Desde el inicio de la pandemia, la infección por el VIH se caracterizó por su efecto devastador en base a la aparcición de infecciones oportunistas (IO) y neoplasias que llevaban en la mayoría de los casos al fallecimiento del paciente. Con la introducción del Tratamiento Antirretroviral de Gran Actividad (TARGA), se objetivó un cambio radical en el pronóstico de la infección por el VIH.
Estos cambios han dado lugar a un giro en el espectro de complicaciones asociadas a la infección por el VIH. En la actualidad deben incluirse patologías no relacionadas directamente con el VIH, como son las hepatitis crónicas, la afectación cardiovascular, los efectos adversos del tratamiento antirretroviral (TARV) y los procesos neoplásicos, en detrimento de las IO.
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