A lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, gracias a sus sociedades mineras, diversos países se asentaron en la Faja Pirítica Ibérica. Portugal se vio representado por las compañías de Cueva de la Mora, Sotiel-Coronada y San Miguel. A la segunda de ellas le debemos, además del nacimiento de Sotiel Coronada, una de las obras más singulares de la ingeniería portuguesa: una presa, en el cauce fluvial del Odiel, y un canal, en su margen derecho, de catorce kilómetros salpicados de puentes. Su caudal, según la concesión solicitada, sería de mil litros de agua por segundo con destino la mitad al movimiento de una turbina y la otra mitad al beneficio de minerales. Esta construcción hizo posible que la CompanhiaMineira Sotiel-Coronada fuese una de las empresas mineras más fructíferas del periodo.
Hoy, el canal, yace en el olvido y por donde antes fluían las revueltas aguas del río, caminan las botas de los senderistas que desconociendo su patrimonio disfrutan la ruta de �Los molinos del Odiel�.
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