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martes, agosto 05, 2025

Marina Serrano. Poema de Simonías.



 Y entonces el modelo (typos) de la gran generación de

Adán será exaltado, porque es anterior al cielo, la tierra

y los ángeles.

EVANGELIO DE JUDAS


ESTRUCTURA sostenida por la fe

de sus elementos, ni buenos, ni malos,

elementos en el interior no visible, elementos

complejos incluidos en otros que los trascienden.

La medida de la fortaleza es el punto más débil


y la estructura sostenida por la fe

y la piedra angular

son una misma piedra en otro sitio, la clave

es la cuña, y a veces, las piedras atraviesan

el muro, el interior y el exterior

de lo que antes no existía

ni dentro ni fuera.


La piedra que descartaron,

sustancia mineral sólida e incomburente,

poco maleable e insoluble en agua,

es espejo

en que las demás

piedras encastradas, se miran mientras soportan

la compresión. El hierro

es necesario para otras tensiones

y esfuerzos de corte.

A cada quien lo suyo.


Marina Serrano, Quequén, 1973

de La única cosa necesaria, Colección Fénix, dirigida por Pablo Anadón. Ediciones del Capítulo, 2012

Imagen: página 33 del códice Tchacos

jueves, julio 20, 2017

marina serrano. formación hospitalaria (selección)

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Enfermedad de Charcot

Decían que era el suegro del director,
alguien acomodado,
por eso, lo atendíamos todos los días
a las ocho y media de la mañana.

El diagnóstico, obtenido por descarte,
describía una original forma de presentación:
no clásica, no bulbar,
no piramidal, ni seudopolineurítica.

La estructura de su pecho
se abría al hígado.
El hombro sin carne
era un anexo deprimiéndose
deslizándose
por el volumen troncocónico.

Terminaban los brazos
en manos simianas,
como cintas sensibles.
El dolor llegaba al piso.

Lo atendíamos de a dos,
había que moverlo por completo;
dedos, pelo, diafragma,
palpar, presionar
la epidermis postergada de los cuerpos inmóviles.

Aumentaron las fibrilaciones
la hiperreflexia,
y nos callamos.
Sabíamos que empeoraba.

Un día fue a la municipalidad
donde antes trabajaba,
alguien lo empujó, como nos empujan a todos
todos los días, en todas partes,
y cayó de las escaleras como alguien
que no tiene brazos.

***
Juan Antonio Fernández

Yo esperé, Juan Antonio Fernández,
ponerme a prueba, resolver,
actuar con celeridad y tino
en las primeras sangres.

La abrupta manera 
en que terminan algunas vidas
no pareció fortalecerme,
las almas del sifilicomio
aún sudan mercurio
y soplan su inminencia.

Quise, pero no pude.
Esperé el final
que se osifiquen o mueran
y nunca anhelé tanto
nociones del chamanismo
ni fui tan impotente

y el hombre que la medicina era
devoró mi fe.

Marina Serrano, Quequén, 1973
de Formación hospitalaria, sigamos enamoradas, Buenos Aires, 2006