Soñé que vivía en un pueblo de politiquería a partes iguales entre color rojo y azul, tirando a violeta en la mezcla sin llegar a la flor que esconde su belleza bajo la yerba, o a morado como las flores del camposanto. Noviembre es un mes de alma en pena, pero sin demasiado misterio. Un pueblo terco como la ley sin justicia, mudo como a quien le importa un carajo el dolor ajeno. Un pueblo con un alcalde tuerto, letrista sin imaginación... Joder dona, el silencio y la impunidad es la perfecta lógica que encubre, como siempre, a influyentes involucrados. Perdón, saben ustedes que vivo una realidad enmarañada, de difícil comprensión. Sea como sea y lo ponga, como lo ponga, patas arriba o patas abajo, me da palíndromo. (Simplemente, soñé que vivía en El Pueblo de Patricia. Disculpen que sea tan poco original. No sé cómo dejar de ser mi peor enemigo). Gracias.
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