11 años de Cine 9009 en línea.

El próximo 19 de febrero de 2017, Cine 9009 cumplirá once años en línea. Sí, jodíos, cuéntenlos, once en total desde su inauguración en el ya lejano 2006. Y para celebrar, estamos embarcados en una minimaratón de posteos. De manera que entre el domingo 12 y el domingo 19 del febrero que ya mencionamos, habrá un posteo nuevo con una peli nueva cada día, en donde aprovecharemos de repasar algunas que vimos en el cine, y que por un motivo u otro no acabaron publicadas en su día. Y a no quejarse de que llegó demasiado tarde, que ya no las podemos ver en el cine y otras cosas. También está el cable, el streaming, los DVDs para los cuatro gatos que todavía los compran, y... er... well... medios menos legales para conseguírselas. Además, si fuera por eso, no habría posteado pelis de cine mudo que se estrenaron hace sus buenos 90 o 100 años atrás. De manera que... disfruten, y saludos para todo el mundo (eeeeeexcepto para ese perejil de allá... sí, tú, a tí te hablo... el de la IP chistosa... te reconozco, eres el imbécil que no apagó el smartphone el otro día en el cine. Cretino. Pero para el resto, saludos).
Mostrando las entradas con la etiqueta 1959. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta 1959. Mostrar todas las entradas

jueves, 21 de julio de 2011

"Anatomía de un asesinato" (1959).


-- "Anatomy of a Murder". Estados Unidos. Año 1959.
-- Dirección: Otto Preminger.
-- Actuación: James Stewart, Lee Remick, Ben Gazzara, Arthur O'Connell, Eve Arden, Kathryn Grant, George C. Scott, Orson Bean, Russ Brown, Murray Hamilton, Brooks West, Ken Lynch, John Qualen, Howard McNear, Alexander Campbell.
-- Guión: Wendell Mayes, basado en la novela de John D. Voelker.
-- Banda Sonora: Duke Ellington.

-- "Anatomía de un asesinato" en IMDb.
-- "Anatomía de un asesinato" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Los abogados también lloran. Nuestro prota, en concreto, está malviviendo de caso aquí y caso allá. De pronto le cae no un caso, sino... un... CASO. Así, con mayúsculas. El asunto es simple. Una chica fue violada, su marido fue a buscar al agresor, y lo envenenó de plomo inyectándoselo con una Luger. Claro, simple desde afuera, y simple también para el fiscal, pero es que nuestro prota es el defensor, y desde esa perspectiva, el caso huele palmariamente a perpetua que arrastra. Nuestro prota se la piensa un poco y al final acepta, o si no, no habría peli. Decide basarse en la vieja, querida y nunca bien ponderada locura temporal, resquicio que tanto juego le ha dado a las series de abogados desde "Perry Mason" hasta "Ally Mc...", er, no, que en "Ally McBeal" a los personajes a veces hasta los veíamos trabajar de abogados y todo. El punto es que alegar locura temporal o "impulso irresistible" como lo llaman en su tecnojerga los leguleyos, es algo complejo porque el tipo tuvo todo el tiempo del mundo para ir al baño y refrescarse la cara antes de pensar en qué demonios iba a hacer al ver a su esposa violada (a mí no me miren, en mis zapatos voy y descuartizo al jopú, pero ya saben que la ley no sólo protege los derechos humanos de la víctima sino también los del delincuente). Y el fiscal tampoco lo hace nada de mal en eso de ser un cabroncete. El caso parece sencillo, pero para nuestro prota, el infierno acaba de empezar. Y hierve. Hierve mucho. En particular porque la esposa violada no parece haber escarmentado mucho, e insiste en querer acercarse a los hornillos después de la quemada...

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

En los soñolientos '50s, la década que en Estados Unidos fuera del cine es sinónimo de suburbios, faldas plato y televisión, y que dentro del cine es sinónimo de romanbusters, comedias insípidas a lo Doris Day, y Alfred Hitchcock, se publicó una novela llamada "Anatomía de un asesinato". El que la escribió fue un alto magistrado de Michigan, razón por la cual presumiblemente es más realista que la mayor parte de las historias con abogado, que como se quejaba el inefable Lionel Hutz: "claro, todos tienen grandes oficinas y andan en auto". Digo presumiblemente, porque no he tenido a bien leerla, ni siquiera a tenerla entre las manos, así es que por referencias he de orientarme. Además que palpando el tono de la peli, puede notarse. La novela, además, estaba más o menos basada en un caso real, para que no digan después que las pelis de los 2000s inventaron eso de imitar a los realitys. La adaptación no estuvo exenta de controversias, considerando que para su tiempo los temas abordados eran tabú. Y no me refiero al acto máximo de violencia contra un ser humano individual como lo es el asesinato, sino a la violación, a los espermios, todo eso, que los rebeldes '50s eran eso, rebeldes, para "Rebelde sin causa", pero no para la pechoña sociedad conservadora Eisenhower's style. Pero a pesar de todo, contra viento y marea (un poco gracias a la resistencia hercúlea de Otto Preminger, probablemente no uno de los mejores cineastas de la Historia, pero sí uno de los más comprometidos con su misión de transportar una historia correctamente contada hasta el público), la peli llegó a buen puerto. Y más aún, se transformó en, reconocidamente, una de las mejores pelis sobre juicios en cualquier minuto de la Historia del Cine.

¿POR QUÉ VERLA?

-- Los cambios de década siempre son complicados en el cine. Hay pelis que tienen un look y un formato de la década que termina, pero con aires de la que viene, así como hay pelis hechas con todo lo de la década que viene, pero envasadas en lo viejo... sí, que lío, ¿verdad? A lo que quiero llegar es: "Anatomía de un asesinato" puede ser definida como una de las últimas pelis de los '50s, y una de las primeras de los '60s. Su formato es duro y austero, un poco como las pelis de los '50s... ¡demonios, si hasta está rodada en blanco y negro y todo! Además vemos a un actor tan identificable con el cine de los '40s y '50s como James Stewart, en escenas con contrapicado que parecen calcadas de su rol de exactamente veinte años antes en "Caballero sin espada" (claro que con menos pelo y más cachetes/barriga). Pero por otra parte, la amplia libertad con la que se habla de temas polémicos incluso hasta el día de hoy (concretamente todo lo relacionado con la violación), la entroncan de manera directa con ese cine más contestatario que empezaría a rodarse en los '60s. De no ser Otto Preminger un cineasta tan sólidamente afincado en la tradición fílmica yanki, o de tener a James Stewart como prota, o de no tener un espacio tan canónicamente yanketa como la sala del juicio oral, esta peli podría pasar por una rodada de manera contemporánea en Europa, por algún cineasta más o menos vinculado a la Nouvelle Vague o al cine sueco contemporáneo o algo así.

-- Tenemos una justicia, "yo no sé si será LA justicia, pero es UNA justicia...", decía la coprota de "El secreto de sus ojos". Las pelis de Hollywood no se supone que vendan realidades (para eso está, valga la redundancia, la realidad), sino sueños. Y en esos sueños, cuando adoptan la forma de lo que los yankis ampulosamente llaman "courtroom drama" (peli de tribunales, para que nos entendamos), siempre vemos abogados nobles y heroicos quemándose la camiseta contra el villano de turno, que o es "el sistema" en genérico (ya saben, algún tipo greedy que representa todo lo malo del capitalismo, pero que al final será purgado y el capitalismo tan bien como de costumbre, gracias, CAPITALISM RULES!), o bien es la clásica inteligencia malévola que engaña a todos los buenos ciudadanos hasta que es descubierto, etcétera. En cualquier caso, el mal siempre es externo al mundo judicial, y el juicio mismo se transforma en una procesadora de carne que separará a ésta de la grasa. A las últimas, en el juicio siempre se descubre la verdad, y todos tan felices porque hemos gastado bien el dinero de la entrada: ¿acaso habríamos pagado de saber que al final quizás no íbamos a saber...? Pero las cosas nunca son tan fáciles en la realidad. En un juicio siempre hay dos partes, cada una con su propia versión de la historia (ambas por lo general interesadas, que aquí no hay "buenos"), y el juez ignorante con el jurado también ignorante al medio tiene que decidir con las pruebas que buenamente se le puedan allegar, y con el mejor flanco de su mollera aplicado al asunto. "Anatomía de un asesinato" retrata muy fielmente esta realidad. En la peli el abogado defensor es "el bueno", y por lo tanto el espectador se tiende a identificar con la causa del ex soldado que, apenas enterado de que le han violado a la señora, va y le aplica su bien dado al violador. ¿Acaso no harías lo mismo si alguien agarrara a tu gata regalona y le hiciera lo mismo? ¿O no te gustaría hacerlo, al menos? El problema es que la chica, como se ve, es más que un poco ligerilla de cascos, y queda en el aire rondando la duda de qué tan violación fue el asunto (lo importante para el juicio es que el acusado CREA que hubo violación, pero si la violación consiste en sexo sin consentimiento, y la chica en principio estaba provocando, aunque fuera por puro afán de provocar, hay que ver hasta qué punto alcanza eso de "no consentí"...). Por otra parte, el soldado tiene también más de un tejo corrido, y su salud mental no es algo que podamos dar por sentado. Con estos mimbres, el fiscal interesado en darle condena al tipo, y el abogado interesado en sacarlo, cada uno no por un honrado de la justicia sino simplemente por ganarse los morlacos, crean cortina de humo tras cortina de humo. ¿Y al final qué? ¿Era el tipo culpable o no? La peli tiene una respuesta que es llegar a una "verdad judicial", en que el jurado adquiere la convicción de esto o esto otro, pero... ¿realmente podemos confiar en que el jurado votó bien? Nosotros también hemos asistido al juicio como espectadores, y hemos seguido a los personajes, y nos asiste la duda. La cosa comienza cuando el abogado defensor se involucra en el caso, y no vemos flashbacks que nos muestren el crimen, recurso habitual de los cineastas de pelis de juicios para llevarnos al final del mismo hasta "la verdad". Y como no hay flashbacks, toda esa parte de la historia nos está vedada, tenemos que deducirla a partir de lo que vimos. Es una sensación molesta, por cierto, pero así son las cosas en la vida real. Si quieres ver cómo son los juicios de verdad, en términos de tratar de arribar a una conclusión lógica y satisfactoria sobre los hechos juzgados, entonces "Anatomía de un asesinato" es un must-see, si no la mejor peli de abogados y juicios que se ha hecho jamás.

-- El otoñal James Stewart, que ese mismo año sería defenestrado por Hitchcock culpándole por el batacazo que se pegó "Vértigo", hace acá no uno de sus mejores roles, pero sí uno estupendo, como un abogado medio acabado que está lidiando el caso, y que poco a poco se le convierte en algo personal. Pero la que se roba la peli íntegra es Lee Remick, interpretando a la esposa violada, que no parece una pobre víctima sino una perra de cuidado castigoadicta que con su actitud bien podría haberlo catalizado todo. Un jovencísimo Ben Gazzara (que años después en su etapa de decadencia tuvo sexo onscreen con Michella Rocco el muy cabrón, así da gusto ser decadente) interpreta de manera muy convincente al oficial bajo juicio, con una ambigüedad que nos hace preguntarnos sobre sus verdaderos sentimientos, sobre si ama o si odia a su mujer (¡o ambas!), sobre si realmente se creyó lo de la violación o mató al otro por un arranque de celos... Arthur O'Connell y Eve Arden también están en su punto, como los compañeros de nuestro abogado héroe. Y el dato freak es que el asistente del fiscal es... ¡George C. Scott! ¡¡¡Cuando era jovencito!!! ¡¡¡Y TENÍA PELO!!! Y echa todo su peso actoral, incluso comiéndose a su jefe con zapatos (actoralmente hablando, claro está, malpensados).

-- Mención especial para la banda sonora, compuesta nada más y nada menos que por el venerable Duke Ellington. Era una decisión arriesgada meterle un soundtrack jazzístico a una peli de las características "Anatomía de un asesinato", pero aunque no lo crean, funciona. Suena raro, sí. Pero diferente. Además, very stylish.

IDEAL PARA: Ver la que quizás es la mejor peli de juicios jamás rodada.

OTRAS PÁGINAS SOBRE "ANATOMÍA DE UN ASESINATO":

-- "Anatomía de un asesinato (1959)" en Quesito Rosa.

VIDEOS.

-- Trailer de la peli [en inglés, sin subtítulos].

jueves, 17 de marzo de 2011

"El rugido del ratón" (1959).


-- "The Mouse that Roared". Inglaterra. Año 1959.
-- Dirección: Jack Arnold.
-- Actuación: Peter Sellers, Jean Seberg, William Hartnell, David Kossoff, Leo McKern, MacDonald Parke, Austin Willis, Timothy Bateson, Monte Landis, Alan Gifford, Colin Gordon, Harold Kasket.
-- Guión: Roger MacDougall y Stanley Mann, basados en la novela de Leonard Wibberley.
-- Banda Sonora: Edwin Astley.

-- "El rugido del ratón" en IMDb.
-- "El rugido del ratón", novela y peli, en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Se abre la peli, sale la curvilínea ésa que sostiene la antorcha de los estudios Columbia, y... ¡¡¡AH!!! ¡¡¡UN RATóN!!! Mientras la susodicha se recupera del sust°°°, el ratón nos deja paso a una secuencia medio animada en que hacemos un poco de National Geographic por las tierras de Grand Fenwick, un principado tan, pero tan, pero tan, pero tan insignificante, que ni siquiera alcanza a ser el más pequeño del mundo, por más que en la peli se proclame así (según las dimensiones que la peli le adjudica al principado, tanto Mónaco como el Vaticano le ganan a pequeñez... y también en riqueza monetaria y banqueros dudosos, todo hay que decirlo). El caso es que Grand Fenwick, gobernada por la feorra Duquesa Gloriana XII, por Bastet que es fea la señ... er... ¡un momento! ¡es un travesti vestido de mujer! (er... mirando moejor... es Peter Sellers, o sea, es uno de esos chistes ingleses medio mariposones a que los británicos nos tienen acostumbrados, tan Oscar Wilde ellos)... ¿en qué estaba? Ya me desvié. ¡Ah, sí! Grand Fenwick. Sucede el que el ducado está a punto de pasar a Grand Fuckwick porque su principal exportación, su horroroso vino pisoteado a patas sucias, enviado a Estados Unidos, está siendo sacado del mercado por una imitación todavía más barata si es que cabe, fabricada en los propios Yunaitesteits. Con el ducado a punto de irse a la bancarrota, su ministro tiene la más genial de las ideas: ¡declararle la guerra a Estados Unidos! El quid del asunto es que Estados Unidos ganará sí o sí (y fácil: el arma oficial del ejército de Grand Fedwick es el arcoiflecha XIIth Century's style), pero los yanketas son de corazón amplio y generoso y luego de ganar las guerras, les da por hacer Planes Marshall y cosiacas así, ayudar económicamente a los vencidos, así es que conviene dejarse ganar por Estados Unidos (menudos idiotas los vietnamitas, que no se dejaron ganar). De manera que Grand Fenwick envía un ejército de arqueros y ballesteros a... ¡la guerra con América! Por una serie de coincidencias (un secretario de Estado que tira a la basura la declaración oficial de guerra, una prueba de evacuación de Nueva York justo el día de la invasión, un Dispositivo del Juicio Final que se está desarrollando en secreto en un laboratorio, y un general grandfenwickiano incompetente, no me hagan escribir grandfenwickiano otra v... er... ¡lo escribí...!), o sea, por todas esas coincidencias, resulta que Grand Fenwick... ¡¡¡GANA LA GUERRA!!! ¡¡¡PONE A ESTADOS UNIDOS DE RODILLAS!!! Lo que deja a Grand Fenwick con un problema de órdago: ¿qué mierda hacen ahora que hicieron lo que se suponía no iban a lograr, o sea, ganar la guerra...?

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Los '50s y los '90s tienen un aire de familia en un aspecto: en ambos casos, el desplome de una superpotencia enemiga (Alemania, la URSS) llevó a un acrecentamiento de la hegemonía yanketa. En los '50s, esto le sentó muy mal a los británicos. Tanto, que en las novelas de Ian Fleming todos los malvados más maldadosos del mundo siempre tenían por aspiración aplastar a... ¡¡¡GRAN BRETAÑA!!! ...a pesar de que en estricto rigor, el UK pesaba lo mismo que el Tercer Mundo en política internacional, y la Commonwealth no pasaba de ser un chiste de geopolítica malparida (pero si no hubiera sido así, James Bond habría tenido que dedicarse a la venta callejera de periódicos, así es que a no quejarse, ¿eh?). El caso es que en medio de ese ambiente, un escritor llamado Leonard Wibberley (yanketa por ser medio estadounidense, pero antiyanketa por ser medio irlandés) escribió una novela llamada "The Mouse That Roared", de tanto éxito que le siguieron tres secuelas. Inmediatamente los británicos, siempre disparados para todo lo que sea sátira fina y elegante, la hicieron peli. Con especial interés por parte de Peter Sellers, entonces luchando por imponerse como actor y lanzándose a la piscina con tres papeles (un poco emulando a Alec Guinness, que se mandó ocho en "Ocho sentencias de muerte"... suerte para él que se no se llamaba 365 sentencias de muerte la cosa). La peli resultó un pequeño éxito, pero éxito a fin de cuentas (son británicos, nadie espera que se embuchen tanto dinero como los yankis), y se transformó con el paso del tiempo en una pequeña joya de la comedia cinematográfica.

¿POR QUÉ VERLA?

-- ¿Francamente? El paso del tiempo no ha sido clemente con esta peli, que hoy en día luce "muy de su época". La primera mitad, con la absurda situación de un piquete de medievales tratando de tomarse Estados Unidos por asalto en misión suicida, es descacharrante. Para la segunda mitad, la cosa decae un poco y acaba en un final quizás un tanto convencional (tengo entendido que toda la segunda mitad en realidad fue extendida desde la novela original, lo que no puedo cotejar porque no la he leído, pero no me sorprendería, por la pérdida de fuelle de la narración). Pero tiene sus cosas buenas. De partida, dirige Jack Arnold, un artesano que nos ha legado alguna que otra joyita ("El monstruo de la laguna negra", mostrándonos que es tan bueno dirigiendo comedias como pelis baratas de terror... eso trató de ser un elogio, por cierto). Y en segundo lugar, ya lo apuntábamos más arriba, está Peter Sellers en uno de sus primeros protagónicos, e inagurando la costumbre de interpretar múltiples papeles, algo que se repetirá en algunos otros títulos de su filmografía ("Doctor Insólito", "Camas blandas, batallas duras", "El prisionero de Zenda", "El diabólico doctor Fu-Manchú"). Jean Seberg por su parte está hermosísima y querible (eran sus muy criticados años antes de volverse musa de la Nouvelle Vague en los '60s). Y tenemos una genial secuencia de créditos cortesía de Maurice Binder, que hizo bueno el concepto de abrir una peli con dibus, algo que explotarían después "La Pantera Rosa" y secuelas hasta la saciedad (este Maurice Binder, tres años después, crearía las famosas secuencias de créditos con siluetas de chicas desnudas para James Bond a partir de "El satánico Doctor No" y hasta "Licencia para matar"). Y la política ficción (política sátira, deberíamos decir) es delirante, dentro de todo lo delirante que fue en muchos aspectos la Guerra Fría (sin los toques macabros de "Doctor Insólito", claro está). De manera que esta peli difícilmente puede ser considerada como un clásico en toda regla, pero sí tiene desperdigados por aquí y por allá elementos suficientes como para que valga la pena repasarla.

IDEAL PARA: Fanáticos de Peter Sellers y amantes de la política ficción.

domingo, 30 de marzo de 2008

"Ben Hur" (1959).


-- "Ben-Hur". Estados Unidos. Año 1959.
-- Dirección: William Wyler. Protagonizada por Charlton Heston, Jack Hawkins, Haya Harareet, Stephen Boyd, Hugh Griffith, Martha Scott, Cathy O'Donnell, Sam Jaffe, Finlay Currie, Frank Thring, Terence Longdon, George Relph, André Morell.
-- Guión: Karl Tunberg, con Gore Vidal sin acreditar, y con aportes también sin acreditar de Maxwell Anderson, S.N. Behrman y Christopher Fry, todos ellos basados en la novela de Lew Wallace.
-- Banda Sonora: Miklós Rózsa.

-- "Ben Hur" en IMDb.
-- "Ben Hur" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

El Emperador Octavio Augusto ordena censar a todos los habitantes de Judea. Esto obliga a los nativos a viajar a sus respectivos lugares de nacimiento. De esta manera, en el seno de una familia de Nazaret, nace un niño en Belén, al que pronto llegan unos reyes a traerle unos simpáticos regalos. ¿Qué tiene todo esto que ver con Ben Hur? Por el minuto nada, salvo porque es "una historia del Cristo", según reza el subtítulo ("A Tale of the Christ"), así es que debemos mostrar el nacimiento del mentado Cristo. Bueh, pasan los años, y el Cristo anda dando vueltas por los montes, dedicado a sus reflexiones personales, pero ahora no es tiempo para éste, sino para... ¡¡¡BEN HUR!!! (el subtítulo será que es una historia del Cristo, pero el título es para Ben Hur, para que no digan que John Lennon fue el primero en decir "somos más grandes que Jesucristo"). Ben Hur, un muy chulo y muy mijo aristócrata de Jerusalén, se encuentra después de años con Mesala, un antiguo amiguete, que ahora viene bien cambiado, porque se ha ido a Roma y se ha pasado al Lado Oscuro de la Fuerza, y ya no intenta comprender a los judíos sino dominarlos. Pero como Ben Hur es muy patriota, le dice que no al imperialismo de los Estados Unidos de Roma, lo que rompe cualquier amistad. Al poco tiempo, Ben Hur aprenderá cuál es el precio de ser probo e íntegro en esta vida: su hermana deja caer inopinadamente una inofensiva baldosita, justo cuando desgraciadamente iba pasando el nuevo gobernador romano por debajo, y éste se mosquea mucho. Mesala aprovecha entonces el malentendido para vengarse, y consigue que la madre y la hermana de Ben Hur sean encarcelados en la Fortaleza Antonia, mientras que el propio Ben Hur será enviado a esa especie de muerte en vida que es remar en las galeras por años, hasta que se te deshilache el broncíneo torso y ya no estés para machadas, Charlton. Pasan los años, pero cuando todo parece perdido para nuestro buen Ben Hur, la suerte una vez más muestra sus afilados y cínicos dientes. Así, la galera en la que iba Ben Hur es atacada por piratas, y Ben Hur consigue salvarle la vida a un cónsul romano, nada menos. El cónsul, lejos de hacer gala de la naturaleza humana que tan bien conocemos, y para mostrarnos que esto es una peli y no la vida real, no sólo no se muestra como un ingrato, sino que además transforma a Ben Hur en un aristócrata romano de tomo y lomo. Pero si creen que Ben Hur se iba a quedar quieto, ¡ah, no!, él es demasiado chulo para eso, así es que se pone nuevamente en camino hacia Judea. No sólo su madre y su hermana deben ser rescatadas de las crueles garras del imperialismo romano, sino que hay que ajustarle cuentas al malvado Mesala, y además, un importante encuentro espera en la vida de Ben Hur para que éste sea salvo y beba del manantial de la vida eterna y todo eso (no me gustaría adelantar más, pero creo que se entiende con quién es ese encuentro, ¿acaso el subtítulo no es, repito, "una historia del Cristo"...?).

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

El siglo XIX fue la centuria de los inventos: el telégrafo, la ampolleta eléctrica, el ferrocarril... Todas cosas que hablaban del poder omnívoro de la ciencia. Pero esas cosas llegaban con retraso a Estados Unidos, y además, allá había mucho fundamentalismo (bueno, en realidad todavía). En 1878 salió una novela de aventuras destinada a ser todo un éxito en Estados Unidos: "Ben Hur". La ecuación era perfecta: un militar (por ende, reaccionario) que había luchado en la Guerra Civil de los Estados Unidos y que había sufrido una gran humillación cuando le cargaron más o menos injustamente el muerto por una infamante derrota en batalla, escribe una historia en la que el prota es vejado y tratado injustamente por un accidente. El prota, por ende, era superlativo (aristócrata incluido), características que desde siempre han identificado a los proletas en busca de héroe para sublimarse a sí mismos. Además, la novela cayó en buena época, porque en el XIX había cierto auge por las historias bíblicas ("Fabiola", "Los últimos días de Pompeya"...), y Wallace tuvo la pericia de mezclar todo esto con el viejo leit motiv de la venganza, que se lo tomó íntegramente de "El Conde de Montecristo" de Alejandro Dumas (el padre, que el hijo se llamaba igual). Por su trama de aventuras y su moral edificante (el prota termina haciéndose cristiano), se mantuvo durante la mayor parte del XX como un clásico juvenil, algo explicable considerando que condensada es una obra muy entretenida, (a cambio, en su versión completa es un ladrillazo de Tolkien y Señor Mío). Sucedió en los '50s que apareció la televisión, y con esto el cine respondió con una avalancha de títulos pensados para que no pudieran verse en esos primitivos monitores en B/N, lo que trajo de regreso al epic de romanos ("La túnica sagrada", "Fabiola", "Helena de Troya", "Ulises", "Hércules", "Los diez mandamientos"...), y como el material literario de base estaba agotándose, los ejecutivos de la MGM decidieron forrarse haciendo un remake del "Ben Hur" de 1925, que ya la novela tenía adaptación, no se crean. La MGM no escatimó en gastos para su realización, habida cuenta de que una peli de aventuras con prota cristiano estaba de sobra recuperado en una galería por entonces muy sensibilizada con el tema "Dios y América contra el comunismo" (parece que a nadie se le pasó por la cabeza que de manera subrepticia e inconsciente, la novela original es terriblemente antiimperialista), y los resultados de la maniobra fueron todo lo provechosos que se pudo. Porque "Ben Hur" batió récords en su época, alzándose con la elefantiásica cantidad de 11 Premios Oscar, cantidad que ninguna peli ha conseguido superar, y que sólo otras dos han conseguido alcanzar, en la siguiente media centuria ("Titanic" y "El Señor de los Anillos: El retorno del rey").

¿POR QUÉ VERLA?

-- Es un clásico absoluto del género Sword & Sandals. Medio siglo después de su estreno, lo sigue siendo. La peli dura tres horas y media, pero la verdad, casi ni se sienten. O mejor dicho, ni se sienten hasta la gran carrera de cuadrigas. La traca final, en donde vemos la guerra de Ben Hur contra la bacteriología, tiende a derruir lo ya construido, pero por otra parte, eso ya venía en la novela original, e incluso aquí está mucho mejor tratado en términos de ritmo narrativo.

-- Las escenas de acción son espectaculares, incluso considerando que los FXs han evolucionado una barbaridad desde aquellos días primigenios. El enfrentamiento entre las galeras está a todo trapo (de hecho, en un alarde de poder financiero, la MGM ordenó construir una galera de verdad para determinadas escenas). La carrera de cuadrigas es todo un clásico del cine de aventuras y de acción, y ha sido imitada y parodiada un sinfín de veces. Como de costumbre, menos es más, y en este caso, la ausencia del regodearse gore tan propio del cine post-"Gladiador" le da más morbo a escenas como cuando atropellan a los pobres tipos que se caen de sus carros (durante años corrió la leyenda urbana de que un extra había sido realmente atropellado y muerto en el escenario del circo, y si uno ve la peli, de verdad que se ve realista la escena que dio pie a esa historia).

-- Los actores están bastante bien. Charlton Heston, como de costumbre, hace el chulo allí donde va (para esas fechas, ya había sido Moisés en "Los diez mandamientos", y había actuado nada menos que a las órdenes de Orson Welles en la mayestática "Sed de mal"... y aún le esperaban "El Cid", "55 días en Pekín", "La agonía y el éxtasis", "El planeta de los simios", "El hombre omega", "Cuando el destino nos alcance", "Aeropuerto '75"...), pero consigue sobreponerse a sí mismo y da una de sus mejores interpretaciones en el cine. A su lado, el sinuoso y ambiguo Mesala es soberbiamente interpretado por un Stephen Boyd que... bien, digamos que da harto crédito a la leyenda según la cual le habrían pedido que interprete su odio a Ben Hur como el propio de un amante homosexual despechado, algo que por supuesto no sólo no hubiera pasado la censura de la época, sino que habría hecho poner el grito en el cielo al señor Heston, el macho recio por antonomasia de su tiempo. Y mención especial para Hugh Griffith, como el picaresco y socarrón jeque Ilderim (miren que da curiosas lecturas políticas esta peli: un jeque árabe y un aristócrata judío unen fuerzas para combatir al imperialismo estad...perdón, romano). Y al resto no los mencionamos no porque no se lo merezcan, sino para no hacer más largo este texto, pero digámoslo desde ya: están soberbios.

-- El soundtrack está a cargo del gran y único Miklós Rózsa, quien consigue superar el lugar común de las pelis de romanos (harta fanfarria y violines para las escenas tranquilas) y crea algunos momentos musicales verdaderamente memorables. No por nada, se llevó un Premio Oscar ese año, y en ese tiempo tener un Oscar sobre la chimenea aún era por méritos, y no por lobby interno de los grandes estudios. Don Miklós, un par de años después, repetiría su buen hacer en otro soundtrack clásico, el "Rey de Reyes" de 1961.

IDEAL PARA: Ver el que probablemente es el epic de romanos definitivo.

jueves, 27 de septiembre de 2007

"Viaje al centro de la Tierra" (1959).


-- "Journey to the Center of the Earth". Estados Unidos. Año 1959.
-- Dirección: Henry Levin.
-- Actuación: Pat Boone, James Mason, Arlene Dahl, Diane Baker, Thayer David, Peter Ronson, Robert Adler, Adam Napier, Gertrude the Duck.
-- Guión: Walter Reisch y Charles Brackett, basados en la novela de Julio Verne.
-- Banda Sonora: Bernard Herrmann.

-- "Viaje al centro de la Tierra" en IMDb.
-- "Viaje al centro de la Tierra" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Edimburgo, 1880. El profesor Lindenbrook acaba de ser nombrado caballero, pero ni aún así se detiene en su incansable fiebre científica. Uno de sus alumnos, el zarrapastroso Alec, le lleva una piedra volcánica, casi como un souvenir y una muestra de respeto, sin saber lo que está por desatar. Porque el profesor se obsesiona con la piedra y no para hasta revelar su secreto: en su interior hay una peonza que contiene escritos nada menos que de Arne Saknussem, un antiguo sabio que después de pontificar urbi et orbe sobre el centro de la Tierra y otras charadas, desapareció misteriosamente. ¡Eureka!, dice el profesor, ¡el sabio Saknussem bajó de verdad al centro de la Tierra! Entusiasmado, le pide su ayuda a un profesor sueco, para escuchar su veredicto sobre semejante descubrimiento. Pero el profesor sueco desaparece misteriosamente. Nervioso, Lindenbrook parte con el fiel Alec con rumbo a Islandia, en donde supuestamente está la abertura que Arne Saknussem utilizó para llegar al centro de la Tierra; algunos incidentes le hacen pensar que el profesor sueco está tratando de robarle la idea, pero cuando descubre el cadáver de éste, con su tracto digestivo convenientemente aliñado con cianuro, y a la encantadora viudita que el sueco ha dejado atrás, se hace con dos verdades puñeteras del tamaño de un Dreadnought: 1.- Hay todavía alguien más siniestro que el profe sueco tras su pista, alguien que no trepida en el asesinato a lo Agatha Christie para llegar a sus resultados, y 2.- Si quiere bajar al centro de la Tierra, tendrá que aceptar a... ¡una mujer! ...en el equipo... ¡La expedición comienza!

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

El mito de la Tierra hueca es viejo como la Tierra misma, o al menos como los seres humanos que la habitan. Según éste, por debajo de nuestro querido, viejo y sólido mundo, existe otro territorio completamente diferente en donde habitan razas y animales imposibles acá arriba. El mito tuvo un cierto auge en el siglo XIX, coincidiendo con los nuevos progresos de la Geología (ya se había desarrollado la teoría según la cual la Tierra se estaba enfriando), cuando con diferencia de seis años aparecieron dos clásicos del género: "La raza venidera" de Edward Bulwer-Lytton (1870), y el que nos ocupa, "Viaje al centro de la Tierra" de Julio Verne, en 1864. La novela ha tenido posteridad (además de por la estupenda prosa de Verne) en parte por el afán casi maníaco de Julio Verne por dotar de verosimiltud científica a sus obras, y en parte también por el carácter místico de la obra, ya que es bien sabido que Verne era aficionado a meter claves ocultistas en sus novelas, que tanto grano han dado a los molinos de la conspiranoia. El interés sobre Verne no estaba muy boyante en el mundo del cine, hasta que los Estudios Disney se forraron con dinero, por su adaptación de "20.000 leguas de viaje submarino", y después por el éxito de "La vuelta al mundo en 80 días" (la de 1956, con la pareja dispareja de David Niven y ¡Cantinflas!, y decimos esto porque hubo un deslucido remake en 2004). De manera que los Estudios Fox se lanzaron a su propia adaptación de Julio Verne de alto presupuesto. El mimo que pusieron en esta empresa queda bien reflejado en el departamento de efectos especiales, y también por el elenco elegido, que no será de primera fila (salvo por el inmenso James Mason), pero que algo daban que hablar en su tiempo.

¿POR QUÉ VERLA?

-- El elenco. No diremos que era imposible elegir uno mejor, pero está aceptablemente bien. James Mason interpreta a un profesor Lindenbrook inesperadamente fiel al original literario verniano (alguien que lo fuera, en esta peli, dicho sea de paso), maniático a carta cabal, empecinado en sus descubrimientos científicos, aunque por otra parte, lo hemos visto en mejores roles antes y después (¿y? Aunque éste sea un rol menor en la carrera de Mason, hay muchos actores reconocidos que se amputarían la pierna y el brazo y los donarían en caridad, por una interpretación así, y es que Mason era Mason, caramba)... Pat Boone cumple como el jovencito chulo que está ahí para convencer a la muchachada, aunque por razones no demasiado difíciles de entender, su carrera posterior fue oscura (en esta peli hizo uno de sus primeros papeles). Las chicas están por todo lo alto. Arlene Dahl se las arregla para interpretar una fiera mujer de armas tomar, en un tiempo que parecía un presagio del women power de los '60s; es una injusticia del destino que su carrera fílmica nunca haya levantado mayor vuelo. Diane Baker, por su parte... Confesémoslo, la señorita Baker es una debilidad de su seguro servidor el General Gato, porque allí donde va se las arregla para verse y presentarse encantadora (ya hablamos sobre ella en Cine 9009, al referirnos a "Los 300 espartanos" y "El premio", y ya habrá tiempo de comentar su secundario en "Marnie la ladrona", películas todas posteriores a "Viaje al centro de la Tierra"); eso, aunque aquí su rol sea básicamente de relleno.

-- En cuanto al guión... Pues bien... Lo mejor es tomárselo como lighter than light, porque la verdad es que de Julio Verne tiene poco más que el título, el tema, y dos o tres episodios de la trama. De partida, en la novela tanto el profesor como el estudiante son ALEMANES, no escoceses, aunque quizás para la conservadora platea estadounidense haya sido un poco conflictivo poner como "los buenos" a dos kreutzers, habida cuenta de que habían pasado catorce años desde la Segunda Guerra Mundial (¿y qué? El franchute Verne puso a dos alemanes de buenos... aunque eso fue seis años ANTES de la Guerra Franco-Prusiana, justo es decirlo). Por otra parte hay una serie de adiciones que no echábamos de menos en la novela, como por ejemplo el villanísimo Conde Saknussem o la búsqueda de la Atlántida, y que en realidad no aportan demasiado a la peli. Y ya no hablemos de la sarta de despropósitos científicos o simplemente lógicos como la estupidez de hacer que los protagonistas floten literalmente en el centro de la Tierra y que sus objetos vuelen imantados fuera de la balsa por eso (piénselo, el campo magnético de la Tierra es demasiado débil para eso, y por otra parte, si verdaderamente el núcleo de la Tierra fuera un mar interior, deberían acceder al punto central exacto no en una balsa sino en un submarino muy bien presurizado); algo que es insultante para la memoria del pobre Verne que, como dijimos, se preocupó tanto como pudo de dar carácter de científicos a los datos usados en la novela (bueno, tan científicos como podían serlo con las ideas intelectuales de 1864). ¿Y sirvió para algo? En algunos aspectos sí. Por ejemplo, la inclusión de Gertrudis el ganso cuenta como lo más memorable de la peli, y (SPOILER GRUESO A CONTINUACIÓN) su trágico destino final (sí, por una vez en las pelis hollywoodenses el animalito no sobrevive) es una de las partes más conmovedoras. Pero por otra parte, todas las adiciones le dan a la trama un carácter marcadamente más infantil, y eso no en el mejor sentido del término. Para que no se diga eso de que destripar novelas clásicas es un vicio de los '90s en adelante. Por eso, si se la visualiza como una peli de entretención infantil, se puede pasar un gran rato, pero que nadie se llame a engaño o confusión: el que busque una adaptación fiel y rigurosa, por no decir literal, del clásico verniano, está perdiendo miserablemente su tiempo.

-- Los efectos especiales... Esta era una peli de alto presupuesto para la época, y por lo tanto se usaron los FXs más chulos que encontraron en el armario. Por desgracia, el resultado en este apartado es irregular (la honorable Academia no opinó igual en aquellos años, y le dio unas buenas nominaciones a Mejor Dirección de Arte, Mejores Efectos Especiales y Mejor Sonido, aunque los perdió frente al acorazado fílmico de 1959, "Ben Hur", el "Titanic" de la época, que al igual que el trasatlántico de James Cameron también secuestró once Oscares para su mesita de noche). Algunos efectos son buenos incluso hoy, como por ejemplo el ataque de los dinosaurios gigantes (en realidad unas iguanas con placas de plástico, pero que se ven muy realistas, salvo en las imágenes de fotomontaje con los actores). Otros en cambio cantan clarito hoy en día, como por ejemplo muchas secuencias subterráneas que no parecen haber sido filmadas en las Cavernas Carlsbad como dice el reclamo publicitario, sino en un estudio con vulgar cartón piedra y papel maché. El premio al mejor escenario en la peli se lo lleva el bosque de hongos gigantes y las ruinas de la Atlántida, en donde parecen haber focalizado el presupuesto, y que por ende se ven por todo lo alto.

IDEAL PARA: Ver una adaptación un tanto infantiloide de Verne, algo envejecida, aunque de un aceptable nivel técnico.

martes, 13 de febrero de 2007

"Intriga internacional" (1959).


-- "North by Northwest" (título original), "Con la muerte en los talones" (título en España), "Perseguit per la mort" (título en catalán).
-- Dirección: Alfred Hitchcock.
-- Actuación: Cary Grant, Eva Marie Saint, James Mason, Jessie Royce Landis, Leo G. Carroll, Josephine Hutchinson, Philip Ober, Martin Landau, Adam Williams, Edward Platt.
-- Guión: Ernest Lehman.
-- Banda Sonora: Bernard Herrmann.

-- "Intriga internacional" en IMDb.
-- "Intriga internacional" en la Wikipedia en inglés.

¿DE QUÉ SE TRATA?

Cary Grant aparece muy chulo, dando una serie de instrucciones a su secretaria. Como su lengua de metralleta es más rápida que su cerebro, le encarga llamar a su señora madre, sin acordarse de que ella tiene una partida de bridge. Se queda preocupado, así es que en un minuto de una reunión de caballeros en un hotel decide excusarse e ir al teléfono (es que no existían todavía los celulares, ¿vale?). Pero elige el momento mal. El botones del hotel ha estado llamando a otro sujeto distinto, el cual es seguido por un equipo de bribones, así es que los bribones confunden a Grant con el tipo al que han estado siguiendo, lo secuestran y se lo llevan. El pobre hombre la pasa muy mal, porque primero lo interrogan de manera no muy suave, y luego, cuando no dice nada (¿y qué va a decir, si no sabe nada?) le meten una buena dosis de whisky del bueno en el cuerpo, y luego lo ponen al volante de un vehículo que requerirá de un pequeño vuelito para estrellarse. El sujeto despierta en el último instante y consigue salvar el pellejo al precio de ser arrestado por la poli, por conducir en estado de ebriedad. Cuando cuenta su increíble historia (la historia de un borracho e infractor de las leyes del tránsito), nadie le cree, y cuando va a ver la casa, todo luce de manera completamente distinta a como él había dicho que sería. Ahora, nadie le cree su historia, mientras que los bellacos le siguen los pasos, creyéndole un hombre que en realidad no es. Su única esperanza de salvación es encontrar al hombre con el cual le confunden y que, para colmo... ¡no existe! (y no hemos revelado el final de la película, sino que apenas vamos en la primera cuarta parte).

EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS.

Los '50s fueron sin lugar a dudas la década del reinado absoluto de Alfred Hitchcock, llamado con muy buenos motivos "el Amo del Suspenso". En aquella década prodigiosa dirigió "Extraños en un tren", "La llamada fatal", "Para atrapar al ladrón", "El hombre que sabía demasiado", "Vértigo", y la cerró con broche de oro con "Psicosis". Fresco su éxito de "Vértigo", Hitchcock quería dirigir una película sobre la identidad equivocada. Además de eso, debía tener una escena en el edificio de las Naciones Unidas, y otra en el Monte Rushmore. Con esos descabellados puntos de apoyo, el guionista Ernest Lehman preparó para él un guión que Hitchcock transformó en una de sus mejores películas. Este filme es enormemente "'50s' style" en su planteamiento, con una banda internacional dedicada a hacer fechorías y un prota representante de lo más bueno y puro del american way of life, involucrado de pronto en algunas sucias operaciones que le enseñarán cuál es el verdadero costo, en términos de diplomacia e intriga, que deben pagarse en las sombras para aquellos quienes tienen vidas regaladas y productivas al interior de la sociedad americana puedan seguir circulando inocentemente por la vida y ganando dinero, algo que en los '50s la gente no tenía tan claro como en la actualidad.

¿POR QUÉ VERLA?

-- Es una de las mejores piezas de suspenso de Hitchcock. El protagonista es absolutamente inocente, y no sabe nada porque no puede tener ninguna relación con la trama, como no sea una pura, simple y desafortunada casualidad. Y su única esperanza de salvación es encontrar a un hombre que, por definición, es inencontrable, por la simple razón de que no existe. Con esos ingredientes, Hitchcock construye una trama solidísima, en donde el prota debe salvar el pellejo a punta de puro ingenio, sin recurrir a los métodos de un John McClane que toda su vida es un fulano común y corriente, hasta que puesto frente a la adversidad se transforma en el superhéroe que, armas y puñetazos mediante, salvará a la Humanidad.

-- Ernest Lehman. Reconocimiento expreso merece este hombre, procedente del humilde y sufrido gremio de los guionistas, y cuyo currículum incluye "Sabrina", "El rey y yo", "West Side story", "La novicia rebelde", "Hello Dolly!" y otra de Hitchcock, su última peli, "Trama macabra". Como dijimos, para hacer el guión Hitchcock le encargó tres mimbres de bizarra combinación, y Lehman cumplió por todo lo alto. Eso es maestría.

-- Escenas grandiosas. La secuencia de la persecusión automovilística, con un protagonista borracho, es notable. La secuencia final en el Monte Rushmore es un clásico, y tuvo el honor de ser parodiada en una extensa secuencia de "Padre de familia". Pero se lleva la palma la clásica escena en la cual el protagonista se encuentra en medio de la nada más nada que pueda haber, y allí a descubierto es acosado por una avioneta de fumigación; son incontables las parodias que se han hecho de esta secuencia.

-- Los actores están en su punto. Cary Grant, como de costumbre, se roba la pantalla por todo lo ancho. Eva Saint Marie cumple bien con ser la rubia vaporosa de Hitchcock (casi cincuenta años después será la mami de Superman en "Superman regresa", para que vean como pasa el tiempo). James Mason compone un villano cuyas expresiones le proporcionan una increíble truculencia psicológica. Y para los fanáticos de la trivia, aparece en un rol secundario nada menos que Edward Platt, cuyo rol más recordado sería como el Jefe del Superagente 86 en ya saben qué serie televisiva.

IDEAL PARA: Ver una Hitchcock que anda cerca de ser "la de Hitchcock que acabe con todas las de Hitchcock" (y hasta cierto punto lo hizo).

Seguidores