Según la intuición de Ludwing Wittgenstein, en el creer cristiano hay una gramática superficial (un conjunto de reglas que describen el uso de los signos del discurso que manejamos) que se percibe "de oído" al hablar entre los que creemos. Pero el verdadero uso de los signos creyentes está arraigado y nutrido en una práctica cotidiana, en las formas de vida desde las que se confiesa la fe.
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