La utilización de productos fitosanitarios en la agricultura europea actual ha tenido una repercusión importantísima en la mejora de las producciones y en la mayor calidad de los alimentos obtenidos. Los fitosanitarios mejoran o mantienen el rendimiento de las cosechas, pues eliminan o reducen la competencia de las malas hierbas y el ataque de plagas y enfermedades, y limitan la mano de obra necesaria para la producción. Al margen de las evidentes ventajas económicas para el productor, los fitosanitarios desempeñan un papel social fundamental, puesto que garantizan cada año un abastecimiento fiable de productos agrarios a precios asequibles para todos los consumidores europeos. Además, su empleo reduce la demanda de tierras para producción de alimentos, lo que a su vez deja grandes superficies de tierra disponibles para otros usos, como son las actividades de ocio, las áreas naturales y la protección de la biodiversidad.
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