El año 1906 supuso un momento clave para la internacionalización de la música rusa de Chaliapin, Mussorgsky, Rimsky-Korsakov, Borodin, Rachmarinov y Stravinsky, entre otros. Esta presentación internacional se proyecta a partir de la exposición de arte ruso, realizada en París, promovida y subvencionada por el empresario Serguei Diaguilev, donde se aglutinan algunos de los artistas rusos más destacados de finales del siglo XIX y principios del XX, caso de Nicholas Roerich, A. Benois y A. Golovin. La relación de estos pintores con los músicos se vio fortalecida por la estrategia empresarial de Diaguilev.
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