La dictadura franquista llenó España y Andalucía de represión y silencio. Hasta décadas después de la Guerra Civil, pocos fueron los que se opusieron a ella de forma abierta y pública. Sin embargo, durante la posguerra muchos hombres y mujeres optaron por una forma de actuar distinta: las resistencias individuales. Las clases más humildes, tradicionalmente identificadas con los republicanos, fueron protagonistas de una resistencia silenciosa, tratando de pasar desapercibidos al poder, pero trasgrediendo la legalidad y haciendo frente a un sistema que consideraban injusto y corrupto: la autarquía. Obtenían algo a cambio: la supervivencia. En los campos y ciudades de la región andaluza, el hambre, el estraperlo y el contrabando fueron los actos de una historia: la de la resistencia de los más desfavorecidos contra el franquismo.
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