A diferencia del caso Galileo, la Iglesia católica ha gestionado con discreción el pensamiento evolucionista y las obras de Charles Darwin. Entre los científicos católicos, encontramos defensores de un evolucionismo trufado de remarcables excepciones relacionadas con el origen divino de la vida y de la especie humana. El entomólogo y jesuita Erich Wasmann llegó a la conclusión de que la teoría evolutiva podía dar explicación a sus observaciones sobre los mirmecófilos y adoptó un evolucionismo católicamente matizado que Ernst Haeckel consideraba fraudulento y muy peligroso. El biólogo y jesuita catalán Jaime Pujiula siguió la obra de Wasmann aunque adoptando posiciones ideológicas más radicales que la del entomólogo austriaco, como al invocar la necesidad insoslayable de la intervención de un Dios personal durante la transición de la materia inerte a la vida.
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