En el cine se potencian las relaciones arbitrarias y simbólicas que han sido establecidas culturalmente con relación a la mujer. Dichas relaciones sitúan a la mujer, al mismo tiempo, como objeto y fundamento de la representación, fin y origen del deseo del hombre y de su impulso de representarlo, y objeto y signo de (su) cultura y creatividad. A su vez, éste funciona como máquina de creación de imágenes, que al producir dichas imágenes (de mujeres o no) tiende también a reproducir a la mujer como icono. Y en este proceso de subjetivación se define en relación a un sujeto masculino; con el hombre como único término de referencia.
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