio de que "todo lo que ruedo está bien y tiene un sentido para la historia, porque así soy yo de genial y ustedes, pobres borregos, aguántenme", vicio que no le abandonó en toda su cinematografía posterior (a ratos "Kagemusha" y "Ran" se ponen más que un tanto laterillas, y de la ladrillaza "Rapsodia en Agosto" ya no hablemos). Cortándole media hora de metraje, hubiéramos quedado mucho más aviados. La peli tarda en partir lo suyo, mientras se están coleccionando los samurais, y para cuando llegan a la aldea por fin, ya han pasado como 40-45 minutos de metraje. Después tenemos un buen rato más de idas y venidas en tanto la aldea y los samurais se preparan para la batalla. Pero después... Madre mía, lo que viene después. La batalla entre los samurais y los bandidos redimen cualquier pecado cometido en la mesa de edición (bueno, los pecados de cortar y pegar metraje, que con las otros pecados que se pueden hacer en una mesa, de edición o no de edición, yo no me meto). Salvando el despliegue de CGIs y el gore inherente al relajamiento de la censura, la verdad es que este combate final no tiene nada que envidiarle a la batalla del Abismo de Helm en "Las dos torres", en lo que a pulso narrativo y tensión fílmica se refieren. Incluso el hecho de que estemos en paisajes plenamente naturalistas (¡eso podría haber sido rodado en el campo chileno!), le añaden un plus adicional, porque la batalla en definitiva se ve mucho más realista y sucia, que si se tratara de los decorados estilizados que son la marca de fábrica del Hollywood de toda la vida. Servidor quien reseña esto, que estaba mirando el reloj cada cierto rato al comienzo, en la última hora (que es más o menos lo que cubre la batalla) se olvidó del dichoso artefacto de marras, y se dedicó a gozar viendo caer bandidos como malos de la cabeza (y bueno, algún que otro samurai también, que eso del "escudo de fuerza guionística que protege al protagonista", conocido también como "efecto stormtrooper" por la fanaticada, acá no corre). Y con un final que encaja bien con el resto, aunque sea su tantín deprimente, y quizás un tanto poco realista (o quizás más japonés, porque uno puede preguntarse legítimamente cómo la aldea no terminaría por cambiar de amos, en su empresa de contratar renegados para masacrar renegados rivales, como sí ocurre por ejemplo en la muy británica "El último valle", que presenta varias similtudes argumentales con "Los siete samurais").

-- Las actuaciones acá están de lo mejor. Bueno, no sé ustedes, pero servidor se lía un poco tratando de reconocer rasgos faciales distintivos entre tanto ojo rasgado, y eso como que no ayuda mucho a evaluar o gozar de los talentos actorales desplegados por los chicos ante cámaras, pero aún así cada uno está más que bien ajustadito a sus roles. Y era que no, que Kurosawa era conocido y temido por su perfeccionismo (bueno, no tanto como Stanley Kubrick, pero es que al lado de Kubrick cualquiera es un blandengue). Cada uno de los siete samurais está perfectamente caracterizado y configurado, a veces con muy pocos rasgos. El ingenio del guión está muy bien expresado cuando se nos muestra a un samurai más cercano a la tierra tratando de apoderarse de un rifle y todas sus peripecias para conseguirlo, que bordan lo cómico, mientras que cuando el samurai más reflexivo y experimentado hace lo mismo, se nos hace una larga elipsis que deja sumido sus métodos en el más profundo de los misterios: el resultado final es el mismo (cada uno se hace de un fusil, joer), pero ese simple giro narrativo hace que miremos a un samurai con simpatía y cierta condescendencia, y al otro con un profundo y ceremonial respeto, cuando en esencia, bien mirado, ambos hicieron más o menos la misma proeza.

-- Secuencias notables. Las dos secuencias en que deben apoderarse de los rifles. Las secuencias del samurai más joven con una campesina a la que estratégicamente le han cortado el pelo para que parezca muchacho y los samurais no se la agarren (como si el cine japonés, incluyendo el anime o el manga, le tuviera asco a la ambigüedad sexual, ehm...). La recepción en la aldea. El duelo inicial en que aparece el swordmaster más master de todos.

IDEAL PARA: Ver una clásica peli de acción "japanese style".

sábado, 13 de octubre de 2007

"Lluvia negra" (1989).


-- "Black Rain". Estados Unidos. Año 1989.
-- Dirección: Ridley Scott.
-- Actuación: Michael Douglas, Andy García, Ken Takakura, Kate Capshaw, Yusaku Matsuda, Shigeru Kôyama, John Spencer, Guts Ishimatsu, Yuya Uchida, Tomisaburo Wakayama, Miyuki Ono, Luis Guzmán, John Costelloe, Stephen Root, Richard Riehle.
-- Guión: Craig Bolotin y Warren Lewis.
-- Banda Sonora: Hans Zimmer.

-- "Lluvia negra" en IMDb.
-- "Lluvia negra" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Nick es un policía como manda el lugar común. O sea, duro, motociclista, con un divorcio en trámite y con hijos viviendo lejos, y con problemas frente a Asuntos Internos. Además, se llama Nick (si se llamaba Ildefonso sí que quebraba el patrón). Pues bien, en medio de todos sus problemas, Nick está tomándose una bebida espirituosa con su compañero, en el cual justito había un puñado de mafiosos japoneses. En esas condiciones, Nick y su compañero son testigos de como un joven japi entra al local y hace escabechina de mafi. Como Nick y su compañero son muy mashos, pues bien, esperan a que el sujeto esté fiambre, para salir tras el asesino. Lo agarran y se lo llevan a la prefectura. Nick está feliz, porque semejante arresto sería un botón de oro, una investigación para mi, etcétera, pero resulta que el Gobierno de Japón no le tiene mayor confianza a la justicia de Estados Unidos (y eso que en esa época no se hablaba de los campos de concentración de Guantánamo), y pide la extradición del sujeto. Nick se mosquea porque se le va su caso estrella de las manos, pero al menos le queda un premio de consuelo: viajará a Japón, con su compañero, como escolta para entregar al sujeto. El japi se comporta como un jodepu porque se sonríe con suficiencia oriental, pero Nick se encarga de atizarle con discreción, elegancia y contundencia, y con eso, nuestro extranjero burlayankis recibe su justo escarmiento por reirse en la cara de un representante del Tío Sam. Eso sí, nada más llegado al aeropuerto y producida la entrega, Nick recibe una desagradable sorpresa... La que significa se le fuga el prisionero. Ahora, Nick es el hazmerreir de la poli japonesa, que para colmo lo miran como un bicho raro (nada de raro, después de todo es su país, y no en todas partes los yankis van a ser los héroes, ¿no?), pero como él es muy mijo, no se va a quedar así, aunque un Japón entero se le ponga en contra...

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Terminaba la gloriosa década de los '80s, aquella en la cual Madonna era joven, eras un héroe si enviabas F-16s a bombardear Libia, y la música chilena era interesante. En los '80s, las reglas estaban claras. La Unión Soviética era el Imperio del Mal (Reagan dixit), los musulmanes eran todos del carajo sin excepción (no lo inventó "24"), y los pueblos no yankis de la Tierra eran razas inferiores que no siempre eran capaces de valorar el sacrificio que para Estados Unidos significaba cuidarlos de ellos mismos ("¡es que no se os puede dejar solos, pequeñuelos!"). En este contexto devino "Lluvia negra", una peli del viejo género "héroe del país del águila calva que hace sus propias reglas, viaja al extranjero, y les enseña como lo hace un yanki de pro". Género que era viejo ya en los tiempos de las historietas de Disneylandia, y que puede rastrearse hasta tan lejos como Nylard Smith, el detective británico con férrea voluntad de hierro que era la última esperanza de la civilización occidental contra el peligro amarillo encarnado en el malvado Doctor Fu Manchú (pelis como "La máscara de Fu Manchú", por ejemplo). "Lluvia negra" es la actualización o puesta al día (bueh, "al día" significa "a los tardíos '80s") de ese viejo y venerable género.

¿POR QUÉ VERLA?

-- A pesar de lo topicazo de la trama, la peli es sólida como una casa. Eso, cortesía por supuesto del gran Ridley Scott, director que maneja como nadie el sutil arte de poner una cámara en su lugar. Para los que no sepan de quien estoy hablando, me refiero al director de "Alien", "Blade Runner", "Leyenda", "1492: La conquista del paraíso", "Gladiador", "Hannibal", "La caída del Halcón Negro" y "Un buen año". ¡Ah, sí! También hizo cosas como "Thelma y Louise" y "Hasta el límite", la de G.I.Jane con Demi Moore, y esaotraconOrlandoBloom ("Cruzada"), pero es que después de sus joyas maestras, uno le perdona algún que otro resbalón... La película tiene suspenso y tensión de principio a fin, y uno puede incluso olvidarse de lo racista que es, a cambio de dejarse llevar por la dureza ambiente.

-- Relacionado con lo anterior. "Lluvia negra" es una película que exhuda violencia por los cuatro costados. No me refiero por supuesto a la violencia gore de mostrar degollamientos y mutilaciones (aunque algo de eso hay, también), sino a esa cosa más sutil que nace de tener sobre el escenario personajes violentos, que sabes se tienen ganas de cascar. Porque es notorio el ánimo de querer asesinarse unos a otros, y no poder. Todos los personajes odian, y es increíble la manera en que lo hacen. Los policías japoneses desprecian con un sentimiento de invencible superioridad al Ubermensch yanki, y a su vez éste insiste en saltarse una y otra vez las reglas, no tanto para hacer su trabajo sino porque se le pega la real gana (si fuera un policía obediente y respetuoso de la ley, habría dejado a los japis encargarse del asunto y tomado el prmier vuelo de regreso a los USA). En el bando de la Yakuza, los mafiosos japoneses, el asunto anda más o menos por el mismo nivel, con el desprecio hacia todo y todos por parte del mafioso viejo anclado en el ritual y la obediencia a los códigos de la Yakuza, frente al mafioso joven que busca ascender a toda costa, aún olvidándose de su pasado tradicional nipón. De antología es el diálogo en el cual el mafioso viejo le explica a Nick lo que es la lluvia negra y las funestas consecuencias de ella como disolvente social.

-- Los actores están bien. Michael Douglas interpreta por primera vez a un policía con problemas sentimentales y con Asuntos Internos que se llama Nick (el siguiente es Nick Curran, en "Bajos instintos", tres años después). Andy García es el clásico compañero del héroe que, ¡ups!, es latino (ya saben lo que le pasa siempre al compañero latino del héroe). Ken Takakura, por su parte, como el policía japonés que mantiene una tensa relación de camaradería con Nick, se come a todo el resto del elenco con zapatos (y eso que aquí el sobrevalorado Michael Douglas está sensiblemente mejor que en otras pelis). Kate Capshaw, la chica que saltara a una fama relativa como la compañera de Indiana Jones en "Indiana Jones y el Templo de la Perdición", hace un papel de adorno, y en realidad no se puede decir que actúe bien o mal, porque su papel simplemente carece de enjundia dramática (de todas maneras, se sale bastante del estereotipo de "descanso del guerrero", por suerte). El villano Sato es interpretado por Yusaku Matsuda, famoso en Japón con anterioridad por hacer comedias, y que aquí se despide del cine interpretando a un Yakuza sicótico, eso es saber hacerla... (de todas maneras es un villano memorable, de verdad llegas a odiarlo). Y Tomisaburo Wakayama interpreta con excelencia a un mafioso de la vieja escuela, que no tiene nada que envidiarle al Marlon Brando de "El Padrino" por autoridad y peso específico, salvando por supuesto las distancias entre peli y peli (en una está Scott al timón y en la otra Ford Coppola, ¿vale?).

-- Ayuda mucho, por supuesto, la gran banda sonora que compuso Hans Zimmer, que entre otras ha compuesto el magnífico soundtrack de "El Príncipe de Egipto", e incluso es insigne rescatador de películas de otra manera bodriosas como por ejemplo "El Código da Vinci", además de colaborador algo más que ocasional de Ridley Scott desde entonces ("Thelma y Louise", "Gladiador", "Hannibal", "La caída del Halcón Negro").

-- El final. Eliminaron el que podía haber sido el final más obvio (el que de todas maneras, Ridley Scott rodó), y en reemplazo mostraron uno mucho más acorde con lo que, creo yo, es el espíritu de la peli.

IDEAL PARA: Ver una buena peli de acción con un Ridley Scott completamente en forma.

domingo, 8 de abril de 2007

"Babel" (2006).


-- "Babel". Francia / Estados Unidos / México. Año 2006.
-- Dirección: Alejandro González Iñárritu.
-- Actuación: Brad Pitt, Cate Blanchett, Mohamed Akhzam, Peter Wight, Harriet Walter, Trevor Martin, Matyelok Gibbs, Georges Bousquet, Claudine Acs, André Oumansky, Michael Maloney, Dermot Crowley, Adriana Barraza, Elle Fanny, Nathan Gamble, Gael García Bernal, Rinko Kikuchi, Kóji Yakusho.
-- Guión: Guillermo Arriaga, basado en una idea de éste y de Alejandro González Iñárritu.
-- Banda Sonora: Gustavo Santaolalla.

-- "Babel" en IMDb.
-- "Babel" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Marruecos, norte de Africa. Un bienpensante padre de familia bereber que ha visto muy pocas películas con la moraleja "las armas matan", compra un rifle para que sus hijos, que pastorean cabras, espanten a los chacales. Como buenos hermanos, los chicos no se soportan, y empieza la pelea por el rifle: que yo soy el hermano mayor y lo debo tener, que yo tengo mejor puntería y por eso pásamelo... Y se ponen a probar el rifle, su alcance, etcétera. Hasta que de pronto, con toda intención, le disparan nada menos que a un bus de turistas. En el bus de turistas va una pareja de americanos muy majos (no podía ser de otra manera, son la Blanchett y el Pitt, ¿vale?), y el disparo le llega a la chica. Desesperación del fulano, porque por supuesto, como el matrimonio estaba en crisis y todo, no alcanzó a decirle a la señora lo mucho que la quería, etcétera. Pero aún hay oportunidad, porque el tiro, si bien la dejó a medio morir muriendo, y aunque termina en un infecto pueblo sin hospital ni médico (salvo un veterinario que, por lo visto, probablemente atiende cabras), no la ha matado, y mientras hay vida hay esperanza. A su vez, el rifle venía desde un cazador japonés que alguna vez estuvo en Africa, y cuya hija sordomuda y voleibolista está entrando a los turbios dieciséis, y lo único que quiere es una afiladita de cuchillo, cosa que no puede porque todo el mundo la mira en menos y sin potencial sexual, pobrecita ella, por ser sordomuda (la incomunicación humana, ¿ves?). Qué tienen que ver los japoneses con Africa, no sé, pero ahí estaban, y estaban conectados por el rifle. Mientras tanto, en Estados Unidos, los hijos de los americanos atacados en Marruecos están al cuidado de una mexicanota sin palpeles, que como tiene que ir a un matrimonio y no sabe con quién dejar a los niños, no se le ocurre nada más estúpido que cruzar la frontera a México con ellos, sin papeles ni autorizaciones de ninguna clase. Total, para qué, si iban allacito por un día y después volvían. Y todo eso no pasa porque la gente tiene toda alma mongoloide (en el sentido de "down, síndrome de"), sino que en el fondo, ¿saben?, estamos todos interconectados, hay seis grados de separación, pero el mundo es Babel, nadie escucha a nadie... O se supone que eso debemos entender, de todo este truño de historias para el bronce de la comedia involuntaria (bronce nada más, que no da para plata ni menos oro).

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Lo que es el castigo del paso del tiempo. Hace la friolera de cuarenta siglos, Babilonia era la ciudad más grande e imponente del mundo, con las leyes más progres de su época (el Código de Hamurabi), pero bastó que un escritorzuelo bíblico pergueñara una tendenciosa historia sobre la Torre de Babel, y ya tenemos a los babilonios como modelo de incomunicación y etcétera. La imagen de Babel como el lugar de todas las lenguas ha sido retomada una y otra y otra vez, hasta el cansancio, algunas veces de maneras brillantemente líricas como lo hiciera Jorge Luis Borges en sendos cuentos ("La lotería de Babilonia", "La biblioteca de Babel"), a veces de manera chusca como... bien, como aquí. A partir de los '90s, idos aquellos '80s en donde éramos nosotros los buenos defensores de la democracia conta los tenebrosos musulmanes, comunistas o chinos, se impuso la idea de la tolerancia y el multiculturalismo, una especie de "todo vale" cultural en donde un indio dándole a un monocorde instrumento autóctono hace música tan solemne, vibrante y maravillosa como los Conciertos de Brandenburgo de Johann Sebastian Bach. Después de filmes como "Danza con lobos" o "El último samurai", he aquí que llega la oda definitiva a la multiculturalidad: "Babel". La receta es simple: ponemos cuatro historias ubicadas en varios lugares del planeta (la japonesa caliente, los americanos aburridos, los marroquíes oligofrénicos y los mexicanotes imbéciles), los ponemos en problemas de tipo "si hablaran se entenderían" (¿quién lo dice?), lo regamos con harta mala leche a cargo de los siempre disponibles villanos de la Policía de Inmigración, y hacemos que tanto pobres como ricos sean enormente infelices cada uno en su medio ambiente. Y pensar que para eso yo me pagué la entrada...

¿POR QUÉ VERLA?

-- Algunas actuaciones son buenas. En particular Brad Pitt, que no anda por la peli de chulo héroe ni de prota dramático, algo encomiable en alguien que, teniendo talento actoral, se ha dedicado durante casi veinte años a derrocharlo de la manera más criminal posible ("Inmortality! Take it! It's yours!", en "Troya"). Cate Blanchett también aporta lo suyo en un papel que le significa básicamente poner cara de sufrimiento en todas sus escenas, pero lo hace mejor que las scream queen al uso, y confirma el buen momento que pasa con "Escándalo", y la preparación de la secuela de "Elizabeth". Del resto, no es mucho lo que se puede decir, no tanto porque sus actuaciones sean malas, sino porque sus roles son tan estereotipados, que habría sido una empresa titánica levantar un papel allí donde sólo hay un pegostín de lugares comunes.

-- Las secciones mexicanotas. La historia del matrimonio en México es de una imbecilidad manifiesta, con una nana que se lleva el premio a la estupidez humana (mira que sacar a los nenes que cuida y no son suyos del país, después ponerlos al cuidado de un mocoso de ocho años, y después perderlos de vista para echar un polvete, y después en pleno desierto... mejor no nos acordemos). Pero aquí la cretina banda sonora cede paso a música de rancheras y cosas así, lo que demuestra que el director estaba contando algo personal, en vez de tomar lo que vio en documentales del National Geographic sobre Marruecos o Tokio. Además, es una gozada ver a la mexicanota meter la pata de manera tan crasa, que se piensa que no habrá una nueva muestra de cretinismo, ¡y sí!, siempre se las arregla para sorprendernos con algo más cretino aún. Conste que el director de la peli es mexicano, ¿habrá alguna crítica social de por medio?

-- La japonesa sordomuda. Su historia también es de una cretinez que vuela (mira que tratar de chuparle el dedo al dentista en su consulta para tener sexo), pero al final de su historia aparece en un glorioso desnudo frontal y muestra un cuerazo que ya se lo quisiera Jessica Alba. ¿Y así nunca encontró galán...?

IDEAL PARA: Gentes tan fanáticas de la tolerancia, el multiculturalismo y el respeto por todas las culturas de la Tierra, sin importar lo simplonas o poco desarrolladas que sean, que consideren como un sacrificio necesario el soportar esta película.

domingo, 25 de marzo de 2007

"Cartas desde Iwo Jima" (2006).


-- "Letters from Iwo Jima". Estados Unidos. Año 2006.
-- Dirección: Clint Eastwood.
-- Actuación: Ken Watanabe, Kazunari Ninomiya, Tsuyoshi Ihara, Ryo Kase, Shido Nakamura, Hiroshi Watanabe, Takumi Bando, Yuski Matsuzaki, Takashi Tamaguchi, Eijiro Ozaki, Nae, Nobusama Sakagami, Akiko Shima, Lucas Elliot, Sonny Saito.
-- Guión: Iris Yamashita, sobre una historia de ella y de Paul Haggis, basado en el libro editado por Tsuyoko Yoshido con cartas de Tadamichi Kuribayashi.
-- Banda Sonora: Kyle Eastwood y Michael Stevens.

-- "Cartas desde Iwo Jima" en IMDb.
-- "Cartas desde Iwo Jima" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Las largas, arenosas y azufrosas playas de Iwo Jima tienen una historia que contar, una historia sepultada en un añoso hallazgo hecho en el presente, y que remonta a 60 años atrás. A través de ese hallazgo aparece mágicamente el mundo antiguo de los heroicos defensores de Iwo Jima, que combatieron al Imperio Norteamericano en nombre del Imperio Japonés. Un cavazanjas de Iwo Jima farfulla algo sobre "¡qué suelo sagrado ni que nada!", y lo hace en mal momento, porque por detrás aparece el sargento instructor, que le da una severa reprimenda al estilo "¡habla con mi vara!", por antipatriota (es fácil ser patriota cuando la patria lo comisiona a uno para mandar a otros patriotas de menor rango, claro está). En eso llega el gran y único Ken Watanabe, como el superior al mando encargado de la defensa de la isla, y recién llegado a Iwo Jima; éste le pregunta al sargentito sobre si le sobran hombres para la defensa de la isla, y cuando éste responde lo lógico (que no), el comandante supremo le dice que no los siga castigando con golpes, y que mejor pruebe a quitarles raciones de comida. Con esa filosofía que excluye la agresión por un trato psicológico, la brutalidad por la táctica, y la tradición por el sentido común, nuestro heroico comandante en jefe pareciera ser el hombre del minuto, pero esas mismas cualidades le enajenan el compromiso de sus hombres (¿y cuándo los militares han respetado la inteligencia? ¿Conocen ustedes a un militar que haya ganado el Premio Nobel de algo?). Con esos mimbres, el heroico general Tadamishi Kuriyabashi tiene que preparar la defensa de una isla, lidiando contra la escasez de suministros, la incompetencia táctica de sus subordinados, el tradicionalismo de sus oficiales, la escasez y mala calidad del agua (léase "disentería"), lo malparido de la geografía insular, la falta de apoyo en hombres y armas desde Japón, y la evidente superioridad bélica en pertrechos y soldados del enemigo, este último dato que por cierto sólo Kuriyabashi y un fiel amigo conocen, por haber estado ambos en Estados Unidos hace algunos años atrás...

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Clint Eastwood es con toda seguridad uno de los mejores directores en activo durante la primera década del XXI, que sabe tomar con sabiduría todo lo valioso del cine clásico sin caer en la trampa del respeto irrestricto que lo conduciría a ser un ladrillazo, y sabe contar historias de un hondo contenido humano sin caer en el lloriqueo mariconazo a lo Spielberg. En 2006 se atrevió con un díptico sobre Iwo Jima en particular, la Segunda Guerra Mundial en general, y toda guerra aún más en general. En verdad, es difícil ver "La conquista del honor" y "Cartas desde Iwo Jima" por separado, porque aunque sus tramas y argumentos son distintos y no presentan escenas cruzadas (a excepción de una escena con un yanki asaltando un bunker con un lanzallamas), no sólo versan sobre el mismo tema y están rodadas al mismo tiempo, sino que además sus discursos se complementan perfectamente. Al igual que "La conquista del honor", esta película es fuertemente desmitificadora, y responde bien a unos tiempos en los cuales los estadounidenses están cada vez más desencantandos con la paranoia águilacalvoide de George W. Bush, un hombre que ha traicionado los principios más profundos de la democracia americana, para salvar (según él) a la democracia americana.

¿POR QUÉ VERLA?

-- Es una de Clint Eastwood. Sean buenos, mediocres o malos sus argumentos, Eastwood sabe poner una cámara, elegir la pincelada justa y narrar con un ritmo filoso sus historias. Y aparte de todo eso, "Cartas desde Iwo Jima" es de las buenas. Tanto, que consigue hacernos olvidar ciertas concesiones bobaliconas al cine de siempre, como por ejemplo el poner cartas sensibleras en primer plano para mostrar los horrores de la guerra, que por cierto en el filme se explican por sí solos, a través de la convivencia diaria de un puñado de japoneses en combate. Aparte de detalles como éste, el resto está impecablemente bien narrado, con una dureza que sale no del gran espectáculo, como por ejemplo "Salvando al soldado Ryan", sino de una situación claustrofóbica en la que se respira el clima malsano de la guerra.

-- En esta película, los japis son los buenos. A pesar de que esto tiene que haber sido más chocante para el público yanki que para nosotros, acostumbrados a tomarnos en solfa todos esos filmes de americanos lindos salvando al mundo ("La caída del Halcón Negro" o "La delgada línea roja", por citar ejemplos recientes). Aún así, Eastwood tiene la sabiduría de no caer en la trampa de poner a todos los japis como buenos al montón, por prurito de ser políticamente correcto (trampa en la que sí cayó Kevin Costner con los indios en "Danza con lobos"). Entre los japoneses hay de todo, desde los más valientes y comprometidos con la causa, hasta los más deleznablemente cobardes. Pero ninguno lo es a nivel caricaturesco, sino que todos en su justa medida, con valor o miedo nacido de las circunstancias, no de su condición intrínseca.

- La historia presenta un contrapunto clásico entre dos "héroes", el aristócrata y el campesino (como Aragorn y Frodo, en "El Señor de los Anillos"), que llevan consigo el peso de la historia. Uno es el General Kuribayashi, que sin tener madera especial de héroe, sí posee una inteligencia superlativa, un saludable desapego respecto a los aspectos más irracionales del tradicionalismo, y una lealtad a toda prueba para su causa, hasta el punto de seguir adelante sin desmoralizarse a pesar de saber que toda su empresa está, en definitiva, condenada al fracaso. El otro es Saigo, un humilde panadero que se ve enrolado a la mala en una guerra que en verdad no le empece, sino que le significa sacrificio tras sacrificio (para lo único que le sirve la guerra, es para que le incauten bienes, y después, para que lo enganchen a la fuerza como recluta), por una causa en la que no cree, pero que dentro suyo irá descubriendo poco a poco el heroísmo, en su admiración por Kuribayashi. Este contrapunto está estupendamente bien delineado, y se hace creíble sin pintar a ambos personajes como Ubermenschen más allá del bien y del mal.

-- La guerra es presentada en toda su desnuda brutalidad. Nada de actos de heroísmo a ultranza, nada de salvaciones en el último minuto, nada de héroes individuales que salvan el día con alguna pequeña hazaña. Los hombres luchan y mueren, y tienen suerte si sólo lo hacen mediante un balazo, en vez de ser achicharrados por un lanzallamas, destripados por una granada o mutilados por un obús. Quizás la escena más dura de toda la película, que retrata de cuerpo entero esta carnicería, no sea ninguna escena de la guerra, sino un flashback de cuando Kuribayashi está cenando amenamente en Estados Unidos, años atrás, y la esposa de un encumbrado general le pregunta, en tono un tanto frívolo, que si el japonés mataría al yanki en caso de que Japón entrara en guerra con Estados Unidos, y el segundo cayera prisionero del primero.

-- También la película deja bien en claro que parte de la estupidez de las guerras, es la estupidez de los oficiales que libran las guerras. Kuribayashi debe lidiar con el tradicionalismo de sus oficiales, quienes esperan lidiar una guerra con las tácticas de toda la vida, sin consciencia de que éstas los conducirán a ser barridos antes. También debe evitar que sus propios hombres se suiciden para lavar su deshonor, porque vivos y replegados en nuevas posiciones les son más útiles, tanto a él como al Imperio al que tratan de honrar. Y debe contener a sus propios hombres que tratan de abandonar una postura defensiva, para lanzarse a un ataque suicida en el que morirán antes, y además no conseguirán nada.

IDEAL PARA: Ver una película sobre los absurdos de la guerra, muy bien filmada, muy bien narrada, y muy incisiva.

domingo, 8 de octubre de 2006

"Sólo se vive dos veces" (1967).


-- "You Only Live Twice" (título original en inglés), "Només es viu dues vegades" (título en catalán). Estados Unidos / Inglaterra. Año 1967.
-- Dirección: Lewis Gilbert. Protagonizada por Sean Connery, Akiko Wakabayashi, Mie Hama, Tetsuro Tamba, Teru Shimada, Karin Dor, Donald Pleasance, Bernard Lee, Lois Maxwell, Desmond Llewelyn, Charles Gray.
-- Guión: Roald Dahl, con material adicional de Harold Jack Bloom, basados en la novela de Ian Fleming.
-- Banda Sonora: John Barry.

-- "Sólo se vive dos veces" en IMDb.
-- "Sólo se vive dos veces" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

En un lugar de innegable regusto oriental, el comandante Bond, James Bond, está pasándola a gusto con una nativa del Extremo Oriente, cuando aparece un equipo exterminador. A diferencia de la película anterior, ahora sí que hay funeral para James Bond. Pero en la mejor tradición heroica, como un nuevo Moisés, James Bond es rescatado de las aguas. Todo es una operación para hacer creer a los villanos que James Bond está muerto, y darle libertad para investigar un peliagudo caso: una cápsula espacial estadounidense ha desaparecido misteriosamente, y los yankis acusan a los rusos de secuestro espacial. Pero como suele suceder en las pelis de Bond, los británicos salvarán al mundo: la estación de Singapur ha detectado que la cápsula en cuestión ha caído en las cercanías de Japón. Bond emprende una misión para infiltrarse en Japón, uniendo fuerzas con el servicio secreto japonés. De esta manera, el flamante Bond-san, un chico rudo japonés y una agente japonesa que se ve muy bien por todas partes, unirán fuerzas para detener el siniestro nuevo plan de Blofeld, el líder de SPECTRE que le ha dado tanta lata a Bond en películas anteriores.

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

El Bond más vinculado a la tradición folletinesca de "El satánico Dr. No", o el Bond político de "Desde Rusia con amor", en las dos siguientes entregas ("Goldfinger" y "Operación Trueno") había estado decantándose cada vez más por la aventura pura y dura. El aire épico venía realzado, por supuesto, gracias a que el villano Blofeld y sus agentes de SPECTRE eran directa o indirectamente responsables de todas las trapacerías contra las cuales lucha Bond (salvo en "Goldfinger"). Después de la vuelta a las raíces en versión alto presupuesto que había significado "Operación Trueno", era tiempo de reinventar la saga, algo que queda muy marcado con la "muerte y resurrección" inicial de Bond, quedando así como un héroe más grande que la vida. En cierto sentido, "Sólo se vive dos veces" es la culminación de un ciclo, la película en donde todas estas ideas cristalizaron de manera definitiva (o, como podría sostener un cínico, la inspiración comenzó a convertirse en fórmula). No en balde, es aquí donde le vemos por primera vez la cara al siniestro Ernst Stavro Blofeld, el líder de SPECTRE cuya seña característica es el gato angora blanco con cara de malo que lo acompaña siempre en su regazo. Esto es notorio en la elección de director: sale Terence Young, responsable de tres de las cuatro pelis Bond anteriores y de su look más duro y realista, y entra Lewis Gilbert en su primer filme Bond (después hará "La espía que me amó" y "Moonraker").

¿POR QUÉ VERLA?

-- Esta es, seguramente, la película Bond más autoconsciente de todas, la que realza más el carácter épico o heroico del protagonista, y por qué no decirlo, la que más en serio se toma. Algo que es evidente también en que su trama no toca ningún tópico de actualidad, salvo la carrera espacial, y esto último de manera tan irreal, que incluso con la tecnología de hoy es complicado llevar a cabo un plan como el que Blofeld intenta para provocar la Tercera Guerra Mundial.

-- Bond pelea por primera vez con SPECTRE mano a mano (en películas anteriores sólo había liquidado a sus secuaces). Le vemos la cara por primera vez a Blofeld, con los rasgos nada tranquilizadores de Donald Pleasance (después lo interpretarán Charles Gray, que en esta película tiene un rol secundario... ¡y Telly Savalas!). Por cierto, la guarida de Blofeld es icónica dentro del cine del siglo XX: es aquí donde el villano Bond se esconde en el cráter de un volcán apagado, escena que ha sido citada hasta la saciedad en cuanta sátira sobre Bond se ha hecho desde 1967 a la fecha (incluyendo el célebre capítulo de Los Simpsons en donde Homero trabaja para el amable renegado internacional Skorpion).

-- Es la película Bond en que probablemente el sexismo llegue a sus máximas cotas. Con decir que a Bond le dan un baño de geishas, está todo dicho. ¡Ah, no! No todo. Tiene escenas sexistas de antología, como la réplica que Bond le da al servicio secreto al reportar que su minihelicóptero está a salvo ("la pequeña Nelly defendió con éxito su honor"). Mención especial para la secuencia en que una chica Bond muere paralizada por un potente veneno, ataviada con un diminuto bikini blanco, en lo que debe ser una de las escenas Bond más sádicas jamás filmadas.

-- Aunque esta película es algo lenta para los cánones de hoy en día, mantiene bien el equilibrio entre las secuencias de acción y el desarrollo de la tensión dramática, algo que no todos los filmes Bond consiguen, por no hablar del cine en general.

IDEAL PARA: Ver una película Bond realmente canónica.

miércoles, 22 de febrero de 2006

"Memorias de una geisha" (2005)


-- "Memoirs of a Geisha". Estados Unidos. Año 2005.
-- Dirección: Rob Marshall.
-- Actuación: Zhang Ziyi, Ken Watanabe, Gong Li, Michelle Yeoh, Suzuka Ohgo, Togo Igawa, Mako, Samantha Futerman, Elizabeth Sung, Thomas Ikeda, Tsai Chin, Kaori Momoi, Zoe Weizenbaum, David Okihiro, Miyako Tachibana, Kotoko Kawamura, Karl Yune, Eugenia Yuan.
-- Guión: Robin Swicord, basado en la novela de Arthur Golden.
-- Banda Sonora: John Williams.

-- "Memorias de una Geisha" en IMDb.
-- "Memorias de una Geisha" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Japón. Año 1930. Una chiquilla es vendida a una casa en donde se entrenan geishas. Nadie cotiza en mucho a la pobre criatura, que sufre abusos a diestra y siniestra, hasta que un magnate y una geisha de las principales, descubren que hay un hermoso cisne esperando florecer bajo ese pobre patito feo (¡snif!). La chiquilla es entrenada a toda velocidad, y en seis meses es convertida en la más "mejol" geisha de todas. Sobreviene la inevitable rivalidad con otra geisha que no la quiere ver en su terreno, y que de pura mala que es, las termina perdiendo todas. Pero la geisha, pues bien, se supone que las de su clase no se pueden enamorar, porque están para divertir a los hombres, etcétera. El magnate, a su vez, le hace ojitos, pero estar con una geisha, ah, no, eso sí que no, que para eso él es muy macho y no se queda con una chica entrenada para divertir hombres (con danza y baile, no se piense mal, que ella es geisha en serio y no prosti de luxe). Y van y vienen, y en medio está la Segunda Guerra Mundial, y si la geisha se queda con su princ... perdón, con su shogún azul y todo eso.

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Japón está de moda. Después de la invasión manga (a estas alturas ocupación manga en toda regla), hace un par de años vimos otra yanki de alto presupuesto, la bodriosa "El último samurai", también de Dreamworks, igual que ésta. Además, la película quizás le guste a cierta gente conservadora, porque detrás de una fachada provocativa (si la geisha se hace puta, si la geisha no se hace puta, ya saben, ese terrible dilema existencial de las mujeres), ella defiende su pureza y honradez, como corresponde a una de su clase. Además, es un filme retro, ya que dos terceras partes de la misma se desarrollan antes de la Segunda Guerra Mundial. Y los culebrones de alto presupuesto... pues bien, ésos siempre han estado de moda.

¿POR QUÉ VERLA?

-- Lo primero y esencial: ¿cuántas películas has visto en donde la protagonista (no el adorno femenino de rigor) es una geisha? ¿y en cuántas películas aparece retratada una geisha como lo que es, es decir, una mujer especializada en divertir hombres, y no acostándose a la primera de vueltas con el galán de turno? Bueno, aquí hay una. Como corresponde. Quizás porque está basada en una novela (si fuera obra directa de un guionista, pues bien, puede que se colasen algunas convenciones del género como las mencionadas, pero eso no ocurre aquí).

-- Las actrices son viejas conocidas. Ziyi Zhang se había cruzado ya en el set con Michelle Yeoh, en "El tigre y el dragón", y aquí figuran ambas de protagonistas, en roles distintos (aunque similares en la relación maestra-aprendiz). Ken Watanabe es otro viejo conocido (estuvo en "El último samurai", ya que la mencionamos).

-- La guerra está acotada a lo justo y preciso. Es la historia de una geisha, y tuvieron el buen sentido de no forzarla metiéndole escenas de masas en el campo de batalla. Es bueno saber que aún se hacen películas en donde no se sacrifique la calidad fílmica y la historia al mero espectáculo.

-- No cae en la Etnología, mostrando a los occidentales qué curiosos son los japonesitos. Retrata la vida de una geisha, pero lo primordial es la historia, no la exhibición étnica. Es decir, tratan la cultura japonesa como una civilización por derecho propio, y no como un souvenir.

-- Dura cerca de dos horas y media, pero no la alargan obscenamente sólo para que la gente diga lo épica que era la trama. Lo que dura, es lo que tenía que durar (claro que veamos cuánto va a durar la infaltable edición especial en DVD con escenas nunca antes vistas y todo eso)...

-- No abusan de las escenas poéticas con bonita fotografía y ritmo soporífero. Está bellamente fotografiada, eso es indiscutible, pero sin alardes pseudoartísticos.

IDEAL PARA: Deleitarse con una fotografía simplemente maravillosa.

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