Hace tiempo que, sin darme cuenta, dejé de soñar. Cuando pasas la barrera de los cuarenta suceden cosas curiosas dentro de tí. Son pequeñas revelaciones pero muy jugosas desde un punto de vista personal. Por ejemplo, a partir de los cuarenta empecé a decir que no a muchas cosas que antes era incapaz y, como nunca antes había dicho que no, de repente me sentí apurada, cómo le puedes decir que no y quedar bien?...quedar bien? si, por eso mismo había dicho que sí infinitas veces a cosas que en realidad o no me apetecía hacer o me iban a complicar el día, el fin de semana, o la semana entera, porque encima, nunca sabes lo que te van a pedir. Además soy de esas personas que nunca piden nada, no es por orgullo ni por soberbia, es simplemente porque mi sentido de la responsabilidad o delicadeza con la vida de los demás, no me lo permite, bueno, rectifico, quizá si que hay algo de orgullo cuando pienso que tengo que hacer la vida que soy capaz de llevar yo sola, no la que haría...